PANDEMIA Y CAPITALISMO. IDENTIFICANDO AL VERDADERO ENEMIGO Por Bruno Ray

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VII.-MISERIA ES IGUAL A MENOR SALUD La ecuación miseria y enfermedad parece ser el signo de todos los tiempos, pero en esta época de decadencia del capitalismo en fase imperialista, toma dimensiones colosales. No debe desprenderse que con esta fórmula afirmo que los ricos no enferman, sino que lo hacen contando con mejor capacidad de respuesta, no solo económica sino anatómica. ¿Saben los microorganismos distinguir a quien matar? Cada vez hay más estudios científicos que aportan datos relevantes para establecer correlaciones entre situaciones de pobreza y enfermedad y no solo tiene que ver con deficiencias en los servicios de salud y cobertura de la atención tan clasista que ya hemos anotado, sino en cambios biológicos ocurridos en el propio cuerpo del miserable, que lo hacen más vulnerable. Lee Riley, médico epidemiólogo de la universidad de Berkeley65, ha estudiado una tasa inusualmente alta en barrios pobres de Brasil de una enfermedad reumática del corazón, cuando se le compara con la misma tasa de la enfermedad producida en países ricos. Se sabe que la enfermedad está asociada a la repetida infección de garganta por bacterias de estreptococos del grupo A (conocidos como GAS, por sus siglas en inglés). Cuando el sistema inmune ataca a la bacteria, algunas proteínas de las células cardiacas que se parecen a las proteínas bacteriales, también son atacadas. Esas bacterias tienen más de 120 cepas y en países imperialistas se desarrolló una vacuna para 26 cepas, que son las que aparecen con más frecuencia; pero Riley y sus colegas tomaron muestras en niños de barrios pobres y ricos de salvador y Brasil y pudieron verificar que ambos grupos no poseían el mismo colectivo de cepas, el índice de diversidad era mayor entre los niños pobres que entre los ricos, que normalmente tenían acceso regular y podía pagar hospitales privados, ¡He aquí unas bacterias que saben distinguir clase!. Descubrieron además que las cepas de los niños ricos muestreados, se parecían en mayor proporción a las presentes en los países capitalistas más desarrollados. La explicación que dan al hecho es que las condiciones de hacinamiento extremo podrían haber favorecido el mayor intercambio bacteriano y sobre todo de material genético entre ellas. Es sabido que las bacterias, cuando se les pone juntas, tienen la costumbre de no conformarse con el material heredado por sus padres, sino que capturan todo fragmento de material genético que ande por allí para aumentar su caudal, el cual ingresan por ciertos poros de su membrana. Es justamente esta avariciosa conducta la que se cree les ha ayudado a aprender a ser resistentes a fármacos antibióticos. Las consecuencias obvias son, que una afección que prácticamente ha desaparecido en países capitalista avanzados, se ensaña con los más desposeídos. Y el problema no consiste solo en vacunar, pues la vacuna fue hecha para las cepas presentes entre los ricos y no tendría mucha eficiencia entre los marginales. Pero para quien piense que el problema se limita a separar de manera abstracta y mecánica entre «países ricos» y «países pobres», en el sentido que los primeros tienen mayores ventajas de salud frente a los segundos, quedaran decepcionados cuando tomen en cuenta 65

Lee Riley. Vaccine Inequality. Scientific American, Vol. 318. N.5, May 2018, p.52-53.


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