TOMA Y LEE LECTIO DIVINA
LECTURA ORANTE DE LA PALABRA DE DIOS Domingo 20 de setiembre del 2020
▪ PREPARAR - PACIFICAR EL CORAZÓN
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles, y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía tu Espíritu Creador y renueva la faz de la tierra.
Date un espacio adecuado para orar
- INVOCAR AL ESPIRÍTU SANTO Pídele al Espíritu Santo que te dé luz para entender las Escrituras.
▪ LEER
¿QUÉ DICE EL TEXTO? Lee atentamente la lectura: Ponte en contexto, fíjate en los personajes, acciones, sentimientos, etc. Puedes subrayar la frase o palabra que te impacte y detente en ella.
Lectura del santo evangelio según San Mateo 20, 1-16 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El Reino de los Cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo: "Vayan también ustedes a mi viña, y les pagaré lo debido." Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: "¿Cómo es que están aquí el día entero sin trabajar?" Le respondieron: "Nadie nos ha contratado." Él les dijo: "Vayan también ustedes a mi viña." Cuando oscureció, el dueño de la viña dijo al capataz: "Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros." Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo: "Estos últimos han trabajado sólo una hora, y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno." Él replicó a uno de ellos: "Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?" Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos.» Palabra del Señor R. Glora a ti Señor, Jesús
▪ MEDITAR
¿QUÉ ME DICE EL TEXTO? Deja que la Palabra resuene en tu vida, medítala y confróntola con tu vida.
Hay algo muy humano: trabajar por el salario, trabajar para cobrar, esto no es malo. Pero Jesús no pretende hablar de relaciones económicas o laborales en esta parábola. ¿Cuánto vale su amor? ¿Quién lo merece? ¿Quién merece el cielo? No tiene precio. Dios es bueno, su amor no hace diferencias, sigue llamando sin discriminar, siempre hay esperanza para todos... El Jesús de este Evangelio puede parecernos injusto; pero en realidad está por encima de la justicia, no nos trata según nuestros delitos, nos paga con amor. Todavía son muchos los convencidos de que es el propio esfuerzo lo que justifica al hombre ante Dios. La salvación es un regalo de Dios; por tanto, ¿quiénes somos nosotros para pedirle cuentas y juzgar su obra? Dios llama a todos y acoge a todos los que -temprano o tarde- responden a su llamada. Lo que vale es que se quiera trabajar en el Reino, no los méritos que se pretendan. Dios es generoso y le basta que el hombre diga sí a su llamada.
Padre Segundo Agip O.S.A.
▪ COMENTA SAN AGUSTÍN En aquella recompensa seremos, pues, todos iguales: los últimos como los primeros y los primeros como los últimos, porque aquel denario representa la vida eterna y en ella todos serán iguales. Aunque unos brillarán más, otros menos, según la diversidad de los méritos, por lo que respecta a la vida eterna será igual para todos. No será para uno más largo y para otro más corto lo que en ambos casos será sempiterno; lo que no tiene fin, no lo tendrá ni para ti ni para mí. De un modo estará allí la castidad conyugal y de modo distinto la integridad virginal. Una cosa de un modo, otra de otro; mas, por lo que respecta a la vida eterna, ninguno vivirá más que el otro. Vivirá igualmente sin fin, aunque cada uno viva en su propia claridad. Aquel denario es la vida eterna. No murmure, pues el que lo recibió después de mucho tiempo contra el que lo recibió poco después. A uno se le da como recompensa, a otro se le regala; pero a uno y a otro se da la misma cosa. [...] La recompensa se promete igual para todos, pero lo de la hora de ir al trabajo es una cuestión importante. Si, por ejemplo, los que fueron llamados a mediodía, es decir, en la edad corporal en que arden los años juveniles, como también arde el calor del sol de mediodía; si esos jóvenes que han sido llamados dijeran: “Espera; hemos oído en el evangelio que todos han de recibir una única recompensa; cuando nos hagamos viejos vendremos; habiendo de recibir lo mismo, ¿para qué fatigarse?”. Si dijeran eso se les respondería: “¿No quieres fatigarte, tú que ignoras si has de vivir hasta la vejez? Te llaman a mediodía, ven. Es cierto que el padre de familia te prometió el denario aunque vinieras a última hora; pero nadie te ha prometido que vivirás hasta la primera hora de la tarde. No digo que hasta la última hora del día, sino hasta la primera hora después de mediodía. ¿Por qué, pues, difieres el seguir a quien te llama, teniendo la certeza de la recompensa y la incerteza respecto al día? Pon atención, no sea que lo que él te ha de dar, según su promesa, te lo quites tú mismo con tu dilación” . (Sermón 87, 4, 6 y 6, 8)
▪ PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL ▪ ¿Qué te dice el texto que pueda iluminar tu vida? ▪ ¿Cómo vivo la justicia y la generosidad en mi día a día? ▪ ¿Qué hago para poner a los “últimos”, que se encuentran cerca de mí, “primero”?
▪ ORAR
EL SERVICIO AL HERMANO
¿QUÉ LE RESPONDO A DIOS? Orar respondiéndole a Dios después de escucharlo. Puede ser una oración de alabanza, perdón, acción de gracias, petición o de adoración.
El amor a la verdad busca la paz de la contemplación, y la necesidad del amor exige el servicio al hermano. Si nadie nos impusiese esta carga, nos dedicaríamos al estudio y contemplación de la verdad. Pero si se nos impone, debemos aceptarla por exigencias de la caridad. Y aun en este caso, no debemos renunciar completamente a los goces de la contemplación, para que no nos suceda que, privados de este goce, quedemos atrapados por la necesidad del apostolado. (La ciudad de Dios XIX, 19).
▪ COMPROMISO ¿QUÉ VAS A HACER HOY CON ESTA PALABRA? Decide actuar en concreto según los valores cristianos. Traza una línea de acción a la luz de esta Palabra de Dios. ▪ Buscar ser más generoso en los quehaceres de la casa, apoyando y ayudando tomando la iniciativa. ▪ Rezar por aquellas personas con las que he cometido alguna injusticia o he dejado de ser generoso.