Ortopraxis

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Ortodoxia Catecismo Breve

Una adaptaci贸n del Archimandrita Padre Chrys贸stomos (Celi) Monasterio de la An谩stasis 2005 Quito Ecuador



Ortodoxia - Catecismo breve

Ortopráxis (maneras de vivir la Ortodoxia) Ortodoxia ¿Qué es? Una palabra especial... Palabra que posee gran fuerza de atracción. Del griego « orthos » que significa « recta y verdadera adoración » y « doxa » que significa doctrina o enseñanza. En cuanto se manifestó en la Iglesia cristiana la necesidad de proteger a la verdad de los errores que aparecieron (y éstos ya aparecieron en los tiempos apostólicos), surgió el concepto de la "confesión correcta de la verdad," tal como la escuchamos en la oración litúrgica y que viene de la Iglesia antigua, sobre el obispado, "que usa bien la palabra de la verdad" (2 Tim. 2:15). Esta expresión se cristalizó en una palabra durante los duros enfrentamientos del arrianismo en la Iglesia. San Atanasio el Grande dedicó casi toda su vida a la defensa de Ortodoxia del arrianismo. San Epifanio llama a San Atanasio: "Padre de Ortodoxia." San Isidoro de Sevilla en el libro "Los principios" dice: "El Ortodoxo es aquel, que cree correctamente y de acuerdo a esta creencia, vive correctamente." Los grandes padres orientales de la Iglesia del siglo VI, siempre usan esta misma denominación. San Gregorio el Teólogo usa el término: "Ortodoxia sufriente" (Sermón 6ª de Gregorio el 3


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teólogo). Después del Sexto Concilio Ecuménico, cuando surgieron discusiones sobre la veneración de las imágenes (íconos) y de ese modo, sobre las formas externas de veneración de Dios, el concepto de "Ortodoxia" se amplió a todo el ciclo de teología Cristiana y servicios religiosos. Antes de la separación de las iglesias, "la Ortodoxia" o la "Verdadera Glorificación" se pensaba como un carácter necesario de verdadero Cristianismo, tanto en el Oriente como en el Occidente, es decir todos los que querían seguir a la Iglesia de Cristo sin errores eran “ortodoxos”. Cuando sucedió la separación de la Iglesia Romana de la unidad de la Iglesia, ambos conceptos clásicos, digamos mejor, eclesiásticos antiguos: a) "Ortodoxo" y b) "Católico-Universal" se conservaron en el Oriente y en el Occidente, pero se conservaron de manera que, uno dominó aquí, y otro allá. Cada uno hizo su estandarte de la Iglesia: En el Oriente, "Ortodoxia" es la preocupación, ante todo, de guardar la pureza de la fe; en el Occidente se usa el término “Católico” como "Universalidad" o el "Catolicismo" como la expresión de la idea de difusión mundial para todos. El nombre de la Iglesia Cristiana como "Católica" quedó más identificada en los países occidentales relacionándola con la Iglesia de Roma, sin embargo, ningún ortodoxo duda que es verdaderamente católico, porque en el Oriente, tal como está mencionado en el Credo que rezamos en cada Divina Liturgia, se dice que nuestra Iglesia es “Católica”. Pero, en el Oriente, esta denominación conserva su lugar en la serie de otras características necesarias de la Iglesia: "Una, Santa, Católica y Apostólica," que recibió en el Segundo Concilio Ecuménico, o sea, sin ser destacada como un carácter especial dominante sobre las otras características. Somos por eso miembros de la Iglesia Cristiana Católica Apostólica Ortodoxa. Hablando sobre lo Ortodoxo y lo no Ortodoxo, hay que 4


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explicar una cosa más. En el primer milenio antes del hecho lamentable de la separación de las Iglesias, tanto el oriente como el occidente, recibieron gran cantidad de particularidades que dependían de las causas no relacionadas con la fe, sino de las condiciones geográficas y otras, de la diferencia de culturas griegas y romanas. La distancia entre el occidente y el oriente, separados por el Mar Mediterráneo, impedían la uniformidad de las formas del culto y otras facetas de la vida eclesiástica. La lengua griega que dominaba en el oriente y el latín que se tornó el idioma culto del occidente aumentaban esta separación. Así aparecieron, todavía antes de la separación de Roma en las dos partes de la Iglesia, unos rasgos especiales que no dependían, en realidad, de la conservación o no de la verdad. En el 2º milenio, en la medida que estos rasgos seguían subsistiendo se tornaron características de una u otra confesión y actualmente a menudo, es necesario un esfuerzo para definir si tal o cual particularidad del espíritu de catolicismo romano u ortodoxo es el resultado de causas etnográficas, o lingüísticas u otras. Para nosotros la Ortodoxia, está ya dada, tiene su contenido y forma constituidos. Pero la religión es vida. Y Ortodoxia no constituye una acumulación de respuestas hechas a todas las preguntas. Sino que es una vivencia, tomada de las experiencias de otros que nos han precedido en la fe y que nos sirven de fundamento para que nosotros mismos realicemos nuestras vidas según nuestra convicción en Cristo y en su Iglesia. Así la Iglesia ha demostrado con hechos la fe que esta escrita en su estandarte "Ortodoxia." "Busquen, ante todo, el Reino de Dios y su Verdad y todo lo demás se les agregará." (Mt. 6:33). 5


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Al ingresar en un templo Ortodoxo ¿Que es lo primero que se debe hacer cuando se traspasa el umbral del templo? Se debe acercar al despachador de velas. Prácticamente nuestra piedad cristiana comienza a través de la unión al rito, por medio de la vela de cera. Sería imposible imaginarse un templo ortodoxo donde no se prenden velas. El intérprete de la Liturgia San Simeón de Solun (siglo XV) dice, que la cera pura significa la pureza y pulcritud de la gente que la trae. La cera se brinda en señal de nuestro arrepentimiento. La suavidad y la flexibilidad de la cera hablan de nuestra disposición de ser obedientes a Dios. La llama de la vela significa el calor de nuestro amor a Dios. No se debe colocar la vela de una manera formal, con el corazón frío. El acto físico debe ser acompañado por una simple oración, con palabras propias. Las velas siempre se prenden en los servicios eclesiásticos. Los que fueron recién bautizados mantienen las velas en las manos, al igual que los que se unen en el sacramento matrimonial, y durante el oficio por los difuntos, así mismo cuando se reza un himno 6


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Akathistos y hay muchas personas que sostienen una vela mientras están en la Divina Liturgia. Resguardando del viento con la mano la llama de la vela, los feligreses caminan en la procesión. No existen reglas definidas respecto a donde y cuantas velas deben ser colocadas. Su adquisición es un pequeño sacrificio a Dios y ofrenda voluntaria para sostener la Iglesia o Monasterio. Una vela grande y cara de ningún modo tiene más gracia que una pequeña. Los que regularmente visitan el templo, colocan comúnmente varias velas: al lado del icono del santo del día, que se coloca sobre el atril en el centro del templo; enfrente de las imágenes del Salvador y de la Santa Virgen, por la salud de sus queridos; al Crucifijo sobre una pequeña mesacandelabro (kanun), por el descanso en paz de los difuntos. Y si desea el corazón, a los santos que uno desea. A Dios le agrada la vela de cera, pero la llama que nace del corazón le agrada más. Nuestra vida espiritual y la participación en los oficios religiosos no se limita por la vela, pues por si sola, la vela no nos salvará de los pecados, tampoco nos unirá más a Dios y menos nos dará fuerzas para la lucha invisible. La vela está llena de significado simbólico, pero lo que nos salva no es el símbolo, sino la auténtica esencia de la gracia Divina. En muchos templos Ortodoxos se usan las famosas cúpulas 7


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llamadas de «cebolla» que en realidad toman su forma de la llama de las velas, como oración que se eleva a Dios desde la tierra. Cuando un cristiano occidental entra en el templo ortodoxo para la Liturgia Divina se encuentra en otro mundo. Al principio, entra en la iglesia, cuya forma, decoración y ornamentos no sólo están sometidos a una tradición, sino que también tienen un significado propio. Tras haber pasado por el nártex (un aula rectangular ubicada en dirección transversal al eje de la iglesia y adosada a la fachada, especie de entrada), se encuentra en la nave, que no tiene la forma rectangular a la que está habituado, sino la del cuadrado. Alza la cabeza y allí está el Cristo Pantocrátor, que lo mira con majestad desde lo alto de la cúpula central. Alrededor del tambor que sostiene la cúpula están los profetas, los apóstoles, los confesores semejantes a los ángeles, y en las bóvedas en torno a la cúpula se encuentran los querubines y serafines, los cuatro evangelistas y algunas escenas de la vida de Cristo; de ellas suelen surgir las escenas que se recuerdan en los calendarios litúrgicos. Más abajo, sobre los muros, vemos las figuras de monjes y ascetas, de mártires, confesores y maestros; la hilera de los santos es como un marco que envolviera a toda la asamblea orante. Detrás, en el muro occidental de la nave, se presenta la Asunción de La «Theotokos» Madre de Dios (la 8


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Dormición); en el muro oriental, en cambio, se alza una barrera, adornada de iconos: el iconostasio, que separa la nave del santuario. Esta barrera puede ser baja o también llegar hasta el arco. 1- Altar 2- Mesa de dones prosocomedia. 3- Candelabro Cruz Icono principal 4- Iconostario 5- Puertas laterales 6- Puertas reales o principales En el centro se encuentra una puerta con dos hojas; a los lados, otras dos puertas con una sola hoja. Sobre el iconostasio alto suelen reproducirse los ornamentos de la nave, pintados al fresco o hechos en mosaico. A la derecha de la puerta central de dos hojas, también llamada “puertas santas”, se encuentra la imagen del Cristo Pantocrátor 5-12; a la izquierda, la de La «Theotokos» Madre de Dios con Cristo niño 5-3. Sobre las puertas santas se reproduce la Anunciación 5-6,7, y sobre 9


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las dos puertas laterales de una sola hoja, llamadas t a m b i é n “septentrional” y “meridional”, los arcángeles Miguel y Gabriel 5-2 y 13 o bien los santos diáconos. Directamente encima de las puertas santas se reproduce la Última Cena 5-4, en las puertas santas algunas veces se colocan los cuatro evangelistas 5-8,9,10 y 11. Otra fila de iconos (u orden de las festividades en el dibujo fila 3) está formada por los iconos que representan acciones salvíficas de Cristo en su vida terrenal, en los que se recuerdan las más importantes festividades del calendario litúrgico. En algunas Iglesias sobre ellos, en la fila 4 (u orden de la Déesis o intercesión), se representan los apóstoles, vueltos en actitud de oración hacia el centro, donde aparece Cristo sentado en el trono y, a sus lados, los dos principales intercesores de la humanidad: La «Theotokos» Madre de Dios, y Juan el Bautista. A veces, sobretodo en grandes Iglesias o Catedrales existe una fila 2 y 1 (u orden de los profetas) en la que se encuentran los profetas, situados a ambos lados de la Virgen con Cristo niño, y todo el iconostasio abraza la cruz con la imagen pintada del Señor crucificado (en el templo no hay imágenes 10


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tridimensionales) con La «Theotokos» Madre de Dios y el apóstol Juan a sus lados. Cuando las puertas santas están abiertas, en el centro del santuario (que habitualmente tiene forma de ábside semicircular), los que están allí rezando pueden ver el altar, ricamente adornado, de forma cúbica; sobre él se encuentra la cruz, las lámparas y el Tabernáculo o Sagrario, muchas veces con forma de templo, en el que se conserva el Sagrado pan consagrado durante una Eucaristía, algunas tradiciones Ortodoxas tienen una Columba eucarística o Paloma donde se guardan también los Santos Dones. El Altar se cubre primeramente con una tela blanca que representa a aquella que envolvía a Cristo; sobre ésta, otra de un material brillante que representa la Gloria del Trono de Dios. Ambas cubren todo el Altar, siempre y cuando éste no presente algún adorno (Íconos, etc. ). Sobre el Altar esta el Antimension (Una especie de tela que tiene grabado el Ícono de Cristo en el sepulcro y a los cuatro evangelistas, para que sea válido debe estar firmado por el Obispo bajo el cual está el sacerdote celebrante), sobre é1 se celebran los Santos Misterios de la Divina Liturgia. En el Antimension se hayan reliquias de Santos -como si fuese el Ara de los 11


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altares occidentales-. También hay reliquias de Santos en el Altar, pero sólo si ha sido consagrado. Las reliquias son usadas porque la sangre de los Mártires, Confesores y Santos, después de la de Cristo, es el fundamento de la Iglesia; y también porque en los principios del Cristianismo se celebraba en las catacumbas sobre las tumbas de los Mártires. Bajo el Antimension, pero sobre las telas del Altar, hay otra seda de un material más fino; la que simboliza las ropas con las que el Niño Jesús fue envuelto tras su nacimiento, y también simboliza la Sábana del sepulcro, a su vez el Altar representa la roca con la que fue sellado el sepulcro. Detrás del Altar puede colocarse un candelabro con siete luces simbolizando los Siete Sacramentos y una Cruz, o bien una Cruz sola, dependiendo de la tradición local de cada Iglesia. El Libro de los Evangelios, que es la Palabra de Dios, está sobre el Altar para denotar que Dios mismo está místicamente presente en él; y una Cruz pequeña de pie sobre el Altar en representación del Gó1gota (Lugar donde fue celebrado el Sacrificio incruento ofrecido a Dios). Para los servicios Episcopales hay dos candelabros: Dikirion (de dos velas) y Trikirion (de tres velas), que representan, respectivamente, la doble naturaleza de Cristo (humana y Divina) y a la Santa Trinidad. Con ellos el Obispo bendice al pueblo. Está estrictamente prohibido colocar cualquier objeto, a no ser de los mencionados, sobre el Altar -debido a su significado, y porque ahí se celebran los Santos Misterios-. 12


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Se utiliza una esponja para colectar las partículas que han caído sobre el Antimension y también aquellas que han quedado en el Diskos (patena). Se pueden observar también las pinturas del santuario. En la parte más baja, dos filas de obispos, revestidos para la liturgia y vueltos hacia el altar. Sobre ellos, Cristo dando la comunión a los apóstoles: con una mano distribuye el pan consagrado y con la otra da el cáliz, o en otras ocasiones Cristo sentado en un trono. Desde la cúpula semiesférica del ábside, por encima del santuario, la Virgen mira hacia la nave (su imagen puede verse muchas veces desde la misma nave, por encima del iconostasio). Pero quienes están allí rezando probablemente no verán el otro altar sobre el que se preparan el pan y el vino eucarísticos, llamado también « Protesis », cuyo acceso se abre a través de la puerta septentrional del iconostasio. Tampoco verán las pinturas que hay encima, que representan el nacimiento, la muerte y la sepultura de Cristo. Ni podrán ver la parte meridional del ábside, que sirve de sacristía o « Diaconikon ». Un típico templo ortodoxo, con todas sus lámparas y velas y el olor del incienso que lo penetra todo, se diferencia mucho de la atmósfera de la celebración a la cual está habituado un hombre occidental. El templo es algo más que un lugar donde se reúne una asamblea en oración: es la imagen del cielo sobre la tierra. Si las partes bajas de la nave presentan el mundo visible, la cúpula, y también mucho más la parte en la que se encuentra el santuario, son símbolos del cielo, 13


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donde los ángeles, los arcángeles y todas las fuerzas celestiales rinden culto al Dios Trino y Uno. El cristiano occidental observa que el templo ortodoxo suscita en él un santo temor; los ortodoxos, sin embargo, se sienten en él más a gusto que el cristiano occidental en el suyo, cuya disposición es más sencilla. Cuando los ortodoxos entran en el templo, dan una vuelta alrededor de él, besan los iconos, encienden velas ante ellos, rezan. Pueden llevar hasta la puerta septentrional del iconostasio un pequeño pan de forma redonda, llamado “prósfora”, es decir, “ofrenda”, y dárselo al diácono o ministro junto con una lista donde se recuerda a los vivos y a los muertos.

La Cruz ortodoxa La mas difundida en la Ortodoxia es la cruz de ocho brazos, que recibe también el nombre de crucifijo. Sobre el eje central (vertical) se encuentran tres travesaños horizontales. El mediano es grande, para las manos del Cristo crucificado. El travesaño horizontal superior recuerda la tablilla con la inscripción “Jesús Nazareno, Rey de los Judíos”. Escrita en tres lenguas griego, latín y hebreo fue colocada sobre la cruz de Cristo por orden de Pilato. Era costumbre romana escribir la culpa del reo en estas tablillas. En la tradición ortodoxa, los pies de Cristo no están atravesados por un solo clavo, como en la católica, sino con dos clavos: uno por cada pie. Como muestran las 14


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investigaciones sobre la Sábana Santa de Turín, así era en realidad. El travesaño horizontal inferior es para los pies del Crucificado. Uno de sus extremos está un poco alzado: muestra el cielo, hacia el cual se dirigió el Buen Ladrón crucificado junto a Cristo. El otro extremo, en cambio, se dirige hacia abajo: hacia el infierno, el lugar destinado al otro ladrón, que no se arrepintió. Muchas veces, debajo de la cruz puede verse la imagen de una calavera: es la cabeza de Adán, el cual, según la tradición, fue sepultado bajo el Gólgota, bajo el lugar donde fue crucificado Cristo. En la hendidura de la roca, bajo la Cruz, cae sobre la cabeza de Adán una gota de la sangre de Cristo. Se le devuelve así la vida a Adán: al hombre y a la humanidad. Al lado de la cruz se representa muchas veces a La «Theotokos» Madre de Dios y al discípulo amado por Cristo: el apóstol Juan. Con frecuencia se incluyen también los instrumentos de la Pasión de Cristo: la lanza con la cual le atravesaron el costado, y la caña con la esponja empapada de vinagre que un soldado romano le dio a Cristo. Las cruces están de moda hoy en día. La firmeza inconmovible de los ateos respecto al crucifico, ha cambiado a una nueva moda. Las cruces de diferentes formas y tamaños, caras y baratas. La cruz se convirtió en un símbolo de nuestro tiempo, mas no como el signo de la fe, sino como la imagen de burla con respecto a la Iglesia. La cruz -el máximo símbolo 15


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sagrado cristiano-, es el testimonio tangible de nuestra redención. En el oficio sagrado de la fiesta de Exaltación de la Cruz, la Iglesia glorifica el Árbol Crucial del Señor con muchas alabanzas: "La cruz es la protección del universo, la belleza de la Iglesia, el emblema de los monarcas, afirmación de los fieles, la gloria de los Ángeles y el látigo para los demonios." Desde los primeros siglos del cristianismo cada creyente porta la cruz sobre el pecho, cumpliendo las palabras del Salvador: "Cualquiera que quisiere venir en pos de mí, niéguese á sí mismo, y tome su cruz, y sígame" (Marcos 8:34). La cruz pectoral se coloca al recién bautizado como el escudo de la fe y arma contra los demonios. A nada teme tanto la fuerza impura, como a la cruz. Y nada alegra tanto al diablo como un trato negligente de la cruz. Las cruces que se venden en los templos, se bendicen en un rito especial. Existen leyes canónicas con respecto a las formas que pueden tener las cruces: de cuatro, de seis y de ocho puntas, con semicírculo abajo y otras, donde cada línea tiene un significado simbólico. En el lado opuesto de las cruces rusas, por tradición se grava la inscripción. Sálvame y Protégeme. Las cruces actuales, que venden en los almacenes no cristianos, frecuentemente no se parecen a la Cruz del Gólgota, donde murió nuestro Salvador. La Cruz bendecida se debe llevar con respeto. Todo lo que es sagrado y se usa sin el debido honor se profana y, en lugar de la ayuda divina, causa un sacrilegio y enfada a Dios. La cruz no es un medallón, ni tampoco un costoso sonajero. Dios no puede ser burlado (Gálatas 6:7). No existen normas respecto al material de la cruz. Evidentemente son aceptables los metales preciosos, pues para el cristiano no hay nada más precioso que la cruz y de aquí la tendencia de embellecerla. Pero, sin duda, las 16


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sencillas cruces de madera o metal son espiritualmente más cercanas a la Cruz del Señor. No hay diferencia, entre una cadenilla o un hilo resistente: lo que importa es que la cruz esté sólidamente puesta.

Los iconos Los iconos no pueden compararse con otras obras de arte en el sentido habitual de esta palabra. Los iconos no son cuadros. Los cuadros, con sus rasgos y colorido, hablan de los hombres y de los acontecimientos de la realidad concreta. A partir del Renacimiento, la vida y la naturaleza se expresan en cuadros con imágenes en tres dimensiones, imágenes que narran el mundo de los hombres, de los animales, de la naturaleza y de las cosas. La pintura de los expresionistas y el arte abstracto están llamados, en cambio, a expresar las emociones del pintor, emociones que cambian y transforman las proporciones de los acontecimientos y de las cosas y las relaciones del color entre unos y otros, deforman las cosas hasta que no se reconocen o bien prescinden del todo de sus imágenes. Pero también en este caso los distintos experimentos del colorido y el modelado no llevan a los espectadores a otro mundo, a otro espacio y época, a diferentes valores. Esta misión en la historia de la cultura humana le ha tocado en suerte a los iconos. Estos no representan, sino que constituyen propiamente otro mundo. Y lo hacen con medios de representación especiales, encontrados en el transcurso de muchos siglos. 17


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También el color de los iconos desempeña un papel significativo: el de un lenguaje simbólico que debe expresar, no el color de las cosas, sino su luminosidad y la de los rostros humanos, iluminadas por una luz cuya fuente se encuentra fuera de nuestro mundo físico. Los espacios dorados de los iconos encarnan esta luz no terrestre, y el fondo dorado simboliza el espacio que “no es de este mundo”. En los iconos no hay sombras, porque en el reino de Dios todo está lleno de luz. Para poder aproximarse a la comprensión de los iconos es preciso verlos con los ojos del creyente, para el cual Dios es una realidad indudable. Una realidad omnipresente que subyace detrás de todo acontecimiento, un invisible espectador y juez de cuya mirada ya no puede esconderse en ninguna parte. Los cánones y métodos de creación de los iconos se han formado en el transcurso de muchos siglos, incluso antes de que se interesaran por ellos en la antigua Rus (como la conocían sus habitantes). Las tradiciones de la iconografía llegaron a la antigua Rus al mismo tiempo en que se aceptó el cristianismo de Bizancio a finales del siglo X. En el año 730, el emperador bizantino León III prohibió el culto de los iconos. Antes de ser emperador, había trabajado mucho en las provincias orientales del Imperio y se encontraba bajo la influencia de los obispos de Asia Menor, los cuales, influidos a su vez por el Islam, pretendían purificar la religión cristiana de todo elemento material, sensual y no espiritual. Muchos iconos, mosaicos y frescos fueron destruidos. Pero la veneración de los iconos no se detuvo, más bien continuaba aunque sus seguidores eran cruelmente perseguidos 18


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El culto de los iconos fue readmitido de forma temporal en el año 787 en el VII Concilio Ecuménico, y definitivamente en el año 843. Uno de los defensores autorizados de la veneración de los iconos fue uno de los más grandes teólogos y políticos: San Juan Damasceno (750), cuyos argumentos ejercieron influencia en las decisiones del VII Concilio Ecuménico. San Juan Damasceno enseñaba que la prohibición del Antiguo Testamento acerca de hacer imágenes de Dios tenía un carácter temporal: “En la antigüedad, nadie hacía imágenes de Dios. Pero ahora, después de que Dios se ha manifestado en la carne y ha vivido en medio de los hombres, hacemos imágenes del Dios visible. No hago la imagen de la Divinidad invisible: hago la imagen del cuerpo de Dios que he visto...”. Juan Damasceno escribió que Dios había venido para los hombres en su Hijo Jesucristo, que entra en el mundo de los hombres y acepta el cuerpo humano: “porque teníamos necesidad de lo que es semejante a nosotros”. Lo visible no transmite la esencia del Dios inconcebible. Como la Sagrada Escritura es una representación verbal, una imagen de la historia sagrada, también los iconos son representación suya, pero no verbal, sino hecha con los toques del pincel y con los colores. Por eso el icono -imagen- no es una copia de lo que se representa, sino el símbolo con cuya ayuda podemos 19


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alcanzar la comprensión de lo Divino. El icono desempeña el papel de místico mediador entre el mundo terrestre y el celeste. Así se ha delimitado el sentido de la iconografía. El VII Concilio Ecuménico exige a los pintores de iconos, durante el proceso de pintura de la imagen, que sigan estrictamente los cánones de la iconografía, los cuales regulan tanto el carácter como el modo de representación de las escenas religiosas y las personas de los santos. Se explica así el hecho de que los iconos son portadores y conservadores de la tradición eclesial. Por ello, la infracción del canon iconográfico y la deformación de la tradición se consideran herejías.

La lista eclesiástica Cuando entre en una capilla o Iglesia Ortodoxa encontrara una pequeña mesa donde existen pedazos de papel muchas veces impresos o dibujados con la cruz, a esta se le llama la lista eclesiástica, es decir la lista de personas o intenciones para orar. Si usted desea que la lista con los nombres de otras personas, que usted entrega al altar, fuera leída ante Dios atentamente y sin apuro, recuerde estas normas: ! Escribir claro y mejor con letra de imprenta, no anotando más de diez nombres. ! Anotar "por la salud" o "por el reposo." Algunas listas llevan ya el titulo « vivos » o « difuntos ». ! Usar el nombre completo y no sobrenombres o diminutivos. ! Averiguar la transcripción eclesiástica de los nombres usados (por ejem. no Polina, sino Apollinaria). 20


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! Delante de los nombres del clero, escriba el estado eclesiástico. ! Los niños hasta la edad de 7 años se denominan infantes, de 7 a 15 adolescentes. ! No se necesita la indicación de patronímico, apellido, título, profesión, ni el grado de parentesco con el autor de la lista. ! Se aceptan las indicaciones militares, monásticas, si la persona esta en viaje, enferma o en la cárcel, por el contrario, no se debe anotar: desaparecido, sufrido, furioso, estudiante, dolorido, la virgen, viuda, embarazada. Anotar en la lista "por el reposo": "del recién difunto" (durante 40 días después del deceso), "eternamente recordado" (en las fechas de memoria), "asesinado." ! Por los Santos que la Iglesia canonizó, ya no hace falta rezar "por el descanso en paz." Debemos anotar por la salud de los que viven y llevan nombres ortodoxos; y conmemorar a los difuntos únicamente bautizados en la Iglesia Ortodoxa. Unos días antes o durante la liturgia (si se llega temprano) se puede entregar la lista con los nombres: para la "proscomedia" (primera parte de la liturgia en la cual se preparan el pan y el vino, etc.), durante la cual, por cada nombre en la lista se sacan partículas de la "prósfora" (palabra griega, pequeño pan de forma redonda) y se mezcla mas tarde con la Sangre de Cristo pronunciando la oración por el perdón de los pecados del nombrado; o durante la liturgia (favor entregarlas antes de que empiece la liturgia), para el recordatorio en particular y en voz alta en la Gran entrada. Estas listas son leídas por los sacerdotes 21


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o el clero delante del Santo Trono de Cristo. Por el recordatorio durante la letanía, en alta voz, normalmente pronunciadas por el diácono, al terminar la liturgia, estas listas con los nombres, en muchas iglesias, se leen por segunda vez en los oficios de petición. También se puede llenar y entregar las listas de los nombres para el "moleben" (servicio por las almas de los vivos) o "panijida" (responso por los difuntos). Cada Sacerdote y diácono tienen su « díptico » o lista de personas que encomiendan en cada Divina Liturgia que celebren a lo largo de toda su vida, estar incluido en uno de estos dípticos es una gran gracia, pero si deseamos ser parte de esta lista debemos comprometernos a ayudar a ese sacerdote o diacono con nuestras oraciones y nuestras ayudas voluntarias.

Como persignarse correctamente Se debe colocar juntos los tres primeros dedos de la mano derecha, simbolizando la Indivisible Santísima Trinidad. Los otros dos dedos deben ser firmemente apretados a la palma de la mano; esto significa las dos naturalezas de Cristo. Los tres dedos juntos se llevan primero a la frente, para bendecir el raciocinio, después sobre el estómago para bendecir los sentimientos, luego sobre el hombro derecho e inmediatamente sobre el izquierdo, bendiciendo las fuerzas corporales. Bajando 22


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entonces la mano, hacemos una inclinación de cintura debido a que en este preciso momento acabamos de expresar sobre nosotros La Cruz de la Gólgota y ahora nos inclinamos ante Ella. El signo de la Cruz acompaña al creyente en todas partes. Nos persignamos al acostarnos y al levantarnos del sueño, saliendo a la calle y entrando al templo; al sentarnos a la mesa y dando gracias al Señor por la comida, haciendo el signo de la Cruz sobre nosotros mismos y sobre la comida. La Cruz de Cristo bendice todo en torno Suyo y es por esto que Su Imagen sobre el propio cuerpo del creyente es salvadora y benéfica para el alma.

El pan sagrado El pan ocupa en nuestra vida un lugar especial. Es el símbolo de toda clase de alimento y de todo el esfuerzo necesario para conseguirlo. Dios dijo a Adán: "Con el sudor de tu rostro comerás tu pan" (Génesis, 3:19). El pan es también un símbolo religioso: Nuestro Señor Jesucristo se llamaba a Sí Mismo "El pan de la vida" (Juan, 6:35) diciendo que "quien coma de este pan, vivirá eternamente" (Juan, 6:51). El hizo digno al pan, que es tan cercano en su composición al cuerpo humano, al ser transformable en Su Cuerpo durante el sacramento de la Eucaristía: Jesús tomó el pan y al bendecirlo, lo partió, y repartiéndolo entre los discípulos dijo: tomen y coman, 23


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este es Mi Cuerpo (Mt. 26:26). El pan, consistente de muchas semillas, personifica a la Iglesia Única en la multitud de sus elementos. Aparte del Pan Eucarístico, la Iglesia Ortodoxa considera varias formas del pan bendito. Prósfora, (en griego “dádiva, oferta”) es el pan de trigo blanco, hecho con levadura, agregando el agua bendita. La denominación proviene de la antigua usanza de los primeros cristianos de traer el pan de casa para efectuar la Eucaristía. Actualmente las prósforas se preparan en las panaderías diocesanas. La prósfora se compone de dos partes, significando las dos naturalezas de Cristo. Sobre la parte superior se sella la imagen de la Cruz; (en algunas prósforas preparadas en monasterios, se sella sobre la parte superior la imagen de la La «Theotokos» Madre de Dios o de los Santos.) Durante la Divina Liturgia se recorta de una prósfora (llamada el Cordero) de un modo especial una parte rectangular, que luego será transformada en Cuerpo de Cristo. De otras prósforas, menores de tamaño, se extraen partículas en memoria de los miembros de la Iglesia Celestial y Terrestre. Estas al finalizar la liturgia se colocan en la Sangre de Cristo. Las prósforas de menor tamaño pertenecen a los que habían presentado las listas recordatorias al altar. Las partes cortadas de la prósfora que no son parte del 24


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Cordero, y que no serán consagrada sino bendecidas se denominan "antidorón" (griego “en lugar de la dádiva"). Según lo acostumbrado, las consumen todos los fieles incluso la gente que no comulgó de los Santos Dones como medio de recibir bendiciones de Dios. Artos (en griego “pan de levadura"), es un pan que se bendice en la noche Pascual. Durante toda la semana de la Pascua ("semana luminosa") el artos símbolo de la Resurrección de Cristo, se encuentra sobre el "facistol" frente a Puerta Real del altar y se extrae todos los días para la procesión Pascual. El Sábado "claro" con una oración especial lo desmenuzan y reparten entre los feligreses. La gente devota de la iglesia apropió al artos y al agua bendita la calidad de relativo sustituto de los Santos Dones p a r a l o s moribundos impedidos de comulgar. Las prósforas, el artos y el antidoron deben ser consumidos en ayunas y con oración. El pan bendito debe conservarse en un recipiente limpio y aparte de otros productos comestibles. Según la tradición, el artos se desmenuza y se toma durante todo el año, de Pascua a Pascua. Otro tipo de pan bendito es aquel que se reparte entre los 25


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feligreses durante las vigilias nocturnas en vísperas de grandes fiestas. En la antigüedad los oficios religiosos duraban mucho y los cristianos ingerían pan para reforzarse. Ahora, aunque la duración de los oficios se redujo, esto quedó como una tradición.

Agiasma Agiasma en griego significa "cosa sagrada." Así llamamos al agua, bendecida según la ceremonia especial. La bendición del agua puede ser menor y grande; la menor se practica durante el año varias veces, la grande sólo en la fiesta de Teofanía (fiesta del Bautismo de Cristo). El agua de Teofanía posee una fuerza muy positiva y especial, y esto lo sabe o siente la gente. En esta fiesta los templos se llenan de los feligreses y hasta existe un tipo especial de feligreses que no conocen correctamente la Ortodoxia que va a la iglesia sólo una vez por año, "por el agüita." ¿Y por qué buscan esa agua? Porque el agua se consagró con la fuerza, y con la acción, y con la llegada del Espíritu Santo. Para que se haga el don de bendición, de liberación de los pecados, de curación del alma y del cuerpo y que esta agua reciba la misma bendición del río Jordán. Esta agua espantará todas las tentaciones de los enemigos visibles e invisibles. Porque nos llevará a la vida eterna. Para que también nosotros, tomando el agua, seamos partícipes de la bendición y revelación del Espíritu Santo. Grande es la oración, grande también es lo que se consagra. El bautismo 26


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de Jesucristo consagró la misma esencia del agua. El agua bendita debe ser tomada en ayunas, por la mañana, pero en el caso de una especial necesidad de la ayuda divina, se puede tomar a cualquier hora del día o de la noche. Se debe conservar en un lugar separado, mejor ante los iconos de la casa, mas nunca en la refrigeradora. Observando un trato digno y respetuoso, el agua bendita queda fresca y de gusto agradable durante mucho tiempo. Se puede retocarse con ella, agregarla en pocas cantidades a la comida, esparcirla en la habitación. Personas que se encuentran bajo penitencia y no pueden recibir la santa Eucaristía, toman agua bendita como consolación espiritual.

Oficios de Petición (Eucologio) Son muy diversas las situaciones cuando necesitamos la ayuda de Dios. A sabiendas de cuanto apoyo celestial implora el hombre, la Iglesia Ortodoxa compuso una serie de oficios sobre los que gozan de la vida, sobre los difuntos, sobre bendición de las cosas y de alimentos. Estos oficios se denominan "oficios de petición" ya que se hacen por solicitud de los feligreses. Una oración ferviente, especialmente por los vivos, se denomina Moleben. El moleben consiste de comunes y particulares (o por encargo). Estos últimos se celebran por el sacerdote según los soliciten y los comunes, todos los días después de la 27


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liturgia. El oficio del trisagio fúnebre por los difuntos. Estos oficios se celebran solamente por personas bautizadas. La Iglesia bendice mediante sus oficios todo el complejo de la vida del hombre, inclusive los objetos que usamos y los alimentos que ingerimos. La bendición de los alimentos se practica en los días especiales; por ejemplo, en vísperas de Pascua de Resurrección bendicen los huevos y los "kulichi" (especie de pan dulce, parecido a "panetones"), y en la fiesta de Transfiguración de Jesucristo, las manzanas y otras frutas. Existe Oficio de bendición de la casa, del automóvil. Sobre estos oficios por petición, se debe convenir personalmente con el sacerdote, para que él escoja la hora conveniente.

Moleben (rogativa) En los templos ortodoxos todos los días, al terminar la misa de la mañana, los sacerdotes ofician servicios por petición. Uno de los más frecuentes es el Moleben o canto del Moleben. ¿Qué es el Moleben? Es un breve oficio de fervientes oraciones sobre diversas necesidades cotidianas. Durante la liturgia muchas veces no prestamos atención al contenido de nuestras súplicas diarias por causa de la sustancia profundamente mística de la Liturgia Divina. Entonces surge la necesidad de orar por las necesidades mundanas, como nos enseñaba el Beato Ambrosio de Optina "breve pero fogoso," y esto se realiza en el 28


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Moleben. Si estamos enfermos, si emprendemos un asunto importante, si nos preparamos para un viaje, si es el día del santo, antes del comienzo del año escolar, o si deseamos agradecer a Dios por algo en particular, para todos estos pedidos existen oraciones especiales del Moleben. Aparte de estas rogativas particulares, hay cantos comunes en el Moleben para todo el pueblo. La iglesia tiene una gran cantidad de tales: para bendición del agua y del año nuevo, en tiempo malo y sequía, por los presos del mal espíritu y del alcohol, los oficios solemnes el primer domingo de Gran Ayuno (Gloria de Ortodoxia) y Navidad. En el Moleben nos dirigimos a Señor Jesucristo, a Su Madre Purísima, a los Santos. El Moleben con cantos de agradecimiento se dirigen a Dios. Al encargar un Moleben, entregamos una lista con los nombres para rezar por ellos durante el oficio. Hay casos en que la persona, al encargar el Moleben, no espera su actuación, se aleja del templo y sólo deja la lista. El Señor recibe cualquier sacrificio, pero por seguro que es más adecuado rezar junto con el sacerdote en vez de dejarlo rezar solo. A veces al Moleben se le agregan los akathistos y cánones. Los sacerdotes frecuentemente, al terminar el oficio por petición, proceden a untar a los feligreses con aceite bendito y rociarlos con agua bendita. Según nuestra fe, El Señor nos envía Su ayuda muy pronto después del Moleben. De modo que no es necesario malversar este servicio sagrado encargándolo varias veces 29


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por la misma petición. Excepción: Moleben por un enfermo, o por una promesa.

Hermano, Padre, Monseñor La persona que por primera vez traspasa el umbral de un templo, mayormente se siente inhibida por no saber como dirigirse a los demás. Los cristianos constituimos una sola familia, todos somos parientes de todos, los parientes entre sí no requieren las formalidades. "Hermano," "hermana" la mejor forma de dirigirse entre los feligreses. Todos somos hijos del Dios único, descendientes de Adán y Eva. "Padre", así se les dice a los sacerdotes como a los celebrantes de sacramentos, a través de los cuales nacen las personas a la vida espiritual. Comúnmente, a la palabra Padre se le agrega el nombre, por ejemplo “Padre Alexis”. A un diácono lo mismo. No es recomendable dirigirse al sacerdote como "Santo Padre"; la santidad de la persona se percibe después de su muerte, (exceptuando si nos dirigimos a un patriarca) al sacerdote o al Diacono se le dice Padre N.N. diciendo su nombre y no su apellido. A los obispos, se les dice « su Excelencia » y a los Arzobispos, Metropolitanos se les debe llamar "su Eminencia" como revestidos del poder eclesiástico. Hay veces que se debe dirigir la persona en una carta a un servidor de la Iglesia. A los sacerdotes se les escribe “Reverendo”, o “Muy Reverendo”. Al obispo “Vuestra Excelencia”, al Arzobispo o Metropolitano “Su 30


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Eminencia”. “Monseñor” se les puede decir a los que tienen un cargo en la Iglesia, y únicamente al Patriarca “Su Santidad”. Los miembros de las sectas que no tienen sacerdotes, reprochan a los ortodoxos la infracción de las palabras de Cristo: "Y vuestro padre no llaméis a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el cual está en los cielos" (Mt. 23:9). Pero está claro que "no llaméis" es "no deis culto como si fuera Dios" de otro modo las palabras del Señor resultan sin sentido. Aún en el siglo I el Evangelista Juan el Teólogo, en sus Epístolas de Concilios se dirigía a los cristianos llamándolos como "hijos." Evidente que de una forma correspondiente era la respuesta. No se trata de la palabra sino de su concepción íntima. De ello escribe muy bien el diácono Andrés Kuráev: "Hasta el más convencido bautista llama a su progenitor padre y no protesta cuando su niño le dice papá." Aquí, como en relación con los iconos: inclinarse y servir sólo se puede a un Dios. Pero se puede y se debe respetar a los que nos regalaron la vida.

Bendígame, Padre Una escena familiar de nuestros días el sacerdote, parado sobre el ambón, exclama : "La bendición divina sobre vosotros" y bendice con la señal de la Cruz a los feligreses. 31


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La bendición tiene varios significados. El primero es el saludo. Un sacerdote puede estrechar la mano a otro sacerdote del mismo rango, mientras que todos los demás, inclusive los diáconos, solicitan su bendición. Para esto se colocan las palmas de las manos abiertas, la derecha sobre la izquierda, como para recoger y besar la mano del sacerdote que imparte la bendición, en son de reverencia al rango sacerdotal. Y nada más. La colocación de las manos en la posición indicada no tiene ningún significado secreto, es solo un gesto humilde dirigido a Dios que recibe respuesta por medio del sacerdote. Se puede pedir la bendición al sacerdote no sólo dentro del templo sino también en la calle y también si él esta vestido de civil. Sin embargo, al encontrar en la calle a un sacerdote vestido de civil que no le conoce a uno, sería más aconsejable no pedirle la bendición para que las personas que no saben no se confundan. Es raro que un sacerdote ortodoxo no este vestido de sacerdote. Así mismo, cuando una persona se despide de un grupo de sacerdotes y se desea la bendición de todos ellos, se acerca primero al de mayor rango. He aquí pues el segundo significado de la bendición sacerdotal: es el permiso, la autorización. Al iniciar cualquier tarea de responsabilidad, al emprender un viaje, al encontrarse en momentos difíciles, podemos pedirle al sacerdote su consejo, la bendición y besarle la mano. Finalmente, también se bendice durante el oficio en el templo. Con las exclamaciones: "Paz a todos," "La bendición de Dios" "La gracia de nuestro Señor," el sacerdote bendice a los feligreses con la cruz, y en respuesta, humildemente se debe inclinar la cabeza, sin colocar juntas las manos ya que es imposible alcanzar hasta 32


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el sacerdote para besarle la mano. Cuando el sacerdote nos acerca los objetos sagrados con la intención de bendecirnos: Cruz, Evangelio, Cáliz, Icono, se debe persignar y si es posible besarlos reverentemente. No se debe pedir la bendición en un momento inadecuado: cuando el sacerdote comulga, inciensa el templo, o está ungiendo con óleo. Pero se puede tomar la bendición al concluir la confesión, al terminar liturgia, al besar la Cruz. No es conveniente pedir la bendición varias veces el mismo día, pero las palabras "Bendígame, Padre" deben sonar siempre alegre y solemnemente y nunca convertirse en un estribillo repetitivo.

La jerarquía eclesiástica Cada región (diócesis) tiene su Obispo o Arzobispo. Obispado es el grado máximo de sacerdocio y la denominación común para todos los del clero que se encuentran en esta dignidad: Metropolitano, Arzobispo, obispo. Un grado más abajo están los sacerdotes (presbíteros). Estos encabezan la vida eclesiástica en los monasterios y las parroquias urbanas y rurales. Los sacerdotes son llamados “hieromonjes” si son célibes 33


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y "protopresbíteros" si son casados. El sacerdote principal en la parroquia se denomina párroco. El grado menor del sacerdocio es el diácono. Los diáconos ayudan a los obispos y sacerdotes en los oficios sacramentales, pero no los ofician por ellos mismos sin el permiso de su superior. Los diáconos mayores se denominan protodiáconos. A los monjes (ermitaños) se los denomina en la Ortodoxia clero "negro," por su voto de celibato y en diferencia con el clero "blanco," casado. Hay tres grados del estado monástico: 1 - sotana (ryasofor), 2 - mantia (sjima menor) y 3-sjima (sjima mayor). El grado menor, sotana, significa "portador de sotana reasa" es una vestimenta de monjes diaria, larga casi hasta el piso, con mangas muy anchas. Sjima menor y la máxima son los grados superiores. Se distinguen por votos más rígidos. La vida monástica en la Iglesia Ortodoxa no ha cambiado desde el siglo IV, y usa las mismas normas y sistema de vida que los primeros monjes. No existen varias formas de hábitos o diferentes reglas, o formas de servicio, todos son siervos de Dios consagrados y aunque alguno puede ser el « Hegumen » o Superior de un Monasterio, entre 34


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todos hay una igualdad y hermandad muy especial. Todo los obispos son monjes. Sus denominaciones, proviniendo del griego, significan: Patriarca "el padre de las gentes," Metropolitano "hombre principal del pueblo," (patriarcas y metropolitanos encabezan a todas las organizaciones eclesiásticas en los países ortodoxos), obispo “guardián”, arzobispo “pastor mayor” (obispos, arzobispos y menos frecuente los metropolitanos son representantes de las regiones administrativas eclesiásticas diócesis. Sacerdotes-monjes se denominan: Hieromonje, Hegumen (abad) y Archimandrita ("jefe de las cuevas") normalmente es el párroco de un monasterio grande, de una Laura o pequeña ciudad de monjes. Algunos monjes logran este título por servicios especiales a la Iglesia, en este caso en es un titulo honorífico. Hegumen (el guía) -es el padre espiritual de un monasterio, skita o iglesia parroquial-. Los monjes-sacerdotes, que han recibido "schema," se denominan hieroschemonje, schegumen, Schearchimandrita. Los monjes en el rango de diácono son hierodiaconos, los mayores archidiaconos. La vida Monástica Ortodoxa se ha mantenido sin mayor cambio desde los 35


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primeros monjes cristianos, las diversas maneras de consagración en el servicio monástico no son un rango de superioridad sino de servicio y vocación. Todos son igualmente monjes y todos dedican su vida al servicio de Dios.

Incensario aromático Comienza la vigilia nocturna. El coro canta solemne y pausadamente el salmo 103 que habla de la creación del mundo. Y el sacerdote camina al mismo tiempo por el templo con el incensario. El aroma del incienso llena el espacio. El incensario, al igual que el candelabro de 7 velas, son objetos indispensables en el oficio religioso ortodoxo (Lev. 16:12). Desde los tiempos de los apóstoles durante la oración se realiza el incensamiento. En el incensario metálico sobre el carbón encendido se coloca el incienso (alquitrán aromático de árboles orientales). Al consumirse el incienso produce un humo aromático. La incineración de víctimas ante Dios se estableció en los tiempos de la edad antigua. Es suficiente recordar la víctima del justo Abel. El mismo Señor, en el Antiguo Testamento, ordenó a Moisés construir en el Tabernáculo un altar de los holocaustos especial para quemar en él sustancias aromáticas. Los Reyes Magos, que han venido a inclinarse ante Cristo, han traído al Niño Dios entre otros regalos, también el incienso. El Evangelista Juan el Teólogo, en la Revelación, ha visto en el Templo Celestial al Ángel recibiendo el incensario de oro (Apocalipsis 8:35). El humo del incienso, que se esparce por el templo durante el oficio, simboliza las oraciones de los feligreses, que 36


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ascienden a Dios y, a la vez, la gracia del Espíritu Santo que místicamente las bendice. Antes de iniciar la incensación, el sacerdote pronuncia la oración: "El incensario a Ti llevamos…" Por medio de esta oración es evidente que el humo visible del incensario significa la presencia invisible de la gracia del Señor, que santifica a los feligreses. La incensación durante el oficio religioso puede ser completa (abarcando todo el templo), o en forma breve (altar, el iconostasio y a las personas presentes en frente del ambón). La incensación de los objetos sagrados (los iconos, el templo) se destina a Dios, consagrándole el honor y la alabanza debidos. Cuando el incensario se dirige a las personas, es confirmación de que el Espíritu Santo desciende sobre todos los fieles como portadores de la Imagen Divina. En respuesta a la incensación, la tradición indica que se debe inclinar la cabeza. Algunos fieles hacen una incensación durante la oración doméstica en su casa. Lo mejor es pedir la bendición de su confesor, para realizarlo con la venia de la Iglesia.

El Bautismo Es un Sacramento por el que a una persona que cree, se la sumerge tres veces en agua en el nombre de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, muriendo a la vida carnal de pecado, 37


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y naciendo nuevamente del Espíritu Santo a una vida espiritual y santa: "El que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios" (Juan 3:5). Primero, "Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en Aquél que vendría después de él, esto es, en Jesús el Cristo" (Hechos 19: 4). Luego, Jesucristo por su propio ejemplo santificó el bautismo, cuando lo recibió de Juan. Finalmente, después de su Resurrección, dio a los Apóstoles este solemne mandamiento : " I d y enseñad a todos los pueblos, bautizándolo s en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo" (Mat. 28: 19). La triple inmersión en agua, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. ¿Qué se requiere de quien desea ser bautizado? Arrepentimiento y fe. Por esta causa, también antes del Bautismo se recita el Símbolo de la fe: "Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo, para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo" (Hechos 2: 38); "El que creyere y fuere bautizado, será salvo" (Marcos 16: 16). Los hijos de padres Ortodoxos son bautizados siendo bebés. Son desvestidos y sumergidos, totalmente desnudos, tres veces dentro de la pila bautismal. Después 38


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del Bautismo, se les viste con una blanca vestimenta Bautismal. A los adultos, que son bautizados, se les recomienda una vestimenta blanca. ¿Por qué son, entonces, bautizados los niños? Por la fe de sus padres y padrinos, que están obligados a enseñarles la fe, tan pronto como estén en edad de aprender. En los tiempos del Antiguo Testamento los niños eran circuncidados al octavo día de su nacimiento; pero el Bautismo tomó el lugar de la circuncisión en el Nuevo Testamento y por lo tanto, los niños deben ser bautizados. De las siguientes palabras del Apóstol San Pablo a los creyentes: "Fuisteis c i rc u n c i d a d o s c o n circuncisión no hecha por mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en l a c i rc u n c i s i ó n d e Cristo, sepultados con El en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con El, perdonándoos todos los pecados" (Colos. 2: 11-12). Se hace en el bautismo un exorcismo, para alejar al diablo, que desde la caída de Adán tiene acceso al hombre y ejerce poder sobre él, lo cautiva y esclaviza. El Apóstol San Pablo dice que todos los hombres sin gracia "andan de acuerdo con la maldición de este mundo, de acuerdo con el príncipe

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de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de la adversidad" (Efes. 2: 2). En el nombre de Jesucristo invocado con oración y con fe, Jesucristo dio a los creyentes esta promesa: "En mi nombre expulsarán demonios" (Marc. 16: 17). La ropa blanca significa la pureza del alma y de la vida cristiana. El Bautismo no puede ser repetido. El Bautismo es un nacimiento espiritual: el hombre nace sólo una vez, por eso es bautizado sólo una vez. Inmediatamente después del Bautismo, en la misma ceremonia, utilizando un aceite especial llamado CRISMA, la persona es ungida como rey, sacerdote y profeta del Reino de Dios. El sacerdote le unge los ojos, los orificios nasales, la boca, los oídos (todos los sentidos), el corazón, las manos y los pies con las palabras: “El Sello del Espíritu Santo”. Así, la persona entera, cuerpo y alma, se consagra a Dios y se llena con Su Espíritu.

La Santa Crismación La Santa Crismación nos concede el don del Espíritu Santo. Desde los primeros días de la Iglesia este Sacramento era celebrado justamente después del bautismo. El escritor Eclesiástico de la Iglesia, 40


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Tertuliano (siglo II) dice: "Después del bautismo de Salvación, recibimos inmediatamente el Santo Crisma, conforme a las antiguas costumbres", no obstante en el Occidente, después del Cisma separaron al bautismo de la Confirmación y dan la Confirmación a los niños bautizados solamente hasta la edad de 7 a 10 años, de esta manera, privan al niño de los demás dones del Espíritu Santo durante su infancia y por lo tanto también de la Santa Comunión. En los tiempos exactamente después de su bautismo y confirmación por eso la Iglesia Ortodoxa continua con las Antiguas Tradiciones, dando la Santa Comunión a los bebes bautizados, recordando las palabras del Señor: " Permitan que los niños vengan a mí y no se les prohíba". (Lucas 18:15-16). Los Apóstoles, para impartir al bautizado los dones del Espíritu Santo, usaron la imposición de las manos (Hechos 8: 14-16). Los sucesores de los Apóstoles, sin embargo, además de esto introdujeron la Unción con Myro, tomándola aparentemente del precedente de la unción usada en el Antiguo Testamento (Éxodo 30: 25; I Reyes 1: 39; Dion. Areop. de Jer. Ecles. cap. 4). Se debe indicar que el Santo Myro (óleo o crisma) para la Crismación es consagrado únicamente por las más altas autoridades eclesiásticas, como sucesores de los Apóstoles, que usaban la imposición de sus propias manos para comunicar los dones del Espíritu Santo. Se unge la frente del fiel como la santificación de la mente, de los pensamientos. La unción del pecho, como la santificación del corazón o deseos. La unción de los ojos, orejas y labios, como la santificación de los sentidos. Las manos y los pies, como la santificación de las obras y de todo comportamiento del cristiano. En la imagen vemos los pequeños crismeros o objetos que contienen el santo óleo. 41


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Como prepararse para la Santa Comunión Para el sacramento de la Santa Eucaristía se debe preparar por medio de la oración, el ayuno, el buen comportamiento y ánimo cristiano sumiso y también por medio de la confesión. Las oraciones en la casa y en la Iglesia. La persona que ordinariamente comulga cada domingo, se preparara con anticipación, orando con más fervor, leyendo la Escritura Sagrada, yendo al Templo. En vísperas de la Comunión, ir al templo para las vísperas o la vigilia nocturna. Antes de comulgar se debe leer las oraciones especiales para la Santa Comunión. El ayuno. Desde la media noche anterior a la Divina Liturgia donde se comulgará, no se toma alimento alguno, se procura prepararse en oración y silencio. Para las celebraciones de los Presantificados entre semana de la Cuaresma, se ayuna después del medio día, para comulgar después de la Vísperas. A la Santa Comunión se debe llegar en ayunas. La abstención de la comida y bebida antes de la Santa Comunión debe enseñarse también a los niños. La Confesión. 42


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El que desea comulgar, debe en vísperas, antes o después de la vigilia nocturna, confesar sinceramente sus pecados al sacerdote, con el corazón abierto y sin esconder ningún pecado. Antes de la confesión se debe hacer las paces con sus ofensores y con aquellos a quienes ha ofendido uno mismo, pidiéndoles a todos el perdón. En la confesión es mejor no esperar las preguntas del sacerdote sino exponerle todo lo que se acumuló en el alma, sin justificarse ni culpar a otros. En ningún caso debe culpar a nadie, ni mencionar los pecados ajenos. Si no es posible confesarse en la tarde con calma, hay que hacerlo antes de la Divina Liturgia. Si hay un sacerdote celebrando y otro concelebrando puede ser que acceda en caso de mucha necesidad a confesar mientras se realiza la ceremonia, puede acercarse al iconostario y por una de las puertas laterales pedir a uno a los acólitos que pregunten al sacerdote. La confesión es un sacramento que concede la Gracia de Dios por si mismo, por ello no es obligatorio comulgar después de confesarse, pero para que el gozo espiritual sea pleno el recibir a Cristo en el Sacramento de la eucaristía es aconsejable. Explicamos más en el sacramento de la Confesión. ¿Cuantas veces anuales comulgar? "De cierto, de cierto os digo: Si no comiereis la carne del Hijo del hombre, y bebiereis su sangre, no tendréis vida en vosotros" (Juan, 6:53). 43


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La Iglesia no tiene una respuesta definida a esta pregunta. Los cristianos de los primeros siglos comulgaban todos los domingos. Con el tiempo cambiaron las normas con respecto a la devoción cristiana y no siempre para mejor. En el siglo XIX muchos cristianos rusos comulgaban solo durante la Cuaresma. Actualmente la frecuencia ha crecido, lo que es muy bueno. Para aquella persona que conoce el Evangelio, no hace falta explicar cuán grande es la Santidad del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, debido a qué, no se puede heredar la vida eterna sin la Eucaristía (de esto habló el Señor en Su conversación con los judíos; ver Juan, cap.6). Los fieles saben que al Cáliz sólo se puede acercar después de cierta preparación, tratando de purificar el alma de los pecados y las pasiones. "Nadie de los que se han sometido a las lujurias y pasiones del cuerpo es digno de acercarse o de servir a Ti, Rey de Gloria " se dice en la oración mística de la Liturgia de Juan el Crisóstomo. La Iglesia deja la solución del asunto, en cuanto a la frecuencia en que se debe comulgar, en las manos del sacerdote o del confesor. Precisamente con el padre confesor espiritual se debe aclarar con qué frecuencia comulgar, cuanto tiempo y con qué rigidez prepararse antes de ello. Hoy en día está ampliamente difundida en toda la

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Iglesia Ortodoxa de animar a los fieles a comulgar la mayor cantidad de veces posible, para que sus almas se conserven en la Gracia de Dios. A las personas que desean llevar su vida eclesiásticamente, los sacerdotes recomiendan comulgar todos los domingos y una o dos veces por semana. A veces el sacerdote bendice permitiendo así una

frecuencia mayor aún. Los monjes comulgan de ser posible varias veces por semana. Para comulgar correctamente : He aquí algunas normas para el momento de comulgar: !

Delante del Cáliz se debe postrarse; si hay mucha gente, hacerlo previamente aparte. Hay fieles que en una capilla pequeña pueden tomar la comunión de rodillas, la mayoría hacen una venia ante el Santo Cáliz.

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Cuando se abren las Puertas Reales, se debe persignarse y algunos acostumbran a colocar las manos sobre el pecho en la forma de cruz, la derecha sobre la izquierda; así comulgar y no cambiar la posición de las manos mientras se retira del Cáliz.

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Primero comulgan los que atienden en el altar, luego los monjes, los niños y solamente después los demás. Se debe dejar paso a las personas y evitar los 45


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empujones. !

Las mujeres para la comunión deben limpiarse de la pintura labial.

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Al acercarse al Cáliz, decir claramente su nombre, recibir los Santos Dones, masticarlos si es necesario y tragar inmediatamente, algunos acostumbran con cuidado besar la parte inferior del Cáliz como el costado de Cristo de donde brotó Sangre y agua. Por favor recuerde no chupar la cucharilla de comunión ni tocarla con su lengua, solo recline hacia atrás su cabeza, abra la boca y deje que el sacerdote deposite el Cuerpo y Sangre del Señor.

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No se puede tocar el Cáliz con la mano, ni besar la mano al sacerdote.

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¡Está prohibido persignarse delante del Cáliz! Elevando la mano para hacer el signo de la Cruz, uno puede casualmente tropezar con la mano del sacerdote y causar que se rieguen los Santos Dones.

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Retirándose ir hacia la mesita con bandeja, que se encuentre a un lado se debe tomar el antidoron (el pan bendito no consagrado) y beber el vino mezclado con agua caliente.

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No se permite comulgar dos veces el mismo día. 46


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Al volver a casa, antes que nada, se debe leer las oraciones de agradecimiento por la Santa Comunión; si estas oraciones se leen en la iglesia, se las puede escuchar ahí.

La confesión ¿Qué hacer cuando la conciencia tortura a la persona? ¿Que hacer, cuando el alma se llena de angustia? La Iglesia Ortodoxa aconseja confesarse. La confesión es la denuncia del pecado, es la decisión de no repetirlo más. Nosotros pecamos contra Dios, contra el prójimo, contra nosotros mismos. Pecamos con los hechos, con palabras, hasta con los pensamientos. Pecamos por inducción del diablo, por influencia del mundo circundante, por propia mala voluntad. "No hay hombre que viva sobre la tierra y no peque". Pero tampoco hay un pecado que no sea perdonado por Dios por medio de la confesión. Para la salvación de los pecadores Dios se hizo hombre, ha sido crucificado y resucitó de los muertos. Los Santos Padres comparan la misericordia de Dios con el mar que apaga la más fuerte llama de iniquidades de los humanos. En los templos ortodoxos la confesión se permite todos los días. En forma visible la recibe el sacerdote, en la forma invisible el mismo Señor Jesús, que ha dado a los pastores 47


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de la Iglesia el poder de perdonar los pecados. "Señor y Dios nuestro Jesucristo, por la gracia y generosidad de Su amor al hombre, que te perdone, (nombre del feligrés), todos tus pecados, y yo, indigno sacerdote, por Su poder a mi concedido, te perdono y te libero de todos tus pecados…" esta es la oración del sacerdote. En la confesión no hay que justificarse, quejarse de las condiciones cotidianas, enmascarar los pecados con frases nubladas como "he pecado contra el sexto mandamiento," o contar sobre temas ajenos. Hay que explicar sin sentimiento de vergüenza, (vergonzoso es el pecar, ¡no el confesar!), todo en lo que nos reprocha nuestra conciencia y las palabras del evangelio. En ningún caso se puede esconder, callar nada: el pecado se puede esconder al sacerdote, más no a Dios Omnisapiente. La Iglesia califica como pecados graves: homicidio, aborto, golpiza, infidelidad conyugal, fornicar y desviaciones sexuales, robo, blasfemia, odio al prójimo que llega a la maldición, hechicería y predicción, curanderos y astrólogos, alcoholismo, fumar drogas, narcóticos. Mas también los pecados menos graves dañan al hombre, constituyen una barrera en el camino al Reino Celestial. Las "inocentes" mentiras, groserías, maldición pueden igualmente alejar de Dios. Si en la confesión de algún pecado estamos decididos a continuar cometiéndolo y no tenemos al menos el deseo de apartarnos del mal, la confesión no tiene razón de ser. En ciertos casos el sacerdote puede indicar a quien se confiesa 48


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una penitencia en cierta forma una cura espiritual dirigida hacia la extirpación del pecado. Pueden ser inclinaciones, lectura del Canon de la Liturgia o akáthistos, un ayuno severo, peregrinación a un lugar Santo, dependiendo de las fuerzas y posibilidades de aquel que se confiesa. La penitencia debe cumplirse y sólo el sacerdote que la impuso, puede quitar la sanción. El hombre es responsable por sus pecados desde los siete años de su edad. El que se bautizó en una edad madura, no tiene la necesidad confesar lo referente a su vida previa al Bautismo, aunque se le recomienda una conversación con un padre espiritual que le de luz sobre como reencaminar su vida.

El Matrimonio “El matrimonio es un sacramento por medio del cual, delante del sacerdote y de la Iglesia, libremente los novios se prometen la fidelidad matrimonial, se bendice la unión matrimonial a la imagen de la unión espiritual de Cristo con la Iglesia y se solicita para ellos la gracia de pura unanimidad en el nacimiento bendito y la educación cristiana de los niños" ("Catecismo Ortodoxo" de Metropolitano Filaret). La ceremonia del Matrimonio apareció tardíamente en la vida de la Iglesia. Fue introducido en Constantinopla hasta el Siglo Noveno. Antes de eso, una pareja que deseaba casarse, simplemente, recibía la Comunión juntos. Actualmente, hay una ceremonia elaborada, que es considerada una de las mas bellas de todo el cristianismo en la Iglesia Ortodoxa, en la cual la novia viste de blanco y usa 49


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un velo como una novia inglesa. Los impedimentos eclesiásticos-canónicos del matrimonio Las condiciones de la celebración de matrimonio establecidas por la legislación civil y por los cánones eclesiásticos presentan considerables diferencias por lo que no toda unión matrimonial civil puede ser bendecida en el sacramento de matrimonio. La Iglesia no permite el cuarto y el quinto matrimonio, tampoco permite el matrimonio entre parientes cercanos. La Iglesia no bendice el matrimonio si uno o los dos novios se declaran ateos y sólo vienen al templo por instancias de los parientes. La Iglesia no bendice el matrimonio de los no bautizados y tampoco de los que ya se encuentran casados con otra persona en la Iglesia Ortodoxa. En el caso de los parientes, la prohibición eclesiástica se expande al cuarto grado de parentesco (o sea, entre primos segundos o hijos de padres-primos). La antigua tradición prohíbe matrimonio entre padrinos y ahijados. No pueden casarse por iglesia los que han hecho votos monásticos o recibieron ordenación de clérigo. En nuestros días la Iglesia no investiga la mayoría de edad, salud psíquica y física, la libre decisión para celebración del matrimonio de los novios, por la razón de que el matrimonio civil tiene estos rasgos como requisito indispensable. Claro, se puede ocultar tal o cual detalle a la dependencia oficial, pero es imposible engañar a Dios y por eso el impedimento principal del matrimonio debe de ser la propia conciencia de los contrayentes. La falta de la bendición paternal para las nupcias es un hecho indudablemente muy triste, pero dada la mayoría de edad de los novios, aquello no puede impedir el 50


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matrimonio. A propósito, con frecuencia padres-ateos se oponen a la celebración del matrimonio eclesiástico y en tal caso la falta de la bendición de los padres puede ser subsanada por la bendición del sacerdote o, mejor todavía, por la del confesor espiritual de por lo menos uno de los novios. El matrimonio no se oficia: !

Durante todos los cuatro ayunos de varios días, (15 noviembre a 25 diciembre/ la Gran Cuaresma/ 1-15 de agosto/ dos semanas antes de la fiesta de San Pedro y San Pablo, 29 de junio)

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Durante la semana antes de la gran Cuaresma cuando se comen los productos lácteos.

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En la Semana de Pascua de Resurrección,

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En vísperas de las Principales fiestas del año Litúrgico (de las doce),

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Los miércoles y viernes todo el año hasta que se oculte el sol. Las vísperas del Sábado después que se oculta el sol.

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Los días de la Decapitación del profeta, precursor y Bautista Juan 29 de agosto y por la Exaltación de la Santa Cruz del Señor 14 de septiembre.

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En condiciones extraordinarias el obispo 51


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dirigente puede hacer excepción de estas normas. Consejos a los contrayentes. En los primeros siglos del cristianismo las nupcias se oficiaban inmediatamente después de la Santa Liturgia. Ahora no es así, pero la Comunión de ambos contrayentes ante el comienzo de la vida matrimonial es extremadamente importante. Por ello los novios deben llegar al templo en el día de la boda para el inicio de la Misa, en ayunas, y no tomar nada por lo menos desde las 12 de la noche si es en la mañana y no comer nada después de medio día si es en la tarde-noche. Además, si ya tienen lugar las relaciones maritales (porque están casados por lo civil), pues abstenerse en esta ocasión. En el templo, los novios que han hecho previamente la confesión, oran durante la Liturgia y comulgan reciben los Santos Dones. La presencia de los amigos y los parientes de los contrayentes en la Liturgia es desde luego deseable, pero deben llegar a más tardar para el comienzo del matrimonio. Tomar fotos y sacar película se permite, pero es mejor siempre preguntar al sacerdote. Los anillos de matrimonio se deben entregar al sacerdote previamente para bendición 52


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sobre la Mesa del Altar. Hay que traer un trozo de tela blanca o un paño para colocarse los novios encima. La novia debe sin falta tener cubierta la cabeza, el velo de novia es suficiente. Según la tradición, la pareja tiene a los testigos que organizan la fiesta, en el templo son parte de la ceremonia sosteniendo las coronas sobre las cabezas de los novios. Las coronas simbolizan el hecho de que el hogar Ortodoxo es una colonia del Reino de Cristo. Son coronas de felicidad, pero, también, son coronas de martirio, recordando a la pareja, los sacrificios que cada uno debe hacer en la vida marital. Después de dos lecturas Bíblicas, la pareja bebe de una copa común, significando la vida común que harán juntos y el sacerdote los conduce tres veces en una procesión alrededor de la mesa. El seguimiento del sacramento. El sacramento del matrimonio consiste de dos partes: el oficio de los esponsales y el oficio de la coronación. En el pasado estas partes se dividían en el tiempo: el oficio de los esponsales se efectuaba con anuncio de prometidos y pudo rescindirse después. 53


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Durante el oficio de los esponsales el sacerdote entrega a los contrayentes las velas encendidas símbolo de alegría, calor y pureza. Luego les coloca los anillos: primero al novio, después a la novia, y los cambia tres veces, como símbolo de la Santa Trinidad. Después del oficio de los esponsales, los novios pasan al centro del templo. El sacerdote les pregunta si es libre su deseo de casarse, si no se habían comprometido a otros. Luego se leen las tres oraciones donde se ruega la bendición Divina a los contrayentes del matrimonio y se recuerdan las piadosas uniones matrimoniales del Antiguo y del Nuevo Testamentos. Se toman las coronas “coronas ricamente adornadas”, similares a las de los reyes, y se ponen sobre las cabezas de los novios. La corona es la imagen de la corona del Reino Celestial y también símbolo de martirio. El sacerdote, con los brazos elevados hacia Dios, repite tres veces: "Señor, nuestro Dios, corónalos con gloria y honor," luego lee fragmentos de epístola apostólica y del Evangelio que narran la bendición del Señor al matrimonio en Cana de Galilea. Se trae el cáliz con vino símbolo de copa de la vida con sus alegrías y amarguras que los esposos tienen que compartir hasta el fin de su vida. El sacerdote brinda el vino a los novios tres veces. Luego junta sus manos y los lleva alrededor de la mesa tres veces, mientras se cantan los troparios de la boda. El círculo es símbolo de que el sacramento se efectuó para siempre; el seguir al sacerdote es un símbolo de servir con el matrimonio a la Iglesia. En conclusión del sacramento, los esposos se colocan 54


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frente a las Puertas Reales del altar, donde el sacerdote pronuncia la homilía. Y entonces los parientes y al final los amigos felicitan a la nueva familia cristiana. Cada pareja debe casarse en una celebración propia, no hay matrimonios múltiples. Después de la luna de miel, hay una oración que deben realizar los novios ante el sacerdote al final de una Divina Liturgia. El caso de los contrayentes del segundo matrimonio. La Iglesia no ve como correcto el segundo matrimonio, sin embargo lo acepta únicamente en plan de condescendencia a las debilidades humanas. En el Ritual de los esponsales de segundo matrimonio se agregan dos oraciones de arrepentimiento, sin preguntas sobre libre voluntad. Si uno de los dos se casa por primera vez, el seguimiento del oficio es normal. Nunca es tarde para celebrar el sacramento del matrimonio por lo que no hay una edad para casarse, incluso para los que llevan juntos ya muchos años sin recibir la bendición de Dios. Hay aún una multitud de parejas sin la bendición de la Iglesia. Así y todo, sin nupcias eclesiásticas los esposos frecuentemente conservan mutua fidelidad por toda la vida, educan a los hijos y hasta nietos en paz y concordia. Y sólo si por alguna razón no quieren contraer las nupcias eclesiásticas, la Iglesia nunca niega la gracia del sacramento aunque estén los dos ya en la edad muy 55


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avanzada. Disolución del matrimonio eclesiástico. Disolver un matrimonio eclesiástico sólo puede el obispo de la diócesis donde se efectuó la boda, en el caso de infidelidad de uno de los esposos u otras causas serias (por ejemplo: adulterio o engaño al pronunciar los votos durante la boda).

Unción (óleo para los enfermos) El sacramento de la Unción u óleobendición como se dice en los libros de los oficios eclesiásticos, quedó establecido por El Señor Jesucristo. Leemos en el Evangelio de Marcos como los apóstoles, predicando por toda Palestina, ungían a los enfermos con el óleo y los curaban. El significado de este sacramento lo presenta especialmente completo el apóstol Santiago en su Epístola: "¿Está alguno enfermo entre vosotros? llamen á los ancianos de la iglesia y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y El Señor lo levantará; y si estuviere en pecados, le serán perdonados" (Santiago: 5:14-15). De modo que la Unción es el sacramento para sanarse. Un escritor ortodoxo del siglo XIX, E. Poselyánin escribía: "Nada está dicho que la enfermedad debe ser mortal o que la persona debe encontrarse en situación desesperante. No hay que olvidar que el cristianismo reconoce el sufrimiento del alma como una dolencia… De modo que si yo sufro espiritualmente por la muerte de personas allegadas, o por otra desgracia, si necesito algún impulso de gracia divina para coger fuerza, para liberarme del ahogo de la 56


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desesperación, yo sí puedo acudir a la Unción." Pero también con una dolencia corporal debe el hombre dirigirse a Dios con oración, no confiando sólo al médico, quien no es otra cosa sino herramienta de la misma Providencia Divina Normalmente la Unción se efectúa en casa, en la cama del doliente, pero en la Cuaresma se hace en las iglesias. En el proceso del sacramento, que ofician varios sacerdotes juntos, se bendice el óleo “aceite vegetal”, se leen las cartas de los apóstoles, el Evangelio, y algunas oraciones. Después de las lecturas, el sacerdote unta a los que reciben la Unción, la cabeza, el pecho, las manos, los pies. El óleo es imagen de la merced Divina, del amor y de la compasión. Aparte de sanación de las dolencias, la Unción nos da perdón de los pecados. El hombre, por causa de la debilidad de la memoria, pueda que no se confiesen de todos sus pecados, así que nos damos cuenta de la importancia del sacramento de la Unción que se los borra definitivamente. Las personas físicamente sanas no pueden acudir a este sacramento sin el permiso o bendición del sacerdote. Con el myro y óleo. Uno de los nombres del Salvador-Cristo-, traducido del griego, significa "El Ungido." Unción con el óleo (aceite vegetal) significaba en los tiempos antiguos ser elegido para el servicio a Dios y ser participante de los Dones del Espíritu Santo. Así, Moisés, ungió con el óleo a Aarón y a 57


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sus hijos a quienes Dios destinó para sacerdocio (Ex. 40:15), Samuel ungió a Saúl para rey (1 Rey. 10:1), Elías a Eliseo para profeta (3 Rey. 19:15). Después de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo bajó sobre la Iglesia del Nuevo Testamento, la unción con el óleo se hizo para el bien de todos sus miembros. En nuestros días el sacramento se oficia ante la pila de bautismo y durante las vigilias nocturnas. La unción durante el bautismo, de la frente, pecho, orejas, manos y pies tiene varios significados. Primero: significa unión con Cristo, como de una rama salvaje con fructífero árbol de aceitunas; segundo: muerte para el pecado, porque antes ungían a los difuntos con el óleo; tercero: fuerza para seguir la lucha contra el pecado, como los antiguos luchadores se untaban con óleo. Al hacer la unción del

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bautismo el sacerdote pronuncia: "se unge el siervo de Dios (nombre) con óleo de alegría, en El Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos, amen." La Unción en las vigilias nocturnas en vísperas de un día festivo se hace sobre todos los feligreses en el templo como la bendición, como ayuda para los logros futuros. Este se realiza con la oración y el llamamiento de aquel para quien se oficia el servicio. De la Unción simple debe distinguirse el sacramento de la Unción (hecho por un grupo de sacerdotes), que se efectúa sobre un enfermo. Aquí el óleo se bendice con una oración especial y el cuerpo del doliente se unge. La fuerza del sacramento tiene en la Iglesia una unción más la unción con Santo myro, un compuesto aromático de muchas sustancias (óleo, aloe, mirra, aceite de rosa, mármol pulverizado y otras). La multitud de los componentes es símbolo de la multitud de distinción de las bondades cristianas. Según el Estatuto, bendecir el myro debe un obispo o Concilio de obispos. El Santo myro se conserva en el templo sobre la Mesa o Trono del altar. La unción con el Myro se hace inmediatamente después del 59


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bautismo. Sobre la frente, los ojos, las fosas nasales, labios, pecho, manos, pies del bautisante el sacerdote pone una gota de myro, diciendo cada vez: "Sello del Don del Espíritu Santo. Amen." Se sabe que un cristiano tiene derecho de bautizar a otro si es que el primero corre peligro de muerte. Pero si el peligro pasa y el doliente queda con vida, este bautismo deberá ser complementado por la unción con myro Confirmación. Mediante este mismo sacramento, según la práctica existente, se unen definitivamente a la Iglesia Ortodoxa los que eran miembros de algunas confesiones cristianas o diferentes a la ortodoxia.

Nuestra fe cuando llega la muerte Tarde o temprano todos nos encontramos con este fenómeno misterioso de la muerte y cada persona, en la medida de sus fuerzas y posibilidades, trata de darle al difunto la última atención y acompañarlo debidamente en su último camino terrenal. Nos preocupamos por el suministro del ataúd, organización del entierro, preparación de la "comida de exequias." Pero a veces no nos damos cuenta de que ni el ataúd, ni la comida de exequias, hacen falta al propio difunto. Desnudo sale el ser humano de vientre materno y vuelve desnudo al vientre de la tierra. Y sólo necesita de nosotros: la oración. Después de la muerte del cuerpo, Dios indica al alma el lugar donde debe permanecer hasta el día del Juicio Final - en el paraíso 60


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o en el infierno-, dependiendo de cómo se ha vivido en la tierra. Los pedidos recordatorios, los oficios del trisagio fúnebre y las oraciones por los difuntos durante la liturgia ayudan mucho a las almas en el otro mundo. En los relatos de la vida de los santos hay un relato sobre el justo Macario el Grande, quien oraba por todos los difuntos. El había visto una vez en el desierto un cráneo que por la fuerza de Dios le comunicó que los pecadores más empedernidos obtienen algunos alivios en sus sufrimientos gracias a las oraciones. Es muy importante entregar al difunto a la tierra o sepultura. La cremación es un uso ajeno a la Ortodoxia, tomado de las culturas orientales no cristianas que no creen en la Resurrección. Aún si el difunto durante la vida indicó su voluntad de que su cuerpo este sometido al proceso de cremación, sus familiares cristianos que desean que su familiar descanse en la paz de Cristo, pueden pedir la bendición de un sacerdote ortodoxo para darle sepultura correctamente. Un Obispo puede conceder un permiso especial para la cremación, por razones justas. El oficio de trisagio fúnebre debe celebrarse también en tres ocasiones: en el día de su cumpleaños, el día de su santo, y en la fecha de su muerte. Pasar notas memoriales se puede todos los días y también poner velas recordatorias. No se debe ofender al difunto en el cementerio, tomando 61


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alcohol o derramándolo sobre la tumba. En los monasterios se toman "eternos" recordatorios, es decir listas de personas por las que los monjes oran por su descanso eterno. Los fieles pueden inscribir en esos recordatorios a sus seres queridos, ayudando voluntariamente al sostenimiento de este monasterio en memoria de esta persona difunta.

Sobre el Ayuno La Iglesia de Cristo enseña a sus hijos llevar una vida moderada, distinguiendo especialmente los días y los períodos de abstención obligatoria, ayunos. Cumplían elayuno los santos del Antiguo Testamento, ayunaba también nuestro Señor Jesucristo (Mt. 4). La rigidez en la comida durante el ayuno se ablanda para los enfermos, los que tienen trabajos pesados, las mujeres encintas y lactantes. Pero el Ayuno (abstención) debe ser no sólo corporal sino también espiritual. "Se equivoca aquel, quien considera que el Ayuno consiste sólo en la abstención de la comida. El ayuno auténtico, -nos enseña el Santo Padre Juan Crisóstomo-, es el alejamiento del mal, dominio de la lengua, separación de la ira, apaciguamiento de las pasiones, abstención de la calumnia, de la mentira y del perjurio." El cuerpo que ayuna, se hace ligero y se refuerza para recibir los dones de gracia. El ayuno controla los deseos de 62


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la carne, ablanda el carácter, el mal genio, las malas costumbres, oprime la irritación, retiene los arranques del corazón, vigoriza la razón, trae paz al alma, aleja del libertinaje, abuso y aleja la incontinencia. Ayunando propiciamente -como dice San Basilio el Grande-, alejándonos de todo pecado, nosotros cumplimos con el devoto deber de un cristiano ortodoxo.

"Regla" de la oración El ayuno y la oración son la base de la vida de un cristiano ortodoxo. El jerarca Filaret de Moscú decía: "existe una conversación del alma con Dios." Pues al igual que en una conversación no se puede escuchar siempre a una sola persona, así en la oración es bueno hacer una pausa y escuchar la respuesta del Señor a nuestra súplica. La Iglesia ora diariamente "por todos y por todo," y ha establecido para cada uno la regla personal, individual de la oración. La composición de esta regla depende de la madurez espiritual, condiciones de la vida y posibilidades de cada uno. El "Libro de las oraciones" o "Devocionario" nos brinda oraciones matutinas y vespertinas, accesibles para todos. Son dirigidas al Señor, a la Madre de Dios, al Ángel Guardián. Con la bendición del padre espiritual, puede incluirse en la regla particular, las oraciones a los Santos escogidos. Si no existe la posibilidad de orar en la mañana delante de los iconos, en una condición tranquila, pues siempre es mejor decir los rezos por el camino que dejar de 63


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hacerlo en general. En todo caso, no se debe desayunar antes de decir al menos el "Padre nuestro." Si la persona está enferma o muy cansada, la regla vespertina puede cumplirse antes de acostarse, al acostarse se debe leer sólo la oración del santo justo Juan Damasceno: "Soberano, Amador del hombre…" y las siguientes. Un componente muy importante de la oración matutina es la lectura del recordatorio. Se debe infaliblemente rezar por la paz y la salud del Metropolitano, por el jerarca dirigente, por el padre espiritual, los padres carnales de uno, los parientes, los padrinos y apadrinados y de todos los relacionados. Si alguien no puede hacer las paces con otra persona, aún no siendo culpable, debe recordar en su oración a la persona que odia y desearle el bien sinceramente. En la regla personal de muchos ortodoxos, entra la lectura del Evangelio y de los Salmos. Así, los monjes del Monasterio de Optina aconsejaban a muchos para leer durante el día un Capítulo del Evangelio, según la secuencia, y dos Capítulos de las Epístolas Apostólicas; en ello, los últimos siete Capítulos del Apocalipsis se leían uno cada día. Entonces la lectura del Evangelio y de las epístolas apostólicas se terminaba al mismo tiempo y se comenzaba el nuevo ciclo de lectura. La regla de la oración la establece el mismo libro de oraciones y la confirma (tanto la propia regla, como cualquier cambio) el padre espiritual. Una regla establecida una vez, se hace una especie de Ley y su trasgresión debe considerarse como extraordinaria, de la cual se debe decir al padre espiritual. 64


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El objeto principal de la regla de la oración es preparar el alma del cristiano para una comunicación viva y continua con Dios, despertar en él, pensamientos de confesión, purificación del corazón y de la iniquidad pecadora. Por esta razón, nosotros cumpliendo lo indicado, aprendemos, según las palabras del Apóstol: "orar en todo tiempo con espíritu y alma, con toda perseverancia y súplica a todos los Santos…" (Ef. 6, 18).

¿Cómo orar cuando nos falta el tiempo? ¿Con qué palabras orar? ¿Qué es lo que deben hacer aquellas persona que no poseen suficiente memoria, quien por escasa instrucción no habían aprendido las oraciones principales y, por fin, quien llanamente no dispone del tiempo para pararse delante de los iconos y leer las oraciones matutinas y vespertinas indicadas? Esta pregunta está solucionada en las indicaciones del gran "anciano" Serafím de Saróv. Muchos de los visitantes del anciano monje le confesaban que oraban poco, que ni siquiera leen completas las oraciones matutinas y vespertinas. San Serafín había establecido para estas personas una regla de fácil cumplimiento: "Al despertar, cada cristiano que lea delante de los santos iconos la oración de "Padre nuestro" tres veces seguido, en honor de la Santa Trinidad. Luego, el canto a la Virgen "Alégrate, Virgen María…" también tres veces. Y después el Credo: "Creo en un solo 65


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Dios…" una vez. Al cumplir esta regla, todo ortodoxo se dedica a sus quehaceres para los que esté puesto o que profese. Y durante el trabajo, sea en casa o por el camino, a donde sea, diga quedamente "Señor Jesucristo, ten piedad de mi, pecador" (o pecadora), y en caso de estar rodeado por otra gente, que siga su trabajo y diga con el pensamiento solo "Señor, ten piedad," y así hasta el mediodía. Inmediatamente antes del almuerzo que repita la norma matutina. Después de almorzar y haciendo su trabajo, cada cristiano que lea igualmente en voz baja "Santísima Virgen, salva a mi, pecador." Yendo a dormir, todo cristiano que lea otra vez según la regla matutina, o sea: tres veces "Padre nuestro," tres veces "Alégrate, Virgen María…" y una vez el Credo. San Serafín explicaba que ateniéndose a esta pequeña norma, se puede lograr la medida de la perfección cristiana ya que éstas tres oraciones son la base del cristianismo. La primera, como la oración dada por El Propio Señor, es el ejemplo de todas las oraciones. La segunda ha sido traída del cielo por el Arcángel en salutación a la Virgen. Y el Credo contiene en sí todas las dogmas de la fe cristiana. Igualmente, recomendaba el anciano a decir la "oración de Jesús" durante las labores, caminando, y hasta en la cama, y citaba las palabras del Mensaje a los Romanos: "se salvará 66


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todo quien llamara el Nombre del Señor." Y a los que disponen de tiempo, aconsejaba leer el Evangelio, los cánones, akáthistos, salmos.

Vida familiar ortodoxa Lo primero que notarían si entran a un hogar Ortodoxo serían los íconos: en las esquinas, sobre las puertas, o sobre la cabecera de las camas. En ciertas ocasiones, como las tardes del sábado o en días de fiesta, hay lámparas o velas encendidas frente a los íconos y se puede oler a incienso. Todo esto los podría hacer pensar que están dentro de una Iglesia, lo que no es de sorprender, ya que el hogar Ortodoxo es visto como una “mini iglesia”. La madre de familia es la persona encargada de llevar a cabo todos los rituales de la vida del hogar, tales como encender las lámparas e incensar los íconos. Bendecir la casa Cuando una familia se muda a una casa nueva, le pide al sacerdote que vaya y bendiga la casa, o simplemente si considera mos que necesita ser bendecida nuevament e . E l sacerdote va por toda 67


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la casa, rociando cada habitación con agua bendita, incluyendo el garaje y el jardín. La familia lo acompaña cantando himnos. Cada año, en la Epifanía, las casas se bendicen, también, de la misma manera, pidiendo al sacerdote o si él lo autoriza por los padres de familia, quienes se llevan consigo una botella de agua bendita del Servicio de la Epifanía, donde se bendice el agua en recuerdo del Bautismo de Cristo en el Jordán. Otros rituales en los hogares El Domingo de Ramos se llevan a la casa ramas benditas de “palma”, las que se colocan alrededor de los íconos, y en la Transfiguración, se come fruta bendita. La vida del hogar también se rige por la norma del ayuno y las fiestas. Los miércoles y los viernes, los alimentos son muy sencillos, alimentos vegetarianos o verduras. Durante la Cuaresma, cada día es un día de ayuno y algunos días, tales como el Viernes Santo, no se come nada. Por supuesto, a los niños pequeños, los enfermos y a los ancianos, se les permite comer normalmente. En las casas donde se ayuna estrictamente se recomienda no escuchar música, ni ver televisión. En días de fiesta, las casas se decoran con flores y plantas y, algunas veces, a los íconos se les colocan telas ricamente bordadas. El ícono de la fiesta de que se trate, en particular, se coloca en una mesa o repisa, en un lugar de honor. Se preparan alimentos festivos que, a menudo, son platillos nacionales tradicionales. Las tardes de los sábados son un tiempo especial. El domingo empieza al ponerse el sol el sábado (al principio de la tarde) y la familia va a la Iglesia. Las Vísperas del sábado son un Servicio de preparación para la Liturgia del 68


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domingo. En casa, los íconos se inciensan, y se encienden lámparas o velas delante de ellos. Hay una atmósfera de anticipación. La tarde del sábado se recomienda un espíritu de recogimiento y silencio en preparación de la liturgia del Domingo. No debemos olvidar que para mantenerse dentro de la Iglesia, es necesario asistir los Domingos, si se falta sin razón justa mas de tres domingos, corremos el riesgo de apartarnos de la unión a Cristo. Es momento muy emocionante de la vida en familia el nacimiento de un bebé. Hay varios ritos que pueden realizarse y son llenos de bendiciones: Un sacerdote ora sobre el recién nacido y la mamá después de volver del hospital. Más tarde, el bebé será llevado a la Iglesia, por primera vez, los bebés varones son llevados por el sacerdote al santuario, alrededor del altar, y después en las primeras semanas de su vida será bautizado. Por la mañana y por la tarde, algunas familias dicen juntos ciertas oraciones, frente a los íconos. Hay oraciones antes y después de las comidas, es una de las mas bellas costumbres cristianas, bendiciendo y dando gracias por las comidas. Había una antigua costumbre de colocar un lugar adicional en la mesa, para Cristo. Si un mendigo o un peregrino tocaba a la puerta, se le permitía pasar a la casa, sentarse en el lugar de Cristo y compartir los alimentos junto con la familia. Los miembros de la familia hacen la Señal de la Cruz, dándose la bendición unos a otros, cuando van a salir o se van a dormir. La mamá bendice así a sus hijos, antes de que se vayan a la escuela. Igualmente juntos oran antes de salir de viaje. Hay muchas otras costumbres ortodoxas que provienen de diversos lugares donde la Iglesia lleva muchos años, todas son buenas y llevan a Dios, es bueno respetarlas y no perderlas. Lo que para nuestros 69


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antepasados en la fe, fue una expresión de Amor a Dios, nosotros no solamente debemos recordarlo, sino revivirlo con nuestra familia. Lo bueno nunca debe perderse.

Qué debe memorizar el cristiano Existen palabras en la Santa Escritura y oraciones, que es deseable saber de memoria: 1. La oración de Señor "Padre nuestro" (Mt. 6:9-13; Lc. 11, 2-4), 2. Los 10 Mandamientos del Antiguo Testamento (Ex. 6:5...; Lv. 19:18...), 3. Las Bienaventuranzas y los Mandamientos del Evangelio (Mt. 5:3-12; Mt. 5:21-48; Mt. 6:1-3; Mt. 6:6, 14-21, 24-25; Mt. 7:15; Mt. 23:8-12; Jn. 13:34), 4. El Credo, 5. Las oraciones matutinas y vespertinas, según el libro de oraciones abreviado, 6. Cantidad y significado de los sacramentos. No se debe confundir los sacramentos con el rito. El rito es un símbolo externo de una piadosa expresión de nuestra fe, mientras que el sacramento es una ceremonia religiosa en la cual la Iglesia invoca al Espíritu Santo y Su gracia desciende sobre los creyentes. Los sacramentos son: Bautismo, Unción con Myro (Crismación), Comunión Eucarística, Confesión, 70


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Matrimonio, Unción con el óleo, Orden Sacerdotal. Biblia "protestante" Frecuentemente se escucha la pregunta: ¿Se puede leer la Biblia que me prestó un protestante? Dicen que en ella faltan algunos libros." Los generosos predicadores han regalado la Santa Escritura. Multitudes acuden a las reuniones de los protestantes tan sólo para obtener la Biblia regalada. Se debe reconocer que en este sentido el Señor ha convertido el mal en el bien. ¿Puede un ortodoxo leer estas Biblias sin un daño para su alma? No se trata de quién ha dado a la persona la Biblia, sino de lo que está escrito en ella. Una gran mayoría de las Biblias "protestantes" son de la edición Sinódica del siglo XIX (la evidencia esta en la inscripción detrás de la página inicial). Si es así, se puede leer tranquilamente esta Biblia, los textos de los Libros Sagrados no contienen nada en contra de la enseñanza ortodoxa. Existen otras Biblias de "libre traducción" o de los diversos libros bíblicos por separado y también las Biblias con los comentarios. Esto se explica con la razón que los protestantes comentan la Palabra de Dios desde su posición equivocada, por eso sus comentarios confunden. Y hay otra particularidad en las ediciones protestantes de la Biblia: en ellas faltan once libros del Antiguo Testamento y son: Tobías, Judit, Sabidurías de Salomón, Sabidurías de Jesús 71


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hijo de Sirah, Profeta Baruc, Mensajes de Jeremías, Segundo y Tercer libro de Esdras, tres libros de Macabeos. Estos libros no entran en la traducción hebrea contemporánea de la Escritura Sagrada y se denominan "no canónicos," o sea, que no habían entrado en los "cánones" (canon griego: reglas, modelo). En la traducción griega mas auténtica de la Biblia, si se contienen estos libros debemos siempre tener una Biblia con los «deuterocanónicos». Así, una Biblia prestada por un protestante puede ser leída para el provecho y enseñanza del alma. Solo que no vale la pena, vender su alma por aquel regalo y aceptar la fe protestante. Una Biblia Católica tal como la Biblia de Jerusalem o la de « la Casa de la Biblia » son recomendadas hasta que exista la traducción Ortodoxa en nuestras manos. Pedimos a Dios que pronto tengamos en nuestras manos un ejemplar de la Biblia editada por la Iglesia Ortodoxa, con notas mas acordes a nuestra Tradición. La cuerda de oración, rosario, chotki o komboskini La vida del cristiano es trabajo y oración. “Orad constantemente” (1 Tes. 5:17) dice el Apóstol y luego los Santos de nuestra Iglesia, que han sabido por experiencia el poder y la bondad de la oración permanente. La oración a la cual más se recurre, es la denominada Oración de Jesús: « Señor Jesucristo, Hijo de Dios, Ten Piedad de Mi, pobre pecador. » O mas breve, « Señor, ten piedad ». Esta es la oración mas antigua del cristianismo, porque recuerda la petición del ciego de nacimiento a Cristo que pasaba cerca

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de él. Si reuniéramos todos los escritos de los Santos Padres sobre los hechos de la Oración de Jesús, resultaría una gran biblioteca. La brevedad y sencillez de esta Oración permiten a todo cristiano incluirla en su norma diaria (por supuesto, con la bendición y permiso de su padre espiritual), repitiéndola diariamente: 50, 100, 200 veces o mas. ¿Pero cómo rezar y contar las veces al mismo tiempo? He aquí el rosario que nos ayuda en ello. Incluso el solo llevarlo en la mano, o en nuestro bolsillo, nos ayudará a recordar hacer esta oración. El rosario actual o cuerda de oración es un hilo en círculo cerrado, con 50 o 100 pepitas a modo de un collar, donde cada décima pepita tiene un tamaño algo mayor que las demás. Efectivamente, el rosario ayuda a contar las veces que se repite una oración o una inclinación, pasando con los dedos de la mano izquierda las pepitas sobre el hilo. Llegando a la décima pepita, se dice el Padre Nuestro, o "Dios te Salve María…" y la Oración de Jesús. Al concluir las veces mandadas, se reza "Es digno en Verdad…" El 73


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rosario puede emplearse con cualquiera otras oraciones. En Rusia antiguamente el rosario o chotki tenía otra forma: la de una escalerilla, igualmente cerrada, compuesta de "pequeños escalones" de madera revestidos de cuero o tela. Se llamaba "escalera" y significaba en el sentido espiritual, la escalera de la salvación, de la subida al Cielo, aún algunos monjes tienen este instrumento. El círculo cerrado del rosario significa la oración interminable, eterna. El rosario o komboskini es parte de la vestidura de los monjes; los laicos pueden usarlo en sus oraciones con la bendición del padre espiritual: en el trabajo, en lugares públicos. Basta poner la mano en el bolsillo y repasar las cuentas. Como toda cosa sagrada el rosario es rociado con agua bendita, debe ser tratado con respeto y sin demostración ostentosa. Día onomástico, o día del santo Para todo el Universo la fiesta máxima es la Pascua de Cristo, y para cada cristiano existe una propia, pequeña Pascua, es el día del Santo de su nombre. En el pasado la persona recibía su nombre de la Iglesia, en el bautizo. El nombre se seleccionaba siguiendo una de varias normas. Lo más frecuente era dar al niño el nombre del Santo, cuyo día de conmemoración coincidía con el día del nacimiento o si no el día del bautismo. Para las niñas se permitía un ajuste de algunos días, si la fecha de su nacimiento o bautismo no coincidía con el día de la conmemoración de una Santa. En tal caso, el día de nacimiento y el día del Santo, se festejaban frecuentemente el mismo día. Se denominan en ruso inclusive hasta hoy,


Ortodoxia - Catecismo breve

DEVOCIONARIO BREVE ORTODOXO Oraciones de la Mañana. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén. La oración del publicano Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador. Dios, ten piedad de mí, pecador. Dios purifica mis pecados. Tú que me criaste, oh Señor, apiádate de mí. Sin fin he pecado, Señor perdóname. Soberana mía, Santísima Virgen Madre de Dios, sálvame a mí pecador. Santo ángel de mi guarda, protégeme de todo mal. Luego continúa así: Señor Jesucristo, Hijo de Dios, por las oraciones de Tu Purísima Madre y de todos los Santos, apiádate de 75


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nosotros. Amén. Oh, Rey Celestial, Paráclito, Espíritu de Verdad, que estás en todas partes y llenas todas las cosas, Tesoro de todo bien, y Dispensador en la Vida, ven y mora en nosotros, purifícanos de toda mancha y salva nuestras almas, Oh Bondadoso. Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros (tres veces). Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén. Oh, Santísima Trinidad, ten piedad de nosotros. Oh, Señor, perdona nuestros pecados. Oh, Soberano, absuelve nuestras transgresiones; Oh, Santo, mira y sana nuestras debilidades por Tu Nombre. Señor, ten piedad (tres veces). Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén. Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo, danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos ofenden y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal. Porque Tuyo es el Reino, el Poder y la Gloria, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén. Señor, ten piedad (12 veces) Venid inclinémonos al Rey nuestro Dios. Venid inclinémonos y postrémonos ante Cristo, Rey y nuestro Dios. 76


Ortodoxia - Catecismo breve

Venid inclinémonos y postrémonos ante Cristo mismo, El es nuestro Rey y Dios Salmo 50 Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado. Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra tí, contra tí sólo pequé, cometí la maldad que aborreces. En la sentencia tendrás razón, en el juicio resultarás inocente. Mira, en la culpa nací, pecador me concibió mi madre. Te gusta un corazón sincero, y en mi interior me inculcas sabiduría. Rocíame con el hisopo: quedaré limpio; lávame: quedaré más blanco que la nieve. Hazme oír el gozo y la alegría, que se alegren los huesos quebrantados. Aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa. Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso: 77


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enseñaré a los malvados tus caminos, los pecadores volverán a ti. Líbrame de la sangre, oh Dios, Dios, Salvador mío, y cantará mi lengua tu justicia. Señor, me abrirás los labios, y mi boca proclamará tu alabanza. Los sacrificios no te satisfacen: si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias. Señor, por tu bondad, favorece a Sión, reconstruye las murallas de Jerusalén: entonces aceptarás los sacrificios rituales,

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Ortodoxia - Catecismo breve

ofrendas y holocaustos, sobre tu altar se inmolarán novillos. CREDO Creo en un solo Dios, Padre Omnipotente, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo unigénito de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, consustancial al Padre, por Quien todo fue hecho; Quien por nosotros, los hombres, y para nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado bajo el poder de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y Vivificador, 79


Archimandrita Padre Chrysóstomos

que procede del Padre, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es Una, Santa, Católica y Apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén. 1ª Oración de San Macario el Grande Oh Dios, purifícame, a mi pecador pues no he hecho nunca nada digno de llamarlo bueno en Tu presencia; líbrame del mal, y haz que sea cumplida en mi Tú voluntad, para que yo pueda abrir mis labios indignos sin condenación, y alabar Tu Santo Nombre de Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén. 2ª Oración Al despertar de mi sueño, Te ofrendo, Oh Salvador, el cantar de medianoche y me postro diciéndote: concédeme no dormirme y morir en pecado, al contrario apiádate de mí, Oh Tú que fuiste voluntariamente crucificado, y Te apresuras a levantarme, aléjame de la pereza, y sálvame por la oración e intercesión, y después del sueño de la noche, bendíceme con un día sin pecado y sálvame Oh Cristo, Dios. 3ª Oración 80


Ortodoxia - Catecismo breve

Al despertar de mi sueño me acerco enseguida a Ti, Oh Soberano, Amante de la humanidad, y por Tu bondad me esfuerzo por cumplir Tu obra, y Te suplico: ayúdame siempre, en todo, y líbrame de todo lo malo del mundo, del demonio, que me asecha, sálvame y llévame a Tu Reino eterno. Porque Tú eres mi Creador, el Donador y Proveedor de todo lo bueno, y toda mi esperanza está en Ti, yo Te alabo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén. 4ª Oración Oh Señor, que me has concedido gracia por tu gran bondad y tu gran compasión a mí que soy Tu servidor, para que pase el transcurso de esta noche sin la tentación de ningún mal, Soberano y Creador de todo, por tu verdadera luz y con el corazón iluminado concédeme hacer Tu voluntad, ahora y siempre, y por los siglos de siglos. Amén. 5ª Oración Todopoderoso Soberano, Dios nuestro, que recibe de tus Poderes Celestiales el himno tres veces sagrado, recibe también de mí, Tu indigno servidor, este breve poema de la noche y hazme la gracia para que todos los años de mi vida

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y todas las horas Te alabe a Ti, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén. 1ª Oración de San Basilio el Grande Todopoderoso Señor, Dios de los poderes y de toda carne, que vives en lo más alto y miras a los humildes, que escudriñas nuestros corazones y afectos, y sabes de antemano los secretos de los hombres; eterna e imperecedera luz, en Quien no hay cambio ni sombras alteradas; Oh Rey Inmortal, recibe nuestras plegarias, Te las ofrecemos con labios impuros, confiando en Tus innumerables bendiciones. Perdónanos todos los pecados cometidos de pensamiento, palabra o acción, consciente e inconscientemente, y purifícanos de toda corrupción de la carne y del espíritu. Concédenos pasar la noche de la presente vida con el corazón alerta y pensamiento coherente, aguardando siempre el advenimiento del día radiante de la aparición de Tu único engendrado Hijo, Nuestro Señor y Dios y Salvador, Jesucristo, cuando el Juez de todos ha de venir en gloria a emitir sentencia a cada uno de acuerdo a sus actos. Que no nos encuentre caídos en pecado ni ociosos, sino que despiertos y alertas para la acción, listos para acompañarlo en el divino palacio de sus bienaventuranzas, donde se oye un incesante sonido de los que festejan y el gozo de los que contemplan la inexpresable hermosura de su rostro. Porque Tú eres la verdadera luz que iluminas y santificas a todos, y toda la creación Te canta por los siglos de los siglos. Amén. 2ª Oración Te bendecimos, oh Altísimo Dios y Señor de la misericordia. Que estás siempre realizando innumerables, grandes e inescrutables cosas con nosotros, gloriosas y maravillosas. Que nos permites dormir para tregua de 82


Ortodoxia - Catecismo breve

nuestras debilidades y reposo de los agobios de nuestra fatigadísima carne que lucha contra el pecado. Te agradecemos que nos hayas amado como siempre y aunque estemos sumidos en la desesperación, Tú nos has levantado para que podamos alabar tu poder. En consecuencia, imploramos que en Tu incomparable bondad nos ilumines los ojos de nuestra comprensión y eleves nuestra mente del pesado sueño de la indolencia; abre nuestra boca y cólmala con Tu alabanza, para que seamos capaces sin distraernos de cantarte y dar testimonio de Ti, que eres Dios glorificado en todo y por todos, el Padre eterno, con Tu único engendrado Hijo, y Tú absolutamente santificado y bueno y vivificante Espíritu, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén. Canción a la Santísima Madre de Dios Yo le canto a Tu gracia, oh Soberana, y Te suplico bendecir mi mente. Enséñame a caminar correctamente por la senda de los mandamientos de Jesucristo. Fortaléceme para mantenerme alerta en el cantar y desvanece el ensueño del desaliento. Libérame, atrapado por las cadenas del pecado, Oh novia de Dios, por tus oraciones. Protégeme de noche y de día, y ahuyenta a mis enemigos que me derrotan. Oh Portadora de Dios, el Donador de la Vida, despabílame a mí que estoy amortecido por las pasiones. Oh Portadora de la luz inagotable, ilumina mi alma enceguecida. Oh Maravilloso Palacio de Jesucristo, hazme morada del Espíritu Divino. 83


Archimandrita Padre Chrysóstomos

Oh Madre del Sanador, cura las perennes pasiones de mi alma. Guíame por la senda del arrepentimiento, pues estoy a merced de la tormenta de la vida. Sálvame del fuego eterno, del ataque del enemigo. Muéstrame mis culpas pues lo soy de muchos pecados. Renuévame, envejecido por tantos pecados necios, Oh Inmaculada. Exhíbeme intacto de todos los tormentos, y ruega por mí ante el Ser Supremo de todos. Concédeme la gracia de recibir los goces del Cielo con todos los Santos. Oh Santísima Virgen, oye la voz de Tu inútil sirviente. Concédeme el raudal de las lágrimas, Oh Purísima, para purificar mi alma de la impureza. Te ofrezco los gemidos de mi corazón a Ti incesantemente. Acéptalos e intercede por mí, Oh Soberana. Acepta mi oración de súplica y ofréndaselo al Dios misericordioso. Oh Tú que estás por sobre los ángeles, líbrame de la confusión de este mundo. Oh Tabernáculo celestial Ostensorio de Luz, dirige la gracia del Espíritu dentro de mí. Alzo mis manos y labios para alabarte, corrompidos como están por la impureza. Oh Inmaculada. Libérame de las maldades que corrompen el alma, e intercede fervorosamente ante Cristo, Quien merece honor con adoración, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén. Oración al Ángel Guardián Oh Ángel Santo, intercede por mi alma y mi vida apasionada, no me abandones, ni me evadas por mi intemperancia. No des lugar a que el demonio insidioso me domine a causa de la violencia de mi cuerpo mortal. Fortalece mi pobre y débil mano y guíame por el camino de la salvación. Oh Ángel 84


Ortodoxia - Catecismo breve

Santo de Dios, guardián y protector de mi cuerpo y de alma, ayúdame a alcanzar de Dios el perdón de todas las faltas que he cometido todos los días de mi vida, y por todos los pecados que pueda haber cometido durante la pasada noche. Protégeme durante el presente día, y escúdame de toda tentación del enemigo, para que no pueda airar a Dios por ningún pecado. Y ruega al Señor por mí, para que Él pueda fortalecerme en Su temor, y hazme Su esclavo, digno de Su bondad. Amén. Oración a la Madre de Dios. Mi Santísima Soberana, Madre de Dios, por Tus santas y omnipotentes oraciones aleja de mi, Tu humilde y simple servidor, el abatimiento, el olvido, la insensatez, la negligencia, y todos los pensamientos impuros, malignos e impíos de mi miserable corazón y de mi ofuscada mente. Y extingue la llama de mis pasiones, pues soy pobre y desdichado, y redímeme de mis numerosos crueles recuerdos y actos, y líbrame de todos sus nocivos efectos; pues bendita eres Tú por todas las generaciones, y glorificado sea Tu muy honorable nombre por los siglos de los siglos. Amén. Bajo tu amparo nos acogemos Santa Madre de Dios, no rechaces nuestras plegarias en nuestro infortunio, sino que líbranos del mal, oh Única pura y bendita. Gloriosísima siempre Virgen y Madre de Cristo Dios, presenta nuestras plegarias a Tu Hijo y nuestro Dios, 85


Archimandrita Padre Chrysóstomos

rogándole para que salve, por Tu mediación, a nuestras almas. Alégrate, Virgen María, Madre de Dios, llena eres de gracia, El Señor es contigo, Bendita eres entre las mujeres, y bendito es el Fruto de Tu Vientre, porque has dado a luz al Salvador de nuestras almas. (tres veces). Digno es realmente bendecirte oh Madre de Dios. Siempre bienaventurada e inmaculada y Madre de Dios. Oh más honorable que los querubines, e incomparablemente más gloriosa que los serafines, Tú que sin corrupción engendraste al Verbo Dios, verdaderamente eres la Madre de Dios, Te alabamos. Oración por Intercesión a las Huestes Angelicales o Anfitriones Angelicales Oh Anfitriones angelicales y Celestiales de los Santos Ángeles y Arcángeles, rueguen por nosotros pecadores. Oración por Intercesión a todos los Santos Oh gloriosos Apóstoles, Profetas y Mártires, y todos los Santos, rogad por nosotros pecadores. Invocación al Santo Patrón personal Ruega por mí, Santo(a) (nombre), pues con devoción acudo a Ti, rápido asistente e intercesor(a) de mi alma. Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. Ahora y

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Ortodoxia - Catecismo breve

siempre por los siglos de los siglos. Amén. Señor, ten piedad. (tres veces).

Oraciones para bendecir los alimentos Oración antes del desayuno: Los ojos de todos tienen su esperanza puesta en ti, y tú les das su comida a su debido tiempo. Abres tu mano y satisfaces el deseo de todo ser viviente.

A medio día Antes de comer

Padre nuestro.... Gloria. Señor ten piedad (3 veces) OH, Cristo nuestro Dios, bendice la comida y la bebida de tus siervos, aquí y en todo tu mundo, porque eres bueno y amante de la Humanidad. Después de comer

Te damos gracias, OH Cristo nuestro Dios por habernos saciado de tus bienes terrenales. No nos niegues tu Reino celestial, al igual que diste la paz a tus discípulos, ven a salvarnos. Señor ten piedad (3 veces) Bendito Sea Dios que tuvo piedad de nosotros y nos ha alimentado de sus bienes, por su Gracia y Amor a los hombres, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.

A la noche Antes de la cena

Los pobres comerán y serán saciados, ellos alabarán al Señor y en los que Le buscan, vivirá El en su corazón 87


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eternamente Amen. Gloria. Señor ten piedad (3 veces) OH, Cristo nuestro Dios, bendice la comida y la bebida de tus siervos, aquí y en todo tu mundo, porque eres bueno y amante de la Humanidad. Después de cenar Tu seno se vuelve altar santo que lleva el pan celestial, Cristo nuestro Dios, quien lo coma, no morirá, como Él dijo, Madre de Dios, la que alimentas todas las cosas. Haznos dignos de tus bendiciones, Madre de Dios y Virgen, aleja tus ojos de nuestras maldades y concédenos la sanación a los que con fe quieren recibir tu bendición, Oh Inmaculada. Tu nos has alegrado, Señor, de entre tus criaturas, y de entre lo creado te exaltamos. La luz de tu Rostro nos marca Señor, Tu has puesto alegría en nuestro corazón. Por la

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Ortodoxia - Catecismo breve

abundancia de trigo, vino y aceite, ellos serán multitudes, así multiplica y multiplícanos. En paz, reunidos en Unidad, yo dormiré y me dejaré en el letargo, porque tu Señor llenaste mi soledad y me diste esperanza

Las Bienaventuranzas (Mt. 5:3-12). Coro: Acuérdate de mi, oh Señor, cuando hayas llegado a Tu Reino. Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos obtendrán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os vituperaren y persiguieren, y dijeren toda clase de mal contra vosotros por mi causa, mintiendo. 89


Archimandrita Padre Chrysóstomos

Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa sea grande en los cielos. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Ahora y siempre y por siglos de los siglos. Amén. Oraciones al ir a Acostarse En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, Amén. Gloria a Ti, Nuestro Dios, gloria a Ti. ¡Oh, Rey Celestial, Consolador, Espíritu de la Verdad, que estás en todas partes y que llenas todo, Tesoro de bien y Dispensador de Vida! Ven y habita en nosotros, y purifícanos de toda mancha y salva nuestras almas, Oh Bondadoso. Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros (3 veces). Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén. Oh, Santísima Trinidad, ten piedad de nosotros. Oh, Señor, perdona nuestros pecados. Oh, Soberano, absuelve nuestras transgresiones; Oh, Santo, mira y sana nuestras debilidades por tu Nombre. Señor, ten piedad (3 veces). Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén. Padre nuestro …. Porque Tuyo es el Reino, el Poder y la Gloria, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los 90


Ortodoxia - Catecismo breve

siglos. Amén. Tropario Tono 6 Ten piedad de nosotros, oh Señor, ten piedad de nosotros: pues faltos de toda disculpa, nosotros, los pecadores, Te dirigimos como a Soberano esta súplica: ten piedad de nosotros. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Señor, ten piedad de nosotros, pues en Ti hemos puesto nuestra esperanza. No Te irrites demasiado contra nosotros, ni Te acuerdes de nuestras iniquidades, sino míranos porque eres benevolente, y líbranos de nuestros enemigos. Pues Tú eres nuestro Dios, y nosotros tu pueblo. Todos somos obra de tus Manos e invocamos tu Nombre. Ahora y siempre y en los siglos de los siglos. Amén. Ábrenos las puertas de la misericordia, oh bendita Madre de Dios [Theotokos], para que no sucumbamos los que confiamos en Ti, sino que seamos libres con tu ayuda de toda adversidad, pues Tú eres la salvación del pueblo cristiano. Señor ten piedad (12 veces). Oración a Dios Padre Oh Dios eterno y Rey de toda la creación, que te has dignado conservarme hasta esta hora, perdóname los pecados que he cometido hoy con acciones, palabras y pensamientos y purifica Señor mi humilde alma de toda la impureza de la carne y del espíritu. Concédeme Señor, que

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duerma en paz esta noche, para que cuando me levante de mi humilde lecho pueda complacer tu Santísimo Nombre todos los días de mi vida y derribar y conquistar a los carnales y descarnados enemigos que me combaten. Líbrame oh Señor de los pensamientos vanos y las concupiscencias perversas que me manchan. Porque tuyo es el Reino, el Poder y la Gloria, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén. Oración Oh Señor, Dios nuestro, en Tu bondad y amor a la humanidad, perdóname todos los pecados que he cometido hoy de palabra, acción y pensamiento. Concédeme un sueño apacible y sereno. Envíame Tu Angel Guardián para protegerme y defenderme de todo mal. Porque Tú eres el salvaguardia de nuestras almas y cuerpos, y a Ti Te rendimos gloria, al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén. Oración de San Juan Crisóstomo Señor, no me prives de tus bienes celestiales, Señor líbrame de los tormentos eternos. Señor, si he pecado de intención o pensamiento, de palabra o acción, perdóname. Señor, redímeme de toda ignorancia, olvido, cobardía y despiadada insensibilidad. Señor, rescátame de toda tentación. Señor, ilumina mi corazón oscurecido por la concupiscencia. Señor, siendo humano 92


Ortodoxia - Catecismo breve

he pecado, pero Tú siendo el Dios generoso, ten piedad de mí, conociendo la enfermedad de mi alma. Señor, transmite tu gracia en mi ayuda, para que yo pueda alabar tu Santo Nombre. Señor Jesucristo, inscribe a tu siervo en el Libro de la Vida, y concédeme un buen fin. Oh Señor mi Dios, aun cuando no he hecho nada bueno a tu vista, sin embargo concédeme tu Gracia para hacer un buen comienzo. Señor, esparce en mi corazón el rocío de tu Gracia. Señor del cielo y de la tierra, recuerda a tu pecaminoso servidor, ignominioso e impuro, en tu Reino. Amén. Señor, recíbeme en mi arrepentimiento. Señor apártame de la tentación. Señor concédeme buenos pensamientos. Oh Señor, dame lágrimas y recuerdo de la muerte y contrición. Señor, dame el deseo de confesar mis pecados. Señor dame la humildad, la castidad y la obediencia. Señor, dame la paciencia, la magnanimidad y mansedumbre. Señor, introduce la raíz de todo bien en mi corazón, que es el temor ante Ti. Oh Señor, hazme capaz de amarte con toda mi alma, mi entendimiento y de cumplir en todo tu voluntad. Señor, protégeme de cierta gente, demonios, pasiones y de toda cosa perniciosa. Oh Señor, Tú sabes que Tú actúas como Tú quieres, que tu voluntad reine en mí, pecador, pues Bendito eres Tú para siempre. Amén. Oración al Ángel Guardián Oh Ángel de Cristo, Santo Guardián y Protector de mi alma y de mi cuerpo, perdóname todos mis pecados de hoy. Líbrame de todos los ardides del enemigo, para que no encolerice a mi Dios con ningún pecado. Ruega por mí, pecador e indigno servidor, para presentarme digno de la bondad y misericordia de la Santísima Trinidad, de la Madre de mi Señor Jesucristo, y de todos los Santos. Amén. Kontaquio a la Virgen María 93


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Yo tu propiedad oh Madre de Dios, Te canto una canción de triunfo, oh guerrera y defensora. Y Te presento el agradecimiento oh libradora de los apuros y como Tú eres invencible, líbrame de las múltiples desgracias para exclamarte: Regocíjate, Oh Novia no desposada. Muy loable, Siempre-Virgen, bendita Madre de Cristo Dios, ofrece nuestras plegarias al Hijo y nuestro Dios, rogándole para que salve por tu mediación, nuestras almas. Deposito toda mi esperanza en Ti, oh Madre de Dios. Escúdame bajo tu amparo. Oh Virgen Madre de Dios no me rechaces a mí, pecador, exigiendo tu auxilio y protección, pues mi alma ha puesto en Ti su confianza y apiádate de mí. En el momento de dormir (Besa la Santa Cruz. Has la señal de la cruz en tu cuerpo desde la cabeza hasta los pies. También has la Santa señal alrededor tuyo, expulsando los demonios, diciendo esta oración en honor de la Santa Cruz): Levántese Dios y sean disipados sus enemigos, y huyan de su presencia los que Lo aborrecen; desaparezcan como el humo, como se derrite la cera al calor del fuego, así perezcan los enemigos de la vista de los que aman a Dios, y que hacen la señal de la Cruz en sí mismos: que claman con regocijo: Regocíjate, oh venerable, vivificadora Cruz del Señor expulsando a los demonios por la fuerza de Aquel que estaba crucificado sobre Ti, nuestro Señor Jesucristo, que bajó al Hades y pisoteó la fuerza del diablo y que nos

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Ortodoxia - Catecismo breve

dio a Ti, gloriosa Cruz para expulsar a cualquier adversario, oh honorable y vivificadora Cruz del Señor, ayúdame junto con la Santa Soberana Virgen Madre de Dios y con todos los santos por los siglos. Amén. En tus manos, Señor Jesucristo, Dios mío, encomiendo mi espíritu; bendíceme, apiádate de mí y concédeme la vida eterna. Amén.

Oraciones para la Santa Comunión Troparios Oh Señor que naciste de la Virgen, pasa por alto mis inquietudes, y purifica mi corazón haciéndolo templo para tu purísimo Cuerpo y Sangre; no me rechaces de tu presencia, siendo infinita tu misericordia. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Cómo pretenderé, siendo indigno de participar de tus Santísimos Dones, pues si me atrevo a acercarme junto con los dignos, mi vestidura me denunciará, pues ella no es de gala, y conseguiré la condenación de mi alma sumamente pecadora. Purifica, oh Señor, la impureza de mi alma, y sálvame, pues amas a la humanidad. Ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Grande es la multitud de mis pecados, oh Madre de Dios, a Ti acudo Purísima exigiendo salvación, visita mi alma doliente e implora a tu Hijo y Dios nuestro, me sea concedido el perdón de todas las iniquidades que he cometido, oh Única Bendita. Oración de San Basilio el Grande Soberano, Señor Jesucristo, nuestro Dios, Fuente de vida y de inmortalidad, Creador de toda cosa visible. Hijo Unigénito del Padre co-eterno. Por tu gran clemencia, en los últimos días has tomado cuerpo humano, fuiste 95


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crucificado, fuiste sepultado por nosotros, ingratos y profanos. Y por tu sangre renovaste nuestra naturaleza corrompida por el pecado. Tú mismo, oh Rey inmortal, acepta el arrepentimiento de mí, el pecador, e inclina tu oído y escucha mis palabras - pues he pecado, Señor he pecado contra el cielo y ante Ti, y no soy digno de levantar mi mirada hacia la altura de tu Gloria. He encolerizado tu benevolencia, he contradicho tus mandamientos, he desobedecido tus preceptos. Pero Tú Señor, paciente y muy sufrido y clementísimo, no me dejaste perecer junto con mis iniquidades, esperando siempre que vuelva hacia Ti pues Tú, oh amante de la humanidad has dicho: No deseo la muerte del pecador, sino quiero que vuelva al arrepentimiento y viva. No quieres oh Soberano, que perezca la creación de tus manos, tampoco aceptarás que perezca el hombre, sino que todos se salven y lleguen al entendimiento recto. Por eso, también yo, aunque indigno soy del cielo y de la tierra, tampoco merezco esta vida pasajera, llenándome de pecados, multiplicando las pasiones, he dejado inmunda tu Imagen. Pero siendo tu obra y creación, yo infeliz no desespero de mi salvación, pues miro hacia tu inmensurable misericordia, me atrevo a acudir a Ti, acéptame Señor, Amante de la humanidad, como aceptaste a la ramera y al malhechor, como al publicano, como al hijo pródigo, y quítame el yugo pesado de mis pecados, Tú que has tomados los pecados del mundo, y curas las dolencias humanas. Pues no has venido Tú a llamar a los justos sino a los pecadores al arrepentimiento. Purifícame de toda impureza del cuerpo y del alma y enséñame a temerte con tu Santidad para que, teniendo la conciencia impecable pueda unirme a tu Santo Cuerpo y Sangre, Te tengo viviendo siempre dentro de mí. Sí Señor Jesucristo mi Dios, que no sea juicio esta comunión con tus vivificantes y purísimos Misterios, ni siquiera quede inválido en alma y cuerpo, por 96


Ortodoxia - Catecismo breve

comulgar indignamente, sino déjame hasta el último suspiro tomar la porción de tu Santidad, para la comunión del Espíritu Santo la guía de la vida eterna, una buena respuesta en tu Temible juicio, para que yo, mutuamente con todos tus elegidos, reciba lo que preparaste a tus amados, en los cuales eres loado por los siglos. Amén. Oración de San Juan Crisóstomo Señor Dios mío, yo sé que no soy digno y que no merezco que entres bajo el techo del templo de mi alma porque está completamente desolada y caída, y no tienes en mí un lugar digno para reposar tu cabeza. Desde lo más alto te humillaste por causa nuestra, acepta ahora mi humildad. Así como te dignaste reposar en una gruta y en un pesebre de bestias irracionales, ahora dígnate reposar en el pesebre de mi alma irracional y entrar en mi corrupto cuerpo. Así como no desdeñaste entrar y cenar con pecadores en la casa de Simeón el Leproso, consiente también entrar en la casa de mi humilde alma, que es toda leprosa y pecaminosa. Y así cono no rechazaste a la mujer, pecadora como yo, cuando se acercó y te tocó, también se compasivo conmigo que soy pecador, al acercarme a Ti y tocarte, Y como no despreciaste los labios impuros y sucios de la mujer que te besó, así también no te repugnen mis labios aún más corruptos e impuros y mi muy inmunda lengua. Sea la brasa ardiente tu Santísimo Cuerpo y preciosa Sangre para la Santificación e iluminación y el fortalecimiento de mi humilde alma y cuerpo, para alivio del yugo de mis muchos pecados, para protección contra toda acción diabólica, para suprimir y expulsar mis costumbres mas feroces y malignas, para mortificación de las pasiones, para obediencia de tus Mandamientos, para sumar tu Divina Gracia, para adquirir tu Reino, porque no es con insolencia que me acerco a Ti, Cristo Dios, sino 97


Archimandrita Padre Chrysóstomos

confiando en tu inefable bondad, no sea que llegue a ser presa del lobo espiritual por abstenerme por mucho tiempo de tu comunión. Por eso, te ruego, Señor, oh Soberano, Único Santo, santifica mi alma y cuerpo, mi mente y mi corazón, mi vientre y mis entrañas, y renuévame completamente. Arraiga en mis miembros el temor de Ti, y haz indeleble en mí tu santificación. Sé también mi auxilio y mi defensa, guía mi vida en paz, y hazme digno de estar a tu diestra con tus Santos: por las oraciones e intercesión de tu Purísima Madre, de los espíritus que te sirven, de las purísimas Potestades y de todos los Santos que siempre te han agradado. Amén. Oración de San Basilio el Grande Conozco, oh Señor, que comulgo con tu purísimo Cuerpo y tu purísima Sangre, y que como y bebo mi propia condenación, sin considerar el valor de tu Cuerpo y tu Sangre, de mi Cristo y Dios. Pero, con atrevimiento acudo a tu misericordia, porque Tú has dicho: El que come de mi Carne y bebe mi Sangre está en Mí y Yo en él. Apiádate pues Señor, y no me condenes a mí, pecador, trátame según tu benevolencia, para que tus Santidades sean para mí, curación, purificación, esclarecimiento, conservación, salvación y santificación del alma y cuerpo. Para rechazo de malos pensamientos y perversas acciones e influencia del diablo ejercida sobre mis miembros. Para corrección de mi vida. Para consolidar y aumentar las virtudes, para cumplir los mandamientos, para la comunión con el Espíritu Santo, Viático a la vida eterna, para la esperanza de merecer una favorable defensa en tu temible Tribunal. Que 98


Ortodoxia - Catecismo breve

no me sean para juicio y condenación. Oración de San Juan Crisóstomo Oh Dios, desprende, quita, perdóname los pecados que he cometido ante Ti, de palabra, obra, pensamiento, voluntaria o involuntariamente, a sabiendas o por ignorancia, perdóname todo, Tú que eres Bondadoso y Amante de la humanidad. Por las oraciones de tu Purísima Madre, de tus Servidores Espirituales, de las Fuerzas Santas y de todos los Santos que Te complacieron desde el principio de los siglos. Hazme digno de recibir sin condenación tu Santo y Purísimo Cuerpo y Preciosa Sangre, para la curación de mi alma y de mi cuerpo, y para la purificación de mis malos pensamientos. Pues Tuyo es el Reino, el Poder y la Gloria, del Padre y del Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén. Oración de San Juan Crisóstomo Creo oh Señor, y confieso, que en verdad eres Cristo, Hijo del Dios vivo, que has venido al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales soy yo el primero. También creo que éste es tu Purísimo Cuerpo y que ésta es tu Preciosa Sangre. Por eso Te imploro; apiádate de mí y perdona mis pecados voluntarios e involuntarios, los cometidos por palabra u obra, con conocimiento o por ignorancia. Hazme digno de participar sin condenación de tus Santos Sacramentos, para la remisión de los pecados y para la vida eterna. Amén.

Oraciones Después de la Comunión Cuando hayas recibido la Santa Comunión de los Místicos Dones creadores de Vida, canta inmediatamente, da las 99


Archimandrita Padre Chrysóstomos

más fervientes gracias y con todo este fuego del alma, di al Señor. ¡Gloria a Ti, oh Dios! (3 veces) Seguidamente, estas Oraciones de Acción de Gracias: Te doy gracias, oh Señor Dios mío, de que no me hayas rechazado a mí pecador, sino que me hayas concedido ser un participante de tus Santos Misterios. Te doy gracias de que me hayas permitido a mí, el indigno, tomar parte de tus purísimos y celestiales Dones. Pero, oh Señor que amas a la humanidad, que por nuestro amor moriste y resucitaste y surgiste de nuevo, y nos otorgaste estos temibles y vivificadores Misterios para el beneficio y santificación de nuestras almas y de nuestros cuerpos: concédeme que éstos puedan servirme incluso para la curación del alma y del cuerpo, el rechazo de lo adverso, para la iluminación de los ojos de mi corazón, para la paz de mis potencias espirituales, para la fe valerosa, para el amor no fingido, para la plenitud de la sabiduría, para guardar tus Mandamientos, para el aumento de tu Divina Gracia y para la consecución de tu Reino: para que, preservado por ellos en tu santidad, pueda recordar siempre tu gracia y ya no viva más para mí, sino para Ti, Señor y Benefactor nuestro. Y de este modo, cuando yo parta de esta vida en la esperanza de la vida eterna, pueda alcanzar el reposo perpetuo, donde jamás cesa la voz del canto de los festejantes, ni el gozo sin fin de los que contemplan la inefable belleza de tu Rostro; porque Tú eres el verdadero deseo y el indecible gozo de los que te aman, oh Cristo nuestro Dios; y a Ti Te alaba toda la creación, por los siglos de los siglos. Amén. Oración de San Basilio el Grande 100


Ortodoxia - Catecismo breve

Oh Señor Jesucristo, Rey de los siglos y Creador de todo, Te doy las gracias por todas las cosas buenas que Tú me has otorgado y por la comunión de tus purísimos y vivificantes Misterios. Por tanto, yo te ruego, oh dador de gracias y amante de la humanidad: guárdame bajo tu protección y a la sombra de tus alas. Y concédeme que, con pura conciencia hasta mi último aliento, participe dignamente de tus Cosas santas, para la remisión de mis pecados y para la vida eterna; pues Tú eres el pan de vida, la fuente de toda santidad, el dador de todos los bienes y a Ti te glorificamos, al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén. Oración a la Santísima Madre de Dios ¡Oh Santísima Soberana y Madre de Dios, luz de mi alma entenebrecida, esperanza mía, mi amparo, mi refugio, mi consuelo y mi alegría! Te doy las gracias, porque me has concedido a mí, el indigno, participar del purísimo Cuerpo y de la preciosa Sangre de tu Hijo. Pero Tú, que diste a luz la verdadera Luz, ilumina los noéticos ojos de mi corazón. Tú, que has dado al mundo la fuente de la inmortalidad, vivifícame a mí que yazgo muerto en el pecado. Tú, que eres la amante madre llena de compasión del Dios misericordioso, ten piedad de mí y concédeme arrepentimiento y contrición de corazón, y humildad de mente, y la liberación de la esclavitud de los malos pensamientos. Y concédeme que hasta mi último suspiro pueda recibir sin condenación la santificación de estos santos misterios, para la salvación del alma y del cuerpo. Y concédeme lágrimas de arrepentimiento y de confesión: que yo pueda alabarte y glorificarle todos los días de mi vida; pues bendita eres Tú y glorificada por los siglos de los siglos. Amén.

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Ortodoxia - Catecismo breve

La Divina Liturgia La palabra liturgia significa obra del pueblo. La Liturgia enseña la verdadera relación entre la persona y la comunidad, entre el miembro y el cuerpo: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. En los oficios litúrgicos estas palabras toman el relieve de lo vivido, nos ayudan a desprendernos de nosotros mismos y a apropiarnos de la oración de la humanidad. Junto a nuestro destino están los destinos de todos los hombres. Las letanías, como enormes olas, arrastran al fiel más allá de sí mismo; no es sólo una oración, es nuestra oración, un canto en comunidad por la

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Arcimandrita Padre Chrysóstomos

vida y la salvación del mundo. La Divina liturgia propiamente dicha, representa los tres pasajes de la economía de la salvación. El primer acto, o prosocomedia, muestra el lazo mesiánico entre la prehistoria y la historia; el segundo, liturgia de los catecúmenos, reproduce el conjunto de la obra de Cristo, y el tercero, liturgia de los fieles, representa la pasión, la muerte, la resurrección, la ascensión, la parusía y el reino eterno de Cristo. Es decir que la Liturgia reproduce, como dice Teodoro de Andida, «todo el misterio de la economía» y, según san Teodoro el Estudita, es «la recapitulación de toda la economía de la salvación». La Liturgia es un misterio que se desarrolla en el escenario sagrado del templo e incluye en la acción a la asamblea de los fieles. Es un drama dialogado y dirigido por el Sacerdote, asistido por el Diácono -mensajero o heraldo- y por el coro de los fieles. En este “servicio público” o “causa común”, el pueblo presenta su ofrenda a Dios y Dios lo gratifica con su gracia y con su presencia. La barrera móvil que forman las puertas del iconostasio dirige los diferentes grados de acceso a lo celeste. Permaneciendo entre el Santuario y la Nave, el Diácono, ángel-mensajero, anuncia lo que se prepara y dirige la acción común, entona el diálogo litúrgico, guía las oraciones de la asamblea y regula las posturas de todos y cada uno. La Divina Liturgia es también, y sobre todo, una participación, una comunión de toda la asamblea que celebra: la Muerte, la Sepultura, la Resurrección al tercer día, la Ascensión a los cielos, el sentarse a la diestra del Padre y el Segundo y Glorioso advenimiento. Todo esto tiene una proyección eterna: Salva a los hombres de todos 104


Ortodoxia - Catecismo breve

los tiempos. Pero por encima de todo esto vive “El Milagro”: La Presencia Eucarística que espera darse en “alimento” para ser consumida. “No es que baje el cuerpo subido al cielo, sino que el pan y el vino se cambian en Cuerpo y en Sangre y no hacen más que uno y lo mismo” (San Juan Damasceno). Cristo está presente y se nos da en Comunión. Es durante la Liturgia que se nos manifiesta lo que Cristo hizo, hace y hará por nosotros; es realmente el lugar donde nos encontramos con la presencia de Dios; es ahí que, comulgando de Cristo, comulgamos con todos nuestros hermanos; es ahí, en nuestra Divina Liturgia, donde recibimos el Cuerpo y la Sangre del Resucitado. Los israelitas tenían la costumbre de celebrar los “berakoth” o bendiciones, con las cuales daban gracias a Dios por sus dones. Justamente el reconocer que un don viene de Dios, el hacer memoria de este don con reconocimiento y acción de gracias (eukaristia) es una actitud fundamental de todo hijo de Dios. Es, en efecto, por esta acción de gracias (eukaristia) permanente que el hombre reconoce la obra del Creador, le manifiesta su reconocimiento y, en nombre de la creación entera, le re-envía su gloria (anapempo = enviarlo hacia arriba, volverlo a enviar); es, pues, por esta Eucaristía, por esta acción de gracias, que el hombre, quien es la conciencia de toda la creación, reconoce la ligadura que une la creación al Creador y mantiene, por este memorial de acción de gracias, la corriente de Amor entre el Creador y su creación y, al mismo tiempo, mantiene también la armonía del universo. 105


Archimandrita Padre Chrysóstomos

Así pues, nuestro Señor Jesucristo, la noche del Jueves Santo, celebraba una “beraka” o bendición, presidiendo la comida de sus Discípulos. Esto se nos muestra claramente en el Evangelio de Lucas 22:14-20: Llegada la hora, Jesús se sentó a la mesa con sus discípulos. Y les dijo: -¡Cómo he deseado celebrar esta pascua con ustedes antes de morir! porque les digo que no la volveré a celebrar hasta que tenga su cumplimiento en el reino de Dios. Tomó entonces un cáliz, dió gracias y dijo: - Tomen esto y repártanlo entre ustedes pues les digo que ya no beberé del fruto de la vid hasta que llegue el reino de Dios. Después tomó pan, dió gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo: - Esto es mi cuerpo que se entrega por ustedes; hagan esto en memoria mía. Y después de la cena, hizo lo mismo con el cáliz diciendo: - Este es el cáliz de la nueva alianza sellada con mi sangre, que se derrama por ustedes. Este pasaje del Evangelista Lucas hace referencia al ritual de bendición de una comida judía, tal como nos es descrita en el “Mishna”. Al principio de la comida se bendecía una primera vez la copa de vino diciendo: “Bendito eres Señor Dios nuestro, Rey de los siglos, que nos das el fruto de la vid”. Es por eso que Jesús toma la copa al principio de la comida una primera vez y dice: - Tomen esto y repártanlo entre ustedes pues les digo que ya no beberé del fruto de la vid hasta que llegue el reino de Dios. El miembro más joven de la familia o a su defecto el criado, entonces traía la bandeja con agua para que el jefe de la familia se lavase las manos; así pues, esto es lo que debió hacer San Juan, el más joven de los apóstoles, pero Jesús se la quitó de las manos y se puso a lavar los píes de los apóstoles. “Estaban cenando y ya el diablo había convencido a Judas Iscariote, hijo de Simón, para que entregara a Jesús. Entonces Jesús, sabiendo que el Padre le había entregado 106


Ortodoxia - Catecismo breve

todo, y que de Dios había venido y a Dios regresaba, se levantó de la mesa, se quitó el manto, tomó una toalla y se la colocó en la cintura. Después echó agua en una palangana y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla que llevaba en la cintura” (Jn 13:2-5). Después, el jefe de familia, tomando el pan lo partía diciendo:“Bendito seas Señor Dios nuestro, Rey de los siglos, que produces el pan de la tierra... demos gracias a nuestro Dios que nos alimenta de su abundancia”. Es aquí donde Jesús “tomó pan, y habiendo dado gracias, lo partió y les dio diciendo: -Esto es mi cuerpo que por vosotros es dado. Haced esto en memoria mía” (Lc 22:19). Jesús hizo el gesto tradicional del jefe de familia judía, pero dándole un sentido completamente nuevo, identificando el pan a su propio Cuerpo, que será dado sobre la Cruz por la vida del mundo. Después de la comida, el jefe de familia tomaba la copa y la bendecía una segunda vez: “Asimismo, después de haber cenado, tomó también la copa y dijo: -Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre, que por vosotros se derrama” (Lc 22:20). Así se explican las dos bendiciones de la copa de las cuales sólo San Lucas ha conservado el recuerdo. Pero Jesús le da un sentido nuevo, identificando el vino a su Sangre, la cual sería derramada al día siguiente sobre la Cruz; dicha Sangre es la que sellará la Nueva Alianza entre Dios y los hombres. San Pablo complementa el relato de Lucas añadiendo: “Cada vez que coméis de este pan y bebéis de esta copa, anunciáis la muerte del Señor, hasta que Él venga” (1Cor 11:26). La bendición de la cena y la ofrenda de reconocimiento del pan y del vino a Dios estaban asociados 107


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a la ofrenda que Cristo hará la mañana siguiente de su Cuerpo y de su Sangre sobre la Cruz, y también se asocian al cumplimiento de la Nueva Alianza entre Dios y su pueblo, por el sacrificio de Cristo ofrecido para el perdón y la remisión de los pecados de todos los hombres de todos los tiempos. “Haced esto en memoria mía”, “hasta que 'Yo' venga” (Lc 22:19; 1Cor 11:26). Ahora bien, cuando nosotros evocamos este “Acto de Cristo” (Anámnesis) dentro del Memorial Eucarístico, salimos del tiempo para comulgar “El gesto eterno del Hijo de Dios para pasar a través de su pueblo y para conducirnos a su Reino”. Es por obra del Espíritu Santo que esta evocación celebrada en un momento determinado dentro del tiempo, se convierte en “Comunión y Participación” de toda la asamblea en el gesto Eterno del Hijo de Dios de institución de la Eucaristía. (Lc 22:19-20). La Importancia de la Divina Liturgia radica en que: !

En ella se manifiesta y se nos participa todo lo que Cristo hizo, hace y hará para la salvación de la humanidad.

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La Divina Liturgia es realmente el lugar donde nos encontramos “cara a cara” con Cristo Salvador.

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Todos los acontecimientos sucedidos en la Divina Liturgia se dan en espera del Banquete del Reino, en el cual se celebrarán las Bodas de Cristo y de su Esposa, la Iglesia (nosotros todos).

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Es ahí, en la Divina Liturgia, que comulgando de Cristo, comulgamos con todos nuestros hermanos en el Misterio de la Iglesia, 108


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cumpliendo así el mandamiento más importante: “Que os améis los unos a los otros. Que, como Yo os he amado, así os améis también los unos a los otros” (Jn 13:34). ! Es ahí, en la Divina Liturgia, que recibiendo el Cuerpo y la Sangre del Resucitado, entramos en el Misterio de su Cuerpo y contemplamos su Resurrección. “Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así que, ya vivamos o ya muramos, del señor somos. Porque Cristo murió y resucitó para ser Señor tanto de muertos como de vivos”. (Rm 14:8-9). Históricamente la liturgia se verifica en torno a la comida del señor. El Apocalipsis nos da la visión de lo que simultáneamente pasa en la tierra y en el cielo durante la liturgia: «Vi... un cordero que parecía inmolado... ví y oí... la voz de una multitud de ángeles. Clamaban con gran voz: El cordero es digno de recibir alabanza y gloria. Y oí a todas las creaturas que decían: Gloria al Cordero por los siglos de los siglos. Y los cuatro animales dijeron: Amén, y los ancianos se prosternaron y adoraron» (Apoc. 7, 9-12). Los planos cosmos, humano y angélico se unen en la única eucaristía: «De la nada nos llamaste al ser, y no has parado de obrar antes de elevarnos al cielo y abrirnos el Reino del siglo futuro». El principio alcanza el fin; al Génesis responde el Apocalipsis. En verdad el mundo ha sido creado para la comida mesiánica: «El ángel me mostró el río de agua viva... y sobre las dos orillas del río se encontraba el árbol de la vida» (Apoc. 22,1-12). En esta visión del mundo futuro, los Padres distinguen la imagen de la Eucaristía eterna; pero ya aquí, en la tierra «quien come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna» (Jn 6,54). 109


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La Eucaristía en el mundo es ya algo diferente al mundo: «Que llegue la gracia y que pase el mundo», exclama la oración eucarística de la Doctrina de los doce apóstoles. Ante el anuncio escatológico el mundo se eleva todo entero: la encarnación, la expiación, la resurrección y la Parusía se anuncian desde el fondo del mismo cáliz. Es la esencia del cristianismo: el misterio de la vida divina se constituye en misterio de la vida humana, «para que todos sean uno, como tú Padre, estás en mí y yo en tí» (Jn 17,21). Es por lo que a la constitución de la Iglesia el día de Pentecostés, le siguen inmediatamente la revelación de su naturaleza: «Perseveraban en la comunión fraterna, partían el pan y oraban juntos» (Hch, 2, 46). La expresión se convierte en el estudio eucarístico de la misma vida: «Todos los que creían vivían unidos, teniendo todas las cosas en común» (Hch 2, 44). Por medio del pan-cristo, los fieles se convierten en ese mismo pan, ese mismo amor uno y trino, la oración sacerdotal vivida por el hombre. Cada vez que un fiel ortodoxo se acerca a la santa cena, dice: «Hazme hoy participe de tu cena mística, Oh Hijo de Dios». El recuerdo reproduce; el memorial litúrgico invita a participar en lo único que permanece. San Juan Crisóstomo dice: «Toda la Eucaristía se ofreció una vez y jamás se ha agotado. El Cordero Dios, comido una vez y jamás consumado». Y Nicolás Cabasillas:« El pan se hace Cordero». Desarrollo de la celebración Desde la época en que los Discípulos, después de Pentecostés, “acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones” (Hch 2:42), la Iglesia de Cristo no ha cesado nunca, cada Domingo (día de la Resurrección, día del Señor), de recordar las enseñanzas de los apóstoles y de 110


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proceder, dentro de la comunión fraterna y de la plegaria, a la Fracción del Pan. A estos gestos llamamos hoy Divina Liturgia. Aunque según las tradiciones locales la celebración de esta Liturgia se reviste de formas diferentes, ella se conforma siempre y por todo en un mismo esquema, el cual se remonta, evidentemente, a la Tradición Apostólica, fuente común de la práctica de todas las Iglesias locales. Y es este esquema apostólico el que vamos a analizar, pues se le encuentra en todas las Liturgias en uso por los cristianos ortodoxos, desde los orígenes hasta el día de hoy, y en particular en la Liturgia de San Juan Crisóstomo, en la de San Basilio el Grande, la de San Jaime (Liturgia de la Iglesia de Jerusalén) y también la Liturgia de San Marcos (Liturgia de la Iglesia de Alejandría, que puede celebrarse el día de la fiesta del Santo por todas las Iglesias).

Esquema Litúrgico 1. El Kairon a) Las Oraciones de Entrada al Templo b) Las Oraciones para Revestirse. 2. La Prótesis o Proskomidia a) Preparación de las ofrendas (pan y vino) destinadas al Sacrificio Eucarístico. 3. La Liturgia de los Catecúmenos a) La Enarxis. Bendición inicial del Sacerdote. b) Letanía de la Paz. Larga oración litúrgica dialogada entre el Diácono y el pueblo, y concluida con una exclamación del Sacerdote. c) Primera Antífona. El coro entona ya sea el Salmo 103 o unos versículos antifonados que alaban a la 111


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d) e)

f)

g) h) i) j) k) l) m)

n) o) p)

Theotokos pidiendo la intercesión de Dios; según sea el caso. Letanía menor. Similar a la primera en su estructura, sólo que nada más se entonan las dos oraciones finales y la conclusión del Sacerdote. Segunda Antífona. El coro entona ya sea el Salmo 145 o unos versículos antifonados que alaban a todos los Santos pidiendo la intercesión de Dios; según sea el caso. El Himno de la Ortodoxia. Inmediatamente después de la Segunda Antífona, el coro entona “Gloria...” y “ahora y siempre...” y el Himno de la Ortodoxia (Oh Verbo de Dios, HIjo Unigénito...). Segunda Letanía menor. Exactamente igual que la Letanía anterior. Tercera Antífona. El coro entona ya sea las Bienaventuranzas o unos versículo antifonados que alaban a Dios. Pequeña Entrada. Procesión con el Evangelio. El Eisodikon. El coro canta “Venid adoremos...” u otro canto propio si es día festivo. Los Troparios. El coro canta los troparios y el kondakio propios. El Trisagion. “Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal...” La Liturgia de la Palabra. ! Prokimenon. ! Lectura de la Epístola. ! Aleluya. ! Lectura del Evangelio. ! Homilía Letanía de la Ferviente Súplica. Oración por los Catecúmenos. Despedida de los Catecúmenos. Ya que los Catecúmenos se están preparando para acoger todos los misterios que encierra nuestra Fe, todavía 112


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no estan aptos para comprender el gran Misterio Eucarístico, así pues, se retiran al Soleas para desde ahí participr del resto de la Liturgia. 4. Liturgia de los Fieles. a.) Primera Oración por los Fieles. b.) Segunda Oración por los Fieles. c.) El Cherubikon. Himno de los Querubines. d.) La Gran Entrada. Procesión con los Santos Dones. e.) Las Peticiones. f.) Letanía de la Prótesis o de la Proskomidia. g.) Ósculo de la Paz. h.) El Símbolo de la Fe (Credo). i.) La Santa Anáfora Oración Eucarística. j.) Himno de la Victoria “Santo, Santo, Santo...” k.) Anámnesis. Conmemoración de la Cena del Señor. l.) Ofrecimiento “Lo Tuyo de lo tuyo, lo ofrecemos por todo y por todos”. m.) Epíclesis. Consagración. n.) Gran Oración por la Iglesia. o.) Megalinarion. Canto a la Theotokos. p.) Dípticos. q.) Letanía de Antes del Padre Nuestro. r.) El Padre Nuestro. s.) Oración de inclinación de las cabezas. t.) La Elevación. “Lo santo para los santos”. u.) Fracción del Pan. ! Comunión del Clero. ! Comunión de los niños. ! Oraciones preparatorias ! Comunión del pueblo. v.) Himno de post-comunión.

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w.) Bendición con los Santos Dones x.) “Llénese mi boca de tu alabanza...” y.) Letanía de Acción de Gracias z.) Oración del Ambón a.a.) Dismissal b.b.) Distribución del Antidoron c.c.) Oraciones de acción de Gracias La prótesis o proskomidia Ya el primer acto o prótesis, la preparación del pan y del vino, es un pequeño drama realista muy condensado que reproduce la inmolación del Cordero, dado así un esquema sucinto del sacrificio que va a realizarse durante la Liturgia. En la parte norte del Santuario se encuentra el Altar de la Proskomidia o -Prótesis- (ofertorio), sobre éste son preparados los Santos Dones para su Consagración. Para la Proskomidia son utilizados varios implementos: X Diskos (patena), donde se coloca el Cordero (parte de pan que va a ser consagrada) y todas las conmemoraciones de vivos y difuntos. X Asteriskos, puente en forma de Cruz que sostiene el velo con el que se cubren los dones ofrecidos en el Diskos. X Cáliz, para el vino. X Prósfora, pan para Consagrar. X Lanza, con la que es partido e1 Cuerpo de Cristo. X Cuchara, para administrar la comunión. X Esponja (ya hablamos de ella). 114


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X Tres velos; dos pequeños para cubrir el Diskos y el Cáliz y uno grande -aer- que cubre a ambos. X Zeón, copa de plata sin pie en la que se pone agua caliente después de la Epíclesis. X Incensario, que simboliza los dones ofrecidos por los Magos al niño Jesús (oro, incienso y mirra). En el lado sur del Santuario esta el Diakonikón. Es una mesa o pequeña capilla para revestirse, colocar los Ornamentos, Libros o implementos de la Divina Liturgia. El sacerdote toma el pan preparado y traza con la lanceta tres veces el signo de la cruz, después la clava al costado derecho y corta diciendo: «Como una oveja ha sido llevado al matadero» (Is 53,7). También hace la incisión en el costado izquierdo: «Y como un cordero 115


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sin mancha, mudo ante el trasquilador, así no abre la boca» (Is 53,7). Después de dos incisiones más, el sacerdote reitera la parcela, desde entonces se llama «el Cordero» (Imagen 1), y dice:«Pues su vida ha sido quitada de la tierra». Coloca esta parcela al revés sobre la patena, significando la kénosis. El diácono dice: «Inmolad, Señor». El preste entonces corta profundamente la parcela en forma de cruz pronunciando: «El Cordero de Dios es inmolado, el que quita los pecados del mundo, para la vida y salvación del mundo». Después gira la parcela y el diácono dice:«Atravesad, Señor». El preste atraviesa con la lanza la parte alta del costado derecho del pan, citando:«Uno de los soldados le atravesó el costado, y al instante salió sangre y agua» (Jn 19,34). El diácono coloca vino y un poco de agua y dice: «Bendecid, Señor, la santa unión». Sacando otra porción, el sacerdote la coloca a la derecha del Cordero, diciendo: «La Reina está a tu diestra en vestido de oro» Esta porción representa a la Madre de Dios al pie de la Cruz (Imagen 2) (Sal. 44,10). La siguiente parcela menciona el Precursor y los ángeles (Imagen 3) (y es el icono de la Deesis, bodas del Cordero), después vienen las porciones que representan a los profetas, los apóstoles, los santos, las porciones para los 116


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vivos y muertos, cada uno presentado nominalmente.(Imagen 4 y 5) Así, sobre la patena de la ofrenda, se reconstituye la figura perfecta de la Iglesia en su dimensión universal que cubre el cielo y la tierra, que alcanza a los ausentes e incluso a los muertos, la Iglesia-Cordero que recapitula en él a todo viviente: «como tú solo sabes, de una manera conocida por

ti solo». Es la imagen del Cuerpo de Cristo: la comunión total en el cuerpo total. Esta visión desborda netamente el tiempo. Durante la incensación, el diácono pronuncia: «Oh Cristo, estuviste presente con tu cuerpo en el sepulcro, con el alma en el limbo, como Dios, en el paraíso con el ladrón, y en el trono con el Padre y el Espíritu Santo: Tú, el infinito, que lo llenas todo». Es la visión de un todo perfecto: «Todo lo que se ha realizado para nosotros, la cruz, el sepulcro, la resurrección, la ascensión, la presencia a la derecha del Padre, la segunda venida gloriosa». 117


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De la eternidad, de la preexistencia, la acción litúrgica nos hace descender ahora al desarrollo histórico. El Cordero entra en la historia, aparece en un punto determinado del espacio y del tiempo, toma la figura de niño y es la Navidad. El sacerdote cubre la patena con las porciones colocando encima la estrella de metal y pronuncia: «Habiendo llegado la estrella encima del lugar donde nació el niño, se paró» (Mt 2,3). La oración dirigida al Espíritu Santo:«Rey del Cielo, oh Paráclito...»el equivalente al Veni Sancte Spiritus, es la epíclesis general en el umbral del Misterio. La liturgia de los catecúmenos A la entrada del segundo acto, el diácono se coloca ante las p u e r t a s santas y dice: «Bendecid, Señor». El sacerdote proclama la doxologíabendición: «bendito sea el reino del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo», que nos coloca de golpe en el reino de la Trinidad santa,. El diácono invoca ese orden supremo que 118


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lleva el nombre de Shalóm, paz y trae, de parte de la gran comunidad, su oración colectiva: «En paz, oremos al señor...» . La puerta del santuario se abre, como se abre el Reino de Dios a la llegada de Cristo; es la pequeña Entrada. El sacerdote, precedido de un cirio encendido, lleva solemnemente el Evangelio a la altura de la frente. es la representación ritual de Cristo anunciando su palabra, precedido de san Juan Bautista, llama ardiente y brillante» (Jn 5,35). La «oración de entrada» menciona a los ángeles que celebran en el cielo la eterna Liturgia y que se unen ahora a los fieles para la concelebración común: «Maestro y Señor Dios nuestro, que estableciste en los cielos los órdenes y ejércitos de ángeles y arcángeles para celebrar la liturgia de tu gloria, haz que con nuestra entrada tenga lugar la entrada de tus ángeles, para que con nosotros concelebren y glorifiquen tu amor, pues a ti te conviene toda gloria y toda adoración». La última palabra acentúa fuertemente el sentido de este rito: la adoración, y explica esa irrupción de lo celeste en lo terrestre en el momento de la pequeña y gran Entrada. Los ángeles celebran en el cielo la eterna liturgia y participan en la liturgia de los hombre que es una 119


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inserción en el tiempo de la adoración perpetua, condición normal de toda criatura. Es el tema iconográfico tan extendido llamado«de la divina liturgia», que representa a Cristo en vestiduras pontificales en el altar, rodeado de ángeles concelebrando y vestido de sacerdotes y de diáconos. «Bendita sea la entrada de tus santos», dice el sacerdote. Es la llamada a la adoración de todas las potencias de santidad de la iglesia. Los santos y todos los hombres en su principio mismo de participación a la santidad de Dios y todos los ángeles, todos juntos, en sinarxis litúrgica, se prosternan. Así, el Dios Santo, oculto en el Misterio mismo de su esplendor como en una nube, es adorado por todas las potencias de su propia santidad, «radiante en el rostro de los santos». Después de la bendición de entrada el diácono eleva el Evangelio y proclama: «Sabiduría». Es una llamada a los fieles para evitar cualquier distracción y entregarse completamente al acto de adoración. El coro canta Venite adoremus, «venid adoremos y prosternémonos ante Cristo...Sálvanos, oh Hijo de Dios, tú que eres admirable en tus santos». En el oficio pontifical, es el momento en que el obispo entra en función sacerdotal, litúrgica: marca el comienzo de la liturgia condensado en el acto de adoración. Siguen los cánticos que conmemoran, justamente en este momento, los santos días y de la Iglesia. La significación del conjunto es grandiosa en su amplitud: todo está reunido en el acto de la prosternación. Es el advenimiento de Cristo rodeado de la multitud de testigos y de servidores de su gloria; es la santidad irradiante de Dios en su principio humano, asamblea de los santos. 120


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El diácono se inclina y se dirige al preste: «Bendice el tiempo del Trisagio». El sacerdote bendice diciendo: «Porque eres santo, oh Dios nuestro, ahora y por siempre jamás» «Hay un tiempo para todo», dice el Eclesiastés (Ecl 3,1). Dios «hace toda cosa hermosa en su tiempo: incluso colocó en el corazón del hombre la idea de eternidad» (Ecl 3,11). Así hay también el tiempo litúrgico del Trisagio, el tiempo de la adoración. El sacerdote dice la oración del Trisagio:«Dios santo que habitas en el santo de los santos, a quien alaban los serafines con el canto del himno tres veces santo: glorificado por los querubines y adorado por todas las potestades celestes:... tú que te dignaste conceder a tus humildes e indignos servidores el honor de encontrarnos en este instante ante la majestad y la gloria de tu santo altar y de ofrecerte la adoración que te es debida: acepta pues, Señor, de nuestros labios pecadores el himno del Trisagio, ...pues eres santo, oh Dios nuestro y te glorificamos, Padre, Hijo y Espíritu Santo». El sacerdote se prosterna tres veces diciendo el Trisagio y el coro lo canta: «Santo Dios, santo Fuerte, santo 121


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Inmortal, ten piedad de nosotros», la puerta abierta sobre el misterio de Dios Trino, de donde, en la amplitud de la adoración litúrgica, Cristo avanza y aparece ante los fieles. Antes de acabar el canto, el diácono pronuncia dynamis (fuerza): invitación a redoblar la intensidad y hacer resonar plenamente el himno. En la Liturgia pontifical, el obispo avanza durante el canto teniendo en la mano izquierda el dikirion (candelabro con dos cruzados, misterio luminoso de las dos naturalezas de Cristo) y en la derecha el Trikirion (candelabro de tres velas, luz trisolar y bendice el pueblo cruzando las figuras cristológicas y trinitaria. Es la densidad-límite de la figuración que alcanza así, en el punto del cruce, lo indecible de la santidad divina. Sigue la «ceremonia de trono», o su bendición, que presenta una figura simbólica del trono de Dios tres veces santo hacia quien subió el canto del Trisagio. Ya San Justiniano (martirizado en Roma 155) nos dice que la celebración del Misterio Eucarístico, estaba precedida de lecturas de la Biblia comentadas y explicadas por el que preside la asamblea (Presbíteros u Obispos); esto es a lo que llamamos “Liturgia de Catecúmenos”, puesto que quienes la presenciaban eran los catecúmenos (aquellos que se están preparando en la Fe para ser bautizados y así pertenecer a la Iglesia de Cristo). Estas lecturas comprendían: X Lecturas del Antiguo Testamento. En la Liturgia de San Juan Crisóstomo esto es la 1a, 2a y 3a Antífona (Salmos 103, 146 y las Bienaventuranzas). -En la Liturgia de San Basilio, cuando se celebra con Vísperas, son las lecturas que hacen referencia a la Fiesta-. X Lectura de la Epístola, es decir, una de las cartas dirigidas por los apóstoles a las comunidades de la 122


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época. Lectura del Evangelio; una porción de uno de los cuatro Evangelios (sin embargo, bien sabemos que sólo hay un Evangelio). Cristo abolió la enemistad, disipo las tinieblas, y su palabra resuena en la lectura de la Epístola (a esta perícopa sacada de los Hechos o de las Epístolas se le da el nombre del Apóstol) y del Evangelio del día. La sintaxis de los catecúmenos lleva su epíclesis: la oración que procede a la lectura del Evangelio pide el don de la iluminación que se refiere al texto de Luc 24, 45-46: «Les abrió la inteligencia, para que comprendiesen las Escrituras... os enviaré la promesa de mi Padre, el Espíritu que os guiará en toda verdad» Es el metabolismo eucarístico de la lectura de las Escrituras en Palabra de Dios, la Eucaristía bíblica de los catecúmenos. La costumbre hace seguir a la lectura una homilía episcopal o una predicación. Las letanías cerraban esta parte arrastrando a los asistentes en su movimiento ecuménico. Y es entonces cuando el diácono anunciaba el «despido de los catecúmenos» y cuando los penitentes y los catecúmenos 123


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abandonaban el templo y empezaba la Liturgia de los fieles. La Liturgia de los fieles Llamamos a esta segunda parte Liturgia de los Fieles porque solamente los fieles bautizados pueden sin peligro

Liturgia de los Fieles:

Actos de Cristo:

participar de los grandes y temibles misterios que evocan la Crucifixión y Resurrección de nuestro Salvador. Los espectadores, curiosos o turistas profanan el amor de Aquel que ha derramado su Sangre por la vida del mundo; es por eso que el Diácono invita a los catecúmenos a retirarse, y a los fieles a velar por las Puertas, para que solamente los iniciados permanezcan en la celebración de las Bodas del Cordero con su pueblo fiel. La Liturgia de los Fieles consta de cuatro partes que corresponden a cuatro actos que Cristo hizo durante la Última Cena el Jueves Santo, y también cuando se encontró con los Discípulos de Emaús: Durante la Liturgia de los fieles, éstos son los testigos de Cristo resucitado y se proclama el Reino de Dios. La puerta 124


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regia es sacramental, simboliza a Cristo: «Yo soy la puerta» (Jn l0, 7). Sólo se abre para el bautismo y la unción del Espíritu. El hombre viejo muere en el umbral del Templo y el hombre nuevo, resucitado con Cristo, entra y está en el Templo de la Gloria. «Estemos con miedo y sabiduría», invita el diácono, y el coro, espiritualmente sintonizado, entona el Cherubikon: «Los que místicamente representamos a los querubines y cantamos a la vivificante Trinidad el himno tres veces santo, depongamos toda solicitud mundana para recibir al Rey del universo, invisiblemente escoltado por los ejércitos angélicos. Alleluya, alleluya, alleluya.» El alma se vacía y sintoniza con el canto de las potencias celestes; todas sus fibras están en tensión en la espera del acontecimiento. La gran Entrada, o procesión del ofertorio, es una representación de la llegada de Cristo a Jerusalén. Los fieles prosternados representan el cortejo de Cristo-Rey, sacerdote y víctima, que aparece en medio de los fieles. Es todo el tema iconográfico de la divina liturgia. Es el gesto en el que el Diácono, con el diskos que contiene el pan, y el Sacerdote, con el cáliz que contiene el vino y agua, pasan en medio de los fieles recogiendo sus plegarias, y le presentan al Obispo los Santos Dones ya mencionados, 125


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quien los coloca sobre el santo Altar para ofrecerlos a Dios. El Obispo se encuentra de pie en las Puertas Santas representando a Cristo, quien tomó el pan y el cáliz durante la Última Cena. Esta procesión del clero hacia el Santuario ofrece el pan y el vino en nombre de todo el pueblo, como signos del Cuerpo y la Sangre de Cristo, que representa la ofrenda que Cristo mismo hizo de Sí, cuando en el Gólgota, sobre la Cruz y por la Cruz, entró en su Reino, otorgando el júbilo al mundo entero y a nuestras almas su gran misericordia. Es por eso que, evocando en este mismo instante las palabras del buen ladrón sobre la Cruz: “Acuérdate de mí, Señor, cuando entres en tu Reino”, nosotros también decimos: “Que el Señor Dios se acuerde de todos nosotros en su Reino”. Es en este preciso momento donde a todos los fieles, la infinita misericordia de Dios nos regala la oportunidad de vivir el Mandamiento del Amor ofreciéndonos en comunión como “Oblación viva, santa y agradable a Dios” (Rm 12:1), evocando la ofrenda Suprema de Cristo sobre la Cruz. El canto del Sábado Santo realza aún más la grandeza de la entrada: «Que toda carne mortal guarde silencio y esté con miedo y temblor; que n i n g u n a consideración terrestre la domine. Pues el Rey de Reyes y el Señor de los 126


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Señores, Cristo nuestro Dios, avanza para ser sacrificado y entregarse en alimento a sus fieles. Va precedido por los coros de ángeles, con todos los Principados y las Dominaciones, los querubines de múltiples ojos y los serafines de seis alas, que se cubren el rostro y cantan el himno Aleluya.» Cuando la procesión entra en el santuario, el sacerdote repite la súplica del buen ladrón: «Acuérdate, Señor, de mí en tu Reino.» Después coloca el cáliz en el altar diciendo: «El noble José, habiendo bajado tu cuerpo purísimo de la cruz, lo envolvió con un sudario blanco y perfumes y lo colocó en un sepulcro nuevo... ». Es la pasión y la muerte. El gran velo recubre las oblatas(5), como los lienzos (4) que cubren la estrella(3) u objeto que soporta el lienzo sobre el Cordero que esta sobre el Discos o patena (2) y sobre el cáliz (1), y las incensaciones recuerdan los aromas. La puerta del santuario se cierra, como se cerró la puerta del sepulcro. Es el momento del ofertorio y del canon eucarístico. El telón se abre de nuevo, como empujado por la vida triunfal, como se abrirá siempre la puerta al empuje de la fe viva; el ángel de la espada de fuego se aleja del árbol de la vida. Esta brecha en el cielo marca el acercamiento del terrible misterio e invita al alma a abrirse para que, entregándose totalmente, reciba a Dios totalmente. La oración del ofertorio anticipa la epíclesís: «Y que tu 127


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Espíritu de gracia, autor de todo bien, descienda sobre nosotros y sobre los dones aquí preparados, y sobre todo tu pueblo.» Y resuena la palabra del diácono sobre el recogido silencio: «Amémonos los unos a los otros, para confesar nuestra fe con un solo corazón.». Solamente enraizado en el amor y en la unidad de la misma fe, el hombre participa con todos los santos en el misterio de la vida divina; sólo el amor puede conocer al Amor, al Sabor divino, a la Santa Trinidad. Y por eso el canto del Credo, anunciando este Amor que baja, se ofrece, sufre y salva, arranca del beso de paz, sello del acto más revolucionario del uno en Cristo. La palabra que acompaña el beso de paz expresa bien su sentido: «Jesucristo está en medio de nosotros... La Iglesia se ha hecho un solo cuerpo y nuestro beso es la prenda de esa unión; ha sido alejada la enemistad y la caridad lo ha penetrado todo.» Lo visible y lo invisible de la Iglesia se compenetran y cambian la naturaleza misma de las cosas. Durante el canto del Credo, el sacerdote agita lentamente el velo por encima del cáliz y de la patena, símbolo de la bajada del Espíritu Santo. «Estemos con miedo y estemos atentos para ofrecer en paz la santa Anáfora», insiste el diácono. Se acerca el momento más sagrado: «¡Sursum corda! ¡Levantemos el corazón!» -«lo tenemos 128


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levantado hacia el Señor». Una vez desterradas las solicitaciones mundanas, con el corazón levantado, el hombre verdaderamente libre puede entregarse ahora a su anhelo. «Demos gracias al Señor», invita el preste. A la oración propiamente laudativa llamada «eucarística» Eucharistésómen tói Kyríói- el coro responde con esta acción de gracias que desborda el simple reconocimiento, se hace a d o r a c i ó n , contemplación, elevación y estalla como una Eucaristía trinitaria: «Es digno y justo adorarte, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Trinidad consustancial e indivisible.» El sacrificio contenido en el solo acto de Cristo es trino. La oración del Prefacio reúne todos los títulos de nuestro reconocimiento a Dios y se acaba en el Sanctus: «Santo, santo, santo, el Señor Sabaoth.» La Eucaristía de los ángeles en la Liturgia de la sinagoga se acababa con «Bendita sea la Gloria de Yavé en el lugar de su morada» (Ez 3, 12). La Liturgia cambia esta palabra por «Bendito el que viene en nombre del Señor» (Sal. 117). Los rabinos, después del exilio, enseñaban que donde dos o tres se reunían para leer la Biblia, la gloria, la Schekinah, se encontraba en medio de ellos. Cristo se refiere a ese refrán que hay que interpretar en ese sentido: «Cuando dos o más se reúnan en mi nombre, yo estaré en medio de ellos.» La Schekinah, misteriosa presencia de Dios Trino, llena el Templo. 129


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El sacrificio es anunciado por la conmemoración, anámnesis que va en seguida tras las palabras constitutivas de la santa cena: «Este es mi cuerpo... ésta es mi sangre.» Después del recuerdo de los grandes misterios: pasión, muerte, resurrección, ascensión, parusía, el sacerdote dice la fórmula de la oblación: «En todo y por todo, te ofrecemos lo que es tuyo, por tenerlo de ti.» Es por excelencia la acción de gracias de la Nueva Alianza; ésta consiste en conmemorar todo lo que el Hijo de Dios ha hecho por nosotros, y empezando por lo que Él hizo en las vísperas de su muerte durante la Última Cena el Jueves Santo -Relato de la institución (la evocación de las palabras pronunciadas por Jesús: “Tomad y comed, éste es mi cuerpo que por vosotros es partido para remisión de los pecados” y después con el caliz lleno de vino: “Tomad todos de él, ésta es mi sangre que por vosotros y por muchos es derramada para remisión de los pecados; haced esto en memoria mía”-; así pues, obedeciendo su mandato, para ser memoria de Él, nosotros hacemos lo que llamamos “anamnesis” (palabra griega que significa recuerdo, memorial, acto que hace actual un evento ya pasado), llamándolo no solamente a la memoria de los hombres sino también a la de Dios. Así pues conmemoramos Su muerte, Su resurrección, Su ascensión a los cielos, el sentarse a la derecha del Padre y Su glorioso y segundo advenimiento; en resumen, todo lo que Él hizo, lo que está haciendo y lo que hará por nosotros (conmemoración global del gesto eterno del Hijo que trasciende el tiempo y mezcla el pasado el presente y el 130


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futuro). Como nos lo relata San Pablo en la primera epístola a los Corintios 11:25, anámnesis. La anáfora, propiamente dicha, no es un simple acto mental: Jesús había dicho “haced esto en memoria mía”. ¿Qué es lo que Él había hecho? Cristo tomó el pan y el vino para representar anticipadamente la ofrenda que Él iba a hacer de su cuerpo y de su sangre sobre la cruz. Es por esto que, obedeciendo a este mandato y como memorial de su pasión, y reconociendo en acción de gracias la ofrenda de Cristo, el celebrante ofrece a Dios el pan y el vino diciendo: “Estos dones que nosotros tomamos de entre tus dones, nosotros te los ofrecemos” y este es el acto de la anáfora (en griego, anáfora, significa ofertorio, presentación hacia lo alto). Ofertorio supremo de la Iglesia, acordándose del ofertorio supremo de Cristo. Las ofrendas y los sacrificios de la Antigua Alianza eran sangrantes -toros, tórtolas, etc.-; el sacrificio de la Nueva Alianza es razonable y no sangriento: es pan y es vino, pero que representan la ofrenda misma, el sacrificio mismo de Cristo sobre la cruz. Detrás de las manos cruzadas y extendidas del celebrante, levantando el diskos (patena) y el caliz hacia Dios Padre, el pueblo entero, la Iglesia da gracias a Dios por el sacrificio de su Hijo La respuesta de los fieles prosternados sintetiza todo el tema de la Eucaristía: «Oh Dios, nuestro, te glorificamos, te bendecimos, te damos gracias, Señor, y te suplicamos.» Es el instante de la consagración de los dones, la epíclesis, oración que pide la venida del Espíritu Santo para el milagro eucarístico: «Envía tu Santo Espíritu sobre nosotros y sobre estos dones aquí presentes, y haz de este pan el precioso cuerpo de tu Cristo, y de lo que está en este 131


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cáliz, la preciosa sangre de tu Cristo, trasformándolos por tu Espíritu Santo» -metabalón tói Pnymatí Sou tói Hagíói. «Amén, amén, amén», resuena como un sello trinitario sobre el milagro realizado. a.)Epíclesis. Es el Espíritu Santo que vendrá en esta tercera parte de la plegaria de la anáfora a completar y sellar este gran Misterio Trinitario que es la Eucaristía. En efecto, conmemorar el sacrificio de Cristo no serviría de nada sino obedeciéramos su mandato: “Tomad y comed, este es mi cuerpo que por vosotros es partido para la remisión de los pecados... Bebed todos, esta es mi sangre, sangre de la Nueva Alianza que por vosotros es derramada para la remisión de los pecados”, y por tanto esto no es pan partido en remisión de los pecados ni es vino derramado en remisión de los pecados, sino su mismo cuerpo y su misma preciosa sangre: “Si vosotros no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre no hay vida en vosotros; aquel que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el día postrero” (Jn 6. 53-54). Así pues es necesario que el pan y el vino, ofrecidos por la Iglesia, se conviertan en el cuerpo y la sangre ofrecidos por Cristo; es necesario que la palabra, éste es mi cuerpo y esta es mi sangre, sea confirmada por Aquel que nos recuerda todo lo que Cristo dijo (Jn 14: 26) y que nos hace partícipes de su bien (Jn 16:14) y que confirma la palabra por los signos que la acompañan (Mc 16:20). Es necesario que el Espíritu Santo haga actual hoy la palabra pronunciada por Cristo en el Jueves Santo, es necesario que el pan se convierta realmente en el cuerpo de Cristo y el vino se convierta realmente en su sangre. Por esto es necesario que la ofrenda de la Iglesia así como la ofrenda del gran profeta Elías sea consumida por el fuego 132


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que desciende del cielo y se convierta en la ofrenda que el Cordero resucitado hace al Padre de su cuerpo inmolado por el perdón de los pecados. Es necesario que Pentecostés haga presente al Resucitado. Es necesario que éste mismo Espíritu Santo, que revoloteaba sobre las aguas para que se cumpliese la palabra creadora de Dios (Gn 1:2), el mismo Espíritu Santo que hizo presente al Verbo en el seno de María el día de la Anunciación y en el seno de la Iglesia el día de Pentecostés, se haga presente en el seno de la asamblea eucarística hoy. Es por esta presencia del Verbo que la asamblea se convierte en el Cuerpo de Cristo, la Iglesia. Es por esto que el celebrante dice a Dios Padre, en nombre de toda la asamblea,: “Te invocamos, te rogamos y te suplicamos: envía Tu Espíritu Santo sobre nosotros y sobre los dones que aquí Te son presentados y haz de éste pan el precioso cuerpo de tu Cristo” (el pueblo se asocia a esta súplica diciendo “Amén”) “Y de lo que hay en este cáliz la preciosa sangre de tu Cristo” (pueblo: Amén). “Transformándolos por la virtud del Espíritu Santo” (pueblo: Amén, amén, amén), a fin de que sean para los que los reciban: salud del alma, remisión de los pecados, comunión del Espíritu Santo y plenitud del reino de los cielos...”. A esta oración justamente la llamamos epíclesis: Es necesario hacer hincapié que por esta oración el Espíritu Santo no es invocado solamente sobre nosotros (sobre 133


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personas), sino también sobre estos dones (el pan y el vino); la materia no es impermeable a la acción del Espíritu Santo, y la comunión del pan y del vino no tiene ningún sentido si estos dones no hubiesen sido transformados por la acción del Espíritu Santo en el cuerpo y la sangre de Cristo resucitado. El descenso del Espíritu Santo sobre los dones lo pedimos, sin embargo, en vista de la transformación de las personas, para que éstas reciban la remisión de los pecados, descubriendo la comunión del Espíritu Santo y gustando desde este mundo la plenitud del reino de los cielos. Así pues invocamos al Espíritu Santo sobre el pan y sobre el vino y, a través de estos dones, la invocación al Espíritu Santo va dirigida a las personas. Por ello, en la epíclesis durante la Liturgia de San Basilio pedimos que el Espíritu Santo nos una a unos con otros, a los que participamos de este único pan y de este único cáliz en la comunión del único Espíritu Santo. Porque en efecto, cuando nosotros nos unimos unos a otros en la comunión del Espíritu Santo, nos convertimos en la Iglesia, así como los primeros discípulos en el d í a d e Pentecostés. La epíclesis es verdaderamente el Pentecostés que continúa. El poder unificador de Cristo envuelve el universo, haciéndolo Iglesia: «Únenos los unos con los otros.» El triple momento de los santos, de los muertos y de los vivos se relaciona con la epíclesis y la ofrenda universal de todos y de todo. Es la gran oración de intercesión de la Iglesia. 134


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«Acuérdate, Señor, de los que cada uno lleva en el espíritu y de todos y de todo... y envía sobre nosotros tus misericordias.» Como hijos, se reúnen todos en una sola ofrenda ante el Padre. «Concédenos glorificar y celebrar con una sola boca y un solo corazón tu nombre augusto y magnífico, Padre, Hijo y Espíritu Santo... Dígnate hacernos participar en los terribles misterios de esta mesa sagrada», reza aún el sacerdote; y por eso, y ante todo, invoca solemnemente al Padre, oculto en la nube luminosa del Dios Trino: «Dígnate aceptar, Señor, que nos atrevamos a invocarte con confianza y sin condenación, Padre que está por encima del cielo,» y decirte: Padre nuestro... » El diácono arregla su estola en forma de «cruz de san Andrés» sobre la espalda y sobre el pecho, representando a los serafines que, con sus alas se velan la cara ante el insondable misterio del amor divino. Este gesto invita a la asamblea al acto de adoración. La espera de la comunión se mitiga con el canto majestuoso de la oración dominical. Colocar así esta oración justamente antes de la Comida, muestra que el pan de cada día, supersustancial -Hepioysion- es el pan eucarístico. El momento de unirse está muy cerca y el sentimiento de su indignidad, el mysterium tremendum, recorre la asamblea: Sancta Sanctis, «las cosas santas son para los santos», dice el sacerdote levantando el Cordero. Pan de Vida; y cada uno confiesa: «Un solo Santo, un solo Señor, Jesucristo.» El celebrante parte el único pan para poner los fragmentos en el único cáliz, a fin de que los fieles puedan comulgar del mismo cuerpo y de la misma sangre de un solo Señor. El 135


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hecho de que este mismo pan y este mismo cáliz será repartido entre todos significa la unidad de la Iglesia obtenida por la comunión en el único Señor. De aquí la importancia de este gesto de fracción, de partir, de comunión, que fue el que Cristo mismo hizo. Los fieles se reúnen como las santas mujeres en el sepulcro. La puerta de Santuario se abre grandiosamente, en silencio, símbolo del ángel Gabriel removiendo la piedra del sepulcro. El Sacerdote aparece ante los fieles prosternados, teniendo en sus manos el cáliz. Es la llegada de Cristo resucitado que ofrece la V i d a inmortal. El sepulcro y la muerte han s i d o vencidos. El alba de la resurrección lo baña todo con su luz sin ocaso. He aquí la plenitud y la razón de ser de toda la celebración: Los invitados a la Boda, al Banquete Celeste, a la Cena Mística, se acercan “con temor de Dios, con fe y amor” a participar del Banquete Divino; y frente a las puertas santas (en la Iglesia copta penetran hasta el santuario) van al encuentro del Esposo, quien les fue presentado a la entrada de la sala del Banquete. Van a incorporarse a su cuerpo de resucitado. La sangre que vivifica va a circular en sus venas, y van a encontrarse todos unidos en la unidad de su cuerpo; todos van a beber (bebed todos, dice el Señor) de la fuente de la vida. Dios hecho carne va a divinizar su carne; 136


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el fuego inmaterial de la divinidad, que flameaba en la zarza ardiente y que descendió sobre los apóstoles en forma de lenguas; el mismo fuego que hace poco consumió el pan y el vino transformándolos en cuerpo y sangre de Cristo va ahora a consumir los cuerpos y los corazones de los que comulgan, y todos cantarán: “Hemos visto la verdadera luz, hemos recibido el Espíritu Celestial, hemos encontrado la verdadera fe; adorando la Trinidad vivificadora, por que Ella nos ha salvado”. «Acercaos con miedo de Dios, fe y amor.» La comunión constata la presencia real y constante de Cristo, y así hasta el fin del mundo. Pero a la vez, la elevación del cáliz después de la comunión y las volutas de incienso que envuelven los santos dones llevados a la prótesis para ser consumidos («le vieron elevarse y una nube lo sustrajo a sus miradas», Hechos 1, 9) simbolizan la ascensión de Jesús hacia los cielos de donde ya caen los rayos precursores de la luz de la Parusía y de la nueva Jerusalén. Es el final escatológico de la Liturgia; su comida es mesiánica, los fieles están reunidos alrededor, mirando al que viene: «¡Grande y santísima Pascua, Cristo! Concédenos el ser admitidos a tu comunión, a tu cena mística, de una manera aún más íntima, el día sin ocaso de tu Reino.» «Seas exaltado sobre los cielos, oh Dios, y que tu gloria se extienda sobre toda la tierra», reza el sacerdote. La misión de Cristo está cumplida: «Oh Cristo, se ha terminado el misterio de tu divina economía; llena nuestros corazones de gozo y de alegría.» La asamblea ahora se convierte en la Iglesia: ¡Cristo está entre nosotros!; los fieles contemplan maravillados la resurrección de su Señor: “Habiendo visto la 137


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Resurrección de Cristo prosternémonos ante el Santo Señor Jesús, el único exento de pecado. Tu Cruz, oh Cristo Dios nuestro, adoramos; y tu santa Resurrección, alabamos y glorificamos; porque Tú eres nuestro Dios y a ningún otro conocemos y Tu nombre invocamos. ¡Fieles acudid todos! Y adoremos la santa Resurrección de Cristo, porque por la Cruz entró el júbilo en el mundo entero. Bendigamos al Señor en todo tiempo y cantemos su Resurrección; porque habiendo padecido la Cruz por nosotros destruyó la muerte con la muerte.” Pertenece al mundo ser un solo Cristo: «Hemos visto la verdadera luz, recibimos el Espíritu celeste, encontramos la verdadera fe, al adorar a la Trinidad indivisible, por ser la que nos salvó... Bendito sea el nombre del Señor ahora y siempre.» La Liturgia se acaba con la bendición final y la distribución del antidóron o pan bendito, recuerdo de los ágapes primitivos. La Iglesia prolonga con este gesto de eucologia (bendición) su acción litúrgica que atravesando los muros llega hasta los confines del mundo. El fiel se lleva consigo, como una ofrenda al mundo, este testimonio carismático de unidad y de amor. Alimentado y abrevado en la fuente, el hombre mismo es como una copa repleta de la presencia de Cristo y ofrecida a los hombres y al mundo. En la liturgia, el hombre encuentra el Reino de Dios que se acerca y está ya entre los hombres, en medio y dentro de ellos. El resto le será dado en tiempo oportuno, y por añadidura. Buscando el Reino, el hombre obedece a su Señor y se hace su hijo y cuando le encuentra, se alegra como «quien encontró una perla», como «el que encontró un tesoro, y su alegría es perfecta». 138


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DIFERENCIAS ENTRE IGLESIA ORTODOXA Y EL CATOLICISMO ROMANO. La Cristiandad estuvo unida hasta mediados del siglo XII D.C. La Fe Cristiana confesada y explicada por los Concilios Ecuménicos (Sínodos) fue la misma sin sufrir alteración, tanto en el oriente como en el occidente, en otras palabras: El cristianismo era uno solo y era Ortodoxo. Todos los Obispos del Oriente y del Occidente participaron en los Siete Concilios Ecuménicos, al mismo nivel, y ninguno de ellos pensó siquiera abarcar la totalidad de la Iglesia. Por lo tanto, todas las decisiones de los Concilios Ecuménicos fueron tomadas de común acuerdo, y no fue hasta principios del siglo IX cuando en el occidente se empezzaron a introducir ciertas innovaciones concernientes a los principios dogmáticos y eclesiológicos. Pneumatología En la doctrina sobre el Espíritu Santo hemos de señalar dos diferencias: a.)

la procesión del Espíritu Santo, y b.) la adición del filioque al símbolo de la fe 139


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niceno-constantinopolitano. La iglesia ortodoxa es fiel a la redacción del texto original de Constantinopla ( a: 381 ) prohíbe radicalmente quitar o añadir, cambiar algo en el símbolo de fe nicenoconstantinopolitano, la iglesia occidental, y concretamente la iglesia hispana, en el concilio de Toledo III ( a: 589 ) agregó en el texto del credo donde aparece la palabra filioque “qui ex patre filoque procedit”, “que procede del Padre y del Hijo”. La añadidura tiene como su justificación y base en la doctrina y teología pneumatológica de San Agustín y servía en aquel entonces como respuesta y argumento contra la falsa doctrina Cristológica de los semi-arrianos visigodos. Negaban estos la Divinidad de Cristo, por el filioque se enseña la consustancialidad del Hijo con el Padre y el Espíritu Santo: procedit ab utroque. El símbolo de fe niceno-constantinopolitano con el filioque fue confirmado por el sínodo ingles de Hatfield en 680 bajo el pretexto de que pondría en evidencia la plena divinidad de Jesucristo y su igualdad con el Padre. Lo mismo hará el rey Carlo Magno quien dispone que en Italia, Francia, Alemania proclamen el credo con la añadidura filioque. Sin embargo el Papa Leo III rehusó la introducción del símbolo de fe modificado en la iglesia de Roma y manda grabar dos tablas de plata en cada una el texto del credo original en griego y en latín, dejando públicamente claro que deseaba mantenerse fiel a los mandatos ortodoxos de la fe. En 1014 como consecuencia de la insistencia de Enrique II el Papa Benedicto VIII admite el credo con el filioque y su generalización en la Iglesia Católica Romana sin el consentimiento de la Iglesias Orientales y de sus Patriarcas. Falta pues el consenso de la Oikoumene (de la totalidad de 140


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la Iglesia) al respecto. Para los católicos el filioque sería una explicación y clarificación de la doctrina sobre el Espíritu Santo mientras que para los Ortodoxos es un agregado dogma que implica una nueva fe inadmisible desde el punto de vista dogmático oriental por ser también una decisión sin el consensus eclesiae es decir sin la participación de la totalidad de la Iglesia en un concilio ecuménico. Generalmente la teología católica explica que el filioque aclararía y justificaría la relación entre el Padre y el Hijo y clarificaría la igualdad del Padre con el Hijo en la esencia divina no solo la consustancialidad, sino el modo de proveniencia de las personas trinitarias. Según la teología trinitaria ortodoxa el Padre es la fuente el origen y la causa única de la divinidad por eso hay una unidad de substancia de esencia en Dios que sin embargo no destruye la divinidad hipostática de las personas. El Hijo nace del Padre y el Espíritu Santo procede del Padre (ekporevomenon). La procesión eterna del Espíritu Santo es paralela al nacimiento eterno del Hijo y los dos aspectos indican dos modos personales de origen del mismo principio: Dios-Padre. De este modo los ortodoxos consideran que el filioque anula la monarquía del Padre en la Trinidad introduciendo dos principios en la Trinidad, el Padre y el Hijo lo que conduce a la confusión de las hipóstasis en las personas divinas. Parecería que es necesario que exista la unión de esas dos personas divinas para generar una tercera, lo que hace que esa tercera no este en el mismo puesto de las anteriores, por ende no sería Dios. La teología católica según san Agustín afirma que todo lo que se le atribuye a una de las personas divinas se las puede atribuir a las otras también exagerando la simplicidad y la unidad de esencia de Dios como en contradicción de la diversidad de las personas. La teología católica ha 141


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especificado que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo (tanquam ab uno principio, a Patre principaliter) para responder a la acusación ortodoxa de la doble procesión. Los teólogos bizantinos también estudiaron y buscaron una aproximación y pacificación de la disputa pneumatológica afirmando que el Espíritu Santo procede “día tou Yiou” (Focio y Taracios) para expresar la misión temporal del Espíritu Santo en el mundo, misión que proviene del Padre y del Hijo. Las obras pneumatológicas patrísticas o litúrgicas orientales hablan sobre el Espíritu que procede del Padre y por el Hijo se manifiesta o sobre el Espíritu que en el Hijo eternamente descansa. A partir de tales textos se intenta demostrar la complementariedad entre el filioque y el per filium. También algunos teólogos consideran el filioque una “theologoumenon” es decir una afirmación teológica tolerable desde el punto de vista dogmático. La ortodoxia no se queda aferrada en su inmovilismo de la conservación de la tradición de la fe tal como fue redactada en los primeros siglos cristianos sino que profundiza y aclara mas su teología sobre el filioque como lo hizo en su tiempo San Juan Damasceno quien encontró y ofreció la formula de aproximación “ek tou Patros día tou yiou” (per filium). "Filioque" ("Y del Hijo"). El Catolicismo Romano no solamente ha olvidado varios de los Cánones de la práctica de la Iglesia, sino también se ha permitido deformar el Símbolo de Fe Niceno Constantinopolitano (el Credo), el cual contiene los artículos fundamentales de la fe Cristiana. Desde los tiempos del Emperador Carlo Magno, la Iglesia Occidental distorsionó el artículo sobre el Espíritu Santo. A partir del Concilio de Aix-la-Chapelle (809), los francos oficialmente insertaron la palabra "Filioque" en el Símbolo de Fe Niceno Constantinopolitano. Esta innovación 142


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significa que el Espíritu Santo no procede solo del Padre, tal como esta escrito en el Evangelio sino también procede del Hijo. Esta inserción dentro del Símbolo de Fe Niceno Constantinopolitano es una herejía, ya que distorsiona el texto bíblico: "El espíritu de verdad, quien procede del Padre". (Juan 15:26), de acuerdo con este texto bíblico, los Padres del Primer Concilio Ecuménico (Sínodo) de Nicea (325) y de los del segundo (381) establecieron el Credo el cual desde entonces ha permanecido intacto en la Iglesia Ortodoxa. Esta inserción ("Filioque") dentro del Símbolo de fe Niceno Constantinopolitano, está tan equivocada, que el Papa León III, en ese tiempo (809), elaboró una protesta, teniendo por inscrito in fact, el Símbolo de Fe Niceno Constantinopolitano (sin el "Filioque") en placas plateadas y colocadas en la Iglesia de San Pedro, con estas palabras: "HAEC, LEO POSUI AMORE ET CAUTELA ORTHODOXAE FIDEI": ( Yo, León, lo pongo aquí por el amor y la protección a la Fe Ortodoxa). Esta referencia i m p o r t a n t e e s t a e n V I TA L E O N I S , L I B E R PONTIFICALIS ,(Ed. Duchesne, T.II., pag. 26)- (Ref. Griega, Vas. Stefanidis, Historia Eclesiástica, Atenas 1970). Pero esta protesta del Papa Leo III no fue suficiente, y en poco tiempo todo el Occidente gradualmente adoptó la enseñanza equivocada del "Filioque" (que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo). Esta doctrina está equivocada, porque contradice al texto bíblico: (Juan 15:26) y porque distorsiona la decisión del primer y segundo Concilio Ecuménico, en los cuales fueron todas las decisiones de los Concilios Ecuménicos. También está equivocada porque distorsiona la función de la persona de la Santísima Trinidad, porque crea dos fuentes de procedencia del Espíritu Santo, es una Doctrina que enseña lo absurdo porque el Hijo recibe la misma 143


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función que el Padre, es decir la procedencia del Espíritu Santo, y de esta manera el Hijo se convierte en Padre, por lo que puede dar vida a otro Hijo, es decir dar vida a otro Espíritu Santo, lo cual es completamente absurdo, ya que nos lleva a la no -existencia de Dios. Esta explicación de herejía fue mencionada por vez primera por San Fotios, Patriarca de Constantinopla en su carta Encíclica a los Patriarcas y Obispos de la Iglesia del Este. Por eso el Occidente tiene dificultad para entender el misterio de la Santísima Trinidad. San Athanasios el Grande, Patriarca de Alejandría, quien participó en el Primer Concilio Ecuménico de Nicea (cuando él fue Diácono), explicó este ministerio mediante una comparación: La Fuente, el Río y el Agua del Río. La Fuente del Río es el Padre, de quien procede el Espíritu Santo. El Río es el Hijo, quien envía el Espíritu Santo, después de su sacrificio voluntario en la Cruz y su Gloriosa Resurrección. Él dijo a los Apóstoles antes de su Pasión: "Es conveniente para ustedes que Yo me vaya; porque sino me voy; El Consolador (El Espíritu Santo) no vendrá a ustedes, pero si Yo me marcho, lo enviaré a ustedes. (Juan 16:7). El Agua del Río que nosotros bebemos, es el Espíritu Santo, Él es quien distribuye la gracia y los "dones", por lo que las 144


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tres personas (entidades que tienen una real e individual existencia), de la Santísima Trinidad, son indivisibles, como lo muestra el ejemplo: La Fuente, el Río y el Agua del Río: los tres son de la misma esencia. La esencia divina es incomunicable a la humanidad y solamente a las "energías no creadas de la Santísima Trinidad lo que es comunicable a aquellos que se sacrifican por hacer la voluntad de Dios en sus vidas, por creer en el camino correcto y participar correctamente en la celebración de los Santos Sacramentos. La Inserción del "Filioque" ("Y del Hijo") por Carlo Magno, fue una interpretación incorrecta de San Agustín, dado que él jamás aprendió Griego y no pudo leer a los Padres Griegos, quienes escribieron antes que él, así como tampoco pudo leer a San Athanasios el Grande, quien escribió bastante sobre las decisiones del primer Concilio Ecuménico de Nicea, los Concilios de Nicea y Constantinopla que estableció el Credo tuvieron lugar en los años 325 y 381, antes de su conversión no era Cristiano y no sabía Griego, de esta manera no pudo leer la interpretación correcta de los Padres que estuvieron en el Concilio, como lo estuvo por ejemplo San Athanasios el Grande. Por tanto no podemos considerar esta interpretación errónea de San Agustín sino fruto de su desconocimiento de la totalidad de la doctrina eclesial (AGUSTINI, EX LIBRO XV DE TRINITATE), por sobre el texto bíblico o por sobre el Concilio Ecuménico, en cual 145


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como ya hemos dicho, es inalterable. Por eso el Occidente no debería tardar en corregir el error dogmático y hacer lo que hizo el Papa Leo III en protesta del "Filioque", para escribir el Credo correctamente y recitarlo tal y como sé hacia anteriormente al Sínodo de Aix-La-Chapelle (809). Por eso después del VIII Concilio "Ecuménico" en el año 879, en los cuales los Obispos del Este y Occidente pudieron participar al mismo nivel, conforme a la Tradición Apostólica, le siguió un gradual alejamiento que guió a la Iglesia Occidental a otras desviaciones, como la negativa de la pureza de la doctrina y que derivó inevitablemente a otras rupturas negativas (como por ejemplo las confesiones protestantes). Eclesiología La teología ortodoxa más reciente ha desarrollado los siguientes aspectos acerca de la doctrina eclesiológica. a) La correspondencia entre la doctrina sobre Dios Santa Trinidad y Eclesiológica en el sentido de que la naturaleza de la Iglesia encuentra el origen y su medio la comunión Koinonía (Servir en el Amor) de la Santa Trinidad. La interpretación personal hipostática de la divinidad tiene consecuencias evidentes para la interpretación de lo que es la Iglesia. La iglesia es una, indivisible y al mismo tiempo personal según la imagen de la comunión de la Trinidad Santa. b) La así llamada Eclesiología eucarística insistió sobre la relación directa entre la Koinonía eucarística y la comunidad de la iglesia, la Eucaristía, los siete sacramentos en general constituyen el criterio y la condición existencial 146


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de la iglesia y de aquí su carácter sacramental. Jesucristo en quien se manifiesta la plenitud de la divinidad (Col. 2, 9-10) resucitado y glorificado por el Padre en el Espíritu Santo esta presente en el mundo bajo y mediante la forma de Su Iglesia a la cual la convierte en su mismo cuerpo, (Rom. 12, 4). Su obra de salvación del mundo se manifiesta en los siete santos sacramentos. Estos no son otra cosa que el órgano de mediación de presencia y de encuentro con el Cristo resucitado. c) El acercamiento entre la teología pneumatológica o del Espíritu Santo o del modo de ser la existencia de la Iglesia en la historia comenzando con su fundación o constitución visible en Pentecostés es otro aspecto eclesiológico ortodoxo. La Eclesiología eucarística ha venido subrayando con justa razón el hecho de que la iglesia local es la manifestación plena de la Iglesia universal en un lugar concreto y no una simple porción geográfica de la misma. Todos los elementos de la Iglesia universal están presentes y activos en la Iglesia local que celebra la Eucaristía presidida por el Obispo. La Iglesia local es garantizada por el obispo por el cual cualquier Iglesia se halla en comunión con la Iglesia universal, mediante la ordenación sacramental del obispo en la cual participan los obispos cercanos y por la Eucaristía donde se leen los dícticos la Iglesia local se encuentran en la Iglesia universal. Y puesto que el servicio y la dignidad episcopal es constituyente de la Iglesia local la Eparkia, la diócesis, es la unidad eclesial por excelencia así que no cualquier celebración de la Santa Eucaristía, no cualquier asamblea eucarística es la Iglesia local. Conforme a una tradición muy antigua señalada por San Justino mártir señalada en su apología ( I-a cap.-65 ) la 147


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iglesia de un área geográfica concreta celebra una sola Eucaristía bajo el gobierno pastoral y espiritual de un solo obispo. Ello significa que en la ortodoxia no se celebra una sola Eucaristía en la sede episcopal sino en todas las comunidades litúrgicas que dependen territorialmente del mismo obispo cuyo nombre lo recuerdan y rezan por el en su Celebración Eucarística estando bajo el gobierno del mismo obispo, se consideran celebrando todos la misma eucaristía. La Iglesia local se identifica con el Eparka, con la diócesis y en lo que respecta a su extensión territorial, se ha respetado el principio de una sola eucaristía en cada sitio, en cada comunidad eclesial, un solo obispo para cada ciudad, por ello la práctica de que haya otros obispos para la misma ciudad no correspondería con la definición que acabamos de señalar de la Iglesia local, últimamente invocando el principio de la territorialidad algunos teólogos ortodoxos hablan de una eclesiología territorial, eclesiología que estaría deformada afectada por la práctica y la organización eclesiástica actual sobre todo en el seno de las iglesias ortodoxas locales organizadas recientemente fuera de las fronteras de los territorios nacionales tradicionales. En el caso de América, ya sea del Norte, Central o del Sur, nos encontramos con varias comunidades ortodoxas dependientes de Patriarcados o Iglesias Ortodoxas de jurisdicciones muy diversas. El tiempo y el crecimiento de la Ortodoxia en América seguramente permitirá el nombramiento de Obispos y Arzobispos propiamente americanos, hispanos y de raza mestiza, lo que sería un enriquecer la Ortodoxia y abrir las puertas a un pueblo que tiene mucho que dar y recibir de la Iglesia Ortodoxa. El Dogma de la Supremacía Papal: 148


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La causa principal de la separación (cisma) entre Oriente y Occidente, fue una demanda infundada del Papa Nicolás I (858-867), Obispo de Roma, para tener supremacía jurídica y ser considerado por lo tanto superior a todos los demás Obispos, tanto en Oriente como en Occidente. Esta demanda monárquica, tuvo que ser disputada en aquellos días por el Arzobispo Himcart asistido por argumentos basados en las Leyes Canónicas de la iglesia de la Ciudad de Reims, (Vlasslos Fidas: "Historia Eclesiástica", Atenas 1973, pag. 75). Esta demanda del Obispo de Roma, que data desde el siglo IX, no estuvo basada en la Tradición Apostólica, confesada y evidenciada por la totalidad de la Iglesia desde sus primeros días. Para resolver problemas importantes de carácter doctrinal o disciplinario, todos los Apóstoles se reunían en Sínodo (Consejo), y juntos ayunaban, rezaban, y tomaban decisiones inspirados por el Espíritu Santo: "Entonces pareció bien a los Apóstoles y Presbíteros, con toda la Iglesia" (Hechos 15:22). "Porque ha parecido bueno para el Espíritu Santo y para nosotros" (Hechos 15:28). Este sistema, llamado Sinódico o Conciliar, ha permanecido intacto en la Iglesia Ortodoxa hasta la actualidad, ningún Obispo se considera superior a otro. El Patriarca Ecuménico de Constantinopla, es considerado "primus inter pares"- Primero entre iguales, por lo tanto, esta primacía de honor no le otorga derecho a decidir separadamente de otros Obispos. Las Iglesias Ortodoxas consideran al Papa como Patriarca del Occidente y Máximo Jefe de las Iglesias Occidentales que le reconocen. Cuando renuncie a la autoridad que otros se autoadjudicaron sobre todas las Iglesias Cristianas en el mundo, 149


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entonces se lo considerará como el primero entre los Patriarcas y después de él al Patriarca de Constantinopla y los demás Patriarcas. Entonces se le considerará "primero entre iguales". Lo que devolverá ciertamente la unidad perdida en la Iglesia de Cristo. El Papa no posee infalibilidad, esta solo se da en la totalidad de la Iglesia y se manifiesta en los Concilios Ecuménicos que han sido reconocidos por todos (Clero y Laicos), conforme al texto sagrado: "Entonces pareció bien a los Apóstoles y Presbíteros, con toda la Iglesia" (ibid). Por eso, de todas las diferencias que separan a la Iglesia Ortodoxa del Catolicismo Romano, el problema fundamental y difícil de resolver es la posición del Obispo de Roma, la cual se fundamenta sobre los principios de supremacía e infalibilidad. Desde el siglo IX, la supremacía del Papa en el Occidente, ha estado basada en un texto bíblico (Mateo 16: 15-18), el cual fue erróneamente interpretado. Además, ningún Concilio Ecuménico, propuso jamás esta interpretación. La exacta interpretación de este texto, es la siguiente: Jesucristo preguntó a los Apóstoles: Quién dicen los hombres que soy Yo, el Hijo del Hombre?, Siendo el más espontáneo, Simón Pedro contesto en nombre de todos: Tu eres el Cristo, el Hijo del Dios Vivo". Jesús agrego: "Bienaventurado eres Simón Bar- Jonas: Porque esto no te lo ha revelado carne ni sangre sino mi Padre, que esta en el Cielo. Y también, yo te digo, que tú eres Pedro y sobre esta roca Yo edificaré mi Iglesia". La piedra sobre la cual Él edificará su iglesia, no era Pedro como persona (quién lo negó tres veces posteriormente), sería un error edificar una institución celestial sobre un 150


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hombre con errores, sino en la confesión de la fe de Pedro. Aquella Fe en que Jesús es Cristo, el Hijo del Dios Vivo, la piedra angular de la Iglesia no es Pedro como persona sino la fe de Pedro en Cristo mismo. Como San Pablo dice a los Corintios: "Porque nadie puede poner otro fundamento que el que esta puesto el cual es Jesucristo" (I Cor.3:11). San Agustín, Padre de la Iglesia Occidental, explicó este versículo en su artículo 270, con lo siguiente: "Tú eres Pedro y sobre esta piedra que es tu confesión (tu fe), que Cristo es el Hijo de Dios viviente, edificaré mi iglesia". En su artículo 76 también dice: "Los que edifican sobre humanos dicen, yo soy de Pablo, yo soy de Apolos, yo soy de Pedro. Pero los que edifican sobre la confesión de Pedro y la Divinidad de Cristo, dicen: Yo soy de Cristo. Porque la Iglesia está edificada sobre Cristo y no sobre Pedro". El Escritor francés Andre Boreau hizo referencia a la explicación de San Agustín con lo siguiente: “Cuarenta padres de la Iglesia y grandes escritores explicaron el mencionado versículo igual que San Agustín, lo que quiere decir que la roca no es Pedro sino la confesión de Pedro de la divinidad de Cristo. Entre estos cuarenta se cuentan diez Papas.” Los mismos Apóstoles no aceptaron la superioridad de Pedro sobre ellos. San Pablo dice: "El hombre es cabeza de la mujer como Cristo es cabeza de la Iglesia". (Ef. 5:23). Pablo no dijo que Pedro es la cabeza de la Iglesia, y eso que él escribía mientras Pedro vivía. Así también los Concilios Ecuménicos no aceptaron la superioridad papal. En el Credo se recita "Creo en la Iglesia, Una, Santa, Católica y Apostólica". La palabra Iglesia significa el conjunto, lo mismo que la palabra Católica, y no se refieren a una sola persona o a la pertenencia a un grupo que depende de Roma 151


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o de otra ciudad, sino a una fe. Si los concilios Ecuménicos hubieran aceptado la superioridad del Papa, lo hubieran incluido en el Símbolo de la Fe, más no fue así. Este Credo es aceptado por todas las Iglesias Cristianas hasta la actualidad y es rezado por los Cristianos de Oriente y Occidente. En el libro del Apocalipsis, escrito por el mismo Apóstol Juan, se habla de los tronos que el Cordero (Cristo) concede a los que le sirvieron, pero nunca se habla de un trono especial o único, primero o primado para Pedro. Si San Juan inspirado por el Espíritu Santo escribió el Apocalipsis, habría ciertamente preparado un texto donde claramente nos permita ver que la sede de Pedro era la mas importante y que gobernaría a toda la Iglesia, y que esta sede estaría en Roma. Cristo no necesita a un vicario o delegado único sobre la tierra, porque como Él prometió: "Yo estoy con ustedes siempre, hasta el fin del mundo" (Mat.28:20). A través del sacramento de la Santa Eucaristía Cristo está continuamente presente en el mundo como Sumo sacerdote y ofrenda: comida y bebida de salvación. San Pablo dice a los Corintios: "Y todos bebieron la misma bebida espiritual: por eso ellos bebieron de la roca espiritual que los acompañaba y esa roca era Cristo" (I. Cor. 10:4). El decir que tal o cual persona es un vicario de otra, es negar la presencia real de Cristo en medio de nosotros, El texto sagrado en el Libro de los Hechos de los Apóstoles nos informa que la historia de la Iglesia empieza el día de Pentecostés en Jerusalén y no en Roma. Y el Espíritu Santo se derramó sobre todos y cada uno de los presentes, y no solo en una persona. Aquel día tres mil judíos se arrepintieron y fueron bautizados, por eso la primera Comunidad Cristiana fue en Jerusalén. También no 152


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debemos olvidar que San Pablo fundó la Comunidad Cristiana de Filipos y Corintios (en Grecia) antes del arribo de San Pedro a Roma. El mismo Pedro fue obispo de Antioquía, y murió en Roma, pero nunca fue obispo de Roma. Además la práctica de la Iglesia, jamás garantizó una supremacía jurídica para el Obispo de Roma, ya que durante los primeros ocho siglos, él gozaba solamente de una Primacía de Honor, hasta que el Concilio Ecuménico de Calcedonia (415), mediante su 28avo. Canon, concedió la misma Primacía de Honor al Papa de Roma y al Patriarca de Constantinopla (Nueva Roma). Esta Primacía de Honor no fue dirigida para el Obispo como persona, sino por la importancia de la Iglesia que representaba y en base al número de sus miembros y sus obras de caridad. Hoy en día la mayoría de los católicos romanos no se encuentran en Europa sino en América Latina, por lo que esa primacía tampoco correspondería a una sede europea. Esta innovación posterior (la Supremacía Jurídica del Obispo de Roma), fue la causa de todo hecho en nombre de la Iglesia. Habiendo asumido el Papado un poder monárquico universal y con el apoyo de los Emperadores Occidentales, sobrevinieron entonces las guerras religiosas: Las cruzadas y la inquisición, con todos sus errores. Tales eventos jamás tuvieron lugar en la Iglesia Ortodoxa, garantizando así su profunda espiritualidad. Al contrario miles de ortodoxos murieron en manos de católico-romanos que invadieron ciudades orientales para enriquecer las ciudades de Italia, Francia y Alemania. El descubrimiento de América fue aprovechado por la fe católico-romana para implantar e imponer la Supremacía Papal. Hoy en día la Iglesia católica romana vive una crisis y sus iglesias están vacías en Europa, pero la fe impuesta 153


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muchas veces a la fuerza en los pueblos indígenas de América y actualmente en África, está permitiéndole mantenerse con vocaciones que nacen mas que de una vivencia de fe, nacen en muchas ocasiones de una necesidad económica y política. El dogma de fe de la iglesia católica formulado por el concilio Vaticano I en la constitución Pastor Aeternus (a. 1870) renovado por el concilio Vaticano II Lumen gentiun 18, dogma conforme al cual el obispo de Roma es pastor supremo y garante de la unidad de la iglesia universal, debería pasar de una dialéctica separacionista a una actitud ecuménica que ofrezca luz y esperanza en las dos iglesias para reencontrar la unidad perdida cumpliéndose el deseo divino: un rebaño y un pastor. El otro problema que presenta una gran dificultad es la infalibilidad Papal. 2. El Dogma de la infalibilidad del Papa: El Dogma de la infalibilidad del Obispo de Roma, proclamada en el año 1870, por el Concilio Vaticano I (concilio que no reunía a la totalidad de la Iglesia de Cristo), y con una asistencia y votación de tan sólo 533 participantes que representaban solamente el 42% de todos los fieles católicos romanos de ese tiempo, representa una deformación completa del sistema Sinódico o Conciliar, conforme al cual la infalibilidad recae en la totalidad de la Iglesia y no en un solo obispo. Los 7 Concilios Ecuménicos (Sínodos), fueron aceptados por la totalidad de la Iglesia (Clero y Laicos), siguiendo el ejemplo de los Apóstoles en Jerusalén; "Entonces pareció bien a los Apóstoles y a los Presbíteros, con toda la Iglesia." (Hechos 15:22). El dogma de la Supremacía Jurídica e "infalibilidad" del 154


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Papa crea presión y destruye el espíritu de unidad en la Iglesia el cual se fundamenta en la caridad y no en el poder, por lo tanto si el Papa realmente desea la unidad y de todos los cristianos, es su deber retomar a la pureza de la Tradición Apostólica. SOBRE LA INFALIBILIDAD PONTIFICIA Mucho es lo que se ha escrito, y mucho más se podría escribir sobre este tema, que desde 1870, viene escandalizando a la Cristiandad. El dogma de la Infalibilidad Pontificia no sólo es Teológicamente incorrecto, sino, que mas bien, parecería tratarse de un simple arranque de Megalomanía del Papa Pio IX, el cuál, no resiste al menor análisis lógico y racional. Es con el fin de no herir susceptibilidades que presento este escrito, elaborado por una de las mas brillantes mentes del Episcopado Católico Romano del siglo XIX, como sólo testimonio sobre este tema; se trata de un discurso pronunciado en una de las Sesiones del Concilio Vaticano I, reunido en Roma durante el año 1870, por el Obispo Josef Schtrosmayer. Discurso pronunciado en el Concilio Ecuménico I de 1870 por Monseñor Josef Schtrosmayer, Obispo de la Iglesia Católica Apostólica Romana. 155


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" Desde el principio, en que recibí el derecho de coparticipar junto con Uds. en este Concilio, seguí atentamente todos los discursos pronunciados aquí, esperando con gran deseo que con el tiempo y sobre mí vendría del cielo el rayo de la luz divina, permitiéndome estar de acuerdo con la resolución de este Santo Concilio, en absoluta comprensión del problema. Con el hondo sentido de responsabilidad que estaré obligado a rendir ante Dios, empecé a estudiar las Sagradas Escrituras del Antiguo y del Nuevo Testamento y con la más seria dedicación buscaba en este preciosísimo tratado de la verdad si es cierto que quien aquí nos preside es el sucesor de San Pedro, Vicario de Jesucristo e infalible preceptor de la Iglesia. Para resolver estos importantísimos problemas he debido, con la luz del Evangelio, volver a los días cuando no existían ni ultramontanos ni galicanos, y cuando los preceptores de la Iglesia eran San Pablo, San Pedro, San Santiago (Jacobo) y San Juan, los guías a quienes nadie puede negar autoridad divina. De este modo, abrí la Santa Biblia, ¿y qué? ¿Qué es lo que me atrevo a decir? Que en las Escrituras no encontré nada, ni el más mínimo indicio de un Papa como sucesor de San Pedro y Vicario de Jesucristo, así como no encontré tampoco indicio de Mahoma, quien no existía aún en aquel tiempo. Así, después de la lectura de los Testamentos, que recibí de Dios con la máxima atención, no hallé ni un artículo ni una frase en la que Jesucristo otorgaba a San Pedro la primacía sobre otros apóstoles. Si Simón (hijo de Jonás) era lo que es, según nuestra creencia, ahora Su Santidad Pío IX, entonces es curioso cómo Dios no dijo “Cuando suba al trono de Mi Padre 156


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todos los apóstoles deberán obedecerte como a Mí me obedecen; Yo te entronizaré como Mi sucesor.” Jesucristo no dijo nada de eso; por el contrario, cuando El prometía las cátedras o asientos a sus apóstoles, para juzgar a las doce tribus de Israel, nunca manifestó que la cátedra o el asiento de San Pedro sería superior a las de los demás (Mateo 19:28). Probablemente, si tal hubiera sido su deseo, lo habría dicho, pero Jesucristo calló. ¿Qué significa esto? Esto significa que Jesucristo no quería poner a San Pedro como su sucesor. Cuando El enviaba a sus apóstoles a propagar el Evangelio, a todos les dio igual poder de perdonar o atar los pecados y a todos por igual les prometió el Espíritu Santo (Juan 22:21- 23). Permitidme repetirlo: si Jesucristo hubiera querido hacer de San Pedro su sucesor, le hubiera entregado la superioridad sobre todos. Jesucristo, como rezan las Sagradas Escrituras, prohibió a San Pedro y a los demás apóstoles gobernar y tratar de hacerse superiores los unos sobre los otros, o imponerse sobre los fieles como hacen con su poder los monarcas paganos (Lucas 22:25). Si San Pedro fue elegido por Jesucristo como Papa, entonces hubiese dicho que éste tiene dos espadas, símbolo del poder religioso y del poder civil. Pensando en esto me extrañó lo siguiente: Si San Pedro fue elegido por Jesucristo como Papa, ¿de qué forma podrían los demás apóstoles ordenarle ir junto con San Juan a Samaría para propagar el Evangelio del Hijo de Dios (Hechos 8:14)? ¿Qué pensaríais, venerables hermanos, si en este momento nos fuese permitido enviar a Su Santidad Pío IX 157


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y a monseñor Plantic al Patriarca de Constantinopla para pedir que termine el cisma de Oriente? Esto es muy importante: en Jerusalén se reúne el primer Concilio (llamado apostólico) en el año 51; para resolver esta cuestión: ¿quién podía convocarlo? ¿Acaso San Pedro, si era el Papa? ¿Quién habría de presidirlo, San Pedro o su representante? ¿Quién debería redactar y transmitir al pueblo las resoluciones del Concilio? ¿San Pedro, tal vez? De hecho, no era así. San Pedro asistió al Concilio igual que los demás apóstoles, la reunión fue convocada por San Santiago (Jacobo) y las resoluciones se adoptaron en nombre de los Hermanos Mayores (Hechos 15). Ahora bien, ¿cómo actuamos nosotros en nuestra Iglesia? Cuanto más leemos las Sagradas Escrituras, venerables hermanos, tanto más nos aseguraremos de que el hijo de Jonás no se presenta como el primero entre todos. Pues bien, cuando nosotros enseñamos que la Iglesia está fundada sobre San Pedro, ignoramos que San Pablo, de cuya autoridad no podemos dudar, dice en su epístola a los Efesios que la Iglesia está fundada sobre los apóstoles y los profetas, teniendo como piedra fundamental a Jesucristo. Aquél mismo apóstol tampoco cree en la supremacía de San Pedro y critica a quienes dicen “nosotros somos de Pablo, nosotros de Apolo,” del mismo modo que hoy se afirma “nosotros somos de Pedro.” Si San Pedro hubiese sido el Vicario de Jesucristo, San Pablo no hubiera podido criticar a los discípulos del mismo San Pedro. Al nombrar a los miembros de la Iglesia, San Pablo menciona a los profetas, a los apóstoles, a los evangelistas, 158


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a los preceptores y a los sacerdotes. No podemos pensar, venerables hermanos, que San Pablo, el gran apóstol de las lenguas, se olvidó de mencionar como primero entre todos al Papa, si es que el patriarcado del Papa era de institución divina. Posiblemente hubiera escrito una larga epístola sobre este importantísimo asunto. No he encontrado ningún indicio sobre el poder del Papa en las epístolas de San Pablo, San Juan o San Santiago (Jacobo). San Lucas, historiador de los actos misioneros de los apóstoles, también calló sobre este importante asunto, y a mí este mutismo de los Santos Padres siempre me pareció incomprensible si de verdad San Pedro fue el primer Papa. Pero lo que me extrañó muchísimo más es que ni el mismo San Pedro dice nada sobre el particular. Si el apóstol era lo que nosotros afirmamos ahora, es decir el Vicario de Jesucristo en la tierra, probablemente lo hubiese sabido. Pero si lo sabía, ¿por qué no actuaba jamás como Papa? Pudo haberlo hecho en el día de Pentecostés, cuando pronunció su primer discurso, pero no actuó de esa manera. No se menciona así mismo como Papa ni en la primera ni en la segunda epístola dirigida a la Iglesia. Volvamos al principio. Dije que cuando vivían los apóstoles la Iglesia nunca pensó que debía tener un Papa. Si nosotros demostrásemos lo contrario, deberemos arrojar al fuego las Sagradas Escrituras e ignorarlas para siempre. Sin embargo, escucho que se dice: ¿no estuvo San Pedro en Roma? ¿No fue crucificado en Roma con la cabeza para abajo? ¿No es en esta Ciudad Eterna donde se encuentra la Cátedra de Pedro y donde se oficia la misa 159


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divina? Venerables hermanos, la presencia de San Pedro en Roma se basa en la Sagrada Tradición, pero aun siendo obispo de Roma, ello no resuelve la cuestión de su primacía sobre los apóstoles. Más todavía: no pudiendo hallar ningún indicio del Papado en tiempo de los apóstoles, decidí procurarlo en la historia de la Iglesia. Sinceramente, busqué al Papa en los primeros cuatro siglos y no lo encontré. Confío en que nadie dude sobre la gran autoridad del santo obispo de Hipona, el grande y bienaventurado Agustín. Este beatífico preceptor, honor y gloria de la Iglesia Católica Romana, era secretario del Concilio de Hipona. Entre las resoluciones de esta estimable reunión encontramos las siguientes palabras: “Quien quiere apelar a los que se encuentran del otro lado del mar no será admitido en las parroquias de África.” Resulta obvio que los obispos de África tampoco reconocían al obispo de Roma como primero entre sus pares, e incluso amenazaban con excomunión a quienes apelaban a él como autoridad suprema. También los obispos, en el sexto concilio de Cartago, presidido por San Aurelio, dictaminaron que Celestino, obispo de Roma, no debía recibir apelaciones de obispos africanos ni de sus secretarios ni de laicos, así como que tampoco debía enviar a sus legados y plenipotenciarios... El hecho de que el patriarca de Roma intentaba desde los primeros siglos acumular un poder totalitario, es una realidad indiscutible, pero carecía del primado que le dan los ultramontanos. Si tenía un poder totalitario, ¿cómo entonces los obispos de África y el bienaventurado Agustín, el primero entre ellos, podían prohibir las apelaciones a su alto tribunal? 160


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Sin dificultad reconozco que el Papa romano ocupó el primer puesto entre todos. En una ley de Justiniano se expresa: “según las resoluciones de cuatro concilios, nosotros ordenamos que el Santo Padre de la antigua Roma sea el primero, y que el Santo Obispo de Constantinopla, Nueva Roma, sea el segundo.” Entonces, dirán Uds., inclínate ante la supremacía del Papa. No seáis tan veloces, venerables hermanos, en interpretar que las resoluciones de la ley de Justiniano favorecen al Papa: primacía es una cosa, y poder de jurisdicción es otra muy distinta. Imaginemos, por ejemplo, que en Florencia se convoca a un concilio de todos los obispos romanos. La primacía sería acordada, naturalmente, al obispo de Florencia, del mismo modo que entre los orientales se le da al patriarca de Constantinopla y en Inglaterra al arzobispo de Canterbury. Pero ni uno ni otro, ni el tercero según su posición, ejercerán la primacía sobre sus hermanos. La importancia del obispo de Roma no procede de un poder divino sino por la importancia de Roma como capital del Imperio de Occidente. Ya he dicho que desde los primeros siglos el patriarca de Roma trataba de reunir el dominio ecuménico sobre la Iglesia. Desgraciadamente, casi lo alcanzó pero no llegó a completarlo porque el emperador Teodosio II impuso por ley que el patriarca de Constantinopla tendría el mismo poder que el de Roma. Los Padres del concilio de Calcedonia resolvieron que los obispos de la Nueva Roma (Constantinopla) y de la antigua Roma tuvieran los mismos poderes en todo sobre las Iglesias. El cuarto concilio de Cartago prohibió a todos los 161


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obispos recibir el título de Príncipe de los Obispos u Obispo Supremo. Acerca del título de “obispo ecuménico” con que más tarde se designarían a si mismos los Papas, dijo San Gregorio I, advirtiendo a sus sucesores, que ninguno de ellos desease recibir este “deshonesto nombre, porque cuando un patriarca se titula ecuménico, entonces su título no merece ser creído; así pues, absténganse los cristianos de este título que siembra la desconfianza entre sus hermanos.” Podría presentar centenares de testimonios tan autorizados como estos, mostrándonos, más claramente que la luz del sol en el mediodía, que los primeros obispos de Roma nunca fueron reconocidos como obispos ecuménicos y cabezas de todas las Iglesias. De otro lado, ¿quién no sabe que desde el año 325 (primer concilio de Nicea) hasta el año 580 (segundo concilio de Constantinopla) sobre más de 11 0 9 o b i s p o s presentes no más de 19 eran de Occidente? Los concilios eran convocados por los emperadores, sin conocimiento y a veces contra la voluntad del obispo de Roma. Seguidamente voy a pasar a la prueba fuerte que vosotros aceptáis 162


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para sostener la supremacía del obispo de Roma. Con la piedra ("petra” en latín) sobre la cual está fundada la Iglesia, Uds. interpretan que se habla de San Pedro ("Petra” en latín, con mayúscula). Si eso era verdad, entonces no hubiera existido ninguna discusión, pero nuestros antepasados (probablemente algo ellos sabían) pensaban de otro modo y no como nosotros entendemos ahora. San Cirilo (IV Libro de la Santísima Trinidad) dice: “Yo pienso que por la ‘piedra’ nosotros debemos entender la fe inquebrantable de los apóstoles.” San Hilario, obispo de Poitiers, en el II Libro de la Santísima Trinidad dice “la piedra es la única bendita piedra de la fe confesada por boca de San Pedro,” y así “sobre la piedra de la confesión de la fe está fundada la Iglesia” (VI Libro). Según San Jerónimo (VI Libro sobre San Mateo), Dios fundó su Iglesia sobre esta piedra y de esta piedra el apóstol San Pedro recibió su nombre. Después, en el 532 discurso sobre Mateo, dice: “'Sobre esta piedra yo crearé mi Iglesia', es decir, sobre la confesión de la fe.” ¿Cómo era, entonces, la creencia del apóstol?. Era, simplemente, en “Cristo Hijo de Dios Vivo” (San Ambrosio, arzobispo de Milán, carta a los Efesios); San Basilio de Seleucia y los Santos Padres del concilio de Calcedonia sostienen lo mismo. De todos los preceptores antiguos del cristianismo, San Agustín ocupa uno de los primeros puestos como sabio y santo. Escuchad lo que él escribió en su II Tratado sobre San Juan: “¿Qué significan las palabras crearé mi Iglesia sobre esta piedra? Estas palabras significan: sobre la fe, sobre las palabras de Jesucristo, el Hijo de Dios 163


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Vivo.” En el 124º pensamiento sobre San Juan encontramos importantes palabras de San Agustín: “sobre esta piedra de tu confesión Yo crearé mi Iglesia. La piedra era Cristo.” El gran obispo tampoco creía que la Iglesia fue fundada sobre San Pedro. Más: en su XIII carta dijo: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra de tu confesión, sobre la piedra de tus palabras (Tú eres Cristo, el hijo de Dios Vivo), Yo crearé mi Iglesia.” Este pensamiento de San Agustín, era común a todo el cristianismo de aquel tiempo. Por eso, para ser breve, declaro: !

Jesucristo dio a sus apóstoles el mismo poder que a San Pedro.

!

Los apóstoles nunca reconocieron a San Pedro como Vicario de Jesucristo e infalible preceptor de la Iglesia.

!

San Pedro nunca pensó ser Papa ni obró jamás como Papa.

!

Los concilios de cuatro siglos reconocían el alto puesto de obispo de Roma y por la importancia de esta ciudad le daban prioridad, pero no prioridad de poder y jurisdicción.

!

Los Santos Padres, en la famosa frase “Tú eres Pedro y sobre esta piedra crearé mi Iglesia,” nunca interpretaron que la Iglesia estaba fundada sobre San Pedro ("super Petrum” en latín) sino sobre la piedra (“super petram”) es decir sobre la confesión de la fe del apóstol. 164


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Conclúyase que sobre la base de datos sanos en pensamiento, lógicos y de conciencia cristiana, Jesucristo no otorgó ninguna clase de primacía a San Pedro y que los obispos de Roma se hicieron gobernantes de la Iglesia de una sola manera: usurpando, uno por uno, todos los derechos de los obispos. Si reconocemos la infalibilidad de Pío IX, entonces debemos reconocer como infalibles a todos sus antecesores. Bien, pero, venerables hermanos, la historia tiene su voz, demostrando que algunos Papas eran pecadores. Vosotros podéis protestar o negarlo, pero yo puedo demostrar que el Papa Víctor (año 192) reconoció la herejía del montanismo y después la condenó; el Papa Marcelino (296-303) era pagano, entró en el templo de la diosa Vesta y ahí hizo una ofrenda. Vosotros diréis que lo hizo por debilidad de carácter, pero yo sostengo que el sucesor de Cristo debiera morir antes que realizar ofrendas paganas. El Papa Liberio (año 358) confirmó la condena de Atanasio y también la herejía de Ario para librarse del exilio, y así pudo volver a su cátedra. Honorio (año 625) era partidario del monotelismo, que atribuía a Cristo una sola voluntad, la divina. Gregorio I (528-590) fulminó como Anticristo a cualquiera que se autoproclamase obispo ecuménico, pero Bonifacio III (607-608) exigió al emperador Focas que le otorgase ese título. Los Papas Pascual II (1088-1099) y Eugenio III (1145) permitían los duelos; Eugenio IV (1431-1439) reconoció el concilio de Basilea que admitió el uso del cáliz para la Iglesia de Bohemia; Pío II (1456) lo prohibió. Adriano II (872-876) reconoció el casamiento civil; Pío VII (1800-1823) lo condenó. Sixto V (1585-1590) editó la 165


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Santa Biblia y con una bula papal permitió leerla; Clemente XIV (1700-1712) criticó a los que la leían. Clemente XIV prohibió la orden de los jesuitas, autorizada por Paulo III, y Pío VII la restableció. Pero, ¿para qué recordar el pasado? Actualmente el Santo Padre que nos preside dictó una bula declarando infalibles las resoluciones de sus antecesores. No terminaría nunca, venerables hermanos, si quisiera demostraros todas las contradicciones de los Papas y de sus doctrinas. Si pretendéis demostrar la infalibilidad del Papa actual, entonces deberéis probar lo imposible, pues nunca los Papas se contrarían los unos con los otros. De no ser así, deberéis declarar que la infalibilidad empieza desde este año 1870. ¿Osaréis hacer esto? Es posible que el pueblo lo soporte sin quejarse, siendo acaso indiferente a los problemas teológicos que no comprende y juzga de poca consideración, pero de los hechos directos tiene otra opinión. Si vosotros consagrarais ahora el dogma de la infalibilidad papal los protestantes van a protestar más todavía, porque tienen a su lado la historia. ¿Qué vamos a responderles si ellos nos mostraran a todos los obispos de Roma predecesores de Pío IX? El Papa Virgilio (año 538) compró el trono pontificio a Belisario (general del emperador Justiniano). Es también cierto que no cumplió su palabra y que no pagó nada, lo cual no corresponde a las resoluciones apostólicas. El segundo concilio de Calcedonia estipuló categóricamente que “el obispo que recibe su grado por medio de dinero, que quede privado de su grado y que sea excomulgado.” El Papa Eugenio III (1145) hizo lo mismo que su antecesor Virgilio. San Bernardo, reluciente astro de su siglo, dijo al 166


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Papa: “¿Puedes mostrarme en esta gran ciudad (Roma) a una persona que te reconozca como Papa si no es por soborno de oro y plata?” Venerables hermanos. ¿Puede ser bendecido por el Espíritu Santo aquel Papa que compre su trono y tiene el derecho de predicar infaliblemente? Vosotros bien conocéis la historia de Formoso. El Papa Esteban ordenó amputar los dedos de su mano, con los cuales había bendecido al pueblo, y arrojarlo al río Tiber, proclamando que estaba fuera de la ley y de no haber cumplido su juramento. Por eso, más tarde, el mismo Esteban fue encarcelado, envenenado y estrangulado, hasta que por último otros Papas rehabilitaron el honor de Formoso. Vosotros diréis que estas son leyendas y no hechos históricos. Id a la biblioteca del Vaticano y leed. En cuanto a las escrituras de Plotino, historiador de los Papas, y los relatos de Baronio (a. 897), por el honor de la cátedra pontificia no tendríamos que tocarlas ni publicarlas, por peligro a que se produzca entre nosotros un cisma. ¡Pero si se intenta sancionar un nuevo dogma, por amor a la Iglesia Santa, Católica, Apostólica y Romana entonces es imposible callar! Sigo: el sabio cardenal Baronio, hablando de la curia papal afirma: “A qué estado llegó hoy en día la Iglesia Romana que ahora, como perdió la gloria, está regida por poderosos empresarios del Vaticano. Ellos venden, cambian y compran posiciones de los obispos y entronizan a sus amigos (los antipapas) en el trono de San Pedro.” Pueden ustedes argumentar que tales antipapas eran ilegítimos. Bien, pero en ese caso queda firme que durante 150 años el trono papal fue ocupado por esos intrusos. 167


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¿Cómo se puede probar de este modo la sucesión de los obispos? ¿Podía la Iglesia estar 150 años acéfala? Por lo demás, gran número de antipapas ocupan lugares en el árbol genealógico de los papas. Son, probablemente, aquellos de quienes Baronio escribió, enseñando, a las nuevas generaciones los hechos de las anteriores: “Juan XI (a. 963) era hijo legítimo del Papa Sergio y de Marozia... La Santa Iglesia Romana fue humillada y hollada por este monstruo.” El Papa Juan XII fue electo a los dieciocho años de edad y no fue nada mejor que su predecesor. “Siento remordimientos morales, honorables hermanos, al agraviar sus oídos con estas cosas increíbles.” Debo callar acerca de Alejandro VI, padre y amante de Lucrecia, y de Juan XXII (a. 1316), que negaba la inmortalidad del alma y fue destituido por el Santo Concilio de Constanza. Yo no quiero mencionar todas las inquietudes y cismas que existían y deshonraron a la Iglesia de entonces, cuando la cátedra del Papa de Roma era ocupada al mismo tiempo por dos y a veces tres personas que se excomulgaban entre si. ¿Cuál de ellos era el verdadero Papa? Repito una vez más: si vosotros promulgáis la infalibilidad del obispo de Roma actual, entonces deberéis reconocer la infalibilidad de todos sus antecesores sin ninguna excepción. ¿Podéis hacer 168


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eso? ¡Cuando la historia nos muestra, con la claridad de la luz solar, que los papas se equivocaban en su doctrina! ¿Podéis hacer eso y demostrar que aquellos aprovechadores y simoníacos fueron realmente los sucesores de Jesucristo? Monseñores: los verdaderos creyentes dirigen sus miradas y esperan de nosotros la curación de innumerables males que deshonran a la Iglesia. ¿Podéis engañar las esperanzas de ellos? ¿Cuál será vuestra responsabilidad ante Dios si no aprovechamos este momento, hermanos míos, para curar la fe? Aprovechemos este solemne acto, hermanos míos y armémonos con santa audacia haciendo el importante y noble esfuerzo de volver a la doctrina apostólica, porque sin eso incurriremos en errores, oscuridad mental y falsa tradición. Aprovechemos, con toda nuestra sabiduría y fuerzas mentales, para reconocer a los apóstoles y profetas como infalibles preceptores para nuestra salvación. Fuertes e inamovibles, sobre la base de las Sagradas Escrituras, con plena fe, iremos ante el rostro del mundo y tomando el ejemplo de San Pablo en presencia de los incrédulos, prediquemos únicamente a Jesucristo crucificado por nosotros. Venceremos con la doctrina de la Cruz, como Pablo venció en Grecia y en Roma, y la Iglesia Romana tendrá un año glorioso." Mons. Josef Schtrosmayer. El Concilio no escuchó a su hermano, Mons. Josef Schtrosmayer. Nota: El Obispo Schtrosmayer, dominaba varios idiomas y era perfecto orador en latín clásico. El texto que hemos leído, es el discurso que pronunció en el Concilio Ecuménico I, de 1870, bajo el pontificado de Pío IX. El obispo Dupanloup, de la diócesis de Orleáns, lo calificó 169


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“el mejor del Concilio.” Monseñor Melhers, arzobispo de Colonia (Alemania), lo llamó “espléndido orador, que no tiene igual.” Murió en Austria en el año 1905, mas de 30 años después de haberse proclamado el dogma de la infalibilidad Pontificia. (Pastor Aeternus) En 1870 había en todo el mundo 917 obispos católicos romanos y solamente 443 votaron en favor del dogma de la infalibilidad papal. Esta minoría, inferior al 48 por ciento, estaba constituida principalmente por italianos. El concilio Vaticano I (a. 1870 ) afirma que el obispo de Roma, el Papa, es infalible cuando habla “ex catedra” cuando cumpliendo la función de pastor maestro de todos los cristianos en virtud de su autoridad católica suprema proclama definitivamente una doctrina, un dogma de fe o de moral para la iglesia universal (cfr. Constitución pastor Aeternus y Lumen gentium 25). Sin haberlo estudiado suficientemente y explicado ecuménicamente la ortodoxia tiene este dogma católico en la agenda de trabajo para examinarlo en la comisión mixta del dialogo teológico ortodoxia catolicismo. La ortodoxia afirma que la infalibilidad no se concentra en una sola persona porque ello contradice la tradición auténticamente patrística. Esta tradición reconoce la colegialidad de los obispos (autoridad e infalibilidad conciliar) en el ejercicio del servicio magisterial. Al mismo nivel esta el escrutinio del los Santos y la conciencia de la Iglesia “concensus eclesiae” en la recesión de las decisiones sinodales. Las decisiones y las reformas prácticas del concilio vaticano segundo han despertado gran interés entre los ortodoxos. Desde el triunfalismo medieval contra reforma y Vaticano I

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últimamente han cambiado mucho las cosas, fruto del concilio vaticano II y del ministerio de Papas como Juan XXIII, Paulo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II. En algunas c o s a s l a eclesiología de la iglesia católica ha demostrado valentía, caridad, ecumenicidad, volviendo a numerosos puntos a los aspectos de los orígenes cristianos, El Papa ejerce un servicio diagonal a favor de todos, es símbolo de la unidad de todas las iglesias aunque todavía la unidad es incompleta e imperfecta. El Papa Juan Pablo II se ha manifestado como eficiente defensor del resto de las iglesias cristianas, y de manera particular cercano y respetuoso de la Iglesia Ortodoxa, mediante una pastoral pontificia muy personal, visitando a todos los fieles del mundo, dirigiéndose y encontrándose en un clima de hermandad con jerarquías y fieles de otras iglesias y religiones no cristianas, defendiendo incansablemente las libertades religiosas y políticas así como los derechos humanos. A nivel mundial se reconoce en el actual Papa Juan Pablo II sus logros en el campo de las libertades tanto religiosas como sociales y políticas. Es de todos conocida su defensa a ultranza de los derechos más básicos de la persona humana y su tarea de cara al logro de la realidad cristiana. 171


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Los Ortodoxos creemos y esperamos que los católicos conociendo mas a fondo la doctrina original de los Padres de la Iglesia valoren, respeten y anhelen vivir lo que nosotros hemos conservado por siglos. DIFERENCIAS EN LA CELEBRACIÓN DE LOS SANTOS SACRAMENTOS A) Bautismo: 1).- La palabra Bautismo deriva de la palabra Griega "Vaptizo", la cual significa inmersión, por lo que el bautismo debe ser inmersión total en el agua, tal y como lo practica la Iglesia desde un principio. Esta inmersión simboliza el entierro de la muerte de Cristo Jesús, como dice San Pablo a los Romanos: "Porque somos sepultados con Él en el bautismo por la muerte: Así como Cristo de la muerte por la gloria del Padre, así también nosotros caminaremos en vida. Porque si hemos sido plantados juntos en la semblanza de su muerte, así también estaremos en la semblanza de su resurrección" (Romanos 6:4-5). Conforme a esta enseñanza todo el cuerpo del candidato debe estar en contacto con el agua de la fuente bautismal, lo cual es un hecho visible del sacramento, en el que el Espíritu Santo se encuentra invisible. Los antiguos baptisterios, dispersos por toda Europa Occidental comprueban este hecho, debido a que aquel bautismo era celebrado por inmersión y no poniendo un poco de agua sobre la frente del candidato, únicamente a partir del siglo XVI que se acostumbra poner agua sobre la frente en la Iglesia Occidental, ya que originalmente esta costumbre era un uso adoptado solamente para los enfermos, cuando era necesario. 2). - En la Iglesia Ortodoxa el sacramento del bautismo no 172


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es realizado por el sacerdote, sino ante la presencia del Espíritu Santo, que es invocado por el Sacerdote mediante Oraciones Venerables y el Sacerdote no dice: "Yo te Bautizo", como lo hacen en el Catolicismo Romano, sino que: "El siervo de Dios es Bautizado". Tal y como nuestro Señor fue inmerso en las aguas del Jordán (Mateo 3:16), el bautismo Ortodoxo es celebrado mediante una triple inmersión en nombre de la Santísima Trinidad, esta triple inmersión simboliza el entierro del "Hombre Viejo" y la Resurrección del "Hombre Nuevo". B) Crismación o Confirmación ("Crisma" en Griego): 1).- Otro sacramento importante es la Crismación (Confirmación en el Occidente), el cual nos concede el don del Espíritu Santo. Desde los primeros días de la Iglesia, este Sacramento era celebrado justamente después del bautismo. El escritor Eclesiástico de la Iglesia, Tertuliano (siglo II) dice: "Después del bautismo de Salvación, recibimos inmediatamente el Santo Crisma, conforme a las antiguas costumbres", no obstante en el Occidente, separaron al bautismo de la Confirmación y dan la Confirmación a los niños previamente bautizados solamente desde la edad de 7 a 10 años o mas, de esta manera, privan al niño de los demás dones del Espíritu Santo durante su infancia y por lo tanto también de la Santa Comunión. La Iglesia 173


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Ortodoxa continua con las Antiguas Tradiciones, dando la Santa Comunión a los bebes bautizados, recordando las palabras del Señor: "Permitan que los niños vengan a mí y no se les prohíba". (Lucas 18:15-16). 2).- Esta distorsión y cambio se debe a la mente racionalista de Occidente, en la cual se requiere que el niño tenga raciocinio para recibir la Confirmación, mientras que en la Ortodoxa se cree en la Revelación y el poder de la gracia de Dios, dados como un Don. Esta forma racional de pensamiento hizo mucho daño al Occidente, porque trató de explicar los misterios de Dios mediante los racionamientos de la lógica Aristotélica, lo cual es imposible, ya que la Lógica tiene un cierto campo de actividad, y en el más allá tenemos la inmensidad del amor de Dios y su eternidad, algo que la lógica humana no puede lograr entender. Es por el don de gracia que el hombre puede vivir esta inmensidad con gratitud, sin tratar de comprender el misterio intelectualmente. El Bautismo, la Crismación y la Comunión de los Santos Dones, son regalos de Dios para el Alma y no necesitan para ser eficaces el entendimiento de quien los recibe. Por ello, desde la mas tierna edad, pueden recibirlos aquellas almas regeneradas por Cristo. C) La Santa Comunión (Eucaristía, del Griego "Eucaristos": Agradecer): 1).- Después del Cisma, el Occidente distorsionó el sacramento de la Santa Comunión, porque en lugar de dar a los fieles el Cuerpo y la sangre del Señor en forma de pan y vino, como el Señor se dio a sí mismo durante la última cena, ellos lo suprimen y aunque tienen la Sangre, solo les dan el Cuerpo en forma de una hostia (Una oblea sin levadura), y no en forma de pan de levadura, como lo fueron en los tiempos antiguos. 174


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El texto Bíblico nos informa como la Santa Comunión fue dada en los tiempos Apostólicos: "Y como ellos estaban comiendo, Jesús tomo el pan y bendiciéndolo lo partió y lo dio a sus discípulos y les dijo: Tomen y coman, esto es mi cuerpo, y tomando la copa y dando gracias, dándose a ellos diciendo. Beban todos de ella, porque esta es mi Sangre del Nuevo Testamento, la cual es derramada por varios, para la Remisión de los pecados" (Mateo 26:2629). Entonces Jesús le dijo: "En verdad, en verdad les dijo, a menos que coman la carne del Hijo del hombre y beban de su sangre, no tendrán vida eterna: y yo resucitaré en el último día. Porque mi carne es comida verdadera y mi sangre bebida verdadera. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mi y yo en él. Como el Padre viviente me ha enviado y yo vivo por el Padre, asimismo quien me come, así también él vivirá por mí." (Juan 6:53-57). También San Pablo nos dice: "Porque lo que yo he recibido del Señor lo transmití a ustedes, que el Señor Jesús, la misma noche en la cual fue traicionado, tomó el pan: Y habiendo dado gracias, lo partió y dijo, tomen y coman: Este es mi cuerpo, el cual es partido por ustedes: Hagan esto en memoria mía. Después de la misma manera tomó la copa, y a su vez cenado dijo: Esta copa es el Nuevo Testamento en mi sangre: Hagan esto tan seguido como lo beban, en memoria de mí; porque tan frecuente como coman este pan y beban de esta copa, ustedes testimonian la muerte del Señor hasta que Él venga... Por eso cualquiera que comiere este pan y bebiere de esta copa de el Señor, indignamente, será culpable del Cuerpo y Sangre del Señor. Por eso permitan al hombre examinare a sí mismo antes de comer aquel pan y beber de aquella copa, porque el que come y bebe indignamente, come y bebe con perjuicio de el mismo, sin discernir el cuerpo del Señor". (I Cor. XI :23-30). 2).- Por eso debemos usar el sacramento de la Santa 175


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Eucaristía (Comunión) pan de levadura, porque en la Ultima Cena, que tuvo lugar en la noche de Jueves no era aún el día de "Pan sin levadura" (Ácimo) de la religión Hebrea, el uso del pan normal, fue práctica de la Antigua Iglesia y fue solo hasta el siglo I que algunos herejes influenciados por el Judaísmo, empezaron a usar pan sin levadura o "ácimo" siguiendo mas las tradiciones judías, mas que las tradiciones cristianas, y aún del Occidente tenemos información que se usaba pan normal de levadura para el sacramento de la Santa Comunión: (Marcos 14:1) (La Ultima Cena fue en Jueves). "Panes usitatus". (DE SACRAMENTIS. Cap.IV, 14). Además la simbología de la levadura la comparaba al pecado, Cristo verdaderamente no cometió pecado, pero asumió en si mismo a todo el pecado del mundo, esa fue su principal obra redentora, por ello, si queremos representar a un Cristo sin pecado, es correcto usar un pan sin levadura, pero si creemos que la misión redentora de Cristo principal fue la de asumir nuestros pecados y permitirnos salir de la postración de la muerte por medio de su resurrección, el uso de la levadura es indispensable. El pan con levadura, que es Cristo que asume la naturaleza humana y la redime por medio de la acción consacratoria que realiza el Espíritu Santo, que tras la muerte del Salvador, Resucita para darnos nueva vida a los que le recibimos. Comulgar un pan sin levadura, es negar la obra Redentora de Cristo en nosotros mismos. 3).- El cambio ("Metavoli") del pan y el vino en el cuerpo y sangre del Señor, es realizado mediante la invocación del Sacerdote al Espíritu Santo, por quien se opera la transformación y no por el Sacerdote mismo. En la Iglesia Ortodoxa, el pan y el vino son ofrecidos por los Fieles. Cristo nos ofrece en el Santo Cáliz "Vida", y es El mismo el que se ofrece a través del pan que es usado para el sacramento por lo que debe tener "Vida" (con levadura) y no estar muerto (sin levadura). 176


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4).- Este sacramento es muy importante porque es el corazón de la Iglesia que nos une al Señor como "las ramas de la vid". Esto es lo que Él dice: "Yo soy la vid, ustedes los sarmientos: el que habita en mi y yo en él, él mismo produce mucho fruto: Porque sin mí ustedes no hacen nada." (Juan 15:5) y agrega: "Si un hombre no habita en mi, será tirado lejos como una rama y se secará: y los hombres la recogerán y la tirarán en el fuego y se quemará. Si pertenece en mi y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y les será hecho” (Juan 15: 6-7). En otras palabras, si nosotros no participamos en este sacramento, que nos santifica, somos como ramas secas que no producen ningún fruto (fruto de santificación) y somos buenos solo para el fuego. La comunión hoy en día es recomendada lo más frecuentemente posible, según las disposiciones personales de cada alma. D) Arrepentimiento - Confesión: 1).- Este sacramento es una preparación para aprovechar el Santo Cáliz. La liturgia de San Juan Crisóstomo (escrita en el siglo IV y basada en la más antigua liturgia de tradición oral de Santiago, primer obispo de Jerusalén, siglo I, D.C.), contiene la siguiente oración, pronunciada por el Sacerdote: "Lo Santo para los Santos.". No podemos entonces aprovechar el santo Cáliz si no hemos primero purificado nuestras almas mediante las lágrimas del arrepentimiento. Es por eso que el arrepentimiento es también llamado segundo bautismo o 'bautismo de lágrimas". San Pablo habla con severidad sobre esta preparación en su Epístola a los Corintios (I. Cor.XI: 27-29), basado en el siguiente texto bíblico: "Cuando el Señor, después de su Resurrección se apareció a sus Apóstoles a través de las puertas cerradas. Y les dijo: "Reciban el Espíritu Santo; a quien los pecados les sean 177


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remitidos." (Juan 20:23). Este poder dado por el Señor a los Apóstoles, fue transmitido a los Obispos mediante el sacramento de la Ordenación que a su vez lo transmiten a los Sacerdotes. 2).- En la Iglesia Ortodoxa, no hay confesionarios, uno puede confesarse en cualquier lugar conveniente en la Iglesia o donde sea y además no hay enrejado que separa al confesor y al penitente. De este modo la confesión de uno a otro, purifica el alma y puede resistir mejor a las tentaciones. La Absolución que él recibe es una consecuencia de su sincero arrepentimiento y no debido a las oraciones intermediarias, a los Santos o a otro factor. Los Santos son Honrados en la Iglesia Ortodoxa, porque ellos glorifican a Dios mediante sus martirios y su vida santa. "Dios es glorificado en la vida de los Santos": Sal.67 (68:35) Sal. (89:7) y porque como esta escrito: "El Señor oye la oración de los justos". (Proverbios 15:29). Sin embargo los Santos no tienen el poder del perdón de los pecados, la absolución es dada sólo a través del sincero arrepentimiento personal, lo cual es una acción libre, que obtiene su eficacia en la labor Redentora del Señor en la Cruz y en la aceptación personal de la Obra de Cristo en la vida de cada persona. 3).- De esta forma la confesión es considerada como un trámite del alma para convertirse en más y más poderosa. El sacramento del arrepentimiento expresa un cambio del pensamiento y una resolución para caminar conforme a la voluntad de Dios, este sacramento es un remedio, no un juicio. Por ello el sacerdote ortodoxo no cuestiona al penitente, ni hace una investigación sobre su vida, esa es una costumbre romana que tiene sus orígenes en los jueces medievales que muchas veces eran sacerdotes romanos. 4).- Como la Confesión es también una preparación del cuerpo. Los períodos de ayuno y la fórmula de ayuda han 178


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sido decretadas por reglas Apostólicas, desde el comienzo y aún sigue respetándose. En los países Occidentales esta tradición, ha sido demasiado flexible. El ayuno fue un mandamiento de Dios para la primera pareja en el Paraíso. (Clemente de Roma, 1er. Siglo, "La enseñanza de los Apóstoles" VIII, 1.P.P.Migne). Y todos los Santos lo han practicado, haciendo de este un camino de auténtico encuentro con el Señor. 5).- La investigación que en la Iglesia Católica se hace sobre los pecados, no existe en la Confesión Ortodoxa una averiguación sino solo una exposición libre de los pecados para recibir la absolución, y sobretodo el reconocimiento de ser pecador ante Cristo. E) Las Santas Ordenes: 1).- Las Ordenaciones como los sacramentos están basadas en el texto bíblico sobre la elección de los Apóstoles por el Señor (Mateo 10:1) (Lucas 10:1) (Juan 6:70) (Hechos 2:1). En los Hechos de Apóstoles, varios pasajes nombran como estos realizaron la elección de sus sucesores: (Hechos 6:6) (Hechos 13:3) (Hechos 20:28). Como también las Epístolas de San Pablo (I. Timoteo 5:22) (2. Timoteo 1:16). El siguiente texto muestra claramente: "Y cuando hubieron ayunado y orado, colocaron sus manos en ellos y los despidieron. ”(Hechos 13:3). El texto de la primera Epístola de San Pablo a Timoteo: "La imposición de las manos" produjo un cierto don, “No descuides el don que esta en ti, el cual te fue dado por profecía, con la imposición de las manos del presbiterio”. (I Timoteo 4:14), este don es producido por la "imposición de las manos" y da al Sacerdote el poder de celebrar los Santos Sacramentos. 2).- La Iglesia Ortodoxa tiene Sacerdotes casados "Presbíteros", (normalmente el Clérigo Parroquial) y los Sacerdotes solteros, la mayoría monjes entre los cuales son 179


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seleccionados los Obispos. Esta doble posibilidad en la Iglesia Ortodoxa, es una decisión de un Concilio Ecuménico (VI Concilio, XII Canon) y aquellos que se están preparando para el Episcopado no se casan. Después de la Ordenación, el Matrimonio no está permitido, y cuando un Sacerdote es viudo, le esta permitido que se convierta en Obispo, porque esta liberado de las obligaciones familiares. 3).- la Iglesia Ortodoxa tiene tres grados principales de las Santas Ordenes, conforme al texto de los Hechos: El Diácono, los Presbíteros (Clérigo Parroquial) y el Obispo. El obispo con el titulo de Cardenal del Catolicismo Romano es un invento posterior y no existe en el texto Bíblico. El grado Cardenal debilita al Episcopado, debido a que los Cardenales son considerados superiores a los Obispos y eso imposibilita muchas veces una unidad en la uniformidad de derechos. El matrimonio de los Presbíteros (Clérigo Parroquial), es mencionado en la epístola de San Pablo a Tito: “Te he dejado en Creta para que termines de organizarlo todo y establezca presbíteros en cada ciudad, siguiendo las instrucciones que te dí: que sean irreprocbles, que sean casados una sola vez, que sus hijos sean creyentes y no se les pueda acusar de mala conducta o de rebeldes. (Tito 1:56). 4).- Conforme al VI Concilio Ecuménico (692). Los Obispos deben ser solteros. F) Matrimonio: 1).- El Matrimonio no es una institución humana, sino divina. En el texto bíblico del Génesis vemos: “Después el señor Dios pensó:~No es bueno que el hombre esté solo; voy a proporcionarle una ayuda adecuada (Génesis 2:18). Y más adelante leemos: "Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá su esposa y serán una sola 180


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carne." (Génesis 2:24). Por eso el matrimonio fundado por Dios tiene un doble propósito: La vida en común (la unión Sarcosomática) y la procreación. 2).- El nuevo Testamento, esta divina institución convierte al sacramento en "Un gran misterio", como dice San Pablo en su epístola a los efesios, y en donde compara la unión santificada de un hombre y una mujer a la misteriosa unión de Cristo con la Iglesia (El cuerpo de los creyentes) (Efesios 5:32). Este sacramento es una figura de la comunidad de la Santa Trinidad. Desde el comienzo de la Cristiandad, el matrimonio fue una ceremonia religiosa como la muestran algunos hallazgos arqueológicos del arte primario Cristiano y las enseñanzas de los padres, como lo muestra la superficie de una copa encontrada en una catacumba en Roma, en donde vemos a un Sacerdote coronado y bendiciendo a una nueva pareja. San Ignacio de Antioquia, escribe a San Policarpo (siglo II): "El matrimonio debe ser celebrado conforme a la opinión del Obispo, por que esta unión debe estar basada en la voluntad de Dios y no en un deseo físico." Y San Juan Crisóstomo dice: "No es la unión física sino la bendición de la Iglesia, lo que constituya en todos los sacramentos." Es la presencia del Espíritu Santo (presente en todos los sacramentos) el que da la bendición a la pareja y les transmite gracia. La gracia de Dios santifica la unión física transformando en un centro de perfección moral, por lo que a nosotros no nos esta permitido disolver este centro de espiritualidad, este es el ambiente en el cual nacerán y crecerán los nuevos Cristianos. Es la célula, que tiene el poder de santificar poco a poco a la sociedad. 3).- El carácter indisoluble del matrimonio fue dado por el Señor mismo, cuando los Fariseos le preguntaron si el divorcio estaba permitido, él contestó: 181


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"Por tanto, lo que Dios unió, no lo separe el hombre". (Mateo 19:6) Y agregó más adelante: "Cualquiera que repudia a su esposa, salvo por causa de fornicación y se casa con otra, comete adulterio." (Mateo 19:9). Por esto la Iglesia Ortodoxa permite el divorcio, en el caso mencionado por el Señor, en caso de infidelidad. 4).- En el mismo pasaje bíblico hay una cuestión sobre el celibato:“Algunos no se casan porque nacieron incapacitados para eso; otros porque los hombres los incapacitaron; y otros eligen no casarse por causa del reino de los cielos.Quien pueda poner esto en práctica, que lo haga”. (Mateo 19:12). Por eso el celibato en Cristo no es para todos, sino para aquellos que son capaces y que lo reciben con libertad. Este es un don de Dios para aquellos que pueden aceptar ser separados completamente de las cosas mundanas, para dedicarse a sí mismos completamente a Dios , como dice San Pablo a los Corintios: "El que es soltero, cuida de las cosas que pertenecen al Señor, de cómo pueden agradar al Señor: Pero el que es casado cuida de las cosas que son del mundo, de cómo puede agradar a su esposa".(1. Cor. 7:3233). Y más adelante agregó: " Y esto que yo hablo para su propio provecho; no es para que yo pueda tirarles un lazo, sino para lo que es honesto y decente y puedan atender al Señor sin distracción" (1. Cor. 7:35). 5).- Este caso de celibato está basado en una ferviente Fe y en un ascetismo espiritual, el cual es capaz mediante la ayuda de la gracia, calmar los instintos y las pasiones, y hacer al alma más apta y permanecer unida a Dios así como para recibir el grandioso don del Espíritu Santo. Por eso es que el gran ascetismo de la Iglesia Ortodoxa, se convirtió, en repetidas ocasiones, en el ferviente luchador y defensor de la verdad de la Iglesia, contra los herejes de toda clase. 6).- Para la gente Ortodoxa hay solamente dos soluciones para este propósito: Ya sea el matrimonio bendecido por 182


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Dios o la castidad aceptada libremente, una vida sobrenatural, la cual es un don de Dios. “Quien pueda poner esto en práctica, que lo haga”. (Mateo 19:12). 7).- El celibato en Cristo no es necesario para alcanzar la santidad, sin embargo una vida monástica se convierte en una fuente de enseñanzas espirituales que sostienen la vida de la Iglesia, ya que puede tomar lugar en la sociedad, conforme al ejemplo de los Apóstoles y a otros Santos de la Iglesia. Sin embargo, en la Iglesia Ortodoxa no hay ordenes monásticas de religiosos activos en el mundo material. 8).- El ascetismo es bíblico (I.Reyes 19) (Mat.4). G) La Santa Unción de los enfermos: La unción con aceite de oliva consagrado es mencionada como un sacramento en una de las epístolas Apostólicas, pero este sacramento era ofrecido al enfermo por alguna enfermedad que padecía, y no solo en el momento de la muerte, como lo practican en el Occidente, he aquí el texto bíblico: "Está algún enfermo entre ustedes?, déjenlo llamar a los Ancianos de la Iglesia y permítanles orar sobre él, ungirlo con aceite en el nombre del Señor". (Santiago 5:14-15). Y también en el Evangelio de San Marcos vemos a los Apóstoles en actividad: "Y ellos echaban a varios dominios y ungían con aceite a varios que estaban enfermos y los sanaban". (Marcos 6:13). Por eso la "extrema unción" del Catolicismo Romano, no es una tradición Apostólica. OTRAS DIFERENCIAS DOGMATICAS I) Purgatorio 1).- La concepción del purgatorio es una innovación del Catolicismo Romano, no existió para nada en la Tradición Apostólica: "El ladrón fue directamente de la Cruz al 183


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Paraíso" (Lucas 23:43) y (Juan 5:29). Es doctrina ortodoxa y católica que tras la muerte hay un juicio particular inmediato, pero mientras los ortodoxos creen y enseñan que las almas de los difuntos en estado de pecado grave se pueden salvar hasta el juicio final mediante las oraciones e intercesiones de los vivos y los sacrificios eucarísticos ofrecidos y celebrados por sus almas. La iglesia católica habla del purgatorio como el medio purificatorio, sin embargo existen unos matices que conviene aclarar porque las dos iglesias se aproximan en esta doctrina aunque las diferencias persistan. La ortodoxia enseña que las almas que se encuentran en un estado provisional desde la muerte y el juicio particular hasta el juicio final pueden ser rescatadas por las oraciones de los vivos y los santos, cosa que no puede suceder hasta después del juicio final, en el catolicismo se ha desarrollado la doctrina según la cual las almas de los santos tienen un destino de felicidad perfecta inmediatamente después de la muerte y para los difuntos cargados de pecados graves hay un suplicio infernal, y para los que murieron en estado de gracia pero no lograron dar durante la vida satisfacción por la pena temporal debida por los pecados les espera después de la muerte un purgatorio que los purifica y los pasa a la felicidad plena antes del juicio universal. Partiendo ya de una diferencia doctrinal sacramental de que Dios Padre amoroso no necesita de una satisfacción personal de parte de sus hijos los ortodoxos no entendemos y no aceptamos la doctrina católica respecto al purgatorio. La iglesia católica considera que el conocimiento de la esencia de Dios el catafatismo perfecto puede ser un motivo de felicidad plena (santos) por medio del suplicio del purgatorio para los pecadores. El tema del purgatorio católico fue motivo de largos y profundos debates en el concilio uniata de Florencia ( a. 184


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1438-39 ). Ecuménicamente hablando hay que reconocer que es doctrina común: El juicio particular, la validez de las oraciones, sacrificios eucarísticos ofrecidos por los difuntos, la invocación de la Trinidad Santa, la medicación y la intercesión de la Santísima Virgen Madre de Dios y de los santos por el destino salvífico de las almas y la fe y la esperanza en la voluntad amorosa del Salvador y Dios Jesucristo. El culto y cultura tradicional ortodoxa y católica funerarias, las tradiciones comunes por el destino de las almas de los difuntos es un signo ecuménico de las dos tradiciones de la fe de la comunión de los santos. Partiendo del mundo pecaminoso e impuro la lógica de la fe cristiana nos impone creer que hay necesidad de purificarse incluso después de la muerte hasta la resurrección y la divina llamada para el juicio final. Sin embargo es ilógico pensar en un Dios que desea el sufrimiento de sus hijos para purificarlos, incluso si ellos son los culpables de esos pecados. Lo que creemos los ortodoxos es que Dios permite que la persona se purifique cambiando de vida y haciendo obras buenas, aceptando a Cristo en su vida y recibiendo los sacramentos, y después de la muerte recibiendo como acto de misericordia las oraciones generosas de las almas creyentes que elevan sus suplicas por nosotros. En este tema solo el dialogo teológico puede analizar el aspecto doctrinal católico del purgatorio y volver así a la línea doctrinal de la iglesia indivisa comúnmente aceptada del primer milenio cristiano.

II)Mariología y la inmaculada Concepción de la Santa Virgen: 185


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La veneración de la santísima Virgen Madre de Dios según las decisiones del concilio ecuménico de Éfeso (a.431) es parte del sistema teológico oriental de su espiritualidad y piedad, Aspectos que pronto pasaron y fueron acogidos por la Iglesia occidental. La mariología forma parte del sistema teológico en la medida en que mediante María se nos revela una parte de las intenciones de Dios al mundo. La mariología esta pues estrechamente vinculada a la Cristología. Con San Máximo el confesor y Andrés de Creta afirmamos que María es la más próxima a Cristo y por consiguiente ella es la primera del genero humano que llegó al estado espiritual de purificación total, al estado de deificación, estado al que estamos llamados todos a alcanzar. Ella es el modelo plenamente realizado. En ella se han desbordado antes y más que en cualquier otra persona los dones de Cristo y del Espíritu Santo. Por ello el concilio de Efeso (a.431) la declara Theotokos (Madre de Dios) y la piedad cristiana le ofrece culto de hiperdulía o sobre-veneración. La teología ortodoxa reconoce sobre la Madre de Dios dos principales atributos: Ella es orante y mediadora ante su Hijo. La cualidad de orante e intercesora de María no fue definida como dogma por la iglesia ortodoxa pero es una verdad vivida en todos los ámbitos ortodoxos. Los dogmas Mariológicos son estrictamente escriturísticos y relacionados a la encarnación del Hijo. Solamente la Maternidad Divina “Theotokos” y “natus ex maria virgine” fueron definidos expresamente. Los otros aspectos de su vida e importancia en la historia de la salvación quedan envueltos en el misterio tal como quiso la misma Escritura Santa. Talvez este es el hecho más característico de la ortodoxia: ha rechazado dogmatizar detalladamente acerca de la Virgen María, justamente porque para los ortodoxos nunca se presentó la duda sobre el papel magnifico de la 186


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Madre de Dios. La iglesia ortodoxa no ha considerado necesario definir como dogma la inmaculada concepción de Maria y la asunción corporal de la Madre de Dios al Cielo que la iglesia católica hizo en 1854 y 1950 respectivamente. Un documento del sínodo del patriarcado ortodoxo de Rumania del mismo año de 1950 rezaba al respecto: (la iglesia ortodoxa tras la separación de la cristiandad occidental, de su seno, ha evitado la formulación de nuevos dogmas no por falta de unidad, fuerza vital y pensamiento espiritual sino por querer conservar intacto el tesoro divino del cristianismo indiviso de los primeros ocho siglos como única base sobre la cual se puede esperar que se rehaga la unidad del mundo cristiano. Si también la ortodoxia hubiera alterado ese tesoro esto no hubiera sido posible rehacer). Igualmente la teología ortodoxa evita emplear el término de co-redentora (corredemptrix) termino que conduce al paralelismo con Cristo hasta consecuencias verdaderamente peligrosas convirtiendo a la Madre de Dios en una hipóstasis es decir persona divina. De hecho la teología católica tampoco ha dogmatizado este significado menos de lo que dice la palabra co-redentora. Los ortodoxos afirman que hubiera sido bueno no haber definido los dogmas de la inmaculada concepción y de la asunción corporal de la Madre de Dios al cielo, respecto a los cuales la ortodoxia ha mantenido una respetuosa discreción, aunque la tradición oriental abunda en sus textos litúrgicos y otros escritos sobre todo a partir del siglo VII al emplear el térrmino de Inmaculada, Purísima e Inmaculada Concepción y resaltando en especial la asunción corporal de la Madre de Dios al Cielo. Vemos como prácticamente la ortodoxia y el catolicismo, 187


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salvo matices, comparten la misma doctrina mariológica. La diferencia proviene de los sistemas teológicos de cada iglesia el católico es catafático (es decir que busca siempre que su ideología esté probada y aseverada) con la tendencia y tentación de definir de pasar todo por la lógica racional. En cambio la ortodoxia con su teología apofática (es decir que no busca una aprobación y aseveración, sino una vivencia de la fe mas espiritual), discreta y mística es mas respetuosa aunque el fondo sea común. La dificultad teológica que representa el dogma de la inmaculada concepción para los ortodoxos necesitan un estudio sereno y común. Si bien las dos iglesias enseñan la doctrina del pecado original de manera similar hay sin embargo matices diferentes: los católicos hablan de la pérdida de las gracias sobreañadida a la pura naturaleza del hombre y la ortodoxia enseña que el pecado original rompió la naturaleza misma del hombre no por completo pero si gravemente permaneciendo incluso después del bautismo la inclinación del hombre purificado y perdonado a cometer mas fácilmente el pecado que la virtud. La perdida de la gracia presenta solamente parte de esta corrupción. Esta actitud de cooperación entre católicos y ortodoxos es cada vez mayor y saludable. Ortodoxos y católicos reconocen la maternidad divina de la Madre de Dios y también su maternidad espiritual, su mediación e intercesión ante su Hijo Jesucristo por todos nosotros los que constituimos la Iglesia de Cristo. De manifestación y de expresión distinta el fondo del culto de la veneración y piedad marianas es común. Es un aspecto a tener en cuenta y en un autentico espíritu ecuménico debe reconocerse la gran aportación conjunta para poder ofrecer una doctrina mariológica a la que puedan mirar sin recelos incluso las iglesias que no la comparten.


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PRINCIPALES OBJETOS SAGRADOS

LA PATENA O "DISCOS": Plato con pie para depositar el santo Pan, que representa el pesebre en que fue colocado el Niño Dios. LA ESTRELLA O "ASTERISCO": Objeto de dos láminas plegables de cuyo centro ordinariamente cuelga una estrellita, simboliza el Astro que apareció con el nacimiento del Mesías EL CALIZ: Se usa para el Vino, en recuerdo de la copa que usó Jesús en la Santa Cena.

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LA LANZA: es un pequeño cuchillo en forma de lanza: como cuchillo, recuerda los sacrificios del Antiguo Testamento; y como lanza, recuerda la del Centurión que hirió el Costado de la Víctima Divina, en el Calvario. LA CUCHARA PARA COMUNIÓN: Con la cual se da la Santa Comunión a los fieles. LA ESPONJA tiene un doble significado, el primero se refiere a aquella con la cual los soldados Romanos dieron de beber a Nuestro Señor hiel y vinagre: y también a la esponja con la cual fue lavado Nuestro Señor después de haber sido bajado de la Cruz. Se utiliza para recoger las partículas quedadas en el Discos, o para absorber pequeñas gotas de la Sangre del Señor que puedan derramarse. En razón de estar en contacto con el cuerpo y sangre de Cristo permanece dentro del Antimension. VELOS: Son dos en forma de Cruz para cubrir la Patena y el Cáliz respectivamente. Un tercero de forma rectangular más grande para cubrir ambos. Un cuarto paño, de color rojo y también rectangular se usa para purificar la boca de los que comulgan.

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EL INCENSARIO, se usa para quemar el incienso, nos rememora los presentes de los Reyes Magos a Jesús recién Nacido. Y así como el incienso sube a lo alto así también deben subir nuestras oraciones hasta el Trono del Altísimo.

Ornamentos Sagrados PARA CELEBRAR los Santos Misterios, el Clero se viste con ricos y simbólicos ornamentos que tienen como finalidad honrar a Dios y dar realce a las ceremonias del Altar.

Diácono Usan los siguientes ornamentos: DALMÁTICA o "Estijario" (1): Es una vestimenta que tiene la forma de una amplia túnica con mangas anchas. Es símbolo de una conciencia pura y tranquila. De una vida sin mancha y de gozo espiritual en el Señor. Representa la vestidura resplandeciente de los Ángeles por eso es de color claro. ESTOLA DIACONAL u "Orarion"(2): Es una faja de tela que usa sobre el hombro izquierdo y a veces sobre el pecho y espalda. Simboliza las alas de los ángeles. SOBREMANGAS, PUÑOS o "epimanikia": Usa uno en cada muñeca y son símbolo de que las manos están bendecidas por el Señor y son dignas de poder servirle. 190


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Sacerdote TUNICA , Alba o "Estijario"(1): Es una vestimenta amplia que cubre todo el cuerpo y es de mangas angostas. Su significado, es semejante al de la dalmática del Diácono y la tela es más ligera. ESTOLA o « epitrajilion »(2) es una ancha pieza de tela que se usa sobre el cuello y luego desciende en la parte delantera del cuerpo. Simboliza la dignidad del que la usa en su calidad, de ministro de Jesucristo. El Sacerdote, al igual que el Diácono, debe celebrar todos los oficios revestido con la estola. CINGULO, FAJA o "zona"(5): Es una especie de cinturón que el Sacerdote usa sobre la túnica y estola. Es símbolo del don de la fortaleza con que Dios le ayuda en sus servicios y le exhorta a llevar una vida pura. SOBREMANGAS o «Epimanikia» (3) (puños) son idénticos a los del Diácono, tienen el mismo significado. PALITZA o «Epigonation» (4): Es una pieza de forma cuadrada que queda suspendida desde un extremo, a la altura del muslo derecho. Representa la Espada del Espíritu la cual es la Palabra de Dios, tiene apariencia como si fuese 191


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un libro. CASULLA o FELONION (6): Sobre todos los ornamentos anteriores el Sacerdote usa una vestidura, que tiene la forma de una capa larga y amplia y que por delante cubre todo el pecho. BIRRETE o "skufo": El Clero, y en especial los monjes, siempre deben traer la cabeza cubierta (con una especie de gorro que utilizan, se le llama skufos) esto simboliza que le han entregado su vida a Dios -como una especie de tonsura que los distingue del resto del pueblo-. Durante la proclamación del Evangelio y de la Anáfora se descubren la cabeza. El uso del velo es exclusivo para los monjes profesos 5 (se le llama kalimafkion o 4 klobuk).

Obispo EL OBISPO (2) usa los mismos ornamentos que el Sacerdote, excepto el felonion y en vez de él usa la Dalmática Episcopal (Sakkos) que es una amplia túnica abierta por los lados y ricamente adornada. Simboliza el Manto sin costura de Nuestro Señor. La Dalmática era una vestimenta usada por los emperadores: Y los Obispos la han usado desde muy antiguo en señal de su Episcopado. Fuera de estos ornamentos el Obispo usa otros 192

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para destacar su calidad de legitimo sucesor de los Apóstoles y de jefe de la Diócesis de la cual es Pastor. PALIO: (Omoforion)(3) Es una pieza larga y ancha, usada sobre el cuello, cayendo por sobre los hombros, una parte hacia adelante y la otra pasando por sobre el hombro izquierdo queda hacia atrás. Es símbolo de la dignidad Episcopal. La estola episcopal se llama Omophorion, es larga y cae por delante; representa la imagen del Buen Pastor llevando la oveja perdida sobre sus hombros -la persona del Obispo es Cristo mismo, y es el guardián del Depósito de la Fe-. MITRA(4): Es como una corona que sirve como emblema de poder conferido al ministro que la usa. (La mitra es otorgada en señal también de distinción, a Archimandritas, Abades y a ciertos Archiprestes). PALITZA o « Epigonation »(1): Es una pieza de forma cuadrada que queda suspendida desde un extremo, a la altura del muslo derecho. Representa la Espada del Espíritu la cual es la Palabra de Dios, tiene apariencia como si fuese un libro. BACULO PASTORAL(5): Es otorgado a Obispos y Archimandritas o Abades en señal del poder espiritual que tiene sobre la diócesis o monasterio que ellos dirigen. 193


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PANAGÍA : Es una Imagen circular de Nuestro Señor y la Santísima Virgen, que el Obispo la usa sobre su pecho en señal que siempre en su corazón debe llevar a Nuestro Señor y su Santísima Madre, la intercesora ante Dios; y por ello, su corazón debe ser puro y su espíritu recto. CRUZ PECTORAL: El Obispo usa sobre su pecho una cruz ricamente adornada con piedras preciosas. Es usada además por los Sacerdotes de grados superiores tales como Archimandritas, Abbades, Archiprestes, etc. Dentro del clero ruso los Sacerdotes usan una sencilla Cruz con la imagen de Nuestro Salvador. La Capa Episcopal no es una vestimenta sólo para el Obispo. Se llama mandias y es la capa monástica, sólo que el Obispo la usa adornada con siete bandas (siete Sacramentos) y los monjes, negra. tipifica las alas de los Ángeles. Todos los monjes al presenciar un servicio Divino deben portar su mandia y su velo.

Hipodiácono, subdiácono o Acólito El lector: Viste con un sticharion (túnica) corto, que simboliza las ordenes menores y que está dedicado al servicio de Dios . 194


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El subdiácono Viste un sticharion (túnica larga) y una estola (orarion), que simboliza la pureza y tranquilidad de conciencia, una vida sin mancha y la unión espiritual con el Señor. El subdiácono la utiliza siempre cruzada. El subdiácono usa el orarion cruzada como símbolo de que canaliza sus pensamientos, la conciencia de sus miembros y la pureza de su corazón a la pureza del servicio de Dios. El Sacerdote usa una especie de alba (sticharion) y su estola (epitachilion) es como la diaconal, sin embargo ésta le cruza el cuello y le caen hacia el frente sus dos puntas; tipifica la gracia Divina que se derrama por la consagración en el Sacerdote.

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Sobre el autor El Archimandrita Padre Chrysóstomos, es sacerdote ortodoxo y Hegumen (Superior) del Monasterio de la Anástasis (Santa Resurrección) en Quito Ecuador, desde muy joven se decidió a seguir a Cristo y estudió Filosofía y Teología primero con la Iglesia Católica Romana y luego en la Iglesia Ortodoxa. En su búsqueda de las raíces y verdades cristianas, y después de fundar un movimiento por la Unidad de los Cristianos, que lo llevó varias veces a diálogos con Jerarcas eclesiásticos y hasta encontrarse con S.S. Juan Pablo II, decide seguir un impulso espiritual radical, con el consejo de varios sacerdotes y obispos, pasa a ser miembro de la Iglesia Ortodoxa, en Paris. Fiel a sus convicciones, nos ofrece en este breve libro, una selección de textos que ayudará a los creyentes ortodoxos a reavivar sus conocimientos y a los que están conociendo la Ortodoxia a seguramente abrazarla con amor.

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