Outsider Kiesler P or Ă“scar E str ada de la Rosa
C U A D E R N O S
E P Ă? G R A F A
Frederick Kiesler. FotografĂa Gjon Mili.
Outsider Kiesler
“Que no me llamen surrealista”, ésta sería la última voluntad de Frederick Kiesler (18901965). Nació en Cernauti, Rumania y a los dieciocho años viajó a Viena a estudiar. En 1926 emigró a los Estados Unidos para desarrollar múltiples proyectos, años más tarde obtendría la nacionalidad estadounidense. Creador todoterreno; productor de teatro, arquitecto, teórico, diseñador, pintor y escultor, lo mismo abrevó de De Stijl como del surrealismo, siempre se mostró renuente a las etiquetas gratuitas y post mortem. Con André Breton y Marcel Duchamp (con éste realizaría numerosos proyectos pero se distanciaría a partir de la muerte de Gorky), sin olvidar a Man Ray y Tanguy, sacudieron en los 40’s a la deseosa por sobresalir urbe de hierro, Nueva York. En 1942 diseñó para Peggy Guggenheim (casada en ese tiempo con Max Ernst, creador de la portada del catálogo de la inauguración de la galería-museo, editado por André Breton) la exposición Art of this Century, magnífico ejemplo de cómo acotar, planear y ejecutar un territorio para exhibir arte u objetos. Expresión original espacial e innovadora, sólo comparable a los concebidos por otros maestros del diseño de exhibiciones como Lissitzky (El pabellón soviético de la exposición internacional de prensa Pressa, Colonia, 1928), Herbert Bayer, Walter Gropius, Laszlo Moholy-Nagy (Exposición de los sindicatos de obreros de la construcción, Berlín, 1935) y Charles y Ray Eames (Mathematica: A World of Numbers… and Beyond, Los Ángeles, 1961). Con vasta experiencia en Viena como escenógrafo, aborda la arquitectura como práctica alternativa, libre de deudas emocionales y compromisos con el gremio –siendo europeo no tenía la ancestral maldita culpa latina inmovilizante– lo llevan a crear su fascinante Endless House, icono y huevo de vida del siglo XX, inspiración de arquitectos outsiders contemporáneos como: Greg Lynn, Eric Owen Moss, Raimund Abraham y Scofidio. Mención aparte merece su serie escultórica Galaxias, piezas de gran ingenio y fantasía, síntesis de pintura, escultura y arquitectura o, sus Bucephalus (nombrado en honor del caballo de Alejandro Magno), figuraciones lúdicas que privilegian lo no terminado. Son altamente significativos sus dos últimos proyectos, un lugar para la meditación (Grotto for Meditation, 1964) y un templo (Shrine of the Book, 1965) realizado en Jerusalem en colaboración de Armand Bartos. Vivimos a través del correalismo. La ciencia, el arte y la filosofía nos lo hacen entender cada vez más y más, más profundo y más profundo, más rico y más rico. Todo nuestro ser esta condicionado por la conciencia del correalismo, habría expresado Kiesler al
Endless House.
fundar el correalismo, laboratorio de diseño impartido en la Universidad de Columbia. Este “todoestaconectadoismo” –ausente de acertijos– enarbola la necesidad de tomar en cuenta el todo y las partes (objeto de arte, entorno, comunidad, estética y realidad), razonamiento pocas veces visto en la soberbia dispersa de los creadores. Si dibujáramos una línea de la trayectoria de Kiesler, tendríamos una telaraña tridimensional, como tridimensional fue su pensamiento. Su obra artística y teórica ha contribuido a gestar la vanguardia europea y americana de nuestros días. Frederick Kiesler nos legó no sólo sus teorías de la percepción, la arquitectura bubble, su máquina de la visión, o su notable Nesting Table, también, como apunta Herbert Muschamp: “colapsó el dualismo entre arte y arquitectura, interior y exterior y, por encima de todo, forma y contenido”. Kiesler compartió con nosotros su goce y pasión sin fin para el proceso de creación; nos enseño a escuchar la voz del “espacio” y, como buen outsider su reino no pertenecía a este mundo.
Óscar Estrada de la Rosa Monterrey, N.L. México. Septiembre 2003. Texto original publicado en la Revista Posdata.