Samuel Mockbee P or Óscar E str ada de la Rosa
C U A D E R N O S
E P Í G R A F A
Samuel Mockbee.
Samuel Mockbee
Arquitecto, pintor y artesano, fue pionero en un quehacer olvidado por los arquitectos de hoy, diseñar y construir sin olvidar el sentido social, valor inédito en nuestro mundo. Mockbee es esteticismo y racionalismo sensato, ni seudo-activismo, ni seudoreciclaje. Samuel Mockbee, en su infancia, siempre vivió rodeado por la extrema pobreza. Esto le afectó profundamente y enfocó sus habilidades como arquitecto para cambiar las cosas. Para el ciudadano común la figura del arquitecto es irrelevante. Tomemos de ejemplo el caso de nuestro vecino –país con ingreso superiores a los nuestros–, en Estados Unidos menos del 10 por ciento de las familias contratan un arquitecto, el resto son casas producidas en masa. Y solamente un reducido porcentaje de personas con altos recursos económicos contrata a un arquitecto para que le diseñen su hogar. Existe la noción –casi risible– de que la gente pobre nunca podrá habitar una casa con diseño único. Alguien olvidó contárselo a Samuel Mockbee. El oriundo de Mississippi (nació en Alabama el 23 de diciembre de 1944) no solamente fue reconocido por su función social, también recibió en 1994 el Award Honor por la Cook House, otorgado por la AIA, reconocido instituo estadounidense de arquitectura, también recibió el Apgar Award for Excellence, otorgado por el National Building Museum. Asimismo, fue profesor visitante de Harvard, Yale y Berkeley. En 1984 ya era socio de l exitosa firma Mockbee/Coker. Sin olvidar su conciencia social, él y su socio, Coleman Coker, ponían al servicio de su despacho para diseñar “casas de caridad” para familias de escasos recursos. En 1993 regresa a su alma mater (Universidad de Auburn) para dedicarse completamente a la docencia. Mockbee estableció un programa revolucionario de enseñanza con servicios a la comunidad llamado The Rural Studio. En este programa los estudiantes diseñaban y construían viviendas de diseño personalizado para los residente rurales del poblado de Hale, en Alabama. La premisa de Mockbee en estas contrucciones era simple, sólo podían usar materiales que pudieran cargar con sus manos o que se encontraran en el lugar: llantas, rieles, placas de autos, señales viales, madera, etcétera. Todo esto sin perder de vista el valor estético y funcional. Mockbee recibió en el 2000 el premio Genius Grant por la Fundación MacArthur. El premio consistia en una suma de más de 500 mil doláres. Con su modesto humor, típico en él, le confió a sus amigos, “yo no soy un genio, pero sí lo suficientemente listo para tomar
el dinero”. Todo el dinero serviría para seguir financiando The Rural Studio. Mockbee frecuentemente señalaba que el gran arte, al igual que “la gran arquitectura, siempre es honesta”. Sus influencias primarias fueron del orden pictórico –Klee, Goya y Picasso–, influencias que son reflejadas en su proyecto The Rural Studio donde hay una conexión epecial entre el lugar, la gente, el arquitecto y el clima. Samuel Mockbee creía que el proceso de la arquitectura era un continuo improvisar y madurar, por eso se necesita experiencia para relizar las grandes obras. Con lo anterior nos enseñó a no creer en los arquitectos menoresde 50 años, esa es la naturaleza de la bestia, y quizás la verdad en todas las profesiones –exceptuando en la más vieja de todas–, como lo demuestra Frank Gehry, quien con más de 70 años está diseñando sus mejores edificios. Mientras su batalla pública en favor de la vivienda digna para gente de escasos recursos estaba ganando terreno, Mockbee libraba desde 1998 una batalla contra la leucemia, misma que terminó por devastarlo. El 30 de diciembre del 2001, en un hospital de Mississippi, con sólo 57 años de edad muere Samuel Mockbee, arquitecto insignia, profesor y genio precursor de la arquitectura social. El Sambo –como le llamaban sus amigos más cercanos–, siempre se adelantó a todos, en todos los sentidos, nació dos días antes de Jesús de Nazareth y murió dos días antes del año nuevo. Poco como él lograron estremecer los cimientos de la enseñanza de la arquitectura, pocos como él lograron expandir las posiibilidades del espacio y la experiencia arquitectónica.
Óscar Estrada de la Rosa Monterrey, N.L. México. Marzo 2003. Texto original publicado en la Revista Posdata.