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Incesante lluvia de cambio

Joaquín Garrido Mejía

Algunas veces, sin piedad me golpeó la lluvia, humedeció mis ropas de cumbia y transformó mis versos por dentro. En caravanas de sol y relámpagos en furia, experimenté mil penurias por un beso y un reencuentro… Así corrí con mis anhelos hasta llegar al río, contemplé rituales de cartas rotas, con su cuota de llanto y familiares perdidos…

Algunas veces, sobre el techo sonó incesante la lluvia en mis ojos despiertos. Fuera de mi tierra descubrí el insensible y desafiante oficio de los migrantes: la espera… la espera de promesas incumplidas y noches embusteras.

Un día grité: ¡Que llueva dignidad! Y del cielo se abrieron compuertas en gran cantidad. Así comenzaron rejuegos de amistad al son de un movimiento de caderas… Con este llanero compás en mi sangre morena, explotó un eclipse de dos mundos en mis venas. Usando lejanos recuerdos fabriqué memorias nuevas… y en mi cerebro soñé con imágenes de mi pueblo y sus calles y su gente y su cielo, mientras una inédita realidad intenté acariciar…

¡Que lluevan visas, luces y quimeras! grité muchas veces. Corceles de impaciencia corrieron sin bandera. Se disipó la miel que ilusiones engendra… y amaneció un empleo en tiempo de tormenta con olores a piel, lluvia y almendra…

¡Aquellos tiempos de lucha, esfuerzos y mentores sin gloria los guardé intactos en la memoria! Y al final… encontré una marcha de tambores en los cortos meses del verano. Y extrañé como siempre los abriles de cada año, festivales, desfiles y valores de antaño... un viernes de dolores y un domingo de ramos.

¡Que hoy llueva ese olor a patria nueva! Todavía reniego del cambio en los sabores; pero abrazo los ritmos de nuevos amores. Ayer golpeó mis ojos la nostalgia. ¡Hoy llueven remesas de alegría! ¡Hoy llueve libertad! este pan de libertad para todos los días.

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