Aventura FOTO: B.THOUARD
Mares del sur en los
Tahití, Moorea y Bora Bora
Por Redacción Oxígeno Agradecimentos: Turismo de Tahití
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Tahití y sus islas son un lujo de la naturaleza y, por tanto, un lugar paradisíaco para disfrutar de los deportes de aventura que tanto nos gustan. Ya seas amante del surf, el trekking, el piragüismo, el barranquismo o el buceo, te proponemos una ruta para disfrutar de las islas más famosas del Pacífico Sur.
Desde la cima del monte Aori de Tahití, tras cinco horas de caminata, se entiende por qué esta tierra ha fascinado desde tiempos remotos a exploradores, navegantes y artistas como Robert Louis Stevenson, que escribiría que el primer contacto con estas islas “despierta una especie de virginidad de los sentidos”. Las sublimes vistas de cumbres, cascadas y valles tropicales con el mar como telón de fondo, son sólo una pequeña parte de lo que nos encontraremos en un viaje de aventura a los Mares del Sur. En la otra cara del mundo, en el Pacífico Sur, Tahití y sus islas se esparcen sobre una superficie marítima tan grande como Europa, de cuatro millones de km2. Esto nos da una idea de la diversidad de paisajes y contrastes naturales y culturales que se plasman en cada uno de sus cinco archipiélagos: las volcánicas Islas de la Sociedad, con las míticas Tahití, Moorea y Bora Bora; las Islas Tuamotu, compuestas por 76 exóticos atolones coralinos; las Islas Australes, conocido punto de observación de ballenas jorobadas en verano; las Marquesas, de relieves atormentados y una autenticidad
intacta; y las remotas Gambier, aún fuera de las rutas turísticas. La isla de Tahití es la puerta de entrada a este nuevo mundo, y la más habitada, por lo que es conocida como la Isla Reina. Aquí encontramos al mismo tiempo remansos de paz como lugares animados en los que dejarse contagiar de la alegría y jovialidad de los lugareños. En su capital, Papeete, converge la actividad comercial y la bulliciosa vida diurna y nocturna, con terrazas con vistas a su marina, y un pintoresco mercado que ofrece una amplia variedad de frutas, verduras y pescado fresco de las islas. A pesar de ser considerada un trampolín hacia otras islas, Tahití esconde en su interior bellos montes volcánicos de puntas aceradas, imponentes cascadas, miradores privilegiados y sitios arqueológicos como los “maraes reales” dedicados a sus dioses, que nos acercan a su inquietante pasado. Su pueblo, de raíces maoríes, ha vivido bajo influencias británicas y luego francesas durante muchos años, pero ha mantenido intacto su espíritu gobernado por leyendas y por el ritmo que dictan el sol y las estaciones.
Trekkings de isla en isla De la mano de un guía local se pueden recorrer en todoterreno las angostas carreteras que llegan al corazón de los volcanes, y concertar trekkings de media o una jornada, de dos o de mayor duración enlazando varias islas. Uno de los circuitos más populares es el ascenso al monte Aorai, el tercero de la isla con 2.066 m. Puede realizarse sin guía, pero la experiencia siempre será más gratificante si se comparte con algún local conocedor de la zona. Los senderos están bien señalizados y de camino a la cima hay dos refugios para poder hacer noche. La primera parte es suave, comienza en las afueras de Papeete a 600 m de altitud, cerca de un centro de instrucción militar, y lleva hasta Hamuta, un paso entre valles desde donde admirar una sobrecogedora panorámica. A 1.400 m dejamos atrás el primer refugio, el “fare Mato”. La segunda parte es más difícil; recorre la cima pasando por la Roca del Diablo y el segundo refugio, “fare Ata”, hasta llegar a un mirador privilegiado donde apreciar la silueta montañosa de la isla hermana, Moorea, en el horizonte.
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Tahití El relieve abrupto y el cauce de sus ríos es un auténtico regalo de la naturaleza para la práctica de los deportes al aire libre, especialmente para las divertidas excursiones de barranquismo. Acompañados por un guía se puede descender en rápel por magníficas cascadas, sumergirse en manantiales naturales o explorar los ‘lavatubes’, unos túneles de lava en la zona de Hitiaa, en el noreste de la isla de Tahití. El surf es otro de los reclamos internacionales de Tahití: el enclave de Teahupoo es un sitio de culto por la perfección y la fuerza de sus olas, que rompen sobre un arrecife en forma de media luna a 700 metros de la costa y pueden alcanzar unos seis metros de altura en temporada. Los mejores surfistas del mundo se miden cada año en mayo durante la celebración del campeonato Billabong Pro, y para aquellos temerarios pero inexperimentados, hay olas menos agresivas en otros puntos de la costa y varias escuelas de surf que ofrecen paquetes para aprender o perfeccionarse en esas aguas.
Escalada en Moorea
su preservado medio ambiente de cumbres verdosas y blancas playas le dotan de uno de los paisajes más bellos del Pacífico. Una tierra fértil y un clima con una temperatura media de 26º durante todo el año son el secreto de su cuantiosa vegetación, donde crecen exultantes los árboles del pan, cocoteros, mangos, las papayas, piñas y los bosques de castaños (mapes). En el camino de la costa noreste que lleva a la bahía de Cook nos cruzamos con jardines de múltiples colores y dos símbolos de la cultura tahitiana, las gardenias Tiare, que todas las mujeres usan para decorar sus facciones, y los petroglifos de Tefaarahi, vestigios mudos de su pasado. Se recomienda una parada en la galería de arte
Van der Heyde, el pequeño acuario de Moorea o el vivero experimental Black Pearl Farm, que cultiva las codiciadas perlas negras que sólo se encuentran en estas islas. Uno de los “ineludibles” para los amantes de las emociones fuertes es la escalada a la montaña agujereada Mou’a Puta, “no apta para quienes padezcan vértigo”. Atraviesa maleza, helechos y castañares tahitianos antes de alcanzar una catarata doble y la esperada cima. Pero, ¡sorpresa!, tras dos horas de camino se requiere una hora más para acceder a la plataforma que conduce a su gran agujero, de cuatro metros. Además del senderismo y el turismo verde, los deportes acuáticos son otros de los atractivos
FOTO: JUANFERNANDEZ.COM
Desde el aeropuerto de Tahití salen regularmente vuelos a 41 islas y atolones, algunas tan recónditas que es necesario más de cuatro horas de trayecto; otras más cercanas, a las que se llega en tan sólo diez minutos. A 17 km de Tahití y muy bien conectada por mar y aire con su isla hermana, Moorea ha sido escogida por gran número de pintores, escritores y artistas contemporáneos como la isla de sus sueños. No es de extrañar, pues
FOTO: T. SALMON
Barranquismo y surf
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FOTO: G. LE BACON
de Moorea. Posee un delfinario donde nadar con estos mamíferos, el Dolphin Center de Moorea, que ha sido recientemente distinguido con la certificación internacional Green Globe, como reconocimiento a su apuesta por el turismo verde. El centro está ubicado en el Intercontinental Moorea Resort & Spa y es la primera entidad de Tahití y sus islas que ha conseguido el sello verde.
FOTO: TAHITI EVASION
Un cambio radical El paisaje cambia totalmente cuando aterrizamos en el archipiélago de las Tuamotu, después de menos de dos horas de vuelo. En simbiosis entre el cielo y el mar, 76 islas y atolones coralinos se convierten en el refugio idóneo para los que buscan perder la noción del tiempo, siguiendo el mito del Robinson en una isla desierta donde el sol pega 3.000 horas de sol al año. Disfrutar de un paseo en bici por un camino de coral en un atolón perdido, es un preciado souvenir que deja huella. Según la teoría de Darwin, las Tuamotu fueron islas volcánicas que desaparecieron por la erosión o por antiguas glaciaciones. Hoy, los anillos de coral emergen unos metros por encima del mar y siguen conservando su preciada arquitectura, que se ha ido construyendo durante millones de años con la delicadeza de un relojero suizo o la belleza de un cuadro renacentista, con la ventaja de que la madre naturaleza y sus mecanismos de desarrollo regulan su funcionamiento haciendo que todas las piezas encajen.
La perla del Pacífico, Bora Bora
FOTO: T.MCKENNA
FOTO: RAYMOND_SAHUQUET
Poco antes de aterrizar en Bora Bora recibimos la visión de un paisaje que quedará para siempre impregnado en nuestra retina, con el extraordinario y omnipresente monte Otemanu y la laguna de intensos turquesas a sus pies. Estas aguas bajas, resguardadas del océano por una barrera coralina, forman un acuario natural donde moran las simpáticas mantas rayas y los tiburones de punto negro. Una de las excursiones más solicitadas es el tour en barco por la laguna para bañarse junto a las inofensivas mantas y darlas de comer, momento en el que se arremolinan todo tipo de pececillos inofensivos. Su cercanía produce sensaciones indescriptibles, a pesar de no ser peligrosos. Bora Bora es el paraíso de los deportes náuticos, aquí se pueden practicar todos los imaginables: desde los modernos Funboard, wave board o para-sailing, a los más conocidos windsurf, esquí acuático, motos de agua... Y también se alquilan las tradicionales piraguas polinesias que fueron durante siglos su método de transporte habitual, las llamadas Va’a, cuya peculiaridad radica en el balancín que les da estabilidad. Para conocer más sobre la poderosa cultura de Tahití y sus islas, es necesario visitar Raiatea, también en el archipiélago de la Sociedad. La Isla Sagrada fue el centro del poder religioso y político de los primeros pobladores de las islas y hoy es un enclave impregnado de magia. Alberga el ‘marae’ real más antiguo de las islas, Teputapuatea, que son templos sagrados y transmisores mudos del imaginario polinesio, donde se ejercieron sacrificios a los dioses. Otra peculiaridad de Raiatea es que posee el único río navegable de las 118 islas, Faaroa, por el que se pueden concertar excursiones en piragua en entornos de frondosa naturaleza, donde crecen preciosos ejemplares de hibiscos y gardenias Tiare.
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Tahití Explosión de vida marina Los fondos marinos de los atolones son una explosión de vida y riqueza natural, todo un edén sumergido para submarinistas experimentados o buceadores que buscan aquí un bautismo de lujo. Los numerosos sitios de inmersiones y la diversidad de la fauna y flora los hacen inigualables a cualquier otro punto del planeta, especialmente en las islas de Rangiroa, conocida como la laguna infinita; Tikehau, la isla de arena rosa; y Fakarava, declarada Reserva de la Biosfera por la Unesco. En sus lagunas o en los pasos que las conectan con el océano se dan cita mantas rayas, delfines, meros, perchas, barracudas, tiburones e infinitos pececillos de colores. Precisamente fue el Comandante Cousteau quien definió la laguna interior de Rangiroa el “acuario más rico del planeta”. Los dos estrechos del atolón son lugares excepcionales para la práctica del submarinismo, sus fondos están poblados por especies de mayor tamaño, como tiburones grises, martillo, napoleones, tortugas, mantas rayas o leopardos... La oferta de centros de buceo es variada, y está equipada a la última con instructores cualificados. Otro tipo de fondos marinos nos esperan en el archipiélago de las Australes, el más meridional de Tahití y sus islas. A pesar de ser origen volcánico, no están rodeadas por una barrera coralina, sólo poseen pequeños arrecifes, lo que propicia que las formidables ballenas jorobadas se acerquen a la costa y descansen en su peregrinaje anual. Los cetáceos descansan del frío océano Antártico desde julio hasta finales de octubre, en un entorno cálido y menos hostil. Hasta que aparece el turista, con unas gafas y un tubo para romper su intimidad. En Rurutu, conocida como “la isla de las ballenas”, se organizan sesiones especiales de snorkel para nadar junto a ellas a distancias muy, muy cortas: a las hembras se les puede ver mientras amamantan a sus ballenatos, o descansando en zonas poco profundas de la costa sobre lechos de arena o fondos coralinos. Los “pequeños”, que se cobijan debajo de su madre, no aguantan sin respirar más de 10 minutos, así que es normal verlos subir a la superficie con regularidad. Tanto en tierra como en el mar, Tahití y sus islas ofrece una amplia gama de actividades, y no sólo en las islas altas; también en los atolones. Las propuestas lúdicas, culturales y de ocio activo satisfacen las inquietudes de cualquier viajero. Existen actividades para todos los niveles y gustos: senderismo, escalada a los picos más altos, canyoning por espectaculares tubos de lava y grutas misteriosas, excursiones a cascadas escondidas en el corazón de sus verdes valles... Todas brindan experiencias únicas e inolvidables.
Excursiones temáticas
Para los amantes de la botánica, por ejemplo, existen excursiones específicas en la mayoría de las islas altas organizadas por guías locales que conocen cada una de las plantas endémicas y su utilización. Merece la pena la visita a parques como el Jardín Botánico Harrisson W. Smith de Tahití, el Jardín de Plantas Medicinales, el Paque etno-botánico de Huahine, el Papuakeikaha Arboretum de la isla de Ua Huka en las Marquesas y el Jardín de Faaroa en Raiatea. En Taha’a, uno de los grandes atractivos de la isla es conocer las extensas plantaciones de vainilla y ver in situ cómo se cultiva el preciado condimento y producto cosmético, asistiendo a la delicada polinización de la orquídea a partir de la cual se obtienen las vainas de vainilla. Aquellos que compartan otras pasiones cómo la astronomía, la ornitología, la cultura… encontrarán igual riqueza.
Trekkings de 1, 2 ó 15 días
Varios operadores locales ofrecen viajes con programas de trekkings que recorren varias islas, con programas que incluyen los “que no te puedesperder”: los ascensos a la montaña agujereada Mou’a Puta de la isla de Moorea; en Bora Bora, el monte Pahia y el Otemanu son algo menos imponentes, pero no por ello dejan de provocar gratas emociones; y en las Islas de las Marquesas, al pico de la isla de Ua Pou, que merece por sí solo un viaje a este remoto archipiélago.
El "paraíso" para todos los bolsillos Cuando pensamos en viajes de ensueño a Tahití y sus islas, la imagen que automáticamente nos asalta es la de los lujosos bungalows suspendidos sobre el agua. Una manera diferente de conocer estas islas del Pacífico Sur, pero no menos idílica, es a través de propuestas hoteleras de categoría media gestionadas por población local, comúnmente conocidas como “petite hotellerie” en su denominación en francés. Desde alojamientos rurales a hoteles con encanto y pensiones familiares, la oferta de establecimientos “alternativos” es variada. Está dirigida a satisfacer a aventureros e inquietos que quieran entrar en contacto con las costumbres tahitianas, degustar comida casera y especialidades de Tahití y sus islas, conocer con guías locales su riqueza natural, y participar en sus ocasionales fiestas, ambientadas con la música de los ukeleles. Estos pequeños hoteles suelen incluir media pensión, ofrecen excursiones por los alrededores y en la mayoría de las ocasiones se ocupan de los traslados desde el aeropuerto y viceversa. Ahora es más fácil acceder a ellas a través de un portal que unifica la oferta de los cinco archipiélagos de Tahití y sus islas: www.tahiti-pensions.com.
Sabores exóticos FOTO: G.LE BACON
La gran comida tahitiana “ma’a Tahiti” es muy popular en las reuniones familiares o las fiestas, y consta de platos de pescado (también lechón o fruto del árbol de pan) cocidos enterrados en un horno cavado en la tierra, que reposan sobre piedras ardientes envueltos en hojas de plátano.
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Guía Práctica
Idioma: El francés y el tahitiano son las dos lenguas oficiales. El inglés es igualmente hablado, especialmente en las áreas turísticas en las que, en ocasiones, encontraremos también personal que hable castellano. Moneda: El franco del Pacífico tiene cambio
Documentación. Pasaporte en vigor con validez superior a los tres meses y autorización de viaje ESTA para los vuelos con escala en EEUU. No se necesita visado. Cómo moverse entre islas: Air Tahiti es la principal compañía de vuelos interinsulares. Conecta 41 islas, y junto a Air Moorea asegura una conexión cada 30 ó 60 minutos entre Tahití y su isla hermana, Moorea. Para recorrer varias islas, es recomendable informarse previamente sobre los “Air Pass” de Air Tahiti, ya que ofrecen un importante descuento en el billete.
fijo con el Euro. 1€ = 119,33 CPF
Alojamiento: Tahití y sus islas siempre han Diferencia horaria: Con respecto a España, Tahití y sus islas están a -11 horas en invierno (-12 hrs. en verano)
Vacunas: No se requieren. Los servicios sanitarios son de buen nivel en las islas principales.
Cómo llegar: Las aerolíneas Air Tahiti Nui y Air France vuelan regularmente desde París y España, respectivamente, al aeropuerto internacional de Papeete (Tahití) via Los Ángeles.
estado relacionadas con exclusivos resorts y lujosos bungalows sobre el agua, su producto estrella. Perfectamente mimetizadas con el entorno, se han instaurado las principales cadenas hoteleras internacionales, como Starwood, InterContinental o Accor. Pero la oferta ha comenzado a diversificarse y es posible alojarse en villas, apartamentos, casa privadas, hoteles familiares... Son establecimientos genuinos, al más puro estilo tahitiano, que ofrecen el atractivo de la cercanía con la población local y son para todos los presupuestos. Se puede encontrar un directorio en www.tahiti-pensions.com
Viaje con un toque outdoor: Pueden contratarse desde España o bien a través de operadores locales. En la Oficina de Turismo de Papeete en el Boulevard Pomare se encuentran todos los folletos. Para combinados entre islas, Tahiti Evasion (www.tahitievasion.com) es un touroperador tahitiano especializado en turismo al aire libre. Mejor época para viajar: A Tahití y sus islas se puede viajar todo el año.
Souvenirs: Además de las famosas perlas negras de Tahití, el aceite monoi que proviene de la gardenia Tiare es muy apreciado, al igual que la vainilla tahitiana, en forma de condimento o producto cosmético. Aunque el recuerdo más auténtico es hacerse un tatuaje típico tahitiano, ya que es en estas islas donde se originó ese arte.
Más información: Oficina de turismo de Tahití y sus islas en España. C/ Serrano 93-2º A. 28006 Madrid. 91 411 01 67 - Guías online: www.thetahititraveler.com, www.tahitiguide.com - Para submarinistas: www.diving-tahiti.com
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FOTO: TAHITI TOURISME_J. SEKKAKI
Superficie de Tahití y sus islas: Tahití y sus islas se extienden sobre un territorio marítimo de 4 millones de km2, superficie equivalente a la de Europa, en el Pacífico Sur. Sus tierras emergidas se reparten en 118 islas (5 archipiélagos) que representan 4.000 km2
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