Revista Heterodoxia, Número 5

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N°5 09/2020


SALIDAS DEMOCRÁTICAS A LA CRISIS

Equipo Editorial: Paula Ahumada, José Miguel Ahumada, Fabián Barría, Francisco Larrabe, Pablo Lillo, Cristian Ossandón, Mauricio Rifo, Beatríz Silva, Alejandro Stevenson. Diseño y Diagramación: Paulina Pinochet y Pablo Lillo.

Número 5,, Septiembre 2020 Revista Heterodoxia www.heterodoxia.cl ISSN 0719-9767


ESCRIBEN José Miguel Ahumada. Ph.D. en estudios de desarrollo por la Universidad de Cambridge. Sebastián Pérez. Ph.D. en sociología por la École des hautes études en sciences sociales, investigador postdoctoral en el Institut de Recherche Interdisciplinaire en Sciences Sociales, Université Paris Dauphine, Paris Sciences et Lettres. Mauricio Rifo. Profesor de historia y geogra ía por la Universidad de Concepción, magister en educación y cultura por la Universidad de Arte y Ciencias Sociales, posgrado en análisis económico y losó co-político por la Universidad de Barcelona y Ph.D. en educación por la Universidad Autónoma de Barcelona. Beatriz Silva. Socióloga de la Universidad de Chile, máster en investigación en sociología y Ph.D. en sociología por la Universidad de Barcelona. Claudia Silva. Bióloga con mención en medio ambiente por la Universidad de Chile, Magister en ecología evolutiva, Máster en manejo y conservación de la biodiversidad. Alejandro Stevenson. Cientista Político de la Universidad Diego Portales y Magíster en Ciencias Sociales mención en Sociología de la Modernización por la Universidad de Chile.


Índice 01

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EDITORIAL

ENTREVISTA

Renta básica universal: Un derecho para todxs y para siempre

Michael Löw

05

ENTREVISTA

PERSONAJE DESTACADA

María José Díaz

35

Teresa Flores 07

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SEBASTIÁN PÉREZ

ENTREVISTA/TRADUCCIÓN

Democratizar la empresa capitalista: Elementos para la discusión en Chile

Philip Mirowski

15 MAURICIO RIFO Educación superior. El n de una época

46 NICHOLAS KRISTOF Los trabajadores daneses de McDonalds nos compadecen: Los daneses no han construido un país "socialista". Simplemente uno ue funciona

18 CLAUDIA SILVA

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No todo lo ue brilla es verde. Sostenibilidad y reactivación postpandemia

ALEJANDRO STEVENSON

22 JOSÉ MIGUEL AHUMADA Finlandia no es el paraíso de la CPC: Las raíces públicas del despegue económico nlandés

Louis-Ferdinand Céline: Entre el ralismo y la vanguardia


EDITORIAL

Ren a básica universal: Un derecho para todxs y para siempre por Mauricio Rifo

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as sociedades del siglo XIX en buena parte del mundo se encontraban profundamente uebradas y convulsionadas. Durante a uel siglo XIX se consolidó la economía política capitalista e impactó profundamente a un rico cuerpo de actividades productivas como el artesanado de diversos países del mundo. En este contexto de aceleradas transformaciones a uellos y a uellas personas ue sufrían violentos procesos expropiatorios y expulsiones de la vida civil comenzaron a pensar y accionar diversos procesos de asociaciones colectivas ue fueron cimentando lo ue en Europa se conoció como los seguros de la vida o el problema de la felicidad pública o en Estados Unidos como la seguridad social. Estos fenómenos sociales del siglo XIX fueron gestando lo ue actualmente conocemos como sistemas públicos de seguridad social bajo lógicas ue hoy nos parecen obvias como una gestión estatal centralizada, ue supone una compresión de derecho universal y un nanciamiento mediante impuestos en diversas modalidades. Sin embargo, estos tres engranajes de los sistemas públicos de cobertura universal parecían impensados durante el siglo XIX. Hoy, la Renta Básica Universal vive un fenómeno parecido. Trazar la idea de renta básica puede variar dependiendo del autor/a situándola incluso en la Grecia de Pericles y sus medidas públicas para la participación

política de los denominados pobres libres. Pero, más allá de la historia de las ideas, en la actualidad y debido a la destrucción de las bases de estabilidad del mundo laboral diseñado y luchado durante todo el siglo XX, la Renta Básica Universal se vuelve una política de primer orden en la reorganización de nuestros sistemas públicos de seguridad social. La pregunta obvia sería: ¿Por ué hoy cobra tanta importancia? Al menos dos aspectos son inevitables de abordar para entender su relevancia actual: (1) La crisis del diseño de políticas públicas focalizadas y subsidiarias y, (2) la precarización del mundo del trabajo actual. La crisis del diseño de políticas públicas focalizadas y subsidiarias Una de las principales reingenierías sociales de gran escala ue se implementaron desde 1980 en buena parte del mundo fue la creación de nuevas políticas públicas para la seguridad social y superación de la pobreza. A diferencia de lo ue consignó la Declaración Universal de los Derechos Humanos en su artículo 25, este nuevo diseño promovería una “des-universalización” de las coberturas estatales de seguridad social y, al mismo tiempo, un nuevo diseño burocrático de control, seguimiento y evaluación de fondos especialmente creados para especí cos gru-

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pos de población ue los recibían de forma individual o a través de mediadores privados. Esto no uiere decir ue antes de este proceso no existieran criterios públicos de focalización, la diferencia radica en ue se transformó en el diseño por excelencia de las políticas públicas y se atacó de forma virulenta los diseños universales por ser altamente costosos e ine cientes. Tras al menos 30 años de implementación y resultados de estas políticas la prometida disminución del estado y sus aparatos burocráticos se transformó en un crecimiento sostenido del mismo y una burocratización mayor de la registrada en otras décadas bajo nuevas guras. De esta forma, tanto el costo como la e ciencia de estas políticas no ha obtenido sus propósitos fundantes y solo ha contribuido a des nanciar los sistemas públicos universales o simplemente trasladar fondos públicos a empresas privadas. Es precisamente en este escenario ue la Renta Básica juega con ventaja. ¿Por ué? La Basic Income European Network (BIEN) de ne a la Renta Básica como un pago periódico en efectivo ue se entrega incondicionalmente a todos de manera individual, sin necesidad de prueba de recursos o trabajo. Es decir, el ingreso básico tiene las siguientes cinco características: 1. Periódico: se paga a intervalos regulares (por ejemplo, cada mes), no como una subvención única. 2. Pago en efectivo: se paga en un medio de intercambio apropiado, lo ue permite a uienes lo reciben decidir en ué lo

Necesitamos una Renta Básica pero no bajo cual uier diseño. Necesitamos una Renta Básica Universal e Incondicional ue cargue a los más ricos y bene cie a toda la población.

gastan. Por lo tanto, no se paga en especie (como alimentos o servicios) o en cupones destinados a un uso especí co. 3. Individual: se paga individualmente, y no, por ejemplo, a los hogares. 4. Universal: se paga a todos, sin prueba de medios. 5. Incondicional: se paga sin un re uisito para trabajar o para demostrar disposición a trabajar. Son estos dos últimos elementos de la de nición, claves para recon gurar las políticas públicas del siglo XXI. En buena medida, la posibilidad de real de reducir gastos innecesarios y al mismo tiempo asegurar el bienestar social se puede abordar al reducir o hacer desaparecer una serie de controles de prueba ue conllevan un enorme gasto de tiempo laboral y dinero estatal. Controla, monitorear, che uear y luego validar ue alguien es pobre conlleva un costo enorme junto con promover una estigmatización social ue inhibe a muchos y muchas a acceder a estas prestaciones sociales. Esta Renta Básica, entendido en términos de universalidad e incondicionalidad, es una medida ue se complementa con las políticas sociales y redistributivas de los Estados de Bienestar ue el movimiento de trabajadoras y trabajadores con uistaron durante el siglo XX y ue los gobiernos neoliberales han constantemente buscado restringir y desarticular. En esa disputa entre el capital ue busca ‘liberar’ áreas para expandir la acumulación (servicios sociales), y el trabajo ue busca desmercantilizar las dimensiones claves de la reproducción social para liberarse de los lazos de dependencia al capital, la Renta Básica es una herramienta ue emege con fuerza para inclinar la balanza a favor del trabajo. La precarización del mundo del trabajo actual Esta ampliamente difundida la expresión con ue el académico David Graeber ha denominado a muchos de los empleos actuales: trabajos de mierda. Este tipo de trabajo son vistos como inútiles por las propias personas ue los desarrollan y no son más ue

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fuentes de ingresos ue se encuentran fuera de cualuier tipo de realización personal. Junto a lo anterior, el acceso a empleos mal pagados ha extendido un tipo particular de trabajador/a: el trabajador/a pobre. Este tipo de trabajador/a tiene jornadas completas de trabajo, pero aun así su salario no le permite dejar de ser pobre. Junto con ello, la relación laboral misma se ha debilitado, bajo fórmulas de exibilización del trabajo, ue legaliza vínculos laborales sin contrato o encubiertos en formas de prestación de servicios de todo tipo. Esta situación ha ido dejando progresivamente fuera de los servicios de seguridad social a una masa enorme de trabajadores/as ue se ven expuestos a enfermedades o cobros privados excesivos y con sindicatos estériles, y con ello, el principio en ue se fundan las sociedades capitalistas modernas, esto es, la meritocracia y el esfuerzo individual, se torna irrisorio. En un mundo laboral altamente amenazado la Renta Básica es un escudo de protección ue habilita la libertad de los y las trabajadoras de optar o rechazar un trabajo de mierda; con este sustento garantizado de sus necedidades básicas, los y las trabajadoras pueden ejercer su voluntad de no aceptar trabajos con salarios de pobreza o no ceder ante presiones por vínculos laborales sin condiciones contractuales claras y legales. En este sentido, la Renta Básica permite ue trabajadores/as recuperen, en parte, su libertad y su poder para decir ue no frente a una oferta ue las y los somete a relaciones laborales de explotación y miseria. En de nitiva, la Renta Básica es una medida económica vital para los desa íos políticos, económicos y culturales de nuestras sociedades y su impacto debe apuntar precisamente a reorganizar los actuales diseños de políticas públicas ue han permitido el crecimiento corrosivo de sociedades altamente desiguales y profundamente explotadoras. Necesitamos una Renta Básica pero no bajo cualuier diseño. Necesitamos una Renta Básica Universal e Incondicional ue cargue a los más ricos y bene cie a toda la población.

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l uinto número de Revista Heterodoxia, a diferencia de los anteriores, es una recopilación de artículos, entrevistas y traducciones ue se han publicado durante el transcurso de este año y ue se relacionan con las salidas democráticas a la crisis ue ha traído la pandemia y la ue dejó en evidencia el estallido social de octubre pasado. Nuestro número, sin embargo, inicia destacando una gura relevante, ue en este volúmen releva la gura de la activista Teresa Flores (en portada), uién participara del movimiento socialista, sindicalista, feminista e intelectual de inicios del siglo XX en chile, donde lideró junto a otras mujeres, la lucha por el derecho a voto y su participación en las decisiones políticas. Su gura nos lega acciones y propuestas para el futuro en este primer cuarto de nuestro siglo. Como propuestas para superar la crisis, a su vez, presentamos la de Renta Básica Universal e Incondicional la ue forma parte de la Editorial ue da inicio a este número. En esta línea propositiva, también presentamos un artículo de Sebastián Pérez Sepúlveda, llamado: "Democratizar la empresa capitalista: elementos para el debate en Chile”. En este artículo el autor analiza la precariedad política de las y los trabajadores en las empresas en Chile a partir del Plan Laboral de la dictadura, con lo cual abre un debate necesario y urgente sobre la participación de ellas y ellos en las decisiones de sus lugares de trabajo, así como sobre el rol ue cumplen las y los trabajadores como “inversionista en trabajo” al igual ue los inversionistas del capital . En el artículo “No todo lo ue brilla es verde: sostenibilidad y reactivación post-pandemia”, Claudia Silva, Magíster en Ecología y Biología Evolutiva. Master en Manejo y Conservación de Biodiversidad, analiza la relación entre economía, sociedad y medioambiente, haciendo énfasis en la importancia de las dos últimas categorías de este “triple resultado”. Actualmente, sostiene la autora, la variable económica se superpone por sobre las otras variables, generando así ue el propósito del desteñido término “desarrollo sostenible” impli ue “mantener andando la má uina” y, como consecuencia de ello, se deje en un segundo plano los efectos sociales y medioambientales derivados del ritmo de producción capitalista.

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El tercer artículo ue presentamos, llamado "Educación superior: El n de una época”, escrito por Mauricio Rifo, se ahonda en la crisis de la educación superior en Chile, la cual se ha acentuado como consecuencia de la actual pandemia. El autor pronostica ue esta crisis dejará a una gran cantidad de trabajadoras y trabajadores ue cumplen funciones en diversas instituciones de educación superior, a la deriva, como consecuencia de la baja de matrícula, pero también, del crecimiento excesivo del “mercado universitario” en décadas anteriores. De este modo, se presenta una crítica al diseño ue ha tenido la educación superior en Chile, el cual se enfoca en un aumento de la matrícula sin control y en la precarización del cuerpo docente y las y los dependientes del sector. Para nalizar la sección de artículos propios, José Miguel Ahumada presenta "Finlandia no es el paraíso de la CPC: Las raíces públicas del despegue económico nlandés”, en donde analiza las razones ue han llevado al país nórdico al desarrollo, tomando en cuenta ue Finlandia tenía hace tan solo algunas décadas parámetros económicos muy similares a nuestro país y donde sin embargo, el énfasis en la propiedad pública prevalece y refuerza el desarrollo de este país, a diferencia de la orientación hacia la privatización ue se mantiene en el nuestro. Por último, presentamos una interesante entrevista al sociólogo y lósofo franco-brasileño Michael Löwy, uien profundizó su enfo ue “marxista-weberiano” y ahondó en sus lecturas sobre Karl Marx, Max Weber y Walter Benjamin, como también en el Romanticismo, la Teología de la Liberación, el Capitalismo y su propuesta de Ecosocialismo. Esta entrevista representa un aporte en cuanto al marco comprensivo ue establece Löwy para entender el funcionamiento actual de las políticas de desarrollo y cuáles podrían ser los elementos ue debieran estar contemplados en una salida democrática a la crisis ue de ellas se derivan.

Doctora María José Díaz, médica especialista en salud pública. En ella, la Dra. Díaz identi ca un elemento de desesperación en el gobierno por hacer creer ue todo está bien, negando situaciones caóticas y limitando la transparencia, lo ue ha caracterizado el mal manejo político de la pandemia. En la sección de artículos traducidos por Francisco Larrabé, en este uinto número contamos con el artículo “Los trabajadores daneses de McDonald’s nos compadecen”, de Nicholas Kristof en la revista Project Syndicate, uien escribe sobre el funcionamiento del Estado de Bienestar danés, especí camente en lo referido a políticas de protección social, denostadas por Donald Trump y una serie de políticos norteamericanos ue amenazan a la población estadounidense con ue si el país cae en manos de los demócratas se convertirá en una “nueva Dinamarca”. La segunda traducción es una entrevista a Philip Mirowski historiador económico, llamado “Los neoliberales no desaprovecharán esta crisis”, realizada por Alex Doherty para Jacobin, donde plantea una visión pesimista sobre cómo cree ue se desarrollará esta crisis y los efectos ue tendrá para los países. El autor no observa mayores cambios a favor de la democracia, sino más bien una profundización de las políticas neoliberales, ue esperan hace un tiempo ser implementadas y ue ven en esta crisis la oportunidad para su despliegue, tal como sucedió con la crisis de 2008. En la sección cultura, por último, contamos con un artículo de Alejandro Stevenson titulado “Louis-Ferdinand Céline, entre realismo y vanguardia”, donde analiza la vida y los aportes de la obra del escritor francés, ue buscó retornar al mundo literario luego de ser perseguido y encarcelado tras ser acusado de colaborar con el régimen de ocupación nazi en Francia, a través de la escritura de algunos pan etos antisemitas.

Por otra parte, para comentar el estado actual de la salud pública nacional, marcada por la rápida propagación del COVID19 y ue ha mantenido al país durante varios meses en cuarentena, entrevistamos a la

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TERESA FLORES


PERSONAJE DESTACADA | TERESA FLORES

En I ui ue, el 1° de enero de 1891, nace Teresa Flores hija de la costurera María Flores y López. Su gura, al igual ue la de muchas mujeres, se encuentra escasamente retratada en la historiogra ía. No obstante, su rol es tan relevante para el movimiento democrático socialista y feminista de la época ue su gura rompe el cerco comunicacional y político ue excluyó a las mujeres del país hasta 1949 de poder tener derecho a voto. Los primeros registros de Teresa Flores se establecen con la fundación, el 17 abril de 1913, del Centro Femenino anticlerical “Belén de Sárraga” de I ui ue. Su creación tuvo por objetivo ue las mujeres tuvieran un sitio donde ir a instruirse y a reunirse y así establecieron redes para organizarse en la lucha obrera. El primer directorio del Centro de I ui ue estuvo integrado por: Teresa Flores (Presidenta), Juana A. de Guzmán, Nieves P. de Alcalde, Luisa de Zavala, María Castro, Pabla R. de Aceituno, Ilia Gaete, Adela de La erte, Margarita Zamora, Rosario B. de Barnes y Rebeca Barnes. En sus estatutos declaran: “Ar . 1. Este centro se compone de mujeres que volun ariamente y sólo por amor a la verdad, se comprometen”. Teresa se vinculó al movimiento socialista chileno tanto desde las acciones directas como desde su rol como intelectual y formadora del uehacer feminista nacional. Uno de los aspectos más destacados de su acción política es la promoción de las huelgas de las “cocinas apagadas”. En estas huelgas las mujeres se negaban a cocinar y se reunían en los centros adonde acudían los hombres para comer y organizarse. Sus actividades no cesaron e in uyó en la creación del consejo federal femenino parte de la Federación Obrera de Chile. El reciente orecimiento de un robusto y pujante movimiento feminista nacional ha permitido revisitar la acción política de las mujeres en el país. Dentro de ellas, sin duda, Teresa Flores tiene un rol relevante y da cuenta de un vínculo histórico entre de las clases populares con el rol del feminismo en nuestro país y su conformación política. De lo último, los debates y las investigaciones profundizan en a uello y nos dotarán de una mejor comprensión de los mismos, por ende, en palabras de la misma Teresa: «Hay centenares de problemas que afec an íntimamente a la mujer obrera, en los cuales tienen un lindísimo campo donde dar impulsos y resoluciones a estos problemas, sólo al a para esto que sea ella misma la inci adora».

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ARTÍCULO

Democratizar la empresa capi alis a: Elementos para el debate en Chile por Sebastián Pérez

I. De la precariedad política del trabajo

H

ace algunas semanas se publicó simultáneamente en 36 países, entre ellos Chile, el Manifiesto por la democratización del trabajo1. Preparada originalmente por las investigadoras Isabelle Ferreras, Julie Battilana, Domini ue Méda y rmada hasta la fecha por más de 5.500 académicos y académicas de diversos rincones del mundo, la columna vuelve a posicionar el trabajo en el centro del debate, en tanto revelador de la crisis y clave de transformación estructural de la sociedad post-pandemia. En lo medular, la columna insiste en tres direcciones: a) la democratización del gobierno de las empresas, incluyendo decididamente al trabajo, dado ue son trabajadores y, fundamentalmente, trabajadoras uienes han asegurado las cadenas de producción, 1. Fue publicado en medios como Le Monde,

distribución y cuidado; b) la garantía de empleo en condiciones de justicia a través de la desmercantilización de sectores estratégicos para el sostenimiento ecológico y social de las comunidades; c) una estrategia de transición ecológica impulsada desde el Estado de cara al desa ío climático, a través de inversiones públicas y obligaciones medioambientales y de democratización interna a las empresas, en particular a uéllas ue recurran a nanciamientos públicos2. Son apuestas transversales ue es necesario abordar desde las con guraciones nacionales y regionales, toda vez ue estos desa íos se declinan de acuerdo a su composición estructural y sus coyunturas especí cas. En ese sentido habíamos planteado en una columna, la necesidad de discutir la democratización de las empresas en Chile, a partir de las consecuencias de la pandemia y su e Guardian, El Diario, Il Manifesto,

gestión política, como también en el marco del proceso de transformación más general ue experimenta el país desde la revuelta popular de octubre y el debate constitucional3. En particular, insistíamos en ue el mecanismo de protección del empleo al ue se acogían unilateralmente grandes empresas, dejaba una vez más al descubierto la exclusión sistemática de las y los trabajadores de toda decisión al interior de las empresas, incluso en materias ue les atañen directamente. Sin embargo, la imaginación empresarial iba más allá: no se trataba sólo de suspender contratos, sino de repartir, al mismo tiempo, utilidades millonarias entre los accionistas. Cencosud marcaba la pauta anunciando el reparto del 80% de sus utilidades, al tiempo ue algunas de sus liales habían decidido proteger el empleo de miles de trabajadores. Pocos días después y para “contribuir a la

e Boston Globe, Die Ziet, Le Soir, La Folha de Sao Paulo,

Ambito, Radio Universidad de Chile. 2. Para más información: www.democratizingwork.com. 3. https://radio.uchile.cl/2020/05/10/democratizar-la-empresa-un-horizonte-politico-del-trabajo/ .

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convivencia social” el grupo decidió retractarse… de la suspensión de contratos, no del reparto de utilidades. El escándalo mediático motivó la tramitación de una ley corta ue, pese a la oposición del gobierno, prohibió la repartición de utilidades en sociedades anónimas y grupos de empresas ue se acogieran a la suspensión de contratos. Sin embargo, la controversia persiste, ya ue varias constructoras estarían legalmente habilitadas para repartir utilidades, gracias a la tardía promulgación de la normativa4. Más allá de estas astucias empresariales, notemos ue la discusión pública gira fundamentalmente entre actores de la élite política y económica5. Lo mismo ocurre con el eventual rescate a empresas consideradas estratégicas: el debate circula entre los mismos actores y se concentra en su validez normativa y las constricciones ue podría imponer el Estado (donde, dicho sea de paso, no gura la democratización interna). Todo pasa como si, tratándose de “empresas” (más aún, de grandes empresas) uienes tienen parte en la discusión son los representantes del capital y del Estado. La fuerza de trabajo es sistemáticamente invisibilizada: pese a ser parte constitutiva de cada una de las empresas, no tiene parte en la dirección de éstas, menos en la discusión pública; con suerte mira el debate por televisión o lo sigue a través de las redes. Los sindicatos, cuando han logrado constituirse y resistir, juegan un rol de denuncia de las prácticas empresariales, pero son

arrojados una y otra vez a los laberintos de la justicia laboral. Es cierto ue la crisis pone al descubierto la fragilidad estructural del mundo del trabajo, ue rápidamente se ha traducido en incertidumbre y pobreza para la gran mayoría de los hogares. Sin embargo, es importante hacer notar ue esta precariedad material es consecuencia de una profunda precariedad política del trabajo, en la medida ue carece de mecanismos adecuados de representación y de movilización ue le otorguen una existencia propiamente política en la sociedad y al interior de las empresas. La irrelevancia de la CUT es elocuente. La fragmentación estructural de los colectivos de trabajo, reforzada por el modelo de relaciones laborales, acompañan un autoritarismo empresarial ue priva de todo derecho político al trabajo dentro de las empresas, uizás el enclave autori ario más invisibilizado de nuestra democracia neoliberal.

La fuerza de trabajo es sistemáticamente invisibilizada: pese a ser parte constitutiva de cada una de las empresas, no tiene parte en la dirección de éstas, menos en la discusión pública.

En lo ue sigue profundizaremos en los argumentos ue hacen necesaria una discusión sobre la democratización de la empresa. En primer lugar evocaremos algunos elementos de orden teórico, insistiendo en ue la empresa debe ser considerada como una entidad política. En un segundo momento, esbozaremos los contornos de un posible debate en este sentido en Chile. II. Por qué democratizar o la empresa como entidad políti‐ ca. La idea de democratizar la empresa no es monopolio del management participativo (Pausch, 2013). Forma parte del repertorio de emancipación obrera ue se remonta al imaginario anar uista siglo xix, antes de ser enarbolada por el variado espectro socialista de inicios del siglo xx bajo la forma de democracia industrial. Más tarde, durante los años 60 y 70, tendrá un nuevo impulso a través de prácticas y teorizaciones en torno a la autogestión obrera – y ue encontrará su expresión chilena en la experiencia de los cordones industriales. La hegemonía neoliberal impondrá una rede nición autoritaria de la empresa capitalista, recentrando sus nes en la acumulación como su única “responsabilidad social”, al decir de Friedman6, no sin introducir prácticas limitadas de participación, dirigidas a reforzar el involucramiento de la fuerza de trabajo y la e ciencia de los procesos productivos, todo haciendo parte de un nuevo espíritu del

3. https://ciperchile.cl/2020/06/02/cinco-grandes-constructoras-reparten-utilidades-aun ue-se-bene ciaron-con-la-suspension-de-contratos-de-sustrabajadores/. 4. Se trata, sabemos, de distinciones porosas ue incluyen también posiciones privilegiadas en la esfera pública, ya sea en los propios medios de comunicación como en los centros de estudio hegemónicos.

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capi alismo (Boltanski & Chiapello, 1999). Más recientemente, sobre todo a partir de las consecuencias de la crisis nanciera de 2008, la loso ía y la teoría política han recobrado cierto interés en la crítica del trabajo y su organización capitalista. Sin ánimo de exhaustividad, podemos distinguir algunos intentos por rede nir la centralidad política del trabajo, articulando re exiones desde el feminismo y la teoría crítica (Cukier, 2018; Déjours, Deranty, Renault & Smith, 2018), otros retoman más directamente la idea de democratizar la empresa, considerándola como una entidad política (Anderson, 2017; Ferreras, 2017; Landemore & Ferreras, 2016). Un gesto analítico recurrente en esta tendencia es someter a examen crítico la incongruencia normativa entre el gobierno autoritario de las empresas y el horizonte democrático al ue adscriben las sociedades contemporáneas. Antes de evocar algunos argumentos en ese sentido, es importante de nir la constelación de prácticas ue envuelve esta noción. La democratización de las empresas puede de nirse desde distintos 6. “

puntos de vista, considerando su sujeto, su objeto o las formas de participación ue la encarnan (González Ricoy, 2010). En virtud del espacio, concentrémonos en el último aspecto. La democratización de las empresas puede comprenderse como un proceso ue va desde un nivel inicial ue consiste en el derecho de información de los trabajadores respecto de las decisiones ue lleva a cabo la dirección, hasta un nivel más acabado representado por las cooperativas, en las ue los trabajadores controlan en igualdad de condiciones los diversos aspectos de la empresa (propiedad, gestión y bene cios). Entre los niveles intermedios podemos ubicar la regulación jurídica de la negociación colectiva – con sus distinto niveles de (des)centralización – y las formas de codeterminación ue suponen la distribución del poder entre capital y trabajo, respecto de las decisiones fundamentales de la empresa. El modelo más conocido de ésta última es la Mitbestimmung de las grandes empresas alemanas, en las cuales la dirección ejecutiva (Vorsand) opera bajo la doble supervisión de trabajadores y accionistas reuni-

e Social Responsibility Of Business Is to Increase Its Pro ts”,

dos en el Consejo de administración (Aufsichtsrat); si bien la última palabra recae en los accionistas, la fuerza de trabajo dispone de poder de veto en algunas materias. Un modelo teórico más ambicioso es el bicameramelismo económico ue propone Isabelle Ferreras (2017), el cual consiste en un gobierno ue reposa en dos cámaras representativas del capital y del trabajo, respectivamente, de modo ue las decisiones fundamentales de las empresas – desde la conformación de la dirección ejecutiva hasta la de nición de los nes, las estrategias y la organización de la empresa – deban contar con mayoría en ambas cámaras, asegurando la igualdad política de las partes constitutivas de la empresa. Algunos de los argumentos basales del bicameralismo económico son atendibles para una discusión general de la democratización de la empresa. Uno de ellos consiste en observar la trayectoria secular del trabajo desde el espacio doméstico hacia la esfera pública. A través de la acción histórica del movimientos obrero y la legislación laboral, el trabajo ha dejado de ser una cuestión privada para ser objeto de regulación pública, lo ue se ha traducido en la invención de la propiedad social vinculada al estatus salarial (Castel, 2009) y en la fundamentación e institucionalización del derecho colectivo del trabajo. De esta manera, la propia trayectoria del trabajo da cuenta de un proceso de democratización ue opera también, y pese a los límites, al interior de las empresas. Otro argumento consiste en observar ue la naturaleza del trabajo cambia de una sociedad industrial a una

e New York Times, 13 de septiembre de 1970.

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sociedad de servicios. El trabajo no es exclusivamente a maximizar la gaincluso se discute la diferencia de solamente una actividad expresiva nancia, para comprenderla como una nes entre Estado y empresa, ponien( ue desborda cual uier reducción entidad política, ue debe, a la mado en evidencia la estrecha de nición instrumental), sino también pública nera del Estado, darle expresión dede éstos en ambas instituciones (Lany política. Pública, por ue la presenmocrática a cada una de sus partes demore & Ferreras, 2016). cia del cliente en los espacios de traconstitutivas. Los derechos de propiedad constibajo transforma las expectativas de Las objeciones, como es esperable, tuyen una última trinchera contra la comportamiento recíproco de acuerson numerosas. Entre ellas, el argudemocratización de la empresa, aludo a las normas de la esfera pública, mento epistémico ue enfatiza la faldiendo a ue ésta debe ser gobernalo ue colisiona con las jerar uías inta de competencia de la fuerza de da por uienes serían sus ternas de los espacios laborales. Polítrabajo para dirigir la empresa, otro propietarios, en este caso, los acciotica, por ue las y los trabajadores argumento similar plantea ue la nistas. Lo ue también es discutible evalúan las condiciones (González Ricoy, de trabajo exible en 2010). Una estrategia términos de justicia: es La democratización de las empresas puede consiste en cuestionar una crítica política del el concepto de propiecomprenderse como un proceso ue va trabajo, cuyo contenido dad. Ésta puede ser desde un nivel inicial ue consiste en el concebida como un revela una expectativa democrática respecto conjunto de derechos derecho de información de los de la organización y la trabajadores respecto de las decisiones ue y responsabilidades orientación de los prosobre algo, cuya de lleva a cabo la dirección, hasta un nivel 7 cesos productivos . Lenición y articulación más acabado representado por las jos de ser un mero especí ca es convenrecurso, el trabajo mocooperativas, en las ue los trabajadores cional y de la ue no se viliza una racionalidad controlan en igualdad de condiciones los sigue necesariamente política de justicia deun derecho de control diversos aspectos de la empresa mocrática ue es tamexclusivo. De hecho, (propiedad, gestión y bene cios). bién constitutiva de la en las grandes empreempresa. Así, tal como sas los derechos de polos accionistas son insesión y control están versionistas en capital, los trabajadofuerza de trabajo acepta la subordiseparados y distribuidos entre algures deben ser considerados como nación al momento de rmar volunnos actores, por lo ue no habría rainversionis as de trabajo y participar en tariamente el contrato de trabajo o zón para excluir otros como los igualdad de condiciones en el gobien ue empresa y Estado tienen trabajadores (Landemore y Ferreras, bierno de las empresas. nes diferentes y obedecen a criterios 2016). Sin embargo, un elemento uiSin embargo, estos argumentos no normativos distintos. Cada una de zás más relevante es ue, más allá de son teóricamente su cientes para deestas objeciones encuentran réplicas, lo ue signi ue propiedad, el argufender por sí mismos la democratizaya sea poniendo en evidencia los límento ue la de ende confunde dos ción del gobierno de las empresas, en mites reales de la libertad del contrarealidades: la medida ue no explican por ué el to de trabajo o la e uivalencia entre capital debería ceder su monopolio. el argumento epistémico y la idea “La empresa no es la propiedad de naAvanzar en ese sentido implica cuesnormativamente cuestionable de hadie […] Puesto que los accionis as son protionar la idea de empresa como enticer depender la ciudadanía de deterpie arios de la empresa – se nos ha dicho dad económica orientada minadas competencias técnicas; – la finalidad de la empresa es maximi7. uepa mencionar ue este argumento reposa en una investigación sociológica centrada en la experiencia de cajeras de supermercado, considerada un caso crítico, en tanto e uivalente funcional del trabajo obrero de la sociedad industrial (Ferreras, 2007).

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zar la ganancia del accionis a […] Los accionis as son sólo propie arios de acciones emitidas por las sociedades comerciales que sirven de soporte jurídico a las empresas, no son propie arios de las empresas. No se puede razonar en relación a la gran empresa como si fuera el objeto de una propiedad.” (Robé, 2009: 33-34) La distinción clave entonces es entre empresa, en tanto organización, y corporación o sociedad, ue remite más especí camente a la entidad legal o persona jurídica ue organiza los inversionistas de capital. La empresa no es objeto de propiedad, esta cualidad compete a la entidad jurídica, la ue es propietaria de activos de la empresa, no de la empresa en sí misma. Por lo demás, la entidad jurídica tampoco le pertenece a los accionistas, éstos son sólo propietarios de acciones, cuyas implicancias en términos de derecho son convencionales y sujetas a rede nición. Al reducir la empresa a la entidad jurídica, el argumento basado en los derechos de propiedad opera una Reductio at Corporationem (Ferreras, 2017). Se trata, en otras palabras, de una metonimia e uívoca ue convierte la propiedad de una parte (las acciones) en la propiedad – imposible – del todo (la empresa). De ahí ue, por lo demás, la democratización de la empresa no constituye stricto sensu una expropiación. Además de la e ciencia y las externalidades positivas de las empresas organizadas democráticamente (Gonázalez Ricoy, 2010), existen, como vemos, una serie de argumentos ue permiten cuestionar el monopolio capitalista del gobierno de las empresas. Varios de ellos están en la base de la teoría política de la empresa, don-

de tiene lugar el modelo de bicameramelismo económico (Ferreras, 2017). Para nuestro propósito más relevante ue discutir el detalle de este modelo es atender el alcance de la crítica ue la sostiene: la empresa no le pertenece al capital, el gobierno autoritario de las empresas no es sólo moralmente deplorable, sino también carente de justi cación normativa. III. La empresa capitalista o el silencioso enclave autoritario en Chile La democratización política de la empresa es un debate más bien ausente en Chile. La experiencia histórica de los cordones industriales parece arrojada a un pasado lejano y por muchos desconocido. Este destino, sabemos, no es casual. La transformación neoliberal de la sociedad chilena ha producido dislocaciones sociales profundas, entre ellas, en la naturaleza del trabajo. El Plan laboral y otros decretos a nes exibilizaron la gestión del trabajo y restringieron los derechos colectivos, facilitando la adaptación de las empresas a través de la reducción de los costos laborales. En ello, la subcontratación ha jugado un rol estratégico, fragmentando además los procesos productivos y los colectivos laborales. Durante las décadas posteriores, la supeditación de las reformas laborales a la competitividad de las empresas se ha traducido en la institucionalización continua de la exibilidad laboral y la precarización del trabajo. Son transformaciones cuyos efectos simbólicos no son menores. Si bien la trayectoria anterior del traba-

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jo no decantó en la sociedad salarial de los Estados de bienestar europeos, lo cierto es ue el trabajo había dejado de ser una cuestión privada para transformarse en un mecanismo relevante de integración social, a través de un sistema de estabilidad relativa de empleo y avances en derecho colectivo (Rojas, 2007). En este marco, el trabajo y los sujetos colectivos ue lo encarnaban ad uirían una existencia legítima en la esfera pública ue se radicaliza durante la Unidad Popular. Observada desde esta perspectiva, la refundación neoliberal de la ley laboral revierte abruptamente el tránsito secular del ue había sido objeto el trabajo, reubicándolo al interior de un espacio económico reconstituido a la imagen del mercado, delimitando sus actores y lógicas de acción al ámbito de la empresa. Si bien es discutible la adhesión subjetiva al modelo laboral, lo cierto es ue los sentidos del trabajo se bifurcan entre una inscripción abstracta en el mercado del empleo y la proliferación de sentidos cada vez más individuales (Stecher & Godoy, 2014, Araujo & Martuccelli, 2012). El conjunto de estas transformaciones decantan en una desarticulación durable de los sentidos colectivos del trabajo ue ha operado como telón de fondo de su precarización material y política (Pérez Sepúlveda, 2019). En la otra vereda, el relato hegemónico ha enfatizado la adaptación de las empresas a la economía global co-


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mo paradigma de modernidad y ha hecho del empresariado el héroe de la llamada modernización económica (Montero, 1997). Es un relato hegemónico ue ha perdurado durante décadas, aun cuando ha comenzado a res uebrajarse, sin desmoronarse completamente. Sin embargo, antes ue la limitada modernización de las empresas (Ramos, 2009) o la realidad de los grupos económicos – ue lejos de toda épica han contado con condiciones privilegiadas de apropiación y acumulación (Gárate, 2013) – la crítica social se ha concentrado en los escándalos de corrupción política, en el reiterado abuso de los consumidores o en el daño socioambiental de los territorios. Lo ue sucede al interior de la empresa ha tendido a permanecer ajeno a la crítica colectiva. Notemos ue si bien la realidad del régimen autoritario de empresa fue identi cado hace más de treinta años (Díaz, 1990), la crítica progresista ha evitado sistemática la estructuración interna de la empresa, apuntando a ra uíticos intentos por “emparejar la cancha” sin trastocar el Plan laboral

... tal como los accionistas son inversionistas en capital, los trabajadores deben ser considerados como inversionistas de trabajo y participar en igualdad de condiciones en el gobierno de las empresas.

o por asegurar derechos individuales frente a condiciones ue son impuestas por el empleador. Más recientemente, la crítica social al neoliberalismo ue estalla en octubre parece también detenerse a las puertas de la empresa. En su multiplicidad, la demanda por dignidad traduce las di cultades de vivir en una sociedad ue ha mercantilizado radicalmente los derechos sociales, antes ue las condiciones precarias de trabajo y empleo o los abusos laborales. Desde luego, esta situación va de la mano con la desarticulación de los sentidos colectivos del trabajo, toda vez ue gra ca la ausencia de referencias normativas a partir de las cuales elaborar y proyectar colectivamente la crítica del trabajo. En tales circunstancias, la empresa capitalista permanece como un silencioso enclave autoritario. Sin embargo, existe una serie de elementos ue, considerados en conjunto, delimitan un espacio crítico en el ue la democratización de la empresa puede ser un elemento de articulación relevante. En primer lugar, el modelo de relaciones laborales no sólo niega la autonomía de la fuerza de trabajo, niega también la naturaleza del con icto inherente a los espacios laborales. Sin mecanismos institucionales adecuados, el con icto desborda los cauces regulares o bien se “gestiona” individualmente. En ambos casos, los costos son altísimos para las y los trabajadores. De hecho, la experiencia generalizada de desmesura laboral como transgresión continua de los propios límites, se sostiene en la percepción de exigencias laborales crecientes y no negociables (Araujo & Martuccelli, 2012). Sin embargo, pese

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a la urgencia de la ampliación de los derechos colectivos, es imposible no reconocer el desacople entre los aparatos sindicales ue la sostienen y la mayoría de trabajadores a los ue pareciera no interpelar ni movilizar. A uí la democratización de la empresa puede aportar un marco de sentido ue permita articular ambas realidades. Se ha argumentado ue una negociación colectiva robusta no sólo permite una mejor distribución de la ri ueza, sino también contribuye al sostenimiento de una sociedad democrática (Ugarte, 2014). La negociación colectiva es una herramienta de democratización, avanzar en derechos colectivos es avanzar también en democratización de la empresa. En segundo lugar, las ciencias sociales han mostrado cómo los diversos mecanismos de exibilidad son aplicados de manera simultánea, masiva y unilateral por parte de los empleadores, sin prever instancias de participación de la fuerza de trabajo (Ramos, 2009; Echeverría & López, 2004). Lo ue resulta son espacios laborales altamente jerar uizados y burocratizados, donde prima la verticalidad del mando o el formalismo de la regla (Araujo, 2016). En este contexto, escenas como la del maltrato en el restaurant La Piccola Italia en 2019 son mucho más recurrentes de lo ue se imagina. El abuso laboral y sexual es una experiencia ordinaria en el mundo del trabajo, pero ue encuentra también situaciones límite, como las siniestras prácticas de tortura aplicadas por el empresario Hugo Larrosa y los suicidios como el del trabajador Rolando Venegas Yáñez en la empresa Fruna en 2017. Experiencias como éstas no sólo dan cuenta de las consecuencias


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extremas del autoritarismo ue reina en los espacios laborales, sino ue hacen de la democratización de las empresas una necesidad imperiosa. En tercer lugar, si el autoritarismo de los espacios laborales genera problema es también por ue existe mayor sensibilidad a los abusos. De hecho, las denuncias por acoso laboral y sexual recogidas por la Dirección del Trabajo no han dejado de crecer en los últimos años. Esta sensibilidad responde a una transformación silenciosa, pero no menos perceptible, ue Martuccelli y Araujo (2012) llaman democratización del lazo social y se traduce en demandas de mayor horizontalidad de las relaciones sociales. Es una transformación transversal ue alcanza también los espacios laborales. Se mani esta más concretamente en los ideales de jefaturas más horizontales y cercanas ue movilizan los individuos en el trabajo (Araujo, 2016), pero también ha encontrado expresiones colectivas, por ejemplo, en las demandas por igual trabajo, igual salario tanto del movimiento feminista como de las movilizaciones sindicales en contextos de subcontratación. Estos elementos dan cuenta de un arraigo cada vez más visible de principios de justicia igualitarios ue recorren, a contrapelo del autoritarismo, el mundo del trabajo, constituyendo un resorte fundamental de la democratización de la empresa. En cuarto lugar y pese al relato hegemónico, la de nición de empresa está hace varios años en disputa en Chile, a partir de problemáticas distintas, pero complementarias. La desconcentración ue ha caracterizado los entramados productivos a partir de los años 80, sobre la base del de-

creto de ley 2.950 ue “derogó la Ley 16.757, ue prohibía en forma absoluta ue los trabajos inherentes a la producción principal y permanente de una industria fuesen efectuados por contratistas y concesionarios. Esta prohibición introducía a todas lu-

Este ejercicio es una invitación a avanzar en esa dirección, a la luz de las consecuencias sociales y económicas de la pandemia y del proceso constituyente ue inauguró la revuelta de octubre. ces una rigidez inaceptable en la economía” (Piñera, 1990: 46). Espíritu ue reproduce la ley de subcontratación (20.123) al no prohibir la externalización de las actividades del giro principal, práctica ue no ha dejado de crecer (ENCLA, 2014). Si las actividades del giro principal son externalizadas, cabe la pregunta razonable de lo ue de ne una empresa. El Código laboral chileno “resuelve” esta problemática desde la cción jurídica de la identidad legal determinada o RUT. A diferencia del derecho comercial ue no reconoce la existencia jurídica de la empresa (Arteaga, 2002), el Código laboral identi ca la empresa en tanto organización con la persona natural o jurídica ue la dirige. Extravagancia jurídica ue lleva al extremo la reducción de la empresa a la entidad legal y ue, lejos de toda inocencia, facilita la separación entre la empresa-rut ue acumula las utilidades y las

8. https://radio.uchile.cl/2020/05/10/democratizar-la-empresa-un-horizonte-politico-del-trabajo/ HETERODOXIA, SEPTIEMBRE 2020 / PÁGINA 13

ue gestionan la fuerza de trabajo. Si bien la jurisprudencia en materia de “multirut” había supeditado la identidad legal a la doctrina del levantamiento del velo corporativo o el principio de primacía de la realidad (Ugarte, 2013), la ley 20.760 refuerza más bien la gura del empleador, estableciendo como elemento de nitorio la dirección laboral común, además de otros elementos adicionales, lo ue di culta aún más a los trabajadores a la hora de demostrar ue dos o más “empresas” son en realidad una. Estas controversias mani estan la contingencia ue recorre la de nición de empresa, donde se conjugan realidades concretas y cciones jurídicas. Contingencia ue describe un terreno problemático en el cual no sólo está en juego su de nición especí ca, sino también su composición y organización, donde es posible disputar la necesidad de su democratización. Sin embargo, la crisis sanitaria actual agrega otra dimensión fundamental a la hora de de nir ué es una empresa. Como ya habíamos insistido8, la gestión política de la pandemia con las consecuencias socioeconómicas ue conocemos ponen al descubierto ue lejos de constituir una realidad natural, la economía es ante todo un campo de relaciones sociales irreductible a la cción arti cial del mercado. Funciona y opera a través de todo un entramado social y político ue la sostiene y le da una forma determinada, privilegiando determinados intereses sociales en detrimento de otros. En este contexto, la cuarentena total ue se ha decretado en varias ciudades del país, radicalizan lo ue


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las cuarentenas parciales ya habían comenzado a poner en evidencia: sin trabajadoras y trabajadores, no hay empresa. Dicho de otra manera, la propiedad del capital (acciones, activos) no son su cientes para hacer empresa, la fuerza de trabajo, propiedad de trabajadores y trabajadoras, es allí constitutiva. Sin justi caciones normativas ue aseguren el monopolio del capital en el gobierno de la empresa, su democratización es no sólo deseable, sino también necesaria. Este conjunto de elementos de ne los contornos de un debate urgente, pero aún ausente en Chile. Este ejercicio es una invitación a avanzar en esa dirección, a la luz de las consecuencias sociales y económicas de la pandemia y del proceso constituyente ue inauguró la revuelta de octubre. Se trata, por cierto, de un debate ue excede la academia, la democratización de la empresa sólo tiene sentido en la medida ue interpela y es apropiada por los actores sociales. Si bien hemos insistido en ue la precariedad política del trabajo resulta en parte de la ausencia de lenguajes ue permitan articular demandas individuales y colectivas, pensamos ue la democratización de la empresa puede jugar un rol estratégico en tanto horizonte de con uencia posible de las luchas laborales. Se trata de imaginar un futuro democrático en el ue trabajadores y trabajadoras dispongan de derechos políticos dentro y fuera de la empresa, reanudando uizás los hilos de una historia interrumpida, pero ue resuena aún en algún lugar de la memoria.

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ARTÍCULO

Educación superior: El fin de una época por Mauricio Rifo

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a educación superior, en Chile y el mundo, vive una crisis soterrada tras cuatro décadas de agresivas y ambiciosas políticas públicas ue la visibilizaban y nanciaban (Brunner, 2020; Ashwin, 2019; Marginson, 2017; Brown, Lauder, & Chung, 2019). La legitimidad construida durante los últimos años ha comenzado a corroerse desde sus pilares normativos (Teoría del Capital Humano), pasando por sus nes socialmente valorados (Movilidad Social) hasta sus más so sticados procedimientos (New Public Managment). Esta corrosión es resultado de una combinación de factores ue, a lo menos, pueden ser reconocidos en dos dimensiones: 1.- Los escasos efectos positivos de las acciones realizadas por la educación superior durante los últimos años en aprendizaje, formación profesional o capacitación docente (Graeber, 2018; Alvesson & Spicer, 2016; Beaudry, Green, & Sand,

2016; Palma, 2011). El estudio de Arum & Roksa (2011) es ya una obra clásica por alertar ue una serie de aspectos del proceso de enseñanza y aprendizaje en las universidades, como por ejemplo habilidades de pensamiento crítico, razonamiento complejo y habilidades de escritura, en un 45% de los/as estudiantes investigados no demostraron ninguna mejora signi cativa en el aprendizaje durante sus primeros 2 años de universidad. O los estudios de Rodríguez, Rabazo, & Naranjo (2015) ue evidenciaron ue los y las estudiantes ingresan con una habilidad basal para resolver problemas ue durante el trascurso de la formación es escasamente signi cativa en cuanto a mejora. En los enormes esfuerzos por capacitaciones en docencia universitaria, aun ue la literatura no es concluyente, se observa un impacto positivo en la experiencia del o la docente, pero ue no resulta signi cativo en la experiencia de aprendizaje de los y las estudiantes

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(Stes, Coertjens, & Van Petegem, 2013). Y tal vez el más sensible de estos escasos efectos es el estéril esfuerzo por contribuir a un mercado laboral y económico ue, como sostienen Beaudry, Green, & Sand (2016), viene desde el año 2000 generalizándose como un sector con escasa demanda de habilidades universitarias debido a lo rutinario de los empleos y el estancamiento de los salarios en el mundo. 2.- Los frustrantes efectos de estas agendas en académicos/as, estudiantes y los propios Estados (Scott, 2019; Gayardon, Callender, Deane, KC, & DesJardins, 2018; Sanders-McDonagh & Davis, 2018). Para el mundo académico el crecimiento sostenido del control del Estado, desde distintas vías, ha ido ahogando el uehacer universitario impactando seriamente en la forma y el ritmo de producción investigativa en donde el nanciamiento y los rankings ha jugado un papel, al menos, complejo


ARTÍCULO | EDUCACIÓN SUPERIOR: EL FIN DE UNA ÉPOCA

(Shattock, 2019). Por su parte, la forma permanente. Tal situación, universidades se explica politización del mundo estudiantil ha digamos estructural, con guró al principalmente por el aumento de crecido al amparo del crecimiento de menos cuatro dinámicas entrelazadas estudiantes. De ello emerge una las deudas estudiantiles y ha ue hoy se ven fuertemente fuerte precarización académica, a irrumpido con fuerza en la dirección amenazadas: (1) crecimiento través de los llamados/as “profesores ue han venido tomando los diversos sostenido de la matrícula, (2) oferta taxis”. Estos docentes universitarios modelos de universidad (Akers & laboral docente creciente, (3) control logran, debido al crecimiento del Chingos, 2016). Y nalmente, los y seguimiento profesional y (4) sistema, ensamblarse laboralmente a Estados han invertido una abundante institucionalización de la ciencia sin través de diversos cursos en una o cantidad de recursos para promover proyección. más instituciones y lograr generar un cambios tecnológicos, impactar en En este sentido, la educación salario por sobre la media de sus economías o promover la superior chilena tuvo un “boom” de subsistencia. La contracción de movilidad social, propósitos cuyos crecimiento de la matrícula entre los matrícula y la incertidumbre del resultados se distancian escenario ya ha promovido ue negativamente de las instituciones reorganicen su inversiones realizadas, planta académica volcando a La educación superior, en el debido, principalmente, a la sus docentes contratados a mundo y en Chile, no vive sus masi cación de una realizar las clases ue hacían los mejores años, incluso es posible educación superior docente docentes a honorarios. con escaso impacto La alta precarización de este sostener ue ha terminado una tecnológico y el limitado rol docente, la época para el sector. Esta época cuerpo de la educación en la heterogeneidad formativa y la estuvo marcada por un movilidad social (Brown, expulsión permanente de los nanciamiento cuantioso y un rol Lauder, & Chung, 2019). circuitos de investigación hacen Sin duda, el actual de primera línea en las agendas de de este número grupo de escenario demanda académicos periféricos un los gobiernos. En estos días y en respuestas desde el sector peligroso cuerpo social sin los años ue vienen es poco sobre diversas expectativas y capacidad de reinserción en probable ue eso continúe. el cumplimiento de ciertas materias similares y sujeto a una promesas, en particular la caída en “la escala” social educación superior chilena y su años2009 ace lerada y dramática. modelo de crecimiento en franco al 2015. Desde esa fecha ha ido En segundo lugar, existe otro grupo deterioro, acelerado por la pandemia lentamente disminuyendo hasta ue de académicos ue se organizan del covid-19. este año 2020 se volvió a 105.544 enlazados a fondos ministeriales La educación superior chilena estudiantes de primer año, cifra concursables y cohabitan en las creció en musculatura desde inicios similar a las del 2015. Es posible universidades con el cuerpo del siglo XXI, a través de una aventurar con cierta seguridad ue académico, pero no necesariamente inyección de fondos cuál deportista debido a la incertidumbre del covidde forma directa. Ya hay bastante se somete a un tratamiento de 19 esta disminución continúe discusión al respecto, pero la forma esteroides y, al igual ue ellos o ellas, profundizándose para la promoción en ue se ha institucionalizado la es un crecimiento complejo de 2021 de nuestras universidades. ¿ ué ciencia en Chile y se ha nanciado a sostener en el tiempo. Los diversos implicancias tiene esto para el los centros de investigación, ha fondos estatales, sobre todo las modelo de crecimiento universitario generado una “subcultura” cientí ca ayudas estudiantiles, hicieron crecer chileno? Al menos tres gruesas. ue no se vincula con la gobernanza al sector, pero sin la seguridad de ue En primer lugar, el crecimiento de de la universidad y emerge como un su crecimiento sería solventado de la oferta laboral docente en las investigador “puro” similar al modelo

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ARTÍCULO | EDUCACIÓN SUPERIOR: EL FIN DE UNA ÉPOCA

estadounidense durante el siglo XX, pero en nuestro caso con nanciamiento limitado (entre 2 a 5 años) y bajo modalidades de contratación precaria (principalmente honorarios). El crecimiento de estos nanciamientos también son un tema preocupante en los próximos años, sobre todo por ue bajo el poco feliz enfo ue del capital humano, nuestro país ha nanciado la formación masiva de investigadores con escasos centros de investigación donde insertase, con una presión permanente de las universidades por cuadrar caja y sin políticas públicas ue les den garantías de investigación. Por último, en tercer lugar, toda esta estructura de nanciamiento y ue da soporte al crecimiento de las universidades es también un cuerpo laboral altamente amenazado. Debido a ue las universidades

debían cambiar sus formar de acceder a fondos de nanciamiento durante el inicio del silgo XXI, se crearon una serie de posiciones laborales de tipo profesionales abocadas a controlar acciones, generar fondos, producir información, mejorar los servicios estudiantiles, etc. Todas y cada una de estas funciones ancladas en centros de análisis institucional, formación docente, enseñanzaaprendizaje o análisis de calidad, responden a la necesidad de dar sustentabilidad interna al crecimiento masivo de la matrícula y a la especí ca forma de nanciamiento de la educación superior. Si eso cambia radicalmente, estos puestos de trabajo, de crecimiento acelerado en los últimos años, tendrán una fuerte contracción no calculable por el momento. En de nitiva, la educación

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superior, en el mundo y en Chile, no vive sus mejores años, incluso es posible sostener ue ha terminado una época para el sector. Esta época estuvo marcada por un nanciamiento cuantioso y un rol de primera línea en las agendas de los gobiernos. En estos días y en los años ue vienen es poco probable ue eso continúe. Tal vez, en lo grueso, eso no sea una mala noticia, pero para todas a uellas personas ue viven salarialmente de estas funciones, dentro o fuera de universidad, se visualizan complejos periodos de defensa de fuentes laborales y restricciones salariales. Por lo pronto, cabe ue tanto las asociaciones formales e informales de académicos, funcionarios y estudiantes tomen razón de lo ue se viene y propongan un plan conjunto para enfrentar lo ue por separado los expulsará. 


ARTÍCULO

No todo lo que brilla es verde: sostenibilidad y reactivación post-pandemia por Claudia Silva

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n la década de los 80, en respuesta a la preocupación por la contaminación ambiental y degradación de la naturaleza producto de la actividad humana, se acuñó el concepto de desarrollo “sostenible”, de nido como a uel ue satisface las necesidades del presente, sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades. Desde entonces, el concepto ha ido creciendo en aceptación, al punto de transformarse en un paradigma, citado de forma casi transversal en todas las esferas de nuestra sociedad. El desarrollo sostenible es el marco rector de Naciones Unidas, la mayor organización internacional existente, a la cual Chile está adscrita. A nivel de Estados y empresas, políticas públicas y privadas se plantean en torno a la sostenibilidad. No obstante, la creciente y generalizada manifestación de descontento social en distintas partes del globo, junto con un nivel de degradación de la naturaleza sin precedentes en la historia de la hu-

manidad indican ue, pese ese éxito rotundo en la sociabilización del concepto, los reales avances en la sostenibilidad de nuestro modelo de desarrollo son escasos e insu cientes. ¿ ué estamos haciendo mal?¿En ué parte del camino entre teoría y práctica estamos fallando? Profundicemos un poco en la forma en ue hemos operativizado el concepto de desarrollo sostenible, para su aplicación práctica. Probablemente el modelo más popular para conceptualizar la sostenibilidad es el de “triple resultado”, en ue la sostenibilidad se visualiza como un “e uilibrio” entre tres ámbitos temáticos: el económico, el social y el ambien-

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tal. La propuesta es sensata y permite, mediante el desglose en categorías, llevar a la práctica el concepto a la toma de decisiones. El modelo de triple resultado nos indica ue, cual uier cosa ue visualicemos y deseemos, ya sea en términos económicos, sociales o ambientales, debemos restringirlo y ajustarlo, en función de las implicancias ue esto tenga en otros ámbitos relevantes. El razonamiento tras el modelo de triple resultado no es incorrecto. Efectivamente, la economía, la sociedad y el medio ambiente se interrelacionan entre sí, y deben respetarse ciertos límites para ue un ámbito no avance en desmedro del otro. Sin embargo, al focalizarse en los límites, el modelo resulta en una representación de estas tres esferas como competidoras entre sí. La traducción podría ser “ uisiéramos tener una economía vigorosa, pero no podemos por ue tenemos ue respetar las normas sociales y el medio ambiente.” O “ ueremos vivir en un ambiente


ARTÍCULO | NO TODO LO QUE BRILLA ES VERDE: SOSTENIBILIDAD Y REACTIVACIÓN POST-PANDEMIA

saludable, pero tenemos ue producir y comer”. El listado de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas es un ejemplo de ello, al decirnos “primero nos tenemos ue ocupar de la pobreza y el hambre, y luego de mitigar el cambio climático y evitar la degradación de la naturaleza.” Como si una cosa no dependiera directamente de la otra. Al conceptualizar la economía, la sociedad y el medio ambiente como ámbitos aislados, ue se interrelacionan solo en base a las limitaciones ue uno impone a otro, el modelo falla en re ejar ue la economía se construye en base a un sistema social ue permite y sustenta el intercambio de bienes y servicios, y esa sociedad solo es viable en un contexto ambiental ue puede sostener su existencia. En otras palabras, el modelo falla en re ejar la relación entre estas tres esferas de la sostenibilidad. uizás por la ine cacia en re ejar estas interdependencias, el modelo de triple bene cio en ue las tres esferas

... el modelo falla en re ejar ue la economía se construye en base a un sistema social ue permite y sustenta el intercambio de bienes y servicios, y esa sociedad sólo es viable en un contexto ambiental ue puede sostener su existencia.

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tienen igual peso ha derivado en el modelo de sostenibilidad de “Mickey Mouse”. En este modelo, la economía es el objetivo primordial y, si y solo si la economía es vigorosa, podemos preocuparnos de avanzar hacia una sociedad justa y un medio ambiente saludable. Si la economía cae, estas preocupaciones serían una especie de “lujo” ue no podemos darnos. Pese al tono sarcástico ue puede conllevar la denominación de “sostenibilidad de Mickey Mouse”, este planteamiento está lejos de ser una caricatura. Es un discurso real, traído a la palestra cada vez ue la actividad económica se ve enfrentada a aplicar “consideraciones” socio-ambientales. Repetidamente escuchamos a distintos líderes indicar ue “no se puede poner límites” a la actividad productiva o a la economía en general, y ue la evaluación ambiental establece “obstáculos” a la inversión. Y en la práctica de la actividad empresarial, por mucho ue se establezcan programas y líneas de inversión en ámbitos distintos al giro productivo de la compañía, las compañías siguen teniendo el objetivo (establecido por ley) de maximizar las utilidades para sus dueños y accionistas. Y los Estados hacen eco de la misma lógica. ¿Cómo podemos cambiar la forma en ue estamos llevando a la prácti-

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ca la tan anhelada sostenibilidad, si la actual no parece estar funcionando? Bill Reed, en su in uyente trabajo “Cambiando desde sostenibilidad a regeneración” nos recuerda las reexiones del lósofo Paul Watzlawick: “existen dos tipos de cambio; a uel ue ocurre dentro de un sistema, el cual se mantiene inalterado, y a uel cuya ocurrencia conlleva la transformación del sistema.” En la primera categoría se encontrarían, según Reed, cambios ue apuntarían a “hacer mejor la cosas”, lo ue se traduciría principalmente en mejorar la e ciencia del sistema. Tanto el modelo de triple bene cio como su versión distorsionada tipo “Mickey Mouse” apuntan en esa línea, buscando mejorar la e ciencia para disminuir así las “externalidades” negativas de un ámbito sobre sobre los otros (mayormente, de la actividad económica sobre las otras dos). Estos no han logrado inspirar cambios fundamentales al modelo de desarrollo; solo se trata de “mejoras”. Por eso son también conocidos como modelos débiles de sostenibilidad. Prácticamente sin excepción, todos los ejercicios de reinvención de sectores sumándoles el adjetivo “verde” caen en esa misma categoría: seguir haciendo lo mismo de siempre, pero con algunas mejoras y resguardos (siempre en la medida ue la economía lo permita). En su mejor versión, se construyen agendas poco realistas en las cuales se postula ue se maximizará el crecimiento económico, al mismo tiempo ue sostener los más altos estándares sociales y medioambientales. Pese a las buenas intenciones, estas agendas más se asemejan a una lista de deseos para el Viejito Pascuero, en las ue, como por arte de


ARTÍCULO | NO TODO LO QUE BRILLA ES VERDE: SOSTENIBILIDAD Y REACTIVACIÓN POST-PANDEMIA

La economía se construye sobre los pilares de la sociedad. Si los pilares de la sociedad tiemblan, tiembla la economía. Si la sociedad uiere sostener una economía basada en la extracción de recursos naturales, contaminación ambiental y degradación de la naturaleza, esa sociedad está horadando las bases de su propia supervivencia y bienestar. magia, repentinamente será posible lograr todo sin sacri car nada. Incluso conceptos nuevos muy populares como la “economía circular” se mantienen bajo la lógica de mejorar la e ciencia y disminuir (o prácticamente eliminar, en este caso) las externalidades negativas (los desechos), sin cuestionar, por ejemplo, con ué nalidad se produce (y no solo cómo se produce). Reconociendo las limitantes de esta conceptualización de la sostenibilidad, se ha planteado el modelo de “diana” o de sostenibilidad fuerte, en el cual las esferas de la economía, sociedad y medio ambiente se presentan de forma anidada. Este modelo busca re ejar de mejor forma ue la economía está contenida (y limitada) por la sociedad, y la sociedad contenida (y limitada) por el medio ambiente. No obstante, la economía ueda al centro de la diana, como si el reconocimiento de los límites de los sistemas naturales para sostener vida y las reglas sociales ue acordamos para construir sociedades más justas y armónicas tuvieran como objetivo último sostener una economía dinámica y vigorosa. Como si la economía fuera un n en sí mismo. Asimismo, el modelo continúa con la lógica del garrote, enfatizando los límites ue constri-

ñen la actividad humana en el planeta. Una última propuesta de conceptualización de sostenibilidad es el modelo tipo “torre” planteado por el Stockholm Resilience Centre para ordenar y jerar uizar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas. A diferencia del modelo de diana, a uí se re eja de mejor forma la lógica de sustento basal ue relaciona a cada ámbito con respecto al ue se construye sobre él. El medio ambiente sostiene a la sociedad, literalmente. Es el suelo sobre el cual caminamos, sembramos, construimos; el aire ue respiramos y el agua ue bebemos. La economía se construye sobre los pilares de la sociedad. Si los pilares de la sociedad tiemblan, tiembla la economía. Si la sociedad uiere sostener una economía basada en la extracción de recursos natuMedio ambiente Sociedad Economía

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rales, contaminación ambiental y degradación de la naturaleza, esa sociedad está horadando las bases de su propia supervivencia y bienestar; es como un perro mordiendo su propia cola. El modelo tipo torre se acerca más a una conceptualización ue cambia la forma en ue entendemos la sostenibilidad, conllevando un cambio a nivel del modelo o sistema, más ue una mejora del sistema existente. El énfasis ya no está en los límites ue un ámbito impone a otro, sino en su relación causal y bene ciosa, en la cual lo ue pongamos en la cima solo puede ser tan estable y vigoroso como lo sean sus bases. Esta lógica se ve claramente re ejada en la situación sin precedente en la ue nos encontramos, donde un virus microscópico ha logrado detener autos, aviones y toda nuestra actividad incesante, como nunca antes. Virus ue, lejos de ser producto de una conspirativa guerra biológica, es un síntoma de la relación disfuncional entre la humanidad y el medio ambiente, ue nos tiene al borde del colapso sistémico hace años. Así, la batalla soterrada ue se está librando en este mismo momento es si aprovecharemos esta pausa forzada por la crisis y los enormes recursos destinados a la reactivación para enmendar el rumbo. La decisión parece obvia, dado ue, como nos recuerda la Organización Mundial de la Salud en su Mani esto para una Recuperación Saludable del Covid-19, “ahorrar” no invirtiendo en la protección ambiental y en la resiliencia de la salud y de la sociedad es un falso ahorro, ue conlleva costos in nitamente más altos poco después. A nivel nacional, también se ha hecho el llamado a una


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reactivación sostenible. Sin embargo, también vemos señales fuertes para volver a lo mismo de siempre, y con más fuerza, tal como sucedió después de la crisis nanciera de 2008, ya sea en su versión de Mickey Mouse (la economía primero) ue se re eja en la referencia a la “agilización de inversiones, lo ue implica destrabar regulaciones” de la Mesa Empresarial para el Reenganche Económico de la Confederación de la Producción y del Comercio, o en su versión “todo es posible” del recientemente acordado Plan de Emergencia para el Covid, en ue se comprometen medidas para el fomento a la inversión privada ue contemplan “reducir los plazos en evaluación ambiental de grandes proyectos” al mismo tiempo ue “un estricto cumplimiento ambiental”. No nos engañemos. Tal como lo re-

eja el modelo de torre, una reactivación sostenible solo puede lograrse alineando toda la inversión y programas a logro de los objetivos climáticos y ambientales, ue son, a n de cuentas, inversiones de largo plazo en la sociedad y la economía. Invertir 80% en lo mismo de siempre y 20% en temas “verdes”, tal como se hizo tras las crisis económica de 2008, solo cumple con nes cosméticos. Sin embargo, ueda una pregunta más fundamental, ue ninguno de estos modelos de desarrollo sostenible logra responder. ¿ ué ueremos lograr con esta economía reactivada? ¿ ué tipo sociedad ueremos construir? ¿De ué se trata exactamente ese tan renombrado “desarrollo” al ue ueremos dar sostenibilidad? uizás una de las razones por las ue nos cuesta tanto dejar de ver el crecimiento económico como un n en sí

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mismo, es por ue no hemos sabido de nir bien otro n ue nos permita reemplazarlo. Como lo dijo el académico y ambientalista norteamericano Gustave Speth hace algunos años, la crisis ambiental no es realmente ambiental, sino espiritual y cultural, y los cientí cos no tienen la solución para eso. Esperemos ue la especie más ingeniosa ue ha habitado la tierra, sepa encontrarla a tiempo. Llama la atención ue, siendo la nuestra la única especie racional ue ha existido en el planeta (y en el universo, por lo ue sabemos), capaces de grandes obras de arte, loso ía e ingeniería, no seamos capaces de salir de esta dinámica absurda.


ARTÍCULO

Finlandia no es el paraíso de la CPC: las raíces públicas del despegue económico finlandés por José Miguel Ahumada

I. Finlandia a lo ojos de la CPC

E

n recientes declaraciones, el representante de la CPC, Juan Sutil, ha señalado ue su modelo económico y social ideal corresponde a los casos nórdicos, destacando entre ellos a Finlandia. A uello, sin duda, es una novedad. ue el máximo exponente de los gremios empresariales nacionales tome las banderas del modelo nórdico es algo ue lo distancia, en apariencia, de lo ue ha sido la matriz ideológica convencional de la clase capitalista nacional, esto es, una alianza entre un conservadurismo valórico y una visión económica liberal. Ahora bien, no es de extrañar ue el caso de Finlandia (como el de Noruega o Suecia) sea un comodín en los discursos políticos. En efecto, es un ejemplo ue los distintos blo ues políticos buscan tener de su lado, en tanto es una economía de mercado ue ha destacado en prácticamente todos los indicadores económicos, políticos y sociales: el 5to país más

democrático del mundo (de acuerdo al Democracy Index 2019), el 4to país más igualitario (Indice Gini 2018), el 8vo en términos de complejidad económica y el 1ero en el mundo en términos de felicidad (Indice Global de Felicidad, 2018). Con dichos desempeños, Finlandia ha sido de nido como un ‘Paraíso Capitalista’ ue ha sabido generar riueza y bienestar social (para una crítica a lo capitalista del país, ver a uí) y en el debate nacional se presenta, de la voz del representante máximo de la CPC, como el ejemplo a imitar. Sin embargo, si uno indaga cómo en la práctica Finlandia llegó a ser considerado tal paraíso, podremos observar ue es un ejemplo muy peligroso para los representantes de los gremios empresariales nacionales. Y lo es porue pone en ja ue gran parte de las premisas del discurso con el ue dicha clase ha justi cado ante la sociedad su posición en la estructura social. En pocas palabras, es un caso ue, curiosamente, mina su propia retórica hegemónica.

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En materia de desarrollo económico, el discurso dominante nacional se podría sistematizar en tres puntos clave. El primero es ue la creación de ri ueza en una sociedad es fundamentalmente materia de una particular unidad económica (la empresa privada) jugando en un especí co contexto institucional (el mercado) y dejando a otras unidades un rol de mero redistribuidor (el Estado) o consumidor y pasivo trabajador (la población en general). El segundo es ue la empresa privada, en tanto aparato ue articula creativamente los factores productivos, compite en el mercado no solo por precios, sino por nuevos productos, servicios, y procesos productivos, de forma de crear nuevos mercados y superar la tasa promedio de ganancia. Esa actividad, derivada de las presiones competitivas del mercado, hace ue la producción y la innovación sean la propiedad emergente de múltiples empresas privadas ue (de tener la certidumbre del respeto a sus derechos de propiedad y de las reglas


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A diferencia del sistema tributario chileno, el nlandés no solo acapara más ingresos, sino ue es mucho más progresivo: alrededor del 30% corresponde a impuestos directos (Chile alrededor de un 9%) y un 20% son indirectos (Chile un 40%). A uello repercute en ue, por ejemplo desde el 2005 el GINI haya caída en torno a un 35% luego de impuestos.

del intercambio) continuarán en forma inde nida ese ciclo de ‘destrucción creativa’. Finalmente, el tercero, es ue se asume ue existe o una tensión entre la creación y la redistribución de riueza o ue hay una distancia temporal entre ambas. La primera idea se sintetiza en la frase ‘la redistribución impide el crecimiento’, en tanto mina los incentivos para ue los creadores de ri ueza inviertan. La segunda se resume en ‘primero se crece y lue-

go se distribuye’, o sea, la redistribución solo puede operar sobre ri ueza ya creada (por el mundo privado) y únicamente en tanto no impacte en la creación misma, como se señaló en el punto anterior. II. Finlandia ante los ojos de la re‐ tórica económica nacional Las anteriores a rmaciones llaman a ser evaluadas a la luz de la experiencia del caso ue la CPC nos trae al debate público. ¿Resisten dichas premisas el caso nlandés de desarrollo? Uno podría decir ue a uel caso es muy diferente del chileno y, por lo tanto, sus medidas no tienen por ué ser tomadas como referencia. Sin embargo, Finlandia no siempre fue tan diferente a Chile. Terminada la Segunda Guerra Mundial, Finlandia era una economía con el mismo ingreso per cápita de Chile1, con una estructura exportadora extractiva (90% era celulosa) y un 40% de la economía anclada en el sector agrícola. Como se observa en el siguiente grá co, la brecha de ingresos con EEUU era igual en ambos casos. Ahora bien, es la diferencia ue comienza a emerger en ese periodo lo ue debe llamar la atención. Es sorprendente ue (como se desprende del grá co 1), mientras a principios de la década de los 1950s, los ingresos per cápita de Finlandia y Chile estaban en torno a un 25% del de EEUU, en la actualidad el de Finlandia representa alrededor del 70% y Chile únicamente un 40% (y este último solo a mediados de la década del 2000 supera el nivel ue tenía en 1950). ¿ ué hizo Finlandia ue en un plazo

de treinta años despegara a ese nivel y pasara de ser una economía extractiva y agrícola a una economía industrial? a) Sobre la creación de riqueza: el Estado inversionista Un primer elemento en el caso nlandés es el aumento radical de la inversión agregada de la economía, de un promedio de 10-15% del PIB en el periodo 1860-1920, a 25-30% en el periodo 1950-1980. Esta masiva inversión no fue un resultado espontáneo, sino deliberadamente impulsado por el Estado. Durante el periodo, el ahorro público e uivalió al 30% del total nacional y fue base para una serie de subsidios, créditos y apoyos selectivos hacia inversiones privadas en bienes capital e infraestructura (en efecto, durante todo el periodo, alrededor de un tercio de la inversión total fue a ma uinaria y e uipo industrial) (Fellman, 2008). Estos estímulos fueron complementarios a una activa política monetaria y cambiaria para estimular la inversión en torno a las exportaciones. El Banco Central tenía como objetivo generar créditos baratos para inversiones industriales, manteniendo bajas las tasas de interés hasta nes de los años 1980s. A uello fue de la mano de un ciclo de devaluaciones plani cadas para estimular las exportaciones en los nuevos contextos internacionales (Jäntti & Vartiainen, 2009). Junto con dirigir al mercado a partir de políticas monetarias, cambiarias e industriales, parte del ahorro público se destinó a estimular empre-

1. En 1945, el ingreso per cápita de Finlandia era de 4110 dólares mientras ue el de Chile era ligeramente superior, alcanzando los 4144 dólares (en dólares de 2011) (Maddison Project Database).

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có en ‘redistribuir’ lo creado anteriormente, sino a crear ri ueza y, a su vez, innovar tecnológicamente. La función empresarial ue Schumpeter consideraba como el elemento ue le daba dinamismo a la estructura económica fue encarnada en los sectores económicos antes nombrados por el aparato público.

Gráfico 1. Brecha de ingresos con EEUU: Finlandia, Suecia, Chile, Brasil (ingreso per cápita en US$ 2011). Fuente: elaboración propia, datos de Maddison Project Database.

sas públicas. Por ejemplo, la empresa pública Outokumpu creó un clúster industrial en torno al cobre ue permitió superar la mera producción cuprífera y dar un salto hacia la producción de e uipos industriales y ma uinaria de explotación minera en general. Ya en los noventa, cuando Finlandia agota sus recursos cupríferos, la empresa había superado su dependencia al cobre y se había consolidado como una productora de alta tecnología en explotación minera, exportando servicios a diversos países, incluido Chile (Sánchez Crispín, 1995). El conglomerado EnsoGutzeit, controlado por el Estado, contaba con una amplia canasta de inversiones en torno a la exportación de productos forestales de alto valor agregado, saltando de madera aserrada a papel de alta calidad. A partir de los noventa, y luego de una serie de fusiones y ad uisiciones entre empresas públicas, la empresa (al igual ue Outokumpu en materia cuprífera) se transforma en una competidora global en productos y ma uinaria fores-

tal de alta calidad. Por su parte, la empresa pública petrolera Neste, no solo extrajo petróleo sino ue se puso como objetivo la creación de la infraestructura para su transporte y, a partir de los 1970s, erigió una serie de encadenamientos productivos en torno a los sectores del plástico, petro uímica y gas natural. De esta forma, el petróleo gatilló una serie de inversiones públicas y privadas innovadoras ue construyeron nuevas áreas económicas con mayor elaboración y valor agregado (Fellman, 2008). De esta forma, los saltos de la extracción de petróleo a la producción de plástico y la petro uímica, del cobre a ma uinaria de perforación, de la madera aserrada a ma uinaria de explotación forestal, servicios de ingeniería y producción de papel de alta gama, no fueron cambios espontáneos y cuantitativos, sino ue tuvieron al Estado detrás e implicaron cambios cualitativos de innovación tecnológica. El Estado, así visto, no solo se enfo-

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b) Sobre la innovación: el Estado como coordinador tecnológico El modelo de crecimiento guiado por las inversiones, ue se condensó en las medidas presentadas en la sección anterior, logró ue Finlandia se posicionara como una economía industrial con fuertes encadenamientos productivos en torno al sector forestal, área donde poseía claras ventajas comparativas. Pero un siguiente salto comienza a nes de los 1960s, donde el objetivo del Estado da un giro hacia posicionar un crecimiento en torno a la innovación tecnológica. Ahora bien, el fenómeno de innovación tecnológica no es un asunto micro, de individuos ue toman riesgos en la competencia y ‘crean’ bienes o servicios. Las innovaciones tecnológicas (por lo menos a uellas ue cambian matrices productivas) son fuertes procesos de creaciones intelectuales colectivas ue se traspasan de generación en generación (algo sabido ya por Proudhon, Marx y, en especial, Veblen). Un estímulo clave a ese tejido tecnológico social, ue Marx denomina tan claramente como ‘intelecto general’, fue la reforma educacional de 1967 ue estableció la educación pública y gratuita durante nueve años y subsidios para estudios superiores (incluyendo


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de TEKES y un acceso a fuerza laboral altamente cuali cada a partir de la reforma a la educación pública (Sabel & Saxenian, 2008). c) Redistribución y crecimiento: la virtuosidad de la relación

Gráfico 2. Inversión en I+D, casos seleccionados (1981-2018). Fuente: elaboración propia, datos de World Development Indicators. posgrados). En pocas palabras, la dimensión educacional (clave para el intelecto general) fue un asunto público-estatal, no un mercado. Lo anterior implicó el aumento de una población con gran acceso a conocimientos y el crecimiento de universidades públicas (a nes de los 1970s había ya 20 universidades públicas en el país) bajo la dirección del Consejo de Política Cientí ca (CPCT) (Catells & Himanen, 2002). Esa reforma vino de la mano de una nueva ar uitectura pública en torno a la innovación: se crea el fondo para la innovación SITRA (1967), el Comité Tecnológico - ue luego será el CPCT- (1979) y TEKES (1983). SITRA se erige como un ’capitalista público tomador de riesgo’ ue subsidia startups, mientras ue TEKES se establece como un aparato de políticas tecnológicas de largo plazo: se compromete a una meta de inversión en I+D de 1.2% del PIB para 1982 y de 2.2% para 1992 y luego continuar la tendencia (ver grá co 2)2. También

estuvo a cargo de subsidiar la inversión privada en nuevas áreas, especialmente telecomunicaciones y condicionar esos subsidios a formar redes productivas entre empresas, universidades y centros de investigación ( ue aumentaban el intelecto general de la sociedad) (Orstrom, 2012). El caso emblemático de NOKIA puede ser considerado como un resultado de esta red pública de apoyo. De un productor forestal desde el siglo XIX, pasó a estar en los 1990s a la punta de las innovaciones en materia de telefonía móvil. Este salto se dio a partir de una serie de políticas industriales claves: el Estado le brindó una demanda permanente -un mercado cautivo- para sus primeros teléfonos, puso a disposición empresas públicas y su tecnologías telefónicas como matriz para sus siguientes pasos en el mercado global, fue clave en la construcción de la plataforma GSM ue será el arran ue de Nokia a escala global y, nalmente, recibió subsidios

La reforma educacional no vino aislada, sino ue fue durante un periodo de grandes transformaciones en materia de política social y laboral. En 1968 el trabajo gana una batalla clave: se instaura la negociación colectiva a escala nacional, haciendo del asunto salarial un proceso de negociación formalizado entre gobierno, representantes del capital y sindicatos nacionales, cuya tasa de sindicalización giraba en torno al 70% de la fuerza de trabajo (esta medida dura hasta el 2007 donde se pasa a negociación ramal). Anteriormente, en 1960, el gobierno implementó la jornada laboral de 40 horas, en 1970 se implementó el nanciamiento público al cuidado de los adultos mayores, y en 1980 se estableció la salud pública gratuita universal junto al establecimiento de seis semanas de vacaciones pagadas por el gobierno. A uellas reformas implicaron un aumento de los ingresos scales, principalmente a través de impuestos. En efecto, durante el boom económico y de diversi cación exportadora en tormo al sector de telecomunicaciones e industria, el ratio de impuestos/PIB Finlandia pasó de 30% en 1965 a más del 40% a principios de los 1990s y a 45% el 2000 (ver grá co 3). El Estado, de esta forma, logra acumular grandes recursos para luego re-

2. Aun ue desde el 2011 hay una caída en la inversión en I+D (debido a la pérdida de competitividad de Nokia), el gasto sigue estando por sobre el promedio de la OECD.

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Gráfico 3. Proporción impuestos/PIB, casos seleccionados (1965-2018). Fuente: elaboración propia, datos de OECD Data. distribuirlos en políticas sociales, educacionales e industriales. A diferencia del sistema tributario chileno, el nlandés no solo acapara más ingresos, sino ue es mucho más progresivo: alrededor del 30% corresponde a impuestos directos (Chile alrededor de un 9%) y un 20% son indirectos (Chile un 40%). A uello repercute en ue, por ejemplo desde el 2005 el GINI haya caída en torno a un 35% luego de impuestos (Chile menos del 5%) (OECD Stat). Esta complementariedad entre redistribución y crecimiento sostenido no es una anomalía nlandesa. Ha sido la tónica de los países nórdicos y parte fundamental del pensamiento económico no ortodoxo, y nos enseña ue el gran despegue económico en estos casos ha venido de un orden económico donde los principales precios (salarios, tipo de cambio y tipo de interés) eran menos un resultado de impersonales dinámicas de oferta y demanda y más bien determinados por un aparato público en cooperación con fuertes y empoderados sindicatos nacionales y gremios nacionales. También nos señala ue

la innovación es una función social ue resulta de grandes organizaciones y tejidos institucionales donde el estado ha sido una especie de comandante en jefe ue dirige las fuerzas económicas hacia áreas donde no necesariamente existen ‘ventajas comparativas’ (¿ ué ventaja tenía Finlandia en telefonía móvil o biotecnología en 1970?). Finalmente, la política social y los fuertes sindicatos implicaron una sólida cohesión y consenso social para el despegue industrial del país. Para efectos de debate nacional, es clave señalar ue todas estas transformaciones institucionales se realizaron cuando Finlandia tenía un ingreso per cápita considerablemente inferior al ue posee Chile hoy. Por poner ejemplos: la reforma educacional lo hizo con un ingreso similar al de Chile hace 25 años, la jornada de trabajo de 40 horas similar al de 30 años y la negociación nacional del salario al de 20 años. III. A modo de conclusión Se ha sostenido ue aun ue las me-

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didas anteriormente descritas hayan podido ser importantes para el país, la crisis de los 1990s y las reformas de apertura económica les han uitado validez. Sin embargo, dichas reformas no pueden compararse al caso chileno. El sistema de bienestar no fue tocado por las medidas liberalizadoras: la educación y la salud siguen siendo públicas y están a cargo del bienestar de la mayoría de la población. A su vez, las reformas laborales han eliminado la negociación a escala nacional, pero solo para volver a una negociación sectorial, ue es precisamente a donde Chile uiere ir hoy. El rol del Estado sigue siendo clave para la nueva etapa nlandesa, luego del estancamiento de Nokia. Incluso se podría sostener ue el rol del estado se ha acentuado a través de una intervención nanciera: de las 20 empresas de mayor tamaño hoy en el país 4 son estatales y 5 son privadas donde el Estado (a través de su holding Solidium) posee mayoría accionarial (funcionando, en la práctica, bajo lineamientos estratégicos estatales). A a uella red de control público de esferas de decisión de grandes empresas, Keynes la denominó como la ‘socialización de la inversión’, y era un elemento central (y curiosamente olvidado) de la política keynesiana para asegurar el pleno uso de los factores productivos. Esa medida, sin embargo, está lejos de ser exclusivo de Finlandia: Singapur, China o Noruega tienen formas similares de intervención pública en las decisiones de inversión, no ya desde ‘afuera’ de la empresa (incentivos, subsidios, regles, etc.) sino desde ‘adentro’ (controlando juntas directivas). Así visto, es complejo para la CPC


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defender a Finlandia como caso a seguir por ue, si eso se pretendiera, deberíamos concluir ue ya estamos alrededor de un cuarto de siglo atrasados respecto a establecer una negociación salarial por rama, asegurar una educación y salud pública y gratuita, aumentar el ingreso scal (por lo menos el doble de lo ue tenemos hoy) y aumentar la participación activa del Estado en los grandes conglomerados. Pero también su discurso legitimador ueda muy dañado: la innovación no es un asunto de los privados, sino una responsabilidad pública y colectiva, y la redistribución bien puede ser complementaria con un crecimiento sostenido y el Estado no solo puede crear ri uezas, sino ue puede cumplir una función empresarial, la misma con la ue la CPC se viste a sí misma pero ue, sin embargo, sus miembros carecen conspicuamente.

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ENTREVISTA: Michael Lรถwy


ENTREVISTA | MICHAEL LÖWY

Como sabe, el neoliberalismo no es solo un régimen de crecimiento, sino también una forma de compren‐ der la realidad social. En lo relacionado a esta forma de comprensión social, el mercado ha sido la matriz más importante a partir de la cual el neoliberalismo ha leído la sociedad y ha intentado moldearla, im‐ pregnando las diversas dimensiones políticas, cultu‐ rales y sociales. Así, comprender el uso de la idea de mercado cobra una importancia clave para la crí‐ tica de la hegemonía actual. A partir de su propues‐ ta de un marxismo-weberiano, ¿cómo entiende usted el mercado?

humanas, de la cultura, de la misma religión… Esta práctica donde todo se transforma en mercancía.

Bueno, yo soy marxista y partidario de una plani cación económica socialista democrática. O sea, ue las grandes decisiones respecto a ué consumimos y producimos no se pueden dejar al mercado –donde a uellos ue poseen las ri uezas deciden ué se produce–, sino ue tienen ue ser democráticamente decididos por la misma sociedad. Eso no uiere decir la ‘supresión del mercado’ sino ue el mercado pasa a ser únicamente un instrumento al servicio de la plani cación, para la distribución de los bienes, etc., pero no es el mercado el ue determina los objetivos de la producción. Esto, por supuesto, implica un cambio radical del enfo ue.

De hecho, a uella mercantilización es mucho más intensa hoy ue en la época de Marx.

Ahora, en las sociedades capitalistas neoliberales ue vivimos, el mercado efectivamente domina la totalidad de la vida económica, social y política, en una especie de totalitarismo del mercado. Incluso más, hay algo ue mis amigos de la Teología de la Liberación le llaman una ‘idolatría del mercado’, es decir, un fenómeno donde mercado se ha transformado en una especie de divinidad todopoderosa, objeto de una religión fanática y una divinidad como a uellas de la antigüedad, ue exigen sacri cios humanos. Usted sabe, los ídolos del pasado exigían sacri cios, como Baal o Moloch. Marx incluso, en El Capi al, compara el capital con Moloch. Es un ídolo ue exige sacri cios humanos bajo formas de la pobreza, miseria, enfermedades. Osea, son grandes sacri cios ue se exigen para ese culto del ídolo mercado. De esta forma, creo ue hay ue combatir esta religión del mercado, esta idolatría. Hay ue rechazar esa práctica típica del capitalismo neoliberal de la mercantilización total no solo de la economía, sino también de las relaciones

Marx tiene un texto muy interesante de 1847, Miseria de la Filoso ía, ue dice ue hemos llegado a una época en ue todo a uello ue se intercambiaba entre los seres humanos o se le entregaba generosamente, como la amistad, el amor, el respeto, la dignidad, todo eso se ha transformado en mercancía. Todo a uello ahora es llevado al mercado, vendido y comprado por su precio. Es el tiempo, como decía Marx, de la ‘banalidad universal’. Es, así, el tiempo de mercantilización total.

Es muy interesante la idea de la banalidad universal y la mercantilización absoluta. Aquello me recuerda la idea del cash-nexus de Thomas Carlyle, que Marx cita en varias ocasiones. Usted analiza el mercado desde una posición muy interesante, que es vincular‐ la a una especie de religión, lo que nos recuerda los análisis de Walter Benjamin sobre el capitalismo co‐ mo religión y que usted también ha investigado al respecto y profundizado en esa línea. Esto es rele‐ vante porque, a primera vista, suena muy extraño vin‐ cular un orden económico tan secular y racionalizante como el capitalismo con la idea de la religión. ¿Có‐ mo se vincula algo tan ‘profano’ como la economía con algo tan ‘sagrado’ como la religión? ¿qué nexos identifica? Hay dos maneras de plantear a uello, ue son un poco distintas, pero tienen a nidades. Una es desde la Teología de la Liberación, con la idea de la idolatría del mercado. En particular, me re ero al trabajo de Franz Hinkelammert, Hugo Assmann y varios otros. Incluso hay un libro muy interesante ue ellos sacaron juntos en 1989, La idolatría del mercado. Allí, en esa tradición, hay un planteamiento ue me parece muy sugerente, ue incluso se apoya en el análisis de Marx sobre el fetichismo de la mercancía. Por ue, ¿ ué nos dice Marx? el fetiche es un ídolo, un ídolo fabricado por los seres humanos. Ellos lo fabrican (con piedras, maderas, etc., poco importa) y después lo transforman en una divinidad, se le adora, se le ofrecen sacri cios, etc. En este sentido, el fetichismo es en efecto una

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ENTREVISTA | MICHAEL LÖWY

religión. Entonces, cuando Marx habla del fetichismo de la mercancía, se re ere a la transformación de la mercancía en un ídolo. De esta forma, los teólogos de la liberación han conectado la crítica de Marx del fetichismo de la mercancía con la crítica de los profetas bíblicos, como Amós o Isaías a la idolatría (como Moloch o Baal, etc.). Ahora bien, la problemática de Benjamin es un poco distinta. En ese fragmento, ue es un texto muy hermético y oscuro – ue Benjamin no publicó, sino ue escribió para sí mismo– hay ideas interesantes, aun ue no muy desarrolladas. El comienza con Weber y su idea, ue desarrolla en La ética protes ante y el espíritu del capi alismo, de ue el capitalismo surge a partir de la religión. Toma esa tesis weberiana, pero va más lejos, y sostiene ue el capitalismo no solo tiene su origen en una religión, sino ue es él mismo una religión. ¿ uiénes son las divinidades de esa religión? Él no lo dice, pero sugiere al oro y el dinero. Hay ue recordar ue Benjamin no era marxista en esa época, era más bien anar uista, y realiza una crítica a los billetes de dinero de la banca ue los ve como objetos de un culto religioso. Lo anterior es uno de los aspectos de su crítica. La otra enfatiza otro elemento. Benjamin ve la religión capitalista no como poseedora de una teología, ni nada de eso, sino solo como una práctica, como un culto. Y ese culto se traduce en las prácticas habituales de los capitalistas. Por ejemplo, sus prácticas en la bolsa de valores serían una especie de ritual religioso. Pero lo más interesante, dice Benjamin, es ue es una religión de la desesperación total, pues no hay salida para los pobres. Si son pobres, es por su propia culpa. Desde el punto de vista de la religión capitalista, son pecadores. Ellos son culpables de su miseria. Es una religión ue lleva a la humanidad a la casa de la desesperación, una imagen astrológica. Una religión ue cierra todas las salidas y esa es la condición humana en el capitalismo, según Benjamin. Pero lo anterior es sólo sugerido. No está desarrollado. Es un fragmento ue escribió para sí mismo. Y la mitad del fragmento es la bibliogra ía, por lo ue hay ue leer dichas referencias para intentar reconstruir su crítica. Aquella línea de capitalismo de ‘desesperación total’ me recuerda la idea de la “jaula de hierro” de We‐

ber. Y a partir de esa idea, al parecer, usted ha en‐ contrado una alianza entre Weber y Marx que provee una caja de herramienta muy fértil para hacer una crí‐ tica más amplia del capitalismo. Esto en el sentido de que el fundamento del capitalismo, si bien es la ex‐ plotación, generaría también un conjunto de efectos mucho más amplios. Irradiará otras esferas, como el desencanto del mundo, la mecanización, la aliena‐ ción, la cosificación, etc. ¿Cuáles serían las conexio‐ nes entre Marx y Weber, considerando que cualquiera que haya tomado un curso de sociología sabe que lo primero que se hace convencionalmen‐ te es establecer un quiebre entre ambos –consignan‐ do a Weber como ‘el Marx de la burguesía’? ¿Dónde encontró estos nexos para hacer una crítica al capi‐ talismo? Lo primero es ue hay varios pasajes en Max Weber en ue se re ere a la crítica marxista en términos positivos. Weber es un personaje muy extraño, casi es uizofrénico, por ue, por un lado, en cuanto burgués –el mismo se declara burgués–, admira al capitalismo como el sistema económico más e caz y racional de todos los puntos de vistas. En esto parece hacer una apología al capitalismo. Pero al mismo tiempo, como intelectual, como profesor de la elite académica alemana, tiene una repulsión al capitalismo. Entonces, es un personaje ambivalente. Uno tiene ue verlo en los dos aspectos. A mí me interesa el aspecto crítico, aun ue el apologético también exista, y allí –en el aspecto crítico– hay algunas coincidencias con Marx. Existen pasajes muy sorprendentes en ue se re ere a cómo los párrocos protestantes trataron de convencer a los obreros amenazándolos con ue si no trabajan para el capitalista se irían al in erno, ue sirvieron para someter a los trabajadores a la explotación del capitalista: “como dicen los marxistas –dice a su vez Weber–, sacarles la plusvalía”. Hay citas así en Weber, en ue directamente retoma la tesis marxista de la explotación asumiéndola, aun ue no sea su argumento principal. Otros argumentos críticos de Weber no son idénticos a los de Marx, pero son complementarios. En resumen, yo veo una complementariedad en el aspecto crítico y una contradicción en el aspecto apologético. Weber es apologético cuando en La Ética Protes ante y el Espíritu del Capialismo dice ue el origen del capitalismo es la ética

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protestante. Es decir, cuando ve el origen del capitalismo en el ascetismo del empresario (el ahorro, la inversión en la empresa) como indicador de su decisión para ir al paraíso, para la salvación eterna, mientras considera al trabajo, como un deber moral. Allí está siendo apologético, pues los capitalistas al explicar el origen de su fortuna dicen: “trabajé mucho”, “ahorré”, “no gasté mi dinero como esos pobres ue viven tomando cerveza e invertí en mi empresa y así es como me hice millonario”. Ese es el auto discurso apologético del capitalismo. A uello va en directa contraposición con Marx, uien demuestra en El Capi al ue el origen del capital es la acumulación primitiva, es decir, la expropiación violenta de los campesinos, las guerras coloniales, el trá co de esclavos y la con uista. El argumento apologético de Weber es una visión idílica del capitalista como alguien ue trabaja muchísimo, ahorra, etc. Esa es una misti cación. Allí hay una contradicción con Marx. Sin embargo, en el aspecto crítico hay una complementariedad. En la misma idea de “jaula de hierro” por ejemplo – ue en realidad no es jaula de hierro; en alemán es S ahlhartes Gehäus, ue signi ca un habitáculo duro como el acero-. Cuando lees las últimas páginas de La Ética Protes ante, encuentras un verdadero “mani esto anticapitalista”. Es algo muy raro. Él dice ue en el capitalismo los individuos son totalmente maniatados por el sistema. No hay ningún espacio de libertad. El individuo es determinado en su vida tanto económica como socialmente, está determinado por esas reglas impersonales del capital. Es como si el individuo estuviera encerrado en una “jaula de hierro”. Así visto, el capitalismo es la negación de la libertad humana, en tanto se erige como un sistema de dominación total e impersonal: una esclavitud sin amo. Está el capitalista, por su puesto, pero tampoco es ue tenga control sobre el capital; es únicamente un funcionario del capital, como decía Marx. El capital determina la vida de todos con sus reglas de hierro, ue son las reglas del mercado y punto (ley de la oferta y la demanda, las leyes del capital, etc.). No hay libertad allí para los individuos y todos estamos encerrado en una jaula de hierro. Es una crítica, como puedes ver, muy dura. No es contradictoria con lo ue dice Marx, uien dice algo parecido pero formulado de una forma distinta. Por ello es ue, como trato de

sugerir en mi libro La jaula de hierro: Max Weber y el marxismo weberiano, existe toda una corriente dentro del marxismo, los marxistas weberianos, ue empiezan con Lukács; Escuela de Frankfurt; Merleau-Ponty; Gramsci incluso; y varios otros. ¿Gramsci también lo incluye en esa tradición? Gramsci tomó a Weber por otro lado. En los Cuadernos de la Cárcel cita a Weber para decir, curiosamente, ue las ideas sí tienen un papel determinante en la historia, y aceptó la idea de ue la ética protestante tuvo un rol clave en el surgimiento del capitalismo. Y él utiliza eso en contra del economicismo del marxismo o cial, ue niega el papel de las ideas y a rma la determinación económica de la realidad social. Gramsci dice no, las ideas son fundamentales para nosotros también. Las ideas socialistas tienen ue ganar la hegemonía. Así, él le da un papel muy importante a la ética y a las ideas, y eso Gramsci lo toma de su lectura de Weber. Ahora, no diría ue Gramsci es un marxista weberiano, pero es parte de esa utilización de Weber ue va muchas veces en contra de la lectura del mismo Weber ue hacen los marxistas. Ahora bien, si bien hay similitudes interesantes, en Weber no hay una teoría de la explotación como en Marx. Weber, al igual que Marx, consideraba que la expropiación de los medios de producción daba pie a la construcción de una fuerza de trabajo libre y aquello era una precondición para el capitalismo. Pe‐ ro él sostenía que el motivo por el cual era necesa‐ ria como precondición dicha expropiación, era para poder racionalizar el proceso productivo. No lo aso‐ cia a la explotación, sino a la posibilidad de imponer el cálculo racional del capital en la producción. Así, en el caso de Weber, tengo la sensación de que la crítica, si bien carece de una teoría económica de‐ trás –como lo es la teoría de la explotación que tie‐ ne Marx–, es una crítica cultural al tipo de individuos que se construyen. Como sentenció al final de La Éti‐ ca protestante, en la sociedad capitalista emergen he‐ donistas sin alma, especialistas sin corazón… Muy raramente aparece un pasaje sobre la explotación. No es su argumento principal. Cuando habla sobre cómo funciona el mercado capitalista, la explotación general-

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mente no aparece. Yo diría ue hay en Weber una crítica cultural y política. Por ue eso de la negación de la libertad por el capitalismo, es una crítica política. Desde el punto de vista de un liberal individualista, como era Weber, él siente la perdida de la libertad del individuo en el capitalismo. Es, por tanto, una crítica política. Claro, porque Weber relaciona burocracia con capi‐ talismo. En Chile, se tiende a pensar la burocracia como un asunto estrictamente estatal, y la libertad co‐ mo lo propio del capitalismo. La burocracia es el Es‐ tado y el capitalismo es libre emprendimiento, competencia. Mientras que, en Weber, capitalismo y burocracia van de la mano. La dominación más adecuada al capital es, como decía Weber, la dominación burocrático racional. Las dos son inseparables. Y en ese caso, ¿China sería un caso de tipo capita‐ lismo burocrático, por ejemplo? Yo no soy especialista en China, pero ahí hay varias interpretaciones. Una considera ue ya se restauró el capitalismo en China y ue hay un capitalismo chino, pero ue la burguesía controla el Estado. Otros dicen ue China es un capitalismo de Estado, en ue el capitalismo es controlado por el Estado, mientras ue hay otros, como un amigo marxista norteamericano ue está escribiendo un libro sobre China, ue plantean ue China aún es una sociedad y una economía no-capitalista, ue le llama colectivismo burocrático. Es decir, uien controla la economía es una burocracia, una clase burocrática, donde los sectores más importantes de la economía están aún en manos del Estado. Pero yo no puedo juzgar aún. Giovanni Arrighi, también marxista, tenía la idea de no había capitalismo aún en China. Socialismo creo ue no hay. En el mejor de los casos es a uello ue llaman colectivismo burocrático. El socialismo implica ue es la sociedad uien se autodetermina, donde los trabajadores controlan los medios de producción.

Volviendo al tema de Benjamin, él también realiza una crítica a la idea de que el socialismo y la izquier‐ da caminan al ritmo de la historia. La historia se des‐ plegaría en una línea de progreso, donde la izquierda está llamada seguir en esa línea, algo que se ve en clásicamente en Kautsky y en toda esa tradición an‐ clada en la idea de progreso y de determinismo eco‐ nómico. Usted ha escrito bastante, no solamente criticando esa idea de progreso en la izquierda, sino también reivindicando unas tradiciones críticas a la sociedad moderna, pero en nombre de ideas pre-ca‐ pitalistas, que es la idea, finalmente, del romanticis‐ mo. A mí me pareció muy fascinante esa idea, porque uno siempre desde la izquierda tiene la per‐ cepción de que esa mirada romántica va asociada a un tradicionalismo conservador, que es igual de ene‐ migo que el capitalismo. ¿Cuáles serían, de acuer‐ do a usted, los principales elementos de un romanticismo que podría transformarse en un ele‐ mento fértil para una izquierda actual? El romanticismo, tal como yo lo entiendo, no es solo una escuela literaria, es una visión del mundo ue surge en el siglo XVIII con Jean Jac ues Rousseau y ue continua hasta hoy. Y su característica distintiva es ue es una crítica a la civilización industrial capitalista moderna, en nombre de valores del pasado pre-capitalista. Pero eso puede tomar varias formas. Una de ellas es regresiva. Es decir, buscar la restauración del pasado, de las sociedades feudales, de la monar uía, del poder de la iglesia, del poder de los propietarios de tierra feudales. Todo eso es romanticismo reaccionario, ue uiere res aurar el pasado. Ahora, hay otro tipo de romanticismo ue yo llamo romanticismo utópico o revolucionario, ue no uiere volver al pasado, pero uiere dar una vuelta por el pasado en dirección al futuro utópico. Es decir, utilizar esta referencia del pasado, esa nostalgia del pasado, pero proyectándola en una utopía de futuro. Y eso lo encontramos incluso en Marx y Engels – uienes no fueron románticos–, cuando hablan del comunismo primitivo, por ejemplo, en lo relativo a la confederación iro uesa en América del Norte. Ellos decían, ¡miren! esos hombres eran libres, iguales, vivían sin propiedad privada, sin Estado. Comparemos

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esos hombres y mujeres del comunismo primitivo con el pobre esclavo del capital de hoy. Ahora, obviamente el comunismo moderno no es una vuelta al comunismo primitivo, pero retoma esos elementos ue se perdieron con el “progreso”. Esta idea va a ser desarrollada de varias formas en el romanticismo revolucionario o incluso con el marxismo romántico en el siglo XX. Para dar un ejemplo latinoamericano muy conocido, está José Carlos Mariátegui, ue habla del comunismo Inca, ue de hecho fue muy criticado por eso, pero es un concepto importante. Incluso aparece en Rosa Luxemburgo, en su libro Introducción a la economía política. Mariátegui sostiene ue esas tradiciones comunitarias indígenas se mantienen hasta hoy y pueden ser un punto de apoyo para la lucha comunista revolucionaria del futuro. Entonces, no se trata de volver al Tahuantinsuyo – el imperio Inca– sino partir de esas tradiciones comunitarias indígenas para desarrollar el movimiento socialista moderno entre los campesinos, obreros, etc. A uella perspectiva es muy interesante. En esa misma línea, una de las críticas de los románticos al capitalismo es en nombre de la naturaleza: los románticos tienen una relación muy fuerte con la naturaleza espiritual, religiosa a veces, estética y ven al capitalismo como una fuerza destructora de los paisajes, de la naturaleza, de los animales, etc. Esa crítica me parece uno de los elementos más actuales del romanticismo hoy, cuando lo vemos con la crisis ecológica derivada de la destrucción capitalista. Por tanto, ese momento “ecológico” del romanticismo me parece también muy vigente. Ahora, uiero decir una palabra sobre Weber, por ue él tiene entre sus contradicciones también un aspecto romántico. Como dije, es un personaje muy contradictorio, tiene un aspecto moderno y un aspecto romántico. El aspecto romántico se ve en las últimas páginas de La Ética protes ante, cuando dice ue se perdió con la modernidad capitalista la capacidad humana universal ue representaba por ejemplo Fausto, esto es, el hombre universal ue es un lósofo, un artista, un cientí co, todo al mismo tiempo. Esa universalidad humana del pasado se perdió, por ue el capitalismo divide y racionaliza todo: todos son especialistas. Dice Weber, entonces, ue uizás van a venir nuevos pro-

fetas ue permitirán volver a los valores antiguos ue se perdieron. Es un discurso totalmente romántico. Weber es, en general, un romántico resignado, es decir, alguien ue dice: el capitalismo no me gusta, pero está ahí y no hay salida. Y es ahí la contradicción principal con Marx. Para Marx no podemos resignarnos al capitalismo, sino ue existe la posibilidad y la necesidad de luchar para su abolición. Y Weber no creía en eso. Weber pesimista… …sí, pesimista, y antisocialista, por ue él decía ue el socialismo va a sustituir el capitalismo privado por un capitalismo burocrático de Estado. Y Weber rechazaba el socialismo. Pareciera que aquí hay dos tipos de crítica románti‐ cas. Por un lado, en el caso de Weber, la idea de que el capitalismo genera un sujeto fracturado o es‐ pecializado, a partir del cual se deriva una reivindi‐ cación de una idea de individuo más orgánico y, por otro lado, la idea de que la acumulación capitalista desarticula los lazos de los sujetos con la naturaleza y con la comunidad misma. Esas dos críticas pare‐ cen estar articuladas en lo que usted ha reivindicado en los últimos textos, la idea del ecosocialismo. Al pa‐ recer esta idea estaría anclada en estas dos críticas al capitalismo, la mercantilización de la tierra, por un lado, y la pérdida de control del proceso productivo. ¿Cuáles serían los principales elementos del proyec‐ to ecosocialista? Creo ue se puede construir una genealogía romántica del ecosocialismo, es decir, en la historia del romanticismo vemos varios pensadores ue han desarrollado una crítica de tipo romántico al capitalismo desde el ángulo de la destrucción de la naturaleza, como se observa en la obra de Morris o Benjamin, y varios otros. Ahora, eso no signica ue el ecosocialismo necesariamente tiene una forma romántica. Puede tenerla o no. Pero el tema es ue esa dimensión romántica vuelve una y otra vez, incluso en alguien ue no reivindica el romanticismo, como Naomi Klein, por ejemplo. Si leemos su libro Esto lo cambia todo, vemos la gran admiración ue ella tiene por los indígenas, sobre todo en Canadá y Estados

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Unidos. Ellos están en la primera línea de la resistencia a los pipelines, a las multinacionales del petróleo, etc., en nombre de su relación con la naturaleza, con los ríos, con los bos ues, etc. Una relación ue es humana, ue es espiritual, ue tiene varios aspectos pero ue hace ue ellos se opongan de manera activa, y ue muchas veces logran blouear esos desarrollos destructores. Klein explica ue esa relación con la naturaleza, esa espiritualidad, es ancestral. A uello hace referencia a un momento romántico de la crítica. Pero bueno, el ecosocialismo es una propuesta de repensar el socialismo, el comunismo o el marxismo, si se uiere, a la luz de la crisis ecológica. Es decir, partimos de la idea de ue la cuestión ecológica es clave ahora y va a ser mucho más en los próximos años; es una cuestión decisiva desde el punto de vista económico, social, político, humano etc., y ue el socialismo y el marxismo deben asumir esto como un tema central, no un punto más en un programa. Es algo esencial: o logramos derrotar al capitalismo y establecer un proceso de transición hacia el ecosocialismo o el capitalismo va a llevar a una catástrofe sin precedentes en la historia de la humanidad. A uello es una cuestión fundamental ue implica una nueva concepción del socialismo, en la cual no se trata solo de una apropiación colectiva de los medios de producción – ue es obviamente una condición fundamental–, sino de una transformación de todo el aparato productivo, del modo de consumo, del modo de transporte, etc.. Es un cambio del paradigma de civilización, lo ue implica, obviamente, un proyecto de transformación muy radical, muy amplio ue abarca otra concepción del individuo, de la comunidad, de la producción, del consumo, donde la expropiación es un aspecto, pero es solo un primer paso, no el último. Allí también hay una crítica a la idea del progreso, a la idea de que el objetivo no es tanto acelerar la lo‐ comotora, sino poner un freno de mano. Sí claro. A uella es una frase de Benjamin sobre Marx, uien pensaba ue la revolución es la locomotora de la historia. Bejnamin pensaba ue, uizás, es más bien la humanidad la ue pone el freno al tren. Creo ue a uello es muy acertado: somos todos pasajeros del tren de la civilización

capitalista y ese tren está llevando a un abismo. El acto emancipador es entonces frenarlo, esa es la tarea revolucionaria. Y efectivamente hay ue romper con esa ilusión del progreso: ue la historia lleva necesariamente al socialismo, ue el capitalismo va a derrumbarse víctima de sus contradicciones o ue el socialismo es inevitablemente la próxima etapa de la evolución de los modos de producción, etc. Hay varias variantes de ese discurso, pero en el fondo son una ilusión ue la historia ha probado en el pasado y en el presente. En particular la ilusión de ue el desarrollo de las fuerzas productivas nos lleva al socialismo. Es al revés, las fuerzas productivas capitalistas nos están llevando a la catástrofe. En esta última década, han emergido un ciclo de cri‐ sis y tensiones en diferentes dimensiones del capita‐ lismo. Así, observamos una crisis ecológica, una erosión del sistema democrático, un estancamiento secular de las economías capitalistas antes dinámi‐ cas, y hoy una pandemia que no sólo está costando la vida a miles de personas, sino que abre la puerta para una nueva crisis económica global. A grandes rasgos, ¿Qué desafíos tiene la izquierda frente a es‐ te nuevo escenario? La discusión ya ha empezado: ¿cómo será “el día después”, cuando se logre superar la pandemia del Coronavirus? Si dependiera de nuestros gobiernos y de las elites dominantes, el “día después” sería una copia idéntica del “día antes”: business as usual. Es decir, la vuelta al neoliberalismo, al “crecimiento del PIB”, a la acumulación del capital y la ganancia y, por supuesto, el alegre retorno de las preciosas energías fósiles, carbón, petróleo, para alimentar la máuina capitalista. Para enfrentar la crisis económica existe una solución clásica, mil veces utilizada: privatizar las ganancias y socializar las pérdidas. Son las clases populares las ue deberán pagar los costos de la crisis. Con esto se garantiza el PIB, pero también, dentro de 20 o 30 años, la catástrofe ecológica. La única esperanza es la movilización de todos los prisioneros de la “jaula de hierro” capitalista, la juventud, las mujeres, los indígenas, los trabajadores de la ciudad y el campo, para romper las cadenas del sistema.

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ENTREVISTA: María José Díaz


ENTREVISTA | MARÍA JOSÉ DÍAZ

Revista Heterodoxia entrevistó recientemente a la Doctora María José Díaz Nova, médica especialista en salud pública, para comentar la actual coyuntura de la salud pública nacional marcada por la rápida propagación del COVID19, la que ha mantenido al país durante casi cinco meses en confinamiento sanitario. A continuación, compartimos las visiones de la Dra. Díaz sobre esta compleja situación.

La crisis sanitaria ocasionada por el COVID19 ha puesto de manifiesto la enorme desigualdad que ca‐ racteriza a Chile, la misma que desató la crisis social surgida a partir de la revuelta popular iniciada el 18O. Sabido es cómo vastos sectores de la población se han visto privados -de manera progresiva- de sus de‐ rechos sociales y económicos básicos durante los úl‐ timos 30 años. Frente a esta coyuntura, ¿cómo crees que se resignifican las fracturas que han ido configu‐ rando el deterioro de la salud pública en Chile? Si bien esta crisis sanitaria se desata en un momento bastante doloroso y di ícil por las muertes, el con namiento y el dejar atrás el estallido social, como bien dices es un uiebre en donde se ha resigni cado el valor de la salud no sólo como un derecho social sino como la herramienta ue nos permite ser libres y vivir dignamente. Es el punto de partida para todo lo demás. Por lo tanto, todas esas fracturas se muestran mucho más nítidamente, desde lo ue signi có el derrumbe de la salud social en Chile con la brutalidad de la dictadura. Pensemos ue el pueblo, de la mano de Allende y grandes salubristas pusieron a esta franja de tierra como pionera en medicina social con avances inmensos. Se pensaba colectivamente, sin nes de lucro. Las políticas públicas se construían desde una perspectiva menos academicista y con criterios más amplios ue iban más allá del mero economicismo. Por el contrario, se diseñaban con una mirada de vanguardia popular. Todo eso se desmoronó con la violencia del golpe y lo más terrible es ue se profundizó con la Concertación, mediante políticas de mercantilización de la atención de salud. Recién hoy siento ue estamos mirando esas grandes grietas del camino y aun ue sea complejo de enfrentar es

un gran avance darnos cuenta, por ue desde ahí podemos saltar sin miedo a hacer algo por cambiar esta realidad. Por ejemplo, trabajar en políticas públicas levantadas desde la organización popular en relación con nuestras necesidades, apelando a la soberanía de nuestras historias y nuestros cuerpos por un mejor vivir y morir. No necesitamos un Estado paternalista, sino más bien una gura ue nos dé certezas y protección para tomar nuestras propias decisiones, lejos del lucro y la hegemonía biomédica. A lo ue voy es ue es un trabajo conjunto en donde el pueblo debe ser el gran protagonista, no hace falta ser salubrista o economista para construir políticas de sociedad ue impli uen ue el bienestar sea nuestro sur en todos los ámbitos: vivienda, recreación, educación, transporte, trabajo. La salud es todo eso y más. ¿Cómo evalúas desde una perspectiva de salud pú‐ blica la capacidad de contención de la crisis sanita‐ ria por parte de las clases dirigentes? La salud pública se ha tergiversado durante estos últimos 30 años como una má uina de burocracia y de políticas públicas. Hemos avanzado en ciertos temas y no se puede negar el aporte de tantas y tantos comprometidos, sin embargo, el manejo y las decisiones siguen siendo muy verticales. Repiten la lógica de “expertos” tan patriarcal y patronal en cada gesto sanitario. Por lo tanto, no me sorprende mucho la capacidad limitada de sobrellevar una crisis de esta magnitud por parte de las clases oligarcas. Se repite el mismo modelo hospitalocéntrico y poco comunitario, y con esto no uiero decir ue el área de cuidados hospitalarios e intensivos no sea necesaria, sino ue no es la única respuesta. El modelo actual pone recursos principalmente en la tecnología y el área de modernización y / o construcción de centros, sin embargo, a pesar de hablar

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bastante de promoción y prevención no se apuestan las chas reales en una salud más cercana a la población ue nos dé cuentas de las brechas sociales, esas por donde se cuela todo el malestar y la enfermedad. Hay una deuda permanente con fortalecer la atención primaria de salud e incluso salir desde los centros a hacer medicina de calle. En este capítulo de pandemia, se ha notado la desesperación por hacer creer ue todo está bien, por negar situaciones caóticas y por la falta de transparencia. Sobre todo, la empatía necesaria para preservar la salud económica por sobre la humana. Hace falta una conducción mucho más real y con able, ue se preocupe de las necesidades urgentes y no de ser “el mejor del curso”, ue es una lógica tan heredada de un neoliberalismo competitivo, individualista y lleno de fachadas. Comencemos a pensar en salud colectiva de ahora en adelante. Luego de casi cinco meses de cuarentena, se empie‐ za a hablar de desconfinamiento mediante el plan “Paso a paso”. Si bien ha comenzado a implemen‐ tarse parcialmente en 9 comunas del país, surgen múltiples dudas respecto de su pertinencia. Quedan desconfianzas en relación con el manejo de las ci‐ fras previo al cambio de conducción en el MINSAL. ¿Está preparado el país para iniciar el desconfina‐ miento? ¿Se pueden asegurar de manera confiable las condiciones necesarias de trazabilidad para ello? Pienso varias cosas, primero ue es una idea apresurada y ue uiere dar la sensación de seguridad y preparación siendo ue no es así. No lo es por ue al parecer ha sido creada dentro de cuatro paredes bajo una llave elitista sin el apoyo y el aporte de tantas voces ue desde el principio han sido disidentes en algunos aspectos epidemiológicos y ue no han sido escuchadas. Se sigue en una lógica dicotómica y contradictoria de comunicación ue resulta violenta para la salud mental del país. Por un lado, se tiende a decir ue todo está bien y bajo control para mantener en marcha la economía, pero por otro lado está la represión selectiva a las poblaciones más vulnerables si es ue no se acata la cuarentena. Además, las cifras nunca han sido claras y dan luces de manipulación desde el inicio de la pandemia, debemos ser cuidadosos con esto. Si es ue los contagios han ido a la

baja como realmente se muestra tenemos ue saber cuánto ha disminuido el testeo en los territorios- y por lo tanto la cantidad de resultados disponibles- y también tomar en cuenta ue aún sigue existiendo una cantidad importante de personas hospitalizadas no sólo en camas UCI o UTI sino en cama básica e incluso en hospitalización domiciliaria. La rehabilitación no es rápida, por lo tanto las personas de alta también deben tener seguimiento. Transparentar éstos y todos los datos es muy relevante para conocer el comportamiento del virus. Si se dan una vuelta por las poblaciones los globos de despedidas llenan las puertas de las casas. ueda agosto ue es un mes crítico en temperatura. Además, no tenemos certeza del tiempo de inmunidad ue nos con ere el haber estado positivos para Covid (y me incluyo en ese grupo) por lo ue podemos re contagiarnos y/ o contagiar, así ue un rebrote es una alta posibilidad. No hay nada comprobado y sí, hay ue avanzar, pero con la mayor cautela posible y con la debida manifestación y acción acerca de la diferencia de contagios y muertes por clases sociales. Hay ue hacerse cargo de a uello, estamos hablando de vidas, no de números. En cuanto a la trazabilidad - ue se re ere al seguimiento de cada persona contagiada y sus contactos para detectar focos activos y aislar cuando sea necesario- debería realizarse siempre con acento en el contexto social por el énfasis ue eso tiene en la evolución de la enfermedad. Para eso se necesita más ue un call center. Si bien han hecho esfuerzos se necesita la colaboración activa de las comunidades y un enfo ue más allá de lo biomédico. En ese sentido estamos lejos de estar preparados. En relación con el plan “Paso a paso” y en general respecto del manejo anterior de la crisis sanitaria, ¿puede plantearse que se ha priorizado evitar el de‐ clive de la curva de la economía, de la producción, por sobre el aplanamiento de la curva epidemiológi‐ ca? Por supuesto. Desde un principio. Incluso me atrevería a decir ue lograron ue muchos chilenos y chilenas creyeran ue el país se iba a empobrecer, principalmente los trabajadores asalariados y asalariadas, los obreros. Agre-

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garon el miedo a sentir hambre y a perderlo todo, al miedo a la muerte. Eso es perverso. El terror de la oligar uía a la caída de sus arcas de oro y la incapacidad comunicacional fue tan tremendo ue no fueron capaces de analizar y llevar a cabo una política sanitaria ue priorizara la vida y el cuidado colectivo y, ojo, ue no es excusa un escenario de catástrofe. Eso es algo ue re eja lo ue venimos viviendo hace más de 40 años en todos los sentidos. Es brutal, y en este caso ese error costó muchas vidas. En el mismo sentido de la pregunta anterior sentido, ¿cuáles crees que son las urgencias del sistema pú‐ blico, de su cuerpo médico y funcionario, para en‐ frentar los efectos de la pandemia, y, desde una perspectiva más estructural, para fortalecer en térmi‐ nos reales una salud pública digna para Chile? La principal urgencia del sistema público es ue no debería existir un sistema privado con mayores bene cios para los ue tienen poder ad uisitivo. La salud no debe ser un bien de mercado, hay ue partir por ahí. No pasa tampoco sólo por construir más hospitales, sino por robustecer una salud pública social y colectiva desde el pregrado en las y los profesionales y técnicos. Darnos a entender ue hay un solo propósito y en un mejor vivir. ue la salud es todo para el pueblo. ue nos enseñen de buen trato, de buen morir, de una comunicación transversal y de un trabajo ue tampoco nos mate ni nos pretenda alienar. Hay ue enfocar el trabajo en las comunidades. Las y los mejores actores sociales para encender la salud pública están en los territorios, desde ahí se puede avanzar a un nexo fortalecido con todos los niveles de atención. ue asista al hospital a uel en ue no se pudo hacer más después de todos los pasos y esfuerzos previos, y no ue lleguemos tarde siempre, a paliar y no a prevenir como debe ser, con cariño, con empatía y conocimiento. Nos falta también buen e uipamiento, remuneraciones e uitativas, reconocimiento, capacitación. Aprender de nuestros hermanos latinoamericanos. Poner perspectiva de género, cultura, trabajo, salud mental, historia y contexto en cada diagnóstico y tratamiento.

Nos falta mucho, pero tengo esperanza, está creciendo un sentimiento revolucionario en la salud. Debo decir ue las brigadas ue nos conformamos para el estallido social fueron también un incentivo a creer ue todo es posible. Hoy el país debate en torno al retiro del 10% de sus ahorros desde sus cuentas de capitalización indivi‐ dual en el sistema de AFPs. Esta medida ha sido apro‐ bada de manera muy contundente en el Congreso, atendiendo fundamentalmente a las demandas popu‐ lares de vastos sectores de personas que necesitan recursos para enfrentar los enormes costos que ha significado el confinamiento sanitario. Se trata de una demanda popular que ha tensionado al sistema po‐ lítico y que podría significar un triunfo muy significa‐ tivo hacia el objetivo de establecer un nuevo y genuino sistema de protección social. ¿Qué lección deja este hecho para avanzar en torno a demandas de cobertura y calidad en servicios de salud hoy se‐ veramente mercantilizado por el sistema de ISAPRES? Yo lo veo como una semilla, incluso mis padres a uienes amo mucho- y uienes siempre han tenido miedo heredado de la dictadura y varias diferencias conmigo- han podido re exionar acerca de lo ue signi ca levantar las manos juntas y luchar por lo ue nos pertenece. Mis hermanas ya están con todo en esto. Es una especie de despertar paulatino a una estafa de décadas. En consecuencia, no me extrañaría ue comience un avance signi cativo en demandas sanitarias potentes y en derrocar a las ISAPRES y su lucro despiadado con relación a nuestra salud, porue ya estamos viendo ue se puede tensionar con una perspectiva de lucha cohesionada. uizá suene a frase hecha, pero es como si los ojos de nuestros compañeros y compañeras mutilados en la rebelión nos hicieran mirar con más claridad cuál es el presente y futuro ue ueremos. Es doloroso y emocionante, es una forma de hacer justicia. A modo de cierre, ¿cómo percibes el periodo que se viene, es decir el retorno a una “nueva normali‐ dad” en que tendremos que coexistir con riesgos de rebrotes de COVID19? ¿Cómo mantener la capaci‐ dad de organización y movilización de los ciudada‐ nos en torno a la defensa de sus derechos en estas

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ENTREVISTA | MARÍA JOSÉ DÍAZ

condiciones por un país más justo y digno? Lo veo no exento de di cultades. Estamos acostumbrados a evadir nuestros demonios propios y a conformarnos no siendo felices, en muchos casos invadidos e invalidados por un sistema violento. El encierro y el distanciamiento nos obliga a mirar nuestras contradicciones y miedos sin tener la cercanía y el apoyo ue necesitamos. Por eso es importante cuidar nuestra salud mental y aprender a pensar de manera colectiva, ue si nos ueremos nos tenemos ue cuidar entre todos. Somos lo único verdadero, el pueblo es uien cuida al pueblo. Por eso mismo la capacidad organizativa y de cohesión social debe rea rmarse aún en la distancia, ocupar los recursos ue tenemos como la prensa independiente, las redes sociales, y prepararnos para volver recargados y recargadas a tambalear al neoliberalismo. En eso las y los trabajadores de la salud podemos ser clave, nuestra labor es mostrar la indiferencia de la clase política clásica frente a tanta desigualdad. La represión y el amedrentamiento va a seguir de manera explícita e implícita y hay ue estar muy conscientes de a uello. Mejor apagar la tele, organizarnos y apapacharnos con poder popular. En este escenario lleno de incertidumbres tenemos la certeza de ue nos uieren callar, pero nada está perdido, como dijo Mariano Puga “El despertar no debe morir nunca más” y por eso, lo haremos inmortal.

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Entrevista a Philip Mirowski - Jacobin, 16/05/2020

LOS NEOLIBERALES NO DESAPROVECHARÁN ESTA CRISIS

Muchos analistas especularon con que la crisis financiera del 2008 mar‐ caría el fin del neoliberalismo. Sin embargo, vimos una oleada de priva‐ tizaciones y reducciones en los servi‐ cios públicos. Hoy en día, las fuerzas mejor posicionadas para explotar la pandemia del coronavirus siguen siendo las mismas que detentan el poder: los neoliberales que han esta‐ do moldeando la agenda política económica durante décadas. En noviembre de 2008, apenas unas semanas después de que Lehman Brothers colapsara, el Jefe de Gabi‐ nete de Barack Obama, Rahm Ema‐ nuel, insistió en que la crisis bancaria no solo eran malas noticias para los neoliberales. Tal como lo expresó el ex miembro del directorio de Freddie Mac, el dramático tumulto fue tam‐ bién la oportunidad de despejar al‐ gunas trabas – incluso impulsar aún más el proyecto neoliberal. En sus pa‐ labras, “Tú nunca deseas que una grave crisis se desperdicie. Me refie‐ ro a que es la oportunidad de llevar

a cabo cosas que crees no pudiste concretar antes”. La cita inspiró el título del libro que publicó en 2013 Philip Mirowski, Ne‐ ver Let a Serious Crisis Go to Waste: How Neoliberalism Survived the Fi‐ nancial Meltdown. El libro les valió una reprimenda a todos quienes asu‐ mieron que la crisis simplemente de‐ bilitaría las premisas dominantes de la política económica de las últimas décadas – o que los neoliberales no reaccionarían. Lejos de que los res‐ cates estatales a la banca mostrasen que el neoliberalismo había acabado, se produjo, de hecho, una mayor ola de mercantilización de los servicios públicos, junto a años de austeridad. Hoy, enfrentados a la pandemia del coronavirus, muchos observadores han nuevamente señalado una opor‐ tunidad para la izquierda de cambiar la agenda económica. Estas afirma‐ ciones parecieran estar fomentadas por la masiva intervención estatal, co‐ mo también por el amplio énfasis po‐ lítico respecto a la importancia de los

servicios públicos. Sin embargo, la preocupación de la mayoría de los países de Occidente por estimular la actividad económica – sin ir más le‐ jos, las ruidosas protestas para termi‐ nar con el cierre – también muestra cómo las fuerzas reaccionarias y pri‐ vatizadoras pueden fijar el tono polí‐ ticamente. De cara a la nueva crisis, Mirowski habló con el conductor del podcast Politics Theory Other, Alex Doherty. Ambos debatieron las respuestas neoliberales a la pandemia, los éxitos que creen ya han ganado, y los peli‐ gros para la izquierda.


ENTREVISTA/TRADUCCIÓN | PHILIP MIROWSKI

Hace poco volví a leer tu libro del 2013 respecto al neoliberalismo y la crisis financiera, Never Let a Se‐ riuos Crisis Go to Waste. En él, de algún modo bus‐ caste explicar por qué, a pesar de la crisis y de todos los diagnósticos que decían que aquella estaba lle‐ vando al neoliberalismo a la muerte, la crisis post 2008 en realidad reforzó, de varias maneras, el do‐ minio del este. Una vez más, hoy estamos ante una crisis que parece plantear una profunda amenaza a los neoliberales. ¿Podrías partir esbozándonos qué entiendes por “neoliberalismo” y cómo tu mirada di‐ fiere de otras descripciones?

peranzas y sus miedos a lo ue el mercado les diga ue es necesario. Este punto aúna a varias sub escuelas del neoliberalismo, las ue varían desde la Escuela de Chicago, pasando por la Escuela Austriaca, los Globalistas de Génova, los Ordo Liberales alemanes, etcétera.

Yo y un grupo de personas con las ue trabajo – Dieter Plehwe, uinn Slobodian y otros – tendemos a de nir el neoliberalismo principalmente en términos de los grupos históricos ue han desarrollado el pensamiento político neoliberal, más ue esculpir una lista tipo Los diez mandamientos de lo ue es y no es el neoliberalismo. Un punto sobresaliente, creo, es ue el neoliberalismo no es una defensa por el laissez-faire y el pe ueño estado. Muy por el contrario, la lección ue el trabajo sobre el neoliberalismo ha mostrado es ue se trata de estados fuertes ue construyen el tipo de sociedad de mercado en la ue creen los neoliberales. Más allá de varias diferencias propias de los países y culturas, creo ue hay un punto en común. Los neoliberales de verdad creen ue las personas son inherentemente malos entendedores: no pueden solucionar sus problemas pensando. Por supuesto ue esto suena como una doctrina muy negativa: p.e., nos dicen ue las personas no son capaces de comprender la naturaleza de sus problemas y perseguir sus propios objetivos democráticos. Sin embargo, para los neoliberales existe una respuesta alegre: el mercado. Y han cambiado el signi cado de lo ue es el mercado desde el temprano pensamiento económico ue tendía a tratarlo como una asignación de recursos escasos. Tienden a pensarlo más como un problema epistémico: ue el mercado es el más grande procesador de información conocido por la humanidad. Esto partió con Hayek, pero luego se alimenta de los otros pensadores principales. Esto es importante por ue uiere decir ue las personas tienen ue ser persuadidas a entender políticamente ue ellos tienen ue, en cierto sentido, admitir ue el mercado sabe más ue ellos. Por tanto, tienen ue ajustar sus es-

Esa es otra razón de por ué, a pesar ue algunas personas dicen ue el neoliberalismo ha sido efectivamente rechazado por los recientes acontecimientos políticos, si sabes algo de su historia, ves ue existen enfo ues neoliberales drásticamente diferentes sobre cuáles deberían ser las actitudes de cual uier gobierno en particular. Por supuesto ue existe la internacionalista ue cree ue básicamente no debería haber un control nacional sobre el comercio internacional, y ue todo debería estar dominado por el mercado. Pero lo interesante es ue al acercarnos más al presente, existió una sub escuela nacionalista del neoliberalismo, al menos en los Estados Unidos, ue estuvo asociada con Murray Rothbard, ue defendía sin tapujos una suerte de populismo de mercado y ue irteó con tendencias más fascistas dentro de la política económica. Una o dos personas han señalado, de manera muy interesante, ue mucho de lo ue consideramos trumpismo autoritario ya era defendido por estas posiciones rothbardistas hace veinte años atrás, incluyendo a “America First”: la idea de ue los expertos son el mayor peligro, ue tenemos ue “dejar ue la persona decida” ué creer y ue el mercado destruirá, de algún modo, a todos estos expertos y permitirá a las personas expresarse realmente por su cuenta. Esto es muy extraño, pero también bastante relevante a los sucesos actuales.

Esas distintas sub-escuelas pueden alimentar a ten‐ dencias políticas muy distintas. Por ejemplo, pode‐ mos pensar en un neoliberalismo asociado con un tipo de internacionalismo liberal, como Tony Blair y George Osborne en el contexto británico, pero otros asociados con un nacionalismo reaccionario…

¿Crees que eso se inspira en un periodo más tem‐ prano del neoliberalismo, la era Reagan-Thatcher? En el contexto de Inglaterra, al menos, el autoritaris‐ mo y conservadurismo de esa temprana fase del neo‐ liberalismo es olvidado con frecuencia.

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ENTREVISTA/TRADUCCIÓN | PHILIP MIROWSKI

Existe una idea de ue el neoliberalismo surgió como oposición al autoritarismo, y estoy seguro ue así es como lo pensaron guras como Hayek. Pero como señala omas Biebricher, el verdadero problema es ue sus teorías no visualizaron cómo iban a hacer para ue las personas en general aceptaran sus “reformas” cuando, por supuesto, no les iba a agradar ninguna de ellas, ya ue no comprenderían cómo el mercado sabe más ue ellos. Esto puso a los neoliberales en un aprieto: ¿Cómo iban a lograr sus objetivos políticos? Por tanto, a uella incógnita los llevó a reconocer ue el autoritarismo es el único camino práctico para triunfar. Esa es la lógica a las ue los conduce su posición. Pienso ue a uello no es un argumento abstracto, más bien es una lección táctica aprendida. Lo ue yo, junto a otros investigadores llamamos “Pensamiento Neoliberal Colectivo”, es un intento por construir la capacidad política ue pueda tomar ventaja de situaciones de crisis y moverse rápidamente para imponer el tipo de reformas ue ellos consideran ideales. Estoy consciente ue esto suena un tanto a Naomi Klein – lo cual es razonable en cierto sentido – pero creo ue es más profundo aún. Han construido un extenso banco de ideas y de personas capaces de moverse muy rápidamente cuando surgen crisis y alcanzar así sus objetivos. Yo sostengo ue eso fue lo ue hicieron el 2008, y sin duda alguna es lo ue van a hacer ahora. El sueño de la iz uierda pareciera prever ue el virus va a desaparecer y las personas despertarán y verán ue el calentamiento global sí es un problema y cambiarán la manera en ue ven el mundo. Pero esto está tan alejado de la propia comprensión política ue tienen los neoliberales, de su necesidad de golpear mientras el escenario sigue convulsionado. Los neoliberales también conversan entre ellos y ya en esta fase de la crisis hay discusiones sobre lo ue para ellos son éxitos políticos. Y uno no tiene esa sensación de parte de las discusiones de la iz uierda, o de los medios más diversos. ¿Cómo son esas discusiones – me refiero a temas como la desregulación ambiental que han sido posi‐ bles gracias a la crisis? Sin duda es bastante pronto para decir algo, y solo puedo hablar del contexto estadounidense, ue es la discusión ue he estado siguiendo. Uno no oye de estos planes en los

medios. Pero están hablando de cosas especí cas: por ejemplo, todo tipo de éxitos, desde su punto de vista, con respecto a los desarrollos médicos. Ellos ven la destrucción de los controles de drogas de la FDA, el impulso de la telemedicina privada, ue es algo ue han propuesto durante varios años, pues buscan librarse de la idea de ue una persona pobre deba poder ver a un doctor cara a cara. También ven estos desarrollos como blo ueos para un sistema de pago único estatal en los Estados Unidos – creen ue la crisis lo hizo menos probable ue antes. También les agrada la idea ue la crisis esté transformando a la industria farmacéutica en un sector “heroico” después de ue han habido varios frenos políticos en contra ellas y ue estaban teniendo una mala reputación. Todo eso se está deshaciendo en estos momentos. Les encanta la idea de ue la crisis está, de manera solapada, generando una reingeniería de la educación superior. Por mucho tiempo han sostenido ue la educación superior es algo ue la mayoría de las personas no puede permitirse costear. Ahora, lo ue va a ocurrir es la masi cación de la educación a distancia, incluso en la enseñanza primaria. Esto está incentivando la educación en casa, algo de lo ue siempre han estado a favor. Se está impulsando la privatización de la educación primaria, esto es grandioso… Les agrada la idea de ue un efecto inadvertido de la crisis es ue termine por morir el servicio postal del estado. Estos son los tipos de proyectos ue por años han tenido en el horno. Y ahora dicen, “esta es nuestra oportunidad”. En parte es una consecuencia no deseada de la crisis, pero también por ue los neoliberales están listos y dispuestos a darles el último empujoncito para ue estos proyectos se lleven a cabo. Creo ue el efecto más potente ue podemos ver son las demostraciones para reabrir la economía. Esto demuestra ue han aprendido desde la última crisis: el Tea Party, si bien uizás no emergió en la última crisis como un fenómeno de falsos movimientos de base (astroturfed), sí fue, nalmente, cooptado por grupos de interés. Sin embargo, ahora se han desenmascarado a estas organizaciones de psuedo movimientos de base (astroturfed) y lo ue ellas han hecho, ue es estallar esta revuelta partiendo de casi nada hasta tener un vasto conjunto de demostraciones coordinadas a nivel estatal con consecuencias inéditas para el futuro de las políticas en Estados Uni-

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ENTREVISTA/TRADUCCIÓN | PHILIP MIROWSKI

dos. Pero aún así, la iz uierda no le está prestando su ciente atención en absoluto. Lo que estás describiendo es drásticamente distinto de la discusión que hay en la izquierda, la cual ve la crisis como un momento de oportunidad. Mirando a Estados Unidos desde fuera, mucha gente diría que lo que está sucediendo justifica el caso de implemen‐ tar Medicare for All: el hecho de que Estados Unidos tenga un desastre con la salud pública sin compara‐ ción a nivel internacional, haría, tal como ellos lo ven, que un sistema de salud nacional o similar, sea via‐ ble. Y mientras tanto está el movimiento “reabran la economía”, presuntamente neoliberales que para em‐ pezar no estuvieron muy contentos con el cierre. A su vez estamos viendo la valorización de trabajado‐ res claves como las enfermeras, doctores, etcétera, que no sería lo que los neoliberales quieren. Por tan‐ to, ¿es tu visión completamente pesimista? Bueno, veámoslo en dos niveles. Primero, empirismo práctico. Si es ue la crisis está haciendo ue Medicare for All tenga más chances en Estados Unidos, entonces ¿por ué, con los dos pa uetes de rescate ue hemos tenido hasta ahora, los demócratas han sido totalmente incapaces de obtener algún tipo de pago integral, incluso para testear y tratar a las personas contagiadas con Covid-19? Más aún, el tipo de cosas ue sí obtuvieron en estos rescates fueron increíblemente limitadas, incluso en lo relativo a medidas con las ue habrías esperado ser políticamente popular, por ejemplo, el gobierno pagando por, incluso, aspectos limitados de testeos y tratamientos. Por ende, la idea de ue las personas van a pensar esto y decidir ue lo ue necesitamos es un sistema de pago único en Estados Unidos es políticamente inverosímil. ¿Cuál es el resultado probable de esta depresión producida medicamente? Lo ue probablemente suceda es ue el virus no se vaya a ningún lado. Está toda esta tontería sobre volver a la normalidad después de aplanar la curva, como si fuese a haber una vacuna. Pero eso es totalmente falso. El virus no va a desaparecer, habrán oleadas de brotes de ahora en adelante, y no seremos capaces de volver a como vivíamos antes de la pandemia. ¿Cuáles son las implicancias? Vamos a ser golpeados por políticas de derecha realmente desagradables ue ni si uie-

ra experimentamos al nal de la última crisis. Ya estamos viendo elementos de fascismo – y empleo el término deliberadamente – ue van a ser fomentados a medida ue las personas se desilusionen más con el rumbo ue toman las cosas. Viendo el caso de Estados Unidos, ciertamente estarán decepcionados por ue el virus no desaparecerá y todos los controles tendrán ue volver a imponerse. Eso conducirá a una nube de desesperación. Pero al mismo tiempo, también estamos viendo la grave caída económica y social de Estados Unidos. Esa es la verdadera consecuencia del día a día, al menos para uienes viven en el país. La gente se dará cuenta ue su estándar de vida, su capacidad política, sus privilegios, etcétera., se están deteriorando incluso en relación con otros países, incluido el este de Asia. Muchos han sostenido lo mismo, por lo ue no es del todo improbable ue suceda. ¿Cómo va a afectar esto a la política? La empeorará. En cierto sentido, Trump no es lo peor, pero después viene la siguiente fase, por ue lo ue está sucediendo en la derecha y entre los neoliberales es ue ellos están ya jugando rápido y cómodamente con esta rebelión de Covid-19 ue está ocurriendo, por ue piensan ue pueden controlarla. Las analogías históricas no siempre son perfectas, pero esto es similar a lo ue ocurrió en la Alemania de Weimar. Los industriales pensaron ue podrían controlar a los grupos marginales como los nazis, etcétera, y ue estaba bien utilizarlos contra sus propios enemigos políticos. Esto es exactamente lo ue está aconteciendo hoy. ¿A dónde nos lleva esto? Nos lleva a una situación en donde los industriales pierden el control de estos grupos ue se vuelven más fascistas, más racistas y más nihilistas. La iz uierda está constantemente hablando acerca de un mundo más alegre ue podría venir, pero no está mirando la política real ue se está desarrollando frente a ellos en estos momentos. Volviendo a la crisis financiera, escribiste aquello en un momento en que organizativamente la izquierda estaba prácticamente en cero. Desde entonces, vi‐ mos la emergencia de la izquierda socialista en el país, como lo fue la campaña de Sanders, el retorno de la izquierda (desde que fue derrotada) en el Par‐ tido Laborista de Inglaterra. ¿Sientes que el mayor ta‐ maño de la izquierda en Estados Unidos e

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internacionalmente desde ese entonces entrega al‐ gún motivo para el optimismo? ¿Y piensas que exis‐ te una comprensión más sofisticada del neoliberalismo que en ese periodo, cuando este es‐ taba más identificado con el laissez-faire, el estado pequeño, etcètera.? Yo sí pienso ue el neoliberalismo se está comprendiendo mejor. Ahora cuando doy charlas no tengo ue decir por ué no es un sistema de laissez-faire. Creo ue eso ya está comprendido del todo. Es más, las personas de iz uierda sí están leyendo a estos escritores neoliberales, en vez de improvisar como acostumbraban. Todo eso es positivo. Pero, contrario a a uello, también pienso ue ha habido un buen trabajo comparando cómo la iz uierda entiende la organización política versus la derecha. eda Skocpol ha hecho un trabajo fantástico, primero actuando como una antropóloga dentro del Tea Party para entender cómo funcionan. Pero ella también tiene un amplio número de estudiantes ue han indagado la verdadera organización política detrás de los neoliberales, en particular con los seminarios Koch. Ella también hizo ue su gente mirara cómo la iz uierda entiende la organización y los nanciamientos en algo llamado Democratic Alliance (Alianza Democrática) – ue es lo más cercano ue puedes encontrar a los seminarios Koch, pues ambos reúnen a millonarios, en parte para guiarlos ideológicamente y en parte para solicitar fondos para actividad política. Skocpol y sus colegas han comparado estas dos instituciones. La comparación es ilustradora, pero también aterradora. Básicamente, la diferencia está en ue el grupo Koch son leninistas sin complejos – su frase es “tenemos ue asumir el control”. A uello no pone en discusión; ellos dictaminan lo ue sus aliados deben creer: por ejemplo, su programa sigue una doctrina neoliberal y estos millonarios son importunados y se les pide dinero para llevar a cabo el programa. La Democracy Alliance, en cambio, es más bien como un “mercado de ideas” – y uso este término neoliberal de forma deliberada. Al igual ue Occupy, presume ue la actividad política comenzará a burbujear a partir de militantes sin estructura, a uienes la alianza reunirá en una suerte de mercado – o circo – donde cada uno expone su discurso y luego los ricos deciden ué les gustó y ué no en términos de inversión. A diferencia de los seminarios Koch, donde el nanciamiento está estructurado en un banco ue ellos controlan

en su totalidad y donde simplemente les das el dinero sin ninguna condición a cambio, en la Democracy Alliance el nanciamiento no es continuo y los donantes pueden, constantemente, participar en las actividades políticas ue escojan – todo lo contrario del leninismo. Al repudiar la doctrina de iz uierda previa, la iz uierda se ha vuelto mucho más neoliberal en términos de cómo realizan su actividad política; y la derecha más leninista. La iz uierda está predispuesta a perder si sigue operando como lo está haciendo. Entonces, ¿la izquierda debería replica la manera de cómo se organiza la derecha? Cuando comencé a trabajar en esta temática, le seguía planteando el tema al público: “¿Por ué la iz uierda no tiene un e uivalente a la Sociedad Mont Pelerin?” Por supuesto, la respuesta es, “no creemos en estas estructuras autocráticas y jerár uicas”. Además, la iz uierda ha perdido la fe en el trabajo intelectual de la vanguardia. Por eso, y de alguna manera, creemos ue los proyectos y entendimientos políticos están destinados a emerger desde la población en general – un tipo de populismo ue vive en el corazón de la actividad y pensamiento político de izuierda en este momento. Por el contrario, lo ue se conoce como “populismo” de derecha está, de hecho, altamente organizado para ue parezcan movimientos de base (astroturfed)1. La iz uierda tendrá ue decidir cuánto de eso puede soportar. La pregunta ue tú planteas es: ¿ ué aprende uno de dedicar años estudiando a estos tipos? Y lo ue aprendes es por ué la iz uierda es diferente y por ué se está uedando atrás. Claramente, un efecto de la crisis es hacer más visi‐ ble la mano del estado en la economía. Una reacción es que la gente le pida tiempo al neoliberalismo. ¿Pe‐ ro podríamos estar mirando más hacia una transición a un modelo de neoliberalismo más autoritario, más cercano al modelo chino? ¿Cómo encaja China en tu enfoque? La verdad es ue no estoy pendiente de China – y uno necesita saber bastante para si uiera hablar sobre lo ue explica su ascenso como hegemonía política. Pero incluso no sabiendo mucho de China, podemos ver ue desarrollaron un tipo de modelo para acumular la mayor parte de

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la capacidad de fabricación del mundo y se dieron cuenta de ue esa es una de las principales variables para convertirse en una hegemonía mundial. Ese es un aspecto ue creo ue la iz uierda no piensa demasiado. Ser capaces de controlar los aspectos industriales y de manufactura de la sociedad es mucho más poderoso políticamente de lo ue los economistas han reconocido en el pasado. Para ellos todo esto es indiferente; como sea, el mercado dictamina ue te especialices y tengas ventajas comparativas. Creo ue eso ha sido refutado por la historia reciente. También creo ue parte de lo ue está sucediendo es ue la gente está viendo ue el sistema estadounidense se está derrumbando de distintas formas, pero no creo ue estas las haga más favorable para la organización estatal. Daré un ejemplo. A uí, en Estados Unidos, tenemos un sistema de salud en gran parte privatizado, el ue – como la mayoría de los ue viven en el extranjero lo saben – produce los peores resultados en ranking internacionales. Y aún así, estamos en una crisis donde se esperaría ue este sistema desmesuradamente costoso debiera a lo menos ser capaz de ajustarse. En cambio, lo ue vemos es ue los hospitales no pueden ganar dinero a costa de los pacientes con COVID-19, en gran medida a causa de los es uemas de seguros poco con ables y administradores de bene cios farmacéuticos (ausentes en el resto del mundo). Por lo tanto, lo ue ocurre es ue los hospitales dejan fuera otros tratamientos, lo cual reduce su rentabilidad y los obliga a despedir a doctores y enfermeras. Los trabajadores del área de la salud están siendo despedidos en medio de la pandemia, a la vez ue los medios los elogian como “héroes”. Es increíble ver las evidentes inconsistencias a las ue da lugar este sistema. La población se dará cuenta ue se está produciendo algo básicamente malo. ¿Pero cómo reacciona a eso? La gente de iz uierda parece inclinada a prever ue la gente inferirá ue la organización del mercado es el problema; yo no lo creo. Yo creo ue las cosas tomarán mucho más ue un giro político. La iz uierda intentará encontrar todo tipo de chivos expiatorios sobre uién es responsable, mientras ue los neoliberales van a fomentan una niebla de pos-verdad. Y podría fácilmente volverse en contra de

la iz uierda.

1. El término empleado en inglés es Astroturfed, ue deriva, a su vez, de Astrotur ng, ue en el ámbito político es la práctica de ocultar a los patrocinadores de un mensaje u organización (por ejemplo, política, publicitaria, religiosa, etc.) y aparentar ue se origina y es apoyado por movimientos de base. El término opuesto a Astrotur ng es Grassroots, ue hace mención a los grupos de base social. En términos generales, el Astroturf es un tipo de bra sintética ue se emplea en campos deportivos en vez del pasto verdadero (grass).

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TRADUCCIÓN

Los trabajadores daneses de McDonalds nos compadecen: Los daneses no han construido un país “socialis a”. Simplemente uno que funciona. por Nicholas Kristof - New York Times, 05/08/2020

E

l presidente Trump vocifera ue los demócratas están intentando arrastrar a Estados Unidos hacia el “socialismo”, el vicepresidente Mike Pence advierte ue los demócratas buscan “imponer el socialismo al pueblo estadounidense”, e incluso algunos demócratas alertan en contra de convertirse, como dijo uno de ellos, en la “[insulto] Dinamarca”. Por este motivo fue ue antes de la pandemia del coronavirus me arrastré detrás de las [insulto] fronteras danesas para investigar un poco: ¿ ué tan aterradora es Dinamarca? ¿ ué tan terrorí co sería si Estados Unidos da uno o dos pasos en la dirección de Dinamarca? ¿Perdería el país su ventaja, su productividad y su innovación, o ganaría bienestar, justicia y felicidad? Para cumplir con mi propósito escojo al azar a un ciudadano danés con uien hablaremos sobre cómo se comporta un [insulto] país progresista bajo estrés. La pandemia interrumpió, lamentablemente, mi reportaje, pero estaría más seguro si me uedaba en Dinamarca: ha tenido casi el doble de testeos per cápita ue Esta-

dos Unidos, y mucho menos de la mitad de muertes per cápita. Pongámoslo de la siguiente manera: más de 35.000 estadounidenses ya han fallecido en parte debido a ue el país no pudo manejar la pandemia tan hábilmente como Dinamarca. Dinamarca disminuyó las nuevas infecciones con tal éxito ue el mes pasado reabrió las escuelas primarias y las guarderías, así como también las barberías y centros de terapia ísica. Los centros comerciales y tiendas podrán reabrir a partir del lunes (11 de mayo), y los restaurantes y las cafeterías dentro de una semana. Pero además de lo anterior, los daneses mantuvieron sus trabajos. El trauma de multitudes de personas perdiendo sus empleos y seguro de salud, las largas las en bancos de alimentos – ue es la experiencia en Estados Unidos – no está sucediendo en Dinamarca. La tasa de desempleo en Estados Unidos fue, el mes pasado, de 14.7 por ciento, pero en Dinamarca está rondando entre el 4 y 5 por ciento. “Nuestro objetivo fue ue las empresas no despidieran a sus trabaja-

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dores”, me comentó el Ministro del Trabajo Peter Hummelgaard. El enfo ue danés es sencillo: al igual ue otros países europeos, Dinamarca le pagó a las compañías para mantener a sus empleados en la nómina, reembolsando hasta el 90 por ciento del salario de los trabajadores, ue de otra manera habían sido despedidos. Además, Dinamarca ayudó a las compañías afectadas a pagar los costos jos como el al uiler, bajo la condición de ue suspendan sus utilidades, no recompren acciones y no usen paraísos extranjeros para evadir impuestos. Parte de los 3 billones de dólares ue los Estados Unidos han invertido en bene cios de desempleo, pagos de estímulos, rescates comerciales y rescates de la industria, se han destinado a la retención de trabajadores, pero la preocupación por evitar los despidos es mucho menor. En términos del PIB, el gasto de Dinamarca para aliviar el coronavirus es un tanto menor al de Estados Unidos, pero parece ser más efectivo a la hora de proteger a la población. La conclusión es ue Dinamarca


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atravesó la sacudida de la pandemia con empleados aún en la nómina y aún pagando renta. A medida ue la economía vuelve a la vida, las compañías danesas están en una posición ue les permite reincorporarse rápidamente sin los costos de tener ue recontratar a sus trabajadores. “Podemos estar de pie y funcionando en una semana, de vuelta a donde estábamos”, me explicó Peter Lykke Nielsen, un negociador para los trabajadores sindicalizados de las cadenas de hamburguesas. Este enfoue europeo para evitar el desempleo ganó admiración en Washington, y no exclusivamente de parte de los liberales: el senador republicano por Missouri, Josh Hawley, apoyó algo similar en los Estados Unidos. Algunos estadounidenses citan a Suecia como un modelo de respues-

ta frente al coronavirus por ue no ha impuesto un cierre masivo. Pero, de hecho, Dinamarca, ue está separado de Suecia por un puente, ha sido mucho más exitoso: la tasa de muerte por coronavirus en Dinamarca, por millón de habitantes, es menos de un tercio ue la de Suecia, y analistas predicen ue la economía danesa este año será mejor ue la sueca. Dinamarca al salvar vidas, también ha salvado su economía, al menos hasta ahora. El Covid-19 no durará para siempre, y los estadounidenses escépticos podrían pensar ue la [insulto] Dinamarca mima a los trabajadores de maneras ue entorpece el dinamismo económico y en última instancia daña a los mismos trabajadores. Yo le plantee este argumento a un trabajador de McDonalds ue conocí en Co-

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penhague, Muhammad Abu Sayeed, un inmigrante de Bangladesh. Me miró in uisitivamente. El salario inicial para el más modesto cocinero de hamburguesas en un McDonalds de Dinamarca es de 22 dólares la hora una vez ue se incluyen varios suplementos pago. Los trabajadores de McDonalds en Dinamarca reciben seis semanas de vacaciones pagadas al año, seguro de vida, licencia de maternidad remunerada por 1 año y un plan de pensión. Y como todos los daneses, disfrutan del seguro de salud universal y pago de licencia por enfermedad. Una razón por la ue Dinamarca fue más efectiva ue los Estados Unidos en responder a la crisis es por ue ningún danés dudó en buscar tratamiento por miedo a la cuenta médica.


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Abu Sayeed sabía ue a los estadounidenses ue trabajan en comida rápida no les va tan bien. “Algo oí sobre el movimiento”, dijo, tratando de recordar el nombre. “Luchar por algo. ¿Luchar por 20 dólares? ¿Cuál fue el lema?” “Lucha por 15 dólares”, le expli ué. “ uieren 15 dólares la hora”. Hubo un silencio incómodo. Él asintió empáticamente. Luego trató de no sonar condescendiente. “Lo lamento por ellos”, dijo honestamente sobre los trabajadores de McDonalds en Estados Unidos. “Pertenecemos a la misma empresa”. Algunas compañías estadounidenses se burlan ue un salario mínimo de 15 dólares o sindicatos más robustos serían un desastre para los negocios. Dinamarca desa ía esa narrativa, ya ue demuestra ue es posible tener una economía próspera ue paga decentemente a los trabajadores y los trata con dignidad. Los trabajadores reciben sus horarios con un mes de anticipación, y no se les pueden asignar turnos dobles. En Estados Unidos los políticos hablan con solemnidad sobre la dignidad del trabajo, no obtante, tienes más probabilidades de encontrar la dignidad en Copenhague ue en Nueva York. Pero esto no siempre fue así. La era dorada del capitalismo en Estados Unidos, desde 1945 hasta 1980, fue un periodo de alta tasa impositiva (hasta un 91 por ciento para los billonarios), fuertes sindicatos laborales y enormes iniciativas, como lo fue la G.I. Bill of Rights para ayudar a los estadounidenses desaventajados (aun ue mayoritariamente blancos). Este fue un periodo de rápido crecimiento en donde la ine uidad de in-

El salario inicial para el más modesto cocinero de hamburguesas en un McDonalds de Dinamarca es de 22 dólares la hora una vez ue se incluyen varios suplementos pago. Los trabajadores de McDonalds en Dinamarca reciben seis semanas de vacaciones pagadas al año, seguro de vida, licencia de maternidad remunerada por 1 año y un plan de pensión. Y como todos los daneses, disfrutan del seguro de salud universal y pago de licencia por enfermedad. gresos declinó, por lo ue en ciertos modos nos parecíamos a la Dinamarca de hoy. Una estrategia de los Republicanos este año ha sido demonizar a los Demócratas como socialistas ue destruirían la economía. Trump advierte ue los Demócratas “ uieren moldear la economía estadounidense siguiendo a Venezuela”. Pues, no. De hecho, lo ue los demócratas tienen en mente es dar un paso en la dirección del modelo nórdico fundado en Dinamarca, Suecia, Noruega y Finlandia. Sin embargo, y paradójicamente, mientras los estadounidenses, tanto de iz uierda y derecha piensan en Escandinavia casi como socialistas, los propios escandinavos le hacen el uite a esa caracterización. Se ven así mismos simplemente persiguiendo las economías de mercado, solo ue con altos impuestos y mejores bene cios sociales ue en Estados Unidos. Los daneses pagan 19 centavos más de impuestos por cada dólar comparado con los estadounidenses, pero a cambio de eso reciben salud gratis, educación gratis desde la guardería hasta la universidad, reciben educa-

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ción preescolar subsidiada de alta calidad, una red de seguro social bastante robusta y muy bajos niveles de pobreza, indigencia, crimen e ineuidad. En promedio, los daneses viven dos años más ue los estadounidenses. Una Big Mac preparada por un trabajador ue gana 22 dólares por hora no cuesta más ue una preparada en Estados Unidos. Los precios de las Big Mac varían según el local, pero mi compra al contado sugirió ue en Dinamarca una podría costar en promedio alrededor de 27 centavos más ue en Estados Unidos. Esos 27 centavos es lo ue cuesta la dignidad. Los estadounidenses podrían sospechar ue la red de seguridad danesa estimula la ojera. Pero el 79 por ciento de los daneses en edades de 16 hasta 64 años están en la fuerza laboral, cinco puntos porcentuales más arriba ue en los Estados Unidos. Los daneses reciben aproximadamente los mismos ingresos después de impuestos ue los estadounidenses, y esto a pesar de ue trabajan en promedio 22 por ciento de horas menos; por otro lado, el dinero no rinde tanto en Dinamarca por ue los pre-


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cios son en promedio un 18 por ciento más elevados. Mi propia apreciación, sin tener datos, es ue el 25 por ciento más rico vive mejor en Estados Unidos, pero los tres últimos cuartos viven mejor en Dinamarca. De hecho, encuestas consideran ue los daneses están entre las personas más felices del mundo, junto con los nlandeses; algunas veces Dinamarca es llamada “el país más feliz”. Puedes estar de acuerdo o no en ue las compensaciones valen la pena, pero cuando te sientas en una cafetería en Copenhague, te tomas un café y disfrutas un pan danés (llamado pan vienés), Dinamarca di ícilmente pareciera ser una pesadilla socialista. Es más, los daneses, bien políticamente, eso sí, expresan preocupación por lo ue ellos perciben como una distopía al otro lado del Atlántico. “Miramos a Estados Unidos por muchas razones”, me dijo Nielsen, el negociador laboral. “Y cuando conocemos a personas ue trabajan en el sector de la comida rápida, y…” Hace una pausa y lucha por encontrar las palabras correctas. “Mira, todos los países tienen falencias, ¿no? Pero si ves los derechos laborales en Estados Unidos, es una locura. Si trabajas a tiempo completo, deberías ser capaz de mantener a tu familia”. Kristina Hansen, uien tiene 27 años y trabaja en una cadena de hamburguesas no sindicalizada llamada Cock’s & Cows, me contó ue está pensando en comprarse un departamento. Sorprendido me doy cuenta ue pocos estadounidenses ue trabajan en cadenas de hamburguesas están comprando sus propias casas, y discutíamos sobre el salario de la comida rápida en Estados Unidos.

“¿Cómo es ue pueden sobrevivir con ese salario?”, me preguntó. “Es bastante caro vivir en Nueva York. Me pregunto cómo es ue viven con ese sueldo”. Los estadounidenses asumen ue los salarios en Dinamarca deben ser elevados debido a las regulaciones, pero resulta ue no tienen un salario mínimo nacional, incluso podría ser perfectamente legal para una compañía de construcción o una pizzería contratar a trabajadores por 5 dólares la hora. Sin embargo, no sucede. El salario más bajo del mercado parece estar en torno a los 15 dólares – casi el doble del salario mínimo federal en Estados Unidos, ue apenas tiene un estándar de vida similar. ¿Cuál es la razón para esto? Una razón se debe a los fuertes sindicatos en Dinamarca. Más del 80 por ciento de los empleados daneses trabajan bajo contratos de negociación colectiva, y sin embargo las huelgas no son habituales. También tienen “negociación sectorial”, en donde los contratos se negocian por sector empresarial – en Dinamarca McDonalds y Burguer King pagan exactamente lo mismo – algo ue Joe Biden sugiere ue se considere en Estados Unidos. Sin embargo, existe otra razón más importante para los altos salarios en Dinamarca. “Los trabajadores son más productivos” en Dinamarca, hizo notar con fran ueza Lawrence Katz, un economista laboral de Harvard. “Ellos han tenido acceso a más oportunidades e inversiones de capital humano de mayor calidad desde ue nacen”. Piénsalo de la siguiente manera. Los trabajadores de locales de McDonalds de todo el mundo tienden a es-

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tar en la escala más baja de la fuerza laboral, digamos el percentil 20.Sin embargo, los trabajadores daneses del percentil 20 son graduados de secundaria ue saben leer y escribir y operaciones matemáticas básicas. En contraste, después de cincuenta años de poca inversión en los Estados Unidos, muchos trabajadores estadounidenses del percentil 20 no se han graduado de la secundaria, no leen bien, no manejan la aritmética básica, luchan contra las drogas o el alcohol, o tienen discapacidades ue reducen la productividad. Cada vez más comencé a entender ue emular el sistema de altos salarios de Dinamarca no se trataba solo de elevar el salario mínimo sino, más aún, se trataba de invertir en la niñez. Muchos daneses ven el cuidado de los niños como parte de su salsa secreta de la nación, por lo ue decidí dejarme caer en una guardería infantil pública en la ciudad de Soborg. Resultó ser una maravilla, con solo 68 niños y 12 profesores, más un cocinero ue les servía principalmente comidas orgánicas. Esta guardería está abierta desde las 7 a.m. hasta las 5 p.m., y algunas otras ofrecen horario extendido. Su costo (fuertemente subsidiado) es de 516 dólares al mes para niños de 4 meses hasta 3 años, y de 354 dólares para niños de 3 a 6 años. Los hijos de padres de bajos ingresos asisten gratis. El foco no está puesto tanto en leer o aprender los números, sino más bien en utilizar el juego para aprender habilidades sociales y ser creativos. “‘Aprendiendo a aprender’ es una expresión popular a uí”, me explicó Helle Olsen, la administradora. Un propósito crítico del sistema es permitir ue ambos padres trabajen,


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es por eso ue las guarderías infantiles están entre las primeras instituciones reabiertas a medida ue los casos de coronavirus bajan. Pero las familias por lo general envían a los niños a las guarderías a pesar de ue hayan abuelos u otras personas en el hogar (las niñeras no son comunes), por ue son percibidas como parte del entrenamiento de los niños para ser buenos ciudadanos daneses. Por ese motivo, la asistencia a las guarderías es obligatoria para las familias donde no se habla danés en casa. Si ueremos comprender por ué un cocinero de hamburguesas en Dinamarca gana tanto, pienso ue en parte la respuesta involucra darle a los niños acceso igualitario desde la línea de partida para ue se edu uen y sean trabajadores productivos veinte años después. Pero a pesar de todo el éxito de Dinamarca, su modelo enfrenta desaíos. Uno central es ue el sistema danés nació de una sociedad homogénea con fuerte con anza social, y algunos expertos se preguntan si es ue Dinamarca puede mantener inde nidamente su alto salario y su economía altamente productiva a medida ue llegan inmigrantes menos cali cados desde países más pobres. Dinamarca compila un record heroico al resistir a los nazis y salvar así a su población judía durante la Segunda Guerra Mundial, por lo ue me sorprendió encontrar un fuerte sentimiento anti migración, e incluso xenofobia. Aún así, el éxito del modelo nórdico parece innegable – a pesar de ue no es obvio para todos los estadounidenses. El año pasado, Nikki Haley1 tuiteó compulsivamente sobre el sistema de salud nlandés. “Comparar-

nos con Finlandia es ridículo”, dijo burlonamente. “Pregúntenle cómo es su sistema de salud. No les gustará su respuesta”. Al parece no estaba enterada ue los nlandeses viven más ue los estadounidenses, ue los niños nlandeses tienen solo un tercio de probabilidad de morir antes de los cinco años, y ue las mujeres tienen un uinto de probabilidad de morir en el parto. Pero incluso en el lado demócrata, la personalidad televisiva Donny Deutsch se burló en el show ue tiene Bill Maher por HBO, al decir ue el programa Medicare for All signi caría “ ue estamos retrocediendo. Somos la [insulto] Dinamarca”. En un momento en ue la pandemia deja ver las antiguas ine uidades en los Estados Unidos, uizás debiéramos acercarnos a los países nórdicos con un poco más de curiosidad y humildad. Hummelgaard, el ministro del trabajo, es hijo de un portero y una trabajadora del aseo, pero recibió una educación gratuita de excelencia y me habló en un inglés perfecto. Él admira a Estados Unidos, pero a veces se siente desconcertado. “Los daneses amamos a Estados Unidos”, me dijo Hummelgaard. “Pero no sentimos admiración por el nivel de ine uidad, la falta de trabajo seguro, la falta de seguro de salud: todas a uellas cosas ue normalmente pueden crear una buena sociedad”. Nicholas Kristof ha sido columnista para e Times desde el 2001. Ha ganado dos premios Pulitzer por su cobertura de China y el genocidio en Darfur.

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Los daneses pagan 19 centavos más de impuestos por cada dólar comparado con los estadounidenses, pero a cambio de eso reciben salud gratis, educación gratis desde la guardería hasta la universidad, reciben educación preescolar subsidiada de alta calidad, una red de seguro social bastante robusta y muy bajos niveles de pobreza, indigencia, crimen e ine uidad. En promedio, los daneses viven dos años más ue los estadounidenses.


POR

LOUIS-FERDINAND CÉLINE Entre realismo y vanguardia por Alejandro Stevenson


CULTURA | LOUIS-FERDINAND CÉLINE: ENTRE REALISMO Y VANGUARDIA

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eteriorado por los casi dos años que pasó en personaje inventado. Una defensa de su estética y una cárcel de Dinamarca –país al que llegó que hoy puede considerarse, dentro de toda su en búsqueda de asilo político, luego de ser acusa‐ obra, como el manifiesto poético de su literatura. do y perseguido por colaborar con el régimen de Ese libro salió a la luz pública en 1954, en una pri‐ ocupación nazi tras la publicación de tres panfletos mera versión, y llevó por título Conversaciones con antisemitas entre los años 1937 y 1941–, Louis-Fer‐ el profesor Y. dinand Céline volvió a Francia. El éxito, pese a los esfuerzos de Céline, jamás vol‐ Era principios de la vería. Nada habría que‐ década del cincuenta. dado ya de ese médico En los años de exilio ya que combatió en el La obra de Céline –como la de había preparado su re‐ frente, en la primera Ka a, Joyce o Beckett, ue nunca torno a la literatura con guerra mundial, donde se declararon escritores un par de novelas que fue herido y tuvo secue‐ no llegaron a alcanzar vanguardistas–, corresponderá a las de por vida, ni tam‐ el éxito que esperaba, del una posición intermedia entre la poco porque la calidad de su reconocimiento que ob‐ novela de masas y el gesto de escritura disminuyó o tuvo cuando recibió por vanguardia, en donde la función del por el malditismo que esa misma causa una recayó sobre él. Muy le‐ medalla de honor. De artista, más allá de aislarse para jos había quedado ya su obra literaria, me‐ construir obras ue resistan los ese breve periodo de nos. Nunca más volve‐ gloria, cuyo prestigio modos de lenguaje ue imponen las ría a escribir algo a la formas de narración dirigidas al altura de Viaje al fin de comenzó a gestarse con la repercusión mundial la noche, donde narra público masivo, será intervenir que tuvo su ópera pri‐ su experiencia al enlis‐ sobre ese mismo campo, al utilizar ma, Viaje al fin de la no‐ tarse en el ejército; esa los medios convencionales, para che, en 1932. Sin travesía que lo llevaría a disputar el juego ue se desata ahí. las colonias africanas embargo, para enton‐ ces, había ideado otra para retratar la miseria estrategia –un escritor de los militares encar‐ es sobre todo un estratega– que consistía en ajus‐ gados, a Norteamérica donde es testigo de la alie‐ tar las cuentas pendientes con todos aquellos escri‐ nación del mundo capitalista dentro de las fábricas tores que devinieron en funcionarios del régimen de Boston, y para terminar, de vuelta en Francia, a de Vichy, a quienes acusaba de haberlo converti‐ un trabajo como médico que lo frustra constante‐ do en el chivo expiatorio de lo que ellos encarna‐ mente por no haber encontrado ningún sitio en que ban. mereciera la pena poder vivir. Mediante un libro de ensayos o de entrevistas, Cé‐ Así, de miseria en miseria, vida y obra en Céline line pretendía reivindicarse a sí mismo y al estilo li‐ se funden para desentrañar el alma de la condición terario que creó. Pero ese libro, pese a que se lo humana. Fracaso tras fracaso, elige la misantropía encargó a su editor, no encontró quién quisiera es‐ como acto de resistencia para enfrentar una reali‐ cribirlo, porque nadie quería ser vinculado al ma‐ dad que le resulta ajena. Voluntariamente, ese asi‐ logrado escritor, ni siquiera por el morbo que lamiento le habría permitido escribir algunas de las podría despertar su figura en esos momentos. Así páginas decisivas de la literatura del siglo XX, que que terminó escribiéndolo él. Una breve ficción que a su vez, como todos los grandes escritores, fue ca‐ es un largo diálogo sostenido por el autor con un paz de sintetizar, al condensar todo el propósito de

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su obra, en apenas un par de frases. ¿Cuál sería entonces ese aporte de Céline a la literatura? En Conversaciones con el profesor Y, al lanzar una dia‐ triba contra todos sus contemporáneos, también se ven luces sobre ello: “¡los escritores de hoy no sa‐ ben todavía que el cine existe!... y que el cine ha vuelto ridícula e inútil su manera de escribir… ¡vana y pretenciosa!...” (2011: 35). Con esta frase, Céline arroja una bomba sobre los conservadores de la palabra. Lo que pudiera in‐ terpretarse allí es que, con el surgimiento del cine y la proliferación de los medios masivos a princi‐ pios del siglo pasado, emergen nuevas formas de narrar, permitiendo con ello que la novela –como forma de narración por excelencia a lo largo de to‐ do el siglo XIX– pueda volverse experimental. El escritor tiene ante sí la posibilidad de prescindir ya de la masividad de su público y apostar, en cam‐ bio, por la selectividad de sus lectores. Esto se ve‐ rá, por ejemplo, en la última novela de Flaubert, Bouvard y Pecuchet (1881), donde el autor abando‐ na el realismo de Madame Bovary (1857) o La edu‐ cación sentimental (1869) para escribir un libro en el que dos personas ansían conocerlo todo. Nove‐ la enciclopédica o de ideas, le llamarán algunos, a diferencia de la novela de aventuras que tiene co‐ mo protagonista a un héroe que fluctúa entre el mundo de lo real y la utopía. Entonces, el proble‐

ma de la literatura se volverá un problema de pú‐ blicos. Por un lado, la novela de masas, que por cierto continúa hasta el día de hoy y que está aso‐ ciada a los géneros: el realismo clásico, el policial o la novela rosa; y, por otro, la novela de vanguar‐ dia, que busca desajustar los valores sobre los cua‐ les se concibe esa forma artística específica. La literatura de vanguardia será, no sólo en los programas de los principales movimientos que tu‐ vieron cabida en la primera mitad del siglo XX, co‐ mo el dadaísmo o surrealismo, quien cree formas que se contraponen a la lógica cultural del capita‐ lismo, que orienta toda su producción hacia el mer‐ cado. Como respuesta a ello, los movimientos vanguardistas dirán: si el capitalismo todo lo trans‐ forma en mercancía, entonces le daremos al mer‐ cado algo ilegible, algo con lo que no se pueda lucrar. En otras palabras, como señala Ricardo Pi‐ glia: “La vanguardia repudia el carácter demoníaco del comercio y constituye un objeto imposible de comprar” (2016: 27). Algunos ejemplos, como las Impresiones de África (1910) de Raymond Roussel o el Ulises de James Joyce (1922), serán quienes sentencien la muerte de la novela tradicional al es‐ tar contenidas de puro formalismo. Sin embargo, la publicación de Viaje al fondo de la noche (1932), traerá de vuelta la novela realista clásica para incor‐ porar la emotividad del lenguaje y la oralidad: “…

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la emoción sólo puede ser captada y transcripta a través del lenguaje hablado…” (2011: 37), dirá Cé‐ line en contraposición a las formas de narrar que ofrece el cine, quien torcerá la sintaxis a través del uso del punto suspensivo y el abuso de los signos de exclamación. En esta aventura, el héroe –su al‐ ter ego Ferdinand Bardamu– será un hombre que‐ brado, que ya no puede mediar entre el mundo de lo real y la utopía. En realidad, más bien, es un anti‐ héroe, porque si lo que abunda en el mundo real es la miseria –a diferencia del aburrimiento de Ma‐ dame Bovary del que escapa por medio de sus lec‐ turas–, el lugar de la utopía será la muerte o la extinción de nuestra especie. La obra de Céline –como la de Kafka, Joyce o Be‐ ckett, que nunca se declararon escritores vanguar‐ distas–, corresponderá a una posición intermedia entre la novela de masas y el gesto de vanguardia, en donde la función del artista, más allá de aislar‐ se para construir obras que resistan los modos de lenguaje que imponen las formas de narración di‐ rigidas al público masivo, será intervenir sobre ese mismo campo, al utilizar los medios convenciona‐ les, para disputar el juego que se desata ahí. Su “realismo” no ocupará las formas tradicionales. Nunca se verá en ninguna de sus novelas el desa‐ rrollo de una historia que conduzca a un clímax, ni tampoco una revelación final. Nunca buscará el efectismo, sino devolverle al público de masas –no especializado– la crueldad que ofrece la realidad. Sus libros, por tanto, nunca son el espacio de fic‐ ción en donde el lector va a buscar formas de eva‐ sión del aburrimiento cotidiano. Al contrario, lo obligará a verse enfrentado a sus miserias cotidia‐ nas mediante un estilo de escritura que lo interpe‐ la de manera constante, como si le hablara a él. Todo lo anterior, Céline ya lo había conseguido con su primera obra. Y pese a que dedicó toda su vida a la escritura, inclusive a la de los panfletos que lo llevaron al exilio y cárcel, los intentos poste‐ riores por desmarcarse de los episodios que ensu‐ ciarían su trayectoria para siempre quizá no fueron para ganar una posición dentro del terreno litera‐ rio, sino para redimirse de su miseria personal.

BIBLIOGRAFÍA Céline, L-F. (2011). Conversaciones con el profesor Y. Buenos Aires: Editorial Caja Negra. Piglia, R. (2016). Las tres vanguardias: Saer, Puig, Walsh. Buenos Aires: Editorial Eterna Cadencia.

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