Quien no se mueve no siente sus cadenas

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NO SIENTE

SUS CADENAS Rosa Luxemburgo (05/03/1871 15/01/1919) fue una revolucionaria polaca que realizó importantes aportes a la teórixa marxista. Uno de los principales, fue la exploración de la relación dialéctica que se establece entre la espontaneidad y la organización en todo proceso transformador. “Reforma o Revolución” es uno de sus textos más reconocidos, y en él da a conocer el razonamiento que orientó su praxis en el segundo sentido. Ella señaló que “Quien no se mueve, no siente sus cadenas”, enfatizando la necesidad inminente de movilizarse para emprender una lucha verdadera hacia la liberación.

Las cadenas son un símbolo que tiene, por lo menos, dos caras: cuando impera la dominación, y la explotación entre seres humanos es parte de la cotidianidad, las cadenas representan la opresión. Por el contrario, en un contexto libertario, las cadenas nos remiten a la fraternidad universal, a la conexión entre todos los eslabones que forman parte de una misma obra. En ambos casos, quienes permanecen en reposo cuando se ha desatado el movimiento no serán capaces de sentir ni las cadenas que los oprimen, ni la cadena que conforman junto a sus compañeros y compañeras que trabajan por transformar la realidad.

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¿POR QUÉ MOVERSE?

En Chile, el estallido estudiantil del año 2011 modificó de manera irreversible el escenario político nacional. Años de abulia y apatía generalizadas concluyeron, dando paso a una progresiva politización de la sociedad civil que hoy continúa su marcha.

Principios consolidados al calor de la lucha universitaria en 1918 tras el Grito de Córdoba como la libertad de cátedra, la autonomía universitaria, el cogobierno, el financiamiento de la educación por parte del Estado y la concepción de la educación como un derecho fundamental (entre otros), volvieron a brotar desde el discurso estudiantil, permeando a otros sectores que decidieron acompañar estas demandas.

Descubrimos que, por razones geopolíticas en el contexto de la guerra fría, el Imperio Norteamericano desarticuló un proceso democrático desarrollado en nuestro país desde hacía más de un siglo, a través de la imposición en 1973 de una violenta dictadura cívico-militar con apoyo de la CIA, compañías norteamericanas, y la decadente oligarquía nacional. Nuestro territorio fue transformado en un laboratorio de pruebas, donde se ensayó (y se continúa ensayando, con repugnantes resultados) un sistema político-económico basado en la competencia salvaje y descarnada: el neoliberalismo.


Hacia 1979 se aplicaron siete modernizaciones institucionales que, “casualmente”, coinciden con los ejes que articulan el movimiento social hoy: El ordenamiento jurídico (Constitución Política), el sistema de salud, el sistema de previsión social, el sistema laboral, el sistema tributario, la “regionalización” (como separación, no como integración) y el sistema educativo. En términos generales, la intención (explícitamente declarada en su momento) fue transformar lo que hasta aquel entonces había sido concebido como derechos fundamentales, en mercados que permitieran y promovieran el enriquecimiento de ciertos grupos, incluso a costa del bienestar general. Y así se ha cumplido. La cantidad de universidades existentes antes de la mencionada modernización era ocho. Sólo entre el 31 de enero y el 9 de marzo de 1990 se crearon 11 universidades nuevas. Si extendemos el lapso, entre 1988 y 1993, el total de casas de estudios creadas fue 34. La mayoría de los sostenedores eran y son parlamentarios y empresarios que han visto crecer sus rentas de manera significativa, mientras que las familias chilenas están cada vez más endeudadas.

La Educación Pública fue desmantelada, haciéndose necesario más que simplemente fortalecerla, refundarla. Mientras no se modifique el sistema económico-político, ninguna reforma será verdadera. No olvidemos que las riquezas que administra el Estado son producidas por el pueblo, y deben ser utilizadas para asegurar el buen vivir de todos y todas. Es urgente tener presente que ha sido sólo a través de las movilizaciones, saliendo a la calle, participando de las diversas jornadas de reflexión y protesta, que hemos logrado avanzar en esta disputa por el sentido de la vida. El pase escolar, distintas becas (incluída la beca “vocación de profesor), el congelamiento de aranceles y la rebaja en la matrícula al interior de la UdeC, entre otros muchos beneficios, han sido reales no por la buena voluntad de los poderosos, sino porque nos hemos atrevido a pronunciarnos en favor de la justicia. Todavía queda mucho trecho por andar, y mientras más se sumen a nuestra caminata, más fuerza tendremos para concretar nuestros objetivos.


LA EDUCACIÓN ES UN DERECHO FUNDAMENTAL, NO UN MERCADO.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA: FOXLEY, Alejandro (1982) Experimentos Neoliberales en América Latina. Santiago, Chile: CIEPLAN HARVEY, David (2007) Breve historia del neoliberalismo. Madrid, España: Akal. MAYOL, Alberto (2012) No al lucro. Santiago, Chile: Random House Mandadori.


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