Hoy
El país celebra a su nuevo beato. En el altar
El 16 de marzo, día de José Gabriel.
Francisco:
“Fue un callejero de la fe”.
ADEMÁS…
El regalo sorpresa del Papa.
NICOLÁS FLORES
Brochero, mi mejor amigo Su vida es la prueba del milagro que hizo beato a Brochero. En la ceremonia, fue quien llevó al altar los restos incorruptos del cura al que llama “amigo”. La ovación de 150.000 personas lo conmovió hasta las lágrimas.
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o lo sabe, pero los 45 años que llevó realizar la positio (investigación de las virtudes heroicas) que condujo a la beatificación de José Gabriel del Rosario Brochero, los miles de horas que debieron dedicar sacerdotes, teólogos, médicos y expertos en derecho canónico, no habrían tenido sentido sin él. Es decir, el cura Brochero habría alcanzado solamente el escalón de venerable, pero sus virtudes en vida no hubieran bastado para subir un escalón más, a la beatitud. Eso no le habría caído nada bien. Porque el cura es su mejor amigo; así lo dice a quien le pregunte. ¿Y quién puede cuestionárselo, si es a su amigo a quien le debe la vida? Nicolás Flores es, a sus 13 años de edad (14, en octubre), un milagro de vida. Es “el” milagro. El que logró su mejor amigo, cuando intercedió ante Dios para que no muriera, para que no quedara parapléjico, ciego o mudo, tras el feroz accidente automovilístico que sufrió a los 11 meses de edad. Y él fue, para su amigo, quien garantizó que en el Cielo y en la Tierra hoy el cura Brochero sea ya el beato José Gabriel. De eso se enteró hace apenas un año, cuando terminaron de hacerle los estudios médicos que confirmaron su condición milagrosa. Por esa razón no le pareció mal ser quien llevara en sus manos un fragmento de los restos incorruptos de Brochero para entregarlo en el enorme escenario donde se anunció al nuevo beato. El cardenal Angelo Amato ya había anunciado la nueva condición del Cura Gaucho y era el momento de subir. No caminó mucho porque estaba en la primera fila de asientos. Y lo acompañaron sus padres, Sandra y Osvaldo, como siempre. Ellos son brocherianos, como Nico. Por eso fue que Osvaldo le imploró al cura que le salvara a su hijito una, dos, infinidad de veces. 26
Foto Javier Ferreyra
Apenas lo nombraron por los altoparlantes, la ovación conmovió la tierra en el campo de los Allende, donde 150.000 corazones vibraban de alegría y emoción. Los aplausos se mezclaron con los gritos, las sonrisas con las lágrimas. Nico subió como pudo al altar/escenario, entregó la reliquia de su amigo, recibió el saludo afectuoso del cardenal y del obispo Santiago Olivera, y no aguantó más. Se abrazó a su madre al borde de las lágrimas y volvió con ella a su asiento. Lloró en brazos de sus padres por largo rato. Sabía que había cumplido con su mejor amigo. Y que sus lágrimas eran de emoción de la buena. Lo notaba en las sonrisas amorosas de sus papás, que largaban alguna que otra lágrima con él; en la alegría de quienes lo saludaban sin conocerlo; en el clima festivo que lo rodeaba. Había cumplido con su mejor amigo, como él lo había hecho tantas veces antes. Alegría y dolor Un día antes de la beatificación, Sandra y Osvaldo aceptaron un encuentro con periodistas para dar sus impresiones sobre la majestuosa ceremonia que se estaba preparando en Villa Cura Brochero. Las preguntas fueron para el lado obvio: cómo habían sido estos años de lucha por ayudar a Nico a estar lo mejor posible. “Sentimos una mezcla de alegría y dolor. No lo vivimos como una pesadilla, pero sí, como un proceso muy difícil, de sufrimiento –dice Sandra, sin perder la sonrisa–. Es que este no fue un milagro automático, sino que hubo que trabajar mucho, y hay que seguir trabajando día tras día, para la recuperación de Nico”. Nicolás perdió la visión de un ojo y tiene problemas motores del lado derecho de su cuerpo. Habla con dificultad y ya es milagroso que pueda hacerlo, pero él se empeña en mejorar. “Este es un camino que tiene las dos facetas. En lo cotidiano, no dejamos de agra· El cura Gaucho ·
Sandra Violino,
mamá de Nicolás.
“Es una alegría que esta gracia haya servido para que Brochero sea beatificado. Como brocherianos, estamos más que felices”.
decer la vida. Dios nos lo regaló por segunda vez. Es una alegría que esta gracia haya servido para que Brochero sea beatificado. Y por el otro lado, también hemos vivido el dolor. Pero ha sido Nicolás quien ha tenido que poner su esfuerzo, su ánimo, su fe, y así ha podido salir adelante”, afirma Sandra. Y concluye: “Siempre pesa más la alegría de tenerlo con nosotros. Como brocherianos, estamos más que felices”.
EL EJEMPLO
“Un callejero de la fe” Así describió el papa Francisco al cura Brochero en la carta que envió para ser leída en la ceremonia de beatificación. “Dejemos que entre hoy, con mula y todo, en la casa de nuestro corazón y nos invite al encuentro con Jesús”, exhortó.
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l papa Francisco ha encontrado en el beato José Gabriel del Rosario Brochero un valioso ejemplo de lo que debe ser un sacerdote de esta época. Es conocida su prédica, desde los tiempos en que era arzobispo de Buenos Aires, en favor de que laicos y ordenados salgan a evangelizar en los bordes, geográficos, sociales, de la comunidad. Y Brochero hizo eso, en tiempos en que todo era mucho más difícil. En la carta que envió con el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, para ser leída en la ceremonia de beatificación de Brochero, Francisco sostuvo que el cura cordobés era “un pionero en salir a las periferias geográficas y existenciales para llevar a todos el amor, la misericordia de Dios”. “No se quedó en el despacho parroquial, se desgastó sobre la mula y acabó enfermando de lepra, a fuerza de salir a buscar a la gente, como un sacerdote callejero de la fe. Esto es lo que Jesús quiere hoy, discípulos misioneros, ¡callejeros de la fe!”, exhortó el Papa. “Me hace bien imaginar hoy a Brochero –continuaba la carta–, párroco en su mula malacara, recorriendo los largos caminos áridos y desolados de su parroquia, buscando casa por casa a los bisabuelos y tatarabuelos de ustedes, para preguntarles si necesitaban algo y para invitarlos a hacer los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola”. Francisco describió el ímpetu pastoral del Cura Gaucho como un “coraje apostólico” producto de su celo misionero. “Esta valentía de su corazón, compasivo como el de Jesús, que lo hacía decir: ‘¡Guay de que el diablo me robe un alma!’, lo movió a conquistar también para Dios a personas de mala vida y paisanos difíciles”, recordó el Papa. “Que hoy Brochero esté entre los beatos –aseguró– es una alegría y una bendición muy grande para los argentinos y devotos de este pastor con olor a oveja, que se hizo pobre entre los pobres, que luchó siempre por estar bien cerca de Dios y de la gente, que hizo y continúa haciendo tanto bien como caricia de Dios a nuestro pueblo sufrido”. En la biografía de Brochero hay decenas de situaciones –muchas de ellas, graficadas en estos fascículos– que describen cómo su trabajo sacerdotal llevó a sus feligreses a abandonar los malos hábitos y descubrir la virtud en sí mismos. “Todos recibían los sacramentos durante los ejercicios espirituales y, con ellos, la fuerza y la
Catholic Church England and Wales (CC BY-NC-SA 2.0)
“Se desgastó sobre la mula y acabó enfermando, a fuerza de salir a buscar a la gente. Y esto es lo que Jesús quiere hoy, discípulos misioneros, ¡callejeros de la fe!”. Papa Francisco.
luz de la fe para ser buenos hijos de Dios, buenos hermanos, buenos padres y madres de familia, en una gran comunidad de amigos comprometidos con el bien de todos”, describió el Papa en su misiva. “Brochero era un hombre normal, frágil, como cualquiera de nosotros, pero conoció el amor de Jesús y supo salir del egoísmo mezquino que todos tenemos, venciéndose a sí mismo, superando con la ayuda de Dios esas fuerzas interiores de las que el demonio se vale para encadenarnos a la comodidad, a sacarle el cuerpo al trabajo”, recordó Francisco. En el cura cordobés, el Papa encontró la virtud de quien “escuchó el llamado de Dios y eligió el sacrificio de trabajar por su Reino”, al punto de arriesgar su vida por el bien de su comunidad: “Fue fiel hasta el final; continuaba rezando y celebrando la misa incluso ciego y leproso”. “Dejemos que el cura Brochero entre hoy, con mula y todo, en la casa de nuestro corazón y nos invite a la oración, al encuentro con Jesús, que nos libera de ataduras para salir a la calle a buscar al hermano, a tocar la carne de Cristo en el que sufre y necesita el amor de Dios. Solo así gustaremos la alegría que experimentó Brochero, anticipo de la felicidad de la que goza ahora como beato en el cielo”, concluyó.
· José Gabriel del Rosario Brochero ·
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LA CEREMONIA
Un altar para el Cura Gaucho La mágica jornada de beatificación de Brochero comenzó con una multitudinaria peregrinación a las tierras del Cura Gaucho. Y culminó con la alegría de su ascenso al altar. Y una lluvia aliviadora. El 16 de marzo será su día.
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esde el día anterior a la beatificación del cura Brochero, los más jóvenes desafiaron el frío de la noche a campo abierto con mate y mantas. Devotos del sacerdote cordobés por herencia familiar, llenaron de alegría las inmediaciones del pueblo, que los recibió vestido de fiesta. Pero no solo los peregrinos estaban felices. En las comunidades religiosas, las sonrisas eran comparables a las del día en que se supo que el Papa era argentino. Los jóvenes de distintos seminarios se unían a la vigilia del cura al que ven como un modelo por seguir. Un anciano presente en la ceremonia, el padre Gregorio Paz, perteneciente a una comunidad ermitaña de la diócesis de Concepción, dijo: “Estoy feliz porque monseñor José María Rossi nos levantó la clausura para poder venir a la beatificación del cura Brochero. Mi único problema era que no tenía dinero para venir, pero la Providencia hizo que la esposa de mi cardiólogo, al enterarse de esto, me ofreciera traerme ella misma en su auto. Por eso estoy aquí. Seguramente Brochero, que no se cansaba de visitar y de estar con el pueblo, nos quería tener a todos los curitas, sus hermanos, cerca de él en este momento de tanta justicia y felicidad para los argentinos”. Horas antes, el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, recién llegado del Vaticano, había participado de la celebración eucarística presidida por el cardenal cordobés Estanislao Karlic en el santuario Nuestra Señora del Tránsito. Miles de fieles asistieron a esa misa en la víspera de la gran jornada. Y junto a ellos estuvieron también monseñor Santiago Olivera, obispo de Cruz del Eje y ferviente devoto de Brochero, cerca de cien obispos de todo el país y cientos de sacerdotes. La celebración fue seguida en la plaza del pueblo, a través de una pantalla gigante, por los fieles que iniciaban la vigilia. Llegados de todo el país, se prepara-
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ban para pasar la helada noche con mate, colchas, música y oraciones. A la medianoche se abrieron las puertas del predio de la beatificación, las diez hectáreas de campo que cedió la familia Allende para la ceremonia. El Cristo Blanco presidía el ingreso y guiaba a los peregrinos. Los más veloces corrieron para ocupar el espacio cercano al escenario. Apenas amaneció, todos rezaron el rosario de la aurora, guiados desde el escenario central. En espera y en oración aguardaron hasta las 10, momento en que empezó la celebración eucarística en la que el Cura Gaucho fue elevado a la gloria de los altares. LA BEATIFICACIÓN Tras varios días de intensos preparativos, Villa Cura Brochero recibió orgullosa a los casi 150.000 peregrinos que se acercaron a la ceremonia tan esperada por los cordobeses. Los fieles fueron llegando días antes a través de los caminos brocherianos de las Sierras Grandes, hasta el predio ubicado en el Cerro de la Cruz. El cielo estaba muy nublado. Tras varios días de calor, sequía e incendios devastadores en la provincia, la lluvia y el frío eran una bendición –una más– para los cordobeses. El cardenal Angelo Amato, enviado especial de Francisco, fue el encargado de presidir la Santa Misa ante una multitud inquieta y emocionada. Se lo notaba conmovido por la devoción con que este pueblo esperaba que el querido padre José Gabriel fuera ya beato e iniciara el camino a la santidad. Durante la misa, que se inició a las diez en punto, el cardenal leyó en un español dificultoso un mensaje especial del papa Francisco para los enfermos, a quienes alentó a “ofrecer sus sufrimientos para obtener de Dios el don de la fraternidad y a ponerse en la ‘primera línea’ de la misión de la Iglesia para lograr la paz en el mundo”. · El cura Gaucho ·
“Nos levantaron la clausura para venir. Seguramente, Brochero nos quería tener a todos los curitas cerca en este momento”. Gregorio Paz,
sacerdote ermitaño de la diócesis de Concepción.
En el mensaje, el Papa afirmaba: “Jesucristo se asoció al dolor humano con su pasión y su muerte, y quienes, como ustedes, llevan la cruz de Cristo participan con Él en la redención de la humanidad. Sus sufrimientos en este momento histórico, junto con sus oraciones, deben obtener del Señor un gran don, el gran don de la paz y de la fraternidad entre todos los pueblos del mundo”. Y entonces llegó el momento más esperado: el arzobispo de Córdoba, monseñor Carlos Ñanez, solicitó al
Lo que Brochero aprendió En la noche de misa previa a la beatificación del padre José Gabriel, el cardenal Estanislao Karlic, cordobés como Brochero, eligió hacer una semblanza del Cura Gaucho desde lo que aprendió, más que de lo que enseñó. “La sierra le enseñó a subir a Dios. Los caminos le enseñaron a buscar a Dios en los campesinos, en las familias, en los jóvenes, en los alumnos y en los inmundos. Los ejercicios espirituales lo templaron en la fragua cotidiana de Cristo. Supo que solo lo que es asumido es redimido. El padre Brochero amó tiernamente a la Virgen María y Ella educó su capacidad de pastor para reconocer la santidad de cada hombre”, reseñó el purpurado. “Brochero –añadió– es nuestro como el pan casero. Nació de Dios para nosotros. Pidamos que Jesús nos capacite para ser los continuadores de la tarea extraordinaria que Brochero tuvo, en esta tierra, en este tiempo y en este lugar. Roguemos a Dios para que podamos santificar nuestro tiempo”. Foto Javier Ferreyra
enviado papal la inscripción de José Gabriel del Rosario Brochero en el libro de los beatos. La postuladora de la causa, Silvia Correale, realizó una semblanza de su vida, y el sacerdote jesuita Julio Merediz mencionó su “espiritualidad sacerdotal”. A esto, el cardenal Amato respondió: “Después de haber escuchado el parecer, concedemos que el venerable siervo de Dios, sacerdote, pastor según el corazón de Cristo, sea llamado beato de ahora en adelante y que su fiesta pueda celebrarse cada año el día 16 del mes de marzo, en los lugares y según el modo del Derecho”. Eran las 10.26 de la mañana. En ese momento la multitud estalló en aplausos y gritos de alegría. La gente levantaba banderas, imágenes y hasta un muñeco enorme que representaba al curita. Se descubrió una inmensa imagen con el rostro de Brochero que estaba al lado del escenario, y Nicolás Flores, el niño del milagro, subió al altar a ofrendar la reliquia del cura junto a sus padres, un sacerdote y dos monjas pertenecientes al Colegio de Niñas que el cura construyó. Monseñor Olivera agradeció al Papa por el momento histórico que estaba viviendo la Iglesia argentina. La homilía del cardenal Amato recorrió la vida del beato y lo comparó, así como Juan Pablo II, con el Santo Cura de Ars, patrono de todos los sacerdotes,
por ser un verdadero benefactor de la humanidad, un sacerdote dedicado a las almas, a su bienestar espiritual y su desarrollo social, un verdadero apóstol a los ojos de Cristo. El cardenal italiano destacó las cualidades visionarias de Brochero: el lenguaje sencillo, que llegaba hasta a las almas menos dóciles y a los menos formados; su gran don de comunicador de la Palabra de Dios y su bondad infinita, que aplacaba los corazones más inquietos. Después de observar al pueblo alegre que celebraba, esa multitud que se perdía en el horizonte de las sierras, el cardenal Amato dijo, conmovido, que esta celebración del cura Brochero recién comenzaba: “Ahora viene el tiempo de conocerlo, de admirar su obra y sus palabras, y de rezarle y pedir su intercesión ante el Señor por las causas materiales y espirituales”. Y fijó su día de adoración en el 16 de marzo, fecha de su nacimiento. Luego de la misa, ingresaron al predio los gauchos peregrinos a caballo y comenzó la fiesta popular en la tierra brocheriana. Al día siguiente, el cielo regaló la esperada lluvia en casi toda la provincia de Córdoba. Y todos pensaron en que era otra gracia que el Cura Gaucho había derramado sobre su pueblo querido. · José Gabriel del Rosario Brochero ·
Cardenal Angelo Amato,
prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos.
“Ahora viene el tiempo de conocerlo, de admirar su obra y sus palabras, y de rezarle y pedir su intercesión ante el Señor”.
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TESTIMONIOS
“La obra de Brochero trasciende a lo social. Su tarea fue esencial para construir caminos, acequias, correos y para la educación”. Julio Merediz, sacerdote jesuita.
El pastor y su ejemplo La beatificación de Brochero generó regocijo y orgullo en quienes siguen sus pasos. De la Sota agradeció al Papa. La sorpresa del neurocirujano que operó a Nicolás. Julio Merediz,
sacerdote jesuita y vicepostulador de la causa de canonización del beato José Gabriel del Rosario Brochero. “Brochero es casi un prócer nacional. Es una figura que no está circunscripta a la Iglesia, su obra trasciende a lo social; su tarea fue esencial para la construcción de caminos, acequias, correos, para la educación, para conseguir maestros. Fundó el Colegio de Niñas, en una época de machismo superlativo, porque creía que era la mujer quien realmente transmitía la cultura, las costumbres, la fe. Fue un adelantado a su época. La cultura brocheriana implica un fervor ardiente y misionero, el interés por los más desfavorecidos y la búsqueda del encuentro personal con Dios”. 30
Vicente Montenegro,
neurocirujano que atendió a Nicolás, el niño cuya milagrosa salvación se atribuye a Brochero.
“No soy la persona indicada para hablar de milagro, pero sí estoy convencido de que el paciente tuvo una mejoría asombrosa, que superó las expectativas que tenía. Operé a Nicolás en 2000, pero en 2003, en una de las visitas de los padres, les dije que si eran creyentes y habían hecho alguna promesa, debían cumplirla, porque la recuperación de su hijo era inexplicable”.
José Manuel de la Sota,
gobernador de Córdoba.
“Cada tierra tiene los hombres y santos que se merece. Pucha, qué lindo es que Brochero haya nacido en Córdoba, y más lindo es que nos siga acompañando en la fe y con su ejemplo inquebrantable de lucha para llevar a los pobres educación, trabajo, progreso, felicidad. Demos gracias a nuestro querido papa Francisco, el Papa de los pobres, el Papa de la paz, por conceder la beatificación de nuestro amado Cura Gaucho y que sea el paso inmediato a su santificación”.
· El cura Gaucho ·
Foto Javier Ferreyra
Guillermo Karcher, sacerdote maestro de ceremonias del papa Francisco.
“Brochero no es un cura que se quedó dando misa, sino que, como dijo Bergoglio, tenía ‘olor a oveja’, se metía en medio de la gente, la motivaba para cambiar la realidad que le tocaba vivir. Su tarea fue inmensa porque trajo el agua, el ferrocarril, esta región es lo que es gracias a las iniciativas que él tomaba. Pensaba siempre en grande”.
Carlos Bazara,
sacerdote oriundo de Traslasierra, misionero en la República de Níger, en África Occidental.
“José Gabriel Brochero y Carlos de Foucauld son los dos beatos que viven en el caracú de mi corazón. El testimonio de los santos es importante para mí, porque nos asegura que la propuesta de Jesús es posible: que se puede amar desinteresadamente y dar la vida por los demás. Con el incentivo de nuestro papa Francisco, que quiere una Iglesia pobre junto a los pobres, con la beatificación del tan nuestro cura Brochero, nuestra opción debe ser cada día más sincera y más transparente: dejar nuestro mundo para entrar ‘esencialmente’ en el mundo de los más pobres”.
EL REGALO DEL PAPA
Una campana para Brochero Francisco había enviado una carta para celebrar la beatificación del cura cordobés. Pero sorprendió a todos con un obsequio para la iglesia de Brochero: una sonora campana de bronce.
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no de los rasgos principales del beato José Gabriel Brochero fue el amor infinito por sus hermanos, que se cristalizaba en cada acto de su vida. Y en eso se parecía mucho al papa Francisco, que en pocos meses llevó al Vaticano y al mundo católico un aire de renovación, misericordia y alegría como no se veía desde los tiempos de Juan XXIII, el Papa Bueno. La causa por la beatificación del curita cordobés llevó 45 años pero, como bien expresó monseñor Santiago Olivera, uno de sus promotores en la última década, los tiempos de la Providencia no son los de los hombres. Y tal vez debía ser un papa argentino y jesuita quien inscribiera al padre José Gabriel en el libro de los beatos, si bien el decreto lo había firmado Benedicto XVI en diciembre de 2012. Desde que Francisco es papa, los fieles argentinos se han acostumbrado a las sorpresas, a las alegrías inesperadas, a los gestos inéditos del Sumo Pontífice. Como en la noche de su consagración, cuando llamó por teléfono a los feligreses que se habían reunido en oración frente a la Catedral Metropolitana, en Buenos Aires. O cuando, al día siguiente, fue en persona a cancelar los gastos de su estadía en un hotel vaticano. O las tantas veces que detuvo su camino para saludar, bendecir o compartir un mate con sus fieles. Todos sabían que el Santo Padre había enviado una carta para ser leída en la ceremonia, pero en secreto esperaban más. Y ocurrió. Luego de que el cardenal Angelo Amato leyera la carta del Papa, se pudo ver, en las pantallas gigantes que ladeaban el escenario del predio, un video en el que Francisco mostraba su regalo para el pueblo del beato: una bellísima campana tallada en bronce que será colocada en la iglesia que terminó de construir Brochero en la Villa, con la siguiente inscripción: Recuerdo de la beatificación del cura Brochero “Pastor con olor a oveja” Papa Francisco 14 de septiembre de 2013 En el video se ve a Francisco observando la campana de puro bronce, junto al artista que la creó, al que le comenta quién fue el cura Brochero. Luego se ve el momento en que la bendice y la prueba con un golpecito, para luego escuchar el imponente tañido que de ahora en adelante se oirá en Villa Cura Brochero a la hora de la misa. Francisco mandó un saludo a los argentinos a través de su maestro de ceremonias, el sacerdote argentino Guillermo Karcher: “Dales un cariño muy grande
a todos los serranos, a los cordobeses, a los argentinos, y que sea este un momento privilegiado, de mucha Gracia para todos, para la Patria… Que sientan que yo estoy presente con todo mi sentimiento y mi corazón, y los acompaño”.
Jorge Mario Bergoglio,
papa Francisco.
“Pidamos a Cristo, por intercesión del nuevo beato, que se multipliquen los sacerdotes que, imitando a Brochero, entreguen su vida a la evangelización”.
· José Gabriel del Rosario Brochero ·
BROCHERO, URBI ET ORBI Pero ese no fue el único homenaje del Papa al beato. Al día siguiente de la ceremonia, el domingo 15 de septiembre, el Santo Padre le contó al mundo entero la buena nueva durante el tradicional Angelus dominical. En el único tramo en que habló en castellano, dijo al mundo: “Deseo unirme a la alegría de la Iglesia en Argentina por la beatificación de este pastor ejemplar, que a lomo de mula recorrió infatigablemente los áridos caminos de su parroquia, buscando casa por casa a las personas que le habían sido encomendadas para llevarlas a Dios”. “Pidamos a Cristo, por intercesión del nuevo beato, que se multipliquen los sacerdotes que, imitando al cura Brochero, entreguen su vida al servicio de la evangelización, tanto de rodillas ante el Crucifijo como dando testimonio por todas partes del amor y la misericordia de Dios”, dijo ante los miles de fieles en la plaza San Pedro. 31
“Dios me da la ocupación de buscar mi fin y de orar por los hombres pasados, por los presentes y por los que han de venir hasta el fin del mundo”.
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· El cura Gaucho ·