Fascículo 01
Francisco El Papa Latinoamericano
LA RENUNCIA INESPERADA
Benedicto XVI abrió el camino para el cambio.
UN PAPA DEL FIN DEL MUNDO
Las claves de la elección de Jorge Mario Bergoglio.
VIGILIA EN BUENOS AIRES
La fiesta de la fe en la ciudad natal de Francisco.
Y más… El mendigo profeta y la gaviota premonitoria.
UNA MISIÓN DIFÍCIL
La renuncia de Benedicto XVI El Papa que abrió camino en la Iglesia para la elección de Francisco.
E
l 11 de febrero de este año, el papa Benedicto XVI sorprendió al mundo entero al anunciar su renuncia a la silla de Pedro. Era la primera vez en casi 600 años que un Sumo Pontífice abandonaba su cargo. La decisión abrió una serie de interrogantes nada alentadores: ¿obedecía a un problema de salud? ¿Había sido provocada por las filtraciones de documentos secretos de la Iglesia? ¿Era producto de las luchas internas en el Vaticano por los malos manejos financieros o las denuncias por abuso de menores que afectaban a obispos y sacerdotes de diferentes diócesis del mundo?
“En el mundo de hoy, para gobernar la barca de
Pedro y
San
anunciar el
Evangelio es
necesario el vigor tanto del cuerpo como del espíritu”,
explicó en su carta de
renuncia.
Su papado se centró en levantar el velo sobre los malos manejos financieros en el
Vaticano y los
casos de abuso KO (CC BY 2.0)
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sexual.
· Francisco ·
En el Consistorio, como se conoce la reunión del Consejo de Cardenales, el Santo Padre resumía así los motivos de su renuncia: “Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino”. Los expertos vaticanistas, ajenos a las especulaciones periodísticas, calificaron la decisión del papa como un gesto de enorme coraje y humildad. Pero el papa alemán dejaba claro que no era solo por su agotamiento físico que abandonaba el cargo que ocupaba desde abril de 2005. “En el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de San Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario el vigor tanto del cuerpo como del espíritu; vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí”. Benedicto XVI había sido elegido papa tras la muerte de Juan Pablo II, el carismático pontífice que se ganó la simpatía y el amor de la congregación católica con su incansable tarea pastoral, aunque en lo doctrinario integrara la línea conservadora del Vaticano. En cambio, Joseph Ratzinger había desarrollado su sacerdocio desde los estudios teológicos y la intelectualidad. Es uno de los teólogos más sólidos en la historia moderna de la Iglesia Católica, estudioso de todas las corrientes filosóficas antiguas y modernas, y un intelectual del Vaticano habituado más a la discusión teórica que al trato con los fieles. Como Sumo Pontífice, Benedicto centró su papado en corregir los desvíos en que había incurrido la Iglesia en ámbitos tan disímiles como los oscuros manejos de las finanzas del Vaticano y las denuncias de pedofilia sobre curas y obispos, que ganaban repercusión pública y afectaban la tarea pastoral del clero en Roma y en el mundo. Este rol que adoptó Benedicto XVI no generó entusiasmo ni cercanía entre los fieles católicos. Sin embargo, él no abandonó su misión: dar un fuerte golpe de timón a una Iglesia cuestionada y revivir la aletargada fe de los católicos. Pocos días antes del cónclave que elegiría a su sucesor, Benedicto convocó al cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio a una reunión privada, cuyos detalles no trascendieron. Bergoglio había sido candidato al papado en 2005, cuando resultó elegido Ratzinger, pero había declinado su postulación en pos de la unión de la Iglesia. El desconcierto inicial por la renuncia de Benedicto cobró un valor histórico cuando Bergoglio, ya como el papa Francisco, asomó al balcón en la Plaza San Pedro y anunció que la Iglesia comenzaba una nueva misión: salir en busca de las ovejas alejadas del rebaño, predicar con la palabra y el ejemplo.
EL CÓNCLAVE
“Hermanos, que Dios los perdone” El cónclave, reunión secreta de los cardenales electores de la Iglesia, reunió a 115 de los 117 purpurados entre el 12 y el 13 de marzo de 2013. Hicieron falta cinco votaciones para que 90 de los 115 votantes terminaran dando su apoyo al cardenal Jorge Mario Bergoglio, arzobispo argentino de la diócesis de Buenos Aires. A medida que avanzaban las votaciones y Bergoglio recibía cada vez más votos, su rostro se volvía más sombrío. Cuando llegaron a los 77 votos necesarios para elegir papa, los cardenales comenzaron a aplaudir. “No creo que haya habido un ojo seco en la capilla”, dijo el cardenal Sean O’Malley, de la diócesis de Boston, al recordar la emoción que inundó a los electores. Cuando el cardenal decano le preguntó si aceptaba el papado, Bergoglio respondió: “Soy un pecador, pero como esta dignidad se me ha conferido, acepto”. En la cena posterior a la elección, el ya papa Francisco brindó por los cardenales y les recriminó en broma: “Queridos hermanos, que Dios los perdone por lo que han hecho”.
“No creo que haya habido un ojo seco en la capilla”, dijo el cardenal Sean O’Malley tras la elección de Bergoglio. sabías que...
dato curioso
El cardenal que llegó a pie
El humilde anillo del pescador
Cuando fue convocado al cónclave, el entonces arzobispo Jorge Mario Bergoglio llegó solo al aeropuerto de Fiumicino. Tras saludar a un periodista que había coincidido en el vuelo desde Buenos Aires, tomó el tren hasta la estación Termini y, desde allí, viajó en ómnibus hasta el Vaticano. Fue el único purpurado que llegó a pie hasta la Casa Santa Marta, albergue de los cardenales, donde aún vive.
En línea con la austeridad que lo caracteriza, el papa Francisco no quiso que el Anillo del Pescador que llevará hasta su muerte o renuncia fuera de oro macizo, como marca la tradición. Ordenó que lo forjaran simplemente en plata dorada, con la imagen de San Pedro, las llaves y las redes que caracterizan a esta pieza. El anillo representa la autoridad del sucesor de Pedro, como cabeza de la Iglesia Católica Apostólica Romana. · el papa latinoamericano ·
Etudares (CC BY 2.0)
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HABEMUS PAPAM
Del fin del mundo a Roma Cómo fue la elección que cambió la historia de la Iglesia Católica.
L
a renuncia del papa Benedicto XVI venía precedida del escándalo de los Vatileaks (filtraciones) y la traición de su asistente personal. Por su bajo perfil, el papado de Benedicto no había generado demasiado entusiasmo en los fieles católicos. Sin embargo, sus decisiones más trascendentes prepararon el camino hacia la elección de un nuevo pontífice llamado a liderar los cambios que los católicos del mundo estaban pidiendo a su Iglesia. Determinada la fecha de realización del cónclave, comenzaron las especulaciones. El argentino Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de la ciudad de Buenos Aires, no aparecía entre los favoritos. Las apuestas se dividían entre el cardenal italiano Ángelo Scola y el brasileño Odilo Scherer, de perfil más conservador. Benedicto XVI había tenido dos gestos significativos: lo había nombrado y lo había convocado al Vaticano días antes que a los demás cardenales. Bergoglio se despidió de su gente en la curia diciéndoles: “Recen para que vuelva”. Antes de abrirse el cónclave, los partidarios del argentino procedían de América latina, África y Europa; pero sin demasiadas expectativas debido a que Francisco tiene 76 años de edad. Fue el discurso pronunciado el 7 de marzo en las Congregaciones Generales el que dirigió las miradas de los demás cardenales hacia Bergoglio, sobre todo las de los purpurados norteamericanos. Lejos de referirse a las finanzas vaticanas o a las estrategias para la evangelización, el cardenal argentino llamó a una reflexión sobre el futuro a largo plazo de la Iglesia y sus fracasos más recientes. Advirtió que los líderes de la Iglesia se habían vuelto autorreferenciales e invitó al catolicismo a mirar al mundo puertas afuera del Vaticano.
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“El nuevo papa debe ser un hombre que desde la contemplación y la adoración de Jesucristo ayude a la Iglesia a salir a las periferias existenciales”, dijo entonces Bergoglio. El término “periferias” vislumbraba su interés por llevar la mirada de la Iglesia hacia los más necesitados, los pobres del mundo. Ya elegido, el nuevo Pontífice contó que durante las jornadas del cónclave tuvo a su lado al cardenal brasileño Claudio Humes, exarzobispo de São Paulo, exprefecto de la Congregación para el Clero y, sobre todo, gran amigo de Bergoglio. “Cuando la cosa comenzaba a ponerse peligrosa, me reconfortaba”, confesó el papa. Al conseguir los 77 votos necesarios para elegir al nuevo Pontífice, los cardenales aplaudieron. Fue en ese momento cuando Humes lo abrazó emocionado y le dijo: “No te olvides de los pobres”. De inmediato, a Bergoglio le pasó por la mente la imagen de San Francisco de Asís: “Pensé en Francisco, el hombre de la paz. Y así entró ese nombre en mi corazón: Francisco de Asís. El hombre de los pobres, de la paz, que ama y custodia al Creador. ¡Y en este momento, con el Creador no tenemos una relación tan buena!”, recordó Bergoglio sobre la elección de su nombre. Desde entonces, el papa Francisco ha dejado claro que lo fundamental ahora es “volver a colocar a Cristo en el centro. Sin Él, ni Pedro ni la Iglesia existirían y no tendrían razón de ser”. Jean-Louis Tauran, francés de 67 años quien lucha desde hace tiempo contra el mal de Parkinson, fue el cardenal encargado de anunciar el esperado “Habemus Papam” desde el balcón de la Basílica de San Pedro, en su carácter de “protodiácono”, es decir, el cardenal más antiguo del Colegio Cardenalicio.
· Francisco ·
“Hermanos, hermanas, buenas
noches.
Ustedes saben
que mis hermanos cardenales que han debido escoger al
Obispo de Roma han ido a buscarlo al fin del
mundo”.
PREMONICIÓN
Un cartel profético en la Plaza San Pedro Dos días antes de la elección de Francisco, cuando nada hacía prever el desenlace del cónclave, un mendigo romano recorrió la Plaza San Pedro con un cartel curioso y premonitorio. Solo decía “Francesco I Papa”. La imagen, tomada por un periodista argentino, recorrió el mundo a través de redes sociales. La foto llegó luego a manos del nuevo papa: “Es increíble”, expresó Francisco asombrado.
dato curioso
Apenas minutos antes de que la fumata blanca anunciara que el Cónclave de Cardenales había elegido nuevo papa, una gaviota blanca se posó sobre la chimenea. Permaneció allí un rato y llamó la atención de los fieles reunidos en la plaza. Esa especie de gaviota se llama Larus argentatus por su color blanco plata. Una etimología común a la de Argentina. ¿Coincidencia?
VDP (CC BY 2.0)
La gaviota que lo supo antes
Andrés Nieto Porras (CC BY 2.0)
A las 18:06, hora de Roma, la multitud que llenaba la Plaza San Pedro vieron el humo blanco anunciando que el nuevo papa había sido elegido. A las 19:12, el mundo entero esperaba escuchar el nombre del nuevo líder del catolicismo. La sorpresa fue total cuando Tauran anunció a Jorge Mario Bergoglio como el reemplazante de Benedicto XVI y quien adoptaría el nombre de “Francisco”. La ovación fue inmediata. Antes de salir al Balcón de las Bendiciones, Francisco se retiró unos minutos a rezar a la Capilla Paulina. Con un saludo sencillo, y con una cruz de madera colgada del cuello, en lugar de la tradicional de oro, comenzó a marcar la diferencia. Sus primeras palabras al mundo fueron: “Hermanos, hermanas, buenas noches. Ustedes saben que mis hermanos cardenales que han debido escoger al Obispo de Roma, han ido a buscarlo al fin del mundo”. Luego pidió a todos “hacer una oración por nuestro Obispo Emérito Benedicto XVI. Recemos todos juntos por él, que la Virgen lo custodie”. Y siguió: “Comenzamos este camino juntos, un camino de fraternidad, de amor y de confianza entre nosotros. Recemos siempre unos por los otros, recemos por todo el mundo, para que haya una gran fraternidad”. “Deseo que este camino de Iglesia que hoy comenzamos y en el que me ayudará mi Cardenal Vicario sea fructífero para esta bella ciudad”, expresó Francisco, justo antes de sorprender a los fieles con un pedido muy especial, algo inédito en esas circunstancias: “Quisiera darles la bendición, pero antes pido un favor. Antes de que el Obispo bendiga al pueblo, les ruego que ustedes le pidan a Dios que bendiga a su Obispo. Hagamos en silencio esta oración de ustedes para mí”.
· el papa latinoamericano ·
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VIGILIA EN BUENOS AIRES Mariana Sapriza/GCBA (CC BY 2.0)
El Papa pidió a sus compatriotas que, en lugar de viajar a roma, usaran el dinero para donar ropa y alimentos.
Una noche de oración y alegría Miles de fieles celebraron en Buenos Aires, su ciudad natal, la asunción de Francisco.
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penas se asomó al balcón, los fieles presentes en la Plaza San Pedro y los que seguían la transmisión televisiva fueron entendiendo poco a poco que se abría una nueva etapa en el catolicismo. La que todos esperaban y la que el mundo necesita. En su país, Argentina, se generó un clima de alegría y de renovada fe como hacía tiempo no se veía. Aquellos que lo conocieron en su tarea pastoral, que a su lado caminaron las calles, visitaron las villas de emergencia (así se conocen los barrios más humildes en Argentina) y consolaron a los más necesitados, lograron de pronto una visibilidad inesperada. Y en los rincones más pobres se vivía un clima de fiesta. En la noche anterior a su asunción, se organizó una vigilia en las puertas de la Catedral Metropolitana de Buenos Aires, frente a la céntrica Plaza de Mayo, para seguir la transmisión a través de dos pantallas gigantes. Bergoglio había pedido a todos sus allegados que no viajaran a Roma, que usaran ese dinero del viaje para obras de caridad. Así fue que desde la tarde comenzaron a acercarse personas con bolsas llenas de alimentos y ropa para donar, obedeciendo el pedido del papa y queriendo ser parte del inmenso hecho histórico que tenía a un compatriota como protagonista. Las donaciones realizadas superaron lo esperado y, según la Red Solidaria Hambre Cero, se recaudó “lo suficiente para abastecer durante cuatro meses” a cuatro villas de emergencia de la capital argen-
tina. Las mismas que recorría el cardenal como parte de su irrenunciable misión pastoral en Buenos Aires. Decenas de móviles de televisión y periodistas locales y extranjeros cubrieron la vigilia frente a la Catedral desde temprano, mientras los fieles se iban reuniendo. Al anochecer, ya había unas 40.000 personas en la histórica plaza, dispuestas a pasar la noche orando y escuchando a los artistas que se acercaron a participar de la vigilia: primero, la banda del Padre César y Los Pecadores, liderada por un sacerdote amigo del Pontífice, junto al Coro de la Congregación María Auxiliadora. Y luego, el célebre cantante pop Axel, que conmovió a los asistentes con sentidas canciones que hablaban de esperanza, de fe, y de amor al prójimo y a Dios. Curas y monjas iban y venían organizando la vigilia y distribuyendo un mensaje del arzobispado que convocaba a celebrar la asunción de Francisco como si se tratara de un festejo en familia. En el escenario, se escuchó, entre risas: “¿Quién iba a imaginar que las monjas terminaríamos organizando un recital de rock?”. “Nuestro papa nos llama a poner de lado nuestras diferencias y a celebrar como hermanos en Jesucristo”, era la consigna. El Secretario de Prensa del arzobispado de Buenos Aires, Federico Walts, a cargo del reparto de cobijas y agua caliente para el mate, esa infusión que tanto aprecia el Santo Padre, contaba con alegría: “Vino mucha más gente que la que esperábamos. ¿Quién dijo que la espiritualidad pasó de moda en Argentina?”.
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· Francisco ·
“es lindo rezar porque es mirar al cielo y saber que tenemos un
padre bueno, que es dios”, les
dijo francisco a los fieles porteños.
Consejo del Papa
“Caminemos juntos todos, cuidémonos los unos a los otros, no se hagan daño. Cuídense la vida. Cuiden a la familia. Cuiden a la naturaleza, a los niños, a los viejos”.
El encuentro con Cristina Kirchner
Una voz en el teléfono El clima era de fiesta y fraternidad, pero el gran regalo a los devotos llegó a las 3:30 de la madrugada, hora local, antes de iniciarse la ceremonia de asunción. Sorpresivamente, de las columnas de sonido del escenario se escuchó la voz del papa Francisco, en vivo y en directo. Había llamado por teléfono al arzobispado para hablar con su pueblo. Entre lágrimas y entusiasmo, los fieles escucharon el mensaje y recibieron su bendición. Con su voz calma y paternal, Francisco les pidió a los argentinos allí reunidos: “Cuiden a los más desprotegidos y oren por mí, que lo necesito mucho”. “Gracias por haberse reunido a rezar y por sus oraciones –continuó el nuevo papa–. Es lindo rezar porque es mirar al cielo y saber que tenemos un Padre bueno, que es Dios”. Y concluyó su llamado con una sentida exhortación: “Les quiero pedir un favor. Que caminemos juntos todos, cuidémonos los unos a los otros, no se hagan daño. Cuídense la vida. Cuiden a la familia. Cuiden a la naturaleza, a los niños, a los viejos. Que no haya odio, que no haya pelea. Dejen de lado la envidia. Dialoguen. Acérquense a Dios, que es bueno y siempre perdona. No le tengan miedo; es Padre, acérquense a Él. Que la Virgen los bendiga. Que Ella, como Madre, los cuide. Y por favor, no se olviden de este obispo, que está lejos pero los quiere mucho. Recen por mí”.
De la frialdad a una conmovedora alegría
Casa Rosada (CC BY 2.0)
Por años, la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, mantuvo una relación fría y distante con el arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio. Apenas fue elegido papa, la mandataria envió un escueto mensaje formal, que dio a conocer vía Twitter, en el que apenas saludaba la elección del nuevo Sumo Pontífice. Con el paso de los días, sin embargo, esa frialdad mutó en una conmovedora alegría surgida de la ola de renovada fe que sacudía a toda América latina. En un acto público, la presidenta afirmó: “Hoy es un día histórico, por primera vez en la historia, en los 2.000 años de la Iglesia, va a haber un papa que pertenece a Latinoamérica. Y le deseamos de corazón a Francisco que pueda lograr mayor grado de confraternidad entre los pueblos, entre las religiones”. En un gesto de amor y deferencia por su patria, el papa Francisco decidió que su primera audiencia privada fuera con la presidenta Fernández de Kirchner. La mandataria le llevó de regalo un mate, con bombilla y termo, para que pudiera seguir tomando la bebida tradicional argentina.
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“Cómo me gustaría una Iglesia pobre para los pobres”.
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