Muestra cura brochero (dad) n1

Page 1

El hombre

La vida del sacerdote José Gabriel del Rosario Brochero. Misión pastoral

Un huracán evangelizador en Traslasierra.

Sus primeros años

El profundo compromiso con los que más sufren.

Además…

“Ya estoy listo para el viaje”. Latinoamérica, tierra de Dios.


EVANGELIZACIÓN Y COMPROMISO

El camino del Cura Gaucho La Iglesia católica tiene en América Latina una rica historia de encuentro con los pueblos sufrientes, aborígenes y criollos. El caso del Cura Brochero es un ejemplo que ha merecido su consagración como beato, es decir, el paso previo al de la santidad.

L

a historia del cristianismo en América Latina es relativamente corta pero intensa, al punto de ser este el continente con más católicos en el mundo. A pesar de los choques culturales entre los europeos y los pueblos originarios durante la Conquista, fueron los hombres de fe quienes buscaron la forma de acercarse a estos pueblos e integrarlos al Nuevo Mundo. Testimonio de ello son las grandes obras esparcidas por todo el continente por congregaciones de espíritu misionero, como los jesuitas, los franciscanos o los dominicos. En esa historia ha habido hombres y mujeres que dieron su vida por acompañar a los pobres, a los marginados y a los enfermos, por lograr el progreso de los pueblos y por estimular el desarrollo justo de una tierra joven, pero rica en naturaleza y en cultura. Y cada región los venera tras su muerte. La Iglesia católica reconoce esa devoción mediante la beatificación cuando las virtudes de una persona ejemplar son certificadas por el Santo Padre. La palabra beato significa ‘feliz’, ‘bienaventurado’, porque esa persona ya está en el Paraíso y es el tercer paso en el camino de la canonización, después de siervo de Dios y venerable. Pero requiere, además, un milagro obtenido por su intercesión y ser verificado después de su muerte por una comisión de expertos conformada por el Vaticano. Los beatos son proclamados por los obispos en sus diócesis respectivas y en una ceremonia local. El 20 de diciembre de 2012 el papa Benedicto firmó el decreto para la beatificación del sacerdote José Gabriel del Rosario Brochero, tras confirmar el milagro cuya historia comenzó en 2002. En cuanto se supo la esperada noticia, en Villa Cura Brochero, Traslasierra, sonaron las campanas anunciando la buena nueva y el pueblo salió a celebrar. También hubo festejos en Villa Santa Rosa, Río Primero, donde nació el llamado “Cura Gaucho” en 1840. Y la ceremonia de beatificación se concretó en ese pueblo el 14 de septiembre bajo el papado de Francisco, para alegría ya no solo de los cordobeses, sino de toda la Argentina. La fiesta comenzó antes del amanecer, con música, oración y la presencia de peregrinos y fieles seguidores del Cura Brochero. Muchos peregrinos llegaron al pueblo a caballo. Los protagonistas del milagro y sus testigos, alrededor de cien personas, fueron participantes centrales de esta fiesta.

2

Monseñor Carlos Ñáñez,

obispo del Seminario Mayor de Córdoba.

“De la pasión de Brochero por el Evangelio brotaba también su pasión por sus hermanos y su lucha por brindarles condiciones para una vida digna”.

Pero ¿quién fue ese sacerdote que despierta tanta devoción en sus seguidores? El obispo del Seminario Mayor de Córdoba, monseñor Carlos Ñáñez, lo describió así: “Un sacerdote que vivió una verdadera pasión por el Evangelio que testimonió y transmitió, en medio de una considerable transformación cultural en nuestro país después de los acontecimientos de la organización nacional. Sin ingenuidad, pero también sin ceder a lamentos o enfrentamientos estériles, se dedicó con empeño y con espíritu constructivo a la maravillosa tarea de la evangelización. De su pasión por el Evangelio brotaba · El cura Gaucho ·

también su pasión por sus hermanos y su lucha por brindarles condiciones para una vida digna. Por eso trabajó incansablemente por levantar templos o capillas, la casa de ejercicios espirituales en la Villa del Tránsito, escuelas y otras obras que aseguraran a todos una existencia que mereciera el título de humana y cristiana”. A lo largo de esta colección conoceremos la vida, la obra y la personalidad del hombre que generó tanto amor en quienes lo conocieron, y el milagro que llevó la devoción de sus fieles desde su pequeño pueblo cordobés hasta el corazón del Vaticano.


SUS PRIMEROS AÑOS

Nacido para hacer y creer Desde joven, José Gabriel del Rosario Brochero demostró su compromiso con los que sufren. Hijo de un humilde tropero, forjó su temple en los pueblos del oeste de Córdoba, tierra que supo resistir al invasor español y al opresor unitario.

J

osé Gabriel del Rosario Brochero, el Cura Gaucho, fue el cuarto de diez hermanos, hijo de Ignacio y Petrona Dávila. Nació el 16 de marzo de 1840 en Villa Santa Rosa, cabecera del departamento Río Primero, al noreste de la capital cordobesa. Su vida previa al sacerdocio se desarrolló en un entorno humilde y rural, en teoría poco propicio para la formación académica y religiosa, pero que sirvió de plataforma para que la fe de Brochero en la Palabra de Dios se derramara en otros miles de humildes hombres de campo, con piedad y, también, mano firme. Quizá se pueda encontrar en su nombre la clave de una vida dedicada a Dios: lo bautizaron José, como el hombre santo que crió a Jesús como su hijo; Gabriel, como uno de los tres poderosos arcángeles de Dios, quien anunció a María la llegada de Jesús, y Del Rosario, el nombre que condensa las oraciones de la fe católica. Hijo de un tropero dedicado al transporte de mercadería, Brochero comenzó su formación a los ocho años con el cura del pueblo, José Gregorio Ardiles. En 1856, a los 16 años, ingresó al Seminario de Nuestra Señora de Loreto. Así lo describe Jorge Torres Roggero en su libro El Cura Brochero y su tiempo: cultura popular, santidad, política (Babel Editorial, 2012): “Él no era de familia pudiente. No se había educado en la ciudad. Sus primeras letras adolecían de las carencias de los paisanos del interior. Pero tenía la firme voluntad de emerger desde el humilde común de Villa Santa Rosa. Con esfuerzo y sacrificio de toda la familia, había sido destinado a dilatar el campo de sus conocimientos y de sus aspiraciones. Su traje denunciaba su pobreza digna”. En 1858 concurrió a la Universidad Nacional Mayor de San Carlos, donde fue compañero y amigo de quien luego fue presidente de la Nación, Miguel Juárez Celman. Allí se formó en Teología y Filosofía, y se empapó de la doctrina liberal que regía por aquellos tiempos las cátedras de esa ya prestigiosa casa de altos estudios. A los 26 años de edad, fue ordenado sacerdote por el obispo José Vicente Ramírez de Arellano. Pronto demostró su inclinación hacia la tarea pastoral con los más sufrientes: apenas ordenado, colaboró en el socorro de enfermos y moribundos, víctimas de la epidemia de cólera que azotó la ciudad de Córdoba en 1867. En 1869 se hizo cargo del Curato de San Alberto, en el valle de Traslasierra. Vivió en la localidad de Villa del Tránsito, hoy Cura Brochero. Pese a haber sido un sacerdote diocesano, es decir, que no pertenecía a orden ni congregación religiosa, Brochero adoptó la práctica de

Ingreso a la localidad cordobesa donde nació el Cura Brochero.

Quizá se pueda encontrar en su nombre la clave de una vida dedicada a Dios. José, por el padre de Jesús. Gabriel, por el arcángel de la Anunciación. Del Rosario, síntesis de la oración cristiana.

· José Gabriel del Rosario Brochero ·

los Ejercicios Espirituales creados por San Ignacio de Loyola, fundador de la orden de la Compañía de Jesús, los jesuitas. Un punto en común con el jesuita contemporáneo más conocido: el actual papa Francisco. Los Ejercicios Espirituales consisten en la práctica de un retiro estricto, de pocos días, dedicado en profundidad al silencio, la reflexión y la oración. Así forjó su espíritu en la contemplación del Cristo crucificado, el ejemplo más poderoso de la entrega y el sacrificio en nombre de Dios. Brochero, oriundo de Santa Rosa de Río Primero, creció en una región acostumbrada a la resistencia frente al opresor: la Corona española, primero; los sangrientos unitarios del general José María Paz, después. Desde los tiempos de las montoneras federales que asediaban a los militares comandados por Paz, los pueblos del oeste cordobés se habituaron a luchar contra la indignidad de los poderosos, la explotación de los humildes en beneficio de los cómplices del poder de turno. Su pertenencia a esas tierras insurrectas marcó a fuego el espíritu del Cura Gaucho y lo llevó a entregar su vida y su prédica a la protección y la evangelización de los pobres y desposeídos. 3


VOCACIÓN Y SACERDOCIO

El cura de los descastados Desde que se ordenó sacerdote en 1866, Brochero dirigió su tarea pastoral hacia los más necesitados. Evangelizó entre enfermos, alcohólicos, violentos, ladrones y analfabetos, siguiendo el ejemplo de Jesús. Y lo hizo con alegría y amabilidad, lo que le valió el fervor de sus fieles.

E

l arrebato evangelizador de José Gabriel del Rosario Brochero comenzó a tomar forma el 4 de noviembre de 1866, cuando fue ordenado sacerdote. El 10 de diciembre, festividad de Nuestra Señora de Loreto, presidía su primera misa en la capilla del seminario homónimo, donde se formó. Inició su vida pastoral en la Catedral de Córdoba, donde dio muestras de su férreo compromiso con los sufrientes, auxiliando a las víctimas de la epidemia de cólera que azotó la ciudad. Entre su primera homilía allí y su primer destino oficial como cura, pasaron tres años, durante los cuales fue prefecto del seminario y se recibió de Maestro en Filosofía en la Universidad Mayor de San Carlos. En noviembre de 1869 el obispo de Córdoba lo destinó a Traslasierra para que se hiciera cargo del Curato de San Alberto, como párroco de Villa del Tránsito, un poblado alejado en el oeste cordobés. Un rasgo distintivo de su estilo pastoral, que no lo abandonaría en toda su vida sacerdotal, era la alegría y paz que transmitía a los demás. Si bien tenía una personalidad firme, en Brochero sobresalía la mansedumbre de su carácter. Encaró su ministerio con alegría, afabilidad humana y simpatía, sin violencias ni durezas. Tenía una gran capacidad para crear un clima de fraternidad, y lograba que tanto las ceremonias religiosas (fiestas patronales, casamientos, bautismos y velorios) como los encuentros informales (visitas a familias, paseos con la gente, trabajos en caminos) se convirtieran en ocasiones favorables para anunciar el Evangelio de Jesucristo. El territorio asignado a Brochero para su misión pastoral era vasto, con pobladores analfabetos, altos índices de violencia y alcoholismo, y un estado de abandono moral y espiritual que espantaba. Sin embargo, el cura no se amedrentó e hizo carne el mandato de Jesús: “Yo los envío, vayan, no teman, anuncien el Reino”. En su acción pastoral infundía de manera equilibrada la exigencia radical necesaria para el seguimiento de Jesús, junto con la suavidad del pastor que invita, persuade, exhorta, anima. Un notorio ejemplo de su revolución evangelizadora nace de su decisión de fundar una Casa de Ejercicios Espirituales en Villa del Tránsito, similar a la que existía en Córdoba capital, de neta inspiración jesuita, a la que lograría llevar a miles de fieles para realizar retiros y forjar en ellos la fe cristiana. “Como sacerdote, les enseñó a sus fieles a amar a Dios sobre todas las cosas, pero también entendía que para llegar a Dios debían comenzar por respetarse a sí mismos. Más de setenta mil paisanos, en tandas de a cien y de a doscientos, llevó a la casa de ejercicios. Y, si bien ocho días de meditación y penitencia no parecen muchos, fueron los suficientes para ir mejorando aquel elemento rudo, recio y bravío, aunque en el fondo de sus sentimientos: leal, noble y generoso…; condiciones innatas de las criaturas que puso Dios en las montañas”, relata el historiador y folclorista Carlos Di Fulvio, en su monumental obra Cantata Brocheriana. Informes de esa época de la Compañía de Jesús, orden fundada 4

El territorio asignado a Brochero era vasto, con pobladores analfabetos, altos índices de violencia y alcoholismo, y un estado de abandono moral y espiritual que espantaba.

· El cura Gaucho ·

por Ignacio de Loyola, creador de los Ejercicios Espirituales, revelan la sorpresa con que el Superiorato Jesuita tomó los resultados de la acción evangelizadora de Brochero. Esos documentos relatan que no solo los pobladores locales cedían ante el convite del Cura Gaucho para encontrarse con Dios en esos retiros, también lo hacía gente desde La Rioja y San Luis, que llegaba a viajar entre tres y cinco días para realizar los ejercicios ignacianos con la guía de Brochero. Una clave de la prédica del cura cordobés es que prefería hablar en un lenguaje llano, sin florituras ni excesos intelectuales, para que la gente entendiera la Palabra de Dios, cualquiera fuera su educación. El padre Antonio Aznar relata una anécdota del padre Campos cuando predicó por primera vez los Ejercicios Espirituales en la casa de retiro de Villa del Tránsito, que dirigía Brochero: “Con el lenguaje que suelen usar los misioneros, el padre Campos incitaba a los fieles a que contemplaran a Jesucristo crucificado: ‘Acércate a esa cruz y contempla cómo está lastimado Jesús, pagando por tus pecados…’. Tras oírlo, Brochero se levanta del reclinatorio donde estaba en meditación, aparta al misionero y le dice: ‘Padre, mis paisanos no le entienden si así les habla. Permítame a mí la otra parte’. Se hinca ante el Cristo y exclama: ‘Mira, hijo, lo jodido que está Jesucristo, saltados los dientes y chorreando sangre. Mira la cabeza rajada y con llagas y espinas. [Es] Por ti, que sacas las ovejas del vecino… Por ti tiene jodidos y rotos los labios, tú que maldices cuando te chupas. Por ti, que atropellas a la mujer del amigo. Mira qué jodido lo has dejado en los pies con los clavos, tú que perjuras y odias…’”.


Carlos Di Fulvio,

folclorista e historiador.

“Como sacerdote, les enseñó a sus fieles a amar a Dios sobre todas las cosas, pero también entendía que para llegar a Dios debían comenzar por respetarse a sí mismos”.

En busca de los “condenaus” ¿Cómo lograba el cura Brochero atraer a aquellos que se habían alejado de la fe cristiana? Él mismo le relató el secreto de su éxito, con simpatía y desparpajo, al presbítero Bartolomé Ayrolo en 1897: “Preguntaba yo cuál era el hombre más condenau, más borracho y ladrón de la comarca. Enseguida le escribía una cartita diciéndole que pensaba pasar dos días en su casa, decir misa, predicar y confesar. Y que por tanto avisase a sus amigos, de esa forma yo sabía que esa gente me iba a escuchar, porque si iba a una casa buena, esos pícaros no se iban a acercar. ”Ahí nomás les decía que me había costiau para hacerles bien. Y que quería enseñarles el modo de salvarse, y que todos estaban condenaus y que bien podían ver ellos que yo no tenía ningún interés, porque ¿qué podía importárseme a mí que se los llevasen todos los diablos, si no fuera por Jesucristo? ”Y aquí sacaba el Santo Cristo. ”Ahijuna, y se me echaban a llorar, que no sé cómo Dios me ponía esas cosas en el pico. Y yo les decía: ‘Bueno, este sermón no vale nada. Mañana va a ser lo bueno. Avisen a todas sus relaciones’. Y ahí nomás empezaba a confesar. Un día que di la Comunión a mucha de esa gente, se me acerca una mujer y me dice: ‘Padre, fulano hace una hora que ha comulgau y ya está mamau como una cabra’. Ahijuna, dije yo, busqué al gaucho y le dije: ‘Pero hombre, ¿cómo ha sido eso?’. ‘Ah, Padre —me contestó—, hacía veinte años que no comulgaba y de puro gusto me he mamau’”.

· José Gabriel del Rosario Brochero ·

5


SUS ÚLTIMOS AÑOS

La voluntad de Dios

Aunque Brochero es recordado por las obras que dejó su tarea pastoral en Córdoba, su mayor logro es su propia vida. Un ejemplo para las nuevas generaciones de sacerdotes fue el hecho de que entregó su vida para llevar el Evangelio a cualquiera que lo necesitara.

C

omo buen pastor, José Gabriel Brochero siempre cuidó de su rebaño. Eso no solo significó darle alimento espiritual a través de la Palabra de Dios, sino también obras concretas para dar dignidad y esperanza a los fieles de su grey. Hay documentadas al menos una treintena de obras realizadas, impulsadas o pergeñadas por el Cura Brochero, que van desde tareas de infraestructura hasta la construcción de iglesias y escuelas, o desde la instalación de un telégrafo hasta la implantación de peces para proveer alimento a la población (estos temas serán desarrollados en próximos fascículos). Fue un precursor: trabajó para que los habitantes de esta tierra se transformaran en ciudadanos. No discriminó a nadie, se entregó a cada uno con el mismo ardor. A todos llamaba y sentía como verdaderos amigos, a todos miraba con amor. Como Jesús, pasó haciendo el bien. Sin embargo, tratándose de un devoto que llevó el Evangelio encarnado en su cuerpo, quizá la mejor obra de Brochero haya sido su propia vida, como ejemplo que dio a generaciones de sacerdotes que forjaron su vocación y su tarea pastoral mirando y admirando aquella realizada por el Cura Gaucho. “El sacerdote que no tiene mucha lástima de los pecadores es medio sacerdote. Estos trapos benditos que llevo encima no son los que me hacen sacerdote. Si no llevo en mi pecho la caridad, ni a cristiano llego”, decía. Habló del mismo modo a los humildes y a los poderosos. A unos les llevó la salvación a través de la fe en Jesús y en María. A otros les llevó ideas y proyectos para que lo ayudaran a hacerlos realidad. Cuando dirigía los Ejercicios Espirituales en la casa de retiro de Villa del Tránsito, Brochero acostumbraba despedir a los ejercitantes con un asado con cuero y un sermoncito: “Bueno; vayan nomás, y guárdense de ofender a Dios volviendo a las andadas. Ya el cura ha hecho lo que estaba de su parte para que se salven, si quieren. Pero si alguno se empeña en condenarse, que se lo lleven mil diablos…”. En esa despedida había amor, pero a la vez advertencia; cercanía y a la vez autoridad. Así era Brochero. Movido por su amor a la Palabra de Dios, predicó a todo aquel que lo necesitara. De allí que terminara contagiándose lepra, enfermedad que le minaría las fuerzas hasta costarle la vida. Como si se tratara de una reedición de los padecimientos de Job, a quien Dios entregó a Satanás para que probara su fe, Brochero jamás renegó de su destino. “El Señor me dio la salud, Él me la quita; bendita sea su santa voluntad. Debemos estar siempre conformes con sus designios”, repetía a quienes le reprochaban que se hubiera jugado la vida por evangelizar. Cuando ya estaba leproso y ciego, procuraba que todos los días alguien le leyera el Santo Evangelio. Según el testimonio de la hermana 6

“El sacerdote que no tiene mucha lástima de los pecadores es medio sacerdote. Si no llevo en mi pecho la caridad, ni a cristiano llego”. Cura Brochero.

Lucía: “A partir de 1912, siendo yo religiosa, lo traté con más asiduidad hasta su muerte: le leía el Evangelio y escuchaba comentarios que él hacía a propósito de la lectura, y daba la impresión de que lo vivía (...). Preparaba asiduamente la predicación de cada domingo, incluso cuando estaba ciego se hacía leer el Evangelio con alguna hermana, muchas veces yo misma le leía. Cuando terminaba la lectura, me agradecía diciéndome: ‘Muchas gracias, hermana Lucía, ya tengo pasto para rumiar todo el día’”. En sus últimos días, cuando apenas le quedaban fuerzas para ordenar sus ideas y escribirlas, le envió una carta a su amigo y compañero de seminario Juan Martín Yáñiz, por entonces obispo de Santiago del Estero. Tras relatarle los pormenores de su decadencia física –daba misa de memoria porque no podía leer el Evangelio y le costaba dar la Comunión porque no sentía la hostia en sus manos–, concluía así: “Es un grandísimo favor el que me ha hecho Dios, Nuestro Señor, en desocuparme por completo de la vida activa y dejarme con la vida pasiva. Quiero decir que Dios me da la ocupación de buscar mi fin y de orar por los hombres pasados, por los presentes y por los que han de venir hasta el fin del mundo”. · El cura Gaucho ·


ADIÓS AL PASTOR

Santuario gaucho La Iglesia Nuestra Señora del Tránsito está situada frente a la Plaza Centenario de Villa Cura Brochero. Comenzó a construirse en 1894 y está dedicada a la Virgen del Tránsito. Allí descansan los restos del Cura Gaucho, en un santuario ubicado en el pasillo lateral izquierdo, lindante con la casa de ejercicios espirituales construida por él. La iglesia está unida al Museo Brocheriano y al convento por pasillos internos. Su piedra fundamental fue colocada por el propio Brochero, en 1899. Cada enero se celebra la “Semana Brocheriana”, que termina el día 26, fecha de la muerte de Brochero. En esos días llegan a la Villa gran cantidad de fieles de todo el país a visitar su tumba, orar y hacer el circuito emblemático de su obra. Hay celebraciones religiosas, culturales y musicales. También se acercan peregrinos a caballo, cruzando las Altas Cumbres en memoria de los largos recorridos a lomo de mula que el cura hacía a diario para asistir a los vecinos y buscar medios económicos en la capital provincial para continuar las obras en el pueblo.

“Estoy listo para el viaje” Un día de enero de 1914, la vida del Cura Brochero se apagó. Ciego y leproso, abandonó su cuerpo para comenzar a habitar en los corazones de sus fieles. Hoy, su sepulcro es visitado por peregrinos de todo el país.

“A

hora, puestos los aparejos, estoy ya listo para el viaje. Lo restante queda a la misericordia de Jesucristo. Sé que el demonio me tenía escritos unos recibos de deudas. Pero con esto Jesucristo le ha rasgado los papeles; y nadie cobra de palabra”. Tan singulares como su vida, así fueron las palabras de despedida del curita Brochero quien, después de confesarse y recibir el Santo Viático, pasó tres días rezando el Rosario y comulgando, hasta fallecer el 26 de enero de 1914. Debido a la lepra que lo aquejaba, había renunciado al curato y retornado a su pueblo natal para vivir al cuidado de sus hermanas. Fiel a su vida de entrega, y respondiendo al pedido de sus feligreses, volvió a su casa de Villa del Tránsito, donde murió. Desde 1938 y a lo largo de treinta años, el padre jesuita Antonio Aznar se dedicó a misionar en el Valle de Traslasierra y a dar ejercicios espirituales ignacianos en la casa fundada por Brochero y dirigida por las hermanas del Corazón de Jesús. Tanto el libro que escribió Aznar, El Cura Brochero. Vida heroica y santa (1964), como otros escritos sobre él fueron de suma importancia en el proceso de canonización del sacerdote cordobés. Cuenta Aznar que en sus últimos momentos Brochero era asistido por

“Sé que el demonio me tenía escritos unos recibos de deudas. Pero con esto Jesucristo le ha rasgado los papeles; y nadie cobra de palabra”. Cura Brochero.

don Pío Angulo y el doctor Teófilo Meana, y a ambos “les quedó grabada en su espíritu aquella fe viva y tierna del cura que, cegado en sus ojos de carne y teniendo en sus manos el santo Cristo, parecía contemplarlo”. Los dos quedaron profundamente conmovidos por la humildad sencilla y llana del sacerdote. El sacerdote jesuita relata que Brochero “murió leproso, cieguito, pobre, viviendo de caridad y vestido apenas con la sola sotana”. Preparado con amor y devoción por una ancianita serrana, doña Rafa, su cadáver fue enterrado en la capilla de la Casa de Retiros que él mismo había fundado, en Villa del Tránsito. Hoy, sus restos descansan en una urna ubicada en la pared que une la Casa de Retiros con la parroquia de la Villa, y pueden ser venerados por los fieles desde ambos sitios. Es lugar de peregrinación constante de fieles de todo el país, que van a que les alcance su gracia en las más diversas circunstancias. Pocos días después de su muerte, el diario católico de Córdoba publicó: “Es sabido que el Cura Brochero contrajo la enfermedad que lo ha llevado a la tumba porque visitaba largo y hasta abrazaba a un leproso abandonado por ahí”.

· José Gabriel del Rosario Brochero ·

7


“Dios es como los piojos: está en todas partes, pero prefiere a los pobres”.

8

· El cura Gaucho ·


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.