Enigmas y Misterios 4

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LOS RESTOS DEL

ARCA DE NOÉ

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a Biblia, en el libro del Génesis (capítulos 6 al 9) nos narra la extraordinaria historia del diluvio universal y el arca que fue construida para salvar la raza humana y preservar la creación. Pero, ¿tenemos vestigios de que realmente el arca existió? Cuando Dios observó la violencia, la maldad y, en definitiva, los pecados del género humano, decidió borrarlo de la faz de la tierra, acabar con todo. Y lo haría provocando un gran diluvio cuyas aguas arrasarían la superficie del planeta. No obstante, reconoció a un hombre bueno, a un hombre justo: Noé. Él sería el elegido para preservar la dinastía del hombre. El creador avisó a Noé de lo que iba a ocurrir, y le dio instrucciones detalladas de qué debía hacer para salvarse él, su esposa y también a sus hijos Sem, Cam y Jafet (así como sus respectivas mujeres). Su misión era construir un arca en la que, además de su familia, introduciría siete parejas de cada uno de los animales

3 En 1959 un piloto aéreo turco tomó unas fotografías del monte, en las que parecía vislubrarse los restos de un barco.

puros y una pareja de los impuros. Con suficiente alimento para todos. Las indicaciones fueron precisas: Un barco con forma de casa y un tejado a dos aguas. Multitud de estancias. 300 codos de eslora, 50 codos de manga y 30 codos de puntal. Las medidas aunque, desde todo punto, insuficientes para la diversidad animal del planeta, sí son adecuadas para la navegabilidad y los rigores de las aguas bravas. Según las escrituras, llovió durante 40 días y 40 noches. Después, las aguas fueron descendiendo en su nivel, y el arca fue a asentarse sobre el monte Ararat. El monte Ararat se halla en la actual Tur-

quía, y tiene 5.165 metros. En 1959 un piloto aéreo turco tomó unas fotografías del monte, en las que parecía vislumbrarse los restos de un barco, algo que corroboraron expertos como el experto estadounidense en fotogrametría Brandenburger, posteriormente. Sus dimensiones coincidían, además, con las medidas del arca descritas en la Biblia. También el explorador francés Ferdinand Navarra visitó el monte en varias ocasiones, en los años 50, llegando a encontrar un gran madero tallado, que debió pertenecer a una enorme estructura más compleja. Llevó los restos a Francia para ser estudiados.

Estas son algunas de las exploraciones que hicieron soñar al hombre moderno con la demostración fehaciente de las palabras del Génesis. Se han sucedido, a lo largo de los años, diversas expediciones, la mayoría de ellas fracasadas. En otras, no se obtuvieron resultados concluyentes. No podemos todavía afirmar ni negar la realidad del arca. Es cierto que existe una anomalía en el monte Ararat, que todavía no ha podido ser demostrada, confirmada, ni desmentida. No obstante, si el descubrimiento de una milenaria arca de madera en dicho monte se produjese, lo que conseguiríamos no sería una respuesta a una pregunta sino, probablemente, cientos de preguntas sin respuesta. OTROS REGISTROS En 1916, Vladimir Rosskowizky, un explorador ruso, aseguró haber hallado a una altitud de 4,000 metros sobre el nivel del mar, en el monte Ararat, una embarcación semienterrada bajo el hielo. Después de la Segunda Guerra Mundial, muchos escaladores o exploradores han señalado haber visto o hallado fragmentos del arca en las inmediaciones de la cima del monte Ararat, amén de varios documentales bastante serios acerca del tema que incluyen rastreos satelita-

les. Las exploraciones han sido limitadas ya que la situación geopolítica de la zona (en especial durante la Guerra Fría) ha impedido la autorización de ascensos por los países que han convergido limítrofemente con la zona del Ararat: Armenia, Irán, Turquía y la ex-U.R.S.S.). En 1965, un aviador turco fotografió lo que él creía se trataba de la huella de una embarcación entre unos campos de hielo en Ararat. Posteriormente se conocería como la anomalía del Ararat. Esta anomalía es una formación geológica inusual que semeja haber sido depositaria del arca, ya que presenta la forma de un navío en forma de hoja, muy similar a

la caricatura popular del arca con forma de barco, y cuyas medidas son bastante parecidas a las descritas en la Biblia. Esta anomalía geológica hallada a 4,600 m de altura en el sector iraní fue identificada, a su vez, en 1974 por satélites. El más reciente, ocurrido en 2010, fue de parte de unos investigadores chinos y turcos que aseguraron, en un 99%, de haber hallado una importante porción del navío. Dichos hallazgos incluían una sección compartimentada de madera datada mediante el método de carbono 14 en 4.800 años y que podría haber albergado animales, ya que parecía un pesebre.


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¿DE QUÉ COLOR SON LOS OVNIS? Ello equivaldría a afirmar que el cambio de tonalidad no es más que otro de los muchos efectos electromagnéticos que los Ovnis producen.

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urante los últimas seis décadas, es decir a partir de la gran oleada de Ovnis que fue avistada por el piloto Kenneth Arnold en 1947 hasta la fecha, muchas cosas se han dicho sobre los Ovnis. Se han escrito millones de artículos y se han publicado miles de libros con grandes tiradas sobre el fenómeno OVNI. DE LOS OVNIS SE HA DICHO TODO Basta decir que miles de testigos han visto a los Ovnis en todos los cielos del mun-

do y han sido fotografiados en el aire o en la tierra. También existen evidencias de que Ovnis han acompañado a los aviones comerciales y existen evidencias de que han sido perseguidos por los cazas militares de la mayoría de las naciones. Por lo tanto su realidad y su existencia ya no deberían ser discutidas, pero dado a sus extravagancias y escurridizo proceder de los Ovnis y sus tripulantes, la duda nos sigue atormentando y esa duda desaparecerá cuando realmente se contacten con nosotros.

Pues bien, según las evidencias que existen, los Ovnis tienen forma discoidal, cilíndrica, triangular, de forma de plato, de esfera y hasta de puro, pero ¿de qué color son estos objetos? GRAN DIVERSIDAD DE COLORES Hay que afirmar que el fenómeno OVNI a decir de los testimonios aporta a los investigadores una escala de colores y tonalidades que abarca todas las posibilidades conocidas y todas las que se puedan imaginar; aunque es cierto que predomina el color blanco, le sigue en frecuencia el rojo anaranjado y a mayor distancia los tonos violetas. No es raro también que el color varíe durante la observación, pudiendo manifestarse en tal lapso de tiempo todos los matices. Son frecuentes además las intermitencias, es decir, colores luminosos que se encienden y se apagan a intervalos. Cuando el OVNI ha sido contemplado en tierra y a la luz del día, o en un vuelo cercano al suelo, ha sido descrito como un objeto metálico, cuyo color ha variado desde el muy claro del aluminio hasta el

cobrizo y el bronceado. En ocasiones, en torno o sobre el color básico que define el conjunto, se observan otras luces menos intensas y de tonalidad distinta y muchas veces cambiantes. Recordamos la definición que de estas luminiscencias cambiantes realizó un campesino en España (Sevilla) al referirse a la observación de un OVNI posado en tierra en un claro de un bosque de eucaliptos. “El OVNI -–contó el testigo-- tenía forma de tinaja invertida y su color era metálico; en la parte de arriba había una hilera de luces como las de los cochecitos de choque de parque de diversiones, que daba vueltas y más vueltas cambiando siempre de color”. Se refería, sin duda, a esas luces de distintos colores que se van encendiendo y apagando sucesivamente dando la sensación de giro continúo. Es decir, al mencionar que en el fenóme-

no OVNI se dan todos los colores posibles, nos estamos refiriendo no sólo a que pueden aparecer objetos de todos los matices, sino también a que estos colores pueden ser cambiantes ellos mismos. TONOS BRILLANTES Y MUY NÍTIDOS Existe un caso, profundamente estudiado, que se produjo en Hammond, Canadá, el 4 de abril de 1992. Eran las 11:30 de la noche. A la hora indicada, los testigos del avistamiento observaron un resplandor verde desplazándose sin ruido alguno desde el sur hacia el norte. Cuando llegó a la vertical del punto desde el que fue contemplado, su color se tornó naranja y apareció una especie de cola centelleante, blanca. En ese momento, el OVNI cambió el rumbo para dirigirse al oeste y poco después se detuvo, regresando

de nuevo sobre los testigos, cambiando su color al rojo intenso. Instantes más tarde tomó el rumbo sur, ofreciendo en su camino, hasta que desapareció en el horizonte, los colores anaranjado, verde y un blanco brillante, sucesivamente. Algunos investigadores, que no se han detenido en la simple constatación del cambio de colores, proponen al hecho una explicación que no termina de convencer a la mayoría, no obstante tratarse de una hipótesis sugestiva y con aires de verosimilitud: sería el campo magnético que generan las supuesta naves el que incidiría sobre las partículas de aire del entorno, en forma diversa según la maniobra y la potencia, el causante de las transformaciones cromáticas. Ello equivaldría a afirmar que el cambio de tonalidad no es más que otro de los muchos efectos electromagnéticos que los Ovnis producen en su entorno. Es decir que los colores surgen por los reflejos del Sol, por la potencia de la velocidad y quizás hasta por el terror que siente la persona que repentinamente se encuentra ante un OVNI, pues su estado de ánimo le hace ver o imaginar cosas que muchas veces no existen. Pero sea del color que sean los Ovnis, eso es lo de menos, lo más importante es saber qué quieren de nosotros, qué buscan en nuestro planeta y por qué diablos no se contactan con nosotros y siguen jugando al gato y al ratón...


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LOS GIGANTES ORIGINARIOS Los cíclopes pueden tener su origen en cráneos de elefantes prehistóricos hallados en Sicilia.

cráneos de elefantes prehistóricos hallados en Sicilia. Si no se sabe qué aspecto tiene un elefante, el lugar donde se sitúa la trompa en el cráneo puede malinterpretarse como una cuenca ocular gigante. Las historias de combates con los gigantes son comunes en el folclore de Gales e Irlanda. Desde ahí los gigantes pasaron a los romanceros bretones y artúricos.

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n la mitología, los Gigantes son criaturas humanoides de tamaño y fuerza prodigiosos, son seres legendarios que aparecen en historias de muy diferentes razas y culturas. Suelen ser violentos y se dice con frecuencia que comen humanos, especialmente niños. Otros, sin embargo, son simpáticos e inteligentes, como los gigantes de Oscar Wilde. ORIGEN DE LA CREENCIA EN GIGANTE Es posible que las historias de gigantes provengan de restos de antiguas civilizaciones. Saxo Grammaticus, por ejemplo, argumentaba que los gigantes tenían que existir, porque ninguna otra cosa explicaría los grandes muros, monumentos de piedra, y estatuas de tamaño y peso colosal. Similarmente, el poema anónimo anglosajón El navegante habla de altos muros de piedra que eran obra de gigantes. Los gigantes proporcionaban la explicación menos complicada para tales artefactos. Los cíclopes pueden tener su origen en

LOS GIGANTES EN LA MITOLOGÍA ANTIGUA -GILGAMESH Y ENKIDU: El primer mito que se conoce relacionado con gigantes es el de Gilgamesh, perteneciente a la mitología sumeria. De él se decía que alcanzaba una altura en codos equivalente a 5,60 m, siendo un caso de altura percibida positi-

vamente, para realzar su valor de héroe y rey. -KRISHNA Y PUTANA: En un manuscrito indio (hacia 1890), los padres de Krisná recuperan a su bebé del pecho de la giganta Putana. En el Rig-veda (el texto más antiguo de la India, de mediados del II milenio a. C.) no hay mención de ningún gigante. Recién en las leyendas sobre el dios Krisná ―que se mencionan por primera vez en el Majábharata (texto épico-religioso del siglo III a. C. aproximadamente)― aparece la historia de una demonio gigante llamada Putana, que le dio de tomar de su pecho envenenado al bebé Krisná, pero terminó asesinada por este. -MITOLOGÍA GRIEGA: Ya la mitología griega hablaba de los Hiperbóreos, gigantes que vivían más allá de los vientos del norte y dentro de sus mitos encontramos grandes referencias a gigantes, entre ellos los titanes, incluyendo a Prometeo, que dio el fuego a los hombres. También eran gigantes los cíclopes de la Odisea de Homero, de los cuales el más famoso fue Polifemo, quien capturó a los hombres comandados por Odiseo con el fin de devorarlos. Polifemo es vencido por la inteligencia del griego, en un en-

frentamiento desigual. -MITOLOGÍAS GERMÁNICAS: En la mitología nórdica, los gigantes (Jotuns) luchan con frecuencia contra los dioses. En particular, en las mitologías del norte de Europa derivadas del culto a Odín aparecen los gigantes de hielo, en eterna lucha contra los Ases. Los propios Ases derivan de la unión de la giganta Bestla y el dios Bor, y en la apocalíptica batalla final de Ragnarök los gigantes de hielo asaltarán Asgard, hogar de los dioses, y provocarán el fin del mundo. El padre de los Jotuns fue Ymir, el primer ser viviente que existió de acuerdo con el mito de la creación de la mitología nórdica. Los demás gigantes nacieron de su sudor. -CULTURA HEBREA: La Biblia hebrea recoge la existencia de una raza de gigantes llamada «Nephilim». El Génesis afirma que «Había gigantes en la tierra en aquellos días, y también después que se llegaron los hijos de Dios a las hijas de los hombres, y les engendraron hijos. Estos fueron los valientes que desde la antigüedad fueron varones de renombre» (Génesis, 6:4). En este versículo «gigante» es una traducción del hebreo «Nephilim». La tradición posterior a la Biblia sostiene que Nemrod era un miembro de esta raza. Es en la Biblia donde se puede encontrar una mayor cantidad de referencias: Génesis 6.4; Deuteronomio 2.10, 3.11.18; Josué 12.4, 13.12, 15.8; 2º

Samuel 21.16; 1º Crónicas 20.4-7 y Job 16.15. -GOLIAT: Uno de los gigantes bíblicos fue Goliat, con quien luchó el rey David. En los mitos hebreos se cuenta la historia de Goliat, el último descendiente de los nephilim, una raza híbrida de los hijos de Dios y las hijas de los hombres, según el Antiguo Testamento. Su derrota en manos de la honda del pastor David fue — además de una liberación para el pueblo judío— una metáfora para demostrar la superioridad de alguien a priori en desventaja; representando éste el mismo «pueblo elegido».


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¿POR QUÉ AL MORIR VEMOS UNA LUZ? Según un estudio científico, no es la prueba de que hay vida después de la muerte sino una manifestación que puede explicarse desde la biología.

Vi una luz blanca que se acercaba y yo me iba acercando a ella al mismo tiempo. Todo era bello, puro, sano. Y sentía una inmensa

paz”. El testimonio pertenece al periodista Víctor Sueiro, el argentino más famoso que haya tenido una experiencia cercana a la muerte. Otras personas afirman que sintieron como su “espíritu” salía de su cuerpo, comenzaba a levitar y luego volvía. Y otra escena recurrente es aquella misteriosa luz brillante al final de un túnel. La vida después de la muerte siempre fue (y será) considerada una cuestión de fe: se cree en ella o no se cree. Sin embargo, la ciencia tiene una teoría al respecto, basada en un estudio realizado por la Universidad de Edimburgo, Escocia y el Consejo de Investigación Médica en Cambridge, Inglaterra. ¿La conclusión? Todas son manifestaciones de funciones cerebrales normales que se han salido de control.

LA EXPLICACIÓN DE LA CIENCIA Según el citado estudio, la famosa luz que se ve al final del túnel puede explicarse por un bajo abastecimiento de sangre y oxígeno a los ojos. Es un fenómeno que los pilotos de

pruebas conocen bastante bien: cuando se someten a elevadas fuerzas G, experimentan una visión en túnel que dura de cinco a ocho segundos y dónde pierden la visión central. Por otro lado, los sentimientos de euforia y serenidad son simplemente el producto de la interacción de nuestro cerebro con sustancias como la quetamina o la anfetamina. Según los investigadores, la acción de la noradrenalina, una hormona liberada por el cerebro medio ante situaciones traumáticas, que puede evocar emociones positivas, alucinaciones y otras sensaciones que se han visto en ECM. Encontraron que estos fenómenos, que incluso incluyen encuentros con partientes ya muertos, son “trucos de la mente y no necesariamente un vistazo a la vida en el más allá” o “eventos paranormales”, como se piensa, aunque esa sea otra posibilidad no científica. “Nuestros cerebros son muy buenos para engañarnos” dice la doctora Ca-

roline Watt, una de las investigadoras y agrega que la mayoría de estas experiencias son una reacción del cerebro provocada por un evento traumático y en ocasiones no realmente peligrosas. “Algunos de los estudios que analizamos muestran que muchas personas que tienen experiencias cercanas a la muerte no estaban en realidad en peligro de morir, aunque muchas pensaron que sí estaban” dice la Watt. Otra característica que señalan quienes han experimentado una ECM, es que suelen tener conciencia de que se está muerto. Pero los investigadores afirman que es una sensación que no ocurre sólo durante una ECM. Existe un trastorno, llamado síndrome de Cotard, o “delirio de negación”, en

el que quien lo padece cree que está muerta o que no existe. Se ha visto en personas que sufren una lesión cerebral o enfermedades como esquizofrenia y trastorno bipolar. Otra experiencia cercana a la muerte muy común es la sensación que tiene una persona de estar levitando sobre su propio cuerpo. Pero los investigadores afirman que estas sensaciones pueden ser artificialmente inducidas al estimular el lóbulo parietal temporal en el cerebro, el cual juega un papel importante en la percepción y consciencia. Los autores del estudio también quieren desmitificar el regreso tras la muerte. Según estos investigadores, hasta ahora na-

die ha regresado de la muerte, entendiendo esta como muerte cerebral. En los casos de ECM, ninguno de los afectados sufrió la muerte cerebral, y por tanto, la propia muerte en sí. De acuerdo con los científicos, si alguien pudiese recuperarse de esta experiencia, su cerebro estaría demasiado dañado para poder reportar algo. Según Watts el concepto de las experiencias cercanas a la muerte fascina a las personas porque les gusta la idea de que los humanos sobreviven a la muerte del cuerpo. “Algunos la encuentran una idea confortable, porque sugiere que no somos como otros organismos biológicos de nuestro planeta”, sentencia Watts.


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¿SE REBELÓ LUZBEL POR CELOS AL HOMBRE? Por: Giovanni Papini

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a todos creen que Lucifer —digámoslo con Dante— “contro il suo fattore alzó la ciglia”, fue movido por su insolente soberbia. Pero los antiguos Padres de la Iglesia, los primeros teólogos, no pensaron precisamente en el orgullo. Según muchos de ellos la causa de la caída del Arcángel fueron los celos, celos del hombre. San Justino (Diálogo con Trifón, 124, 3) afirma, en efecto, que Satanás llegó a ser malvado sólo cuando incitó a Eva a la desobediencia. Y la misma opinión vuelve a encontrarse en San Ireneo, que fue el primero en denunciar el verdadero motivo de la insidia demoníaca contra la primera pareja: “El Diablo, que, como nos lo enseña San Pablo en la Epístola a los Efesios (II, 2), era uno de los ángeles prepósitos del airé, se hizo apóstata y rebelde a la ley divina cuando tuvo celos del hombre...” Y lo mismo afirma Tertuliano (De Patientia, V): “El Diablo se dejó vencer por la impaciencia cuando vio que el Señor había sometido a su imagen —es

Orgullo y prejuicio, Luzbel creado de fuego estaría por encima del hombre que fue creado de barro ¿cómo servirle a un ser inferior?

decir, al hombre— la totalidad de los seres creados. Si hubiese tolerado eso, no habría sentido dolor alguno; y si no hubiese sentido dolor, no hubiera tenido celos del hombre. Tanto es así, que engañó al hombre porque tuvo celos de él.” También San Cipriano (Los celos y la envidia, IV) acepta la misma teoría. El texto más completo es el de San Gregorio de Nisa en su famoso Discurso Catequístico. Dada la autoridad de este padre de la Iglesia de Oriente vale la pena citarlo íntegro: “El mundo inteligible existía antes que el otro, y cada una de las potencias angélicas había recibido de la autoridad que dirige todas las cosas una parte en el gobierno del universo; y a una de esas potencias se le había dado encargo de mantener y gobernar la esfera terrestre. Luego se había formado con tierra una figura que reproducía la potencia suprema; y ese ser era el hombre. En él estaba la belleza divina de la naturaleza inteligible, unida a cierta fuerza secreta. De ahí que aquel a quien le había sido

confiado el gobierno de la tierra hallase extraño e intolerable que de la naturaleza dependiente de él saliese y se manifestase una sustancia hecha a imagen de la divinidad suprema”. Sólo con Orígenes aparece y se afirma la teoría hoy imperante, que es la del orgullo; la idea de los celos o envidia reaparecerá —aunque en forma un poco diferente— sólo en el siglo XVI, con Catarino y Suárez. Pero valía la pena recordar que en los primeros siglos de la Iglesia no pocos escritores cristianos — todos santos y ortodoxos, menos Tertuliano— habían visto en los celos la verdadera causa de la rebelión de Lucifer. Los celos y la envidia son, sin duda, sentimientos bajos e innobles, indignos de una criatura angélica; y en Lucifer

llegaron a ser tan ardientes y fuertes que lo indujeron a la rebelión abierta contra el Creador. Ha de advertirse, sin embargo, que los celos de Lucifer por el hombre son menos atrabiliarios y sobre todo menos sacrílegos que aquellos otros celos por Dios, hoy implícitamente admitidos. Adán, aunque dotado de enormes gracias —y bastaría su semejanza con el Padre— era a pesar de todo una criatura, es decir, un ser que, bajo ese aspecto, podía ser considerado de la misma condición que los ángeles. Proponerse ser independiente de Dios, contraponerse a Dios, era un frenesí absurdo, una prueba de increíble demencia, en tanto que los celos por otra criatura pueden considerarse pecaminosos pero son más naturales

y verosímiles. La distancia entre Dios y sus hijos es inconmensurable e insalvable, mientras que la diferencia entre los ángeles y los hombres sólo estriba en el grado de sus distintas perfecciones. Los celos llevaron a Satanás a la rebelión —y este último es el pecado inexcusable—; pero el móvil primero de esa rebelión, tal como lo imaginan los primeros Padres de la Iglesia, es mucho menos grave que lo que hoy enseña nuestra dogmática.


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LOS TÚNELES DE AMÉRICA

Una civilización desconocida construyó un sistema habitable de subterráneos en el subsuelo americano.

Por: Andreas FABER-KAISER.

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os indios hopi, asentados en el estado norteamericano de Arizona, y que afirman proceder de un continente desaparecido recuerdan que sus antepasados fueron instruidos y ayudados por unos seres que se desplazaban en escudos voladores, y que les enseñaron la técnica de la construcción de túneles. Muchas otras leyendas y tradiciones indígenas del continente americano hablan de la existencia de redes de comunicación y de ciudades subterráneas. Es fácil hallar una nutrida literatura y suficientes investigadores que mantienen la hipótesis de que debajo de la superficie de nuestro planeta habitan seres inteligentes desconocidos por nosotros. Existen diversas hipótesis acerca de la posibilidad de que inteligencias procedentes de fuera de nuestro planeta posean puntos de apoyo subterráneos o subacuáticos en el planeta Tierra. No voy a entrar aquí en el análisis de estas posibilidades, ya que forman parte de otro estudio que merece su propia dedicación. De forma que no voy a hablar de organizaciones como la Hollow Earth

Society (Sociedad de la Tierra Hueca) o el SAMISDAT, que buscan establecer contacto con supuestos habitantes del interior del planeta, la primera, mientras que la segunda echa leña al fuego de la existencia de toda una organización de ideología nazi —naturalmente vinculada a los personajes dirigentes de la Alemania nazi— que sobrevive bajo la piel de nuestro planeta, con entradas a su mundo especialmente en el polo Norte y de la Amazonía brasileña. No voy a hablar de tales organizaciones ni de otras similares, ni voy a entrar en el tema de Shamballah ni de Agartha —supuestos conceptos de lo que serían unos centros de control subterráneos en los confines del Asia central— ni en el del supuesto «Rey del Mundo», porque no es el momento de negar ni de confirmar la validez de todos estos supuestos. Voy a centrarme en este artículo en los lugares que, en el continente americano, tienen mayores posibilidades de conectar con este mundo inteligente subterráneo que aflora en muchas narraciones de los indios del Norte, del Centro y del Sur de este vasto continente, recogidas desde la época de la conquista hasta nuestros días.

Quede dicho, antes de abordar el tema, que hay más de un investigador que afirma que el polo Norte alberga tierras cálidas y la entrada hacia un mundo interior.

EL MONTE SHASTA Los indios hopi afirman que sus antepasados proceden de unas tierras hundidas en un pasado remoto en lo que hoy es el océano Pacífico. Y que quienes les ayudaron en su éxodo hacia el continente Americano fueron unos seres de apariencia humana que dominaban la técnica del vuelo y la de la construcción de túneles e instalaciones subterráneas. Los hopi están asentados hoy en día en el estado de Arizona, cerca de la costa del Pacífico. Entre ellos y la costa, se halla el estado de California. Y en el extremo norte de este estado existe un volcán nevado, blanco, llamado Shasta. Las leyendas indias del lugar explican que en su interior se halla una inmensa ciudad que sirve de refugio a una raza de hombres blancos, dotados de poderes superiores, supervivientes de una antiquísima cultura desaparecida en lo que hoy es el océano Pacífico. El único supuesto testigo que accedió a la ciudad, el médico Dr. Doreal, afirmó en 1931 que la forma de construcción de sus edificios le recordó las construcciones mayas o aztecas. El nombre Shasta no procede del inglés, ni de ninguno de los idiomas ni dialectos indios. En cambio, es un vocablo sánscrito, que significa «sabio», «venerable» y «juez». Sin tener noción del sánscrito, las tradiciones indias hablan de sus inquilinos como de seres venerables que moran en el interior de la montaña blanca por ser ésta una puerta de acceso a un mundo in-

terior de antigüedad milenaria. Notificaciones más recientes de los habitantes de la cercana colonia de leñadores de Weed refieren apariciones esporádicas de seres vestidos con túnicas blancas que entran y salen de la montaña, para volver a desaparecer al tiempo que se aprecia un fogonazo azulado. Narraciones recogidas de los indios sioux y apaches confirman la convicción de los hopi y de los indígenas de la región del monte Shasta, de que en el subsuelo del continente americano mora una raza de seres de tez blanca, superviviente de una tierra hundida en el océano. Pero también mucho más al norte, en Alaska y en zonas más norteñas aún, esquimales e indios hablan una y otra vez de la raza de hombres blancos que habita en el subsuelo de sus territorios. UNA CIUDAD BAJO LA PIRÁMIDE Descendiendo hacia el Sur, recogí en la primavera de 1977 en México la creencia de que bajo la pirámide del Sol en Teotihuacán (la «ciudad de los dioses»), se esconde por el lado opuesto de la corteza terrestre —o sea en el interior del subsuelo— una ciudad en la cual se afirma que se halla el dios blanco.

400 EDIFICIOS VÍRGENES Si de aquí nos trasladamos a la península del Yucatán, hallaremos en su extremo norte, oculta en la espesura de la selva, una ciudad descubierta en 1941 que se extiende sobre un área de 48 km2, y que guarda en el silencio del olvido más de 400 edificios que en alguna época remota conocieron esplendor. Fue hallada por un grupo de muchachos que, jugando en las inmediaciones de una laguna en la que solían bañarse, se toparon con un muro de piedras trabajadas, oculto por la vegetación. No teniendo los mexicanos recursos suficientes para acometer la exploración del lugar, requirieron ayuda norteamericana, acudiendo dos arqueólogos especializados en cultura maya, adscritos al Middle American Research Institute de la Universidad de New Orleans. También ellos determinaron que el proyecto de limpieza y estudio de la enorme ciudad sobrepasaba sus posibilidades, por lo que habría que crear una asociación con otras entidades. La guerra logró que el proyecto fuera momentáneamente archivado. Hasta que, en 1956, la Univerisdad de New Orleans, asociada esta vez con la National Geographic Society y con el Instituto Nacional de Antropología de México reemprendió las investigaciones. Andrews, el arqueólogo que dirigía la expedición, se dedicó —mientras el equipo de trabajadores


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comenzaba la desobstrucción de las edificaciones— a recoger informaciones entre los indios de la región. Un chamán le hizo saber que la ciudad se llamaba Dzibilchaltún, palabra que era desconocida en el idioma maya local, y que la laguna era llamada Xlacah, cuya traducción sería «ciudad vieja y subterránea».

LA BIBLIOTECA SECRETA Y ya bastante más al Sur, me interné en 1986 en solitario en la intrincada selva que, en el Oriente amazónico ecuatoriano, me llevaría hasta la boca del sistema de túneles conocidos por Los Tayos — Tayu Wari en el idioma de los jívaros que

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los custodian—, en los que el etnólogo, buscador, aventurero y minero húngaro Janos Moricz había hallado años atrás, y después de buscarla por todo el subcontinente sudamericano, una auténtica biblioteca de planchas de metal. En ellas, estaba grabada con signos y escritura

ideográfica la relación cronológica de la historia de la Humanidad, el origen del hombre sobre la Tierra y los conocimientos científicos de una civilización extinguida. Por los testimonios recogidos, a partir de allí partían dos sendas subterráneas principales: una se dirigía al Este hacia la cuenca amazónica en territorio brasileño, y la otra se dirigía hacia el Sur, para discurrir por el subsuelo peruano hasta el Cuzco, el lago Titicaca en la frontera con Bolivia, y finalmente alcanzar la zona lindante a Arica, en el extremo norte de Chile. De acuerdo por otra parte con las informaciones minuciosamente recogidas en Brasil por el periodista alemán Karl Brugger, con cuyo asesinato en la década de los 80 desaparecieron los documentos de su investigación, se hallarían en la cuenca alta del Amazonas diversas ciudades ocultas en la espesura, construidas por seres procedentes del espacio exterior en épocas remotas, y que conectarían con un sistema de trece ciudades ocultas en el interior de la cordillera de los Andes. LOS REFUGIOS DE LOS INCAS Enlazando con estos conocimientos, sabemos desde la época de la conquista que los nativos ocultaron sus enormes riquezas bajo el subsuelo, para evitar el saqueo de las tropas españolas. Todo parece indicar que utilizaron para ello los sistemas de subterráneos ya existentes desde muchísimo antes, construidos

por una raza muy anterior a la inca, y a los que algunos de ellos tenían acceso gracias al legado de sus antepasados. Posiblemente, el desierto de Atacama en Chile sea el final del trayecto, en el extremo Sur. Estamos hablando pues, al final del trayecto, de la zona que las tradiciones de los indios hopi citados al inicio de esta artículo —allá arriba en la Arizona norteamericana—, señalan como punto de arribada de sus antepasados cuando —ayudados por unos seres que dominaban tanto el secreto del vuelo como el de la construcción de túneles y de instalaciones subterráneas—, se vieron obligados a abandonar precipitadamente las tierras que ocupaban en lo que hoy es el océano Pacífico.

Emilio Salgari en su novela de aventura 2000 leguas por debajo de América, también conocida como En busca del Tesoro Inca, justamente cita una cueva famosa –la del Mammut- en Norteamérica por donde ciertos personajes entran y finalmente desembocan en Sudamérica, en tierra de los incas. Pero la localización de las señales concretas —que existen—, el desciframiento adecuado de sus claves correctoras —que las hay—, así como la decisión de dar el paso comprometido al interior, es —como siempre sucede en todo buscador sincero— una labor tan comprometida como intransferible.


ILLACHIY

Las creencias andinas compiten con las más tenebrosas leyendas del pasado.

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Por: Elio Ramos Parque.

ra de madrugada, Miriam seguía llorando, miró el calendario, la fecha mostraba el día en que murió su amado esposo, Matías, hace exactamente un año. Recordaba el entierro, a su suegra Ana llorando; recordaba aquella salida en la madrugada, con todos los demás parientes llevando velas, tenía que seguir las costumbres de aquel lejano pueblo de la sierra. Un olor a zorrino empezaba ahora a percibirse en la habitación. Miriam, a pesar de ello, recordaba entre lágrimas, llegar al campo santo, los parientes alrededor de la tumba, buscando algo. -¡Ahí está! –Gritó Ana. -Si ¡Ahí está! –respondió otro.

-¿Qué cosa? -no entendía Miriam. -Cuida a mi nietito –dijo apenada Anacuídalo por favor. -¿Por qué? –Miriam aun no entendía nada. -Hay una huella de niño al costado de la tumba de mi Matías, algo malo sucederá en un año… Miriam ya no soportaba el olor a zorrino que invadía la habitación, se levantó, vio a su pequeño hijo sentado y mirando al oscuro jardín de su casa. -¿Qué pasa Josué? -dijo Miriam asustada. -Dijiste que papá estaba trabajando lejos ¿no? -Si hijo, papá está muy lejos –Miriam recordaba la mentira que le tuvo que decir a su hijo para que no sufra la muerte de su padre-. ¿Por qué preguntas eso?

-Es que papá ha venido a visitarnos; y me está llamando desde el patio. Un viento frío abrió la puerta, Miriam asustada cayó al piso, empezó a convulsionar y a botar espuma por la boca. Una sombra negra y amorfa entró, Josué saltó de alegría; pues ante los ojos del niño, él era su padre. La sombra empezó a arrastrarse hacia fuera de la habitación, Miriam como pudo agarró la pierna de su hijo, fue arrastrada hasta el patio y ahí quedó inconsciente. A la mañana siguiente, fue despertada por sus vecinos que entraron a la fuerza a su casa, pensaban que estaba muerta; un policía dijo -“¡Arréstenla!”-, Miriam no entendía, vio sus manos manchadas de sangre; comprendió en ese instante, que su hijo había muerto, y creían que ella era la culpable.


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