el carro y las metรกforas del tiempo por Pablo Runa
Al oráculo de runas o al mismo hecho de interpretar las runas se lo denomina poéticamente “montar el carro” (vagnrað). Para un pueblo fundamentalmente guerrero, comerciante y pirata; el carro, en su cosmogonía, es una condensación simbólica muy compleja. En este símbolo se resumen y complementan las diferentes formas o percepciones del tiempo que integran la metáfora del viaje del iniciado. La otra metáfora vehicular de los pueblos germánicos es la del barco o el viaje en barco. Mientras que la metáfora del barco evoca al viaje último hacia la muerte1; la imagen del carro evoca el tiempo (los tiempos) de la vida que puede ser controlado por el ser humano, los tiempos con los que se convive cotidianamente y que son la trama donde arraiga toda actividad, incluso la obra mágica. El uso del carro entre los nórdicos era casi exclusivo de los comerciantes y granjeros. Los vikingos (piratas nórdicos) preferían aventurarse tierra adentro a bordo de sus barcos remontando ríos y riachos y conectando las grandes cuencas fluviales de Europa montando literalmente sus barcos al hombro o sobre ruedas improvisadas para cruzar de un río a otro. Los carro eran habitualmente tirados por bueyes (para los granjeros) y algunos por caballos (para los comerciantes), pero en la mitología aparecen otros diversos “bestias de tiro”, vinculadas a las diferentes potencias divinas: Freyja posee un carro tirado por gatos – Thor uno que tiran dos chivos (Tanngnjóst y Tanngrisnir) – el carro de Hel es tirado por serpientes – Freyr tiene un carro tirado por Gullimbursti, el jabalí alado de oro. El carro en todo caso representaba el vehículo de los que “trabajaban para ganarse su propio sustento y el de su clan” no el de los que pirateaban, sin implicar con esto ningún juicio moral. Es el vehículo de los que tienen que “construir y ordenar un futuro” respetando los tiempos de la naturaleza obrando en armonía con la meteorología sin estar atados del todo a sus caprichos (ver nota anterior), pero si a su propio destino. El carro se encuentra vinculado a toda representación del tiempo sea ritual o cronológico. Particularmente aparece como el carro tirado por bueyes en las procesiones que marcan el tiempo de los rituales. En general las procesiones tenían lugar en las vísperas de los grandes sacrificios rituales consagrados a las deidades vanir. La referencia más antigua con que se cuenta de tales procesiones es la de Tácito y se las supone en honor de Nerthus o Erða, la Madre Tierra. Tal era el vínculo entre las deidades vanir y los carros que muchos autores hacen derivar la misma palabra vann (usualmente interpretada como “los comunes”) de la anglosajona ‘wane’, cuyo significado es carro (‘vagn’ en nórdico). Si esta derivación es cierta reforzaría el vínculo entre los carro y el “tiempo mágico” toda vez que las deidades vanir eran vistas como los dioses y diosas de la Alta Magia germánica. El carro sería al vitki mesolítico y de la edad del bronce lo que el altar al mago o la bruja del Bajo Medioevo o el laboratorio del alquimista: El “modelo del mundo” en donde el seidmaðr2 opera su magia y, sobre todo, el “modelo de los tiempos”. Los diferentes carruajes de las deidades nórdicas son los carros en que se transportaban a los dioses en procesión, es decir los mismos “altares de los dioses” con la totalidad de sus atributos y armas. De la misma manera que el famoso carro encontrado en el barco sepulcral de Oseberg denota que la personalidad sepultada era una sacerdotisa de alto rango.
1 Los vikingos corrían una suerte muy precaria al aventurarse al mar. Ægir y Ran (deidades del océano y las tormentas) son potencias jötnar (gigantes) muy temidas y de carácter intrínsecamente maligno. Aventurarse a sus aguas significaba muy habitualmente una muerte segura y para evitarla debía de tenerse un conocimiento cabal de la meteorología y el cómo lidiar con témpanos, neblinas, tempestades, acantilados y arrecifes traicioneros (“Los Vikingos – Paddy Griffith”). Emprender una travesía marina llegó a convertirse en sinónimo de “ir a la muerte”, hasta tal punto que incendiar el barco con el cadáver de su capitán y botarlo hacia la mar se ha convertido en el rito funerario tradicional para grandes héroes y reyes. Este ritual posee profundas connotaciones esotéricas y cosmológicas. 2 Seidmaðr se traduce por “persona que ejerce la magia”: el mago o la bruja en la tradición mágica nórdicogermánica. “el carro y las metáforas del tiempo” por Pablo Runa — 2
En un carro se vive un “eterno presente” y la percepción de su desplazamiento es ambigua: ¿Es uno el que circula por el camino o es el camino el que transcurre por debajo? Ambas visiones son esotéricamente ciertas y falsas a un tiempo ya que no existe, desde el carro, lo eterno y permanente, mas si atendemos al movimiento de la rueda vemos que ésta sigue rodando de la misma forma sin importar el camino por donde pise, su movimiento es eterno e invariable. La rueda3 es el mandala que representa el tiempo cíclico de la Naturaleza que da sustentación (y sustento) al carro, está representado mitológicamente por Brísingi, el collar de Freyja, y cósmicamente por las constelaciones Corona Borealis o la Osa Menor, conocida por los nórdicos como Grotte, la “piedra del molino cósmico”. Estas constelaciones representan, para todos los pueblos de la Europa neolítica y pre-cristiana, el ciclo de la Naturaleza (pues da vueltas eternamente alrededor del polo norte, la estrella polar) y en general de todos los ciclos cósmicos auspiciados por la diosa4. Este tiempo cíclico es un tiempo que va más allá de las decisiones humanas; le da entorno a las acciones del hombre y potencialidad a la existencia de las cosas. Es el tiempo que se repite con cada vuelta de la rueda de la Naturaleza reiterando las mismas condiciones de la tierra y las aguas. Un tiempo al que los hombres deben adaptarse y que eventualmente puede llegar a manipularse por las técnicas mágicas de la seidhr5. El segundo elemento es la vara del carro, identificada simbólicamente con la flecha o la lanza (con Gungnir: “temblor de tierra”, la lanza de Odín). Esta vara apunta al destino, es el tiempo histórico y cultural sostenido por el tiempo-rueda, el tiempo cíclico de la Naturaleza. La flecha, vista como “cristal de tiempo” representa al tiempo cronológico de la vida, de las ideas y la magia galdr6; un tiempo con comienzo, desarrollo y final. Es el tiempo personal que no se repite, el de las decisiones, guías y alianzas; las acciones y la vida humana. Y en forma más esotérica por la acción del fuego, cuyo sostén es el aire. El viaje del carro tiene principio, desarrollo y final tal como el vuelo de la flecha hacia su blanco. Cuando rueda el carro de Thor (r) la tierra tiembla y se conmueve. El carro de Thor produce tormentas y esta es otra metáfora o kenning para el viaje iniciático, que es la jornada que «produce tormentas en el ser y temblores en la tierra». El camino, la tierra “que tiembla a su paso” trae en su metáfora la imagen del tiempo inmanente, el tercero de los tiempos. No un tiempo humano, sino “el tiempo donde no hay tiempo” de Ymir y los jötnar y, previo a Ymir, “el tiempo que no transcurría” del Ginnungagap. Este tiempo puede, y debe, ser detenido, atacado y transmutado por la acción mágica para poner en funcionamiento al carro es decir para que funcionen los tiempos del destino humano; los ciclos de la naturaleza y el tiempo histórico.
3 Presente entre las runas del futhark dentro del misterio de j. 4 La constelación Corona Borealis es el “Cær Arianrhod”: el “Castillo Espiral” celta donde los reyes iban a morir y renacer referido por Robert Graves en su “The White Goddess”. © 1961. Traducción al castellano de Luis Echávarri 1970 – edición original en inglés de 1961 — ps 120 y 223. 5 Técnica y esoterismo mágico auspiciado por las deidades vanir de la Naturaleza. Magia principalmente homeopática y de invocación. 6 Tradición mágica o rama de la magia germánica auspiciada míticamente por las deidades æsir del intelecto. Magia principalmente alopática y de provocación. “el carro y las metáforas del tiempo” por Pablo Runa — 3
El tiempo inmanente es al que se accede luego de la muerte tanto en Hel (el “infierno” nórdico) como en el Valhala (el “paraíso” de los guerreros elegidos). Es el tiempo de las “nueve noches” que Odín cuelga exánime en el Yggdrasil. El que representa al tiempo de los sueños donde habita el conocimiento. Es también el tiempo congelado e “infinito” del arco de tejo7 tenso antes del vuelo de la flecha. El mismo carro (r) o su conductor representan al iniciado o al runista asociándolo mágicamente con Thor o con Freyr o Freyja, o incluso la misma Sól o Mani (la luna). Esta metáfora se completa con el caballo (runa e) que es motor, aliado, acompañante y promotor del viaje. El carrero (vagnkarl o “varón del carro”) nunca tiene la percepción completa del devenir ni de “los tiempos” que lo rodean. Él nunca ve el mismo panorama, sino sólo su instante actual, que es el mismo de la flecha surcando el aire o en la mano del arquero. Pero es él quien “monta el carro” es decir quien opera mágicamente en su entorno con su visión limitada en el presente y con plena conciencia de los tiempos que lo contienen, limitan, rodean y alimentan su imaginación. La metáfora del carro está presente en la mitología principalmente en dos formas como el carro solar y como el carro de Thor. En el carro de la diosa Sól vehículo y conductora nos muestran la iniciación “concluida” simbolizada en la propia runa sól (s) en estrecha relación con la runa e como el caballo solar cuya acción es el servicio a la humanidad; iluminar y dar calor en un eterno ciclo natural de constante evolución. Esta imagen se “completa” con su pariente el carro lunar del dios Mani; esbozados apenas dentro de la simbología de la runa N. Como ya vimos, estos carros están relacionados con los vehículos-altar de las deidades vanir y en especial el carro de la diosa Erða o los de Freyja y Freyr; los altares en donde estos dioses son adorados y llevados en procesión. El otro carro, el carro de Thor (r), es tirado por chivos8 y conducido por la antigua deidad agraria vinculado a su “madre” la Tierra9. Como se dijo, la potencia de Thor va “produciendo tormentas” en el rodar de su carro10, en busca de aventuras contra los thursar (T) hacia los que apunta el Mjöllnir (su martillo, el rayo). Esta es la expresión mítica de la fuerza de disrupción mágica con la que se ataca al “tiempo inmanente” o, visto desde la óptica de Thor, el “tiempo congelado” (i) de los gigantes de la escarcha para activarlos y destruirlos a la vez; y fomentar la vida. Este mismo tiempo inmanente que es experimentado por el mago como el “tiempo del arquero” (I) de la acción mágica: Un instante extático en donde el tiempo se suspende y en el que pueden transcurrir siglos en una fracción de segundo.
7 Presente entre las runas del futhark dentro del misterio de I. 8 Versión animal del mismo rayo simbolizado en el mazo de Thor, el Mjöllnir. El símbolo del chivo ya está presente en el arte parietal del Neolítico; obviamente no relacionado con e carro pero si, tal vez con el rayo y la “intervención humana en el terreno. Los chivos y cabras son con mucha probabilidad la especie animal que primero se domesticó, ya en el Mesolítico, tal vez junto a los caballos y los lobos. Con todo el carro tirado por chivos podría representar una versión muy antigua de estos vehículos incluso anterior a la del carro tirado por caballos o por bueyes. 9 Expresando así la conquista de la cultura agraria – ¿bajada de las montañas?. Thor, el conductor del carro, luego es asimilado dentro de la tradición poético-guerrera de las potencias Æsir. 10 Imagino un tosco carro primitivo tirado por chivos transitando por inhóspitas huellas en las escarpadas montañas donde “habitan” los gigantes y produciendo un estrepitoso ruido al entrechocar con las piedras a las que sólo las cabras, y ninguna otra bestia de tiro, pueden acceder. “el carro y las metáforas del tiempo” por Pablo Runa — 4