ocho fundamentos para un hermetismo renovado

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ocho fundamentos para un hermetismo renovado Artículo inspirado en “El retorno de Hermes o el nuevo espíritu antropológico” de Fernando Schwarz – p. 108 del número dos de la revista “elhilodeariadna”. Odín, un Hermes hiperbóreo Según una definición de Bonardel, el Hermetismo o transmisión hermética se configura como una familia de almas que pueden pertenecer históricamente a movimientos o instituciones diferentes pero que poseen en común el ferviente deseo de “trabajar para que los hombres sobrepasen todas las formas de dualismo”; abiertos a la pluralidad, se mantienen orientados en un constante deseo de unidad. Schwarz recopila tres figuras de Hermes que se reúnen en el Hermes renacentista: El Hermes–Thoth egipcio del que habla Platón, el Hermes–Mercurio mitológico grecorromano y el Hermes–Trismegistos oriental (helénico/árabe) del que habla Asclepio (Esculapio). Estos tres Hermes tienen una clara imagen dentro de la mitología y magia nórdicas en el símbolo y la potencia de Odín. En el Odín poeta “inventor de las runas”1 y elector de los muertos en batalla que ascienden al Valhala podemos encontrar una imagen de Hermes–Thoth. Potencia de la sabiduría y mago–sacerdote propiciador de los rituales. Esta versión de Odín se despliega en una de sus emanaciones divinas; Heimdhál, la potencia moralizante que da forma a la sociedad nórdica e instruye a los seres humanos en los misterios de las runas. También podemos verlo desplegado en Bragi, otro “hijo” de Odín, como dios de la elocuencia y de los escaldos (poetas). Este Odín poeta tendrá su expresión en la runa a y finalmente en la díada g w, que representa las pruebas a las que se somete el iniciado para ser reconocido como godhi (el “sacerdote poeta”) de la religión germánica. El Odín mago o chamán se identifica con el Hermes Trismegistos alquímico, la potencia que domina el caos (Vidhrir 2) y de donde surge el paradigma del mago chamánico nórdico que va a encontrar su expresión en Mirddin–Merlín, la humanización anglosajona del dios Gwiddión– 1 En rigor las runas son un “invento” de los thursar, las potencias gigantes originales y padres de los dioses. Odín solamente recupera algunas runas para su propio provecho y de ese grupo de conjuros le cede unas pocas a Heimdhál/Ríg para que instruya a su nieto, el hijo de Jarl. La mayoría de las veces en las Eddas es presentada invención y el uso de las runas en manos de los gigantes y “gigantas” (las brujas). Los dioses y hombres sólo deben contentarse utilizando una pequeña porción del saber milenario. 2 Nombre chamánico de Odín como potencia meteorológica, literalmente significa “que domina el tiempo atmosférico”, pero esotéricamente se lo considera como la potencia que domina (o conoce) tanto el tiempo cíclico de la Naturaleza como el “clima meteorológico” símbolo del caos primordial de donde surge la psique. Esta representación de Odín siempre aparecen en tríada junto a sus “hermanos” Vé (la santidad) y Vili (la valentía); conformando la principal tríada odínica con la que da muerte al gigante Ymir para dar forma al cosmos conocido. ocho fundamentos para un hermetismo renovado – por Pablo Runa — 1


Odín. Y también la potencia ladrona y portadora del hidromiel alquímico. El Odín–Trismegistos es el modelo mítico del iniciado, el adepto y el hermeneuta, «depositario de un saber secreto que despierta la reminiscencia, su saber es anterior al Diluvio, su camino nos lleva al camino de la Creación, al reencuentro consciente con nuestra verdadera identidad. Actúa como un espejo, refleja el Cielo en la Tierra y la Tierra en el Cielo, lo invisible en lo visible y viceversa. Enseña el secreto de las imágenes y la imaginación.»3 Estas palabras si bien fueron escritas describiendo al Hermes Trismegistos renacentista, ocultista y alquímico, bien pueden citarse describiendo plenamente al Odín chamánico y en especial el que aparece en el núcleo de la runa j, la runa de las nornir y los ciclos de la Naturaleza, el círculo de donde surgen las propias runas4, y finalmente en la expresión de la díada z s, que representa la actividad chamánica de establecer su círculo mágico, signo del mago. Por último el Hermes-Mercurio mitológico fue identificado ya tempranamente por Tácito como el Odín cabalgando su corcel octópodo Sleipnir. Es decir Odín heroico montando los vientos, precedido por su pensamiento y seguido por la memoria; sus cuervos Hugin y Munin respectivamente. Este es un Odín mental, “mercurial” que tiene su primer expresión en la runa m del arquetipo humano y la mente superior, y finalmente en la díada o d, que representa la matriz energética desde donde surge el Odín–Mercurio5. En apoyo a esta identidad vemos en las Eddas varias escenas donde por un lado Sleipnir es el único corcel (el único vehículo mítico) que puede transitar el pasaje de regreso del mundo de los muertos (Hel) y por el otro a Odín “escapando” en forma de águila6 de las profundidades de la montaña a la cual entró como serpiente para hacer el amor con la diosa de la sabiduría (en la identidad de Gunlödd). También lo encontramos en Gangrád (“el caminante”) o Gangleri (“quien está harto de caminar”), el Odín vagabundo de incontables apariciones en las Eddas y las Sagas. Es el elemento mercurial alquímico, volátil, venenoso y fugitivo de calidad transmutadora. El maestro chamánico visto en la figura de un pordiosero, un mendigo o un pastor que oculta deliberadamente la gran sabiduría que posee, y que frecuentemente engaña al héroe o le plantea enigmas, “verdades embozadas” y destinos inefables. Esta presencia de Odín–Mercurio–Thoth a lo largo del futhark y expresándose en sus misterios nos induce a pensar en el mismo futhark como en un sistema simbólico con significado particular. Ese ha sido mi campo de investigación a lo largo de los últimos quince años7. En este tiempo he llegado a comprender al futhark como un compendio hermético de saberes sagrados escrito en ocho pasos, los ocho misterios por clan y en tres senderos paralelos, los tres clanes de runas. Hermes viene a liberar al hombre de la dualidad materialista para introducirlo en la incertidum3

En palabras de Fernando Schwarz.

4 Odín, en este sentido se encuentra más propiamente oculto tras la díada j I como el dios colgado en el Yggdrasil que desciende al más oscuro de los mundos. 5 La díada o d representa a su vez la identidad de Bure, la misma potencia asociada con m. En este caso el Odín–Mercurio viene a reemplazar al ser original y solar, símbolo del Adam Kadmón alquímico entre los germanos. 6 Asociada también a Mercurio y a Prometeo como “los que cruzan la frontera de los cielos”. 7 De los más de veintidós años que llevo con las runas. ocho fundamentos para un hermetismo renovado – por Pablo Runa — 2


bre del principio ternario. Hermes–Odín, en sus tres aspectos contemporáneos nos introducen en la verdadera esencia del hermetismo esotérico y la magia que se expresa, en palabras de Mirddin, en el mandato triple: “Acércate a la deidad”, “Domina el caos” y “Se valiente”; que en su versión renacentista y cristianizada se nos presenta como: “Sirve a dios”, “Abstente del mal” y “Se valiente”. Estos tres mandatos herméticos se ponen en juego en cada uno de los octetos del futhark antiguo. En la secuencia del primer ætt de runas: f u T a r c g w se narra la vía que nos “acerca a la deidad”. En la secuencia h n i j I p z s del segundo ætt, se narra la vía que nos ayuda a “dominar el caos”, un caos en microcósmicamente psíquico (mental y emocional) que refleja un macrocosmos donde domina el principio de incertidumbre metafísica. Por último en t b e m l N o d , la secuencia del tercer ætt, se narra la vía que nos confronta con la alteridad 8, ante la cual desarrollamos la “valentía”. Modo nórdico, heroico, de nombrar la capacidad del espíritu para reconocerse en el otro y aceptar la diferencia y el misterio al que nos remite. El mecanismo último a través del cual estas tres vías iniciáticas se expresan – o expresan a la potencia sagrada – es la imaginación. La imaginación es la gran herramienta del mago y del iniciado. Esta imaginación es la capacidad, metafórica y real, de “formar imagen”, es decir de traer a la realidad y a la mismidad, cosas que pertenecen al campo de la otredad; lo que está fuera de nuestro habitual campo de percepción. “Lo otro” es lo que no constituye nuestra identidad perceptual y en donde debemos bucear para buscar lo que alimentará nuestro camino hacia la individuación. Lo otro siempre nos confronta y plantea la presencia de lo misterioso, de lo que no podemos conocer cabalmente por carecer de parámetros e historias en común. Esta era globalizada nos pone en la acuciante necesidad de comprenderlo sin pretender conocerlo, pues tal conocimiento (lógico) nos será absolutamente imposible. El redescubrimiento y revaloración del pensamiento simbólico en el sg. XX nos abre una puerta inevitable hacia una nueva forma de ver la Gran Ciencia, superada la polarización mecanicista y ante la responsabilidad de honrar y respetar la incertidumbre metafísica con que nos encontramos ante la potencia sagrada. Según la cita de Fernando Schwarz; «Toda la materia y todo el espíritu de la tierra se encuentran concentrados en el hombre, microcosmos capaz de operar prodigios. Nada es imposible para una imaginación suficientemente fuerte ... “Dios creó el Universo imaginando, el hombre a su vez crea a la imagen de Dios ... dispone de poderes análogos y similares en potencia” ... “La imagen eficaz se forma en la intersección del deseo divino descendiendo sobre el hombre y nuestro deseo que va a su encuentro. La imaginación divina (ideación), que es pensamiento primordial se encarna en formas y figuras, se plasma en imágenes sensibles (cuerpos). Dios se manifiesta engendrando a través de ‘Fiat’». El Universo es la imagen real de una imagen generada por la potencia sagrada, surgida de ‘Sofía’, el principio femenino fundamental, la diosa madre de los misterios. Esta nueva era de tendencia globalizadora en donde la información, y no precisamente la sabiduría, es el más preciado de los bienes, necesita una reformulación de los fundamentos que sostuvieron los hermetismos y las escuelas esotéricas a lo largo de nuestras diferentes épocas. 8 Octavio Paz sitúa el análisis del problema de la otredad (o alteridad) en el centro de sus reflexiones y sugiere los medios por los cuales el hombre puede enfrentar esta fuente de angustia y resolver los conflictos que acarrea mediante el diálogo y sus dos realizaciones: la poesía y el amor. ocho fundamentos para un hermetismo renovado – por Pablo Runa — 3


ocho fundamentos para un hermetismo renovado

Primer fundamento, tríada f h t del “principio paterno” “Reconócete” a ti mismo en la polivocidad de tus campos potenciales (físico, psíquico, espiritual) que integran al ser al que das esencia al pronunciar la palabra “YO”. Reinterpretando el sentido de la máxima socrática, el conocimiento de si mismo se logra reconociéndose múltiple e integrado a la vez. “Reconocer al yo, para conocer al yo”.

Segundo fundamento, tríada u n b del “principio materno” Comprender a la Tradición como creación fundada en una particular situación espacio-temporal, específica de cada cultura y que por lo tanto forma parte del proceso de formación de la identidad de esa cultura; del proceso de “individuación social”. Comprender la función que cada uno cumple integrando las propias “tradiciones” a la tradición cultural y hacia una Tradición Global. “Honrarás a tu Madre pues de ella has nacido”.

Tercer fundamento, tríada T i e del “principio fijo”, el primer portal Descreer de la infalibilidad de cualquier sistema cultural. Rechazar todo dogmatismo y comprender a todo reduccionismo como una solución parcial de un problema facetado y discriminado de un todo inabordado. Comprender que sin la experiencia íntima y sin comprometerse, nada es posible. En todo sistema tradicional sus valores son perennes pero se someten constantemente a la confrontación práctica de sus postulados; su aplicación debe adaptarse a las circunstancias. “La única certeza es la no-certeza”.

Cuarto fundamento, tríada a j m del “principio vital” Reconocerse como el único responsable del proceso de individuación, tanto como un ser discriminado y diferenciado de la alteridad en donde se está inmerso, o como un ser integrado y significado (semantizado) por la grupalidad que a uno lo entrecruza. Tener la capacidad de integrar elementos nuevos y desconocidos en su campo de conciencia armonizando los contrarios dentro y en torno a uno mismo. “Reconocerse un nodo simbólico de la Gran Red, portador de identidad e individualidad”.

Quinto fundamento, tríada r I l del “principio esencial” Integrar, reconocer y conciliar la razón, proyectiva, y la intuición, introyectiva, en una dialéctica tendiente a impulsar el proceso dinámico de Imaginación. Enfrentarse a la vida con su multiplicidad sin la necesidad de construir corazas impenetrables y con la capacidad de mutar las propias máscaras. “Conciliar la razón con la intuición”.

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Sexto fundamento, tríada c p N del “principio expansivo”, el segundo portal Integrar al Misterio en el campo de la comprensión mas que intentar conocerlo y explicarlo. Asumir la multiplicidad, el error y el sinsentido como integradores del campo de la experiencia, antes que el del saber. Expandir la propia mente a una mente no-propia que integre las áreas de incertidumbre “Comprender antes que conocer”.

Séptimo fundamento, tríada g z o del “principio femenino” o de la diosa Convivir con una visión paradójica y global del universo psíquico. Tendiendo a integrar las diferentes visiones significativas para cada uno. Poseer una visión integrada, no reduccionista ni uniforme del universo. Trabajar activamente sobe el “principio del tercero incluido”. “Asumir una visión plural y armonizada”.

Octavo fundamento, tríada w s d del “principio masculino” o del dios Integrar en la Psique la creencia en un cosmos sagrado con la experiencia en la incertidumbre metafísica. Abandonar definitivamente las “fugas por la ingenuidad” recurriendo a soluciones simplificadas plenas de fanatismo. Aceptar la contradicción del paradigma divino, percibiendo a lo sagrado como una potencia metafísica y no como una deidad estereotipada. “Ser creyente en la confianza y la incertidumbre, no en el fanatismo”.

percibir la esencia de la deidad

límite de los anteriores

reconocer las potencias divinas

saber

abrirse al gozo

limpiar la psique

constricción

abrirse a la conciencia superior

callar

busacr la serenidad

respetar las leyes

movimiento

comprender nuestro propio origen

osar

procurar la realización

Principio paterno

Principio materno

Principio fijo

Principio vital

Principio esencial

Principio expansivo

Principio femenino

Principio masculino

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