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Trastorno por atracón: un enemigo solitario

La imagen, la autoestima y la percepción de uno mismo muchas veces se ven influenciadas por el mundo externo y sus estándares de belleza, lo que necesariamente afecta nuestras vidas e, incluso, nuestra salud mental.

Cuando se habla de trastornos alimenticios, la imagen que llega a la mente es de dos extremos: obesidad o anorexia y/o bulimia. Si bien estas son enfermedades importantes que afectan a gran parte de la población, sobre todo femenina, existe una patología que aqueja a muchas más personas y de la cual casi no se habla porque, para la mayoría, no existe o, en el peor de los casos, la invisibilizan.

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El trastorno por atracón va mucho más allá de sentir una gran ansiedad por comer. Esta enfermedad consiste el consumo de un altísimo contenido calórico en un tiempo muy corto debido a una pérdida del control de los impulsos; no es comparable con “comer bastante” de vez en cuando o “picar” todo el tiempo. Las personas que sufren de este trastorno tienen momentos de ingesta compulsiva de alimentos de forma frecuente, mínimo tres veces por semana, seguidos de episodios depresivos y de culpa.

No es una característica de este trastorno ser “gordo” o flaco”, cualquier persona, sin importar su esta-

Ilustración por María Camila Duarte

Por: maría Camila DuartE gómEz

do físico, puede verse afectado; sin duda impacta la calidad de vida de quienes lo padecen y les impiden llevar una vida social normal, sobre todo en la convivencia familiar. “Estos episodios no son desencadenados por una sensación de hambre o fatiga, todo lo contrario, se presenta en ocasiones de gran estrés emocional, ansiedad o incluso depresión. La persona encuentra en la comida un escape emocional”, explica Silvia Arias, especialista en nutrición avanzada y trastornos alimenticios.

Sus principales conductas se asocian a comer el doble o, incluso, el triple de lo que consumiría una persona normal, tomar los alimentos de una forma inusualmente rápida, no tener un límite de saciedad prudente sino ingerir alimentos hasta quedar completamente lleno y, además, comer en espacios privados o cuando se encuentren solos debido a la vergüenza o temor a la recriminación.

“Después del episodio de euforia sigue el bajón, la persona se llena de culpa, pensamientos negativos e incluso asco hacia sí mismo, por lo que es normal que se encuentren afirmaciones negativas que afectan directamente la autoestima de la persona”, afirma Arias.

“Soy una hambrienta”, “malgasté mi dinero”, “tengo que esconder todo lo que comí”, “doy asco” o “me odio” son las palabras que Andrea Vargas, de 22 años, estudiante de ingeniería, se repite a sí misma después de un atracón, sobre todo en épocas de exámenes y proyectos. “No es que yo quiera comer todo eso, es que inicio y siento que no puedo parar hasta que me duele el estómago. Mis compañeros de apartamento saben de esto y me da mucha pena porque ya he tenido conflictos con ellos. Al principio me juzgaban mucho y me decían que dejara de tragar, pero cuando vieron que de verdad no podía controlarlo, me insistieron para que buscara ayuda”, relata mientras se muestra incómoda por esa confesión. Una de las grandes diferencias con los otros trastornos alimenticios ya mencionados es que las personas que padecen el atracón no compensan la ingesta con purgas (laxantes, inducción al vómito, diuréticos, entre otros), con sesiones excesivas de ejercicios o ayunos prolongados, por lo que el sentimiento de culpa se mantiene, aumenta la ansiedad que, a su vez, se intensifica con los factores externos y el círculo se repite.

La mayoría de las personas suelen disminuir la gravedad que puede causar esta patología debido a que minimizan sus efectos, como la obesidad o una alta predisposición a esta, cambios exagerados en el peso, depresión, disminución de la autoestima, dificultades en las relaciones interpersonales, problemas digestivos, alteración del ciclo hormonal (en mujeres) y otros cambios que se desencadenan de la mala alimentación.

Los trastornos alimenticios son un problema de salud importante y no deben ser invisibilizados; esta

Soy una hambrienta, malgasté mi todo dinero, me odio. No sé porque hago esto, no lo puedo controlar.

Andrea Vargas Estudiante de Ingeniería 22 años

enfermedad la padece alrededor del 3% de la población mundial y menos del 1% recibe el tratamiento adecuado. La mejor forma de abordar este trastorno es con ayuda profesional que incluye psicoterapia, nutrición (dependiendo la gravedad de la patología), ayuda psiquiátrica y medicamentos. Siempre se debe tener presente que cuidar de la salud física y mental es cuidar tu vida.

LA ANSIEDAD: entre mitos y verdades

Muchas personas hablan sobre ella, pero, ¿sabemos realmente qué es? La psiquiatra Adriana de Valdenebro explica este trastorno y sus implicaciones en la vida diaria, que van más allá de las creencias populares.

Por: maría Camila DuartE gómEz

El trastorno de ansiedad generalizado (TAG) es una enfermedad mental que requiere tratamiento médico. Puede llegar a ser incapacitante y afectar de diversas maneras la calidad de vida de quienes la padecen. Esta patología se caracteriza por tener una preocupación y/o angustia excesiva persistente hacia distintas situaciones, que pueden ser, incluso, cotidianas.

Adriana de Valdenebro, psiquiatra de la Universidad del Bosque, con énfasis en trastorno afectivo bipolar, terapia de pareja, depresión, ansiedad y psicoterapia, nos abrió las puertas de su consultorio para respondernos los interrogantes y

Foto tomada de Pexels

dudas que muchas personas tienen respecto a esta enfermedad, pero que no se atreven a preguntar por ser un tema tabú.

¿Qué es la ansiedad?

Dra. Valdenebro: Es una respuesta natural y adaptativa del cuerpo ante alguna situación que produce estrés: un mecanismo de escape y huida del organismo, pero existen situaciones donde al presentarse en niveles exacerbados es mala, desadaptativa. Ahí es cuando se convierte en una enfermedad.

¿Quiénes pueden sufrir de ansiedad? ¿Es una enfermedad de jóvenes?

Dra. Valdenebro: Cualquier perso-

La ansiedad es una respuesta natural y adaptativa del cuerpo ante alguna situación que produce estrés

Adriana de Valdenebro Médico Psiquiatra

na en el mundo, desde niños hasta adultos mayores. Esta patología se presenta ante la incapacidad de adaptarse a una situación de ca-

bio o conflicto, que se dimensiona de una forma desproporcionada y, como consecuencia, genera síntomas mentales y físicos, aunque también pueden presentarse de forma simultánea en pacientes que tengan un diagnóstico previo, como depresión.

Si una persona tiene ansiedad, ¿debe tomar medicación?

Dra. Valdenebro: No necesariamente. La presentación de la ansiedad puede ser muy variada y con síntomas leves hasta llegar a severos. Son en estos casos los que presentan crisis seguidas y que afectan a la persona en más de un aspecto socio-personal, donde se indica medicación para que ayude a controlar los episodios. Las personas afectadas por este diagnóstico suelen presentar síntomas claros y señales de alerta que generan problemas a nivel laboral, sentimental, social o incluso académico.

¿No es mejor solo evitar las situaciones que me causan ansiedad?

Dra. Valdenebro: Esto no es bueno por varios motivos. El primero es que no siempre son situaciones específicas o similares las que pueden causar un episodio de ansiedad, por lo tanto, intentar evitarlo no es muy efectivo. Segundo, a través de estudios clínicos se ha demostrado que el evitar, suprimir o ignorar “una situación de estrés o incomodidad emocional” a largo plazo solo incrementa la frecuencia de las crisis de ansiedad y alarga el pronóstico de la enfermedad, incluyendo el tratamiento.

¿Cuál es la mejor forma de tratar la ansiedad? ¿Tiene cura?

Dra. Valdenebro: No, la ansiedad no tiene cura, pero no quiere decir que una persona la vaya a sufrir durante toda su vida. La psicoterapia es una parte fundamental para el tratamiento, ayuda a la persona a controlar con herramientas internas esas situaciones que le causan malestar y/o estrés emocional y a largo plazo permite disminuir el impacto del diánóstico permitiendo que los pacientes puedan llevar una vida normal.

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