Historia de compañeros en espanol

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by David Andrew Corcoran, Ph.D.


Esta publicación es posible gracias al apoyo de:

Diseño y diagramación: Over Álvarez Impresión GRAFIFORMAS LTDA Primera edición, noviembre 2011 500 ejemplares Producido e impreso en Medellín, Colombia © 2011 Partners of the Americas, Capitulo Antioquia-Massachusetts, Universidad EAFIT © de los textos: sus autores © de las fotografías y sus autores Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra sin permiso escrito de los autores ISBN 978-958-57159-0-5


Contenido

Presentación Introducción “Una hija de Partners” Partners de las Américas: una historia de gente Diplomacia Interamericana y los orígenes de Partners Forjar Compañerismo: Antioquia y Massachusetts Diplomacia de pueblo a pueblo en la práctica Apoyo crucial: el capítulo de Antioquia y las instituciones locales Viejos y nuevos desafíos para los capítulos y el compañerismo

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Presentation Introduction: “A Child of Partners” Partners of the Americas: A Story of People Inter-American Diplomacy and the Origins of Partners Forging Partnership: Antioquia and Massachusetts People-to-People Diplomacy in Practice Crucial Support: The Antioquia Chapter and Local Institutions

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PARTNERS OF THE AMERICAS STAFF Elizabeth Auciello, Assistant Director, Youth Engagement Lauren Berntsen, Program Officer, Youth Engagement Barbara B. Bloch, Program Director, Education &Culture Margaret E. (Peggy) Carlson, Program Director, Farmer to Farmer Abraham A. Cisne, Program Officer, Youth Engagement Matthew N. Clausen, Vice President, Partnerships & Programs Horacio Correa, Jr., Director, Finance & Administration Gabrielle Equale, Program Officer, Professional Exchanges Melissa Lynott Golladay, Senior Director, Professional Leadership Exchanges Katalina Mayorga, Senior Program Officer, Climate Change Fellows Theresa McMenomy, Program Officer, Professional Exchanges Michelle R. Nicholson, Senior Communications Officer Linda Rosa Nico, Program Officer, Sport for Development Meghan Olivier, Assistant Director, Farmer to Farmer Carmen Sofia Peña, Officer, Field Operations Gaspar Rodriguez, Officer, Resource Development Brooke Rosenbauer, Program Officer, Sport for Development Michael Sayre, Special Initiatives Officer Jeremy (Ben) Searle, Program Officer, YSME and A Ganar Carmen R. Sepassi, Program Officer, Education & Culture Lindsey N. Suggs, Director, Program Development Paul L. Teeple, Director, Sport for Development Jamie Trimarchi, Officer, Finance and Administration Stephen G. Vetter, President and CEO Carolina Escobar, Atlas Corps Fellow PARTNERS OF THE AMERICAS BOARD OF DIRECTORS Partners of the Americas Foundation Board 2011 Tasso de Castro Lugon, Chair, Espirito Santo-West Virginia Partners Alison McKellar, Vice-Chair, Florida- Central/Eastern Colombia Partners Paula J. Laschober, Treasurer, Washington State- Chile Partners Guillermo (Willy) Lockhart, Secretary, Uruguay- Minnesota Partners Dr. Chris Bennett, Belize- Michigan Partners Geno Bonaventura, Illinois-Sao Paulo Partners Jose Mario Corona, Jalisco- Oklahoma Partners Betty Galvez de Reyes, El Salvador- Louisiana Partners Antonio Marcos Carvalho Machado, Espirito Santo- West Virginia Partners Yraima Méndez de Delgado, Venezuela- Tennessee Partners Tibério de Paula Pedrosa Monteiro , Pernambuco- Georgia Partners Maurice A. Sterns, District of Columbia- Brasilia Partners Francis Wardle, Colorado- Minas Gerais Partners


ANTIOQUIA-MASSACHUSETTS CHAPTER BOARD OF DIRECTORS Gabriel Marquez Velez, President Juan Alberto Gaviria, Vicepresident Alberto Hincapié López, Executive Director Camilo Restrepo Mejia, Board member Astrid Melendez Perez, Board member Silvia Gomez Oquendo, Alternate member Alba Rocio Grisales Orozco, Auditor Aracelly Lopera Toro, Accountant

CENTRO COLOMBO AMERICANO ORGANIZING STAFF Michael Cooper, General Director of Centro Colombo Americano Lai Yin Shem, General Coordination Sonia Solis, Hospitality and Accommodations Ana Isabel Lopera, Hospitality and Transformation Routes Claudia Gómez, Registration and Poster Show Cielo Mahecha, General Communications Angélica Estrada, Communications and Public Relations Stefania Acosta, Communications and Social Network Assistance Mónica Cano, Logistics and Exhibits Darío Bejarano, Logistics and Exhibits Mary Luz Carmona, Support Staff HISTORY OF THE MASSACHUSETTS ANTIOQUIA PARTNERS David Andrew Corcoran, PhD, Author of publication Daniel Arango Arango, Research assistant


Presentación bienestar común a través del voluntariado y su práctica de darse a los demás. Ante ello recordamos las palabras de John F. Kennedy:

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n 1989 cuando “Medellín” aparecía en las primeras páginas de los periódicos como una de las ciudades más violentas, fuimos testigos de cómo un norteamericano llamado Paul Bardwell (Massachusetts 1954 – Medellín 2002) director del Centro Colombo Americano de Medellín (1984 – 2002) literalmente cargaba sobre sus hombros una exposición de arte titulada “Hecho en Medellín”. Esta exposición viajó por varias ciudades de los Estados Unidos, como una forma noble de contrarrestar con hechos de solidaridad, la posibilidad de persistir con una mirada diferente de la Medellín de las noticias, entonces golpeada por la violencia del narcotráfico. Este esfuerzo fue posible gracias al apoyo de la Alcaldía de Medellín, el Museo de Arte Moderno, el Colombo Americano y Compañeros de las Americas, Capitulo Massachusetts – Antioquia. Circunstancialmente, Paul Bardwell era en ese entonces, además de director del Colombo Americano, presidente del Capítulo Compañeros de las Americas Massachusetts –Antioquia y como a todos los que vivíamos en Medellín, le dolía la crisis que esta ciudad vivía. Muchos fueron los intentos de los que residíamos en Medellín por mostrarle otra cara. Los nexos entre este Compañerismo y este centro binacional, siempre han estado vigentes. Hace dos años, otro norteamericano residente en Medellín por varias décadas, Michael Cooper, actual director del Colombo, y en ese entonces presidente de la junta de Compañeros en Medellín, fue quien nos dió la noticia de que la oficina principal de Compañeros en Washington, D.C., deseaba hacer su convención binacional en la Medellín de hoy. De alguna forma con esta asignación había llegado el momento para nosotros de no solo mostrar a la auténtica Medellín, sino de compartirla con otros que componen esta organización. La Medellín actual y las intenciones de esa muestra realizada en 1989 nunca cambiaron aun en medio de sus noches oscuras.

“No preguntes que puede hacer tu país por ti, sino tú por tú país”. Con motivo de esta convención internacional de Compañeros de las Américas en Medellín, les presentamos el rostro de esta ciudad transformada por muchos que tienen en común objetivos universales de integración y paz. Con esta publicación develamos a ustedes esta historia como un nuevo referente de las historias de compañerismos que componen esta organización, con ya casi 50 años aplicando la tarea de generar amistad entre los pueblos. Y Amistad significa acompañarnos en tiempos difíciles y también en los buenos, eso es lo que hoy celebramos. Como parte fundamental en el desarrollo de esta relación entre el compañerismo de Antioquia y Massachusetts, además del apoyo brindado a su sostenibilidad por instituciones como el Colombo Americano de Medellín y las instituciones mencionadas, también está presente la Universidad EAFIT, vinculada desde sus inicios a partir de la alianza de profesores interesados en incrementar vínculos internacionales orientados al desarrollo empresarial y administrativo. No es coincidencia que profesores como Bernardo Pérez y Álvaro Estrada, ambos eafitenses, en esos años de inicio de la Universidad fueran igualmente fundadores y presidentes de la junta directiva del Compañerismo. También ellos, hacen parte de este círculo de manos que ilustra la carátula de esta publicación y que clama por solidaridad entre los pueblos. Como un aporte a buscar los fundamentos de estas alianzas internacionales, la Universidad EAFIT se asocia a esta Convención Internacional en Medellín con la financiación de esta publicación sobre la historia del capítulo Massachusetts – Antioquia. En buena hora llega. Vivimos una nueva era de nuestras relaciones. Sin olvidar el pasado trazamos desafiantes rutas que reivindiquen una célebre frase inscrita en una de las entradas de la centenaria Biblioteca de Boston: “el bienestar de todos requiere de la educacion de la gente como seguridad al orden y la libertad”. Se requiere conocer nuestra historia entre dos pueblos que simbolizan dos naciones, una alianza, un sueño hecho realidad.

Hoy, miramos hacia atrás y vemos un común denominador que ha estado presente en mentes visionarias unidas por los principios de la solidaridad, la cooperación y el compañerismo, valores que en todas las épocas logran prevalecer con esperanza para hacer vigente la ruta de una “alianza para el progreso”. Se trata de un dialogo entre pueblos de diferentes latitudes, es una búsqueda de

Juan Alberto Gaviria Vélez Vicepresidente Compañeros de la Americas Capítulo Massachusetts – Antioquia

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Introducción

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n un bloque residencial agradable en un distrito concurrido de la ciudad de Medellín se encuentra la sede de la Fundación Multiimpedidos. Visto desde la calle, el edificio que alberga la fundación parece similar a muchos de los que lo rodean. Pero en el interior, la casa y sus ocupantes son cualquier cosa menos típicos. Allí, la Licenciada en Educación Luz Elena Tirado-Betancur y un pequeño pero dedicado cuerpo docente ejecutan una escuela para un grupo específico de población con limitación visual, sordo-ceguera, y discapacidad múltiple. La escuela atiende a una población estudiantil que se ha perdido históricamente en el sistema educativo local, un sistema que ha sido incapaz de satisfacer sus necesidades especiales. Trabajando con recursos limitados pero con energía ilimitada, la fundación proporciona opciones que de lo contrario no existirían para muchos de sus estudiantes. La labor de la Fundación Multiimpedidos es intensiva y ofrece atención individualizada para cada estudiante. Pero tan serio propósito no significa que el ambiente no sea alegre. Aulas tradicionales y no tradicionales, espacios de arte creativo, salones de terapia confortables y laboratorios de aprendizaje con tecnología adaptada para personas con diversas discapacidades, llenan la casa. Obras de arte de los estudiantes adornan todas las paredes. La misión inmediata de la fundación es práctica: mejorar la calidad de vida de sus estudiantes y sus familias. Y en el curso de más de quince años, la fundación ha demostrado que es viable. Ofreciendo un entorno educativo adaptado a las necesidades únicas de sus estudiantes, la fundación logra desarrollar el potencial individual de cada alumno. Como complemento de esta misión se encuentra una visión de mayor envergadura por parte de la organización. Esta visión resulta más difícil de lograr, pero permanece en el centro de trabajo de la fundación: alterar paradigmas culturales que ocultan sordos, ciegos y multi-impedidos de la vista pública, en lugar de integrarlos en la sociedad. Hace muchos años, Tirado se dio cuenta de que el cambio de percepción pública con respecto a individuos impedidos lleva tiempo; ella y su personal están dispuestos a hacer su parte en el largo plazo.

El interés de la Sra. Tirado en la educación especial comenzó con sus estudios en la Universidad de Antioquia, donde ella reconoció una gran demanda por parte de los profesionales para trabajar con los ciegos. Aprovechando las oportunidades para entrenarse en el extranjero y desarrollar nuevas habilidades en enseñanza de esos estudiantes, Tirado aceptó una beca --otorgada por Compañeros Archivo fotográfico: Fundación Multiimpedidos de las Américas y la Fundación Hilton Perkins International-- para viajar a la Perkins School for the Blind en Watertown, Massachusetts,

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cerca de Boston. Desde los principios del siglo XIX, la escuela Perkins había llevado por el mundo enfoques innovadores a la educación de personas ciegas; entre sus egresadas más famosas se encuentra nada menos que Helen Keller, cuya historia inspiradora es conocida por educadores de todo el mundo. En 1989, Luz Elena llegó al Perkins School para un año de enseñanza sobre los métodos aplicados en esa institución. Fue una experiencia que cambió su vida. Su tiempo en la escuela le permitió establecer un nuevo camino profesional. Allí, además, adquirió nueva experiencia práctica para trabajar con los estudiantes ciegos en su natal Medellín. Entre el personal de Perkins y la amplia comunidad de educadores en Massachusetts, ella construyó relaciones profesionales que han apoyado sus esfuerzos por décadas. Tirado salió de Massachusetts inspirada y entusiasmada por las posibilidades de aplicar su formación a la educación especial en Medellín. A su regreso, ella era más consciente que antes de la falta de oportunidades de capacitación profesional para educadores locales. Pero sabía bien que, no todo el mundo con un interés en este campo tendría la suerte de viajar a la escuela Perkins para la formación. Se vinculó a la Universidad de Antioquia e inició cátedra con los estudiantes del programa Educación Especial de la Facultad de Educación y el Centro de Servicios Pedagógicas, prácticas que contaron con el patrocinio de la Fundación Hilton Perkins International. Decidida a traer especialistas de Massachusetts a Medellín para dar cursos a sus colegas, trabajó con la Universidad de Antioquia y el capítulo local de Compañeros de las Américas para que esto sucediera. Dedicando su tiempo personal, colaborando con los voluntarios del capítulo, y aprovechando el entusiasmo de especialistas de Perkins School por compartir sus expertos en el extranjero, Tirado organizó conferencias y seminarios. Su objetivo era alentar nuevos enfoques educativos y crear nuevos servicios para una población local con grandes carencias.

acción. Reflexionando sobre los admirables éxitos obtenidos por la Fundación Multiimpedidos, muchos la consideran una “hija” de Partners de las Américas. Desde sus inicios, con ayudas locales y capital semilla que dieron sustento a su visión, la Fundación Multiimpedidos ha construido relaciones con educadores, escuelas, universidades y médicos profesionales alrededor de la ciudad de Medellín, en el Departamento de Antioquia y en toda la nación colombiana. Más allá de las fronteras nacionales, mantiene conexiones profesionales con comunidades educativas en el hermano Estado de Massachusetts, otros lugares de los Estados Unidos y en todo el mundo. Apoyo en forma de recursos humanos, material educativo, y subvenciones finánciales, han continuado fluyendo desde instituciones locales como la Universidad de Antioquia y la Universidad Pontificia Bolivariana. Dicha asistencia ha ido aumentando generosamente por fundaciones en los Estados Unidos, Alemania, Holanda, Reino Unido y Puerto Rico. Notablemente, desde la primera concesión de ayuda desde Partners, la Fundación Multiimpedidos ha fomentado las relaciones locales e internacionales que sustentan un cambio positivo. La fundación y su personal han construido comunidad fraternal entre los estudiantes, familiares y educadores profesionales.

Además de facilitar el desarrollo profesional de colegas en la educación especial, Tirado buscó oportunidades adicionales para poner su propia formación en acción. El programa Multiimpedidos nació en 1993 con los auspicios de Compañeros de las Américas. Con el apoyo del capítulo local, sus compañeros en Massachusetts, y el personal de Perkins, el nuevo proyecto de Tirado fue puesto en marcha. En el año 1999, el programa se independiza y se convierte en fundación. A lo largo de su existencia, la Fundación Multiimpedidos se ha beneficiado de donaciones y ayudas de otras organizaciones locales e internacionales. Sin embargo, sin esas primeras ayudas, el apoyo del capítulo local y los socios de Massachusetts, el establecimiento se hubiera visto postergado. Debido al temprano apoyo de Partners en Antioquia y Massachusetts, Tirado pudo aprovechar el momento para impulsar el cambio en la comunidad local. Entusiasmo y formación, se transformaron en

Archivo fotográfico: Fundación Multiimpedidos

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Panorámica de Medellín, 1962. Digar. Colección BPP.

Panorámica de Medellín, 2007. Paul Smith.


Panorรกmica de Boston, David Corcoran, 2011

Panoramica de Boston, David Corcoran,2011


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ignificativamente, la historia de Luz Elena TiradoBetancur revela gran parte de la historia del capítulo Antioqueño de Partners de las Américas. Claro que los detalles son únicos para la Fundación Multiimpedidos, pero la filosofía y el entusiasmo demostrado por la Sra. Tirado no lo son. Durante casi cinco décadas de existencia, el capítulo Antioqueño ha atraído a personas que se han comprometido a resolver los desafíos que enfrentan sus comunidades locales. Con recursos limitados, pero con una abundancia de energía humana, estos individuos han convertido al voluntariado en un vehículo para el mejoramiento cívico, han construido relaciones de trabajo con sus vecinos a través de la calle, a través de la ciudad, y en todo el hemisferio. Ellos han construido la infraestructura social y diseñado programas que satisfacen las necesidades de la comunidad local. No han esperado a que organismos de gobierno tomen la iniciativa, por el contrario, han trabajado como voluntarios a nivel de base capacitando personas. En el proceso, ellos modelan la ciudadanía activa y dan contenido a la democracia.

Con el aniversario 50 de Partners de las Américas a tan sólo tres años de distancia, voluntarios de todo el hemisferio se reúnen en Medellín para compartir sus experiencias, ampliar sus diálogos y contemplar sus futuros. A través de cinco décadas, miles de personas han dado libremente de su tiempo, energía y experiencia. Ellos construyen compañerismo y fortalecen comunidades locales. La red de capítulos y compañerismo es amplia. Voluntarios de ciudades y pueblos desde Maine (Estados Unidos) a Minas Gerais (Brasil), y de la Patagonia (Argentina) a Puebla (México), han trabajado conjuntamente para abordar los retos de la modernidad. Compartiendo intereses comunes en el fortalecimiento de la democracia mediante la mejora de la calidad de vida en el hemisferio, estos socios trabajan a nivel de base para afectar el cambio. Ellos evalúan las necesidades locales, buscan e identifican los recursos disponibles, y coordinan las respuestas. Dichas respuestas pueden tomar la forma de programación de largo alcance. Fundaciones brotan y crecen de una semilla y continúan durante décadas. Programas de reciclaje, como los iniciados por Antioquia Partners en pueblos de montaña por encima de Medellín, se expanden desde una sola aldea a zonas urbanas más grandes. Programas de aprendizaje experiencial, fomentaron el liderazgo entre la juventud por dos generaciones. Sin embargo, las actividades de Partners también pueden ocurrir a corto plazo para satisfacer necesidades temporales o los intereses inmediatos: una tarde de trabajo voluntario con un programa de deportes en un barrio urbano; una taza de café y una rápida conversación con un estudiante interesado en voluntariado, una carrera de salud, o un problema del barrio; una recepción para un visitante extranjero; Archivo fotográfico: Fundación Multiimpedidos una reunión comunal; o una exhibición de arte con pintores locales.

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Doctores Alvaro Estrada y Gabriel Márquez, Presidentes de Junta en diferentes periodos de la historia del Capitulo Antioquia Massachusetts. 2000

El capítulo anfitrión para el 2011 de la Convención Partners of the Americas en Medellín, tiene una historia orgullosa. Con su aniversario de oro acercándose, reflejar sobre esta historia, ofrece una oportunidad única para trazar el futuro. Como todos los grupos sin fines de lucro operada por voluntarios, el capítulo ha enfrentado desafíos de organización: las limitaciones de tiempo de los participantes, los limitados recursos financieros disponibles para la programación, y las dificultades de mantener el voluntariado. Sin embargo, frente a estos y otros desafíos, Partners Antioqueños han perseverado por casi cinco décadas. Y aunque es importante celebrar ese logro, quizás sea más importante comprender lo que ha sostenido el capítulo. ¿Qué ha vigorizado el activismo cívico y defensoría de sus miembros? ¿Por qué personas dan tan libremente de su tiempo y experiencia? Las respuestas a estas preguntas son simples y claras. A través de las décadas, las mujeres y hombres del capítulo han permanecido centrados en una singular misión: mejorar la calidad de vida de los ciudadanos de Medellín, Antioquia, y Colombia. Inherentemente optimistas, traen la experiencia adquirida en sus carreras profesionales a esta tarea. Fuertemente idealistas, son también pragmáticos. Aceptan la realidad y reconocen sus límites pero se enfocan en oportunidades que se extienden más allá de éstos. Ellos promueven el voluntariado como un modelo de participación ciudadana y emplean todos los recursos --locales, regionales,

nacionales y transnacionales-- a su disposición. Abogando por el cambio y soluciones de pilotaje, tranquila pero firmemente, ellos fortalecen sus comunidades. No hay soluciones fáciles para los desafíos de la modernidad, y los colombianos entienden ésto más que la mayoría. A lo largo del siglo XX, su nación ha sufrido problemas que pocos han enfrentado. Durante las últimas dos décadas del siglo XX, la ciudad donde Partners de las Américas se reúnen —la ciudad de Medellín, la capital de Antioquia— se convirtió en sinónimo de violencia y tráfico de drogas. Ésta, la ciudad de la “eterna primavera”, había sido construida por gente industriosa quienes valoraron el progreso. Líderes ciudadanos habían sido siempre de mentalidad cívica. Los Antioqueños establecieron una fuerte cultura regional que se fusionó con las tradiciones rurales apoyadas en su pasión por el cultivo de café y las flores, por sus apreciados caballos y sus paisajes de montaña, por su fe religiosa, apego por la familia y amor por el barrio y los amigos— con la funcionalidad requerida por la modernidad. Existe un equilibrio a la cultura “Paisa” que la hacen única: celebrar el pasado pero abrazar el futuro. Lamentablemente, los cárteles del narcotráfico local destruyeron ese equilibrio en las últimas décadas del siglo XX. En la tierra de las flores, la violencia aumentó a niveles horribles. Sin embargo, como lo demuestran los paisajes urbanos, las innovadoras redes de transporte, la nueva infraestructura educativa y cultural, y el orgullo fuerte del Paisa, los horrores pueden superarse. La voluntad del pueblo es más potente.

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Gabriel Márquez Vélez se unió al capítulo durante los días problemáticos a mediados de la década de 1980. Actualmente es el Director de Fundaunibán, una fundación benéfica que es modelo de responsabilidad social corporativa. Él supervisa los proyectos de desarrollo comunitario que están mejorando la calidad de vida para los residentes de regiones productivas de bananos. Un miembro activo del capítulo Antioquia desde ese momento, él dirige la Junta Directiva actual. Desde su larga afiliación con el capítulo, comprende los desafíos que enfrentan las organizaciones de voluntariado. Entiende que las reformas sociales toman tiempo para implementarse. Y habiendo vivido el caos de finales del siglo XX, él sabe la influencia devastadora del miedo en las comunidades locales. Sin embargo, similar a las tantas personas que se convirtieron en socios a través de las décadas, el Sr. Márquez Vélez vio la organización como una fuente de esperanza. “Tiempos difíciles,” explica, “pueden llevar a la desesperación, pero puede también crían esperanza.” En medio de la amplia desesperación, el capítulo local ofreció opciones a quienes permanecieron esperanzados. Se les ofreció caminos concretos para elaborar nuevas soluciones a los retos de la comunidad. El capítulo apoyó sus determinaciones para superar las crisis y para construir comunidades facultadas para el largo plazo. El capítulo y sus socios, mantuvieron la esperanza.

médicos, artistas, ingenieros, abogados y científicos, dedicados a satisfacer las necesidades insatisfechas, a encontrar soluciones y abrir caminos para todos. En ratos libres, ellos continúan en la misma ruta como voluntarios con Partners de las Américas. Así, mientras que la historia de los socios de Medellín es una historia de la diplomacia, el desarrollo económico y el intercambio cultural, esencialmente, es una historia de personas y de las relaciones que ellos construyen. Es una historia de gente que construye comunidad, protege visiones y mantiene la esperanza.

Desde 1964, decenas de socios han ofrecido liderazgo a la ciudad, región y nación. Gente como Gabriel Márquez Vélez y Luz Elena Tirado-Betancur, han aceptado los desafíos. Aunque a menudo no reconocidos, los miembros del capítulo Antioqueño desempeñaron un papel líder en pasar la página sobre la violencia y en reconstruir la sociedad civil en las décadas oscuras al final del siglo. A través de puestos profesionales y a través sus actividades de voluntariado con el capítulo, cada uno trabajó en soluciones comunitarias a las crisis cívicas. Los intereses de ellos en la construcción de la sociedad civil a nivel de base no disminuyeron, incluso bajo amenazas cada vez mayores. Al contrario, fortaleció sus determinaciones. Desde experiencias difíciles, ellos reforzaron su voluntad para construir comunidad, para potenciar a los ciudadanos, y fortalecer las prácticas democráticas.

Archivo fotográfico: Fundación Multiimpedidos

Como miembros del capítulo, los individuos han llegado y salido durante los años. Típico en organizaciones de voluntarios, el cambio de personal es bastante frecuente. Mientras que algunos miembros sirven por décadas, otros están activos durante solo un año o dos. Sin tener en cuenta la cantidad de tiempo que han ofrecido, la mayoría han sido líderes – líderes sociales, económicos y culturales. Son personas que pasan sus días como líderes de fundaciones grandes y pequeñas, escuelas y aulas, organismos de desarrollo, clínicas y proyectos de salud, programas de la protección del medio ambiente e instituciones artísticas. Son educadores, trabajadores sociales,

Archivo fotográfico: Fundación Multiimpedidos

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uando John F. Kennedy llegó a Bogotá en diciembre de 1961, una multitud de más de 500.000 personas salieron por las calles para darle la bienvenida. Ovacionando al presidente cuando su caravana pasó por el centro de la ciudad, multitudes ocuparon hasta veinte metros a los lados de la carretera. A medida que el joven presidente y su esposa, Jackie, pasaron lentamente en un coche abierto, casi la mitad de la población de la ciudad andina agitó, aplaudió y clamó por ellos. Kennedy estaba acostumbrado a recepciones de este tipo con grandes multitudes; durante visitas oficiales al extranjero, a París y Londres, como durante su campaña de 1960 a la Presidencia en Estados Unidos, él siempre recibió una buena acogida. Sin embargo, el tamaño de la multitud en la capital colombiana fue mayor que cualquiera antes, sintiéndose honrado y abrumado. De hecho, después de su visita, y en los dos años antes de que una bala cobrara su vida, Kennedy a menudo habló con cariño sobre sus experiencias en las calles de Bogotá. Siempre habló calurosamente del pueblo colombiano. Kennedy fue el primer presidente norteamericano en visitar Bogotá y sólo el segundo en viajar a Colombia. Su presidencia, y la asistencia de medio millón de Bogotanos marcaron el nuevo entusiasmo por una alianza colombo-estadounidense creciente. Ciertamente algunos se oponían a la visita, pero sus protestas fueron ahogadas por el entusiasmo de la mayoría. Debido a la bulliciosa multitud a lo largo de la ruta del desfile, fue casi imposible ver las ocasionales paredes que proclamaban con grafitis “Kennedy fuera” y “Cuba Sí, Yanquis no.” Mucho más comunes fueron letreros más pequeños y portátiles ofreciendo “Bienvenidos” a la pareja.

John F. Kennedy, Alberto Lleras Camargo, Jackeline Kennedy en su visita a Colombia, 1961. John F. Kennedy Presidential Library and Museum, Boston

Un cuarto de siglo antes, una recepción tan poderosa y positiva para el presidente del U.S. habría sido impensable. Pero, a mediados de siglo, las dos naciones habían resuelto lo más importantes desafíos diplomáticos que empañaron su relación; lo más significativo fue el papel de Washington en la independencia de Panamá, una antigua provincia colombiana. Eventos en Europa y las Américas durante la Segunda Guerra Mundial habían fomentado una nueva relación entre las naciones, sus dirigentes y sus pueblos. Más tarde, durante la Guerra Fría, sus relaciones políticas crecieron alrededor de la fe compartida en el capitalismo, el compromiso para mejorar la gobernabilidad democrática, y el enfoque en contener el comunismo y el radicalismo. Fuera de la política, las relaciones económicas de Colombia y los Estados Unidos continuaron expandiéndose. Además, nuevas conexiones culturales entre los ciudadanos de estas naciones, instituciones educativas y organizaciones profesionales redefinieron la relación. La visita del Presidente de Estados Unidos fue planeada específicamente para la inauguración de la Alianza para el Progreso

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Logo de Alianza para el Progreso. Archivo Partners of the Americas, Washington

en Colombia. Formalizada a principios de aquel año, la Alianza dio una llamada a la acción y fue respaldada conjuntamente por muchos gobiernos en el hemisferio. Una reacción directa a la revolución cubana y el movimiento comunista de Fidel Castro, la Alianza aspiró eliminar la pobreza que dejó muchos pueblos vulnerables en América Latina a la revolución comunista o al gobierno no democrático. Colectivamente, los miembros estatales de la Alianza habían acordado en la Conferencia de Punta del Este (Uruguay) iniciar importantes reformas económicas, sociales y educativas para mejorar los niveles de vida de sus poblaciones empobrecidas. Mientras los préstamos para infraestructura, reforma agraria, salud y proyectos educativos se organizaron por Estados Unidos, las naciones individuales elaboraron sus propios planes de acción. La Alianza se propuso proporcionar servicios básicos— vivienda, alimentos, agua potable y aulas— para aquellos cuyas necesidades básicas habían sido descuidadas. Lo importante, las actividades de la Alianza fueron basadas en una filosofía del empoderamiento personal y comunal. No era un programa de limosna. La Alianza fomentó reformas que permitiría a las poblaciones vulnerables

ayudarse a sí mismos, participar en y dirigir la gobernabilidad democrática, y construir infraestructura comunal para satisfacer sus propias necesidades. Fue un plan ambicioso. De esta manera el Presidente Kennedy había llegado a Bogotá para unirse al Presidente Alberto Lleras Camargo en la inauguración del programa de la Alianza en Colombia. Juntos, colocaron las piedras angulares para la primera casa y la primera escuela en un nuevo desarrollo urbano a las afueras del centro de la ciudad. Diseñado para dar cabida a más de 80.000 personas, el nuevo barrio ofreció viviendas a las familias que se habían acostumbrado a condiciones deplorables en barrios marginales. Como aquellos que pronto ocuparían las viviendas nuevas y llenarían las nuevas aulas, los dos presidentes fueron llenos de esperanza hacia el futuro. Al mismo tiempo, ellos estaban plenamente conscientes que la esperanza podría con rapidez convertirse en desilusión. En muchas partes de América Latina, altas tasas de pobreza y falta de servicios básicos en comunidades pobres aumentaron los intereses en formas alternativas de gobernabilidad. Así, la Alianza para el Progreso fue un esfuerzo por fortalecer las democracias regionales y hacerlas más sensible a las necesidades del pueblo. En los días posteriores a

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Archivo de prensa Periódico El Colombiano, 1961

la visita de Kennedy, el presidente Lleras orgullosamente señalaba la tremenda recepción extendida por el pueblo colombiano en las calles de la capital. El presidente notó que un nuevo sentido de optimismo y un amplio apoyo público a las reformas fueron creciendo entre el pueblo colombiano. Sin embargo, también advirtió que si “la esperanza se ve frustrada, estas calles pueden llenarse nuevamente, pero será entonces una cosa terrible”. La Alianza tendría que ser algo más que un llamado a la acción y más que desfiles y discursos. Para que tuviera éxito, sería necesario que fortaleciera la democracia capacitando a los individuos; sería necesario que sirviera a las comunidades y no sólo los políticos. Mientras la visita del Presidente de Estados Unidos y el enfoque

nuevo de Washington a las relaciones con América Latina indicó cambios importantes, la filosofía que sostenía la Alianza para el progreso no era una importación extranjera. Washington no tenía ningún monopolio sobre esta filosofía. De hecho, ésta tenía profundas raíces entre colombianos y personas de todos partes de las Américas. Un período particularmente violento de la historia colombiana había seguido la Segunda Guerra Mundial, y líderes nacionales y locales buscaron soluciones serias a disturbios civiles a finales de los cincuentas. Ampliar las oportunidades educativas se convirtió en una prioridad para el pueblo colombiano, y los sectores públicos y privados respondieron a las demandas. En el proceso, nuevas escuelas secundarias, universidades, capacitación técnica y

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programas de aprendizaje aparecieron. Expresando fe en el poder de la educación para transformar vidas, las crecientes clases medias y profesionales fueron especialmente decididas a crear una nueva realidad para sus hijos y las generaciones futuras. Ellos, percibieron la educación como un gran paso hacia el desarrollo personal. Simultáneamente, las comunidades en toda la nación asumieron la tarea de construir la infraestructura local que una modernidad pacífica y democrática requería. A través del programa de Acción Comunal del gobierno nacional, se formaron comités de voluntarios a nivel local. En cada comité, miembros de las juntas evaluaban las necesidades de sus pueblos rurales y barrios urbanos. Se elaboraron planes de acción, se consiguieron recursos y se consultó con especialistas. Con sus propias manos ellos ayudaron a construir carreteras, puentes, sistemas telefónicos, centros de salud, estadios y canchas de deportes, comedores escolares y parques públicos que mejorarían la calidad de vida en sus comunidades. Indicando la creciente demanda de servicios educativos de la nación, la construcción de escuelas representó más del 40% de las actividades de Acción Comunal en su primera década. Mientras que menos de cien comunidades participaron en el programa antes de 1960, había más de 15.000 comités de voluntarios en las comunidades a través de Colombia en 1969. Como se demostró en la historia de Acción Comunal, los colombianos abrazaron la filosofía del empoderamiento de la comunidad. Está claro que la Alianza para el Progreso fue bien recibida en Colombia porque estuvo basada en una filosofía existente y popular. La Alianza fue fundada en una filosofía propia y no en una importada. La esperanza no tenía fronteras nacionales. Mientras que la Alianza para el Progreso tomó forma dentro de la diplomacia tradicional y dependía de gobierno a gobierno para su programación y ejecución, también estableció capítulos independientes de voluntarios para dirigir programas a nivel comunitario. Los Capítulos se formaron en toda América Latina y se organizaron en los niveles departamental o provincial. Cada uno fue emparejado con un capítulo en un estado norteamericano. La intención fue aprovechar los recursos del sector privado y limitar el control de los diplomáticos y los burócratas del gobierno en programas de la Alianza, así como permitir a las comunidades tomar medidas para atender sus propias necesidades. Juntos, estos capítulos se formaron inicialmente bajo el título organizacional de Partners de la Alianza. Si bien, originalmente fueron organizados dentro de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), una agencia del Departamento de Estado, el programa fue prontamente privatizado. Diferente a la diplomacia formal y transformada en

una fundación privada antes del final de su primera década, la organización fue renombrada como Partners of the Américas. Como programa de la diplomacia formal, la Alianza para el progreso terminó prematuramente. En muchos países, el programa nunca tomó vuelo. Mientras que el programa en Colombia era más activo que los de la mayoría de sus vecinos regionales, éste enfrentó enormes obstáculos por la dificultad de crear rápidamente una reforma social a gran escala. Muchos crecieron impacientes con la brecha entre la teoría y la realidad. Después del asesinato del Presidente de EEUU que inspiró y guió el programa, el entusiasmo por su enfoque inter-americano también murió. Preocupaciones de la Guerra Fría dirigieron el enfoque de EEUU hasta sudeste asiático; las energías diplomáticas y recursos siguieron a los soldados a Vietnam. En Colombia, el surgimiento de grupos guerrilleros armados, quienes abogaban por la revolución inspirados en Moscú, la Habana y Beijing, desplazaron también el foco del gobierno en Bogotá. Al analizar el giro de los acontecimientos en el hemisferio, los historiadores han concluido que la Alianza para el Progreso fue un fracaso completo. Pero los mismos historiadores han pasado por alto a Partners de las Américas y sus muchos logros, han ignorado el legado de la diplomacia pueblo a pueblo. Mientras que la diplomacia formal no logró sus objetivos ambiciosos para la reforma social y económica, Partners de las Américas y su diplomacia pueblo a pueblo no fallaron. Cuatro décadas después de la disolución de la Alianza para el Progreso, Partners sigue generando cambios a nivel comunitario. Es un legado admirable de la Alianza para el Progreso, pero como una fundación privada con una red amplia de capítulos, la organización tiene su propio legado orgulloso.

Discurso de Bienvenida del Presidente Alberto Lleras Camargo de Colombia a su homologo John F. Kennedy, Presidente de Estados Unidos durante su visita a Colombia en 1961. John F. Kennedy Presidential Library and Museum, Boston

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n el espíritu de optimismo y determinación de una Alianza muy olvidada, el capítulo Antioqueño sigue trabajando hacia el fortalecimiento de la democracia y el fomento de la ciudadanía participativa. Clave para el éxito del capítulo ha sido sus relaciones formales con el capítulo en Massachusetts. Esta asociación es una de 60 parejas formales entre los 120 capítulos en el hemisferio. El concepto original para ese compañerismo se basó en teorías de desarrollos populares en medio del siglo veinte. La idea central fue el intercambio de conocimientos y recursos entre el “adelantado” norte y el “aún en desarrollo” sur. Como resultado, capítulos del norte tuvieron una clara misión para ayudar a sus homólogos del sur. El norte no esperaba resolver los problemas del sur, pero con economías bien desarrolladas, una amplia infraestructura educativa, y fuertes tradiciones democráticas, la región tenía una amplia base de recursos. Sin duda, en el principio la dirección del diálogo y el intercambio de recursos, fue del norte al sur. Sin embargo, las relaciones crecieron, y las corrientes de recursos se volvieron multidireccionales.

Descubrimiento de Placa Conmemorativa por John F. Kennedy y Alberto Llegras Camargo, presidente de Colombia en Ciudad Kennedy, Bogota 1961. John F. Kennedy Presidential Library and Museum, Boston

Placa Conmemorativa 60 años después, frente a casa de matrimonio beneficiado, en Ciudad Kennedy. Obra: “Ventana de Kennedy” Raul Cristancho. 2002

En el sur, los capítulos siempre han sido organizados en forma distinta a sus contrapartes del norte. La misión de capítulos del sur es abordar las necesidades de la comunidad local. Hacen parte: organización de servicios, agencias de desarrollo, y proveedores educativos. En el diálogo y los intercambios con capítulos en el sur, los del norte se familiarizaron con los desafíos que se enfrentan en el sur. Al Interactuar con el norte, capítulos de América Latina tenían oportunidades para explorar diversos modelos —sociales, culturales y económicos— populares en los Estados Unidos. Pero desde el principio, no hubo ningún plan maestro de cómo funcionarían estas asociaciones. La intención era simplemente promover la colaboración – no recrear la sociedad del norte en América Latina. A través de asociaciones formales, capítulos del sur tuvieron oportunidad de construir una relación que satisficiera necesidades locales. Muchos colombianos abrazaron al espíritu de la diplomacia de pueblo a pueblo. A través de capítulos, ellos participaron con entusiasmo colaborando con los estados de “partner.” Sin embargo, una minoría rechazó el compañerismo con los Estados Unidos e hicieron público sus opiniones. Como ocurrió en otras partes del hemisferio después de la revolución cubana, surgieron grupos guerrilleros que desafiaban el gobierno colombiano y promovían el comunismo y el socialismo como alternativas a la democracia. En el clima político volátil de las décadas de 1960s y 1970s, organizaciones, empresas y personas afiliadas a los Estados Unidos se convirtieron en blanco de las bombas terroristas y ataques violentos. Empresas, instituciones educativas y las oficinas diplomáticas en Colombia, estaban bajo amenaza constante. Como

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una necesidad práctica, el capítulo Antioqueño de Partners de las Américas operaba bajo el nombre de Procivismo. Para evitar las amenazas serias a los proyectos y los participantes, el capítulo no usó la etiqueta de “Partners de las Américas”. Si bien el nombre fue diferente, la misión era la misma –modelar el civismo, construir sociedad civil, y fomentar empoderamiento de la comunidad-. Como guerrillas izquierdistas y, más tarde, los carteles del narcotráfico continuaron siendo amenazas graves de seguridad a todos, el capítulo retuvo Procivismo como su nombre oficial por tres décadas. A finales de 1990s, como las condiciones locales mostraron signos de mejoría y el capítulo contempló su futuro, los miembros rebautizaron el capítulo como Los Antioquia Partners de las Américas. Significativamente, sin embargo, este cambio de nombre fue poco más que simbólico. La labor del capítulo continuó igual: promover la ciudadanía activa y la potenciación de las comunidades locales, de igual forma, construir relaciones fuertes con su capítulo socio en Massachusetts seguía siendo una prioridad. La lógica original de emparejar Antioquia y Massachusetts estaba basada en intereses económicos y culturales compartidos. Primero, ambos dieron alto valor a la educación. Massachusetts había sido un líder en este ámbito; su infraestructura educativa y programas fueron reconocidos en todo el mundo. Comparativamente, Antioquia tenía el mejor sistema de escuela en Colombia. Aunque los servicios seguían siendo limitados, la matrícula escolar, graduación secundaria y las tasas de alfabetización fueron superiores allí que en casi toda la nación. No es de sorprenderse, que tanto en Massachusetts como en Antioquia vieran la educación como la clave principal para el progreso económico y social. Así, objetivos educativos comunes permitieron importantes oportunidades de colaboración norte-sur. En la década de 1960, por ejemplo, con la modernidad en mente, ambos trabajaron hacia un mayor acceso a las universidades para sus clases medias y promovieron el desarrollo de la tecnología, la ciencia y la innovación en programas educativos. Además, Antioquia y Massachusetts tenía algunos intereses económicos comunes, por medio de los cuales se podía construir una asociación. Ambos habían sido dirigentes nacionales en la industria. Especialmente significativo, ambos tenían fuertes raíces históricas en la producción de textiles. Fábricas de ropa a lado del río Merrimack en Lowell, Massachusetts, habían inaugurado la revolución industrial en los Estados Unidos durante la primera mitad del siglo XIX. Antes del fin de siglo, industriales en los alrededores de Medellín habían invertido también en la producción de textiles. Rápidamente se lo desarrolló como un importante motor de la economía nacional. Los Contactos entre los productores de textiles en Antioquia y Massachusetts eran comunes. A través del siglo XX, era común para industriales colombianos enviar a sus hijos a Lowell para observar y entrenarse en la producción

moderna. Además de textiles, un sector de servicios financieros fuerte estructuró sus economías locales. Los primeros voluntarios en el capítulo Antioqueño serían los individuos entrenados en Massachusetts en los sectores textiles, industriales y financiero. Hace algunas décadas, la industria textil desapareció en Massachusetts. Hoy en Antioquia, los textiles no desempeñan un papel dominante tampoco. El sector financiero sigue siendo fuerte en ambos lugares, la diversificación de economías locales en ambas ciudades ha proporcionado nuevas bases para la colaboración económica, especialmente en las áreas de ciencia y tecnología. En las últimas décadas, programas de colaboración dirigidos a la comunidad, así como los servicios médicos, se han vuelto más comunes dentro del compañerismo: iniciativas relacionadas con el VIH/SIDA, abuso de sustancias, terapias de rehabilitación y discapacidades físicas y mentales. Hay recursos humanos abundantes para dichas programaciones en Massachusetts, por lo cual es líder en ciencias médicas y sus hospitales están entre los mejores del mundo. Medellín también ha sido líder en la ciencia médica. En la historia de su relación, los intereses educativos comunes ofrecían la base más fuerte para la colaboración eficaz entre Massachusetts y Antioquia. De hecho, a través de cinco décadas, la inmensa mayoría de programas de asociación han tenido un fuerte componente educativo. Los programas han dependido de educadores y recursos educativos de las instituciones de educación superior, primaria y secundaria, organizaciones dedicadas a la educación especial, programas de formación profesional y centros de formación. A lo largo de la historia del capítulo Antioquia, individuos que estudiaron en las universidades de la ciudad de Boston o tenían conexiones profesionales con la más amplia comunidad educativa en Massachusetts han sido un fuerte contingente entre los voluntarios del capítulo. Por eso, aquellos que han dado muchos años de servicio voluntario al capítulo notan los beneficios educativos de su asociación con Massachusetts. Ellos señalan que la infraestructura educativa en Massachusetts es “amplia y accesible” y que los ciudadanos del estado son “altamente educados.” Algunos enfatizan que sus socios tienen una visión que es “eminentemente académica.” Como indicio de que las raíces de este compañerismo crecían en la educación, muchos miembros pasados y presentes de Antioquia Partners destacan que sus contrapartes del Norte siempre han sido “abiertos a compartir sus experiencias y conocimiento.” Es claro que la diversidad ha caracterizado el programa de asociación, pero la educación siempre ha sido su actividad principal. El capítulo de Antioquia y sus miembros, siempre han demostrado un gran interés en la educación para las poblaciones desfavorecidas. En esta área, la labor de la Fundación Multiimpedidos es notable.

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Pero, igualmente importante es la labor de Aurora Ortegón, otra socia del capítulo. Ella dirige una pequeña escuela para los estudiantes con discapacidades de desarrollo. Ella y su personal enseñan a individuos y abogan por ellos. En sus labores, elevan la conciencia de las necesidades de educación especial en Medellín, Antioquia, y Colombia. A través de su participación con Partners, Ortegón ha desarrollado una red de profesionales que apoyan la misión escolar. En contraste, Astrid Meléndez, una abogada y socia del capítulo, tiene un proyecto muy diferente, pero su trabajo se basa también en educación. Reconociendo la necesidad de educar a las familias trabajadoras de Colombia sobre cuestiones jurídicas en atención médica, Meléndez hace justamente eso con apoyo de Partners en Antioquia, Massachusetts, y Washington. Ella enseña a los pacientes y médicos sobre sus derechos y responsabilidades legales. En el proceso, da sentido a la ley y construye respeto por la misma. Fomentar el liderazgo entre los jóvenes era el objetivo del Proyecto Aventura. Uno de los más exitosos programas educativos, empezó en Medellín en 1989 en cooperación con educadores de Massachusetts. El programa continúa hoy con impulso propio, por fuera del capítulo, pero es un legado importante de Antioquia Partners. Proyecto Aventura trabaja con la juventud desventajada y desadaptada. Les da experiencias y aventuras en las montañas que rodean a Medellín, fuera de sus vecindarios urbanos. En una época cuando reinó el caos en los barrios urbanos a manos de los cárteles de la droga, el programa proporcionó cordura. Basado en programas de aprendizaje experiencial de los Estados Unidos, el programa genera comunidad entre los jóvenes y fomenta su autoconfianza. También, ayuda a los jóvenes participantes a reconocer su interdependencia. Más recientemente, una variedad de programas de deportes juveniles han surgido de la colaboración entre Antioquia y Massachusetts. Convencidos de que la participación de la juventud en el deporte fortalece su conciencia cívica, Partners en ambos países apoyan con entusiasmo la capacitación en administración deportiva para los adultos con interés en este campo. En un entorno educativo más formal, mujeres desempleadas, quienes tenían sueños de formar empresa, aprendieron habilidades de negocios a través de un programa patrocinado por el capítulo y el SENA, agencia nacional de capacitación en Colombia. Llegando a las mujeres de barrios marginados, el programa ofreció capacitación y préstamos para que iniciaran pequeñas empresas. Luego de finalizar la formación y desarrollar planes de negocios, estas mujeres recibieron microcréditos y la posibilidad de reorientar sus vidas. Porciones de este programa innovador se han repetido en diferentes escenarios y con diversas circunstancias desde aquel entonces.

Entre las muchas actividades de colaboración en el ámbito de la educación, las becas internacionales de desarrollo comunitario tenían mucha importancia. Estas becas impartieron capacitación en desarrollo comunitario para líderes emergentes y fueron ofrecidas a través de la oficina internacional de Partners de las América con el apoyo directo de la Fundación W.K. Kellogg. Los participantes fueron seleccionados entre los capítulos en los Estados Unidos y América Latina, y ellos completaron un ciclo de dos años de seminarios y capacitación en el desarrollo económico y social. Grupos de cada cohorte se reunían periódicamente en ciudades en todo el hemisferio y aprendieron a tener acceso a recursos de desarrollo internacional. Notablemente, el Compañerismo Antioquia Massachusetts es el único privilegiado en contar con 10 líderes internacionales: Aurora Ortegón, Didier Vélez, Luis Alberto Gómez, Gabriel Márquez Vélez, Nicolás Zea, Gilberto Toro, Margarita Correa, Margarita Maria Sánchez Villegas, Jhon Jairo González (fallecido) y John J. Sepulveda. Luis Alberto Gómez tenía una carrera como administrador de negocios cuando se convirtió en un voluntario con el capítulo Antioqueño en 1979. Pronto, sin embargo, él fue seleccionado como becario de Kellogg. Gómez explica, “el programa transformó mi vida”. Su experiencia como Kellogg Fellow le cambió profundamente –de hombre de negocios pasó a abogar por una comunidad-. Con nuevas habilidades de liderazgo y contactos profesionales, Gómez reconoció la oportunidad de ser un líder. Él aplicó su formación en la dirección de proyectos conjuntos de Compañeros de las Américas y Codesarrollo, una fundación privada colombiana que promueve el desarrollo sostenible y proteger el medio ambiente natural. Su proyecto inicial, ofreció oportunidades de formación en el reciclaje de plásticos para mujeres desempleadas. El programa ha dado empleo a cientos de mujeres, entre muchos desplazados por la violencia. Director de Codesarrollo y un voluntario de Partners, Luis Alberto Gómez entiende que los proyectos pequeños pueden crecer y tener un impacto tremendo en las personas y las comunidades. Como él lo ve, “pequeñas semillas pueden dar fruto abundante”.

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esde su creación, la Fundación Partners de las Américas ha mantenido una oficina internacional en Washington. Con los años, como una ONG (organización no gubernamental) la fundación ha competido activamente para ganar fondos ofrecidos por organizaciones educativas, culturales y filantrópicas en el sector privado, pero, los contratos con el Departamento de Estado han sido extremadamente importantes. En consecuencia, los fondos proveídos a los capítulos a través de la oficina internacional, a menudo han reflejado las agendas diplomáticas conjuntas de los gobiernos de Estados Unidos y América Latina. Como las agendas diplomáticas cambian con frecuencia, la financiación está ligada a menudo a los intereses específicos de nuevas administraciones presidenciales y nuevos ministerios de relaciones exteriores. Independientemente de su origen en el sector público o privado, las opciones de financiación generalmente responden a las crisis contemporáneas, preocupaciones mundiales y las tendencias culturales que desafían ideales democráticos y prácticas al nivel comunitario. Mientras que la labor de la oficina internacional lógicamente está ligada a ciclos de la diplomacia y las tendencias mundiales, la labor de los capítulos es bastante distinta. Éstos responden principalmente a las condiciones locales en lugar de amplios intereses nacionales e internacionales. En la medida en que estos intereses converjan—y a menudo lo hacen porque el objetivo de fortalecer la democracia se puede hacer desde varios ángulos—los capítulos reciben fondos destinados para proyectos generales. Todavía, la mayoría de las actividades organizadas dentro de los capítulos crecen en respuesta a las necesidades locales, y los fondos que reciben de la oficina internacional son subvenciones para proyectos pequeños. Mientras que estas subvenciones son importantes, los más cruciales ingredientes hacia programas exitosos locales son las relaciones de trabajo con organizaciones y personas que comparten la visión del capítulo. El compañerismo entre Antioquia y Massachusetts ha facilitado dichas relaciones a nivel internacional. Este compañerismo promueve redes privadas que hacen posible la diplomacia de pueblo a pueblo. Al nivel local, las relaciones adicionales desarrolladas con las organizaciones no gubernamentales, fundaciones, instituciones, agencias y personas, también hacen factible la programación. La historia del capítulo Antioqueño demuestra que las subvenciones para pequeños proyectos desde la oficina internacional sólo producen resultados cuando una red de simpatizantes apoya la actividad planificada. Cuando los intereses entre profesionales dedicados convergen—sea a través de las fronteras nacionales o dentro de una pequeña comunidad— las visiones tienen la mejor Bernardo Pérez (fallecido), Profesor de EAFIT, cofundador del Capítulo posibilidad de convertirse en realidad. Antioquia Massachusetts

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En 1962, se creó el Instituto Tecnológico donde toma su nombre de Eafit. En 1971 obtuvo su reconocimiento como Universidad. Foto Carvajal, BPP. Cortesía Universidad EAFIT

Centro Cultural Biblioteca Luis Echavarria Villegas, Universidad EAFIT Sede actual 2011

En 1975, por ejemplo, la oficina internacional de Partners recibió de varias fuentes, en los sectores público y privado, concesiones para promover el Año Internacional de la Mujer. Utilizando estos fondos y aprovechando el momento global, la oficina distribuyó pequeñas subvenciones a los capítulos locales para proyectos comunitarios. Para el capítulo en Antioquia, pequeños subsidios vinculados a cuestiones de la mujer fueron bien recibidos porque el trabajo del capítulo había elevado la condición de la mujer desde el principio. Entonces, y a lo largo de su historia, las mujeres tenían puestos cruciales en liderazgo del capítulo, en el perfeccionamiento de la misión organizacional, y en el desarrollo de las actividades comunitarias.

de la mujer. Su trabajo profesional convergió con el trabajo del capítulo, y eso permitió a los dos construir relaciones productivas y apoyar el cambio social. Hoy, más allá de la edad cuando casi todos sus contemporáneos se han retirado, Turizo de Trujillo sigue comprometida con la causa. Ella construye relaciones que empoderan a las mujeres y hombres y fortalecen sus familias y las comunidades locales.

Mujeres dedicadas como Rosa Turizo de Trujillo se unió al capítulo Antioqueño y dio generosamente de su tiempo. La importancia de igualdad de género para el capítulo tenía menos que ver con las subvenciones distribuidas desde Washington que con las necesidades de la comunidad. Siendo la primera mujer en ganar un título en derecho en la Universidad de Antioquia, Turizo de Trujillo fue una pionera que abogó incansablemente por los derechos de la mujer. Miembro fundador y líder activa en las organizaciones de mujeres colombianas, especialmente la Unión de Ciudadanas de Colombia, ella se comprometía a aumentar la participación de la mujer en todos los niveles de la sociedad. Contar con el apoyo del capítulo constituyó una oportunidad para ampliar su trabajo, hacer red con profesionales con intereses similares, y explorar nuevos caminos para educar al público en relación con cuestiones

Margarita María Sánchez Villegas, una trabajadora social en Medellín, se unió al capítulo local en 1986 y trabajó en proyectos para prevenir el uso indebido de drogas. Ella había estado trabajando en el tema con la Universidad de Antioquia, y a través de su participación con Partners, extendió su red de contactos profesionales. La afiliación con el capítulo local concedió su acceso a personas en la misma línea de trabajo en las universidades, escuelas y hospitales en el Estado de Massachusetts. Con una concesión de viajes de Partners, visitó a Boston para iniciar diálogos profesionales, construir relaciones y reunir los recursos. El viaje duró solo pocas semanas, pero muchas de las relaciones que ella estableció en Massachusetts han durado décadas. Los contactos con colegas en Boston y en Medellín aumentaron sus conocimientos de los temas. La participación en seminarios, cursos, y capacitación renovó su trabajo. Como un resultado positivo, ella publicó un libro sobre prevención de drogas que fue adaptada a la crisis en Medellín; la publicación fue financiada por Partners de las Américas. Ahora, con años de experiencia y una red de colegas en Medellín y en el extranjero, Sánchez Villegas sigue trabajando en

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este campo. Ella dirige SURGIR, una fundación que lucha contra el abuso de alcohol y drogas en Colombia. Otro ejemplo de cómo Partners en Antioquia construyeron relaciones para servir a las necesidades locales, es el trabajo del capítulo en materia de la protección del medio ambiente. Mucho antes que la causa ambiental entrara en boga en las Américas, ya el capítulo local había hecho de la protección de los recursos naturales en Antioquia y la nación una prioridad. A través de sus cinco décadas, el capítulo ha continuado esta tradición. Los voluntarios han aprovechado todas las oportunidades para educar a la administración pública y promover el medio ambiente entre los jóvenes. En la década de 1970, como un líder del capítulo y profesor en la Universidad EAFIT, Bernardo Pérez marcó la pauta. En sus cursos para sus alumnos universitarios y también en proyectos con Partners, Pérez enseñó sobre conservación de recursos naturales, fue un defensor para los negocios y el desarrollo económico pero no a costa de los tesoros naturales de Antioquia: el asombrosamente hermoso Valle de Aburrá donde queda la ciudad de Medellín, los lindos picos andinos y las mesetas de las Cordilleras Central y Occidental, y los ríos y arroyos que forman parte de las cuencas hidrográficas locales. Pero lo más importante, el liderazgo de Pérez en esta área atrajo a jóvenes profesionales con interés en la protección del medio ambiente. Como resultado, el capítulo

Tasso de Castro Lugón y Aurora Ortegón en encuentro de primeros Kelloggs Fellows en Yucatán 1963. Actualmente Tasso de Castro Lugón del Capítulo Espirito Santo/ West Virginia es presidente de la junta internacional de Compañeros de las Americas

ha iniciado programas de reciclaje en pueblos rurales, introdujo temas ambientales a los estudiantes de primaria, y financió programas experimentales encaminados a la sostenibilidad de los recursos naturales. Los socios han utilizado el medio ambiente natural como un aula para programas de aprendizaje experiencial dirigidos a fomentar la capacidad de liderazgo entre los jóvenes. En la actualidad, se dedican plenamente con la cuestión de cambios climáticos. Ellos dan apoyo y aliento a los científicos, estudiantes y académicos quienes recibieron becas a través de la oficina internacional de Partners. Como explica Alberto Hincapié López, una nueva generación de ambientalistas se sintió atraída por al capítulo por sus trabajos de conservación del medio ambiente. Hincapié lo sabe de primera mano. Sus propios treinta años de servicio, desde los días de Bernardo Pérez, son testimonio del éxito del capítulo en fomentar el voluntariado, la construcción de relaciones de trabajo y el fortalecimiento de las comunidades a través de activismo ambiental. Significativamente, como los sistemas ambientales no son limitados por fronteras nacionales —son sistemas regionales y mundiales— los intereses comunes en conservación del medio ambiente han alentado nuevos diálogos y nuevos programas entre Antioquia y Massachusetts. Indicativo de cómo la programación del capítulo se extiende más allá de la geografía de compañerismo formal, la programación ambiental en Antioquia ha fomentado las relaciones de trabajo con capítulos en otras regiones de Colombia y América Latina.

Rosa Turizo , primera mujer en ganar título de derecho en la Universidad de Antioquia, pionera en los derechos de la mujer. Socia de Partners

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as fases más enérgicas en historia del capítulo de Antioquia han ocurrido cuando el capítulo— junto con sus socios de Massachusetts— tuvo fuertes conexiones con universidades e instituciones educativas locales. De hecho, las escuelas y universidades han proporcionado importante bases locales para el capítulo durante su casi medio siglo. Pero, estas relaciones siempre han sido recíprocas. Compartiendo las visiones de progreso para Antioquia y su capital, el capítulo y universidades locales se han apoyado mutuamente. En efecto, ellos han dependido uno del otro. En el proceso desarrollaron presencia institucional y cultural en Antioquia y más allá, la colaboración entre ambos ha sido crucial. Profesores y administradores se unieron con el capítulo como miembros y asumieron funciones de liderazgo importante. Aprovechando los recursos de la asociación, el capítulo apoyó universidades e instituciones educativas a través de subvenciones para viajes de profesores, programas del desarrollo curricular e intercambios institucionales. Juntos, el capítulo y las universidades locales han planeado y organizado conferencias, seminarios, y programas educativos, abordando las necesidades e intereses de su comunidad. Desde los primeros días, la Universidad EAFIT y el capítulo Antioqueño se apoyaron mutuamente. Fundada en los primeros años de la década de 1960, la Universidad y el capítulo aparecieron en Colombia en medio de un debate fuerte sobre el futuro nacional. En señal de rechazo a la violencia terrible que había plagado la nación desde los mediados de la década de 1940, educadores, empresarios y empresarias, y líderes cívicos, se adelantaron a ofrecer nuevas soluciones a los problemas que alimentaba la violencia. Si bien tales individuos tomaron diversas aproximaciones a la construcción del futuro colombiano, compartieron filosofías comunes: fe en que educación transformaría a los individuos y sus comunidades; compromiso con la ciudadanía participativa y el aumento de los estándares de vida para todos; deseo de afrontar el futuro con optimismo y utilizar la ciencia y la tecnología como herramientas de la modernidad.

Foto Carvajal. BPP. Cortesía Universidad EAFIT. 1971

En los 1960s, el sistema educativo colombiano iba por la mitad de una transformación importante. Esfuerzos de reforma a mediados de siglo habían ampliado considerablemente el alcance del sistema educativo nacional. Programas educativos ofrecidos en el sector privado crecieron a una velocidad impresionante. Históricamente, los colombianos miraron a Europa (y especialmente a Francia) por sus modelos e inspiración educativas, pero los modelos estadounidenses habían ganado influencia para mediados de siglo. Esos modelos demostraron flexibilidad y adaptabilidad a las necesidades colombianas, en parte porque muchos habían sido diseñados para la clase media. Como resultado, los gobiernos de Estados Unidos y Colombia comenzaron con entusiasmo los

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intercambios académicos, becas, y diálogos educativos entre las dos naciones. Las relaciones entre universidades, institutos, organizaciones educativas y asociaciones profesionales aumentaron. Por eso en el momento en que el capítulo y EAFIT aparecieron, asociaciones internacionales en materia de educación se habían hecho más y más comunes. Ambos, la universidad y el capítulo, atrajeron personas que tenían experiencia con, o entusiasmo por, la colaboración educativa entre Colombia y los Estados Unidos. Los profesores de la Universidad EAFIT, Álvaro Estrada y Bernardo Pérez, no fueron los únicos miembros de esta institución que se unieron al capítulo Antioqueño, pero sus impactos fueron cruciales durante los primeros años. Estrada se unió a la facultad en 1964 –época en que el capítulo y su compañerismo con Massachusetts se establecieron-. Por haberse entrenado y estudiado en el Instituto textil de Lowell cerca de Boston, Estrada tenía conexiones profesionales con el sector educativo e industrial en Massachusetts. Una institución nueva, EAFIT esperaba construir programas académicos en negocios, tecnología e ingeniería de programas que apoyaran el desarrollo económico local. Un objetivo primordial del liderazgo de la universidad fue establecer relaciones, intercambios de recursos, y diálogos profesionales con escuelas técnicas y universidades en el extranjero. Estrada se convirtió en una valiosa adición a la facultad en EAFIT. A petición de la Universidad, Estrada se unió a la recién formada Procivismo– el capítulo Antioqueño de Partners de las Américas. Pocos años después, él asumiría la presidencia de la junta directiva del capítulo. La relación entre el capítulo y EAFIT—relación que fue claramente una asociación mutua— ofrecía estabilidad para el capítulo durante los años formativos cruciales. Bernardo Pérez, otro profesor en la Universidad EAFIT, se unió el capítulo también. Como el representante oficial de EAFIT en Procivismo y Director de Desarrollo Institucional en la universidad, Pérez satisfizo un objetivo explícito de la Universidad— fomentar los lazos entre dicha institución y las escuelas, instituciones y organizaciones en el extranjero. Según Pérez y EAFIT, tal lazo contribuiría a fortalecer la incipiente institución. Al mismo tiempo, Pérez y la Universidad suministraron crucial apoyo organizativo y administrativo para el capítulo. En el proceso, ambas organizaciones, pero también el Departamento de Antioquia y la Ciudad de Medellín —así como el compañerismo entre Antioquia y Massachusetts—se beneficiaron. Lo más importante, Pérez asumió gran parte de la responsabilidad local para organizar becas de Kellogg en la década de 1970. Otras instituciones educativas en Medellín han ofrecido apoyo esencial para el capítulo y su programa. Directa e indirectamente, el apoyo de la Universidad de Antioquia ha sido siempre tremendo. Como la principal universidad pública en el departamento, la “U”

ha sido y sigue siendo el alma mater de la mayoría de los voluntarios de los capítulos. Con programas académicos bien conocidos en educación, ciencias, ciencias sociales y humanidades, la institución ha inspirado liderazgo y emprendimiento en Antioquia y la nación. A menudo ha sido la primera línea de apoyo para las actividades del capítulo. Ha copatrocinado periódicamente proyectos con Partners, y ha extendido generosamente asesoramientos profesionales, recursos financieros, y asistencia administrativa. Con sus propias relaciones con universidades de todo el continente americano y en todo el mundo, la Universidad de Antioquia ha estado activa en las comunidades de educación internacional. Aunque siempre se centró en hacer frente a necesidades e intereses locales, la U ha fomentado la conciencia mundial, así como la colaboración transfronteriza. En muchos sentidos, la Universidad ha alimentado la tradición de ciudadanías activas, que es tan común entre Antioquia Partners de las Américas. El papel del Centro Colombo Americano de Medellín también ha sido importante en la historia del capítulo. Como institución cultural, el Colombo ha trabajado hacia el entendimiento mutuo entre los pueblos de las Américas desde hace más de sesenta años. Las clases de inglés siempre han sido primordiales para su misión, pero el intercambio cultural y educativo ha sido importante también. A través de décadas, el Colombo ha proporcionado al capítulo un espacio de oficina y reunión, aulas y servicios administrativos. Quizás lo más importante, el Colombo tiene una tradición de conexión de voluntarios con los capítulos en Antioquia y Massachusetts. Paul Bardwell, ex director del Colombo, presentó a sus padres la labor de Partners; en Massachusetts, ellos fueron voluntarios activos con el capítulo durante muchos años. La trabajadora social y becaria Fullbright Clara Inés Restrepo Vélez estudió inglés en el Colombo en 1989, antes de empezar un programa de maestría en la Universidad de Boston. En aquel entonces, el capítulo mantuvo una oficina en el Colombo. En el Centro, conoció a Socorro Rendón, entonces Directora del capítulo, quien posteriormente le presentó a Whitney Powers, un profesor de la Universidad de Boston, por entonces presidente del capítulo de Massachusetts. Al regreso a Medellín, Restrepo se unió y participó activamente en los proyectos locales del capítulo. El Colombo ha servido también para conectar el pueblo de Antioquia y Massachusetts a través del arte. La Galería del Centro Colombo Americano ha organizado exposiciones de arte para viajar a Massachusetts y a lo largo de los Estados Unidos. Con la Alcaldía de Medellín, la Galería organizó una prodigiosa exposición titulada, “Hecho en Medellín.” Las obras de arte elegidas para la exposición presentaban una vista alternativa y positiva de la ciudad en un momento en que los titulares internacionales la relacionaban con la violencia de la droga. Además, la Galería del Colombo ha albergado a numerosos artistas de intercambios a través de Partners,

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y con frecuencia asume la responsabilidad de diseño gráfico de publicaciones para el capítulo local. Otra organización fundamental en el proceso de Partners es Fundauniban. Bajo la dirección del Fellow Kellogg Gabriel Márquez Vélez, Fundauniban le dio la mano a Compañeros en momentos críticos. En la década de los 90, puso a disposición de los Compañeros recursos logísticos y financieros que posibilitaron a Antioquia Partners emerger como el ave fénix unido a la visión y entusiasmo del voluntariado y de un grupo de becarios Kellogg. Hoy la sede de compañeros es compartida con la Fundación Social de Uniban, en uno de los edificios emblemáticos de Medellín, el edificio Coltejer. En Massachusetts, la relación del capítulo con instituciones educativas locales ha sido igualmente importante. La Universidad de Boston, la Universidad de Massachusetts, la escuela Perkins, el Carroll Center for the Blind, Wheelock College y escuelas secundarias locales, son sólo algunas de las instituciones cuyo apoyo ha producido beneficios para el capítulo. Educadores y sus instituciones proporcionan recursos humanos y materiales que hacen posible los diálogos transfronterizos, el intercambio intercultural y la programación local. En la práctica, también ofrecen apoyo clerical y administrativo que permite a estos capítulos continuar operando. Carátula del catálogo sobre la exposición Hecho en Medellín. 1989

Centro Colombo Americano sede centro.

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n casi cincuenta años al servicio de su comunidad, los voluntarios Antioqueños han enfrentado muchos desafíos, que eran propios a condiciones locales y nacionales. Pero como una organización de voluntarios que depende del compañerismo transcultural, el capítulo enfrenta otros problemas que son comunes entre muchos de los capítulos que se reúnen hoy en Medellín. El desafío más evidente al compañerismo entre Antioquia y Massachusetts ha sido una barrera idiomática. La enfermera y socia en Antioquia, Luz Helena Martínez así lo anota: “El reto principal y fundamental de compañerismo activo es lenguaje”. Aunque los dos capítulos siempre han atraído a algunos voluntarios bilingües, la mayoría de sus participantes no hablan el idioma de sus socios. Para la comunicación y planificación entre Antioquia y Massachusetts, esto puedo crear obstáculos que resultan en la “pérdida de tiempo, malos entendidos y falta de compromisos plenos con todos los recursos disponibles”. Muchos voluntarios tanto en Antioquia como en Massachusetts están firmemente de acuerdo con Martínez. Todavía, todos reconocen que no hay ninguna solución rápida a este problema. Y pocos creen que el bilingüismo es esencial porque la mayoría de las actividades de los capítulos ocurren localmente.

Derecha. Alan Patterson vicepresidente del Capítulo en BostonVisitando el proyecto “Conejos” apoyado por Capítulo Massachusetts Antioquia.1999

Niños y niñas de la linea Arte e Infancia del Programa Desearte Paz, Apoyados por el Capítulo Massachusetts Antioquia Galería de Arte Contemporáneo Paul Bardwell. 2010

Por algunos, una barrera del idioma es una fuente de frustración, pero puede ser fácilmente neutralizada. Afortunadamente, la oficina internacional de Partners de las Américas da prioridad al bilingüismo entre su personal, y esto ayuda a mediar en la barrera. Al mismo tiempo, las poblaciones originarias de América Latina han subido considerablemente dentro de los Estados Unidos – casi 20% de la población en general, de acuerdo con el censo del 2010. Por eso, el bilingüismo español-inglés está aumentando en el norte. Curiosamente, la creciente población de “Latinos” en Boston incluye una comunidad bastante grande de colombianos, y la mayoría ha llegado desde Medellín y Antioquia. Como reflejo de esta tendencia demográfica, el capítulo de Massachusetts ha visto mayor participación de los ciudadanos estadounidenses de ascendencia colombiana. Ellos ayudan a sortear la barrera del idioma donde existe. Un desafío mayor para los dos capítulos ha sido mantener un cuerpo de voluntariado. Las organizaciones que dependen de voluntarios requieren la actualización constante de fuerzas porque a menudo enfrentan tasas de alta rotación. Fuera de Partners, los voluntarios tienen carreras profesionales y responsabilidades familiares. Esta realidad hace difícil a los capítulos mantener una participación activa. Como organizaciones sin fines de lucro con tiempo limitado para centrarse en la generación de ingresos, pocos tienen los recursos para mantener un personal remunerado. Claramente, pequeñas subvenciones de la oficina internacional, donaciones locales (desde agencias, organizaciones no gubernamentales, empresas privadas, o

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gobiernos municipales), y apoyo de las instituciones educativas son necesarios para montar programas comunitarios. Sin embargo, en su mayoría, son las horas de servicio prestadas por sus voluntarios las que sostienen los programas de capítulo. Que muchos de los líderes del capítulo de Antioquia hayan trabajado para empleadores que fomentan el voluntariado ha contribuido directamente a la estabilidad del capítulo. Todavía, por lo general, en Medellín como en Massachusetts, es un pequeño grupo de voluntarios quienes han mantenido los programas activos. Muchos de esos individuos han pasado décadas como voluntarios, así que más que nunca el número de voluntarios activos sigue siendo motivo de grave preocupación. Los voluntarios se han afiliado con el capítulo Antioqueño por gran variedad de razones. Algunos han asistido a seminarios o cursos de capacitación patrocinados por el capítulo y han regresado intrigados. Otros, se han unido después de estudiar en universidades en Boston con la esperanza de mantener vivos sus vínculos culturales y experiencias positivas en Massachusetts. Otros, se convierten en miembros basados en subvenciones, becas y recursos recibidos a través de la oficina internacional. Pero la mayoría se ha unido cuando los socios existentes les han invitado. Lo mismo puede decirse de los socios de Massachusetts. Pero como demuestran la historia de los capítulos de Antioquia y Massachusetts, ganar nuevos miembros es menos problemático que sostenerles. Para los capítulos de los Estados Unidos, este problema es especialmente grave porque sus involucrados no están propensos a la implementación y ejecución de programas. Tienen un rol indirecto. El trabajo logístico es menos emocionante que la implementación de los programas. Los voluntarios de Massachusetts ofrecen alojamiento a los visitantes, planean itinerarios, y actúan en funciones de asesoramiento. Aunque muchos han recibido subvenciones de viajes para visitar a Antioquia, los voluntarios en Massachusetts no tienen la oportunidad regular de observar el impacto de sus esfuerzos. En la actualidad, dos tendencias amplían el alcance de las relaciones tradicionales entre norte y sur. Ambos tienen el potencial de un impacto positivo en el voluntariado a nivel del capítulo, pero ambos también, cuestionan el modelo de asociación existente. En primer lugar, los emparejamientos originales establecieron límites en fronteras geográficas, pero los capítulos han participado cada vez más en programas que van más allá de estas fronteras. El capítulo Antioqueño trabaja con otros capítulos colombianos y tiene contacto con varios capítulos en el Norte, no solo Massachusetts. Su socio capítulo del Norte hace a su vez lo mismo. Puede ser un cliché, que el mundo es cada vez más y más pequeño. Pero el trabajo de Partners en todo el hemisferio demuestra que los problemas pueden ser locales y nacionales, pero regionales y globales también. En este contexto, parece tonto limitar el intercambio de recursos y diálogo basados en las

fronteras geográficas. Claramente, la revolución en la tecnología de la información ha alterado los flujos de información. El internet ha proporcionado nuevos medios para conectar voluntarios dentro del hemisferio alrededor de intereses comunes sin tener en cuenta la geografía. Adaptarse a este emocionante desarrollo está desafiando la base histórica del compañerismo de norte a sur. En segundo lugar, el papel tradicional de capítulos en los Estados Unidos está cambiando. Si bien estos capítulos norteños históricamente constituyeron el apoyo de sus homólogos sureños, muchos se han hecho más activos dentro de sus propias comunidades. Sin duda, algunos capítulos en los Estados Unidos siempre habían presentado su propia programación local. Sin embargo, la tendencia se acelera. Mientras que la programación general sigue siendo fiel a los objetivos tradicionales de Partners de las Américas, más capítulos promueven comprensión mutua y solidaridad inter-Americana en los Estados Unidos más que nunca antes. Sin embargo, el tradicional flujo de fondos de la oficina internacional ha sido hacia el sur. Intereses de los norteños en una programación local desafían ese modelo organizacional tradicional. En parte, el crecimiento en las poblaciones de origen latino ha impulsado esta tendencia. Y dado el elevado número de inmigrantes desde Antioquia en el área de Boston, el capítulo de Massachusetts tiene oportunidades únicas para la programación local en el contexto del compañerismo existente. Sin duda, capítulos y compañerismo han evolucionado durante estas décadas. La Diplomacia de pueblo a pueblo se basa en las condiciones locales y para ser eficaz tiene que responderlas. Los capítulos más eficaces y las asociaciones más eficientes han hecho exactamente eso. La historia del capítulo Antioqueño de Partners de las Américas revela el poder de la diplomacia de pueblo a pueblo. Al proyectar el optimismo y la esperanza, los voluntarios del capítulo se centran en una misión singular: mejorar la calidad de vida de los ciudadanos de sus ciudades, su departamento y su nación. Con la asistencia de socios en Massachusetts, ellos evalúan las necesidades de la comunidad, reúnen recursos y desarrollan planes. Ofrecen soluciones a nivel popular, construyen y reconstruyen comunidades. Dando generosamente de su tiempo y energía, ellos empoderan individuos para continuar y extender la misión. Mientras que otros soñaron la paz, el progreso y la modernidad, ellos tomaron medidas. Y seguirán haciéndolo. En el proceso, los socios de Partners en Antioquia hacen la democracia más sensible a las necesidades de las comunidades.

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Antigua and Barbuda-Rochester, NY Belize-Michigan Dominica-Lower Hudson, NY Dominican Republic-Michigan Guyana Haiti-New Jersey Jamaica-Western New York (Buffalo) St. Vincent-Long Island, NY Trinidad-Mississippi

Argentina (Patagonia)-Montana Bolivia (Cochabamba)-North Carolina Bolivia (Eastern)-Arkansas Bolivia (La Paz and Altiplano)-Utah Chile-Washington Colombia (Antioquia)-Massachusetts Colombia (Eastern and Central)-Florida Colombia (Northern)-Florida Colombia (Pasto)-South Carolina Colombia (Southwestern)-South Carolina Ecuador (Quito)-Kentucky Ecuador (Cuenca)-Idaho Ecuador (Guayaquil)-Idaho Ecuador (Riobamba)-Idaho Paraguay-Kansas Perú-Texas Uruguay-Minnesota Venezuela-Tennessee

Jalisco-Oklahoma Puebla-Oklahoma Veracruz-Texas Yucatán-Iowa

Bahia, Brazil-Eastern Pennsylvania Brasilia, Brazil-Washington, DC Espirito Santo, Brazil-West Virginia Goiás, Brazil-Wyoming Matto Grosso do Sul, Brazil-Nebraska Minas Gerais, Brazil-Colorado Pará, Brazil-Missouri Paraíba, Brazil-Connecticut Pernambuco, Brazil-Georgia Piauí, Brazil-Nebraska Rio de Janeiro, Brazil-Maryland Rio Grande do Norte, Brazil-Maine Rio Grande do Sul, Brazil-Indiana Santa Catarina, Brazil-Virginia São Paulo, Brazil-Illinois

Costa Rica-Oregon El Salvador-Louisiana Guatemala-Alabama Honduras-Vermont Nicaragua-Wisconsin Panamá-Delaware


Alabama-Guatemala Arkansas-Eastern Bolivia Colorado-Minas Gerais, Brazil Connecticut-Paraíba, Brazil Delaware-Panamá District of Columbia-Brasilia, Brazil Florida-Eastern & Central Colombia Florida-Northern Colombia Georgia-Pernambuco, Brazil Idaho-Cuenca, Ecuador Idaho-Guayaquil, Ecuador Idaho-Riobamba, Ecuador Illinois-São Paulo, Brazil Indiana-Rio Grande do Sul, Brazil Iowa-Yucatán Península, México Kansas-Paraguay Kentucky-Quito, Ecuador Louisiana-El Salvador Maine-Rio Grande do Norte, Brazil Maryland-Estado do Rio, Brazil Massachusetts-Antioquia, Colombia Michigan-Belize Michigan-Dominican Republic Minnesota-Uruguay Missouri-Pará, Brazil Montana-Patagonia, Argentina Nebraska-Piauí, Brazil Nebraska-Matto Grosso do Sul, Brazil New Jersey-Haiti Long Island, New York-St. Vincent Lower Hudson, New York-Dominica

Rochester, NY-Antigua/Barbuda-Montserratt Western New York-Jamaica North Carolina-Cochabamba, Bolivia Ohio Oklahoma-Jalisco, & Puebla, México Oregon-Costa Rica Pennsylvania (Eastern)-Bahia, Brazil South Carolina-Pasto, Nariño, Colombia South Carolina-Southwestern Colombia Tennessee-Venezuela Texas-Peru Texas-Veracruz, México Utah-La Paz and Altiplano, Bolivia Vermont-Honduras Virginia-Santa Catarina, Brazil Washington-Chile West Virginia-Espirito Santo, Brazil Wisconsin-Nicaragua Wyoming-Goiás, Brazil


Presentation

I

n 1989, when the word “Medellin” appeared on the front pages of newspapers as one of the most violent cities, we witnessed how one American, Paul Bardwell (1954 - 2002) from Massachusetts and director of the Centro Colombo Americano de Medellin (from 1984 till 2002) literally carried on his shoulders an art exhibition called “Made in Medellin”. This exhibit traveled to various cities in the United States as a noble act of solidarity to counteract the way the media would look at Medellin, a city at that time badly hit by drug violence. This effort was made possible thanks to the Mayor of Medellin, the Museum of Modern Art, the Colombo Americano and Partners of the Americas Chapter Antioquia-Massachusetts. Coincidentally, Paul Bardwell was then not only Director of the Colombo Americano, but also President of Partners of the Americas Antioquia-Massachusetts Chapter and like everyone else who lived in Medellin, he was hurt by the crisis. Many attempts were made to show the other side of Medellin. Relations between Partners and the Colombo Americano binational center have always been strong. Two years ago, it was another American and a long standing resident in Medellin, Michael Cooper, currently Director of the Colombo and then President of the Board of Partners in Medellin, who broke the news that the head office of Partners in Washington, DC wanted to hold their convention in Medellin! In a way, this assignment meant that it was time for us to not only show the real Medellin but to share it with the other partners that make up this organization. Medellin and the intentions of the 1989 exhibit never changed even in the midst of their darkest nights. Today, looking back, one observes the common underlying denominator – these were the visionary minds that united under solidarity, cooperation and partnership to prevail with hope, paving the way for “Alliance for Progress”, a dialogue between peoples of different latitudes, a search for the common good through volunteering and the practice of giving to others. “Ask not what your country can do for you but you can do for your country.” (JFK)

for the history of any of the 60 partnerships of an organization that has generated friendship amongst peoples for almost 50 years. Friendship means to accompany each other in bad times as well as in good times, today we celebrate! Along with the support given by institutions like the Colombo Americano and the institutions mentioned above towards the Chapter’s sustainability, a key role in developing the initial relationship between Antioquia and Massachusetts was played by EAFIT University. It was this university’s faculty who sought to maintain international partnerships with the city that forged a strategic bond to strengthen the roots that gave origin to the partnership between the capital cities of Medellin and Boston, especially in the areas of industrial and administrative development. It was no coincidence that the faculty members like Bernardo Perez and Alvaro Estrada in the early years of the University EAFIT were both founders and presidents of the board of directors of the Partnership. They too, are part of this circle of hands that illustrate the cover of this publication, and that call for solidarity among peoples. As a contribution to the search for the origins of these international alliances and its history, EAFIT University joins this international convention in Medellin by funding the publication of the history of the Antioquia-Massachusetts Chapter. This comes at a good time as we live in a new age of our relations. Without forgetting the past, we embrace the challenges that draw on a well-known phrase inscribed on one of the entrances to the centennial Boston Public Library: “The commonwealth requires the education of the people as the safeguard of order and liberty.” We must know our history between two peoples who symbolize two nations, an alliance, a dream come true.

On the occasion of this International Convention of Partners of the Americas, the other side of Medellin is unveiled through the publication of our Chapter’s history, a story that serves as reference

Juan Alberto Gaviria Vélez Vice president Antioquia Massachusetts Chapter

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Panoramic of MedellĂ­n, 2007. Paul Smith.

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Introduction

O

n a pleasant residential block in a busy district of the city of Medellín sits the headquarters of the Fundación Multiimpedidos. Viewed from the street, the building that houses the foundation appears similar to many of those that surround it. Yet on the inside, the house and its occupants are anything but typical. There professional educator Luz Elena Tirado-Betancur and a small but dedicated staff run a school for local students who are deaf, blind and multi-handicapped. The school serves a student population that has historically been lost in the local education system –in a system that has been unable to meet special needs. Working with limited resources but boundless energy, Tirado’s foundation provides options that would otherwise not exist for many of her students. The work of Fundación Multiimpedidos is labor intensive and offers individualized attention for each student. But serious purpose does not mean that the atmosphere is not cheerful. Traditional and nontraditional classrooms, creative art spaces, comfortable therapy lounges, and learning labs with adaptive technology fill the house. Art work by the students adorns all the walls. The foundation’s immediate mission is a practical one and one that it has proven achievable in the course of more than fifteen years: to improve the quality of life for its students and their families. Offering an educational setting tailored to the unique needs of the students, the foundation succeeds in developing the potential of each individual learner. Complementing this mission is a broader organizational vision that proves harder to achieve but remains at the center of the foundation’s work: altering cultural paradigms that removed disabled children from public view rather than integrating them into society. Long ago, Tirado recognized that changing public perceptions about multi-handicapped individuals would take time; she and her staff are prepared to do their part over the long run.

Photographic archive, Multiimpedidos Foundation

Tirado’s interest in special education began with studies at the University of Antioquia where she recognized great demand for working with the blind. Taking advantage of opportunities to train abroad and to develop new skills for teaching those without sight, she accepted a scholarship –offered by Partners of the Americas and the Hilton Perkins International Foundation— to travel to the Perkins School for the Blind in Watertown, Massachusetts (a short distance from downtown Boston). Since the early 1800s, the Perkins School had led the world in innovative approaches to blind education; among its most famous alumnae was none other than Helen Keller, whose inspirational story is known to educators around the globe. In 1989, she arrived for a year of training in

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the innovative methods employed at Perkins. It was an internship and a life changing experience. Her time at the school set her on a new professional path by giving her new and practical experience for working with blind students in her native Medellín. Her interaction with Perkins staff and the wider education community in Massachusetts helped her to establish professional relationships that supported her efforts for decades to come. Tirado left Massachusetts inspired and excited by the possibilities of applying her training to special education in Medellín. At home, she was increasingly aware of the lack of professional training opportunities for local educators. She knew that not everyone with an interest in this field would have the good fortune to travel to the Perkins School for training. Thus, she initiated new courses in Special Education for students of the Department of Education and the Center for Pedagogical Studies at the University of Antioquia. Such efforts were supported through a grant from the Hilton Perkins International Foundation. Determined to bring specialists from Massachusetts to teach additional courses for her colleagues in Medellín, she worked with the University of Antioquia and the local chapter of Partners of the Americas to make it happen. Devoting her personal time, relying on the volunteers of the chapter, and capitalizing on the willingness of specialists from Perkins to share their expertise abroad, she organized conferences and seminars. Her goal was to encourage new approaches and create new services for a local population that was vastly underserved.

relationships with educators, schools, universities and medical professional around the city of Medellín, across the Department of Antioquia, and throughout the Colombian nation. Beyond national borders, it maintains professional connections with education communities in the State of Massachusetts, around the United States, and throughout the world. Support in the form of human resources, educational materials, and financial grants have continued to flow from local institutions like the Universidad de Antioquia and Universidad Pontificia Bolivariana. Such assistance has been matched generously by foundations in the United States, Germany, Holland, the UK, and Puerto Rico. Remarkably, building on the early support of Partners, the Fundación Multiimpedidos has fostered local and international relationships that sustain positive change. The foundation and its staff have built community among students, families and professional educators.

While facilitating professional development for colleagues in special education, Tirado sought additional opportunities to put her own training into action. The Multiimpedidos “program” was founded in 1993 under the auspices of the Antioquia Partners of the Americas. With the support of the local chapter, their partners in Massachusetts, and the Perkins School staff, the program was born. In 1999, it transformed into an independent foundation. Over the course of its existence, the Fundación Multiimpedidos has received support from various other local and international organizations. Yet, without the early assistance and encouragement of the local chapter and its Massachusetts Partners, the establishment of the foundation and school would have long been delayed. Owing to that initial support from Partners at home and abroad, Tirado could seize the moment to effect change in her community. Her enthusiasm and training could be turned into action. Reflecting on the admirable successes of the foundation and its school, many –including Luz Elena Tirado—consider the Multiimpedidos Foundation a “child” of Partners of the Americas.

Photographic archive, Multiimpedidos Foundation

From the start, as local support and modest seed grants gave substance to a vision, the Multiimpedidos Foundation has built

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S

ignificantly, Luz Elena Tirado-Betancur’s story reveals much of the history of the Antioquia Chapter of Partners of the Americas. Though the story details are unique to the Fundación Multiimpedidos, the philosophy and enthusiasm that grounded Tirado’s efforts are not. Over almost five decades of existence, the Antioquia chapter has attracted individuals who are committed to resolving the challenges faced by their local communities. With limited resources but an abundance of human energy, these Partners have committed to volunteerism as a vehicle for civic improvement. Initiating working relationships with neighbors – across the street, across the city and across the hemisphere, they have built social infrastructure and devised programs that meet local community needs. Not waiting for government agencies to take the lead, these volunteers work at the grassroots level and empower individuals. In the process, they model active citizenry and give substance to democracy. With the 50th anniversary of Partners of the Americas only three years away, volunteers from across the hemisphere gather in Medellín to share their experiences, expand their dialogues and contemplate their futures. Across five decades, thousands of individuals have given freely of their time, energies and expertise to build binational partnerships in support of local community development. The network of chapters and partnerships is broad. Volunteers from cities and towns from Maine (USA) to Minas Gerais (Brazil) and Patagonia (Argentina) to Puebla (Mexico) have worked jointly to address the challenges of modernity. Embracing common interests in strengthening democracy by improving quality of life in the hemisphere, these partners work at the grassroots level to affect change. They assess local needs, search for and identify available resources, and coordinate responses. Such responses may take the form of long range programming. Foundations, like Multiimpedidos might emerge from a seed grant and grow over decades. Recycling programs, like those initiated by the Antioquia Partners in mountain towns above Medellín, might expand from a single village to larger urban zones. And experiential learning programs based on outdoor adventure might foster leadership potential among youth across two generations. Yet, Partner activities might also occur for the short term to meet immediate interests or temporary needs: an afternoon of volunteer work with a sports program in an urban barrio; a cup of coffee and a quick conversation with a student interested in volunteerism, a health career, or a neighborhood project; attending a reception for a visitor from a partnering state; participating in a community meeting; supporting an art exhibit featuring local painters.

Photographic archive, Multiimpedidos Foundation

The host chapter for the 2011 Partners of the Americas Convention in Medellín has a proud history. With its golden anniversary approaching, reflecting on that history offers a unique opportunity for charting the future. Like most not-for-profit groups operated

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by volunteers, it has faced serious organizational challenges: the time constraints of participants, the limited financial resources available for programming, and the difficulties of sustaining volunteerism. Yet, facing these and other challenges, the Antioqeño Partners have persevered across nearly five decades. And while that accomplishment alone is important to celebrate, it is, perhaps, more important to understand what has sustained the chapter. What has fueled the civic activism and the social advocacy of its members? Why do people give so freely of their time and expertise? The answers to these questions are simple and clear. Across the decades, the women and men of the chapter have remained focused on a singular mission - improving the quality of life for citizens of Medellín, Antioquia, and Colombia. Inherently optimistic, they bring expertise gained in professional careers to this task. Tremendously idealistic, they are also pragmatic. Grounded in reality, they recognize limits but focus on opportunities that stretch these limits. They advocate volunteerism as a model of civic engagement and employ all of the local, regional, national, and transnational resources available to them. Advocating for change while piloting solutions, they quietly but firmly strengthen their communities. There are no easy solutions to challenges of modernity, and Colombians understand this more than most. Across a long 20th century, their nation has endured challenges that few others have faced. For much of the world, the city where Partners of the Americas now gather -- the city of Medellín, the capital of Antioquia-- became synonymous with violence and drug trafficking in the 1980s and 1990s. This city of “eternal springtime” had been built by industrious and progress-oriented people. Its leading citizens had always been civic-minded. Establishing a strong regional culture, Antioqueños merged rural traditions --passion for coffee and flowers, horses and mountain landscapes, religious faith, family and neighborhood friends—with the functionality required by modernity. There is a balance to “Paisa” culture that makes it unique: celebrating the past and embracing the future. Unfortunately, local drug cartels corrupted that balance in the last decades of the twentieth century. In the land of flowers, violence rose to horrific levels. Yet, as the city demonstrates in its built landscapes, innovative transportation networks, educational and cultural infrastructure, and undiminished Paisa pride, horrors can be overcome. The resolve of the people is more powerful. Gabriel Márquez Vélez joined the chapter in the mid-1980s as Medellín entered its most troublesome days. Currently the Director of Fundaunibán, a charitable foundation that is a model of corporate social responsibility, he oversees community development projects that are improving quality of life for residents of Colombia’s banana growing regions. An active member of the Antioquia

chapter of Partners of the Americas since that time, at present he also leads the Board of Directors. From his long affiliation with the chapter, he knows the challenges volunteer organizations face. He understands that social reforms take time to implement. And having lived through the chaos of the late 20th century, he recognizes the devastating influence of fear on local communities. Yet, like so many individuals who became Partners across the decades, Márquez saw the organization as a source hope. “Difficult times,” he explains, “can lead to despair, but they can also breed hope.” Amidst widespread despair, the local chapter offered opportunity to Márquez and others, who remained hopeful. It offered them concrete paths for devising new solutions to community challenges. It supported their resolve to overcome civic crises and build empowered communities for the long-term. It embraced hope. Since the chapter’s founding in 1964, dozens of individuals have stepped forward to offer leadership to their city, region, and nation. Like Gabriel Márquez Vélez and Luz Elena Tirado-Betancur, they have not backed away from challenges. Members of the Antioquia chapter played a leading, though often unrecognized, role in turning the page on violence and rebuilding civil society in the dark decades at century’s end. Through the organizations they led in their professional careers and through their volunteer activities with the Antioquia chapter, they worked on community solutions to civic crises. Their concern for building civil society at the grassroots level did not diminish under increased threat. Quite the opposite, it strengthened their resolve. From difficult experiences, they grew all the more determined to build community, to empower citizens, and strengthen democratic practices. As chapter members, individuals have come and gone over the years. Typical in volunteer organizations, turnover can be quite high. While some members serve for decades, others are active for just a year or two. Regardless of the time they have given, most have been leaders of social, economic, and cultural organizations across the region. They are individuals who spend their days leading large and small foundations, schools and classrooms, development agencies, health programs and clinics, environmental protection projects, and art institutions. They are educators, social workers, medical professionals, artists, engineers, lawyers, and scientists dedicated to meeting unmet needs, finding solutions, and opening doors for all. In their spare time, they continue these pursuits as volunteers with Partners of the Americas. Thus while the history of the Medellín Partners is a story of diplomacy, economic development, and cultural exchange, at its core it is simply the story of people and the relationships they construct. It is story of people building community, constructing visions and sustaining hope.

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W

hen John F. Kennedy arrived in Bogotá in December 1961, a crowd of more than 500,000 took to the streets to welcome him. Cheering the president as his motorcade passed through the city center, crowds were up to twenty deep at the sides of the road. As the young president and his wife, Jackie, passed slowly in an open car, almost half the population of the Andean city waved, applauded and called out to them. No stranger to such events, Kennedy was accustomed to warm receptions and large crowds; during official visits abroad, to Paris and London, as throughout his 1960 campaign for the presidency in the US, he was always well received. Yet the size of the crowd in the Colombian capital was greater than any that had greeted him before, and he was overwhelmed and humbled. Indeed, after his visit, in the two years before an assassin’s bullet claimed his life, Kennedy often remarked fondly about his experiences in the streets of Bogotá. He always spoke warmly of the Colombian people. Kennedy was the first US President to visit Bogotá and only the second to travel to Colombia. Both his presence and that of a half million inhabitants of the city signaled new and popular enthusiasm for a growing Colombian-US alliance. Certainly there were those who opposed the visit, but their protestations were drowned out by the enthusiasm of the majority. The boisterous crowds along the parade route made it difficult to see the occasional wall painted with graffiti declaring “Get Out Kennedy” and “Cuba Sí, Yankees No.” More common were smaller, hand-held signs offering “Bienvenidos” to the couple. A quarter century before, such a powerful and positive reception for a US leader would have been unthinkable. But, by midcentury, the two nations had resolved those significant diplomatic challenges that had marred their relationship –most significantly the US role in the independence of Panama, a former Colombian province. Events in Europe and the Americas during the Second World War had fostered a new relationship between the nations, their leaders, and their peoples. Later, as the Cold War emerged, their political relationship was further grounded by shared faith in capitalism, a commitment to improving democratic governance and a focus on containing communism and radicalism. Outside of politics, Colombian-US economic ties continued to expand. In addition, new cultural connections between citizens of these nations, educational institutions, and professional organizations were redefining the relationship as well. Welcoming activities during visit of Jonh F. Kennedy to Colombia. 1961 John F. Kennedy Presidential Library and Museum, Boston

The visit of the US President specifically coincided with the inauguration of the Alliance for Progress in Colombia. Formalized earlier that year, the Alliance was a call to action endorsed jointly by

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many governments in the hemisphere. A direct reaction to the Cuban Revolution and Fidel Castro’s subsequent embrace of communism, the Alliance attempted to address the widespread poverty that left many Latin American nations vulnerable to communist revolution and non-democratic governance. Collectively, member states of the Alliance had agreed in conference at Punta del Este (Uruguay) to initiate significant economic, social, and educational reforms toward improving living standards for their impoverished populations. While loans for infrastructure, land reform, health and educational projects would be organized by the US, individual nations developed their own plans of action. The Alliance aimed to provide basic services --housing, food, clean water, and classrooms-for those whose needs had long been neglected. Importantly, Alliance activities were grounded in a philosophy of community empowerment. Not intended as a program of handouts, the Alliance supported reforms that would allow vulnerable populations to help themselves, to participate in and direct democratic governance, and to build community infrastructure to meet their own needs. It was an ambitious plan. Thus had President Kennedy come to Bogotá to join President Alberto Lleras Camargo in inaugurating Colombia’s Alliance for Progress agenda. Together, they placed the cornerstones for the first house and the first school in a new urban housing development just outside the city center. Designed to accommodate over 80,000 people, the new neighborhood offered homes to families that had grown accustomed to deplorable conditions in marginal barrios across the city. Like those who would soon move into the new housing and fill its local classrooms, the two presidents were filled with hope for the future. At the same time, they were fully aware how quickly hope could turn to disillusionment. In many parts of Latin America, high rates of poverty and a lack of basic services for millions propelled interest in alternative forms of governance. Thus, the Alliance for Progress was an effort to strengthen regional democracies and make them more responsive to the needs of the people. In the days following Kennedy’s visit, President Lleras proudly noted the tremendous reception extended by the Colombian people in the streets of the capital. He articulated a new sense of optimism and broad support for reforms that were growing among the Colombian people. Yet he also warned that if “hope is frustrated, those streets may be filled again, but it will be a terrible thing then.” The Alliance would need to be more than a call to action, more than plan, and more than parades and speeches. To be successful, it would need to strengthen democracy by empowering individuals; it needed to serve communities of people not just politicians. While much can be made of the visit of the US President and his new approach to relations with Latin America, the philosophy

that grounded the Alliance for Progress was not a foreign import. Washington had no monopoly over the philosophy. Indeed, it had deep roots among Colombians and people throughout the Americas. A particularly violent period of Colombian history had followed the Second World War, and by the late 1950s local and national leaders sought serious solutions to civic unrest. Expanding educational opportunities became a priority for the Colombian people, and both the public and the private sector responded to the people’s demands. New secondary schools, universities, technical training and apprenticeship programs appeared. Expressing faith in the power of education to transform lives, the rising middle and professional classes were particularly determined to create a new Colombian reality for their children and future generations. They rightly perceived education as a major step toward personal empowerment. Simultaneously, communities across the nation took up the task of building the local infrastructure that peaceful and democratic Colombian modernity required. Through the Acción Comunal [Community Action] program of the national government, boards of local volunteers formed at the community level. Members of the boards assessed needs in their urban neighborhoods and rural towns. They developed action plans, gathered resources, and consulted with technicians. With their own-hands they helped to build roads, bridges, telephone systems, health centers, sports facilities, school cafeterias, and public parks that would improve community standards of living. Indicative of ever growing demand for educational services in the nation, school construction accounted for more than 40% of Acción Comunal activities in the first decade. While less than one-hundred communities participated in the program before 1960, there were more than 15,000 volunteer boards in communities across Colombia by 1969. The history of Acción Comunal demonstrates that when given opportunity, Colombians embraced the philosophy of community empowerment. It is clear that the Alliance for Progress was well received in Colombia because it embraced that existing and popular philosophy. It worked with existing programs, like Acción Comunal, that did the same. Significantly, the Alliance was grounded by a common not an imported philosophy. Hope had no national borders. While the Alliance for Progress took form within traditional diplomacy and relied on government-to-government programming, it also established independent chapters of volunteers to direct programs at the community level. The chapters formed throughout Latin America were organized at the department and provincial levels. Each was paired with a chapter formed in a US state.

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The intention was to tap into the resources of the private sector, to remove control over the Alliance agendas from diplomats and government bureaucrats. This allowed communities to take action to address their own needs. Together, these non-governmental chapters initially formed under the umbrella of Partners of the Alliance. While originally organized within the United States Agency for International Development (USAID), the development agency of the US State Department, the program was soon privatized. Separated from formal US diplomacy and transformed into a private foundation before the end of its first decade, it was renamed Partners of the Americas. At the level of formal diplomacy, the Alliance for Progress ended prematurely. In many nations, the program never got off the ground. While Colombia had a more active program than most of its regional neighbors, it faced enormous obstacles. Social reform on a massive scale required more time than politics allowed, and many grew impatient with the gap between rhetoric and reality. After the US President who inspired and guided the program was assassinated,

enthusiasm for his inter-American approach also died. Cold War concerns shifted US focus to Southeast Asia; diplomatic resources and energies followed the military to Vietnam. In Colombia, the contemporary emergence of armed guerilla groups, who advocated revolution and took inspiration from Moscow, Havana and Beijing, shifted government focus as well. Documenting the turn of events in the hemisphere, historians regard the Alliance for Progress as a complete failure. But the same historians have overlooked Partners of the Americas and its many accomplishments. They have ignored the legacy of people-to-people diplomacy. Where formal diplomacy failed to achieve its most ambitious goals of social and economic reform, Partners of the Americas and its informal people-to-people diplomacy has succeeded. Four decades after the Alliance for Progress dissolved, Partners continues to affect change at the community level. It is a admirable legacy of the Alliance but as a private foundation with a wide reaching network of chapters, the organization has a proud legacy all its own.

Welcome speech of Alberto Lleras Camargo President of Colombia to his counterpart John F. Kennedy president of The United States during his visit to Colombia en 1961. John F. Kennedy Presidential Library and Museum, Boston.

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E

Commemoration plate installed 60 years later on façade of a beneficiary home of the Alliance for Progress in Ciudad Kennedy, Bogota, Colombia Work of art, Collage: “Window of Kennedy” Raul Cristancho. 2002

ngaging the spirit of optimism and determination of the long forgotten Alliance, the Antioquia chapter of Partners continues to work toward strengthening democracy by empowering individuals and fostering participatory citizenship. Central to the success of the Antioquia chapter has been its formal relationships with the chapter in Massachusetts. This partnership is one of 60 formal pairings among the 120 chapters in the hemisphere. The original concept for these partnerships drew upon midcentury development theories that envisioned the sharing of expertise and resources between the “developed” North and the “still developing” South. As a result, northern chapters had a clear mission to assist their southern counterparts. The North was not expected to solve the problems of the South, but with welldeveloped economies, extensive educational infrastructure, and long democratic traditions it had a resource base for extending much assistance. Unquestionably, the early emphasis was more often on one-directional (North-to-South) flows of support. Yet, as the partnership developed, resource flows became more multidirectional. In the South, chapters have always been very different organizations than their northern counterparts. Southern chapters’ mission is addressing local community needs. They are part service organization, part development agency and part educational provider. Dialogue and exchanges between partnered chapters familiarize northerners with the challenges faced in the South. Interacting with the North, Latin American chapters have opportunities to explore various social, cultural and economic models employed in the US. But from the start, there was no master plan for how these partnerships would function. The intention was simply fostering collaboration – not recreating northern society in Latin America. Through formal partnerships, southern chapters had opportunity to build a relationship that met their needs. Joining newly formed chapters and enthusiastically engaging in partnerships with US states, many Colombians embraced the spirit of people-to-people diplomacy. A minority, however, did not and they made their opinions known. As occurred elsewhere in the hemisphere after the Cuban Revolution, guerilla groups emerged to challenge the Colombian government and promote communist and socialist alternatives to democracy. In the volatile political climate of the 1960s and 1970s, organizations, businesses and individuals affiliated with the US became targets of terrorist bombs and violent attack. Businesses, educational institutions, and diplomatic offices in urban Colombia were under constant threat. As a practical necessity, the Antioquia chapter of Partners of the

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Americas operated under the name Procivismo. Advertising their local mission of community empowerment – Procivismo implies promoting civic-mindedness and building civil society—they avoided the “Partners” label because it placed them, their projects and participants at risk. Over its first three decades, as leftist guerillas and then drug cartels continued to pose a serious safety threat, the chapter’s official identity remained Procivismo. By the late 1990s, as local conditions showed signs of improvement and the chapter considered its future, members collectively rechristened themselves the Antioquia Partners of the Americas. Importantly, however, this name change was little more than symbolic. Promoting civic-mindedness and empowering local communities remained the work of the chapter. As it had always been, building a strong relationship with its partner chapter in Massachusetts continued to be a priority. The original logic of pairing Antioquia and Massachusetts was based upon shared cultural and economic interests. Both the department and state placed high value on education. Massachusetts had long been a leader in this area; its educational infrastructure and programs were recognized across the globe and second to none. Comparatively, leaders in Antioquia had the best developed school system in Colombia; though educational services remained limited, school enrollment, secondary graduation, and literacy rates were higher there than elsewhere in the nation. Not surprisingly, leaders in both Massachusetts and Antioquia saw education as the key to social and economic progress. Common educational goals created important opportunities for North-South collaboration; in the 1960s, for example, with modernity in mind, both worked toward greater university access for their middle classes and to promote the development of technology, science and innovation in educational programming. Additionally, Antioquia and Massachusetts had some common economic interests upon which a partnership could be built. Both had been national leaders in industry. Particularly significant, both had strong historical roots in production of textiles. Factories producing cloth along the Merrimack River in Lowell, Massachusetts had inaugurated the Industrial Revolution in the United States during the first half of the 19th century. Before century’s end, industrialists in and around Medellín had also taken up textile production, and it quickly developed as an important engine of the national economy. Contact between textile producers in Antioquia and Massachusetts was common. Through the mid-twentieth century, it was not unusual for Colombian industrialists to send their sons to Lowell to observe and train in modern production. In addition to textiles, both places had strong financial service sectors that structured their local economies. Among the earliest volunteers of the Antioquia

chapter would be individuals who trained in Massachusetts in both the industrial and financial sectors. While textile industries left Massachusetts long ago and no longer play a dominant role in Antioquia, the financial sector remains strong in both places. Diversification of both local economies has provided new bases for economic collaboration especially in areas of technology and science. In the last decades, collaborative programs addressing community health and medical services have become more common within the partnership. Particularly strong have been partnership initiatives related to HIV/AIDS, substance abuse, rehabilitation therapies, and both physical and mental disabilities. Human resources for such programming are plentiful as Massachusetts is a leader in medical sciences, and its hospitals are among the finest in the world. Medellín, too, has been a leader in medical science. It is the educational cultures of both Massachusetts and Antioquia that continues to provide the strongest basis for effective collaboration. Indeed, over five decades, the overwhelming majority of partnership programs have had a strong educational component. Programs have drawn on educators and educational resources from institutions of higher education, primary and secondary schools, organizations devoted to special education, vocational programs and training centers. Importantly, throughout the history of the Antioquia chapter, individuals who had studied at universities in Boston or had professional connections to the broader educational community in Massachusetts have been a strong contingent among chapter volunteers. Those who have given years of volunteer service to the Antioquia chapter are quick to site the educational benefits of their partnership with Massachusetts. They note that the educational infrastructure in Massachusetts is “vast and accessible” and that the citizens of the state are “highly educated.” Consistently they stress that their Massachusetts partners are “eminently academic in outlook.” Indicative of the partnership’s roots in education, past and present members of the Antioquia partners emphasize that their northern counterparts have always been “open to sharing their experiences and knowledge.” Though diversity characterizes the partnership agenda, education has always been its core activity. The Antioquia chapter and its members have always demonstrated a strong interest in education for disadvantaged populations. Like Luz Elena Tirado of Fundación Multiimpedidos, Antioquia partner Aurora Ortegón also runs a small school for students who are marginalized by disabilities. Teaching developmentally disabled students and advocating for them, Ortegón raises consciousness of special education needs in Medellín, Antioquia, and Colombia. Through her participation with partners, she has developed a

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professional network that supports her mission. Comparatively, the project of partner Astrid Melendez, a Medellín lawyer, has a very different focus. Yet, her work is also grounded in education. Recognizing the need to educate Colombia’s working families about legal issues in medical care, Melendez uses her project grant from the international office to do just that. In the process, she teaches patients and doctors about their rights and responsibilities. She builds respect for the law by teaching citizens how to engage with it. Leadership building among youth was the goal of Project Adventure. One of the chapter’s most successful education programs, it began in 1989 in Medellín in cooperation with educators in Massachusetts. Today, it continues independently but it remains an important legacy of Antioquia Partners. From the start, Project Adventure targeted disadvantage and disengaged youth. It brought them outside their urban neighborhoods into the mountains surrounding Medellín. When chaos at the hands of the drug cartels reigned in their neighborhoods, the program reclaimed sanity for them. Modeled on experiential learning programs developed in the US, the project built community among youth, fostered trust and helped young participants to recognize their inter-dependence. Various other youth sports programs have also emerged as collaborative efforts of the Antioquia-Massachusetts partnership. Convinced that youth participation in sports strengthens community and builds civic consciousness, the partnership enthusiastically supports sports management training programs for adults working in this field.

development resources. Significantly, within the AntioquiaMassachusetts Partnership, ten indivuduals completed the Kellogg Fellowships: Aurora Ortegón, Didier Vélez, Luis Alberto Gómez, Gabriel Márquez Vélez, Nicolás Zea, Gilberto Toro, Margarita Correa, Margarita Maria Sánchez Villegas Marga, Jhon Jairo González (fallecido) y John J. Sepulveda. Luis Alberto Gómez had a budding career as a business manager when he became a volunteer with the Antioquia chapter in 1979. Soon, however, he was selected as a Kellogg Fellow; Gómez explains, “The program transformed my life.” His learning experience changed him from businessman to advocate for community welfare. With new leadership skills and professional contacts, he recognized opportunity to lead in his community. He applied his training in directing joint projects for Partners of the Americas and Codesarrollo, a private Colombian foundation that promotes sustainable development and protects the natural environment. His initial project, offered training in recycling plastics for unemployed women. The program eventually provided employment for hundreds of women including many displaced by violence. As Director of Codesarrollo and a Partners volunteer, Luis Alberto Gómez understands that small projects can grow and have tremendous impact on individuals and communities. As he sees it, “small seeds can bear abundant fruit.”

In a more formal educational setting, unemployed but aspiringentrepreneurs learned business skills through a program sponsored by the chapter and SENA, Colombia’s national apprenticeship and training agency. Reaching out to women from marginalized barrios, the program offered micro-credit for startup small businesses. Upon completion of training and development of a business plan, these women received micro-loans and the chance to redirect their lives. Portions of this program have been repeated in different arenas and with different populations since it was first introduced. Among the many partnership activities in the realm of education, the International Fellowships in Community Development stand out. These fellowships were offered through the international office with a grant from the W.K. Kellogg Foundation; they provided training in community development for emerging leaders. Participants were selected from US and Latin American chapters and completed a two-year cycle of seminars and training in economic and social development. Cohort groups met periodically in cities across the hemisphere and learned to access international

President John F. Kennedy giving a speech during his visit to Bogota ,Colombia . 1961. John F. Kennedy Presidential Library and Museum, Boston.

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S

Berdardo Perez and Bill Stedman in a Kellogg Fellows Convention. 1985.

Logo of W.K. Kellogg Foundation. courtesy of Partners of the Americas Office, Washington D.C.

ince its founding, Partners of the Americas Foundation has maintained an international office in Washington. Over the years, the foundation has actively competed with other private NGOs (non-governmental organizations) for program funds offered by educational, cultural and philanthropic foundations in the private sector. Equally important have been funding contracts awarded to Partners by the US State Department. Accordingly, funds available to the chapters through the international office have often reflected the joint diplomatic agendas of US and Latin American governments. Because diplomatic agendas change as new government leaders are elected in participating nations, funding is often tied to the specific interest of new presidential administrations or incoming ministers of foreign relations. Regardless of their source in the public or private sector, funding options generally respond to contemporary crises, global concerns and cultural trends that challenge democratic ideals and practices at the community level. While the work of the international office is logically tied to cycles of diplomacy and global trends, the work of the chapters and their partnerships is quite distinct. Chapters primarily respond to local conditions rather than broad national and international interests. To the extent that these interests overlap –and they often do because the goal of strengthening democracy can be pursued from multiple angles—chapters receive funds designated for general projects. Still, most activities organized within the chapters grow in response to local needs, and the funding they receive from the international office is usually in the form of small project grants. While such grants are important, toward successful local programs the more crucial ingredients are working relationships with individuals and organization that share the chapters’ visions. The Antioquia chapter’s partnership with the people of Massachusetts has facilitated such relationships at the international level. This partnership fosters private, non-governmental networks that make people-to-people diplomacy possible. At the local level, additional relationships developed and maintained with NGOs, foundations, institutions, agencies, and individuals also make programming feasible. The history of the chapter demonstrates that small project grants from the international office only produce results when a network of supporters embrace the planned activity. When interests converge among dedicated professionals –whether across national borders or within a small community— visions stand the best chance of becoming reality. Beginning in 1975, for example, Partners international office received grants from a variety of sources in the public and private sectors to promote the International Year of the Woman. Using

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Press clip courtesy of Aurora Ortegón, Fellow I, Massachusetts Antioquia Chapter

these funds and capitalizing on the global moment, the international office distributed small grants to local chapters for community projects. For the chapter in Antioquia, small grants tied to women’s issues were welcomed because the work of the chapter had elevated the status of women from the start. Then, and throughout its history, women played a crucial role in chapter leadership, in refining its organizational mission, and in developing community activities. Dedicated women like Rosa Turizo de Trujillo joined the Antioquia chapter and gave generously of their time. That they placed emphasis on gender equality in chapter programs had less to do with grants distributed from Washington and more to do with their own assessment of community needs. The first female to earn a law degree at the University of Antioquia, Turizo de Trujillo was a pioneer who tirelessly advocated for women’s rights. A founding member and active leader in various Colombian women’s organizations, especially the Unión de Cuidadanas de Colombia,

she was committed to increasing women’s participation at all levels of society. Joining the Partners chapter had provided an opportunity to extend her work, to network with professionals with similar interests, and explore new paths for educating the public with regard to women’s issues. That her professional work and the work of the local Partners overlapped allowed both to build productive relationships and to affect social change. Today, well beyond the age when most others have retired, Turizo de Trujillo remains committed to her cause. She builds relationships that empower women and men and strengthen families and local communities. Margarita Maria Sánchez Villegas, a social worker in Medellín, joined the local chapter in 1986 and worked on projects to prevent drug abuse. She had been working on the issue through the University of Antioquia and via her participation with Partners she extended her network of professional contacts. Affiliation with the local chapter allowed her access to individuals in the same line of work

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at universities, schools and hospitals in the State of Massachusetts. On a Partners’ travel grant, she visited Boston to start professional dialogues, build relationships and gather resources. The trip lasted only weeks, but many of the relationships she established have lasted for decades. Contact with colleagues in Boston and at home increased her knowledge of the issues. Participation in seminars, training and courses informed her work. As just one positive result, she published of booklet on drug prevention that was tailored to the crisis in Medellín; the publication was financed by Partners of the Americas. Now, with years of experience and a network of colleagues offering support at home and abroad, Sánchez Villegas continues to work in this field. She directs SURGIR, a foundation that targets drug and alcohol abuse in Colombia. Demonstrating further how the Antioquia Partners built relationships to serve local needs is the chapter’s work in environmental protection. Long before environmental causes came into vogue in the Americas, the local chapter made protection of natural resources in Antioquia and the nation a priority. Across its five decades, the chapter has continued this tradition. It has taken every opportunity to educate the public and foster stewardship of the environment among youth. In the 1970s, as a leader of the Antioquia chapter and a professor at EAFIT University, Bernardo Perez set the tone. The courses he planned for his university students and the projects he formulated for the Antioquia Partners educated locals about conservation of natural resources. Perez was an advocate for business and economic development but not at the cost of Antioquia’s natural treasures: the stunningly beautiful Aburrá Valley in which the city of Medellín sits, the Andean peaks and plateaus of the Cordilleras Central

and Occidental, and the rivers and streams that comprise local watersheds. Importantly, Perez’s leadership in this area attracted young professional with interest in environmental protection. As a result, the Antioquia partners have piloted recycling programs in rural towns, taught environmental issues to elementary and secondary school students, and supported experimental programs aimed at natural resource sustainability. Partners’ volunteers have used the natural environmental as a classroom for experiential learning programs to foster leadership skills among youth. At present, they are fully engaged with the issue of climate change – giving administrative support and encouragement to the scientists, students and scholars who work as research fellows through the international office. As Alberto Hincapie Lopez explains, a new generation of environmentalist was attracted to the Antioquia chapter by its early advocacy of environmental conservation. Hincapie knows this first-hand. His own thirty years of service, since the days of Bernardo Perez, attest to the chapters’ success in fostering volunteerism, building working relationships, and strengthening communities through environmental activism. Importantly, that environmental systems are global systems –and are not contained by regional political borders- has encouraged dialogue and new programs between Antioquia and Massachusetts. Indicative that chapter programming regularly moves beyond the geography of the formal partnerships, environmental programming in Antioquia has fostered working relationships with Partners chapters in other regions of Colombia.

Convention participants at Fellows I meeting in Merida, Yucatan and Fellows II meeting in the Dominican Republic. Photos courtesy of Luis Alberto Gomez-Ramirez, Fellow II and member of the Antioquia-Massachusetts Chapter.

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T

he most energetic phases in the history of the Antioquia Chapter of Partners of the Americas have occurred when the chapter --together with its Massachusetts partners-- had strong connections to local universities and educational institutions. Indeed, universities and schools have provided important local grounding for the chapter during its almost-half century. Such relationships have always been reciprocal. Sharing visions of progress for Antioquia and its capital city, the chapter and local universities and have mutually supported one another. They have relied on each as they developed institutional and cultural presence in Antioquia and beyond. Professors and administrators joined the chapter as members and assumed crucial leadership roles. Tapping into partnership resources, the chapter encouraged university programs through education and travel grants for students and faculty, by facilitating curriculum development, and organizing institutional exchanges. Together the chapter and local universities have planned and hosted conferences, seminars and educational programs addressing needs and interests of their community. From the earliest days, the Universidad EAFIT and the Antioquia Partners mutually supported each other. Founded contemporaneously, the university and the chapter appeared in the early 1960s as Colombian society contemplated its future. Signaling rejection of the horrific violence that had plagued the nation since the mid-1940s, educators, businessmen and businesswomen, and civic leaders stepped forward to offer new solutions to the problems that fueled this violence. Though such individuals (and the institutions and programs they implemented) took diverse approaches to building a Colombian future, they were grounded in shared philosophies: faith that education would transform individuals and communities; commitment to participatory citizenship and raising standards of living for all; desire to face the future with optimism and to use science and technology as tools of modernity.

Photo: Carvajal. BPP. Courtesy EAFIT University. 1971

At the time of the founding of both the chapter and EAFIT, the Colombian education system was in an important phase of transformation. Government reform efforts during the midcentury decades had substantially extended the reach of the national education system. Growth in educational programming offered in the private sector grew at an equally impressive rate. While Colombia had historically looked to Europe (and especially France) for educational inspiration and models, US models had gained new influence by mid-century. Such models proved flexible and adaptable to Colombian needs in part because many had been designed for the middle class. As a result, the US and Colombian

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governments had begun actively encouraging academic exchanges, scholarships, and educational dialogue between their nations. Relationships had developed between universities, secondary schools, educational organizations, and professional associations. By the time the chapter and university appeared, international partnerships in education were becoming common. In tapping into the human resources of the local community, both the university and the chapter sought individuals who had experience with or enthusiasm for Colombian-US educational engagement. EAFIT University professors Alvaro Estrada and Bernardo Perez were by no means the only members of their institution to join the Antioquia chapter, but their impact was crucial during early years. Estrada joined the university faculty in 1964 just as the chapter and partnership were founded. Having trained and studied at the Lowell Textile Institute near Boston, Estrada maintained personal and professional relationships with education and industry in Massachusetts. EAFIT was then working to build its business, technology and engineering programs in support of local economic development. Establishing relationships, personnel and resource exchanges, and professional dialogues with technical colleges and universities abroad was a primary objective of the university’s leadership. To that end, Estrada proved a valuable addition to their faculty. At the request of the university, Estrada joined the newly formed Procivismo, the Antioquia chapter of Partners of the Americas; several years later he would assume the presidency of its board. The relationship between the chapter and EAFIT --a relationship that clearly was a partnership-- offered stability for the chapter during crucial formative years. Bernardo Perez, a colleague of Estrada’s at EAFIT University, joined the chapter as well. Serving as the official EAFIT representative to Procivismo, Perez was fulfilling an explicit university objective; as Director of Institutional Development, he was charged with fostering ties between his university and schools, institutions, and organizations abroad. Such ties, Perez and the leadership of EAFIT believed, would help to strengthen their budding institution. At the same time, through Perez’s engagement, the university provided crucial organizational and administrative support to the chapter of volunteers. In the process, benefits accrued to both organizations, to their city and department, and to Antioquia-Massachusetts relationships more generally. Importantly, Perez, as both chapter member and EAFIT professor in the late 1970s, assumed much of the local responsibility for first Kellogg Fellowships. Other educational institutions in Medellín have offered essential support to the chapter and its program. Both directly and indirectly, the support of the Universidad de Antioquia has been tremendous.

As the principal public university in the department, it has been and remains the alma mater of the majority of the chapter’s volunteers. With well-developed academic programs in education, science, social science, and humanities, it has inspired leadership and offered vision for Antioquia and the nation. Owing to the connections it maintains among graduates, it has often been the first line of support for activities organized by the chapter. It has regularly cosponsored Partners’ projects and generously extended financial resources, administrative assistance, and professional advice. Maintaining its own relationships with universities throughout the Americas and across the world, the University of Antioquia has long been active in international education communities. While ever focused on addressing local interests and needs, it fosters global awareness and encourages cross-border collaboration. In many ways, the university has nurtured the tradition of civic engagement that prevails among the volunteers of the Antioquia Partners of the Americas. Filling another necessary support role has been the Centro ColomboAmericano de Medellín. A cultural institution, the Colombo has worked toward mutual understanding among the peoples of the Americas (and beyond) for more than sixty years. English language instruction has always been primary to its mission but cultural diffusion and educational exchange have been equally important. Over the decades, the Colombo has provided the chapter with office and meeting space, classrooms, and crucial administrative services. Perhaps most importantly, it has a tradition of connecting potential volunteers with the chapters in Antioquia and Massachusetts. Paul Bardwell, former director of the Colombo, introduced his parents to the work of Partners; at home in Massachusetts, they were active volunteers with the chapter for many years. Medellín social worker and Fulbright Scholar, Clara Inés Restrepo Velez, studied English at the Colombo in 1989 in advance of her master’s program at Boston University. The Antioquia chapter then maintained an office at the Colombo, and staffers introduced Restrepo to Socorro Rendon, then Director of the local chapter. Subsequently, Rendon connected her with Whitney Powers, a Boston University professor who also served as President of the Massachusetts’ chapter. On return to Medellín, Restrepo joined and actively participated in the projects of the local chapter. The Colombo has also served to connect the people of Antioquia and Massachusetts through the arts. The center’s gallery and art department organized art exhibits that traveled to Massachusetts and throughout the US. Working with the mayor of Medellín, it organized a powerful exhibit, “Made in Medellín”; the works of art chosen for the traveling exhibit presented an alternative and positive view of the city at a time that international headlines associated it with drug violence. Additionally, the Colombo gallery

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has hosted numerous artists on exchange through Partners, and it often assumes responsibility for graphic design of publications by the local chapter. Another local organization whose support has been fundamental to the success of Partners is Fundauniban. Under the direction of Kellogg Fellow Gabriel Márquez Vélez, Fundauniban has extended generous assistance to Antioquia Partners at critical times. In the 1990s, the foundation offered logistical and financial resources that allowed the struggling chapter to come together around a shared visión and capitalize on the high enthusiasm of the Kellogg Fellows. Today, Antioquia Partners of the Américas shares office space with Fundauniban in Medellín’s most iconic building, the edificio Coltejer. In Massachusetts, the chapter’s relationship with local educational institutions has been equally important toward successful programming. Boston University, The University of Massachusetts, The Perkins School, The Carroll Center for the Blind, Wheelock College, and local secondary schools are but a few of the institutions whose support has benefitted the chapter. Educators and their institutions provide human and material resources that make crossborder dialogues, inter-cultural exchange and local programming possible. As a practical matter, they also provide administrative and clerical support that keeps these volunteer chapters functioning.

Centro Colombo Americano, expansion of building 1965

Centro Colombo Americano early 80s

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Oral health project sponsored by Massachusetts-Antioquia Chapter 1986

Seeds for the Americas project sponsored by Massachusetts-Antioquia Chapter 1987

n its almost-fifty years serving the community, the Antioquia Partners of the Americas have addressed unique social challenges that developed from local and national conditions. But as a volunteer organization with a culture-crossing partnership, it faces other challenges that are common among many of the chapters now gathered in Medellin. The most obvious but still significant challenge to cross-cultural partnership has been a language barrier. Nurse and Antioquia volunteer, Luz Helena Martínez makes the point: “the primary and fundamental challenge to active partnership is language.” Although the two chapters have always attracted some bilingual volunteers, the majority of its participants do not speak the language of their partners. In communication and planning within the AntioquiaMassachusetts partnership, this can result in “loss of time, misunderstandings, and failure to fully engage with all available resources.” Many volunteers on both sides of the AntioquiaMassachusetts partnership strongly concur with Martínez. Still, all recognize that there are no quick solutions to this issue. And few believe bilingualism is essential because most of their activities are locally-based. For some, the language barrier is a source of frustration but it can be easily neutralized. Fortunately, the international office of Partners of the Americas prioritizes bilingualism among its staff, and this helps to mediate the barrier. At the same time, as Latin American populations rise dramatically within the US --moving closer toward 20% of the overall population according to the 2010 census—Spanish-English bilingualism is rising in the North. Interestingly, Boston’s growing Latino population includes a sizeable community of Colombians, and the vast majority has arrived from Medellín and Antioquia. Reflecting this demographic trend, the Massachusetts chapter has seen increased participation by US citizens of Colombian ancestry. They, too, help to negotiate the language barrier where it exists. A greater challenge for the chapters has been sustaining volunteerism. Organizations that depend on volunteers require constant refreshing of forces because they often face high turnover rates. That volunteers have professional careers and family responsibilities makes it difficult for chapters to sustain active participation among membership. As not-for-profit organizations with limited time to focus on revenue generation, few have the resources to maintain a paid staff. Clearly, small grants from the international office, local donations from NGO’s, businesses or government agencies, and support of educational institutions have become necessary for many chapters to mount community programs. Mostly, however, it is hours of service given by its volunteers that sustain chapter

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agendas. That many of the leaders of the Antioquia chapter have worked for employers that encourage volunteerism has directly contributed to the chapter’s ongoing stability. Still, in Medellín, as in Massachusetts, it usually has been a small group of volunteers who keep programs active. Many in these core groups have already spent decades as volunteers, so increasing the number of active volunteers remains a serious concern. Volunteers have joined the Antioquia partners for a variety of reasons. They have attended seminars or training sessions sponsored by the chapter and have become intrigued. They have joined after positive experiences studying at universities in Boston in hopes of keeping their cultural connections with Massachusetts alive. They become members based on grants, scholarships, and fellowship received through the international office. Mostly, individuals have joined when existing partners have invited them. The same can be said for the Massachusetts partners. But as histories of the Antioquia and Massachusetts chapters demonstrate, gaining new members is less of problem than sustaining them. For the US chapters this problem is especially acute because they are more involved in facilitating programs than carrying them out. Logistical work is less exciting than program implementation. Massachusetts volunteers are likely to be involved in hosting visitors, in connecting Antioqueño partners with local resources, and performing advisory roles. Though many have received travel grants to visit Antioquia, volunteers in Massachusetts don’t have the opportunity to regularly observe the impact of their efforts. Two trends are currently broadening the scope of the traditional North-South partnerships. Both have the potential to positively impact volunteerism at the chapter level, but both also challenge the existing partnership model. First, whereas the original pairings limited activities to defined geographic regions, chapters are increasingly engaging in programming that moves beyond these borders. Antioquia works with other Colombian chapters and has increased contact with US chapters outside of Massachusetts; its northern partner increasingly does the same. It may be a cliché that the world is getting smaller and smaller every day, but the issues that chapters and partnerships address are often more regional than local and more global than national. In this context, it seems foolish to limit dialogue and resource exchange based on political borders. Clearly, the revolution in information technology has altered information flows. The internet has provided new means for connecting volunteers within the hemisphere around common interests without regard for geography. Adapting to this exciting development is challenging the historic basis of North-South partnerships.

Second, the traditional role of US chapters is changing. While these northern chapters historically formed in support of their southern counterparts, many have become more active within their own communities. To be sure, a few chapters in the US had always presented their own programming at the local level. However, the trend is accelerating. While programming remains faithful to traditional objectives of Partners of the Americas, more US chapters promote mutual understanding and inter-American solidarity at home than ever before. Yet, the traditional flow of funding from the international office has been toward the South, and interest in greater local programming by the Northern chapters challenges that organizational model. In part, the growth in US Latin American populations has driven this trend. And given the high number of Antioqueño immigrants in the Boston area, the Massachusetts chapter has unique opportunities for local programming in the context of the existing partnership. Certainly, chapters and partnership have been evolving for decades. People-to-people diplomacy is grounded by local conditions, and to be effective it must respond to them. The most effective chapters and the most effective partnerships have done just that. Surveying the history of the Antioquia Chapter of Partners of the America reveals the power of people-to-people diplomacy. Projecting optimism and sustaining hope, the women and men of the chapter consistently focused on a singular mission --to improve the quality of life for citizens of their city, department, and nation. Assisted by willing partners in Massachusetts, they assessed community needs, gathered resources and developed plans. Bringing educational, cultural, political, and economic organizations together, they initiated social reforms. Piloting solutions, they modeled volunteerism at the grassroots level as they built and rebuilt communities. Giving generously of their energy and time, they empowered individuals to continue the mission. While others dreamed of peace, progress and modernity, they took action. And they continue to do so. In the process, they make democracy more responsive to community needs.

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