108 dias sin redes

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Cristina Domínguez

108 Días sin Redes


Nací el 25 de octubre de 1999 en Málaga, vivo en Guadalmar con mis padres. Actualmente estudio tercero de secundaria en el Colegio-School El Pinar en Alhaurín de la Torre. Quiero estudiar psicología y especializarme en adolescentes. Me gusta mucho escribir al igual que leer, éste es mi primer libro, pero seguro que no será el último.

@cristiloveyouL


Cristina Domínguez

108 Días sin Redes


© Cristina Domínguez del Pino

Edita:

I.S.B.N.: 978-84-15933-95-3

Impreso en España Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación ni de su contenido puede ser reproducida, almacenada o transmitida en modo alguno sin permiso previo y por escrito del autor.


PRÓLOGO

Una chica y un castigo que le cambiará para siempre, ésta no es la típica historia inventada para que los adolescentes la lean y sepan que no es cierto. Está basada en un hecho real, mi historia, mi vida, y lo que este castigo ha podido ayudarme para abrir los ojos; es por ello que este libro servirá para abrir los ojos a más de una persona. Una adolescente que estuvo 108 días sin redes sociales, internet, móvil… Redes sociales, ese invento que pretende conectarte con el mundo, a la vez que te desconecta de éste. 108 días sin redes Este libro está dedicado a mi madre, gracias por todo mamá, te quiero.

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CAPÍTULO 1

«EL COMIENZO»

Estoy asustada, no sé qué hacer, estoy en la casa de mi tía haciendo matemáticas; ya que ella es mi profesora particular. Llaman a la puerta y entra mi madre muy enfadada y cabreada, me ha dicho que he suspendido lengua y ella no tolera que suspenda esa asignatura, y aunque mi tía le dice que se puede recuperar ella dice que no se lo esperaba de mí. Y aún falta lo peor... Yo no me puedo quejar de mi vida, ni de mis amigos, ni de mi familia, siempre he estado y estaré muy agradecida de tenerlos a todos ellos. Pero desde que comenzaron los trimestrales algunas cosas empeoraron. Todo empezó cuando me dijeron la nota de francés; yo estaba sentada en mi sitio y a un lado tenía a una chica con el pelo negro, simpática, alta y guapa llamada Ana, una buena amiga mía desde la infancia, y a mi otro lado estaba un chico un poco bajo, con el pelo negro y corto y un poco nervioso llamado Jorge. Entró la profesora de francés a la clase y se sentó en la silla, colocó todas las cosas, encendió el ordenador y empezó a decir las notas; cuando dijo mi nombre, me miró desolada y me dijo que mi nota del examen era un tres, yo no me esperaba suspender ya que hice el examen muy bien y salí satisfecha de él, me quedé muy confusa. Cuando llegué a mi casa y le dije a mi madre que había suspendido francés se enfadó conmigo y me regañó, y lo entiendo. Poco a poco durante el día mi madre se tranquilizó y se le fue pasando, pero me dijo que no quería ningún suspenso más. Aunque ni ella ni yo sabíamos lo que iba a ocurrir... Al día siguiente nos dijeron la nota de tecnología y hubo gente aprobada, y gente que no, a mí me dijeron que era de las suspendidas y que no hice nada en el examen. ¡No entendía nada! Yo escribí en el examen todo, respondí a todas las preguntas (excepto a dos que no me dieron tiempo). ¡No entendía nada de lo sucedido! Cuando le dije a mi -7-


madre que suspendí tecnología se quedó patidifusa al saberlo, y pasó lo mismo que con lo de francés. Lo peor estaba por llegar, lengua, y hasta este preciso momento estoy en la casa de mi tía después de que mi madre entrara. Cuando he terminado la clase con mi tía nos hemos ido mi madre, mi abuela, mi hermana y yo a una tienda a comprar incienso. Mi hermana quería una piedra de la suerte y mi abuela se la ha comprado. Mi madre le ha preguntado a la dependienta si tenía algo para la concentración y le ha dicho que no, pero que sí podía hacer un frasco con unos ingredientes esenciales. Mi madre le ha explicado a la dependienta lo ocurrido sobre los exámenes y ella ha preparado un frasco con flores silvestres y agua, cada día me tengo que echar cuatro gotas por debajo de la lengua, antes de desayunar, antes de comer, después de merendar y después de cenar. Cuando nos despedimos de mi abuela, mi madre me empezó a reñir en el coche y yo me sentí tan mal que empecé a llorar, y mi hermana (que tiene la costumbre de llamarme «Mana» pues desde que empezó a hablar desde siempre me ha llamado así y nunca por mi nombre) me preguntó: –Mana, ¿qué te pasa por qué lloras? –Nada Julia sólo es que me duele mucho la cabeza –le contesté. Lo peor de todo fue que cuando llegué a mi casa, después de ducharme al ir a cenar mis padres me volvieron a reñir, por eso volví a llorar, me sentía mal. Otra vez mi hermana me volvió a preguntar qué pasaba y le dije lo mismo que la última vez. Mis padres me dijeron que estaba castigada sin móvil, sin redes sociales, específicamente sin Tuenti; y también sin salir, hasta que terminara el segundo trimestre, y aún estábamos a finales del primer trimestre. Me fui a mi habitación y decidí mirar el calendario, empecé a calcular cuántos días serían y el total fueron ¡ciento ocho días sin redes! Y desde aquí empezó todo, para distraerme pensé escribir este libro y poder olvidarme de los problemas... Puede que para la gente lo que estaba haciendo era una tontería pero es lo único que me hacía salir de esto, para mí era difícil. -8-


Como ya he dicho sería difícil para mí, así que decidí irme a mi cama y acostarme, no tenía ganas ni de hablar con nadie, ni de pensar sobre lo ocurrido, me puse el pijama y sin ganas de nada me acosté en la cama, decidí empezar a leer un libro sobre misterio y drama, leyendo me quedé profundamente dormida... «Tranquila, no te voy a hacer nada». No se me hacía familiar esa voz, estaba con los ojos vendados, atada a algo y la boca con cinta americana, lloraba tanto que pensaba que así iba a acabar. Me quitó la cinta americana con fuerza, mientras daba un grito ahogado por el dolor, aun así no veía nada, ni dónde estaba, ni dónde estaba atada, me sentía perdida... –Ups ¿Te ha dolido? No fue mi intención. –Escuché esa voz que parecía que tenía una sonrisa maliciosa en sus labios. –¿Sabes quién soy? ¿Lo sabes? Creo que nos conocemos, pero yo más que a ti bonita. –Dijo esa voz tan, tan molesta y llena de maldad. Mientras me quitaba el vendaje y me limpiaba las lágrimas, yo aún no quise abrir los ojos, tenía miedo. No sabía quién era, pero su voz me era peculiar. Cuando sentí cómo me rozaba su dedo por mi mejilla sentí un enorme escalofrío, alejé mi cara, mientras él se reía. –¿Quién eres? –le pregunté. –¿No me reconoces? –contestó. –¿Quién eres? –repetí de nuevo. Su cara me era familiar, pero a la vez tenía la sensación de que no lo había visto nunca, era una sensación molesta, sentía cómo sus ojos penetraban en los míos, mientras yo apartaba la mirada, él seguía mirándome... –Deja de mirarme –le dije. –¿Por qué? –Dijo él, mientras su finos labios formaban una línea originando una sonrisa sin que se vieran los dientes. Eso me daba escalofríos. –¿Te molesta? –Volvió a decir–. Yo asentí sin mirarlo. -9-


–¡Qué lástima, a mí no! –continuó volteándose y empezando a reírse– ¿De verdad no me recuerdas? Decidí pensar y pensar, su cara me era familiar pero no lo conocía. –No, –dije seca. –Bueno, ¿No te acuerdas, del día que estabas en el cine con tus amigas, y te chocaste con alguien? No, no me acordaba, y cada vez me gustaba menos esa voz y ese hombre. Negué con mi cabeza. Él empezó a reírse como nunca había visto a alguien hacerlo. De repente un flash me vino a la memoria. –Dios mío... Sé quien eres. Me desperté de golpe, sofocada, esto de acostarme leyendo un libro de misterio y drama no era buena idea, además esa pesadilla la verdad es que me había dejado muy confusa, y algo no encajaba en esta historia, entonces recordé... ¡Mañana empezaba mi castigo!

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CAPÍTULO 2

«DÍA UNO»

Es el primer día que estoy sin redes sociales, sin salir y sin móvil, por ahora he estado bien sin problemas, pero no he parado de ver a mucha gente con sus móviles, y especialmente Blackberry's que por cierto ése es el móvil que yo tengo, no paraba de escuchar a gente hablando sobre el Tuenti o cualquier red social. Mi mejor amiga se llama Carmen, es alta, con el pelo castaño oscuro y largo, tiene los ojos marrones, ella es una gran amiga, yo pienso que la mejor que puede haber, ella me ha estado ayudando, ya que también está castigada sin móvil, ni redes sociales y sin salir, las dos nos apoyamos para no pensar en ello. Hoy me he enterado de que no soy la única que está suspendiendo, básicamente toda mi clase, excepto mi amiga Ana y mi amiga Mar, me parece que todos los demás han suspendido alguna asignatura. Es por la mañana y no paro de ver a gente con móviles o hablando sobre salir; lo único que hago es alejarme de ellos. Lo que pensé cuando me quitaron el móvil, el Tuenti y sin salir, era que no iba a poder, pues aún estamos en el primer día y ya no sé qué hacer para distraerme, no puedo hablar con nadie, ya que no puedo chatear. Ya es por la tarde y estoy un poco preocupada porque no sé lo que me voy a encontrar cuando llegue a mi casa, quizás mi madre aún está muy enfadada conmigo o a lo mejor ya está más tranquila; tampoco sé si mi padre estará conmigo bien o mal. Ya se verá cuando llegue a mi casa. Aunque aún me faltan dos horas más en el colegio, ya que los martes y jueves tengo Cambridge con algunos compañeros de mi clase y gente de otras clases. La profesora es ya veterana en su edad, tiene el pelo albino y corto, es un poco menuda, además es una persona risueña y se ríe por todo. Cuando terminó la clase de una hora y media, fuimos a la puerta de salida del colegio y no vi el coche de mi madre por ninguna parte, - 11 -


el coche es de color amarillo escandaloso y pequeño. Como salimos unos quince minutos antes, Carmen y yo tuvimos que esperar casi unos veinte minutos. Cuando llegó y nos fuimos, al principio vi a mi madre enfurruñada conmigo pero poco a poco cuando hablaba con ella sobre cómo me había ido el día en el colegio empezó a estar más pacífica conmigo. En un día ya me he terminado dos libros, y ahora estoy leyendo otro y en mi ebook ya me he leído otros dos, no sé qué hacer para distraerme. Hoy ha sido un día tranquilo y normal y he estado sin móvil, ni redes sociales y sin salir, espero que mañana sea un día tranquilo y normal como hoy. Hoy decidí llamar a Carmen necesitaba hablar con alguien, entonces le pregunté a mi madre si podía llamarla y ella al principio se negó hasta que logré convencerla para que me dejara, seguía enfadada eso sí... –¿Carmen? –Dije. –¿Cris? –contestó. –No, Julia. –He aquí nótese mi ironía–. ¡Claro que soy yo! –Jajaja, ¿Cómo es que te han dejado llamar? –Pues porque esto no es una red social, ni nada de internet, es un teléfono fijo. –¡Es verdad! Entonces podremos hablar más días ¿no? –¡Claro! Decidí contarle a Carmen la pesadilla que había tenido porque la verdad no se me fue de la cabeza, era una tontería pero necesitaba contárselo a alguien, y a quién mejor que a tu mejor amiga ¿no? –Bueno te he llamado, aparte de para hablar un rato, porque te quería contar una cosa. No sabía cómo decirlo, a lo mejor podía pensar que soy idiota, pero se lo iba a contar. –¡Ah, vale! Cuéntame. - 12 -


–¡Pero no te rías! Que para mí es algo serio. –Vale vale, dime. –Pues a ver, ayer me acosté leyendo un libro que iba sobre drama y misterio, no sé si esto va a ayudar o no tiene nada que ver, pero es algo raro... –¡Cris deja de intrigarme, cuéntamelo! La escuché por la otra línea mientras se reía. –Vale, pues entonces.… Le conté toda la pesadilla y todo lo que me acordaba, mientras tanto escuchaba cómo ella respiraba. –Te puede sonar a tontería lo sé, pero tengo la sensación que he visto a ese hombre, es raro. –No es raro, lo que pasa es que a lo mejor sí que has visto a ese hombre de vista y habrás soñado con él, pero no tiene nada que ver con tu pesadilla, no mal pienses Cris. –Mmm.… Tienes razón es posible que lo viera en una tienda y por eso su cara me sonaba, no sé ¿quién sabe? Cambiando de tema, ¿Cómo vas con tu castigo? –Pueees… No muy bien la verdad, me cuesta, al menos con hablar contigo me olvido de eso, pero es difícil, ¿Y tú cómo vas? –No lo sé, es el primer día ¿sabes? pero yo tengo ciento ocho días ¿y tú?, creo que no tienes tantos ¿no? –No, yo sólo estaré hasta que recupere, pero espero poder recuperarlos, sino se enfadarán conmigo de verdad. –Lo sé. Cuando terminé de hablar con Carmen, cené y me fui al sofá, allí me quedé dormida, hasta que mi padre me despertó y me fui a la cama, sin pensar en nada ni en nadie, parecía un zombi, mañana sería otro día.

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CAPÍTULO 3

«DÍA DOS»

Ya es el segundo día sin redes sociales; cuando me he despertado y arreglado, he pensado que aún tenía el móvil y lo he estado buscando cinco minutos, hasta que me he quedado pensando y me he acordado de que estaba sin móvil. «¡Qué tonta soy!» –pensé. Por cierto, desde que empecé a escribir este libro no he dicho mi nombre, me llamo Cristina, pero prefiero Cris, tengo trece años, me gusta estar con mis amigos, leer, y especialmente disfrutar de la vida, ya que sólo tenemos una. Cuando he llegado a mi clase, he visto a todas mis amigas al lado del árbol de Navidad, ya que hoy había que empezar a decorar la clase, pero no he visto ni a Ana ni a Carmen, y todos los niños de mi clase tampoco estaban. Allí estaba una chica llamada Raquel que es de mi estatura, tiene el pelo castaño de media melena, y unos preciosos ojos azules, ella es una delicia de niña, también la conozco desde los tres años. Raquel también suspendió alguna asignatura y sus padres le han castigado sin salir, sin móvil y redes sociales, igual que a mí. Nos pusimos a hablar -¡Hola Cris! ¿Qué tal estás? –Dijo con una colosal sonrisa– ¿Cómo vas con el castigo?, yo no voy muy bien, como me han quitado el móvil, no sé qué hacer. -¡Hola Raquel!, yo estoy bien –le dije feliz–. Por ahora voy bien, estoy escribiendo un libro, pero si te han quitado el móvil como a mí, ¿por qué no lees un libro?, a ti te gusta dibujar, ¿Por qué no dibujas algo? –Bueno, leeré algún libro y dibujaré, tienes razón, pero aun así, no sé si lograré distraerme, es que ahora lo de dibujar me cansa y libros no tengo ninguno que leer... –Contestó ella. –¿Por qué no lo lees en internet? - 14 -


–Tampoco puedo porque el ordenador sólo me lo dejan para estudiar. –Pues dile a tus padres que lo quieres para leer, no sé haz algo. –Ya veré qué hacer. Cinco minutos después entraron el resto de clase, y a continuación entró el profesor y nos dijo que adornáramos la clase. Todas las niñas y Jorge también, estuvieron ayudando a adornar, pero todos los demás niños de la clase estaban con el ordenador de David, viendo un vídeo de un videojuego y ¡no nos ayudaron en nada! El profesor les dijo que o la semana que viene traían decoración o se quedaban sin la recompensa que se consigue si ganamos. Después de que tocara la sirena, en la segunda hora vimos una película de Navidad llamada «La pequeña vendedora de cerillas», cuando terminó la película toda la clase decía que era muy deprimente, que por cierto es verdad, ya que la protagonista muere congelada. Ya era el recreo y nos fuimos a la cafetería a comprar el desayuno, cuando ya lo teníamos, fuimos a dar un paseo y nos sentamos en un banco, estuvimos durante todo el recreo todas las niñas hablando. Cuando tocó la sirena nos fuimos a la clase y estuvimos una hora sentados viendo un vídeo. Después, teníamos inglés oral, y antes de que llegara el profesor todos los de mi clase se pusieron a gritar, y a correr por los pasillos y hasta el delegado de la clase también; David es el delegado y yo me acerqué a él para decirle que hiciera algo y que dejara de chillar y gritar, y me empezó a gritar y a molestar, me enfadé tanto con él que le dije: «Déjame en paz, y chillar a alguien de esa manera que sólo te quería decir algo, no es de muy buena educación». Y no volví a hablar con él. La verdad es que no me gusta estar enfadada con él, David es un gran amigo para mí, uno de mis mejores amigos y no quiero discutir ni enfadarme con él por esto, pero hay veces que me saca de quicio. Cuando me levanté de mi sitio, David se acercó a mí para hablar, pero en ese momento yo no tenía nada de ganas de hablar con él. –Cris, –dijo él– Cris, escucha. - 15 -


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