La Caja Misteriosa

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La Caja Misteriosa

Anisoara Stoica



La Caja Misteriosa Anisoara Stoica

Para mi preciosa hija Sara que ha sido mi inspiraciรณn para escribir este libro. Te quiero un montรณn.



S

ara era una niña alegre y muy curiosa. Le encantaban los animalitos y coleccionar cajitas. Cajitas de todos los tipos y colores. –Son para guardar mis cositas –decía ella–. Esta roja es para mi colección de hojas y la naranja para mi colección de sellos. La cajita verde es para mis pinturas. Siempre guardaba las cajitas de los regalos. Un día, de camino a casa, encontró una caja azul. No era como las que se solía guardar, pero decidió quedársela. –“Esta para mis juguetes” –pensó Sara. Llegó a casa y su madre la llamó: –¡Sara! Cámbiate y lávate las manos. Enseguida cenamos.



Después de cenar, buscó algunos juguetes para guardar en su nueva caja azul: sus muñecas Barbies, los ponis y el maletín de médico. –“Aquí cabe todo muy bien” –pensó. Por la mañana se levantó y quiso sacar el maletín de médico para curar a su gatito, pero… ¡No había ni rastro de sus juguetes.! ¡Habían desaparecido! ¡La caja estaba vacía! ¿Qué había pasado con sus juguetes? Estaba muy enfadada. –Me voy a meter en la caja para pensar, a ver si me viene la inspiración y adivino qué ha pasado con mis juguetes.


Se metió en la caja y… ¡sorpresa! La caja empezó a volar y desaparecer. Cuando se dio cuenta de lo que pasaba, abrió bien los ojos y descubrió que no estaba en su habitación; estaba en un jardín con muchas flores. No se lo podía creer. Entonces vio algo que la sorprendió: había juguetes por todas partes, pero estos se movían y hablaban. En ese momento se le acercó un oso de peluche. –¿Quién eres tú? –le preguntó el oso. –Me llamo Sara. Mis juguetes han desaparecido y he venido a buscarlos. –¿Cómo has llegado aquí? –le siguió preguntando el oso. –No lo sé –le contestó Sara–. Me metí en una caja y ¡CATAPLUM!, me desperté en este precioso jardín. –Este es el país de los juguetes rotos –le explicó el oso–. Aquí se arreglan todos los juguetes y cobran vida. –¡Yo solo quiero recuperar mis juguetes favoritos! –dijo triste la niña. –Eso va a ser un poco difícil –concluyó el oso–. Este es el verdadero hogar de los juguetes y aquí son felices. Si de verdad quieres recuperarlos, tienes que ir a hablar con la Reina Amatista pero te advierto que no es fácil llegar a su castillo.



–Ya veré lo que puedo hacer –dijo Sara–. Muchas gracias por todo. Por cierto, ¿cómo te llamas?


–Me llamo Forzoso, porque soy muy fuerte –le respondió su nuevo amigo. –Adiós, Forzoso –se despidió Sara. –Adiós, Sara –le contestó el oso.


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