Diario de una gata siamesa

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Diario de una Gata Siamesa



Diario de una Gata Siamesa MARGARITA FALCÓN ÁVILA


© 2013, Margarita Falcón Ávila Primera edición: Julio de 2013 Edita:

ISBN: 978-84-15933-14-4 Diseño y maquetación: Héctor Legido Sarmiento Ilustraciones: © Héctor Legido Sarmiento. Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de cualquier parte de este libro, incluido el diseño de la cubierta, así como su almacenamiento, transmisión o tratamiento por ningún medio, sea electrónico, mecánico, químico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin el permiso previo por escrito de la autora. Impreso en España – Printed in Spain


Dedicado a Lorena, mi hija, a José, mi marido, a Mariano, mi yayo aunque ya no esté, quien me enseñó a trabajar y a luchar, por aquello que queremos conseguir.



Este diario es una obra escrita sobre mi vida en relación con la actualidad y con la intención de ser una reflexión para muchos y diversión para otros, ya que los gatos no podemos hacer nada por enmendar los fallos que cometen los humanos, y muy especialmente los políticos. Se trata de una historia de ficción. Ahora bien, si la realidad supera a ésta, no es culpa mía. Sencillamente, es la vida misma y si alguien se da por aludido y se siente molesto, que sepa que yo sólo he recogido lo reflejado en la prensa, en la calle, en la radio, en Internet… Por supuesto respetando a todos y sobre todo la inteligencia de mis queridos lectores, para los que contaré mis peripecias y tocaré todos los temas, que por su naturaleza llamen mi atención o vea divertido mencionar. Del mismo modo, aclarar que la mayor parte de los personajes que aparecen en esta novela, son producto de la imaginación de la autora, y cualquier parecido con la realidad será una mera coincidencia. Yessi

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LUNES, 5 de marzo de 2012

I. Ya soy mayor de edad ¡Hola mundo! Soy Yessi y los amigos me llaman «Minú». ¡Estoy muy contenta, pero que muy contenta! He cumplido 18 años, ya soy mayor de edad y según mis amos en España a partir de esta edad, ya puedes votar, independizarte, sacarte el permiso de conducir, etc. Todas esas cosas a mí me dan mucho miedo, nunca he salido de casa, aunque a veces cuando mi ama se enfada conmigo me dice: ¡cómo te portes mal otra vez, te convertiré en un gato callejero, pero ya! No conozco esa raza de gatos.

De momento me he comido una tarta de croquetitas de pollo, !Miauuu! estaba buenísima, y me he marchado a mi sillón a dormir una buena siesta. Después hemos ido a recoger a la comisaría mi carnet de identidad. ¡Qué ilusión! Nací en Zaragoza, en la casa de mis amos Mar y Jos y su hija Nita. Mis cuatro hermanos y yo, correteábamos por toda la casa y jugábamos sin parar. Cuca, mi madre, nos enseñó todo lo importante que un gato debe saber para vivir en una casa con humanos, dónde comer, beber o hacer pis. Yo pasaba tardes enteras con Nita haciendo deberes, aprendí mucho. Y cuando los terminábamos nos poníamos a jugar. Las dos nos hicimos mayores, ella se independizó hace tiempo y mis amos y yo nos fuimos a vivir al campo.

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Aprovechando las nuevas tecnologías, hoy he decidido conectarme con el mundo para contar mis inquietudes, esto de ser mayor es muy importante y yo tengo muchas dudas, por ejemplo: ¿Cómo puede ser que un hombre sea un chorizo? ¿eh? ¿Alguien me lo puede explicar? Yo he aprendido que un hombre es un hombre y un chorizo, un chorizo, entonces ¿por qué al famoso Gangarín, el marido de la Infanta Listina, le llaman chorizo? También le dicen imputado y presunto. El chorizo es comida, pero el imputado y presunto, que yo sepa, no se comen. Perdonad mi ignorancia, no entiendo nada, por eso ya os iré contando según vaya descubriendo las cosas... ¡Miauuu!

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JUEVES, 8 de marzo de 2012

II. El Trabajo en el Día Internacional de la Mujer Trabajadora Como podéis ver, esta mañana estaba sentada en «Mi Trono», mi ama me llama «Reina» y dice que me lo merezco y en el que además, hoy me ha colocado una manta nueva y tan suave que me ha encantado. Claro que pensando, no sé yo si el Rey y la Reina también se lo merecen. Ellos llevan muchos más años que yo reinando y como ellos, antes de ser reina, fui princesa. Ha sonado el teléfono y Mar ha quedado con su interlocutor para ir a una entrevista de trabajo. Supongo que tendrá que ver con lo que algunas veces me dicen mis amos: «marcha al garaje a cazar algún ratón y así te ganas el pan, ¡anda!». Pero como a mí esos pobres bichos no me han hecho nada…, es por lo que hasta el momento no he encontrado ningún motivo para amargarles la vida. Algo sí tenía que ver, ella me ha explicado que hoy es el Día Internacional de la Mujer Trabajadora y que EL TRABAJO, es un deber y un derecho que tenemos reconocido todos los españoles, según dice el Artículo 35 de nuestra Constitución. Además, con una remuneración suficiente para que pueda satisfacer nuestras necesidades y las de nuestra familia. Ahora viene lo mejor, cuando ha regresado furiosa de esa entrevista: ¡Yo no me lo podía creer!, para cubrir una vacante de comercial y administrativa con gran experiencia y una jornada de 40 horas semanales, un salario de 600€, más 20/25 € de comisión por la venta de cada producto (¡si se vende claro!). Eso sí, le han preguntado muy extrañadas sus entrevistadoras, si no podía vivir con esa cantidad. Y digo yo, ¿esa remuneración es a la que se refiere exactamente nuestra Carta Magna? Una gata como yo tiene que comprar el pienso, la malta, las latas de bocaditos, las mantas, pagar los gastos veterinarios… sin contar los collares antiparasitarios, los sacos de tierra para el pipí, etc. Resumiendo y contestando a esas señoras: 13


Mi ama y yo no podemos vivir con ese dinero, ¿ellas podrían? ¿sus majestades podrían? y tú, mi querido lector, ¿podrías? ¡Miauuuu! ¡Sigamos en la LUCHA por un salario DIGNO para LA MUJER TRABAJADORA!

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VIERNES, 9 de marzo de 2012

III. Los bancos buenos... Hoy el desayuno está realmente delicioso, mi ama me ha dado esos bocaditos de pollo con espinacas que tanto me gustan. Mientras tanto, estamos escuchando la radio y leyendo noticias en Internet. No hay ninguna buena, más bien todas malas y preocupantes, como el incendio que se ha desbocado por culpa del viento en «La Ribagorza» y está quemando cientos de hectáreas. Pero hay una que me ha llamado especialmente la atención: «El Gobierno aprueba hoy una ley por la que los parados podrán evitar el desahucio de viviendas de menos de 200.000 €». Eso sí, siempre que el banco en cuestión se adhiera al «código de buenas prácticas» y además se cumplan otras muchas condiciones. ¡Ja, ja, jaaaa! Señores, ¡Se hacen apuestas! ¡Abran juego señores! ¡Abran juego! ¿Cuántos bancos aceptarán? ¿Aceptarán esos mismos bancos, que durante años estuvieron inflando las tasaciones para prestar más dinero y hasta ofrecían pagar viajes, coches y más? ¿Esos bancos que antes de firmar la hipoteca, «obligaban» a firmar sus seguros de vivienda, vida, pensiones, tarjetas, etc.? ¿Los que convirtieron a sus empleados en perros sabuesos a la caza del cliente, para estrujarlo hasta dejarlo sin aliento, cobrándole hasta por enseñar en la ventanilla el carnet de identidad? La ley está bien, puede ser una cosa buena para aquellas personas que ahora lo están pasando muy mal y que en su día se vieron engullidas por la «fiera». Todo el mundo tiene derecho a una vida mejor, a tener una casa digna y jamás a nadie se le pasó por la cabeza que iba a perder el trabajo, el paro, todo y que esto va para largo. Mi ama me ha explicado que mi cesta de dormir también está hipotecada. Me quedan 20 años por pagar. Yo no trabajo, hace mucho que no veo ratones por el garaje, con este frío y sin comida se han debido de morir de hambre, y me pregunto: ¿se apiadarán de mí, cuando no pueda pagar? ¡Miauuu! 17


–¡Minú! ¡Minú! ¿Vienes un poquito al sol? ¡Chicos os dejo! me llama mi ama, seguiremos con esta reflexión otro día y haremos la lista de los bancos que han decidido ser buenos con la gente. ¿Serán los del parque? ¡Miauuuu!

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LUNES, 12 de Marzo de 2012

IV. «Piti» -El intrusoHoy os voy a presentar a «Piti». Llegó a casa en Navidad. Nita y su novio Tor, se lo regalaron a mi ama. A ella le hizo mucha gracia. Le gustó mucho. Hasta le dejó subir encima de la mesa, cosa prohibida para mí de siempre. ¿Cómo podía ser que se lo consintieran? Todos reían y le acariciaban, pero ¿qué le habían visto? Porque... mirarlo bien porfa. ¡Es horrible! no tiene pelo y luego ese culo tan gordo, esas orejas arrugadas y además no se mueve, donde lo dejan, allí se queda. No entendía cómo les podía gustar tanto. Yo estaba muy preocupada, no podía consentir perder mi trono y todos mis privilegios. ¿Por qué lo habían traído? Tenía que establecer un plan. Sólo llevábamos una tarde bajo el mismo techo y a mí, ya no me hacían ni caso. Decidí entonces observarlo detenidamente, tenía que conocer muy bien a mi enemigo antes de plantear una estrategia de ataque. Esto lo aprendí de mi madre. Lo dejaron en el suelo pegado a la puerta del salón. Yo pasé horas a su lado, le maullé en la oreja, le empujé con la pata, le mordí el rabo, «Piti» no se movió, ni hizo el menor gesto de que aquello le molestase. Entrada la noche, subí a dormir a la cama de mis amos, quedándome alerta de cualquier movimiento que hiciera. A la mañana siguiente cuando me desperté, me di cuenta de que la noche había pasado sin ningún sobresalto. Bajé corriendo al salón y «Piti» estaba en el mismo sitio donde lo dejaron mis amos el día anterior y en la misma postura, tal y como aparece en la imagen. ¡No lo podía creer! Este gato es tonto. Revisé la arena, la comida, el agua, no había hecho ni pis, ni caca y lo que es peor, no había comido, ni bebido nada en toda la noche. Entonces volví a la carga. Tenía que salir de dudas. Aunque no me había hecho nada, no estaba dispuesta a compartir nada con este intruso. 19


Después de desayunar y acicalarme, pasé a la carga. No hubo forma de que se moviera, de que maullara ni una sola vez. Allí estaba, inmóvil. Con todos los empujones que le propiné, lo desplacé como medio metro o más, por lo que la puerta se entornó. Mar se dio cuenta, vino corriendo, abrió la puerta y lo volvió a colocar en su sitio. Yo estaba exhausta, despeinada, casi afónica, por lo que me alejé un poco y tomé un descanso. Lo observé nuevamente, allí estaba, sin moverse para nada. Me acerqué otra vez, lo olfateé con detenimiento, nada. Después de un rato más, lo tuve clarísimo: «Piti» era un gato muerto. ¡Miauuuu!

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