El Monstruo de la Guerra Civil Recuerdos de dos familias rotas
RaĂşl Solleiro Mella
El Monstruo de la Guerra Civil Recuerdos de dos familias rotas
© Raúl Solleiro Mella
Edita:
I.S.B.N.: 978-84-17068-20-2
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ÍNDICE
Prólogo ............................................................................................. 7
TIEMPO PARA RECORDAR ........................................................... 9 EL NIÑO .......................................................................................... 83 EL MONSTRUO INSACIABLE ........................................................ 129
PRÓLOGO
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ste libro que prologamos está compuesto de otros tres. Cada uno de los cuales cuenta una tragedia de dos familias originada por la guerra, como la llamamos algunos INCIVIL, pues dio la impresión que estábamos aún sin civilizar. Estas dos familias fueron atacadas por los fascistas, militares y eclesiásticos, sin que hubiera ninguna verdadera causa de matar o intento de ello. El Destino tiene cosas incomprensibles, como el de el que esto escribe, pues nacido en Vigo, residente los años jóvenes en Lugo, en donde hizo el servicio militar obligatorio, fuera a conocer a la hija pequeña de una de estas familias y se casara con ella en A Coruña, con la que vivió 56 años felices, hasta que se le acabó la vida. En estos escritos se detalla lo ocurrido en esas fechas, que costó la vida a uno, cárcel a otro y exilio a un tercero. Todos los demás componentes de estas dos familias, tuvimos que aguantar, unos y otros, multitud de humillaciones, vejaciones etc, que cuento en lo que recuerdo de ambas familias. Raúl Solleiro Mella
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Tiempo Para Recordar 75 años después Raúl Solleiro Mella
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ÍNDICE
Iniciación.......................................................................................... 11 Su vida en común ............................................................................ 17 La Guerra Civil ................................................................................ 19 Saturrarán ........................................................................................ 55 Homenajes póstumos ..................................................................... 65 Justicia ............................................................................................. 75
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INICIACIÓN
P
ienso que este es el momento de escribir sobre mi familia, ya que, aunque mi edad es muy avanzada, conservo en buen estado la memoria y la razón, cosa que cualquier día puede fallar, ya que esto puede ocurrir a cualquier edad, pero más a los muchos años que cumplo en este 2011. Comenzaré por tanto a escribir, porque hasta la fecha he leído cosas sobre mis padres, unas que son verdad y otras no, y quiero que esta situación no se repita. Hay otra razón primordial para que continúe con el relato, y esta es que aún, después de tanto tiempo pasado desde que murió el dictador, en esta España parece que continúa el terror impuesto por los fascistas y sus acompañantes, la Iglesia, que sigue diciendo lo mismo que en el 36, la laicidad agresiva de los españoles, pero… ¿quiénes son los agresivos ahora? Porque lo único agresivo es el lenguaje de los obispos, que no se quieren dar cuenta de que ya no estamos en el 36, cuando unos y otros mataron y aterrorizaron al pobre pueblo español. Espero pues, que con todo lo que escriba, sirva primero para poner en claro la verdad, y después para que todos puedan entender los crímenes del fascismo. En cuanto a los que dicen que la Memoria Histórica solo servirá para enfrentar a los españoles, me parece que lo que 13
buscamos con ella es que se sepa la verdad de lo ocurrido, ya que lo ocultaron durante estos años, y la verdad es lo único que nos ocupa.
Y es por todo ello por lo que voy a escribir sobre mis padres: HUMBERTO SOLLEIRO RIVERA URANIA MELLA SERRANO
Humberto Solleiro Rivera, nació en Vigo, en el año 1896. Su padre, Manuel Solleiro Durán, era natural de Tuy, de la misma provincia de Pontevedra. Su madre, Lucrecia Rivera de Oia, era sobrina de los señores de Oia, Señorío de cerca de Baiona, que quemaron su fortuna en Montecarlo, y al morirse sus padres (cuyo óbito fue a causa de la famosa gripe, cuando vivían en Barcelona) se volvió a Vigo. Sus padres trabajaban en Correos y por eso vivían tan lejos de Oia. Cuando Manuel y Lucrecia, se casaron, ya en Vigo, pusieron un comercio de mercería y corsetería, en la Puerta del Sol, lugar en que nacieron sus tres hijos, dos mujeres, la mayor Adelina y la menor Noemí, y el que era el segundo y único varón de sus hijos, mi padre. La familia era, quizá, religiosa, pero de esa religión de los que dicen yo soy católico pero voy a misa de vez en cuando, o sea religiosos tibiamente, y así se educó Humberto. Sus hermanas decían en el año 1936, cuando su hermano fue condenado a muerte, que la culpa era de su mujer, que lo había convencido a sus ideas izquierdistas, cosa que no era verdad. En primer lugar porque nadie se convence de lo que no quiere y en segundo lugar porque ya él, antes de conocer a la que fue su mujer, ya desde joven, pertenecía al Consejo Sindical Ferroviario de UGT. Después de sus estudios primarios, estudió en la Escuela de Artes y Oficios de Vigo, y consiguió el título de Perito Mecánico Electricista, al cambio actual Ingeniero Técnico, título que le sirvió para entrar a trabajar en Tranvías Eléctricos de Vigo, empresa dirigida en aquella época por su suegro Ricardo Mella. 15
De sus ideas y sus actividades da cuenta que era miembro de UGT, pertenecía al Partido Socialista y presidió el Ateneo Deportivo y Cultural de Lavadores, agrupación dedicada a favorecer e impulsar el deporte juvenil. Y así transcurría su vida, dedicada primero a su familia y después a su trabajo, el Sindicato y la política y ayudando a los jóvenes a que aprendieran a ser deportistas, hasta que los rebeldes lo asesinaron el 30 de octubre de 1936, después de un pseudo-Juicio, Consejo de Guerra, sin ninguna garantía procesal ni jurídica.
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Urania Mella Serrano, nació en Vigo, el 15 de Noviembre de 1899. Su padre, Ricardo Mella Cea, prohombre del Anarquismo Español, director de Tranvías Eléctricos de Vigo, era tan querido en Vigo, que cuando falleció en 1925, fueron a su entierro unas 6000 personas, cuando Vigo tenía unos 50 mil habitantes. Su madre, Esperanza Serrano Rivero, era hija de Juan Serrano Oteiza, artesano madrileño según unos, notario madrileño según otros. Lo que sí es verdad es que era anarquista como su yerno. Urania era la quinta hija de 13 hermanos, y se educó en una familia totalmente alejada de la religión, por lo que no fue bautizada. También, como el que más tarde fue su marido, estudió en la Escuela de Artes y Oficios de Vigo, estudió, entre otras cosas, música y piano, y era profesora de este instrumento. Durante toda su vida se preocupó de los menos afortunados, enseñaba a leer en la Casa del Pueblo a muchas mujeres que no sabían leer ni escribir, cosa muy corriente en aquella época en que el 73% de los españoles eran analfabetos. Fue de las primeras en la UMA, Unión de Mujeres Antifascistas de la que era Tesorera según yo creo por mis recuerdos, aunque hay quien dice que era la Presidenta. Naturalmente era del Partido Socialista lo mismo que su marido. Al igual que su marido se dedicó primero a su familia y luego a la política, pero fue mucho más conocida por ser hija de un personaje notable en Vigo, y además por ser de las primeras mujeres que lucharon por los derechos femeninos. Falleció en 1945, de una enfermedad que nadie se ocupó de curar mientras estuvo presa, pero tuvo que pasar el calvario en 1936 de que la condenaran a muerte y luego le conmutaron la 17
pena por 12 años, que le quitaran a sus hijos y la dejaran viuda, todo lo cual hizo que a los dos años de obtener la libertad provisional, falleciera de un tumor cerebral. El día del fallecimiento fue el 26 de mayo de 1945 a las 19 horas, en su domicilio de General Sanjurjo 42-2º (Campo Castillo) de Lugo.
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SU VIDA EN COMÚN
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mbos, Humberto y Urania se casaron en 1923. Lo hicieron por la Iglesia, aunque Urania tuvo que bautizarse para poder realizar esa boda. Como el amor todo lo puede, y a pesar de sus ideas, hizo lo que había que hacer, ya que la presión de la familia de su futuro marido y de la sociedad en general en aquellos momentos, pudo más que sus convicciones. Recuerdo que me dijo un día, que nos había bautizado a todos sus hijos para que no tuviéramos que pasar la vergüenza que ella pasó cuando se casó. Y comenzaron a tener hijos: El 9 de septiembre de l924, nació su primer hijo, varón y le pusieron de nombre Humberto. El 20 de enero de 1928, nació su segundo hijo, Raúl, que es quien esto escribe… El 19 de marzo de 1930, nació su hija Alicia. Y por último el 21 de marzo de 1931 su pequeña, a la que llamaron Concepción. La vida transcurría sin graves problemas pero éramos una familia feliz, a mis padres parece que les gustaba cambiar de residencia, y lo hacían con cierta frecuencia, pues por ejemplo, yo nací en la calle López de Neira de Vigo, una travesía de la calle del Príncipe y luego fuimos a vivir, que yo recuerde, a San Mi19
guel de Oia, a Cabral, y finalmente, a la calle Manuel Llaneza de Lavadores, y creo que hubo alguna otra residencia más, cuando yo aún no tenía uso de razón. En verano los domingos íbamos a la playa, muchas veces a Sayans, una playa que estaba en el recorrido de aquel maravilloso Tren Tranvía de Vigo a Baiona, que alguien se encargó de terminar con él, una mente preclara seguramente. No olvido el silbido de aquel tren, que paraba en casi todas las estaciones; desde La Florida seguía por Samil, Coruxo, Canido, Panxon, Playa América, San Miguel de Oia, Gondomar, La Ramallosa y por fin Baiona. Ese sí que sería un verdadero tren turístico, si siguiera existiendo, al pasar por todas las playas de la Ría de Vigo, por lo menos las que hay entre Vigo y Baiona. A nuestro padre le gustaba mucho andar, en ocasiones se iba andando hasta Redondela con su hijo mayor, y alguna vez los acompañé, aunque yo era muy pequeño. También íbamos a veces a playa de Cesantes, desde la que en marea baja se podía ir a pie hasta la desdichada isla de San Simón, utilizada para asesinatos por los rebeldes. En fin, esto lo cuento para que se vea que éramos una familia normal, hasta que la rebelión del 36 acabó con ella.
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LA GUERRA CIVIL
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l día 18 de julio de 1936, de infausto recuerdo, vi cómo mi padre escuchaba en la radio Philco que teníamos en casa, unas noticias que se oían bastante mal, y que se iba muy agitado por lo que había escuchado. Y a partir de ese momento, nuestra vida se agitó de tal modo, que tardamos años en calmarla, como si un huracán violento la agitara sin parar. Ese día por la mañana mis padres fueron a Vigo y nos dejaron con la muchacha, con la orden de que ninguno podíamos salir de casa. A eso de media tarde comenzamos a oír disparos y salimos al balcón a ver qué pasaba. Y lo que pasaba era que en la parte de atrás de nuestra casa, en el campo de la Xouba, como le llamaban, se habían apostado unos paisanos para defender que el ejército no entrara en Lavadores. Les veía con escopetas de caza y armas antiguas tomando posiciones para defenderse de un ejército armado con fusiles y ametralladoras, lo sé porque durante los próximos días las oí tabletear muchas veces. Unos meses después, un compañero de juegos mayor que yo, tenía unos 12 o 14 años, me dijo que había estado en la Puerta del Sol de Vigo el día ese por la mañana y me contó lo que había visto y sentido. Me dijo que salió una compañía del ejército armada con fusiles a la plaza mencionada y el Capitán se puso a leer un Bando, declarando el estado de guerra. 21
Después un paisano desarmado se lo arrancó de la mano diciéndole: “Esto es una infamia”, y que el Capitán sin más, sacó su pistola y lo mató allí mismo y dio la orden a la compañía de disparar sobre la multitud que llenaba la Puerta del Sol asesinando a montones de paisanos, todos desarmados. Mi amigo dijo que él quedó debajo de algunos heridos y muertos y gracias a eso no le dio ningún disparo, en cuanto la cosa se calmó allí, marchó para su casa en el Paseo de Granada. Parece ser que este Capitán era el “heroico” Capitán Carreró. Un poco después de las 6 de la tarde llegó nuestra madre, agitada porque había tenido que dar una vuelta muy grande para llegar a casa, ya que entre Vigo y El Calvario no se podía pasar por las operaciones de guerra. Lo primero que hizo fue sacarnos del balcón, donde los cuatro hermanos y la muchacha estábamos “viendo la guerra”, tanto sentido teníamos los niños como la muchacha. Unas dos horas después, llegó nuestro padre, y a pesar de todo lo que se diga no salieron de casa para nada en los dos días siguientes ni uno ni otro, todos estuvimos en la habitación interior que había en el piso, ya que de vez en cuando llegaba por las ventanas alguna bala perdida. La única persona que salió del piso en esos días fue la muchacha, a la que nuestra madre le dio un paquete con la lista de las mujeres antifascistas, con instrucciones de que lo enterrara en su aldea para que no cayeran en manos de los fascistas, y para que se fuera a su pueblo. Y así estuvimos hasta que dos días después nos vinieron a buscar desde Vigo de la casa de nuestra abuela Esperanza y allí nos fuimos con una persona que no conocíamos, pero que parece ser que era una criada, ella nos llevó hasta la citada casa, a 22
donde íbamos contentos siempre, pues eran todos muy alegres y jugaban con nosotros. Nuestros padres se marcharon hacia otro lado, se fueron a Redondela, donde tenían una amiga que se jugó la vida teniéndolos escondidos, ya que en aquellos momentos, los falangistas, si los encuentran los matan a todos en el acto. Pasamos unos días en casa de la abuela Esperanza, aguantando la llegada a cualquier hora de la noche de diversos elementos que venían a buscar a nuestra madre que naturalmente no estaba, pero no era agradable ni mucho menos que cualquiera con una camisa azul o un carnet de policía, entrara a las 3 de la mañana a registrar y despertarnos a niños y mayores. Quiero, también, dejar constancia de que en nuestra casa nunca hubo armas de ninguna clase, ya que eso sería imposible ocultármelo a mí que lo revolvía todo, ni que nadie viniera siquiera a pedirlas, pues en esos dos días no vino nadie a llamar a nuestra puerta. En casa de nuestra abuela Esperanza y en una de las “visitas” de la policía, estos convencieron a nuestras tías de que les dijeran donde estaban nuestros padres, ya que les aseguraron para convencerlas que si los encontraban los falangistas o el “Rabioso” los mataban en el acto a ellos y a quien los tuviera escondidos. Ante estos argumentos, ellas terminaron diciendo donde estaban, en Redondela, en casa de su amiga María, y allá fueron a buscarlos. Tardaron más bien poco y vinieron con ellos a casa de la abuela, dejando en ella a nuestro padre, ya que dijeron que a él no lo buscaban, pero al cabo de una media hora volvieron diciendo: “Dice el Comisario que venga con nosotros”. 23