Esperando a diego cuento infantil

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Esperando a Diego Ana Matías

Ilustrado por

Núria Bertran

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Esperando a Diego Ana Matías Ilustrado por

Núria Bertran

A mi madre, por animarme a retomar la escritura, y por haber tenido la inmensa paciencia de leer todo lo que escribía cuando era pequeña


© Ana Matías Ilustrado por Núria Bertran Edita:

I.S.B.N.: 978-84-16846-24-5 Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación ni de su contenido puede ser reproducida, almacenada o transmitida en modo alguno sin permiso previo y por escrito de la autora.


Contenido

1. Marta........................................................... 7 2. En la biblioteca............................................ 11 3. Llega Blanca ............................................... 19 4. En casa de una bruja.................................... 27 5. Llega la inspiración..................................... 35 6. Las cartas de Marta...................................... 41 7. La imaginación no tiene límites.................. 45

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1. Marta

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e llamo Marta y tengo 10 años. Este mes tengo que hacer dos cosas importantes, una nos la ha mandado Teresa, tenemos que escribir un cuento para la clase de lengua, lo hemos hecho más veces, pero esta vez es distinto, esta vez no nos ha dicho sobre qué tiene que ir el cuento, nos ha comentado que por primera vez vamos a escribir sobre lo que queramos. Ella dice que eso se llama “tema libre”. Mis compañeros le han pedido que nos dé una pista para saber por dónde empezar, Teresa ha respondido que no va a dar pistas ni nada, que usemos la imaginación. Ella dice que la imaginación no tiene límites. Mis padres me dicen siempre que tengo mucha imaginación, y a mí me gusta mucho escribir, y siempre saco sobresalientes en lengua, pero todavía no sé lo que voy a contar. Mis padres también me dicen que desde pequeña les he hecho muchas preguntas, que lo quiero saber todo, y que soy muy curiosa, ellos dicen que eso está muy bien. Y la otra cosa importante es que me ha tocado ser ayudante en la biblioteca del colegio, o sea, que me tengo que quedar dos días a la semana a ayudar a Pablo, el señor encargado de la biblioteca. No es muy difícil lo que tengo que hacer, solamente hay que ayudarle a ordenar libros y vigilar que haya silencio; sólo es un rato pequeño por la tarde. Bueno, la verdad es que me ha tocado porque dicen

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que me porté mal en la clase de matemáticas, es que mi profesora es muy antigua, todavía pone castigos. Esto lo dice mi abuelo Martín, que los castigos están pasados de moda, y que mi profesora es una antigua. Yo no hice nada malo para que me castigara, lo que pasó fue que no entendía nada de lo que estaba explicando, y me puse a hablar con mi compañero, con Javier. Me estaba aburriendo un montón, pero dice la profesora que eso no es excusa para estar hablando, y por eso me ha castigado. Menos mal que el abuelo Martín me entiende, él dice que si ella explicara mejor yo no me aburriría, y no me pondría a hablar. Pero mis padres no están de acuerdo con el abuelo, ellos dicen que si me ha castigado será por algo. Es que mi abuelo siempre me entiende, porque es muy listo, él y mi profesora preferida, Teresa, que explica muy bien, por eso no me aburro ni me pongo a hablar con Javier. Mi abuelo y Teresa siempre me escuchan. Teresa me gusta mucho, cuando sea mayor quiero ser como ella. No sé cuántos años tiene, no sé calcular los años de los mayores, tiene menos años que mi madre, eso seguro; mi madre dice que tendrá treinta y tantos, no sé cuántos años serán esos tantos, mi madre dice que ella tampoco, pero que a cuarenta años no llega. Pero eso ya lo sé yo también, porque 40 años me parecen muchos años, y Teresa no puede ser tan mayor. Cuando digo eso en casa, el abuelo Martín se ríe, él tiene ochenta y tres. Ahora Teresa está embarazada, esto me hace ilusión, pero lo malo es que estará sin venir a clase cuando nazca el niño, y le vamos a echar de menos. Además la profesora

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nueva que venga igual no es tan maja como ella, o igual me cae tan mal como la de matemáticas. Espero que Teresa vuelva pronto. Ahora tengo que escribir un cuento bonito, si me sale bien he pensado que se lo puedo regalar a mi hermano Diego cuando llegue a casa. Yo tenía muchas ganas de tener un hermano, y al final lo voy a tener, estoy muy contenta, y tengo muchas ganas de conocerle. Diego no va a llegar como el bebé de Teresa, va a llegar de otra forma, mis padres lo van a adoptar, viene de un país que está muy lejos, que yo no sé muy bien donde queda… Yo voy a ser su hermana mayor, y lo voy a cuidar. El cuento me puede valer de regalo de bienvenida para Diego, por eso tiene que ser un cuento especial. Teresa me ha dicho que no me preocupe por el tema, que cuando me llegue la inspiración me deje llevar. Yo no entendía muy bien lo que quería decir eso de la inspiración, ni lo de dejarme llevar, no sabía a dónde me iba a llevar, ella me lo ha explicado, y más o menos la inspiración son las ideas que te vienen a la cabeza de repente, entonces las tengo que apuntar en mi cuaderno. Y lo de dejarse llevar quiere decir que no hay que poner límites a la imaginación, esto nos lo hemos apuntado en el cuaderno de clase, lo de la imaginación, porque dice Teresa que es muy importante, que sin imaginación no hay sueños, y que sin sueños la vida no tiene gracia. Esas dos frases también me las he apuntado en el cuaderno, porque no quiero que se me olviden…

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2. En la biblioteca

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oy no había habido mucha gente en la sala de lectura. Eran las seis de la tarde, y quedaba muy poca gente dentro. Hacía muy buen día, la gente estaba paseando, y muchos niños jugando en los parques. Marta había ayudado a recoger todos los libros y a vigilar que todo estuviera en orden. Pablo estaba preparando todo para cerrar la biblioteca, y se lo dijo a Marta. –En cuanto se vayan esos dos niños, cerramos y nos vamos a casa. Ahora voy un momento a secretaría, enseguida vuelvo. Espérame aquí. –¡Vale! –Contestó Marta entusiasmada, pensando que se iba a ir a jugar con sus amigos. Mientras Pablo estaba fuera se quedó mirando unos libros pequeños que había en una estantería, y pensó que podía coger ideas para su relato de la clase de lengua. Los dos niños que quedaban en la sala recogieron sus cosas y se despidieron de Marta. Ahora sólo faltaba que Pablo volviera. Mientras tanto, cogió una pequeña escalera y se subió a ella para poder ver bien los libros de la última estantería. Estaba decidiendo qué libro coger cuando notó algo muy extraño, notó que el suelo se movía. Se quedó inmóvil y asustada unos segundos, sujetándose a la estantería. Se acordó de la clase de ciencias, en la que

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Teresa les había explicado lo que era un terremoto, y pensó que podía ser eso. Recordó que les dijo que había que mantener la calma, y que muchas veces pasaban en seguida, no habiendo peligro de que pasara nada, ya que a veces eran de muy baja intensidad. Fueron sólo unos segundos de movimiento, aunque a ella se le hicieron eternos. Bajó de la escalera y se quedó algo aturdida esperando a que volviera Pablo. El suelo ya no temblaba, pero ella seguía asustada, pensando si realmente habría sido un terremoto, si era la tierra la que se había movido… Fuera lo que fuera la sensación que había tenido había sido muy rara. Miró hacia las estanterías y se dio cuenta de que tres libros faltaban, se habían caído al suelo, y se acercó a recogerlos. El primero se titulaba “La princesa feliz”, el segundo hablaba de una bruja buena, y el tercero sobre hadas. Los estaba recogiendo del suelo, cuando se dio cuenta de que no estaban como ella los había visto cuando estaba subida en la escalera. El de la princesa feliz ahora tenía las hojas en blanco, solamente había dibujos. El de la bruja seguía entero, con dibujos y letras, y el de las hadas había perdido algunos dibujos. Marta se preguntaba qué había pasado. Ella era la encargada de que todo estuviera en orden, y esos libros se habían estropeado. ¿Un terremoto se había llevado letras y dibujos? Pensó que nadie iba a creerle y que le echarían la culpa a ella. Marta miraba el libro de “La princesa feliz”, y veía que no quedaba ni una palabra escrita en el libro, y los dibujos estaban incompletos, en todas las imágenes faltaba la princesa… De repente escuchó un susurro detrás de ella. Se dio la vuelta y se quedó boquiabierta cuando vio a la princesa en el suelo.

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– Ayúdame a levantarme por favor, ¡qué trompazo me he dado! ¿Qué ha pasado? ¿Dónde estoy? –Dijo la princesa, mientras Marta seguía sin poder creer lo que estaba viendo. –Yo soy Marta… y estamos en la biblioteca de mi colegio… –Contestó Marta con voz temblorosa mientras le ayudaba a levantarse del suelo. –Yo soy Celia, y soy la princesa protagonista de un cuento. Llevo años intentado escaparme de las páginas del libro, y no sé qué ha pasado hoy, pero parece que por fin lo he conseguido, ¿no? –Pues yo soy la encargada de la biblioteca este mes, y me voy a meter en un lío si no vuelves a tu libro. –Marta parecía preocupada. –Pues mira, siento decirte que no voy a volver. ¡Llevo años intentando escaparme y por fin lo he conseguido! –¿Pero qué dices? ¡Eres la princesa protagonista! ¡Sin ti no hay cuento! Y además, ¿cómo explico yo esto? Tienes que volver a tu sitio. No entiendo qué ha pasado… Tú has salido del cuento y las páginas están en blanco, sin letras. Hay otro cuento que ha perdido los dibujos… ¡Uf, vaya lío! Menos mal que el de la bruja buena está bien, a ése no le falta nada. Celia escuchaba a Marta atentamente. –¿Y por qué me habré caído del cuento justo ahora? –Habrá sido porque se ha movido el suelo, creo que ha sido un terremoto pequeño, es cuando los libros se han caído al suelo.

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–¿¿ Un terremoto?? ¡Eso puede tener sentido! Yo hablé con un mago de mi Reino, y me dijo que para conseguir escapar se necesitaban tres cosas, una de ellas era que se produjera una energía muy fuerte, y eso es lo que produce un terremoto. Ahora voy entendiendo mejor cómo he llegado hasta aquí. –Pues yo no entiendo por qué no quieres volver a tu historia… –Es muy sencillo. No quiero volver a mi cuento porque a mí nadie me consultó cuando se escribió, escribieron mi historia sin contar conmigo, así que lo de que vuelva a mi historia no es posible, ¡porque ésa no es mi historia! Es la historia que alguien ha decidido que yo tengo que vivir. ¿Te parece normal que escriban un cuento en el que soy la protagonista sin consultarme nada? –Pues es que yo no sabía que habían hecho eso… Pero el cuento es bonito, ¿no? Se titula “La princesa feliz”, ¿no estás contenta? –¿¿Feliz?? Mira, me tengo que casar con un príncipe azul, y llevar esta ropa tan cursi que me pone de los nervios… –¿Y no quieres casarte con el príncipe azul? –¡Por supuesto que no quiero! Y ya no sé qué hacer para cambiar mi destino. –A Celia empezaban a salirle lágrimas de los ojos–. Mis padres y los de Daniel hicieron un pacto cuando éramos pequeños. –¿Quién es Daniel? –Marta intentaba entender todo lo que Celia le estaba contando.

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