La penultima revolucion

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LA PENÚLTIMA REVOLUCIÓN Mikel Oñatibia Huarte



LA PENÚLTIMA REVOLUCIÓN Mikel Oñatibia Huarte


© Mikel Oñatibia Huarte

I.S.B.N.: 978-84-15649-72-4 Edita:

Impreso en España Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación ni de su contenido puede ser reproducida, almacenada o transmitida en modo alguno sin permiso previo y por escrito del autor.


I

–Te digo en serio –mi buen amigo Jesús– que estoy muy preocupado con la forma de organización social que utilizamos actualmente. Tras años de observación imparcial –ya que nunca he pertenecido a organización política ninguna– tengo que decir que he apreciado tres hechos gravísimos en el comportamiento de los que se auto–denominan “gobernantes democráticos”. El primero de estos tres hechos observados, es que la oferta de participación democrática que se le hace al electorado, es –en sí misma– una estafa. Fíjate que –si la consideramos un timo, o fraude– en la democracia vigente en la mayoría de los países llamados democráticos –salvo honrosas excepciones– no existe organismo alguno –ajeno a la organización democrática causante de la estafa– al que podamos acudir para tratar de corregir esa situación fraudulenta. Lo que quiero decir es que “el sistema” lo –5–


tiene todo tan bien organizado para poder continuar con el engaño, que es preciso acudir a las organizaciones estafadoras para quejarse de la estafa sufrida... ¿Te puedes creer semejante disparate? Acudir al delincuente, para que enmiende su actuar. Así de bien tienen diseñada su organización social, para continuar en el poder, sin interrupción en el tiempo. –¿No te parece –amigo Mikel– que exageras, aunque sea un poquito? –¿Exagerar, yo? ¡Ni tanto así! ¿Cómo definirías tú a algo que te ofrece participar en la forma de organización social imperante, relegando tu participación y colaboración, al simple esfuerzo de introducir un pedazo de papel en una caja, cada cuatro años? Y –si en el transcurso de esos cuatro años te atreves a disentir del gobierno de turno...– ten por seguro que intentarán criminalizar tu actuación, amparados en el poder recibido de ti, y de otros muchos ciudadanos... –6–


Puedes creerme que no exagera quien a ese actuar le llame estafa, timo, fraude, o como quieras llamarlo. –¡Hombre! Visto así... puede que no estés tan descaminado en eso de llamarlo estafa, aunque –tienes que reconocer, que– suena muy fuerte el calificativo. –¡Claro que suena fuerte! Porque lo que estoy diciendo es lo más fuerte que se puede decir de un sistema de gobierno que –pasando por santo– se porta como demonio. De un sistema de gobierno que –en lugar de defender al pueblo llano– defiende a los poderosos. No tiene excusa lo que hacen con las ilusiones de la gente. –Me niego a creer que eso que dices no tenga una solución mejor. Pienso –como tú– que –para enmendar la situación reinante– ir a quejarse al organismo que la provoca, no tiene muchas probabilidades de prosperar... –Pues, la única posibilidad de intentar algo –7–


positivo es entrar en el juego, porque todo lo que pase por el simple hecho de protestar –bien mediante algaradas o manifestaciones callejeras– no tiene ningún resultado eficaz. A no ser que dichas protestas se encaminen hacia una verdadera revolución violenta, que – mi buen amigo Jesús– sabes que sólo se llevan a término cuando el pueblo que la inicia tiene hambre... y –por ahora– no es el caso de los países llamados avanzados y democráticos. –Pero... todo se andará. Dale tiempo a una pequeña o gran crisis como la actual para abarcar mayores campos de población... y todo será esperar a ver lo que ocurre. –No te falta razón, Jesús, pero todo el mundo debería saber que no es preciso esperar a que los acontecimientos vayan desarrollándose, para lograr ese mundo mejor que tanta gente dice que es posible... La buena solución –aunque no es fácil de conseguir– siempre ha estado al alcance de nuestras manos... Lo que ocurre es que nadie la ha presentado al público... y a éste no se le ha ocurrido nunca. –8–


La buena, pacífica, y única solución posible... es crear un sólo partido, que sea más numeroso que los partidos que –normalmente son sólo dos– gobiernan alternativamente en la mayoría de los países democráticos, dejando de lado el progreso, riqueza y felicidad de la mayoría de l@s conciudadan@s, para enfrascarse en sus absurdos y –a la postre– ineficaces datos macroeconómicos, multinacionales, y financieros. Quieren pasar a la posteridad como grandes estadistas aclamados por el resto de los gobernantes de los demás países, en lugar de figurar en los libros de historia como gobernantes preocupados por los intereses de los más desfavorecidos... lo que conllevaría al progreso, riqueza y grandeza del país que gobiernan. –Con qué facilidad has dicho eso de “crear un sólo partido, que sea más numeroso que los partidos mayoritarios”... ¿Te das cuenta de lo difícil que es reunir a la gente llana alrededor de una idea común, aunque ésta le resulte atractiva y conveniente? –9–


–¡Claro que me doy cuenta de la dificultad existente! Por eso he dicho que no es fácil de conseguir. No, porque sea difícil el organizar un partido de semejantes características, sino porque la dificultad estriba en el carácter y forma de ser de la gente que –aunque viera lo conveniente de los resultados– siempre pone pegas, y ve dificultades inexistentes, que le mantienen en una vida mediocre, de la que siempre tienen motivos de queja. Te digo que es la única manera de poder intuir un mundo mejor para nuestros descendientes. Además... el momento es propicio, y la misma situación social nos ayuda con un pequeño empujón –que llamamos crisis financiera– por si nos faltan motivos intelectuales que –tras un acertado análisis de la situación– nos indiquen el modo de actuar, y los errores a evitar. Además, no es necesaria ninguna revolución violenta, ni ruptura peligrosa con la situación existente, dado que el cambio se puede dar de modo paulatino y armonioso, dando inicio – desde los primeros días– a una sociedad más bondadosa, justa, equilibrada, y enriquecedora – 10 –


(tanto en el plano personal, como en el plano económico). –Me tienes en ascuas, Mikel. Sabrás que la gente –al oírte hablar de ese modo– ni se imagina el modo en el que piensas que todo eso pueda suceder. –Entiendo lo que dices. Una noche –en un sueño– participé en una reunión que abordaba este tema, y –es verdad– que reconocían desconocer la forma de llevarlo adelante. En aquel caso –en el sueño– yo abandoné la sala... y ahí se acabó la historia. Pero es tiempo de que subsane ese abandono de la reunión... y explique mejor la solución que pasea por mi mente.

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II

Voy a presentarte una forma –puede que haya más formas de desarrollarlo– que ya ha sido utilizada a lo largo de la historia de la humanidad, y que ha demostrado su eficacia, a pesar –o gracias a– la sencillez, simplicidad, y pragmatismo de la misma. Es tan sencillo como el que cada persona interesada en conseguir este grandioso objetivo de crear una mejor forma de organización social que posibilite un mundo mejor para las generaciones futuras, se reúna con amigos, familiares, convecinos, conocidos, o desconocidos habitantes del mismo municipio, y forme un grupo de diez personas, de las que elijan un representante, y que se reúnan cuando lo estimen conveniente, para comentar e intentar mejorar y resolver aquellos temas que consideren oportunos. Si otros grupos de personas hicieran otro tanto, los representantes de estos grupos de diez componentes podrían reunirse entre ellos –aportando cada uno las conclusiones de su – 13 –


grupo– y notificando –de vuelta en sus respectivos grupos de diez– las decisiones adoptadas en estas reuniones de representantes. Su labor no sería la de “gobernantes”, sino la de “emisarios”, “enviados”, “mensajeros” de las decisiones adoptadas en sus propios grupos. Si desearan abandonar el cargo de “representantes”, o –por comportamiento inapropiado– fueran expulsados de la tarea de representación del grupo, no quedaría mas que elegir otro representante... y seguir avanzando en el desempeño de la tarea iniciada. Para que no queden dudas, y resulte más gráfica la forma de actuar, incluyo unos estatutos –sencillos y prácticos– que convendría registrar y legalizar, de acuerdo con las leyes de asociación vigentes.

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ESTATUTOS

CAPÍTULO PRIMERO

DENOMINACIÓN, FINES, DOMICILIO Artículo 1º...Denominación. Al amparo de los artículos 6º de la Constitución española, y 1º de la Ley 54/1978, de 4 de Diciembre, se constituye el Partido Político denominado “PLANETA en PAZ”, cuya sigla es “P en P” siendo el símbolo del Partido el globo terráqueo. Artículo 2º...Fines. “PLANETA en PAZ, P en P”, es un partido político, constituido para contribuir democráticamente a la determinación de la política local/general, y a la formación de la voluntad política de los ciudadanos, así como promover su participación en las instituciones, mediante la presentación y apoyo de candidatos, en las correspondientes elecciones, con arreglo a los siguientes fines específicos: contribuir democrática– 15 –


mente al planteamiento y resolución de los problemas inmediatos y cotidianos de la ciudadanía. Artículo 3º...Domicilio. Dado su carácter asambleario, y restringido a 10/20 personas, se hará uso de domicilios particulares; para asambleas más numerosas, se hará uso de lugares públicos, tales como polideportivos, estadios, etc. Caso de verse la necesidad de un domicilio social, se determinará en su día, por acuerdo de la Junta Rectora. CAPÍTULO SEGUNDO

AFILIADOS: DERECHOS Y DEBERES Artículo 4º...Afiliados. Podrán ser afiliados del Partido “PLANETA en PAZ, P en P”, los ciudadanos del mundo, mayores de dieciocho años (18 años cumplidos) que no pertenezcan a otro Partido Político; pero sólo podrán ser titulares de los órganos de representación, gobierno y administración, quienes teniendo más de treinta – 16 –


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