Manual del ciudadano discreto

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Manual del ciudadano discreto

Normas bĂĄsicas para vivir en una sociedad civilizada

JosĂŠ Cepero


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Manual del ciudadano discreto. Normas básicas para vivir en una sociedad civilizada José Cepero

Barcelona (España), 2017.

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© de texto y portadas, José Mª Asensi.

Edita:

1ª edición. Enero de 2017 I.S.B.N.: 978-84-16846-97-9 Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación ni de su contenido puede ser reproducida, almacenada o transmitida en modo alguno sin permiso previo y por escrito del autor.


A los que me leen con dificultad de ver lo que miran o entender lo que leen, o lo hacen echados en una cama o sentados en una silla de ruedas, solos o con ayuda de alguien. A los descartados. A los supervivientes‌ No hay que rendirse, nunca. Las vicisitudes nos pueden dar una fuerza que los que van por la vida sacando pecho, ni se imaginan, ¥pobrecillos!

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Sobre el autor.

Ha cursado estudios de Ciencias y de Letras en Universidades españolas. Escritor, aunque ha vivido de las profesiones para las que se preparó académicamente, pues en España, vivir de los libros es un no vivir. Ha sido director financiero de una empresa multinacional alemana, profesor de Universidad, funcionario de Administración Local, capitán de barco y buzo profesional. En pleno éxito profesional buscó la vida retirada y lo dejó todo para dedicarse al pastoreo y a la agricultura en la única zona predesértica de Europa. Se alistó como escudo humano en la guerra de Irak, no por razones políticas, que desprecia, sino humanitarias cristianas. Ha creado y financiado actividades dirigidas a la rehabilitación de toxicómanos y a jóvenes marginados introducidos en el mundo de la delincuencia o en sus aledaños. Ha sido desahuciado por la medicina en cuatro ocasiones - la primera a los cuatro años, aunque, hasta ahora ha salido adelante, no sin pagar los respectivos peajes, siempre baratos si los comparamos con el valor de la vida.

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Prólogo

Esta recopilación de pensamientos ha surgido al ver, desde la enfermedad del cuerpo y la independencia que ello da al espíritu, cómo un mundo confortable y rico se hunde en la ciénaga del egoísmo, pudiendo ser un verdadero paraíso. Con un especial acento en España - tierra de gente buena e inteligente y mejor clima -, que va resistiendo como puede el rodillo de la globalización, y que aún conserva estructuras y comportamientos tradicionales que rechinan con lo que es el mundo soso, monótono y despersonalizado de las “economías desarrolladas”, donde cada vez más, avanza ese egoísmo entre sus gentes y, consecuentemente, entre sus instituciones, especialmente la familiar. No busques, lector, entre estas líneas, ideas profundas ni verdades absolutas, pues mi cerebro no da para tales proporciones… En realidad y simplificando mucho, sólo tengo una idea, tan profunda como sencilla, lo que me resulta muy cómodo pues así no debo consultar ningún manual de instrucciones, siempre tan confusos y tan mal escritos, que acaban mareándome. Debes, lector, leer estas líneas viendo en ellas la experiencia de una vida vivida intensamente. Están expuestas con la misma libertad e independencia con la que he vivido, pues tengo todo lo que necesito, que por mi naturaleza espartana es mínimo… lo que me pueda faltar, no está en mano humana dármelo. 9


No he ordenado los pensamientos, pues han nacido desordenados, con vocación de que sean leídos al tresbolillo. Los números que les preceden, rompiendo su vocación, no indican orden, sino que son meras referencias para que el lector no se pierda si ha iniciado la lectura y tiene arrestos para reanudarla. Como los pensamientos están redactados de forma muy escueta, al principio, en “Algunas definiciones”, me extiendo un poco sobre cuestiones generales que he creído convenientes, porque hoy, utilizando expresiones comunes, acabamos no sabiendo qué decimos en realidad, tal es el caos semántico al que nos someten, con tanta frecuencia, las clases política y mediática.

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Algunas definiciones. Sobre la persona Primero la persona. Perece obvio lo que es una persona. Pero ¿realmente es obvio lo que entendemos por persona? No voy a recurrir al diccionario, que en este caso sería perder el tiempo. Ha habido tiempos en los que ha estado claro el concepto de persona; cualquier bípedo implume, menos los negros, las mujeres y los niños. Por descontado, tampoco los tarados. ¡Que fácil era entonces legislar! Pero luego algunos grupos sociales pensaron que las mujeres y los jóvenes también podían ser personas. Para no engrosar el saco, se descartó entonces a los judíos. Pero entonces resultaba muy complicado legislar; un hispano, ¿es una persona blanca o un negro no persona, a medias? Y un árabe, ¿es un judío no persona o una persona blanca? ¡Menudo lío! Así hemos pasado unos siglos, hasta que algunos genios de la intelectualidad contemporánea han resuelto el problema; todos son personas, pero sólo desde cuando hace un ratito que han nacido, y hasta que están tan achacosas como para discriminar - cuando se las lleva a un hospital - si se las está cuidando o si se las va a liquidar. Por si acaso alguien especula sobre la crueldad de este criterio, se trabaja para que sean personas, también algunos primates. ¿Quedará alguna duda sobre la gran bondad de quien cuida a un “tití” como a una personita? ¡Cuanta ternura! Yo, como ya soy muy antiguo para semejante galimatías, aquí cuando hablo de persona me refiero a lo que el rigor científico 11


entiende por ser humano; el transcurso de la vida que discurre desde la concepción del hombre, hasta su muerte. Sobre la política. La política es una actividad deseable y necesaria, pero como la rica miel, atrae a innumerables insectos - entre ellos a las moscas- que llegan, a veces, tras un sabroso paseo por heces y otros detritos. Lo que en ocasiones deja carencia. Sin embargo, no podemos olvidar que la misma miel ha sido producida por las abejas, otros insectos. Por eso en la política nos encontramos con bichos de variado pelaje y, como en todo, veremos más lo malo que lo bueno, aunque en este caso concreto es muy probable que haya más malo que bueno, pues la circunstancia lo favorece, lo que no es necesariamente malo si vivimos en un régimen democrático que nos permite elegir la opción de gobierno. El verdadero problema viene cuando las opciones entre las que elegir discurren entre malas y peores; entonces nos queda la opción de elegir la del mal menor, lo que es un consuelo dentro del desastre. Cuanto aquí leas sobre la política y los políticos debes hacerlo en ese contexto. No ha sido nunca mi intención meter todo en un mismo morral; si así te lo parece, es por mi puñetera pasión mediterránea que tantos disgustos me ha causado y me causará, si Dios sigue dándome vida, aunque sea maltrecha. Es bueno creer en la política, pero imprudente fiarse de ella. Sobre la religión. Esto de la religión es algo tan complejo que muchos, tan solo con leer esta palabra ya se ponen en guardia, medida muy prudente a la 12


vista de la Historia grosso modo. Creo que la razón está en que tras esa palabra se agrupan desde supersticiones paranoicas y creencias esotéricas, hasta filosofías absurdas y cuentos de miedo. Pero aunque abunden ignorantes y visionarios, el común de los mortales entiende de forma intuitiva a qué me refiero cuando hablo de religión. No voy a extenderme en este asunto pues ni soy teólogo ni es éste el lugar de hacerlo. Para mis efectos baste decir que la Humanidad, desde que ha sabido hacer la “o” con un canuto, e incluso antes, ha aceptado la existencia de un Dios único y creador. Y al desarrollo de esa idea la ha llamado “religión”. Es un criterio de inicio muy grosero pero que ya me sirve, pues a partir de él se crean dos divisiones muy desequilibradas en cuanto a peso humano y cultural; una inmensa mayoría de la Humanidad que cree en este Dios único y creador, y una minoría de personas que no cree. Esa mayoría está extendida hoy por todo el Planeta y abarca todos los estratos económicos, sociales y culturales. Esa minoría se suele circunscribir a las clases medias de las grandes ciudades de países desarrollados y tiene la falta de pudor y de rigor de autodenominarse “intelectualidad” o, los más pedantes “progresía”. Quizás sea una visión muy simplista, pero es que el problema es muy simple; “sí o no”. El sí lleva muchas partes y el no lleva a los suburbios intelectuales del mundo globalizado y al absurdo. Sobre la familia. Hasta hace poco no hubiera sido necesario explicar lo que se entiende por familia. Pero hoy está todo tan embrollado que debo decir que las alusiones que hago a la familia se refieren a lo que un mortal normal entiende por familia, al margen de lo que las lucubraciones modernistas especulen sobre ella. De hecho escribo 13


para todos, no para esa reducida élite modernista de personas con la vida resuelta, que se ganan las habichuelas buscándole tres pies al gato. Familia es aquí ese entorno social iniciado por un hombre y una mujer, que deciden tener una prole que educan en ese entorno. Sobre la sociedad Puede extenderse lo que he comentado sobre la familia a la sociedad. Aquí me refiero a la comunidad de gentes que conviven en un espacio adecuado para ello. Sí, lo sé, una tribu del fin del mundo también es una sociedad, pero no se me ocurriría nunca escribir sobre cómo han de convivir, más bien les pediría su parecer sobre algunos aspectos concretos de la convivencia. Trato también de dar unas pinceladas sobre las hoy tan denostadas “normas de urbanidad” (normas sencillas sobre actos cotidianos, pensadas para hacer la vida más agradable a quienes nos rodean y para evitar embrutecernos), que antes se estudiaban en los colegios y hoy se ignoran hasta en su grado más elemental; no se trata de encorsetar la convivencia, sino de no evacuar flatulencias en una reunión, haciendo gala de su sonoridad, (lo que cito a modo de ejemplo, recordando un episodio vivido entre “intelectuales progresistas”). En definitiva, querido lector, soy muy rupestre en cuanto a los términos y cuando digo “pan”, quiero decir “pan”; y cuando digo “agua”, quiero decir “agua”. Sino, diría “tortas” y “ron”, o lo que fuera. Espero haberme sabido expresar. No te de vergüenza haberme entendido. El sentido común lleva más lejos que la literatura política, que antes de editarse ya está obsoleta.

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1 Actuar como un energúmeno no es necesariamente malo, pero es mejor ser persona pacífica; porque según actuemos, la otra parte querrá estar a la altura, y siempre es mejor enfrentarse al arroyo que a la riada. 2 No hay casa que soporte el gobierno de un niño, ni el de los padres que se dejan gobernar por su hijo. 3 Siempre hay que pensar lo que se va a decir; no hay que ignorar el viejo proverbio español de que “la palabra es plata, y el silencio oro”. 4 En la duda, abstente de decir cosas de las que luego no sabes si te vas a arrepentir. 5 Si tu palabra va a herir a quien la diriges, es mejor que la omitas. Probablemente el otro te entenderá igual, pero quedaréis como amigos. 6 Si un amigo te pide dinero en una cantidad prudente que puedas dejarle, déjaselo. Quizás no recuperes el dinero, pero sabrás cuánto vale tu amigo. 7 “El hombre nace donde Dios quiere, y muere en el pueblo de su mujer”; no te esfuerces en evitar lo es irremediable. 8 Si te casas joven pide consejo a tus padres, y escúchalo. No es que de esa forma te vaya a ir todo bien, pero por lo menos tendrás a quien echarle la culpa. 9 Un matrimonio entre personas afines es generalmente más duradero que entre personas completamente distintas; ahora bien, no hay que olvidar que las personas cambiamos en el tiempo, por lo que lo que es afín hoy puede ser ajeno mañana; por eso conviene buscar las afinidades en los cimientos y no en la parafernalia.

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10 Si estás pensando en mudarte o en cambiar de trabajo porque no estás bien en tu situación actual, piensa antes si estás buscando algo nuevo, o si realmente estas huyendo de ti. 11 Si te planteas tu situación actual, piensa siempre si estás en ella porque quieres, o porque no tienes más remedio. 12 En los negocios sé honrado, no sea que por un poco de aquí y otro poco de allá, con el tiempo te vayas volviendo un miserable con recursos. 13 En la política, como en la mayoría de las actividades humanas, las cosas suelen ser lo que parecen; por eso, si el poderoso te parece falso y fácil a la concusión, probablemente lo sea, aunque no haya una sentencia judicial que lo afirme. 14 Cuando la justicia llega a condenar a un político, es que éste es tonto o tiene demasiados enemigos en su entorno inmediato. 15 No es malo que aflore la corrupción en la política; sí es malo que algunos admiren a los que la practican o los discriminen según su condición o militancia. 16 Al principio creía que evadir impuestos era de pícaros; a estas alturas creo que es de delincuentes, al margen de la cantidad defraudada. 17 En toda democracia hay tontos que especulan con la estrategia de su voto. Se equivocan, serán los poderes fácticos los que distribuyan luego esos votos tan meditados. Hay que votar a mogollón; blanco o negro; derecha o izquierda…, para así, ponérselo más difícil. 18 Hay quien prefiere ser cola de león que cabeza de ratón, pero también hay quien se conforma con ser excremento de concejal.

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