Noah el hacedor de lluvias

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NOAH El Hacedor de Lluvias

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NOAH El Hacedor de Lluvias Texto e ilustraciones:

Alberto Requena Gea


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ace mucho tiempo, en unas tierras lejanas y secas, vivía una tribu que era conocida como “los hacedores de lluvias”. Generación tras generación se iban transmitiendo los secretos para lograr semejante hazaña, la de hacer que las nubes descargasen agua allí donde se necesitaba. El año en que sucedió esta historia era el joven Noah el que debía recibir dichos conocimientos del más sabio y anciano del lugar. La noche anterior a la instrucción de Noah, una fuerte tormenta dejó caer su furia sobre la aldea, haciendo que el anciano enfermase de gravedad. Noah no pudo así recibir las enseñanzas del venerable anciano, por lo que no se completaría un ciclo que llevaba cerrándose durante siglos. Todos en la aldea estaban preocupados por tales acontecimientos, ya que pensaban que los dioses de la lluvia les habían castigado por alguna razón. El sabio, en su último aliento hizo llamar a Noah a su chamizo para hablar con él. Noah 5


acudió raudo e intrigado por lo que el anciano tuviese que contarle, obviamente, pensó Noah, será algo referente a la instrucción. –Acércate muchacho, –dijo el anciano–. Me queda un último aliento y mucho me temo que no podré enseñarte más que una cosa. Noah arrimó su cara a la del sabio, que entre toses balbució unas palabras apenas reconocibles, pero que Noah pudo entender. –Tu corazón provocará la más pura de las tormentas. Noah asombrado se apartó, miró al anciano para preguntar el significado de sus palabras, pero éste ya había iniciado un viaje del que no iba a volver; le cerró los ojos, y entre sollozos salió del chamizo del anciano. Toda la aldea estaba reunida ante la pajosa puerta de la cabaña del anciano, y antes de que Noah hubiera asomado la totalidad de su cuerpo, una gran cantidad de preguntas, procedente de la multitud, invadió sus oídos y su cabeza. –¿Qué te ha dicho el anciano? –¿Te ha dado los secretos para traer lluvias? –¿Cómo está el sabio? Noah, abrumado por tal acoso de la multitud, contestó 6


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que no conocía el significado de las palabras que el sabio le había trasmitido, pero las repitió tal cual las había escuchado. Todos en el pueblo se alarmaron, pues nadie conocía el significado del mensaje. Se escuchaban preguntas, exclamaciones y quejas varias entre el barullo. Muchos aseguraban que estaban perdidos, que los Dioses de la lluvia no reconocían a Noah como sucesor y que por ello les habían quitado sus favores, concluyendo en que su ira caería sobre el pueblo si no hacían algo. Pronto llegó la noche, y las personas que tenían un mayor poder, o una mejor posición dentro del pueblo se reunieron ante el fuego sagrado, con el fin de tomar decisiones respecto a Noah, así como nombrar un sucesor del venerable anciano. Noah pasó toda la noche despierto, escondido entre unos matojos, escuchando lo que se hablaba ante el fuego, preocupado por la decisión que se tomaría sobre su futuro. Al amanecer, el consejo volvió a reunirse en el centro de la aldea, y una vez estuvieron todos juntos pusieron rumbo a la casa donde vivía Noah. 9


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