Vida y milagros ana delgado

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Vida y Misterios

Ana Delgado Lucas



Vida y Misterios Ana Delgado Lucas



En un pueblecito de Granada situado a varios kilómetros de la capital, Allí vivía desde hace años un matrimonio formado por Manuel y Manuela, gente humilde y sencilla que contaba con el respeto y el aprecio de todos, Siempre había sido así. Trabajaban duramente en el campo desde las primeras horas del alba hasta el anochecer. Tuvieron 3 hijos, Mªdel Carmen, Ana y Manolo. Ana, ósea yo, a mis cortos años, aunque jugaba con mis amiguitos y llevaba una vida normal yo era algo especial porque entendía cosas del cielo. Así, poco a poco fue pasando el tiempo. Desde muy niña sentí la necesidad de ir a visitar enfermos, hacer sacrificios y pedir para obtuvieran una pronta curación. Había momentos en los que tenia que dejar de jugar para rezarle a la Virgen, yo misma construí un oratorio sin pedir opinión a nadie, con 5


una capa de zapatos y un trozo de tela blanca y me hice mi propio altar donde colocaba estampas del Señor y de la Virgen y de los demás Santos que encontraba o que los amigos me regalaban. Solía buscar flores por el campo para ponérselas en pequeños frascos que aparecían en los riachuelos y ocupaba el día en la oración, cosa que me hacia sentir muy feliz y tranquila interiormente. Otra de la ocupaciones que siempre me ha gustado a sido tener amigas mayores, de edad muy avanzada para poder contarles historias de Santos mientras paseábamos y conversábamos largamente temas bonitos en mi infancia. Mis diversiones fundamentales era tomar el sol en el campo y rezar el rosario, además de ofrecerme a los vecinos para traerles la compra, escribir cartas y postales a sus familiares porque ellos no sabían escribir y a cuidar de niños pequeños. Solamente con la felicidad de los demás yo conseguía la mía propia.

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Desde muy pequeña había llegado a la conclusión de hacer favores y ayudar al prójimo era una manera de agradar a la Santísima Virgen y a Nuestro Señor Jesucristo, que poco a poco se fue apoderando de mí. Yo sentía una sensación muy agradable en mi alma y en mi corazón y fui aprendiendo a distinguir el bien del mal a mirar con humildad y compasión.

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Mi mayor debilidad eran los enfermos y los ancianos que necesitaban de mi cariño, ayuda y compresión, mi padre que siempre lo conocí enfermo de los bronquios a causa de la guerra civil y de tanto sufrimiento, me daba mucha pena. El me dedicaba la mayor parte de su tiempo, yo me sentaba a su lado para leerle algún libro, lo abría y fingía decir lo que había en aquellas páginas pero todo me lo inventaba porque con siete años yo aun no había aprendido a leer. Recuerdo que a el le hacia mucha gracia cuando descubría que no era verdad y se preguntaba como podía sacarme tantas historias de la cabeza y sobre todo tan reales. Yo me acordaba de el continuamente en el colegio, en el recreo y en cualquier parte que estuviera.

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La maestra nos daba a cada alumno una ración de leche y yo aprovechaba la ocasión para ir corriendo a mi casa y llevársela a mi padre para que se la tomara o para que pudiera hacerse un flan y no era porque a mi no me gustara, al contrario, pero me sentía mejor dándosela a el. Lo mismo ocurría cuando iba a un bautizo o a cualquier celebración, los dulces y golosinas luego las repartía entre mis padres y hermanos con la excusa de que yo había comido antes, no era verdad, pero lo había con buena intención y no me costaba ningún sacrificio, esto no lo cuento por darme importancia, solo por cariño a mi familia. Mis sacrificios eran otros a los que tampoco daba importancia porque los hacia por el gozo del alma ya que cada vez recibía mas amor del cielo. Yo solo realizaba pequeñas cosas que surgen de un corazón de niña.

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Recuerdo que en semana santa era cuando me sentĂ­a mas unida a JesĂşs, miraba una y otra vez su imagen y ese me llenaba de dolor, pensaba en el sufrimiento que mostraba su rostro en lo mucho que le hicieron pasar esos clavos en manos y pies, esa lanzada en su costado y en la cabeza llena de sangre a causa de esa corona de espinas y sobre todo en esa mirada de tristeza y dolor por nosotros los pecadores... Yo deseaba compartir su pena, estar junto a el, no querĂ­a bienestar en semana santa rezaba el rosario y hacia algunos sacrificios. 10


Un domingo cuando escuchaba el sermón de la iglesia y el señor cura dijo el primer mandamiento: “Amaras a Dios sobre todas las cosas, mas que a vuestros padres de la tierra” yo me quede un poco sorprendida. Me dije a mi misma: ¡más que a mis padres! y lo cierto es que me vino un poco grande, estuve pensándolo un rato y compare las dos partes, ósea mis padres del cielo y los de la tierra. Finalmente apte por mis propios padres, los que me trajeron al mundo, pero siempre me quedo una duda que poco a poco fui comprendiendo, pero en ese momento no quise recordarlo mas y me olvide completamente por bastante tiempo. Más adelante seguiré con este tema. Nunca fui niña muy despierta sino que por el contrario, me mostraba tímida y de pocas palabras, aunque eso si, muy observadora. Cada día aprendía cosas nuevas, las buenas nunca seme olvidaban y las malas y feas no les hacia caso porque yo siempre he querido ser una buena niña. Cuando alguna vez me encontraba irritada, cosa 11


que no me gustaba, iba al campo caminando lentamente y mientras me relajaba y el aire fresco me daba en la cara hacia que me sintiera mejor mirando las florecillas de muchos colores, nunca las cortaba sino era para la Virgen de mi altar, porque las flores en el campo estaban muy bonitas para que las contemplase la gente y también las flores podían vivir su vida hasta que se secaran por si solas. También había arboles, pajarillos y un riachuelo donde me sentaba en la orilla y empezaba a rezar alguna oración y también decía: ¡Oh, Señor cuantas cosas bonitas dejaste hechas y que bondadoso has sido con nosotros haciéndonos tan perfectos como para disfrutar de todas estas maravillas! Los paseos al campo también los frecuentaba para buscar leña para chimenea de mi casa. Algunas veces también me acompañaba una amiga de mi edad al campo y luego al regresar me aseaba para ir a misa que aparte de ir todos los días festivos también iba muchas tardes a rezar y a contemplar las imágenes de la iglesia.

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En algunos veranos solían venir padres misioneros que eran buenos y cariñosos. Nos daban estampitas y nos reuníamos en la iglesia de cinco a seis de la mañana para recorrer todo el pueblo rezando. Recuerdo que decíamos: ¡Hombres y mujeres os llama Dios, venid a la misión!

Algunas mañanas me quedaba dormida y mi madre me despertaba diciéndome: ¡Aní, levántate que 13


ya se oye por la calle los misioneros! Y de momento me levantaba, me ponía mi vestidito rápidamente y me echaba agua fresquita en la cara para que se me quitase el sueño y así echaba a correr hasta colocarme con el grupo. Cuando recorríamos el pueblo llegábamos hasta la iglesia y escuchábamos misa, ya después me iba a mi casa, incluso mi padre me llegaba a decir: ¡Te voy a tener que llevar la cama a la iglesia! Porque decía que pasaba mas tiempo en la iglesia que en mi casa. También me gustaba ayudar a mi madre haciendo las tareas de casa mientras ella iba a trabajar al campo, para que cuando ella volviera pudiera descansar. Yo aun no trabajaba porque era muy pequeña. Mi madre madrugaba mucho para dejar alguna cosa echa antes de irse, pero de momento que yo la oía ir de un sitio para otro, yo también me levantaba para estar más tiempo con ella, recuerdo que mi madre me decía: “¿Aní, porque madrugas tanto? ¿No ves que hace mucho frio? Y yo le respondía que no tenía sueño, aunque no era así, 14


sino porque me encontraba muy bien junto a ella y disfrutaba de más tiempo a su lado. Me gustaba recibir cariño de mis padres, ya que mi salud no ha sido nunca buena, casi siempre estaba enferma con anemias, fiebres o cosas así, pero siempre e tenido mucha voluntad para todo. Cuando nos sentábamos a la mesa a la hora de comer y le preguntaba a mi madre; y tu comida ¿Dónde esta? Y me contestaba; hija yo ya he comido, unas veces seria así pero no siempre, lo que mi madres quería era que no nos faltase a ninguno de nosotros nada pero esto me dolía a mi y no podía permitirlo, por eso cuando yo me daba cuenta, le ofrecía un poco de lo mío diciendo que a mi no me apetecía más y así me quedaba satisfecha. También cuando algún familiar nos compraba a mis hermanos y a mi golosinas y dulces, a mi me gustaba, pero a la hora de aceptar miraba al cielo un momento y pensaba que debía hacer un pequeño sacrificio guardando para una amiguita mía que siempre la he querido mucho, 15


quiero decir que haciendo pequeñas cosas aunque parecen ridículas, yo me sentía cada día un poco más cerca de la presencia de Dios, porque fui comprendiendo que tenia que alimentar mi alma al mismo tiempo que mi cuerpo, para mi eso era lo más importante porque me sentía mejor y eso es lo que cuenta. Una noche de verano sobre las diez de la noche me eche en la cama y en ese momento me encontraba muy relajada y entonces empecé a ver unas sombras claras frente a mi, que poco a poco se transformaron en un Cristo muy grande en forma de cruz y en esta misma cruz seguía viendo una sombra blanca, pero el cuerpo se movía lentamente, siguiendo en forma de cruz. No pude fijarme en más detalles porque la verdad yo no esperaba eso y me impresione tanto que salte de la cama y me fui con mis padres a la puerta de mi casa ya que ellos estaban fuera tomando el fresco. Ellos me preguntaron que era lo que me pasaba y les dije que nada que solo tenia calor. No se lo conté a nadie.

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Cuando fui comprendiendo lo que era lo tomé como regalo de recompensa a la fe, a mis pequeños sacrificios y oración y lo guarde para siempre en el joyero de mi corazón, que lo abría cada vez que quería verlo, porque aunque tuve miedo cuando vi, después se convirtió en una de las joyas mas valiosas para mi. Bueno aparte de todo esto también lo pasaba bien con mis amigas jugando. Íbamos al rio a bañarnos, cogíamos frutas, buscábamos moras y perseguíamos mariposas, también saltamontes y aparte de todo esto algunos días íbamos al cine, todo no era sacrificio, porque tampoco era una niña mártir. Pasarlo bien sin hacer mal tampoco era pecado, lo que pasaba es que muchas veces, pensaba antes de decidir, porque a mi no me gustaba sufrir así por las buenas. Yo siempre procuraba agradar a Dios y si para eso tenia que prohibirme de algunas cosas, pues lo hacia, porque me sentía como llevando dos vidas en una sola.

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Muchas veces me iba a vivir con mis abuelos que Vivian en el Barranco del Abogado en una cueva. A mi me gustaba estar con ellos porque eran muy buenos. Mi abuelo estaba bastante enfermo y mi abuela trabajaba como sirvienta, casi nunca le pagaban, lo que hacían era darle comida. Por las tardes nos sentábamos juntas mi abuela y yo y hacíamos encajes de bolillos, yo hacia mis propias muñecas de trapo las adornaba poniéndoles pelo de lana y haciéndoles vestiditos, cuando ya las acababa jugaba con ella. Yo nunca les pedía nada a mis abuelos porque no tenían nada que ofrecerme. Muy a menudo íbamos a visitar a la Virgen de Lourdes que estaba en una ermita cercana a nuestra casa. 18


Era muy grande y hermosa, allí esta todavía y aunque ya no vivo allí, voy a visitarla y también al señor de los Favores.

Mucha gente dirá que no es normal en una niña que llevara una vida así, pensaran que será mentalidad de pobres, en cuestión opiniones, pera la verdad es que en este campo es donde yo me siento más inteligente. Aunque siempre he sido y sigo siendo una persona muy normal como cualquier otra y sobre todo muy sincera. 19


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