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Caballo Peruano de Paso
La fortaleza de ser MUJERES
Sophie Ame de Saint Didier, más conocida como Sophie de Bentin, nació en Francia y llega al Perú para quedarse y continuar una de sus pasiones mayores: LOS CABALLOS. Ella nos cuenta algo de lo vivido.
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Por : Jair Yesquén Aspíllaga Fotografía: José Luis Cárdenas
Empecé a montar a los seis o siete años con los ponis del club en Deauville; cada fin de semana hacía unas vueltitas. Eso se convirtió en clases y en pasión. Los campeonatos eran unos juegos tipo gymkana, aunque también pasé unos exámenes federados más serios, pero para mí todo era diversión, galopar en la playa, saltar troncos, montar a pelo (sin montura), todo lo que unos niños traviesos podían soñar hacer.
El primer caballo que me enamoró fue PIE NOIR, un pinto muy bueno.
Hubo muchos amores equinos, la más importante fue TIKI, mi yegua árabe, viajé con ella de Miami a Lima; se quedó conmigo 37 años. Creo que ella me enseñó a leer la mente, era tremenda, mucho espíritu y un corcoveo digno de rodeo.
Ahora tengo a JORDAN VIII, un potro PRE (Pura Raza Español), quien me cuida, así no tengo que preocuparme tanto, me dejo llevar y es como volar en los sueños, no tienes tiempo de pensar en otras cosas, solo disfrutar. Con él practicamos adiestramiento en el Club Hípico Peruano.
También tengo a DIAMANTE, mi CPP (caballo peruano de paso). Practicamos con algunas amazonas cada martes en MAMACONA (centro mundial del CPP). Eso nos llevó a presentar una coreografía para la inauguración de los Juegos Panamericanos. Algo inolvidable.
Ahora sé que el CPP es a prueba de bombas, solo darle un poco de paciencia y caminará contigo a donde sea. Por ejemplo, acá en el distrito de Mala salimos a cabalgar todos (menos con la pandemia). La Asociación de Criadores y Propietarios de Caballos Peruanos de Paso de San Pedro de Mala (ACPCPPSPM) siempre organiza cabalgatas y, al final de ellas, disfrutamos de un lindo almuerzo con familiares y amigos.
Extrañamos esas reuniones, falta poco para reanudar estas actividades y poder invitar a los amigos a disfrutar del CPP.
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Tuve la oportunidad de viajar al Cuzco con toda la familia, fuimos a un rancho en el Valle del Urubamba para disfrutar de una cabalgata donde nos preguntaron si sabíamos montar, a lo cual respondí temerosamente que no. Me ofrecieron uno de sus más bellos ejemplares, con el cual disfruté de la ruta.
De regreso a Lima, insistentemente le pedía a mi padre para volver a cabalgar y logramos que su compañero del colegio nos invite a la Hacienda Gentileza. Al llegar, me subí a una hermosa yegua llamada ROMANA.
Un día me atreví a decirle a mi padre, al oído, que deseaba una yegua para mí, y compramos a mi primera yegua, llamada APROPIADA.
En una cabalgata, yo era la única niña, así que cuidados no me faltaron. APROPIADA se portó muy bien, y mi padre me impulsó a dar el siguiente paso: mi primer concurso en Cieneguilla, donde estaba excesivamente nerviosa, incluso consideré
Luciana Draghi Crespo (13) Monta desde los ocho años en la Hacienda GENTILEZA y nos cuenta un poquito de su aventura a caballo:
desertar antes de siquiera entrar a la cancha. Gracias al apoyo de toda mi familia y amigos pude participar.
La Yª ROMANA, con la que inicié, se puso muy nerviosa al escuchar los aplausos y vivas del público. Mis nervios también desbordaron, pero ante el llamado del juez a la cancha, ya no había vuelta atrás. El señor Isidro (el chalán), intentó tranquilizarme. Así, realicé todas las rutinas exigidas con gran éxito, incluso en la “cejada”. Fui la única que llevó a ROMANA con una sola mano y en su piso. Finalmente, los puestos se anunciaron y fui la número 1.
Luego participé en el Departamental de Lima, ganándolo también, y se vino el reto mayor, ¡EL NACIONAL!, en el cual participaron las mejores amazonas niñas del Perú. Una vez más tuve la satisfacción de ganar.
A LOS JÓVENES:
Les recomiendo que intenten varias cosas hasta que logren encontrar algo que de verdad los llene y puedan sentir la misma felicidad que siento yo al montar caballo.
Valeria Belcuore Weinberger (22) Monta desde los tres años y aquí tenemos parte de su historia.
Antes de tener caballos propios, mis papás alquilaban un caballo para que vaya a nuestra chacra; lo montaba a pelo, con una toalla agarrándome de la crin. Luego, cuando tuvimos caballos, los chalanes me iban enseñando, y cuando veía a mis tíos, quienes eran muy conocedores, también me comentaban cómo montar.
Mi primer caballo fue ECR DESPLANTE, pero ahora monto a LAVC BAILADOR; lo tengo desde que tiene tres años, ahora tiene 13.
Montar me da una sensación de paz, tranquilidad, es una actividad que me llena de felicidad. Es un poco difícil terminar de explicar lo que me hace sentir, porque desde muy pequeña, aunque mi familia no es de caballos, he estado rodeada por ellos. Siento como completa mi vida cuando monto. Actualmente no pertenezco a ningún club, mis caballos están inscritos y mi papá es socio de la Asociación de Mala. Pertenecí al grupo de amazonas de Chilca, pero me tuve que tomar un tiempo por los estudios. Realmente, tampoco siento necesario pertenecer a algún club, porque estoy rodeada de amigas y amigos que comparten la misma afición.
A los lectores y seguidores de PASO GALOPE les recomiendo encontrar algo que los haga felicices, que sientan como que se completa su día, que les dé alegrías. Claro que para lograrlo tendrán que probar muchas cosas, pero que nunca se rindan. Si alguna vez les interesaron los caballos, pruébenlos, porque hay muchas opciones, tales como salto, adiestramiento, vaulting y los caballos de paso. Los caballos son honestos, recíprocos de amor y, sobre todo, no te juzgan nunca.
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Hipódromo
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Valeria Letizia Montero Salazar (12)
Monta desde que tiene un año y nos comparte sus experiencias ecuestres.
Cuando empecé a montar lo hacía con mi papá, quien también monta desde muy joven, él me llevaba en una montura de doble asiento. Con el tiempo, él me enseña más y salía a pasear en nuestros caballos de paso.
El caballo que yo montaba se llamaba GENDARME, que era un caballo ya adulto y muy tranquilo.
A los seis años tomé clases formalmente con mi primer profesor, Jair Yesquén Aspíllaga, en la Academia Ecuestre Pachacamac, y me enseñó en un caballo que se llamaba ANDARIEGO, que era muy dócil y muy bien trabajado; con él aprendí a trotar y galopar.
Con el correr del tiempo, mi profesor fue Miguel Cevallos, en el Centro Ecuestre Villa Valeria, donde comencé a saltar y hacer pistas. Mi primer concurso fue a los nueve años con el caballo MIGUELÓN, y luego con HERR GLUCK.
Ahora estoy montando a mi yegua, que se llama CHIVISTA Z, tiene ocho años de edad. Llevo tres años concursando, empecé con minijumping y ahora estoy en 70 cm.
Cuando monto siento una gran emoción y alegría. Todos debemos hacer algún deporte, existen para todos los gustos y es bueno para la salud y nuestro desarrollo personal.