2 minute read

Hipódromo

LESLY PORTUGAL A toda velocidad

Advertisement

Por: María Fernanda Woll

Hipódromo

Jocketa desde hace más de doce años. Nos comparte su experiencia como una de las pocas mujeres que incursionan en una disciplina vista solo para hombres. Comencé siendo aprendiz de jockey en Monterrico, aunque tuve un retiro de 10 años por temas personales, pero decidí volver porque me apasiona correr caballos.

A los 15 años empecé a montar; mi papá, Óscar Portugal Pérez, es un fanático hípico, me llevó donde su primo político, Camilo Traverso. Es ahí donde me di cuenta, por primera vez, de que me gustaba estar involucrada con los caballos. El que me enseñaba fue el variador, Ricardo Mendoza; él me adoctrinó.

En el 2008 entré a la escuela de jockeys del señor Teobaldo Vega. Éramos pocas mujeres, eran dos años dentro y luego salías a correr dando un examen público con los de tu promoción. Gané en ese examen. En mi primera carrera ya profesionalmente, gané con la yegua Crisanta, preparada por mi tío Camilo Traverso; él me dio la oportunidad de ganar.

Asimismo, los propietarios siempre me han ayudado a seguir compitiendo durante estos años hasta que me puse a disposición del preparador Juan Suárez, con él empecé a ganar más seguido las carreras.

Los caballos que me han marcado son muchos; existe una conexión especial con todos ellos.

Cuando retorné después de 10 años, gané con varios, entre ellos Rashankín y Maestro Chifú; y así con otros caballos con los que me han apoyado los propietarios y los mismos preparadores, como Eduardo Hernández con su hijo.

Mi familia

Yo vivo con mis padres y mi hermana junto a mi hija que tiene 10 años. Todos me apoyan completamente en lo que decido. Al comienzo mi mamá no estaba de acuerdo con que yo monte por el mismo hecho de catalogar a la actividad hípica hecha para hombres. Pero me apoya. Ella sabe que es lo que me gusta.

Mi abuelo, Luis Alberto Farfán Centeno, falleció hace tres años y yo le hice la promesa de que iba a regresar a correr. Hasta el día de hoy admito que fue una de las mejores decisiones que tome, no me está yendo mal.

La anécdota

Una vez se desbocó un caballo y me caí al cemento; desperté en la clínica con golpe en la cabeza. No me rompí huesos ni nada. Se llamaba Gibraltar, era la primera vez que me lo daban para correrlo; el caballo se puso nervioso y se levantó en dos patas tirándose para atrás y cayendo encima de mí. Solo tuve golpes musculares.

Al regresar de la clínica me volvieron a dar ese caballo, para tener confianza de volver a correrlo, y gané la carrera a pesar del golpe y del temor. Es más, el martes 28 de setiembre volví a tener la oportunidad de montarlo y gané.

This article is from: