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Lenguaje Ecuestre
Fotografía: Página facebook Pasión por el Caballo Peruano de Paso
EL CABALLO ADIESTRADO
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Por: Guillermo Pinillos
Montar un caballo adiestrado, aunque parezca lo contrario, es más complicado que uno mal adiestrado. Como diría un ecuyer amigo mío, en el caballo adiestrado se ve al verdadero jinete. La diferencia radica en el tipo de doma que se le da a un caballo, como la clásica y las que se derivan de ella, la doma vaquera, entre otras que van por la misma línea.
En todas ellas priman los conceptos básicos de doma, como es el equilibrio, el tacto, el correcto uso de las ayudas, etc., pero, sobre todo, conocer la estructura del caballo, un animal que no nació para ser montado, por lo que hay que prepararlo como se prepara un atleta, desarrollando su masa muscular, que soportará el peso del jinete.
Cuando vemos un caballo por primera vez suponemos que su tamaño y fuerza deben ser difícil de dominar, razón por la cual una persona poco entendida en su manejo utilizará la fuerza sin tomar en cuenta que un caballo puede llegar a tener la fortaleza de diez hombres, por lo que esto será un mal comienzo.
Si bien la enfrenadura peruana partió en principio siguiendo los conceptos de la doma clásica, estos lamentablemente se han ido perdiendo, como lo podemos ver en los distintos eventos nacionales e internacionales, caballos cargados al freno; cuello invertido, lo que produce un sobrepeso en el tren anterior, hundimiento del dorso y atraso de posteriores. De todo esto, lo más notorio es la sobreflexión de las cuartillas anteriores, que a la larga acarreará problemas en las articulaciones, ligamentos y tendones, peor aún si tiene cuartillas largas.
Aquí radica la gran diferencia entre una doma correcta y una que no lo es. La correcta se preocupa, en primer lugar, del desarrollo muscular del dorso del caballo, que guarda relación con el cuello y la posición de la cabeza.
Tratar de adiestrar un caballo que no baja la cabeza es como querer subirse a un camión en marcha.
El caballo levanta la cabeza como mecanismo de defensa, desconfianza y temor de lo que quiere salir corriendo. Un caballo relajado baja la cabeza como cuando está pasteando. Tratar de enseñarle algo a un caballo en guardia es imposible y es lo que vemos a veces cuando algunos chalanes montan un caballo de bozal, la cabeza estrellada y el chalán haciendo esfuerzos denodados para tratar de pararlos cuando se quieren disparar. La misma historia, lamentablemente, se repite con los caballos de freno.
Un caballo adiestrado, en cambio, es todo lo contrario, su educación empieza pie a tierra, por lo que es básico que este se encuentre relajado utilizando las herramientas necesarias para tal fin. En consecuencia, el caballo adiestrado desarrolla una relación sutil con su domador y un contacto casi mental con su jinete.
Montar un caballo adiestrado sin las técnicas fundamentales de la equitación puede resultar hasta peligroso, porque al no saber pararlo cuando este se arranca a galopar puede resultar fatal.
Fotografía: Página Facebook Yvonne Losos de Muñiz (Sto. Dom).