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ENTREVISTA
MICHELLE JOCHAMOWITZ
Mujer, deportista, madre, esposa y Dir. ejecutiva
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Por : Jair Yesquén Aspíllaga Fotografías: Armando Cavero Instalaciones: Club Ecuestre Huachipa
Tenemos para finalizar el 2020 una entrevista anecdótica, ya que coordinamos para solo hacer una sesión fotográfica, pero resultó ser más importante de lo que imaginamos, pues Michelle había regresado a los picaderos durante la pandemia después de un largo periodo; en otra época pasó por grandes niveles ecuestres a nivel nacional e internacional. Ella nos concede una entrevista muy agradable con su familia, quien la apoya en retomar las riendas, así como de aquellos amigos que gozaron de sus recorridos.
Michelle, cuéntanos desde cero, ¿cómo así te animaste por los caballos, a qué edad, cómo se llamó tu caballo y qué recuerdos tienes de esos años maravillosos?
Resulta que nadie en mi familia montaba caballo, pero a mí siempre me encantaron. A los ocho años le pedí a mi mamá tomar clases, pero ella tenía miedo y me dijo que espere un año; entonces dibujé un calendario y empecé a marcar con una X cada día; así, antes del año ella cedió y me llevó, en esa época, a una escuela de equitación que se llamaba Pinerolo, con una entrenadora inglesa, Sidna.
Después de esa primera experiencia me fui al Club Hípico Peruano (CHP), donde me compré mi primer caballo, que se llamaba CONAN (por la película). En el primer concurso con CONAN recuerdo que hice todas las faltas posibles (boté palos, me rehúso y finalmente me caí), es decir, fue un día completo. Lógicamente, salí
molesta pero con ganas de volver a entrar. Pedí entrar fuera de concurso de nuevo, me dieron permiso y lo volví a hacer. Hice cero faltas y desde ahí me enamore del deporte.
¿Cuándo se inician los campeonatos triunfales?
El primer campeonato importante lo gané a los 13 años con mi caballo AMIGAZO, bajo la dirección de Ileana Stark como entrenadora. En esa oportunidad fui campeona del año y campeona nacional de infantiles. Ahora que he regresado a montar, estoy volviendo a entrenar con Ileana ¡y me encanta! Siento como si no hubiera pasado el tiempo, me dice a veces ÑAÑA y es muy gracioso, estoy más cerca de cumplir 50.
He sido campeona nacional varias veces, en Infantiles, Caballos Novicios, Categoría Intermedia y finalmente en Categoría Mayores. También fui subcampeona nacional en Juveniles y gané el Campeonato Internacional Ciudad de Lima.
El nacional de mayores lo gané después de montar en el Club Hípico La Silla en Monterrey, México, con Pilar Cepeda, que para mí es una de las mejores entrenadoras que hay. Fue una experiencia increíble montar allá. La Silla es un centro ecuestre de alto nivel y tuve la oportunidad de irme con ellos a hacer la gira en Europa. ¡Es otro nivel muy superior! Saltamos en Holanda, Alemania, Bélgica, Suiza y Suecia.
¿Qué tal Europa? Imagino la experiencia vivida por esos grandes campos ecuestres.
En Europa salté las pruebas de 1.40, principalmente, que son supercompetitivas, y llegué a saltar 1.50. En México logré ganar y clasificar en varias pruebas y en Europa fue más difícil, evidentemente, pero logré estar entre los primeros puestos varias veces también. Sin embargo, más allá de ganar, fue la experiencia indescriptible de poder montar al costado de los mejores jinetes del mundo con pistas supertécnicas. Me retó al máximo.
Y si venías tan bien, ¿qué sucedió, por qué dejaste de montar?
Dejé de montar cuando se murió mi yegua COLLARGOL, con la que gané el campeonato nacional de mayores. Ese mismo año muere mi mamá de cáncer; ella había sido mi fan número uno en los concursos y sentí que se cerraba un ciclo importante en mi vida. Así que cambié de pasión: mis hijos. Me dediqué a ellos y a mi trabajo y puse la equitación “on hold”, siempre con la idea de volver “el próximo año”. ¡Así se pasaron 20 años! Antes de dejar de montar, conocí al que hoy es mi esposo. Estoy casada hace 20 años con Augusto Venegas. Él era el veterinario de mis caballos entonces, ya te imaginarás cómo se dieron las cosas. ¡Quería que se enfermen mis caballos seguido! (risas)
Augusto fue fundamental cuando gané el campeonato nacional de mayores, puso la yegua a punto. Pero más allá de los caballos, como en todo matrimonio, creo que lo más importante es ser un buen equipo. Tenemos dos hijos, Rodrigo de 15 y Mónica de 13 años, los dos saben montar pero no están en el deporte. Augusto es hijo del coronel Eduardo Venegas, un megajinete que fue el
último gran maestro de equitación dedicado a la alta escuela en el país, así que los caballos siempre han sido parte de nuestras vidas.
Dejas los caballos, empiezas una nueva vida alejada del deporte, ¿a qué te dedicaste?
Yo estudié economía en Tufts University, en Boston, y de ahí hice un MBA en Thunderbird, en Arizona. Siempre fui bien chancona, me gusta estudiar y aprender cosas nuevas. Hace 20 años también que tengo la suerte de trabajar en Belcorp. Entré supuestamente por un año y me enamoré de la compañía y de su propósito, y me quedé hasta ahora.
Belcorp es una corporación grande, coméntanos un poco al respecto, sabemos que le dan prioridad al desarrollo de la mujer, ¿cierto?
El propósito de Belcorp es impulsar la realización personal de la mujer. Es una compañía que nace por y para la mujer. Dan una oportunidad de negocio a más de 850,000 mujeres en la región a través de la venta de cosméticos por catálogo y ahora también a través de sus tiendas virtuales y retail. Belcorp impulsa cada año el empoderamiento de la mujer no solo a través de la generación de empleo sino también a través de los programas sociales de su Fundación Belcorp y las campañas de empoderamiento de sus marcas Ésika, L’Bel y Cyzone.
Es increíble trabajar en Belcorp porque no solo trabajas en un rubro lindo y divertido como es la belleza, sino principalmente porque sientes que tu trabajo tiene trascendencia. Cuando escuchas las historias de miles de mujeres que logran sacar adelante a sus familias, envían a sus hijos a estudiar a la universidad o logran mejorar su autoestima y valoración, realmente te llena de orgullo ser parte de esas historias de éxito. Para mí, ahí es donde está la verdadera belleza, la capacidad de la mujer de reconocer su poder, de luchar por sacar adelante a su familia.
Sabemos la importancia en la economía del país de Belcorp. Cuéntanos, ¿cuál es tu función allí?
En Belcorp tengo el orgullo de haber sido directora ejecutiva de Ésika (su marca comercial más grande) por más de seis años y ahí nos hemos ganado dos veces un premio de la ONU mujeres y USAID. La ONU mujeres y USAID reconocen y celebran a Ésika como promotor de la igualdad de género y nos otorgan dos veces el Premio “De igual a igual”. El objetivo de este premio es promover la transformación cultural, al abrir el debate sobre los roles que desempeñan hombres y mujeres en la sociedad. Todos tenemos que ser conscientes de nuestro rol como agentes de cambio en esta sociedad. Tenemos ya que superar la discriminación y promover la igualdad y saber que las mujeres, más que tratar de demostrar lo que podemos lograr, afirmamos hoy que tenemos la libertad de elegir qué queremos y de expresarnos al mundo sin miedo, lo cual nos empodera.
¿Sientes que el rol de la mujer en el Perú ha cambiado en los últimos tiempos?
En los últimos 10-15 años, la mujer peruana está jugando un papel muy diferente a todo nivel: empresarial, cultural, político, deportivo, etc. La mujer peruana siempre ha tenido un espíritu emprendedor que va más allá del ingenio, tiene un empuje y una garra que moviliza la sociedad. Obviamente, el acceso a la educación de calidad y oportunidades de trabajo equitativas (especialmente en el interior) siguen siendo un reto, pero, a pesar de estos temas, la participación femenina en la economía del país sigue y seguirá creciendo.
Qué interesante lo que mencionas, y nos alegra sobremanera hacer esta entrevista. ¿Algo que desees agregar y decir a todos los lectores con miras al 2021?
Como frase final me encanta una que decía Pilar Cepeda: “Cuando tienes miedo, lanza el corazón al otro lado del salto”. Así es la vida, todo lo que siempre has querido está al otro lado del miedo. Seamos siempre valientes y vayamos por lo que queremos, así sea difícil o se sienta casi imposible, no importa. Aprendamos a estar incómodos y que las cosas no siempre nos van a salir bien; mientras creamos que es posible y lo queramos con el corazón, ¡vamos bien! Eso nos hace realmente poderosos.
Este 2021 es para mí un año de agradecimiento y fuerza. El 2020 nos cambió, nada será igual de aquí en adelante. Todos hemos aprendido a valorar lo que tenemos, a ser flexibles, a retarnos de forma diferente. Yo llego al 2021 con fe y con ganas de regresar con todo.
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