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Lección

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su gloria” (vv. 12, 14). Aquel al cual debemos adorar está identifi cado en la expresión “Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo”, una clara referencia a la Santísima Trinidad con énfasis en la naturaleza divina de Jesús, su Hijo.

2. Las bendiciones espiritua-

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les. Obviamente que las bendiciones espirituales no son materiales, sino provenientes de los “lugares celestiales”, esto es, del reino espiritual. Estas bendiciones son mencionadas en el largo pasaje de Efesios (1.3-14), tales como: Dios nos eligió para que seamos santos (1.4); nos predestinó para que seamos hijos (1.5); nos hizo agradables para Él (1.6); nos redimió por medio de la sangre de Cristo (1.7); nos acogió por su voluntad redentora (1.8-12); nos reveló la Palabra de verdad (1.13a); nos selló con el Espíritu Santo de la promesa (1.13b); incluso garantizó la validez de la promesa (1.14). Tales bendiciones provienen de Dios, que planeó la redención; del Hijo, que la realizó; y del Espíritu Santo, que la garantiza. Estas bendiciones nos conducen a exclamar como Pablo: “¡Bendito sea Dios!” 3. La nueva condición. La expresión “en Cristo” signifi ca que somos bendecidos con toda bendición espiritual, a partir de su persona y obra realizada en el Calvario (Jn 1.3; He 5.9; 9.12); se relaciona incluso con nuestra experiencia de conversión a Él (2 Co 5.17). Esta nueva vida es otorgada solamente para quien está “en Cristo”, esto es, lo opuesto de la antigua vida “en Adán” esclavizada por el pecado (Ro 5.11-15). De este modo, ya no andamos en tinieblas, sino como hijos de luz (Ro 5.8). Por lo tanto, nuestra nueva posición se caracteriza por la salvación “en Cristo” y, por eso, disfrutamos de todos los benefi cios que provienen de esta redención.

II – UNA VIDA CRISTOCÉNTRICA EN ESTE MUNDO

Aunque el pecado se haya adentrado en el mundo, Dios proyectó la primacía de Cristo en la redención de los pecadores y en la restauración de todas las cosas para la alabanza de su gloria. 1. La revelación del misterio. La frase “dándonos a conocer el misterio de su voluntad” (1.9) apunta a la revelación de la verdad que estaba oculta a los santos de Dios (Col 1.26). Esta verdad se refiere a los decretos eternos que Dios había planeado, por su soberana voluntad, con el propósito de salvar a los pecadores (Jn 3.16). Esta voluntad divina es revelada según su beneplácito, esto es, de acuerdo con lo que le agrada hacer por amor y misericordia (Ro 9.15, 16; 11.32). Su voluntad fue llevada a cabo conforme a su designio por medio de Cristo para que el Hijo tuviera en todo la preeminencia (Col 1.16-20).

CONOZCA MÁS

*Doxología

[Del gr. doxa, gloria + logía, palabra] Manifestación de alabanza y enaltecimiento a Dios a través de expresiones de exaltación (¡Alabado sea Dios! ¡Aleluya!) y de himnos. La doxología no puede estar separada de la verdadera adoración. Exige adoración.

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