C AT E G O R Í A : J Ó V E N E S
Contenido 1. ¿Qué significa para mí?
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2. El fin del mundo como lo conocemos
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3. El amor es un verbo
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4. Grandes esperanzas y temores
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5. El acontecimiento que cambió la historia
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6. Realidad o ficción
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¿Qué significa para mí?
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os primeros rayos del amanecer iban apareciendo en el firmamento. En medio de la tenue oscuridad María apresuraba los pasos. Llevaba la cabeza gacha; la capucha de su manto ocultaba sus mejillas enrojecidas y su expresión de angustia. Llevaba entre manos un atado de lienzos y una vasija de barro con en espeso y pegajoso perfume. Ella sabía que estaba por hacer algo que le revolvería el estómago y que el hedor sería muy desagradable. El cuerpo ya había estado tres días en la cueva. María dejó los estrechos callejones de la ciudad y se dirigió a la más tranquila zona residencial donde las familias adineradas aún dormían. Pronto salió por una puerta abierta y se dirigió por el camino que salía de Jerusalén. El suelo estaba duro y sus sandalias golpeaban contra sus pies descalzos mientras avanzaba por el camino. Después de avanzar una corta distancia, María se desvió hacia un jardín de olivos, característico por el singular acre que desprendían las hojas en el aire fresco de la mañana. Al acercarse a su destino, aminoró el paso y titubeó un poco. No era nada agradable lo que estaba por hacer y sentía una debilitante y agobiante tristeza. “Dame fuerza, Señor”, susurró apenas audible. Al acercarse a su destino, María se detuvo en el camino y respiró hondo. Le temblaba todo el cuerpo. En cualquier lugar pero no aquí. No ahora. No puedo hacerlo. No me atrevo a ver nuevamente su rostro. . . el dolor. . . La angustia. Sin embargo, no podía soportar la idea de dejar su cuerpo en la cueva, ensangrentado y magullado; eso era peor que la preparación del cuerpo que estaba por hacer. María dio un paso hacia adelante, y luego otro. Siguió lentamente, hasta que dio vuelta por la curva y vio el sepulcro donde habían puesto el cuerpo crucificado de su Señor. Hasta entonces no había pensado en la inmensa piedra que cubría la entrada a la tumba y cómo la movería. Pero no importaba. Alguien ya había quitado la piedra. Estaba a un lado del oscuro hueco de la entrada. María lo contempló asombrada desde el sendero. Era como el hue-
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Jesús: ¿Muerto o vivo?
co cuando falta un diente en lo que pudiera ser una perfecta sonrisa. “Por favor, que esté allí”, exclamó en un grito ahogado, recogiendo sus vestidos, corriendo hacia la cueva. Estaba vacía, sin siquiera hedor de muerte. Un leve grito escapó de sus labios y buscó desesperadamente en la cueva, un cuerpo que no estaba allí. Se lo han llevado. María se agachó al suelo y puso allí los lienzos a la vez que colocó a su lado, cuidadosamente, la vasija de barro, para no derramar el contenido; luego salió corriendo de la cueva. No hubo un suave golpeteo de sandalias cuando regresó corriendo a la ciudad, sólo el urgente martilleo de pies que avanzan con desesperación. Arrastraba su vestido, y su cabello trenzado le golpeaba la espalda mientras iba en busca de los únicos dos hombres que podrían ayudarla: Pedro y Juan, amados amigos de Jesús. Mientras iba corriendo, con pulmones que le ardían y grandes lágrimas que brotaban de sus ojos, los recuerdos invadieron su mente. Una vida malgastada, mal usada, víctima de abuso por hombres que buscaban su propia satisfacción. Años como paria, marginada de la sociedad, excluida de la compañía de mujeres. El encuentro con el hombre llamado Jesús, y el día que echó fuera de ella siete demonios. Recordó la devoción que había dedicado a este Dios-hombre, ahora muerto, y la agonía que la sobrecogió al estar sentada al pie de la cruz, con la madre de Cristo, llorando mientras al amado Maestro se le escapó la vida. Con suma bondad un extraño bajó de la cruz el cuerpo inerte y le ofreció una tumba nueva. Esas cosas pasaban por la mente de María cuando entró apresurada por una puerta de la ciudad y bajó por las estrechas calles. Ella conocía el camino, y avanzaba segura, aunque con respiración entrecortada, hasta llegar a una casa que bien conocía. Entró por la puerta sin tocar, y se detuvo en seco en un cuarto de entretecho bajo, lleno de hombres que dormían. Dos palabras salieron de sus labios; respiraba agitadamente y se agarró el pecho al decir: “¡Ha desaparecido!” La muerte de Jesucristo fue el punto decisivo en la historia humana. Por miles de años, aun nuestros calendarios han sido regulados por su vida: a.C., antes Cristo; y d.C, después de Cristo. Nunca antes, ni después, ha afectado tan drásticamente al mundo la muerte de un ser humano.
sleeping men. Two words made it through her lips as she gasped for air ¿Qué significa para mí? and held a hand against her chest, “He’s gone!”
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Pero ¿porWebster’s qué? Más que dos mil años más“hinge” tarde, as ¿por qué seMerriam Dictionary defines the word a “deguimos hablando acerca de la muerte de un hombre judío? termining factor” or “turning point.” The death of Jesus Christ Después was de todo, vivimos en tiempos Dos millones de persothe point upon which humandifíciles. history turned. For thousands nas mueren de SIDA cada año; más de la mitad de ellos .C., en of years, even our calendars were regulated by his life: Bviven África. Los bebés quedan huérfanos cuando sus padres sucumben Before Christ, and A.D., anno domini, or “the year of our Lord.” a estaNever enfermedad. Las mujeres quedan y ven abeing sus hijos before, or since, has the death of aviudas single human moriraffected de hambre porque no tienen con qué alimentarlos. Millones the world so dramatically. más padecen del virus y sólo esperan el día de su muerte.
La The muerte deJesus Jesucristo death of Christ fuewasel the punto pointdecisivo upon whichen history turned. lahuman historia humana. En el Oriente Medio, ruge la guerra y amenaza con desatar vioBut why? More than two thousand years later, why are we still lencia global. Entre países debaten el uso del petróleo mientras que talking about one dead Jewish man? After all, we live in troubling en times. sus campos arenosos se derrama igual la sangre de terroristas Two million people die of AIDS every year, over half of whom como de inocentes. Miles de soldados tienen que dejar a su familia, live in Africa. Babies are orphaned as their parents succumb to the y muchos nunca regresan. Viudas y huérfanos. Nuevamente. Y, por disease. Women are widowed and forced to watch their children supuesto, aun nuestro planeta gime bajo el peso de las decisiones hustarve because they cannot feed them. Millions more suffer with the manas. Contaminamos. Destruimos. Usamos, y no reabastecemos. virus and wait their turn to die. La verdad es que no tenemos que mencionar ninguno de los temas tratados arriba para demostrar la desesperada situación de nuestro planeta aun tantos años después de la muerte de Cristo. Podríamos mirar al mundo a través de los ojos de los muchos inconversos que también ven la angustia, la destrucción y las tragedias de la vida en la tierra como una existencia sin sentido. Por ejemplo, considera el siguiente comentario puesto en la Internet en un sito ateísta: Estoy confundido... Siempre pensé que la ciencia sería la solución a todos mis problemas, pero no sé si puedo seguir viviendo sin vida eterna. Supongo que yo mismo tendré que encontrar una manera de sobrevivir en esta existencia sin sentido. Ojalá conociera a alguien que pudiera mostrarme el camino a la vida eterna. Si la ciencia
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Jesús: ¿Muerto o vivo?
no puede dar las respuestas, entonces, ¿quién o qué lo hará? ¡Ah! ¿No parece que hubiera un poder superior que dé propósito a nuestra vida? Ahora bien, la ciencia dice que no lo hay, entonces no lo hay.1 Con nuestro mundo como está, lleno de agitación política y angustia humana, ¿por qué aún es un problema la muerte de Jesucristo? ¿Por qué debe importarnos que un hombre de treinta y tres años fuera torturado y asesinado en la antigua Palestina, cuando tal violencia ocurre diariamente en nuestro país, nuestros estados, y nuestras ciudades? Todos mueren, sea un campesino en África o un millonario en Wall Street. Nadie escapa de nuestro común destino. Y la seguridad de la muerte es tal vez el mayor temor de la humanidad. Es justo preguntar por qué su muerte fue tan especial. Mucho más que el destino de sus discípulos o hasta el destino de la antigua Israel colgó en la cruz aquel día. El destino de toda la humanidad y su esperanza de vida después de la muerte pendía allí con Cristo. Él era la única esperanza de la humanidad. Pero con su muerte, fue destruida esa esperanza. La vida eterna se convirtió en un mero sueño. Por siempre reinaría la muerte. El supuesto Salvador estaba muerto, y cualquier esperanza de libertad sería sepultada con Él. Pero no fue solamente su muerte que causó un giro en nueva dirección de toda la historia. Fue lo que sucedió después. . . María estaba allí en la pequeña habitación, todavía jadeante. “¿Qué es eso de que ha desaparecido?” preguntó Pedro, levantándose del piso”. Su pelo estaba despeinado y parecía que se había dormido donde se dejó caer la noche anterior. “Fui para preparar su cuerpo” dijo ella, ahogándose con sus propias palabras”. Pero la piedra estaba removida y la tumba, vacía. Hubo un murmullo en la habitación cuando oyeron esa noticia, y un segundo discípulo, Juan, también se levantó y se puso sus sandalias. Estos hombres eran dos de los amigos más cercanos de Jesús, y después de su muerte, la angustia los sobrecogió. ¿Qué vamos a hacer, Pedro? ¡Ellos se han llevado su cuerpo! Una gran preocupación se dibujó en la frente de María y apretó los labios, preocupada. “Llévanos a la tumba” dijo él.
¿Qué significa para mí?
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María lo notó más anciano y más angustiado que nunca antes. Por primera vez notó las canas arraigadas profundamente en su larga barba y sus ojos de color café estaban hundidos, como cansados. Los tres descorazonados discípulos salieron de la casa y deambularon por la ciudad. Ninguno de ellos habló ni se miraron en los ojos, cada uno ocupado con el pensamiento de la tumba vacía. Los acontecimientos destruyeron toda esperanza que habían tenido como seguidores de Cristo. Ellos y el pequeño grupo de creyentes tenían su fe puesta en que Jesús de una vez por todas cambiaría el mundo. Pero pronto se hallaron en un estado de angustia mental y emocional cuando vieron a Jesús dar su último suspiro en una cruz romana. Él era el obrador de milagros que daba órdenes a la naturaleza, sanaba a los enfermos, resucitaba muertos, y producía alimento con una palabra o un gesto. Ellos habían dejado todo para seguirlo. Pero ahora se dirigían a la tumba donde yacía su cuerpo inerte. Él estaba muerto. Y con Él había muerto toda esperanza que habían depositado en Él. María los dirigió a la cueva, donde reinaba oscuridad. Pedro se paró a la entrada, cabizbajo, con una mano en la inmensa piedra. Él y Juan lentamente entraron a la tumba y miraron de un lado a otro. Allí estaban los lienzos que habían encerrado el cuerpo, intactos, sobre la repisa de la roca, pero no estaba el cuerpo. Pedro sacudió la cabeza y trató de contener las lágrimas. Atemorizados y confusos, él y Juan regresaron a casa sin decir palabra. Pero María se quedó allí. Su corazón estaba tan vacío como la tumba. Silencioso. Solitario. Desconsolado. Tomó los lienzos y el perfume que antes había dejado allí Con lágrimas que empezaron a correr por las mejillas dio la espalda a la oscuridad. Salió a la luz del amanecer y dejó que las lágrimas corrieran libremente. Antes de irse, echó una última mirada en la tumba, y lo que vio la llenó de asombro. Allí, dentro de la tumba, estaban sentados dos hombres, vestidos de blanco. Parpadeó, pensando que la intensa luz del sol le engañaba la vista. Pero los hombres seguían allí. “¿Por qué lloras? –le preguntaron los ángeles. Quedó en silencio un momento, sin saber qué decir. Segundos antes estaba sola en la tumba y ahora trataba de responder a estos extraños. “Porque se han llevado a mi Señor”replicó, tragando saliva”. Y no sé dónde lo han puesto. Ellos volvieron la mirada hacia la entrada del sepulcro y María se dio vuelta. Allí, afuera de la tumba, estaba otro hombre, esperando
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Jesús: ¿Muerto o vivo?
con paciencia. Parpadeó, y brotaron nuevamente lágrimas de sus ojos. Mujer, ¿por qué lloras? –le preguntó con voz suave y ojos llenos de bondad. Señor, si usted se lo ha llevado, dígame dónde lo ha puesto, para que yo vaya y lo busque –suplicó ella, dando un paso hacia el hombre que suponía ser el hortelano. María quería honrar una última vez a su Señor. La idea de que su cuerpo estaba en manos de sus enemigos le produjo aún más angustia. ¡María! El hombre la llamó por nombre y le extendió la mano. En ese instante ella reconoció esa voz, tan familiar. “¡Maestro!” exclamó, cuando reconoció que el hombre que estaba afuera de la cueva era Jesús mismo. Corrió hacia Él y, abrazándolo con fuerza, lloró extática de felicidad. Allí estaba Jesús, frente a María, vivo y vibrante de salud. Ni siquiera la muerte pudo contener al Salvador prometido. Cuando Cristo murió en la cruz, parecía que todo se había perdido. Triunfó la muerte. Pero después de tres días en la tumba de un hombre rico, Jesús apareció vivo nuevamente. Las nuevas eran tan absurdas que sus discípulos no lo podían creer hasta que Él se apareció a ellos y dejó que tocaran sus heridas con sus propias manos. Luego Jesús dijo algo asombroso a sus discípulos: en el futuro ellos también tendrían cuerpos resucitados, tal como Él. Cuerpos que nunca se deteriorarían, envejecerían, o perecerían. Ellos comprenderían la gran esperanza que da propósito a una existencia que de otra manera no tiene sentido. Por siempre jamás tendrían nueva vida, sin muerte o dolor, en la presencia de un amoroso Dios. Esta es la esperanza que Jesús ofrece a un mundo que no tiene esperanza: vida con Dios después de la muerte, libre de angustia y sufrimiento, llena totalmente de gozo. Esto es exactamente cómo la Biblia describe el cielo, un lugar de inimaginable felicidad. Tal vez te preguntas: “¿Qué significa para mí la resurrección de Cristo? Sí, quisiera tener vida eterna, pero ¿cómo yo recibo esa vida por lo que supuestamente le sucedió a Cristo? Así que Él dice que resucitó de la muerte. Es fantástico, si es verdad, pero al fin y al cabo, ¿qué tiene que ver conmigo? ¿Qué significa para mí en el siglo veintiuno la muerte y resurrección de un hombre que vivió hace dos mil años?” La promesa de resurrección es esta: lo que pasó con Cristo
gasps, until she reached the small home with a low wooden mantel. Mary charged through the door without knocking, and came ¿Qué para mí? to a stop in the middle of significa a low-ceilinged room crowded with sleeping men. Two words made it through her lips as she gasped for air and held a hand against her chest, “He’s gone!”
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puede pasarnos a nosotros. Así como Él, nosotros moriremos; pero su resurrección es una promesa de que la muerte no es el fin. Su resurrección es el modelo para nuestra propia resurrección. Merriam Webster’s theelword “hinge” a “dePor medio de su Dictionary muerte Éldefines preparó camino a la as vida eterna, y of Jesus Christ termining factor” or “turning point.” The death nos dice que podemos seguir en sus pasos y que su mano nos guiawas the upon which human For thousands rá hasta el point fin. La resurrección noshistory da la turned. esperanza de un glorioso of years, even our calendars were regulated by his life: B.C., futuro sin angustia ni muerte. Nuestros más extravagantes sueños Before Christ, and A.D., anno domini, or “the year of our Lord.” de paz, amor, y armonía pueden cumplirse.
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Never before, or since, has the death of a single human being affected the world so dramatically.
Él preparó a la vida The deathelofcamino Jesus Christ eterna, nospoint diceupon quewhich podemos wasy the human history seguir en susturned. pasos. But why? More than two thousand years later, why are we still talking aboutes one dead Jewish man? all, wede livelaineternidad. troubling La La verdad que añoramos las After promesas times. Two million people die of AIDS every year, over half whom vida nunca será perfecta en este mundo, aunque comoofpor magia live in Africa. Babies are orphaned as their parents succumb to the desaparecieran todos los problemas de los que hemos hablado. disease. Women are widowed and forced to watch their children Una vacuna contra el SIDA reducirá el sufrimiento pero no camstarve because they cannot feed them. Millions more suffer with the biará mundo. Siempre a este planeta las guerras y los viruseland wait their turn toplagarán die.
rumores de guerras, y nunca cesarán. El Presidente puede determinar la dirección de nuestro país, pero no puede salvar a la humanidad. Dios nos llama a ser buenos administradores de nuestro planeta, pero no quiere que lo adoremos. Sin embargo, sigue en pie la gran pregunta: ¿cómo puedo tener la seguridad de que todo esto es cierto? ¿Cómo puedo estar seguro de que la resurrección realmente ocurrió? Tal vez es otra de esas ilusiones. Los cristianos afirman que es cierto, pero todas las religiones afirman que lo que creen es cierto. ¿Cómo puedo saber que realmente habrá resurrección?