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Ciudades seguras para niñas y mujeres en América Latina: Quito, un ejemplo a seguir
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82% de las mujeres en Quito que han utilizado el transporte público se han sentido vulneradas física o psicológicamente. Andrea Sánchez nuevamujer.com
De acuerdo con ONU Mujeres, el acoso y la violencia sexual en espacios públicos es algo que ocurre todos los días en la vida de niñas y mujeres de todo el mundo, sin importar si se encuentran en zonas rurales o urbanas. El acoso es el inicio de problemas más graves como la violación y los feminicidios. Esta problemáticas limitan el acceso de mujeres y niñas a la educación y el trabajo, además de restarles otras oportunidades de desarrollo. Pese a que actualmente la violencia en el ámbito privado se reconoce como una violación de derechos humanos, la violencia contra mujeres y niñas, en especial el acoso sexual en espacios públicos, sigue siendo un tema escasamente atendido y con pocas leyes o políticas para erradicarla y prevenirla. Una de las soluciones que ONU Mujeres ha implementado es la iniciativa “Ciudades Seguras Libres de Violencia contra las Mujeres y las Niñas” que comenzó en 2010 en cinco ciudades: Quito (Ecuador), El Cairo (Egipto), Nueva Delhi (India), Port Moresby
(Papúa, Nueva Guinea) y Kigali (Rwanda). El objetivo es hacer de estas ciudades lugares seguros para las mujeres, crear programas para prevenir y erradicar el acoso sexual y otras formas de violencia en los espacios públicos. Desde su lanzamiento hasta ahora ha habido avances, pues las alianzas con gobiernos estatales, la sociedad civil y la iniciativa privada han servido para orientar sobre la planificación de espacios en los que, niñas y mujeres puedan convivir de manera pacífica y respetuosa. En entrevista para nuevamujer.com, María Fernando Pacheco Punceles, primera dama de Quito, nos habló sobre los avances que esta ciudad ha tenido desde la implementación de este programa en 2011. ¿Cómo fue la creación del programa Ciudades Seguras para Mujeres y Niñas en Quito? –Las cinco ciudades en las que inició el programa tienen realidades distintas. Por ejemplo, en Port Moresby su foco han sido los mercados municipales porque es el lugar en el que las mujeres son acosadas. En el caso de Quito, 70% de
la población se desplaza en transporte público y es ahí donde se presenta el mayor número de casos de acoso. Hay un millón 200 mil viajes diarios en todo el sistema y hemos identificado algunos puntos de atención en los cuales centrar este proyecto. La naturalización de la violencia tiene un impacto no sólo social, también económico. Existen múltiples estudios que señalan que en la medida que sumemos a las mujeres al mundo laboral generaremos desarrollo para las ciudades y que no es posible llegar a una ciudad sostenible si no las involucramos. El programa busca reducir las brechas de desigualdad y garantizar la disminución de los índices de violencia. Inicialmente se levantó una línea base para verificar cuáles eran los índices de violencia reales. Hay indicadores muy fuertes como que el 82% de las mujeres en Quito que han utilizado el transporte público se han sentido vulneradas física o psicológicamente. Es decir, no se sienten seguras. Otro indicador es que las mujeres dijeron que después de las 18:00 horas no se atreven a desplazarse libremente por miedo a ser acosadas o atacadas en el espacio público. Quito cuenta con un protocolo de actuación en casos de acoso, ¿en qué consiste? –Consideramos que la única
forma de hacerlo sostenible a través del tiempo es que la ciudadanía se involucre. Por medio de la plataforma móvil, la persona acosada manda un mensaje de texto con el número de la unidad en la que está siendo violentada, al instante se activa una alarma que dice: ‘en este momento ha sido reportado un caso de violencia’ y se da un mensaje que invita a brindar apoyo. Queremos transmitir un mensaje de respeto y apoyo, que la gente que está cerca [de la víctima] no voltee la cara y asuma que no sucedió, sino que apoyen y exista una sanción social contra el acosador o acosadora. De esta manera, la sanción social busca disminuir los indicadores de la gran cantidad de mujeres que se sienten inseguras en el transporte público. Esto tiene un impacto directo en el espacio público en general y, por supuesto, en los espacios privados: garantizar que nuestras mujeres se puedan sentir seguras, que conozcan que hay líneas directas para comunicar una denuncia y que ésta no se quede en el aire y que tendrá un seguimiento por parte de la fiscalía. Antes, cuando una mujer era acosada, también era cuestionada porque su falda era muy corta o llevaba un escote ‘incómodo’. Debemos saber que no somos vulnerables por la forma en
la que vestimos. Buscamos dejar de lado espacios de discriminación y fomentar en Quito la diversidad como uno de nuestros mayores potenciales. Nosotros, con el patronato San José, estamos apoyando para que se metro en los próximos años garantice la seguridad de las mujeres, que haya centros de desarrollo infantil, espacios para que las mujeres puedan dejar a sus hijos y centros para el cuidado de los adultos mayores. Queremos algo integral. ¿Qué acciones concretas han realizado? –Lo que hasta ahora se había quedado a nivel de papel, hemos logrado aterrizarlo a la ejecución diaria. Generamos relación entre todas las partes involucradas: las empresas de transporte y Metro de Quito, logrando un beneficio directo para los usuarios. Las estaciones eran cajas oscuras, cámaras de acoso. Impulsamos el principio de ‘ver y ser visto’ de ONU Mujeres, donde con absoluta transparencia y mucha iluminación garantizamos seguridad a todos los usuarios de transporte público. También se incorporaron 120 nuevas unidades y 80 de ellas son biarticuladas y 40 normales, el objetivo es reducir número de personas por metro cuadrado en el transporte público. En las estaciones pusimos mensajes claros sobre lo que es
Datos El programa Ciudades Seguras para Mujeres y Niñas en Quito ha: • Desarrollado protocolo de actuación en caso de acoso en espacios públicos de la mano de ONU Mujeres. • Capacitado a 2,500 funcionarios clave como la Policía Metropolitana, los Bomberos y funcionarios de la Empresa de Obras Públicas, para saber qué hacer en caso de acoso. • Asesorado en la remodelación de 44 nuevas paradas del sistema de transporte Trolebús, que incorporó un diseño técnico y sistema de seguridad apropiado para la prevención de la violencia de género
violencia. Una situación en la que la mujer se sienta incómoda, es violencia. Debemos romper el paradigma de que si un hombre no silba, entonces no es hombre. Hemos tenido muy buena respuesta y, al menos en la Ciudad de Quito, logramos involucrar a los hombres, capacitar a más de mil quinientos colaboradores municipales, personal del transporte, agentes de tránsito y personas que están en contacto con la ciudadanía y para no revictimizar a las mujeres.