A donde pertenezco

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Primera edición: Septiembre 2015 Texto ©Paula A. Lozano C. 2015 Ilustraciones: Alejandra García Publicado por Editorial MïCasa Calle 86A No. 69T Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna, por ningún medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación o fotocopia, sin permiso previo del editor. Impreso en Bogotá D.C. ISBN: 978-69-8814-2


Paula A.L.C Ilustraciones Alejandra GarcĂ­a

MCa



Para mi querida amiga Hulk, con sus historias crea sonrisas y con sus sue単os esperanzas.


Martes

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Antes de

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Viernes

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17

MiĂŠrcoles

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Lunes

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Jueves


Y luego

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Domingo

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Apoyo

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Lo que no entendí

Sábado

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Mapa



comenzar la aventura



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Muchos no se atreven a ir al Amazonas por miedo a lo que se puedan encontrar, por mi parte estuve planeando por bastante tiempo un viaje a las cálidas selvas del sur de Colombia. Compré los vuelos con más de 2 meses de anticipación, costaron unos $310.000 ida y vuelta, bastante económicos en una renombrada aerolínea. Pensaba llegar solo con mi maleta y dejar que la aventura me llevase, pero decidí prepararme, después de todo era mi mayor sueño. Lo primero que debía hacer era ponerme las vacunas contra la fiebre amarilla y el tétano para prevenir enfermarme, en varios centros de salud de Bogotá son gratuitas y en la página de Internet del aeropuerto está la información necesaria. Luego, fui a una casa de cambio a conseguir unos cuantos reales y soles para cuando cruzara la frontera. También, durante un mes estuve tomando pastillas de complejo B, dicen que funcionan para evitar que muchos mosquitos piquen. Y claro, reservé por Internet un hotel económico en Leticia donde pasaría un par de noches. Una semana antes estaba ya alistando todo lo que necesitaba, yo iba en plan “mochilero”, el dinero que llevaba era para comprar cosas, comer mucho y conocer lo posible, así que la idea era empacar todo lo que pudiera en una sola maleta para andar con ella a todas partes: ropa clara que cubriera todo el cuerpo, repelente para mosquitos, alcohol, alcanfor, gorras, gafas de sol, linterna, botas, tenis, cantimplora, analgésicos por si me daba algún dolor de cabeza, traje de baño, protector solar y por supuesto ¡mi cámara! Y su estuche hermético para que la humedad no la arruinara. La noche antes del viaje traté de dormir temprano para tener toda la energía posible al día siguiente y comenzar a vivir la mejor experiencia de mi vida.

El vuelo era a las 09:00 desde El Dorado en Bogotá, son 2 horas de viaje entre las nubes y tenía que estar 2 horas antes en el aeropuerto.



la llegada



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La emoción

Por el viaje fue tanta que prácticamente no dormí durante la noche anterior, pasé en vela leyendo más a cerca de la selva amazónica, cuando llegó la mañana y me di cuenta, era casi la hora de salir hacia el aeropuerto, tomé una ducha rápida, revisé por quinta vez que todo estuviese empacado en la maleta y pedí un taxi para irme lo más pronto posible. El vuelo estuvo bastante bien, salió a tiempo, dieron una bebida en el avión, las azafatas eran amables, el servicio fue bueno en general. Arribé a las 11:05, en el Aeropuerto Alfredo Vázquez Cobo, en Leticia. El salir del aire acondicionado que hay en el avión y estar acostumbrada al frío de la ciudad el calor fue abrumador, era casi medio día y estábamos a ¡34ºC!, Cuando el sol es más fuerte y el aire se siente espeso, me tomé una pastilla para la cabeza, el dolor me mataba. Luego, reclamé mi maleta en las bandas de equipaje y antes de salir del aeropuerto tuve que hacer fila para pagar un impuesto de $20.000 que van dirigidos al desarrollo turístico y la conservación del territorio natural, es algo que le cobran a cada visitante. En cuanto pude salir fui a buscar el hotel que había reservado, seguía sin acostumbrarme al ambiente así que sentía en exceso su pesadez y estuve todo el tiempo bebiendo agua de botella. Había leído que era recomendable tomar moto-taxi pues los taxis son demasiado costosos y harían que mi dinero se esfumara en un abrir y cerrar de ojos. En cuanto me dejaron en la zona hotelera busqué la dirección y el lugar resultó ser de mala muerte, traté de encontrar otro lugar para quedarme pero todos estaban copados o salían de mi presupuesto, así que dejé la maleta en la horrible habitación que me asignaron y salí a buscar comida, moría de hambre.


Caminé por primera vez por Leticia, en cuanto me encontré en la plaza principal me emocioné al ver tantos árboles entre la ciudad, llegué a la plaza de mercado y pedí un raspado mientras decidía cual de la infinidad de frutas extrañas quería probar primero. Había Arazá, Caimo, Camu camu, Poma rosa, Copoazú y mil frutas más, comí de cada una aunque fuera un poco para probarlas, todas y cada una con sabores tan raro e indescriptibles que solo aquel que las haya probado entenderá el porque de mi fascinación. Pasadas las 18:00 estaba sentada hablando con los lugareños, satisfecha de tanto comer y escuchando la ensordecedora gritería de los loros en la plaza central, todos volaban sobre las personas que estábamos ahí, saqué varias fotografías de ellos y de quienes estaban conmigo.


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festĂ­n y monos


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Me levanté temprano

La Isla de los Micos una reserva natural fundada por Mike Tsalikys en los 60’s para la cría y conservación de animales repartidos en 450 hectáreas. Hay más de 5.000 micos de 4 especies diferentes, y varios reptiles, insectos y aves. También, actividades como Canopy, caminatas y demás.

Para ir a buscar desayuno, ya la gente estaba vendiendo cosas por doquier y todo lo que encontré en la plaza era comida criolla o caldo de cucha, que es un pescado bastante desagradable a la vista. Los huevos, chocolate, pan y todo tipo de desayunos que se acostumbran a ver en casa son escasos y si se encuentra es muy costoso, de todas formas, como mi plan era conocer y probar todo, me di un desayuno tradicional en la plaza. Después de una excelente comida decidí ir a buscar comunidades para visitar, tomé la maleta y elegí ir a las que están por el río. En el puerto hay que buscar una persona con lancha y pagar un pasaje para llegar a Mocagua, Amacayacu, Puerto Nariño y demás comunidades aledañas. Fui hasta Mocagua ya que el señor de la lancha dijo que ahí se consiguen las mejores y más tradicionales artesanías Ticunas, es mejor comprar las cosas al final del viaje pero no me resistí y compré una mochila, una hamaca, unos aretes y una babilla y una máscara decorativa tallados en madera. Bastante cerca queda la famosa Isla de los Micos que es una experiencia imperdible, son animales fantásticos, muchos micos Frailes acostumbrados a las personas, que no hacían más que quitarme la comida que había comprado para darles, la gorra y todo lo que traía mientras se subían en mis hombros y cabeza, solo podía reírme, disfrutar y tratar de recuperar mis cosas.




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Regresamos al río rumbo a Mocagua, mirando todo a mi rededor me di cuenta que tan inmenso lugar en el que estaba es solo la parte más pequeña de todo el ancho del Amazonas. Ya por medio día, estando en la comunidad, me quedé comiendo todo tipo de cosas que me ofrecieron. Los Ticunas me dieron pescado con harina de mandioca tostada y algo llamado casabe, un alimento blanco, blando y con un delicioso sabor. Luego probé el guarapo y me quedé viendo el río, pidiendo al cielo que me dejase ver a un delfín rosado o un pirarucú, pero nada. Después, casi a las 17:00, anunciaron que la lancha ya iba de vuelta a Leticia, y con el dolor del alma tuve que devolverme para al siguiente día ir a otra comunidad. Al llegar fui a descansar un rato en el feo hotel donde me quedaba y por la noche salí los restaurantes exóticos de pescado y comida fusión de los que tanto había leído. Probé la pizza de casabe, las costillas de Gamitana al Tucupí, el dorado de piracucú, ají, sancocho de gallina, helado de copoazú, tacacho, y mucho más; comí y comí durante toda la noche hasta que no pude más. Tuve que caminar por Leticia durante un largo rato para que me bajara la comida y pudiera dormir.

El Amazonas abarca 7.000.000km² en ocho países: Colombia, Brasil, Perú, Bolivia, Ecuador, Venezuela, Guyana y Surinam. Su extensión es más de la mitad de todos los bosques tropicales del mundo entero. Si fuese un país, sería el noveno más grande del mundo.



empapรกndome


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La noche anterior

El parque Amacayacu cuenta con más de 5.000 especies de plantas y 150 de mamíferos; como el delfín rosado, la danta, el jaguar, el manatí y la nutria. También hay gran variedad de aves, peces de agua dulce e insectos. Y vasta presencia de seres míticos y de leyenda.

Conocí a una pareja que acababa de llegar del parque natural Amacayacu, hablaron tanto de ese lugar que fue mi primer destino en el día. Allá me dieron un recorrido guiado, durante la mañana vi las ceibas y las hojas de nenúfar más gigantes, muchas especies extrañas de plantas, una danta, mariposas enormes de azul plateado y ranas de muchos colores, me hablaron sobre los peces Pacú, primos de las pirañas, y crucé por el Dosel, un puente colgante de 60mts de largo que pasa por las copas de los árboles a más de 30mts de altura, caminé y conocí muchos lugares en los que quisiera quedarme, pero era fue posible pues el lugar es zona del hotel Decameron y el dinero escaseaba para ese tipo de comodidades de 5 estrellas.


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Después iba rumbo a Puerto Nariño, pero antes hice una parada en la comunidad continua que es San Martín, queda a solo 30 minutos por la zona en inundación del Amazonas y me fui en Peque peque, una canoa pequeña. Al llegar me encontré con una de las comunidades más organizadas donde me contaron la historia de una Holandesa que se enamoró y se casó con uno de los jefes indígenas de la zona, dejando toda su vida de citadina atrás, tuve la fortuna de verlos rápidamente y quedar encantada con el relato. Cuando llegué a Puerto Nariño me pareció el pueblo más hermoso del mundo, es el único municipio en Colombia ¡sin carros ni motos!, Todos caminan o andan en bicicleta. Hay un mirador espectacular al cual no dudé ni un segundo en subir. En la cima podía observar todo el Amazonas y el Loretoyacu, un río de aguas negras, me emocioné al ver que ambos ríos están divididos pero al tempo son uno solo, tuve la oportunidad de verlos al tiempo y muy feliz regresé al pueblo.


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Me quedé a almorzar en el lugar, vi como pescan artesanalmente y me dieron un pez del tamaño de mi brazo, una Gamitana, una especie de cachama con delicioso sabor. Mientras comía me perdí mirando toda la actividad de los lugareños hasta que escuché que las personas con que venía se iban a conocer los lagos Tarapoto y nos invitaron a ir en lancha. Ya en los lagos se escuchaban todo tipo de ruidos producidos por el agua cuyas ondas lanzaban a lo lejos algunos peces y las aves trinaban alrededor. Saqué la cámara para registrar el lugar y de pronto aparecieron delfines rosados. Tomé mil y una fotos pero en ninguna salen, aquellos animales son perfectos desfilando y escondiéndose de las cámaras.


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conociendo fronteras


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Muy temprano

Me despedí de los lugareños y tomé la lancha que me regresó a Leticia. Luego de dos horas de viaje llegué a desayunar y tras reposar un rato salí para conocer las ciudades de los países vecinos, Tabatinga y Santa Rosa. Tabatinga es la ciudad hermana brasileña, se puede entrar sin pasaporte pero uno puede saber cuando se está en Brasil porque una cuadra antes se escuchaba vallenato y una después zamba. Encontré Cachaza, la casa del chocolate y mucha comida rica pero pesada como pato NoTucupi, un plato típico brasileño con demasiado picante. Desde ahí pude tomar lancha para ir a Benjamin Constant y después a Santa Rosa. En Benjamin Constant y me asombré de que gran cantidad de las zonas están construidas sobre el agua y hay pequeños puentes para pasar de un lugar a otro, visité el museo Maguta y quedé con las ganas de ir a Manaos, la próxima vez que vaya al Amazonas será un destino definitivo.


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Luego fui a Santa Rosa, el vecino peruano, allá venden la famosa gaseosa Inca Cola y mucha cerveza Pilsen en tamaño gigante. Me sorprendieron las casas elevadas, como las aguas del río suben y bajan están hechas como balsas de madera que se adaptan a la profundidad del río, además la gente debe llegar en canoas hasta ellas. Almorcé allá, arroz chaufa, que trae pollo y tocino, y de postre unas enormes, jugosas y sabrosas Sandías recién cultivadas. Por la tarde me devolví a Tabatinga y busqué sus famosos helados mientras conocía las iglesias. Hay un recorrido hasta Leticia en bicicleta durante el atardecer y me fui con muchos turistas más, en el camino paramos a comer piracucú, que es el segundo pez de agua dulce más grande. Cuando paramos en el museo del Decameron, conocimos al famoso Kapax que es promotor turístico en el hotel, un personaje completo, lastimosamente no estaba con su anaconda Catalicia pues las autoridades del ambiente se la decomisaron en el 2012, él cuenta la separación de su amiga con gran dolor. Después de conocer varios lugares más llegamos a la plaza principal. Ahí comí algo con las personas que conocí, bebimos un rato y pasadas las 23:00 fui al hotel que había conseguido esa noche.

Kapax es reconocido por haber atravesado nadando el río Magdalena, desde Neiva hasta Barranquilla, durante 39 días en 1976; después de eso le han hecho una estatua en Leticia, tres películas y un cómic de 50 volúmenes. Además, dos presidentes lo han homenajeado por su amor y dedicación a la naturaleza y sus seres.



Monilla Amena


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A las 06:00

Estaba esperando la buseta que me llevaría a las comunidades que quedan vía Leticia - Tarapacá, por allá están las comunidades del kilómetro 6, 7, 9.8, 11, 18 y 25, es el nombre por el que se conocen fácilmente. El viaje empezó desde en el centro de Leticia, primero me bajé en el kilómetro 6 para desayunar, en la comunidad de San José, donde hay una estación de policías que muy amablemente me guiaron a donde podría conseguir algunos recuerdos. Compré algunas cosas como fariña de trigo y comida de frutas. Tipo 10:00 nuevamente tomé una buseta y me bajé en la comunidad del kilómetro 9.8 que me recomendaron la noche anterior. No es tan fácil de llegar como a la otra, tuve que caminar aproximadamente 3km hacia adentro por la carretera, pero disfruté estar sola en medio de la selva y conocer todo. Cuando llegué lo primero que vi fue una gran maloca, con la mejor energía que pude haber sentido en mi vida. La comunidad es Monilla Amena, que traduce “El árbol de la abundancia”. Me recibieron el capitán, su esposa y su madre que me invitaron a entrar, les pedí pasar la noche ahí y me aceptaron, la comunidad funciona como un centro etno-ecoturístico. Me dieron la opción de quedarme en hamaca, tablas o cama; yo decidí la hamaca, me pareció la mejor opción ya que tenía el permiso de quedarte dentro de la maloca hembra, la principal. Colgaron la hamaca para que descansara de la caminata y me ofrecieron jugo de fruta hecho de manera tradicional, sin licuadora.



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Tras descansar un rato empecé a recorrer la comunidad para conocerla, hay otra maloca enorme, es para invitados, y varias malocas con diferentes formas para actividades. Hay niños y adultos escuchando a los ancianos que trabajan dejando sus enseñanzas. Me llamó un inevitable aroma a comida hecha en leña, era la hora del almuerzo y me invitaron a comer, probé un casabe diferente al de antes ya que la comunidad es de etnia Murui-muina (Uitotos) y me dieron también caldo de pescado del río Tacana; no tienen bebidas fermentadas así que bebí jugo natural y cahuana, una deliciosa bebida tradicional de almidón de yuca y piña.


Después de comer, la llenura, la caminata y el calor se unieron produciéndome sueño, me quedé dormida en la hamaca y desperté como a las 15:00. Me levanté a explorar un poco más la comunidad entre las malocas y encontré un puente de palos sobre un río que se veía tan refrescante que no dudé en regresar por mi traje de baño para meterme. En el agua sentí pequeños pecesitos mordiéndome los pies y todos mis miedos y preocupaciones desaparecieron por ese momento. El río Tacana se encarga de quitar los males, de sacar las tristezas y miedos llevándoselos con la corriente. Quedé en paz con mi alma y con mi cuerpo renovado.


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Sin darme cuenta pasaron unas 3h, lo noté cuando los zancudos empezaron a perseguirme y tuve que correr a la maloca para evitarlos. Me encontré ahí con el capitán indígena dándome la bienvenida, me compartió cigarrillos y nos pusimos a hablar sentados en el mambeadero. Me contó el origen de la comunidad, acerca de mitos e historias de la tradición Uitoto y del contexto amazónico mientras comíamos a la luz de las velas y los zancudos no nos dejan en paz. Estuve escuchando todas las narraciones del capitán mientas mambeaba y noté que era tarde a las 2:30 cuando anunció que debía dormir. Me acomodé en mi hamaca con toldillo, muy cansada quedé profunda, feliz, escuchando la selva nocturna bajo la tenue luz que la comunidad deja por la noche, recordando todo lo que había escuchado, sintiendo mi alma cada vez más unida a la selva.




dentro de la selva


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Me levanté a las 5:30

De la selva del Amazonas nace un 25% de todos los medicamentos que existen y el 80% de las frutas y verduras conocidas en el mundo desarrollado, unas 3.000 especies diferentes.

Con el ruido de las personas, la actividad en la comunidad inicia muy temprano. Me llamaron para ir a conocer las chagras y a caminar por la selva para conseguir indumentos para aprender a hacer tejidos de chambira. Me puse las botas y un revuelto que había hecho con el alcohol, el repelente y el alcanfor para que los mosquitos no me picaran, la caminata ya no era por caminos sino por la selva pura. Me sentí torpe con cada paso y no sabía por donde pisar porque me hundía entre el suelo, pero la emoción de mi huellas borradas por el mismo barro me impulsaba a seguir. Yo veía mil árboles idénticos que los lugareños decían que eran diferentes, salían mil insectos, los tucánes cantaban a lo lejos y hasta alguna serpiente salvaje que de vez en cuando se nos atravesaba. Llegamos finalmente a una especie de lugar limpio en medio de la selva donde tienen una plantación desordenada, esa es la chagra, allí siembran diferentes especies durante todo el año y de eso alimentan y cuidan a la comunidad. Era época de frutas, había uva caimarona, conocida como uva de monte y me la ofrecieron recién cortada del árbol, el sabor fue algo único.



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En la comunidad preparan para los turistas la cocina regional, principalmente pescado asado en hojas de plátano, ají en salsa de yuca, tortas de casabe, arepas de yuca y cahuana.

Me ofrecí a ayudar a cosechar y me dijeron que sacara la yuca y bajara un par de racimos de plátano, solo algunas porque deben dejar para más adelante. De vuelta tomamos otro camino donde está la palma de chambira para coger los cogollos y explicarme como hacer la artesanía. Al cogerla me lastimé las manos, tanto las hojas como las ramas y tallo están cubiertas de espinas. Empecé a valorar mas esas pequeñas artesanías que compré antes sabiendo ahora el gran trabajo duro que requieren. Llegamos a la maloca al medio día y estuve ayudando con los preparativos de la comida, lavé y pelé los plátanos y yucas que había cosechado, almorcé y dormí media hora porque después tenía un curso de artesanías. Por la tarde, cuando empecé a trabajar con la chambira me di cuenta que las espinas son aun peores, toca sacar hebra por hebra de lo que se va a usar, luego hay que lavar las hebras para quitarles el color verde natural y dejarlas blancas para que reciban los colores de la tintura, pero ellos tienen chambira ya lavada así que me salté ese proceso. Me enseñaron como sacar las coloraciones con otras plantas, salen azul, verde, rojo y amarillo dependiendo de que se macere y con que se mezcle.


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Por la noche me llamaron para hacer una caminata nocturna después de la cena. Llevé mi linterna pues me dijeron que por la noche la selva es completamente diferente a la del día, y yo quería ver todo lo posible. Habían nuevas emociones, sentí las miradas de los animales nocturnos y en algunos los lugares donde alumbraba con la linterna salían babillas observando con sus ojos rojos y huyendo de la luz entre el agua, escuchaba ruidos de ratones salvajes chillando, los tigres gruñendo o de alguna rana croando cerca, además de los insectos que cantaban durante toda la noche. Cuando regresamos a la maloca no podría creer haber conocido un nuevo tramo de selva, estaba el capitán esperando para pasar el resto de la noche contando sus historias. Casi a las 03:00 nos fuimos a dormir, sentí tristeza pues mi último día en el viaje había llegado.




juro regresar


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En la madrugada

Me sentía bastante cansada pues llevaba ya dos noches durmiendo muy poco. Ayudé a preparar el desayuno y comí junto a todos mientras hablábamos más a cerca de la selva y las experiencias de la noche anterior. A las 08:00 fui al río Tacana, no podía irme sin estar ahí una vez más, pasé casi dos horas sumergida en sus aguas, dejando las preocupaciones que me quedaban. Cuando volví a la maloca me vestí y acomodé todas mis cosas, tuve que pedirle una maleta extra al capitán pues compré tantas cosas durante todo el viaje que ya no tenía más espacio para llevarlas todas. Antes de irme me dieron tortas de casabe para comer en el camino de regreso ya que se me cruzaba con la hora del almuerzo, me despedí de todos, intercambiamos números de teléfono y prometí regresar, salí a caminar para llegar a la carretera y tomar la buseta que me regresó a Leticia.


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Dormí durante todo el viaje y luego busqué una moto-taxi que me llevara al aeropuerto, mi vuelo de regreso a Bogotá era a las 14:40 y ya pasaban de la 13:00. Nuevamente todo el proceso de embarque fue muy rápido y puntual, lo que me puso un poco triste, no quería irme y el tiempo pasaba veloz. Miré mis brazos y piernas completamente llenos de picadas de mosquitos y rasguños de la selva, eso me animó, me quedaría el recuerdo marcado en la piel por un poco más de tiempo y podría contar a mi familia y amigos todas las cosas que hice con la prueba de ello. En el asiento del avión, mirando por la ventana, cuando despegábamos me di cuenta que realmente había dejado mi alma en medio de las hojas de los árboles, acompañando a los animales de la selva y sumergida en los ríos, conocí tantos lugares de ensueño, tantas buenas personas, tantos pensamientos e historias admirables que hicieron que mi corazón se haya quedado enredado en las raíces de la tierra, sumergido en los ríos y pertenezca para siempre al Amazonas.





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Y luego Han pasado 5 años desde mi visita a la tierra a donde pertenezco, desde entonces soñé con ella cada noche, cada día, cada segundo. Sentía la necesidad de regresar a ese lugar, de volver por mi alma y quedarme con ella. Un día, lo decidí, renuncié a mi trabajo, vendí mi apartamento, todos mis muebles y objetos innecesarios. Fue hace casi 7 meses que armé mis maletas, compré un boleto de avión y sin nada definido regresé a esa hermosa tierra que me cautivó, pero ya no estaba sola, el viaje era definitivo así que viajé con el único ser indispensable en mi vida, mi perro Vudú. Fui directamente a Monilla Amena, con el capitán y su familia, estaré con ellos indefinidamente, aquí hago de todo pero me encargo principalmente de aprender sobre la comunidad, cultivar los alimentos y recibir a los visitantes. Desde entonces siento que estoy completa, que mi vida está hecha y no necesito nada más. Mi alma y yo somos nuevamente una, sintiendo cada día el abrazo de la selva y todos sus misterios. Veremos que sucede después. Sarah.



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Lo que no entendí... Alcanfor: Laurus Camphora, es un árbol originario de la Isla de Borneo. Tiene un fuerte olor que permite repeler insectos y desinfectar las heridas causadas por ellos, además de disminuir la picazón. Amacayacu: es un parque nacional en Colombia cerca del río Amazonas, en el llamado “Trapecio Amazónico”. El nombre “Amacayacu” significa “Ríos de las Hamacas” en la lengua aborigen Quechua. Arazá: es un arbusto originario de la región amazónica, su fruto es ácido y de suave textura, en el interior es carnoso con semillas cafés. Arroz Chaufa: un arroz frito peruano nacido de la influencia de la gastronomía de los inmigrantes chinos del siglo XIX. Este puede tener pollo o carne como proteína principal, o con tortilla de huevo, salchicha, tocino y demás. Babilla: Caimán crocodilus, una especie de caimán de América del Sur, presentes en ríos, humedales y corrientes lentas de agua. Cachaza: una bebida alcohólica destilada brasileña, sale de la caña de azúcar. Cahuana: o Caguana, una bebida amazónica preparada con almidón de yuca.


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Caimo: Pouteria caimito, un árbol tropical de frutos de consumo humano y animal, su madera de gran peso, se utiliza en construcción. Camu camu: Myrciaria dubia, un arbusto frutal nativo del Amazonas, crece en forma silvestre en los suelos aluviales inundados en la época de lluvias. Casabe: es un pan crujiente, delgado y circular hecho de harina de yuca, o mandioca, se asa en un budare, comal o a la plancha. Ceiba: un grupo de 20 especies diferentes de plantas florales. Chagras: un espacio entre la selva limpia donde se siembra un sistema de elementos para aprendizaje y auto-abastecimiento de las comunidades. Chambira: palmera de hasta 20mts de altura, es usada como planta medicinal, y cuya fibra extraída de las hojas que se emplea en trabajos de artesanía. Copoazú: Theobroma grandiflorum, es una especie de cacao amazónico, su hábitat natural es el bosque tropical húmedo en terrenos altos no inundables. Dorado: pescado apanado y frito como un chicharrón. Cucha: una especie de pez, Los machos alcanzan hasta 50cm de longitud. Etno-ecoturístico: es la práctica de los pueblos originarios que voluntariamente presentan ante el mundo entero el valor cultural y ecológico de las poblaciones que conforman su territorio. Acogen y enseñan a los turistas. Fiebre amarilla: una enfermedad vírica aguda, hemorrágica, transmitida por mosquitos infectados, se dice “amarilla” por la ictericia de algunos pacientes. Gamitana: una especie de pez cachama proveniente del norte de Perú. Guarapo: bebida alcohólica, en el Amazonas se hace de manera artesanal y se debe a la fermentación del jugo de la caña de azúcar. Maloca: una casa comunal ancestral usada por los indígenas del Amazonas y tiene diferentes características en su relación con la comunidad.


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Mambear: un rito que está acompañado por el fuego sagrado, la chicha, que es especial y ceremonial, y plantas como tabaco, hoja de jallo o de coca, que son ancestrales. Los elementos varían según la comunidad. Mambeadero: donde se mambea, el círculo de la palabra espiritual, una forma compartir saberes y tradiciones indígenas. Mandioca: comúnmente llamada yuca, e internacionalmente reconocida como mandioca, tapioca, guacamota, casabe o casava. Mochilero: una persona que viaja con su mochila a cuestas, tiene el deseo de conocer lugares y gente de manera diferente y recorre el camino y resuelve los problemas de su viaje de manera independiente en vez de optar por tours. Murui-muina: una etnia de la tradición Uitoto. Nenúfar: Victoria amazónica, es el lirio de agua más grande de todos, nativo de las aguas poco profundas del río Amazonas. Las hojas en la superficie miden hasta 1mtr de diámetro con tallos sumergidos de hasta 8mtrs de largo. NoTucupi: plato típico brasileño, elaborado con caldo de tucupí (líquido amarillento de mandioca) y jambo (planta típica del norte de Brasil que se emplea en muchos platos). Se prepara con pato al horno con los caldos. Omacha: Fundación Omacha, una ONG de carácter ambiental, sin ánimo de lucro, creada con el fin de estudiar, investigar y conservar la fauna y los ecosistemas acuáticos y terrestres en Colombia. Pacú: Un pez nativo de agua dulce de Sur América, tiene un olfato muy desarrollado y se parece físicamente a las pirañas pero es omnívoro y se alimenta principalmente de frutos, plantas, algas y semillas. Peque peque: una canoa pequeña motorizada, el vehículo tradicional para


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transportarse entre los ríos de la selva amazónica peruana. Piracucú: Paiche o Arapaima, es el segundo pez de agua dulce más grande del mundo. Es una especie protegida, comerla en restaurantes es prohibido. Poma rosa: Syzygium jambos, un árbol de Asia tropical que ha llegado a las zonas tropicales de América. Su fruta es dulce y seca, tal vez un poco insípida. Raspado: un refresco o refrigerio compuesto de hielo troceado o rallado con sirope o jarabe de sabores variados, su nombre cambia de acuerdo al país. Reales: es la moneda legal de Brasil. Un real equivale a 813 pesos colombianos. Soles: Nuevo sol, es la moneda legal de Perú. Un sol equivale aproximadamente a 971 pesos colombianos en Septiembre del año 2015. Tétano: una enfermedad provocada por neurotoxinas producidas por una bacteria que afecta el sistema nervioso y genera contracciones musculares. Tacacho: un plato peruano, este es una masa de plátano verde machacado, pedazos de chicharrón de cerdo y especias amazónicas. Ticuna: Tikuna, un pueblo amerindio que habita entre el Trapecio amazónico Colombiano, Perú y Manaos, por la invasión española disminuyó su población. Tigre: el tigre del Amazonas es el mismo Jaguar o Pantera Onca, es el más grande felino carnívoro de América y tercero en el mundo. Tucupí: es un caldo de color Amarillo extraído de la raíz de la mandioca brava o yuca, si no se hace bien el largo proceso de extracción este liquido puede ser mortal pues en un principio es venenoso. Uitoto: una etnia indígena de Perú y Colombia, se encontraban en un inicio entre el río Caquetá y el río Putumayo, su lengua origen es bora-witoto. Uva caimarona: Pourouma cecropiifolia, un árbol frutal amazónico que produce la uva de monte, se cultiva mucho antes de la colonia.


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...Ya entendĂ­



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Apoyo Http://www.leticiahoy.com Http://amazonas.turismo.co Http://www.tripwolf.com/es Http://natibo.co/sara-bennet/ Http://amazonasindigena.wordpress.com Http://siatac.co/web/guest/productos/glosario Http://www.borugo.com/espa単ol/preparacion.htm Http://lineasviajeras.com/50-consejos-para-ir-al-amazonas



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A través de las vivencias de Sarah, durante una semana en la selva del Amazonas como viajera “mochilera”, se dan a conocer diferentes actividades que cualquier aventurero puede hacer al visitar esas fantásticas tierras. Ella se encarga de describir su viaje desde las preparaciones, los días transcurridos y que sucedió después. A donde pertenezco es una historia con el propósito de cautivar a quien la lea y hacerle sentir la necesidad de conocer este hermoso pedazo del mundo mediante los sentimientos de una soñadora.

MïCasa

978 -69- 8814- 2


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