La princesa Yellowina

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La princesa Yellowina Carmen Martín Alarcón






La princesa Yellowina Un cuento escrito por

Carmen Martín Alarcón Ilustrado por

Carmen Martín Alarcón



Érase una vez una princesa llamada Yellowina. Yellowina vivía con su padre y formaban una familia un poco triste.

La razón de ser una familia triste era que un día hubo una guerra en la que la reina… Un día, Yellowina le propuso a su padre que, con lo gran fotógrafa que era, podría irse a explorar el bosque y hacer fotos a todo para hacer un cuento con lo que había visto.

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—¡Vale! ¡Es una idea muy buena! —dijo el padre. Entonces se fue en su moto con su cámara y se puso manos a la obra. Cuando Yellowina intentó hacerle una foto a un bichito encima de una rama muy alta, como imagináis, escaló y cuando estaba llegando a la rama, se cayó.

La princesa se durmió en el suelo… Y cuando una bruja bondadosa pasaba por allí, Yellowina se despertó y le dijo a Shine Gold (la bruja): —Me he perdido, no sé dónde está mi casa. La bruja le contestó: —Puedes quedarte esta noche conmigo y mañana por la mañana buscaremos tu hogar.

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Yellowina aceptó el trato y se fue a casa de Shine

Gold. Allí tomaron té y charlaron un poco cuando… Un pastorcillo acudió a la casa de la ingeniosa bruja para darle una mala noticia: —¡Shine, Shine, tienes que ayudarme! ¡Tenemos un problema! —¿Ayudarte…? ¿Problema…? Dime el problema y te lo resolveré —dijo la bruja. —¡¡¡Hay un conej o enor me que est á destrozando el castillo del rey Félix!!! —¡¡Mi castillooooo!! —exclamó la princesa.

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Shine se levantó de inmediato y fue a buscar la zanahoria mágica que tenía guardada para cuando le hiciera falta. —Aquí tienes, esta zanahoria hará que el conejo reduzca su tamaño y pueda volver a ser una mascota. —Gracias, ¿te vienes, princesa? —Me llamo Yellowina. Vale, vamos en mi moto, ¡venga!

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Entonces Peter (el pastorcillo) lanzó la zanahoria a la boca del conejo y… de repente, el gran conejo, se convirtió en una mascotita dulce e inocente. —¡Bien, lo conseguimos! —gritó la princesa Yellowina entusiasmada. —¡Qué mono! Me lo quiero quedar. —dijo Peter asombrado mirando al conejito. —¡Quédatelo! —respondió Yellowina. Y entonces Peter se quedó el conejo, Yellowina encontró por fin su hogar (que lo acababan de arreglar los obreros), y la bruja Shine se fue a vivir al castillo del rey Félix y la princesa Yellowina.

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Editorial Sostoa 2018


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