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4 de enero aluvión

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Se reían

Se reían

4 DE ENERO ALUVIÓN

Se cubrió de nubes la pre cordillera y cayó la lluvia triste como un oscuro presagio de tragedia. Mendoza estaba saliendo de su siesta provinciana, cuando el gigantesco torrente que arrastraba el agua, cayó sobre las primeras casas asustadas, con todo el ímpetu que le dio la altura. El horizonte fue laguna móvil, un canal de barro que arrasaba todo amontonando tierra, muebles, autos, sobre la ciudad de seca arquitectura.

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Ah irresponsable tempestad de miedo. ¿Dónde me dejaste el viejo puente Olive? No conocés el dolor ni el llanto, ni como se lloran vidas que apagaste con el agua sucia y con greda fría. No te reclamo por autos ni galerías embarradas, mi bronca es por los más humildes por los niños que jugaban en sus frágiles hogares entre adobe y caña.

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Y te enrostro esas vidas. esos llantos que nos hermanan al litoral inundado tantas veces.

Pero esperanos, esperemos que nos queda el recurso de la pala, de la gente que sueña y que trabaja. ¿sabés cuándo? Cuando ya no malgastemos el esfuerzo en suntuosas y caras distracciones, mientras vos y tus hermanos terremotos, huracanes, tornados y tifones que a cada tanto nos designan la muerte y nos encuentran divididos. Te redimiremos en la última batalla. Entonces domaremos tus peligros y no te llamaremos aluvión, catástrofe, tragedia. Esperanos, esperemos que algún día nos van a encontrar hablando, con serena y reposada alegría, del agua, del rocío y de la lluvia.

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