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Bicentenario

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Se reían

Se reían

BICENTENARIO

Fue el fruto de una gesta, de una revolución desmesurada, porque había que cortar los lazos asfixiantes de obsoleta monarquía y abolir ignominiosos instrumentos de tortura. Se afilaron lanzas y espadas, se cargaron fusiles y cañones cuando la letra, el arado o la guitarra, no fueron suficientes para enterrar la esclavitud para lograr la anhelada libertad o para guardarla después de conseguida.

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Estamos transitando el nuevo siglo, somos los nuevos habitantes, de la joven nación adolescente. descendientes de una indígena cultura y de la contradictoria civilización entera. En la diversidad universal ponemos nuestro pulso en hermandad y concordancia con todos los pueblos de la tierra.

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Por ahora la patria es todavía, una joven esperanza, una muestra de valores solidarios, un potencial en cuestiones de cultura. Hemos juzgado genocidas, nos hemos animado a lo imposible. Y con un humanismo también desmesurado, Hemos convertido los derechos en parte sustancial de nuestra identidad.

Pero hay mucho por andar todavía, porque hubo grietas, antinomias, hubo azul y colorado, hubo celeste y punzó y nos falta corregir tantos desvíos para hermanar a todos los que entonan sus estrofas, hacen sonar sus siqus, quenas y guitarras cuando no están trabajando todo el tiempo empujando el país para adelante.

Esta joven nación adolescente, recién acaba de cumplir dos siglos, apenas si ha superado la edad de los quelonios tiene árboles milenarios, edificios que la precedieron y una tierra que ya estaba de antes.

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Cuando ya no existan desencuentros, por fin la patria haya madurado y nosotros madurado con la patria. Cuando todos se sientan contenidos en los contornos de su vida y de su mapa. Cuando la justicia sea una bandera, una bandera limpia como el cielo, seguro nos sentiremos plenos y felices de ser los argentinos.

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