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Brindis de fin de año

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Se reían

Se reían

BRINDIS DE FIN DE AÑO

Entonces no había tiempo, no había días, sino soles no había noches sino lunas. Comenzamos a medir las cosas. Comparar el tamaño de las reses, la distancia en pasos, en tiros de flecha o de arcabuz y empezamos a pesar las nueces a calcular cuántos soles tardaba en madurar las uvas hasta que alguno ideó un calendario o algún otro le pidió un almanaque (al verdulero)

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Entonces le pusimos jornadas a la vida nos quedamos mirando los astros en la noche y supimos cuánto tarda en recorrer el cielo una gaviota, se nos vinieron encima las eras, las edades de bronce o purpurina, echamos por tierra tiranos, dinastías generamos costumbre y tradición. Inventamos el año y la tertulia

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calificamos a la gente por edades por tiempos cumplidos o perdidos vividos al cuete o con honor.

Ahora que ya estamos a un clic de la China o Las Europas, al año envejecido despedimos recordando momentos felices o desgracias, brindamos con burbujas o con vino por un nuevo tiempo que nos llega, por un nuevo año que es mentira, arbitraria medida, para una dimensión que fluye intangible, imperturbable. Le hemos atribuido una fecha caprichosa. Un punto de llegada o de partida. Que nadie nos demande, estamos a derecho y es muy bueno desear felicidad y buenaventura, para todas, para todos y es por eso que brindamos.

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