Corría rápido para no escuchar el no y me iba adentro de los arbustos de los medanos. No me gustaba ni estar en la sombrilla, sentado con los termos y los tuppers y sombreros y tampoco correr al mar con mi primo. -Te escondes del sol- me decía, y yo me ofendía, pero al final del día no me había quemado nada, y no entendía por que en todo el verano.