REPORTAJES
SEPTIEMBRE-OCTUBRE 2013 • Nº5
Consumidor de la Confección Nacional Taller Penitenciaría Femenina ChileCompra
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REPORTAJE El arte de la confección de banderas chilenas
Ana María Cerda: La Reina del Emblema Nacional La confección de banderas no es cualquier cosa. Normada por el decreto de ley número 1534 de 1967 el emblema debe tener ciertas proporciones y la estrella cubrir una superficie determinada respecto del cuadrado azul. No todos respetan las normas y en estas fechas abunda el trabajo mal hecho. Pero hubo un tiempo en que la confección de la bandera era todo un arte, algo queda de ese espíritu republicano. De aquello que encontramos en esa búsqueda trata este reportaje.
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uy cerca del Metro Parque O’Higgins, donde la carretera Norte-Sur dividió violentamente el antiguo Santiago, se encuentra el taller de la reina de la bandera chilena. Un título que Ana María Cerda se ha ganado espontáneamente con el tiempo y que hoy a 75 años de la creación de esta empresa la convierten en una de las pocas confeccionistas que sabe hacer como corresponde la bandera chilena. Es uno de los últimos talleres donde se confecciona respetando las normas y una simbología que habla de nuestra historia y tradiciones. Pero tanto esfuerzo y sacrificio pueden llegar a su fin. La falta de mano de obra y la competencia masiva y a veces desleal de los pro-
ductos importados y el retail tienen el negocio entre las cuerdas. Pero aún queda patria ciudadanos y como el grito independentista de Manuel Rodríguez la reina se niega a dejar la confección del pabellón patrio. Donde el cielo, la cordillera y la sangre de los patriotas se fundieron para darnos la república donde nacimos. Nos recibe amablemente. No es la primera vez que la entrevistan y cómo ella misma dice, “habla hasta por los codos”. De inmediato pasamos al tema que nos convoca. Entre ella y la bandera hay una relación de respeto y afecto. Los detalles de sus símbolos, la proporción de
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listas para los distintos tamaños de banderas.
“Mi padre dibujaba la estrella con compás, como debe ser.”
sus colores y sus formas, el porqué de la estrella solitaria. Nos cuenta que hace años ni siquiera el muy documentado Julio Martínez pudo responderle qué representaba la estrella en nuestra bandera. Nos hace la pregunta, pero sólo respondemos con algunas especulaciones sin mucha seguridad. “Yo le voy a explicar. Los estados federados, como Estados Unidos, independizados unos años antes que Chile tenían en su bandera tantas estrellas como estados, en Chile es un solo estado unitario, por eso tenemos una sola estrella, solitaria como dice la canción.” Su madre y su padre llegaron de España junto a un grupo grande de connacionales durante la guerra de los ibéricos con los Estados Unidos durante 1898. El oficio de maquinista su madre lo ejerció en diversos establecimientos importantes de la época como Los Gobelinos y la casa Gath y Chávez. Pero fue el 5 de septiembre de 1938, el mismo día de la Matanza del Seguro Obrero, en que decidieron independizarse. “En ese tiempo las banderas se hacían con lanilla reforzada. Hoy tengo de todo tipo de telas, ninguna se decolora ni pierde sus propiedades,” nos dice. La estrella es parte fundamental en la confección y allí es donde se comprueba si un confeccionista sabe o no. “Mi padre dibujaba la estrella con compás, como debe ser,” nos cuenta, y luego relata un procedimiento geométrico que no se ve nada de simple. “Estos lados deber iguales, lo mismo que la distancia de sus puntas,” continúa con la operación y luego nos muestra un set de varias estrellas ya
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La casa huele a taller de confección antiguo. La ascendencia española está en todos lados, fotografías, banderas, etc. Sus hijos nacieron en ese país. “Me casé con el panadero del barrio,” dice. Para el terremoto del 2010 la casa sufrió muchos daños. Fue clausurada por la Municipalidad y lo que no botó el temblor lo botaron los bomberos para evitar derrumbes. Estuve a punto de cerrar nos cuenta Máximo Picallo, hijo de Ana María, que ha continuado el negocio a pesar de las dificultades. El ingeniero comercial, y dueño del exitoso restorán El Kika, analiza el escenario que viven en la actualidad. La competencia a su juicio no sólo proviene desde el exterior sino que la concentración económica y el retail han hecho su parte. “El problema no está en los volúmenes o el tamaño de estas empresas, el problema estuvo en que cortaron los circuitos de distribución. Nosotros llegábamos hasta el último pueblecito con nuestros productos, ellos instalaron grandes tiendas en las capitales regionales, pero llevaban a la gente gratis desde los pueblos, contra eso no se puede competir, además que las condiciones de pago son imposibles de soportar,” añade. Actualmente con sus banderas tiene un contrato con una empresa
grande de Retail, sin embargo, la estacionalidad del negocio y la dura competencia externa le hacen pensar que se acerca el momento del cierre. “Imagínate la responsabilidad que tengo, te acuerdas de ese refrán que dice que la primera generación hace la fortuna, la segunda lo administra y la tercera lo dilapida, pues bien, me duele la idea del cierre, pero no tenemos otra alternativa.” Su madre vuelve con fotografías de periódicos y revistas. Allí están Massú y González con la bandera en alto recibiendo la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas. Allí también está la famosa bandera del terremoto, aquella del barro y los jirones luego del desastre, la que según Ana María fue hecha en su taller. “Por ahí salió uno que decía que la había hecho él, mentira, con sólo mirarla sé que se hizo acá,” dice segura. La reina también fabricó la famosa bandera chilena gigante que copó la cancha del Estadio Nacional en el acto de inaugural del gobierno de Patricio Aylwin. Emblema que luego fue fragmentado, firmado por el mandatario y repartido entre los asistentes. Además reparó la enorme bandera que por años se colgó en el Paseo Bulnes. “Esa bandera fue donada por el gobierno de Japón, hubo que hacer unos ojales para que el viento no la desgarrara.”
Ley, mano de obra y faltas de respeto “Este es mi taller,” nos dice, y nos conduce a un amplio y bien cuidado lugar con muy buenas máquinas y abundante luz. En el lugar, acondicionado para unas 15 personas, sólo dos están trabajando a la hora de la entrevista. “Mi problema salta a la vista, no hay gente para trabajar, las niñas dejaron de interesarse por este oficio y se está perdiendo, este es nuestro gran problema,” cuenta. Las operarias trabajan meticulosamente en las banderas, Ana María las saluda con afecto. “En Chile debería existir una ley que prohíba la fabricación de banderas chilenas fuera del país, como ocurre por ejemplo en Estados Unidos, nosotros hemos buscado esa legislación con abogados, pero al parecer no existe.” “Lo que llega de afuera está muy mal hecho,” complementa Máximo. “Las estrellas de cualquier tamaño, telas muy malas. Y no te digo las faltas de respeto que cunden en este tiempo. Gente que le escribe cualquier cosa o le pinta garabatos y consignas.” “La única bandera que puede tener el escudo es el emblema presidencial,” continúa Ana María, volviendo a temas más amables. “Que acompaña al presidente donde quiera que esté. El cóndor representa la soberanía aérea y el huemul es un animal muy noble que no puede vivir en cautiverio y marca su territorio con lágrimas. Los penachos del escudo representan los tres poderes del estado y sus colores son los colores de la Revolución Francesa”. “Sabe cómo me dicen a mí,” dice Ana María a un vendedor ambulante que entra para comprar mercadería. “La Reina, pues, la Reina de las banderas chilenas,” contesta sin vacilar.
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Lo que dice la ley La confección y uso de banderas chilenas está normada por el decreto de ley número 1534 del 12 de diciembre de 1967. Según este decreto la proporción entre el alto y el largo, o vaina y vuelo, es de 2:3 quedando dividida en dos franjas de igual tamaño. El sector inferior es de color rojo mientras el superior se divide en dos rectángulos proporción 1:2. El mayor es de color blanco mientras que el más pequeño azul. En el centro de aquel se ubica la estrella y se elabora sobre una circunferencia cuyo diámetro corresponde a la mitad del lado del cantón. Los colores que establece la legislación son azul turquí, blanco y rojo. Sin embargo no existen especificaciones más precisas sobre los tonos de estos colores. El Gobierno de Chile en la actualidad utiliza para el emblema nacional en el modelo Pantone el 286-C para el azul turquí, el Safe para el blanco y el 485-C para el rojo. Fuente: Wikipedia
El Equipo de la Revista Confección Nacional Queremos unirnos a la iniciativa de crear conciencia de la importancia de una ley sobre la fabricación de la bandera chilena en manos de confeccionistas nacionales. Nos apenaría mucho llegar a la instancia en que toda bandera chilena sea importada, creemos imperativo mantener la mayor parte de su confección dentro de nuestra patria: no queremos darnos cuenta un día que todas nuestras banderas tengan impresas a un costado un “Made in China” Nuestro apoyo al rubro de la confección nos impulsa a emprender este proyecto en que nuestro símbolo patrio sea confeccionado por nuestros compatriotas, es por ello que investigaremos, gestionaremos y promoveremos este proyecto hasta encontrar la manera para que pueda llegar al Congreso.
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REPORTAJE Catrón: Fomentando el trabajo de artesanos y confeccionistas de trajes tradicionales
La firma que ya cumplió 75 años liderando la comercialización y confección del traje de huaso, mantiene una estrecha y antigua relación con sus artesanos y proveedores. Un vínculo que ayuda a mantener sin grandes cambios una parte importante de la cultura tradicional chilena. Su fabricación y confección es un sector textil que, contrario a lo que se pueda pensar, vive un momento de resurgimiento y repentino auge. Pero este oficio requiere empaparse de la cultura del campo de la zona central de Chile, algo que ha hecho Manuel Catrón, que conoce bien el origen del atuendo del hombre a caballo.
Todo en el atuendo del hombre a caballo de la zona central de Chile tiene una explicación. Las botas corraleras que cubren las pantorrillas del jinete, lo protegen de la flora arbustiva del lugar, especialmente espinos y zarzales. La manta lo protege de las variaciones de temperatura y el viento frio que a veces cruza los valles. Especialmente con el cuerpo traspirado y caliente. Sus colores eran teñidos con tintas naturales, extraídas de la zona en que
eran confeccionadas, por lo que cada manta identificaba a una familia y a un lugar en particular. La chaquetilla tiene su origen en su par Sevillana, aunque para Don Manuel su forma se fue adoptando con el uso. “Antes la ropa era muy cara, por lo que los huasos adaptaban sus antiguas chaquetas viejas, las cortaban para hacerlas más cómodas y las viraban, es decir, las daban vuelta para que no se viera
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lo ajadas que estaban. Al darlas vuelta, dejaban a la vista los dos bolsillos que tenían en el interior. Por ese motivo se siguen confeccionando con dos bolsillos en el pecho,” nos instruye. Don Manuel es la segunda generación al mando del negocio familiar. Lo comenzó su padre en el año 1941 cuando compró la Sastrería Olímpico en San Diego, lugar en donde aún se encuentra su casa matriz. Desde siempre ha sido el lugar de la ropa de huaso en Santiago o como le gusta decir a Don Manuel, “el hombre a caballo”. Y es que todo en el traje tradicional está concebido para hacer más llevadera la vida y la faena en el campo. El arreo de animales, su cuidado y clasificación y, aunque con los años el huaso trabajador a caballo ha ido desapareciendo, el vestuario se ha mantenido casi inalterado en el tiempo.
La Bendita Globalización
Hace unos años que el negocio vive un repentino auge. Para don Manuel, este fenómeno se debe curiosamente a la globalización. “Creo que esto de la globalización ha ayudado a que la gente vuelva a sus raíces. Al estar en contacto con otras culturas, quieren conocer la propia. Es curioso. De hecho, han aumentado mucho los envíos al extranjero, sobre todo donde hay una gran comunidad chilena, como en Australia y Europa,” dice. Esta bonanza los ha alentado a ampliar el giro del negocio. Actualmente Catrón, además de su tradicional ocupación, comercializa toda una línea de juegos y pasatiempos que ha tenido muy buena acogida. Toda Aviso Donnebaum 14x21cm_Revista Confección Nacional 01/08/2013 23:16 Página para1 mantener la estabilidad en los balances y así no “Tenemos tres tipos de clientes mayoritarios. Aquellos que compiten en rodeo, cuya vestimenta es reglamentaria, no hay que olvidarse de que es un deporte; el huaso tradicional que busca ropa de trabajo para uso cotidiano, los grupos folclóricos; y últimamente se ha sumado un cuarto tipo de cliente que yo diría que está en franco aumento. Se trata de una persona que quiere pasar un Dieciocho, como ellos dicen, acampado, y buscan vestirse a la usanza tradicional. Aquí los recibimos y les damos una pequeña asesoría,” comenta Don Manuel.
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“La relación con nuestros artesanos la tenemos hace más de cincuenta años. No es solamente una relación de proveedor a distribuidor. Es mucho más que eso.”
enviar a confeccionar al extranjero. “En algún momento lo pensamos, pero decidimos que no. Podemos decir con orgullo que todo lo que hay en Catrón se confecciona en Chile.” Esta es una decisión comercial, pero también emocional. El trabajo que distribuye Catrón es en la mayoría de los casos el trabajo de artesanos que han mantenido el oficio por generaciones. Es un tipo de confección que, además del valor comercial, tiene un valor patrimonial. De todo aquello están muy conscientes en la firma. “La relación con nuestros artesanos la tenemos hace más de cincuenta años. No es solamente una relación de proveedor a distribuidor. Es mucho más que eso,” concluye. Con todo, Catrón logró masificar respetuosamente el traje tradicional chileno. Sus precios hablan de una amplitud de clientes y bolsillos. Claro que también llegan de vez en cuando prendas especiales que requieren varias semanas de elaboración. “Las Chamanteras de Doñigue nos mandan su trabajo de vez en cuando. Cada vez que están más desocupadas, hay que decir. Cada Chamanto puede costar hasta un millón y medio, pero los clientes los compran porque saben que se llevan mucho más que una manta para el trabajo a caballo, se llevan un pedazo de nuestra tradición.”
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Verde que te quiero verde Dos alternativas posibles para el manejo sustentable de nuestros residuos Si bien las actuales condiciones del sector impiden pensar en implementar -en el corto plazo- medidas en que mitiguen el impacto medioambiental de nuestros procesos, nada hace pensar que en el futuro este tema no se vuelva capital a la hora de concebir la industria textil. La situación es urgente a la luz de las toneladas de basura que van directamente a los vertederos, o los productos químicos nocivos para la salud humana que ingresan diariamente al ciclo del agua vía alcantarillado. Pero no todo está perdido. Alguien allá afuera está pensando en cómo tratar los residuos de nuestro sector. Desde la academia y el diseño surgen alternativas viables que, sin una gran inversión, pueden convertir a nuestras empresas en firmas verdes que tengan el camino libre en los cada vez más exigentes mercados nacionales e internacionales.
Agua que no has de beber… El sector llamado Chuchunco, que dio origen al dicho, existía realmente, y se ubicaba al límite poniente de
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Santiago. Una zona de potreros y quintas de recreo donde, lejos del centro ordenado, el santiaguino tendía al relajo y el no siempre muy sano esparcimiento. Hacia mediados del siglo XIX, la instalación de la Escuela de Artes y Oficios primero y la Estación Central después, terminaron por definir el perfil del barrio. Que aún hoy conserva un carácter de bella intensidad citadina, personas en tránsito y mucho comercio. Hoy de ese antiguo apodo sólo queda el dicho. Enclavada en medio de este tráfago, está la Universidad de Santiago de Chile. Ex Escuela de Artes y Oficios, ex Universidad Técnica del Estado. Un plantel que en su época de oro fue concebido como un lugar de investigación científica aplicada para dotar a Chile de técnicos de nivel superior. Ese espíritu aún se conserva, a pesar de toda el agua que ha pasado bajo el puente en materia de educación estatal. El doctor Ricardo Salazar, de la facultad de Química y Biología de esta casa de estudios, viene trabajando hace algunos años en un método electroquímico para tratar el agua residual de los procesos de coloración textil sin utilizar reactivos químicos. Comenzó dichos estudios como tema de tesis para optar al grado de doctor de la Universidad de Chile y continuaron luego cuando se incorporó a la planta docente y de investigadores de la USACH. El sistema consiste en aplicar electricidad al agua contaminada para lograr su oxidación y el desarrollo de unos de los descomponedores más potentes que existen en la naturaleza, el radical hidroxilo. Este compuesto actúa sobre las moléculas de las tinturas, dividiendo su constitución y actuando luego sobre los productos residuales de esta división. Es decir, no se detiene hasta convertir todo en un rastro de CO2 que se evapora finalmente del agua. El resultado no es agua potable, pero sí transparente y limpia, sin una partícula de colorante, por lo que puede reutilizarse en el mismo proceso de tintura. Actualmente, la poca agua que se trata antes de volver al medio ambiente es bombardeada con una serie de reactivos químicos que, si bien desactivan los colorantes, agregan otros componentes nocivos para el ser humano. El resto del vital elemento, la mayor parte, vuelve tal cual a la naturaleza. El doctor Salazar probó inicialmente el método con las aguas servidas de la industria del vino, líquido que contenía altas dosis de pesticidas y otros componentes dañinos para el medio ambiente. Los resultados fueron excelentes. Sin embargo, y luego de difundir su trabajo entre las vitivinícolas del país, no obtuvo respuesta ni patrocinio para la implementación de una planta piloto. Una conocida empresa de confección sí se interesó en su trabajo, y desde hace un tiempo proporciona las aguas residuales para su estudio. El proyecto ha recibido la ayuda del Estado por medio de los programas de Fondecyt y Conicyt, que han dado los recursos para comprar los costosos equipos que requiere el investigador. En la actualidad Salazar cuenta con un muy equi-
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pado laboratorio en el corazón de la Facultad de Química y Biología de la USACH. Su investigación es complementada con los aportes de otros colegas científicos que trabajan en el área de energías renovables, especialmente en el ámbito de la energía solar. Con ellos ya tiene lista el prototipo de una planta para el tratamiento de aguas contaminadas. Hecha con materiales de bajo costo, la unidad es transportable y funciona con energía solar. Construyendo con desechos textiles Para Bernardita Marambio, creadora del emprendimiento Demodé, un pequeño taller dedicado a la elaboración de material de construcción y mobiliario utilizando desechos textiles, el actual estado de su empresa no la tiene totalmente conforme. Ha ganado varios premios, ha sido invitada a varias ferias de diseño en Chile y Europa, las ventas le permiten mantener el proyecto en marcha, pero es el volumen de basura textil
que ha visto arrojada a la tierra lo que la mantiene con una sensación de impotencia. Sólo en Santiago se acumulan durante un año cerca 50 toneladas de este tipo de desechos y fue hace algún tiempo que presenció lo que en definitiva la impulsó a comenzar con este proyecto. Fue en Iquique, donde arriban los embarques de ropa de confección masiva, unos operarios revisaban las prendas y aquellas que tenían algún problema, por pequeño que sea simplemente las quemaban. Una gran pira de ropa nueva con pequeñas imperfecciones, que se convertía en cenizas. Una imagen que no se le borró y está en el origen del proyecto. En 2012 recibió el aporte de Corfo de Capital Semilla y con ese dinero pudo materializar su idea. Contactada por gente de la Municipalidad de Recoleta comenzó a visitar distintos talleres de confección y fue familiarizándose con los desechos sólidos de la industria. Consiguió una trituradora y comenzó a trabajar.
El proceso más lento fue sin duda la búsqueda del pegamento para su nuevo material. Tras unos meses de ensayo y error dio con el almidón, sustancia que desde siempre ha sido utilizada para el endurecimiento de las telas. Desarrolló entonces su aglutinador a base de este ingrediente y otras resinas naturales hasta formar una pasta que le permite elaborar las placas de revestimiento y los demás productos de Demodé. El resultado es un material tan resistente y flexible como la madera, altamente aislante y con propiedades ignífugas certificadas por el IDIEM de la Universidad de Chile. El proyecto aún está en una etapa preindustrial. Y si bien ha sido expuesto en varias ferias de diseño y construcción y los encargos se suceden continuamente, sobre todo de particulares y empresas que desean darle un toque ecológico a sus instalaciones, Bernardita aún no puede competir con los precios de los productos tradicionales de construcción. Una lástima, porque su aporte en la reutilización de residuos textiles es como ella misma dice un pequeño grano de arena en la solución de un problema que está lejos de ser insignificante, sino más bien una gran montaña de basura textil que amenaza con derrumbarse.
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