Libro

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Generamos emociones para motivar el cambio, porque la mejor forma de hacer, es ser.

Raz贸n y pasi贸n por las personas


Potenciamos el desarrollo de personas fomentando el liderazgo basado en la capacidad de generar y transmitir emociones en todas las actuaciones.

Raz贸n y pasi贸n por las personas


Una soleada mañana de la primavera de hace ahora 3 años Una soleada mañana de la primavera de hace ahora 3 años, Marta me contaba, con ese entusiasmo propio de las personas comprometidas, su afición por la fotografía. Mi sonrisa se mostró, amplia y radiante, consecuencia de la alegría que me produjo sentir que, ella, Marta, iba mucho más allá. Una fotografía una emoción, expresada en imagen y en palabras. En ese momento pensé, de manera determinada, que esta maravillosa afición suya, debía lucir para quien quisiera sentir. A Marta se la conoce por la claridad de sus emociones: frescas, rápidas, sinceras y cariñosas. Las emociones son la base de nuestro comportamiento, sin emociones no somos personas y en el Grupo Persona sentimos la necesidad de elevarlas al nivel de la racionalidad.

A lo largo de la selección fotográfica de este libro, cada imagen con sus susurros, podemos sentir emociones. Las que provoque en nosotros serán consecuencia de lo que interpretemos y pensemos. Es igual en este libro que en una organización empresarial. Somos personas, somos emociones. Gracias Marta, por emocionarnos y por ayudarnos a mostrar lo que nos hace humanos. Espero que disfruten de esta obra y, que como a mí me ocurre, se emocionen cada vez que escuchen las fotografías y sientan sus textos.

Javier Martín de la Fuente Socio y CEO Grupo Persona

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Atrapados en la red

Atrapados en la red. ÂżEs tu caso? ÂżO eres tĂş quien teje y desteje tus redes para atrapar a otros?


El hombre feliz Y eso que todas sus pertenencias caben en esta foto. Su casa, sus tierras y sus ropas En algún lugar de Orense lo encontré. Me sonrió, me dejó fotografiarlo y me demostró con su conversación que era un tipo realmente feliz. A mí, me alegró la tarde :-)

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Crisálida varada en la playa Envuelta en sedas rojas, varada en la playa y entre arenas y flores, la vieja barca esperaba la hora de partir y surcar los mares.

No quiero que me vean, me molesta la luz.

Hilos que se enroscan protegiendo y mimando, incubando un proyecto de vida o de futuro.

Necesito mi tiempo.

Como esa barca, me envuelvo en mi crisálida. Leo, estudio, aprendo, investigo. No soy aún lo suficientemente hermosa para salir a volar.

Y un día, los hilos se romperán, volaré. Lo sé.

Me estoy construyendo.

Lo conseguiré.

Y flotaré como esa barca, libre sin su roja atadura, crisálida varada en la playa, esperando para zarpar.

Estoy a medio hacer, sin terminar. Soy una crisálida. Y quiero crecer.

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Cerr贸 puertas y ventanas

Cerr贸 puertas y ventanas para no dejar entrar la luz ni las ideas. Pero ellas, rebeldes, se colaron por todos los rincones.


El beso de una hoja Nubes de arena, piedras, asfalto y grava.

Todo está hecho de sombras, sueños y reflejos.

Cielos de agua y abismales charcos.

De agua, barro, hojas y charcos.

Miles de estrellas diminutas, esquirlas de cemento en suspensión.

De piedras, ramas, gravas y tierra.

Bosque frondoso, con caminos y senderos trazados con escuadra y cartabón. Umbríos musgos, peladas ramas, sabrosos frutos y semillas.

Y ya no sé si nado, si floto o si vuelo. Persiguiendo. La sonrisa. El beso.

Y hojas... Como labios carnosos y violetas flotando entre las nubes.

De esos labios carnosos, tiernos, brillantes, sabrosos ¡¡y violetas!!

Y hojas... Como boca que besa posando su sonrisa anaranjada sobre el manto verde del gran bosque.

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El tiempo es verde y no tiene cabeza El niño me preguntó..."Mamá, ¿qué es el tiempo?"

Y cogiendo mi mano, me llevó al fondo del jardín.

"Un monstruo" le contesté...

Envuelto en umbría y algo de misterio, sigue la vieja estatua de la no menos vieja casa familiar.

"¿Por qué es un monstruo?", volvió a preguntar.

"¿Es el tiempo, verdad, mamá?". "Porque te devora y te envejece, te atrapa, te secuestra y te retiene, te estruja, te absorbe y envilece, te aplasta, te aprisiona y entristece, te apena, domina y embrutece, te deprime, saquea y ensombrece" "Muchas palabras para un solo monstruo" ¿no?, observó el niño..."será porque tú le dejas hacerte todas esas cosas". "Ahora que lo dices, mamá, si el tiempo un monstruo, un monstruo verde y sin cabeza," reconfirmó él.

"Es verde y no tiene cabeza... tampoco tiene brazos, ni manos, no puede hacerte todas esas cosas que tú dices que te hace" y añadió "¿Por qué no pruebas a comértelo antes de que él te coma a tí?". De vuelta a la casa, me reía de mi propio miedo "¿No seré yo quien se deja devorar, envejecer, atrapar, retener, secuestrar, estrujar, absorber, robar, envilecer, embrutecer, apenar, aplastar, entristecer y ensombrecer?". ¡¡¡¿Para qué temerlo, entonces, si es solo un pequeño, viejo y triste monstruo verde y sin cabeza?!!!

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Anoche soñé Anoche soñé que flotaba. Tierra, cielo, aire, suelo... todo flotaba y yo también.

¿Estás dentro o fuera de la escena?

Arriba, abajo, realidad o ficción.

Juguemos a soñar, a flotar, a imaginar que estamos dentro de una gran bola de nieve que alguien puede agitar con nosotros dentro.

Tú y yo sabemos que es el reflejo de una copa. Pero podría ser una bola de nieve. ¿La agitamos?

¿Observas o te observan?

Y ese juego, a veces, me perturba. ¿Y a ti?

Di, ¿qué sientes al agitarla?


El viejo tronco triste y sus amigos Llevaba mucho tiempo oculto en mi galería. De vez en cuando lo visito... unas veces veo un tronco gruñón, y otras uno viejo y sabio, y otras uno triste, y otras meditabundo, esa línea que baja, como baja una boca triste, cambian la faz del viejo tronco.

Lleva mucho tiempo oculto en mi galería, hoy lo saco fuera, quizás para sacar fuera gruñidos, tristezas y penas. Sueño con llegar a ser una vieja sabia, pero no una vieja sabia y gruñona. ¿Cómo ves ese tronco tú?

Esas letras garabateadas parecen ojos, o lentes, o rictus de enfado.

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Disfrutarás más del paisaje

Disfrutarás más del paisaje, de cualquier paisaje, si te integras en él, si formas parte de él.


Indagando "(...) Pues hemos descubierto con Sócrates, que "una vida no indagada no merece ser vivida (...)”. Las preguntas suelen ser el eslabón entre lo que es y lo que pudiera ser. Al cuestionarse lo que es o, al menos, lo que aparenta ser, pues del "ser" nada sabemos, la indagación abre la posibilidad de generar lo que podría ser. Al hacerlo sobre nosotros mismos, abrimos la posibilidad de llegar a ser lo que podríamos ser, de cumplir la promesa que cada ser humano lleva consigo". Actos del Lenguaje -La EscuchaRafael Echeverría.

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A punto de sumergirme en la nube ¿Qué habrá al otro lado de esa nube que veo frente a mí, en la carretera? Hay miedo: “A perderme, a no encontrar el camino, a desaparecer. Como si al atravesar esa nube sólo existiera un abismo”. Hay sorpresa, curiosidad: “¿Qué habrá tras la nube? ¿Qué misterios encontraré? ¿Estará el paisaje más mágico y hermoso de mi vida?”.

Hay Culpa: “Solo a mí se me ocurre salir en un día como hoy, todavía tendremos un accidente y será culpa mía que me empeñé en venir”. Hay Soberbia : “Luces antiniebla, ¡¡vaya tontería!! No hablar por el móvil, ¡¡una estupidez!! Conduzca con precaución, ¡¡eso es para novatos!! Hay Emoción.

Hay deseo: “Quisiera flotar como la misma nube y subir envuelta en mil partículas de agua en polvo. Formar parte de la nube y dominar todo el paisaje”.

Porque estamos vivos, hay emoción y ésta afectará a nuestra motivación, aprendizaje, comportamiento y a nuestra ¡¡ACCIÓN!!

Hay ira: “Precisamente hoy que tenía que viajar, se nubla todo y pierdo visibilidad”.

Partimos de un Hecho igual para todos, que genera una Interpretación diferente para cada uno, que nos lleva a un Pensamiento distinto, que provocará una Emoción propia y exclusiva en cada uno y, según sea nuestra emoción, así será nuestra Acción.

Hay resentimiento: “Mira que pedirme hoy, precisamente hoy, que emprenda este viaje, es que este hombre no aprende que en otoño no se debe viajar por la montaña”. Hay tristeza: “Otoño de nuevo, oscuridad, melancolía, la antesala del invierno, con lo poco que me gusta a mí el invierno”. Hay Alegría: “Vaya suerte que tengo, estas nubes son fantásticas para fotografiarlas, me va a quedar una foto chula, chula”.

La misma nube, distinta emoción. ¿Cuál es la tuya? PD.- La mía está clara, ¿no? y la acción, también… ¡¡Hice la foto!!

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Espejar

RAE."Quien tiene mucho amor y se complace en las gracias o acciones de alguien". Seamos espejo de emociones.


Un NO como único paisaje Cada mañana salía de casa envuelta en frío, sueño y húmedas legañas, camino del trabajo. Cada mañana cruzaba un puente sobre la autopista y cada mañana, allí estaba aquel ¡¡NO!! Una vieja pintada en un lugar donde no era posible limpiar. Ni el tiempo, ni la lluvia, ni la contaminación, ni la porquería podían borrar aquel ¡¡NO!! y Clara, cada mañana sentía el "¡¡NO!!" clavado en sus entrañas, en su alma, en su corazón. Un "¡¡NO!!" a los deseos, un "¡¡NO!!" a los sueños , un "¡¡NO!!" a los proyectos, a la innovación, a los cambios, a las novedades, a la ambición, al desarrollo, al crecimiento... ¡¡A la diversión!!... ¡¡no, no, no, no, no, no,!! y era un ¡¡NO!! al amor, al cariño, al afecto, a la amistad. ¡¡NO!! ¡¡NO!! ¡¡NO!!

Clara llegaba a su oficina con el NO metido entre pecho y espalda, y casi, casi sin saberlo empezó a escupir el ¡¡NO!! el ¡¡NO!! para todo. Clara se oscurecía por dentro y por fuera, y sentía cada vez más lejos su alma del nombre que aparecía en su DNI ¡¡Clara!! Una mañana de domingo, Clara paseó por su barrio, cruzó el puente, esta vez no de madrugada, sino a pleno sol... Y vió su sombra proyectada en la pared donde seguía aquel ¡¡NO!! que la perseguía a diario. Clara se asomó a la barandilla del puente, vio su sombra, vio el ¡¡NO!! y descubrió que ella y su sombra eran más grandes, más fuertes, más poderosas que aquel birrioso ¡¡NO!! Y en ese momento, lo despreció. Dejó de temerlo. Ya ni lo ve. Ya ni lo siente. Ha vuelto a ser Clara. Es Clara.

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Me llaman Arrebato Con mis ojos no se atrevieron Con mi pasión tampoco Me llaman Arrebato y aquí estoy. Me pintaron con esmero. Posé una y mil veces para mi artista. Nos amamos mirando él, dejándome mirar yo.

Formé parte de la decoración de un local de copas en un barrio marginalmente de moda. Pero llegó uno y escribió sobre mi frente.

Y me llaman Arrebato porque soy ímpetu y vehemencia, pasión y arrobo, éxtasis y rapto, ardor e intensidad.

Otro me afeó con largos bigotes.

Y me llaman Arrebato porque soy violencia y arranque, acceso y arrechucho, impulso y pronto, furia y cólera.

Sólo se salvan los ojos que miraron a mi artista.

Y mi pintor me vendió.

Y mi nombre.

Y me pintaron perilla y mancharon mis narices.

Y los labios que lo besaron.

¡¡¡¡Arrebato!!!!

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A la deriva... ¿O dejándose llevar...? Míralo con unos ojos... Tres mujeres, una barca, dos remos, un estanque. No se avanza. ¡¡Míralas, qué perezosas!!! ¿Pues no han abandonado los remos a su suerte? Ninguna asume el mando, ni la responsabilidad, ni el compromiso. La barca, a la deriva, chocará contra la orilla, encallará, se golpeará contra otra barca. Quizás naufraguen. Será el castigo por su desidia.

Normal, ellas se lo buscaron. Ahora... ¿Qué pasaría si lo miraras con otros ojos? No las juzgues, solo siente lo que ellas sienten...

invade los ojos? ¿Puedes imaginarlo? ¿Notas el sol en tu cara? ¿Su calor? ¿El silencio? ¿La paz?

Tres mujeres, una barca, dos remos, un estanque. Quietud, sosiego. Una dormita, la otra habla, y la tercera escucha, o quizás sueña. Sólo un pequeño vaivén... esas olitas de nada del estanque. Y la barca se balancea, las acuna... suavemente... sin molestar... ¿Puedes imaginar el sol en rostro? ¿La ondulación de la barca? ¿El sueñito placentero que

Y la barca ondula mientras nuestras tres mujeres, sueltan los remos ¡¡y se dejan llevar!! ¿Quieres elegir tu versión? A la deriva, ¿o dejándote llevar?


Distorsiones ¿Eres o te ven?

Prueba con cualquiera:

¿Eres o estás?

¿Eres triste o te ven triste? ¿Eres Confuso o te ven Confuso?

Sólo la tienes tú. Pero los demás podrían dar respuestas diferentes, porque la percepción es libre y muchas veces equivocada.

¿Eres o te sientes? Añadimos una palabra a estas preguntas… puedes elegir. Triste. Pasivo. Confuso. Desorientado.

¿Eres triste o estás triste? ¿Eres Confuso o estás Confuso? ¿Eres triste o te sientes triste? ¿Eres Confuso o te sientes Confuso? Hay muchas variantes, tantas, como adjetivos quieras añadir. Sigue probando. ¿Cuál es la respuesta correcta?.

Hay distorsiones en nuestro discurso, en nuestra forma de comunicarnos. ¿Has probado a realizar esas preguntas en tu entorno? ¿Familia, amigos, colegas, superiores, miembros de tu equipo? Es tan difícil como mirarse al espejo y preguntar. Anímate y pregunta. Elimina la distorsión. 21


Si no saltas

Si no saltas, nunca podrĂĄs atrapar tus sueĂąos.


Breve encuentro Un segundo, un instante, un momento, un suspiro, una ráfaga, un soplo, algo tan leve como un hilo. Todo ese largo tiempo duró nuestro cruce de miradas. Mi bus. Tu coche rojo. Tus ojos. Los míos. Y el silencio. Perdón por robarle el título a David Lean.

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El almacén de fantasmas de la casa de la luz azul Los veo cada noche, son cientos.

Me miró como sólo saben hacerlo algunos maridos.

Se colocan ordenadamente junto a las ventanas y me miran sin ojos porque no tienen cabeza.

De arriba abajo, como descubriéndome.

Me aturden, me inquietan, me desasosiegan.

En sus ojos ví... ayssssssss no sé lo que ví.

Curiosamente, en una planta parece que sólo hay hombres, y en otra sólo mujeres.

Es un hombre de pocas palabras, ya me ocupo yo de ponerlas en nuestra relación.

No se mueven... tampoco parecen tener piernas.

En silencio señaló una placa dorada en la fachada.

Y cada noche paso de puntillas para no alertarlos.

La explicación sólo necesitaba dos palabras y 15 letras.

El terror me bloquea y nubla mis sentidos.

"Adolfo Domínguez".

Pero me produce mucho pudor hablar con los demás de estos miedos irracionales.

Ahora, siempre que pasamos por delante, noto que mi marido me mira "raro"... ¿Como si se riera de mí?

Hace poco me atreví a abrir mi corazón a mi marido.

¿Es lo que vemos o vemos lo que es?

"Por favor, no pasemos nunca por el almacén de fantasmas de la casa de la luz azul".

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Encerré al dragón

Encerré al dragón que se comió mi tiempo, pero, ni por esas... Sigue devorando lo que es mío. ¿O quizás me dejo yo devorar?


Me impresionó su mirada Con todo mi respeto al pintor al que no conozco más que de vista. Ruego léase a toda velocidad, como un pensamiento sin puntos ni comas. “Aquí estoy, pasando frío menudo vientecito se ha levantado hoy y la Plaza desierta si es que no hay ni un duro me parece que acabaremos emigrando a Montmartre para darnos codazos unos a otros mezclados con los que recortan siluetas de cartón y los enésimos retratos de la torre Eiffel en perspectivas imposibles pero al menos hay gente parece que se acerca ese japonés miraré de reojo no quiero que me note desesperado el tío se para delante del de las caricaturas ese ya ha cumplido por hoy tengo frío a pesar de la gorra y

la bufanda me duelen las piernas de estar de pie tantas horas se me ha curtido la cara de tantos soles y tantos vientos mira ahora se acercan esas guiris ¿pues no quieren hacerme una foto?, mañana tengo que recoger el caballete nuevo y pagar las telas a Juan no sé de dónde voy a sacar el dinero tengo frío me siento mal”. “Y, sin embargo... ¡¡no cambiaría esta Plaza por nada ni por nadie!! Es mi lugar y es mi oficio, es mi plaza, mis horarios, mis tiempos, mis clientes, mis pinturas, ¡¡¡y mi libertad!!!"

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Salta del cuadro y dispara “No sabemos cómo las cosas son, sólo sabemos cómo las observamos o cómo las interpretamos. Vivimos en mundos interpretativos”. -Rafael Echeverría-. Observa las dos imágenes. Iguales y tan distintas. Dentro o fuera de la foto, según te sitúes, vivirás una historia distinta, vivirás una interpretación diferente. En la foto superior, ¿no te sientes paseante de esa calle? ¿No sientes la luz, el leve calor del sol de diciembre en tu rostro, el crujido de las hojas al pisarlas? Estás adelantando a un hombre que interactúa con un árbol, parece que tiene un pincelito para limpiar o pintar algo en su corteza. Formas parte del paisaje, no estás fuera sino dentro del mismo, compañero del pintor y paseante de la misma calle.

Aquí eres un mero observador de una escena, en la que el pintor está acabando su cuadro. Lo ves “desde fuera”. No sientes la luz de la calle, ni pisas las hojas caídas en la acera. Tus interpretaciones son distintas y por lo tanto, tus emociones cambian. Y esas emociones son las que modificarán tu acción. La mía fue ¡¡disparar!! Personalmente, me encanta estar dentro del cuadro, sentir que formo parte de ese paisaje, pero sólo poniendo esa distancia, saliendo del campo, “saltando del cuadro” para observar, podremos cambiar nuestra interpretación y así, sintiendo otra emoción, cambiaremos (espero que para mejorar) nuestra acción. Es un momento mágico cuando conseguimos “saltar del cuadro y ¡¡disparar!!”.

Y ahora… contempla la segunda.

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Para alcanzar al resto, tú eliges

Para alcanzar al resto, tú eliges: Correr más, o pedir que te esperen. Realmente, ¿tú qué harías? ¿Me lo cuentas?


El último pescador de nubes de aquella tarde ¡Vendo nubes de colores: las redondas, coloradas, para endulzar los calores! ¡Vendo los cirros morados y rosas, las alboradas, los crepúsculos dorados! Rafael Alberti.

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Los viejos muelles y ¡¡¡¡Ping!!! Adormecen envueltos en polvo en el escaparate de una ferretería, tan vieja como la dueña que la custodia. Parece que todo dormita, la tienda, la dueña y el género. Todo es feo, gris, sin chispa ni gracia. El único empleado viste una raída bata azul, con brillos en los codos y manchas en los bolsillos. Se pasa la vida contando tornillos y guardándolos en sus cajitas de cartón. Hasta que un día llegó un muelle joven y saltarín. Se llamaba ¡¡Ping!! Era espabilado, despierto, con un único objetivo; despertar a sus dormidos compañeros que se arrastraban sobre las estanterías del viejo escaparate. Recién salido de la fábrica y tras haber pasado los controles de calidad de una importante multinacional, llegó a la ferretería. Y aterrizó lleno de ilusión, con ideas renovadoras, dispuesto a motivar a sus compañeros y mejorar la productividad.

Cambiar las cosas para mejorarlas, mantener los viejos procedimientos que sí eran útiles y prácticos, renovar estructuras, aportar ideas, escuchar las de otros y aceptarlas, discutir órdenes absurdas y fomentar el diálogo. Pero ¡¡Ping!! fue rechazado por el grupo, era un muelle atípico, rebelde, y con unas ideas perturbadoras y peligrosas. Además, seguirle suponía realizar un esfuerzo que no se sentían con ganas de afrontar. Total, ¿para qué? Pasó el tiempo y ¡¡Ping!! se cansó de luchar, aburrido, se fue abandonando y no se dio a la bebida porque solo tenían "3 en 1" en las estanterías. Han pasado los meses, y aunque ¡¡Ping!! se mantiene aparentemente derecho y en pie, ya no tiene interés en nada. La rutina lo mató y la falta de ilusiones también. Pobre ¡¡Ping!! Seguro que conoces algún otro ¡¡Ping!! ¿Verdad?

¡¡Ping!! lo intentó una y otra vez.

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Hay muchos caminos, para llegar al objetivo

Hay muchos caminos, veredas, senderos e incluso escaleras para llegar al objetivo. Todos valen. Identifica el tuyo ยกy sube!


Cajas llenas de luz, para abrir y bucear en ellas en los malos momentos Cajas llenas de luz, para abrir y bucear en ellas en los malos momentos.

Hay cajas para guardar el cariño.

Me gustan las cajas, de todas las formas y colores.

Y los afectos. Y los amigos. Y la familia. Y los viajes.

Me gustan las cajas blancas, llenas de luz como las que hoy traigo. Me gusta elegir la caja, observarla, abrirla muy poquito a poco y dejarme iluminar por su luz.

Hay cajas para guardar la ternura.

Y todo aquello que algún día nos hizo feliz. Elije tu caja cada mañana, ábrela e inúndate de todo su contenido.

Hay cajas para días oscuros. Hay cajas para días tristes. Hay cajas para días desesperanzados.

Y cada vez que vivas algo que merezca la pena ser recordado, crea una nueva caja llena de luz. Para los días negros que estén por venir.

Hay cajas para guardar los buenos recuerdos.

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Regalando luz Él la amaba en silencio. Pero era gordito, rechoncho, y siempre lo rellenaban de agua, que es sosísima y sin color... y malo si tenía alguno, porque indicaba que estaba turbia y el cliente siempre se quejaba y lo devolvían, humillado, a la cocina. Ella era una copa tan preciosa, tan alta, tan elegante, y con unos modelos tan brillantes y distinguidos que la hermoseaban aún más. Cada día de un color o tonalidad diferente. Se sucedían el rojo, el rosa, el fresa, a veces el granate, el bermejo, el carmesí, otras el corinto, el escarlata, y si en el menú había pescado, la dama viraba al amarillo, el ámbar, incluso colores ocres o tostados. La copa, desde su altura, jamás lo miraba y el vaso percibía, que ni tan siquiera lo despreciaba, simplemente lo ignoraba.

Pero una noche, después de una fiesta, en la que los comensales se arrojaban papelitos de colores como estrellas (luego supieron que era una fiesta de Navidad) el vaso se sintió seguro, estaba limpio, sin huella alguna, porque nadie bebió agua en aquella fiesta, sin embargo, la copa de vino estaba mucho más trasegada, y algo sucia. Como abandonada, mezclada con otras y con la autoestima por los suelos. El vaso se acercó. Ella... ella incluso le miró. Se abrió una puerta... Y el vaso proyectó toda la luz, como una linterna, iluminó los pies de la copa, en el que dormían estrellitas olvidadas de la fiesta. Y el vaso se sintió más hermoso que el mismo sol, porque le había regalado la luz a su amada.

Su timidez e inseguridad le impedía acercarse, nunca se atrevía, ni osaba mirarla.

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Todo tiene mil caras

Todo tiene mil caras, mil facetas, hasta el cielo es poliĂŠdrico.


Hay dos formas de mirar, con velos en los ojos y sin ellos Subía desfallecida los 207 escalones del Miquelet en Valencia. Cargaba, claro, con mi cámara. Desde una de las ventanitas de la interminable escalera de caracol, descubrí estas cúpulas azules. Apunté con mi cámara, en difícil equilibrio entre unos japoneses que subían y unos franceses que bajaban, e intenté disparar. El autofocus se volvía loco. Ora enfocaba el enrejado de la ventana, ora enfocaba las cúpulas. Ambos resultados están a la vista. Al editar la foto en casa descubrí dos imágenes distintas de un mismo momento y un mismo objeto observado. Y escribí “Hay dos formas de mirar, con velos en los ojos y sin ellos”.

Mi reflexión era puramente fotográfica, pero tenía muchos más significados que sólo identifiqué días después. Miramos con los ojos, pero ponemos un velo que oculta aquello que miramos. Un velo de miedo. O de prejuicios. O de ideas preconcebidas. O de negación de la realidad.

Esos velos, como legañas negras, como telarañas espesas, nublan nuestra vista, y a la vez nuestro oído, porque viendo, escuchamos, y si no vemos, no escuchamos. La imagen con velos tiene su belleza y su misterio, pero oculta la realidad y la hermosura de ese azul de las torres de la catedral. De sus formas ondulantes, de esa simetría perfecta. Quiero frotar mis ojos, eliminar legañas y telarañas, para verte mejor, para escucharte mejor. Y así, sólo así, entenderte mejor.

O de una falsa realidad que nos hemos creado. O de ignorancia. Hay muchos velos ¿Cuáles son los tuyos?

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Cabeza Alta Soria, tomada por mi padre a sus 86 años, dos antes de fallecer. Su última foto.

A mi padre Porque me enseñó a andar. Porque me enseñó a nadar.

A mi padre, mi primer fotógrafo, que me enseñó a mirar el mundo a través del visor de una cámara para descubrir otra visión de las cosas.

Y a conducir. Y a caminar por el monte.

A mi padre, que me aconsejó unirme al Grupo Persona con una sola palabra, ¡¡DIVIÉRTETE!!

Y a caminar por la vida. Y, aquí estoy, divirtiéndome.

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Marta García San Martín Marta estudió la carrera de turismo porque soñaba con ser guía para llevar gente de un sitio a otro, conocer personas, aprender idiomas y viajar.

En 2008 se incorporó a una firma de HeadHunters como Directora de Consultoría. Más Personas para las que trabajar y por las que trabajar.

Durante doce años trabajó en distintas empresas de hostelería y turismo, hasta que un buen día, miró a su alrededor y no había gente, ni idiomas, ni viajes. Y con 35 años decidió que tocaba un cambio radical de carrera.

En 2012 se incorporó al Grupo Persona para liderar Ars Outplacement. En este mismo año, Marta cumplió uno de sus sueños, certificarse en Coaching ya que desde el año 2000 y como consultora de Outplacement utilizaba esta herramienta para el desarrollo, mejora y crecimiento personal y profesional de sus candidatos.

Y porque quería trabajar con y para Personas, entró por la puerta de atrás del hermano pequeño de los RRHH, el Trabajo Temporal. Una multinacional de este sector, Manpower, fue su primera oportunidad. Durante 9 años creció y aprendió en un mundo duro, competitivo y no siempre “bien visto”. 10.000 candidatos entrevistados en 9 años. 10.000 Personas. Posteriormente, y como Consultora Senior, formó parte del equipo fundador de una de las compañías pioneras del Outplacement en nuestro país y durante ocho intensos años desarrolló programas de Recolocación y Gestión de Carreras. Es una “todo terreno”: Grupos, colectivos, individuales, directivos. Y colaboró en la recolocación y reorientación profesional de más de 4.000 candidatos. 4.000 Personas.

En la actualidad, Marta compagina sus funciones en Ars Outplacement con los proyectos de coaching del Grupo Persona. Colabora intensamente, tanto en proyectos grupales como individuales aportando una experiencia, con Personas de más de 20 años, conocimientos técnicos y especialmente una visión viva, positiva y emocional que enriquece a sus clientes. Y Marta ha descubierto, que ha logrado su sueño: Llevar Personas de un lugar a otro, ayudándolas a construir su propio proyecto de desarrollo de Carrera, dentro o fuera de la compañía, a liderar dicho cambio, llevando las riendas de su propio destino.


Razón y pasión por las personas “Ayudamos y enseñamos a encontrar oportunidades a quien más lo necesita. La transición profesional exige implicación, compromiso y experiencia para generar nuevas ilusiones y perspectivas”

Principe de Vergara 109, 7ª Planta 28002 Madrid info@persona.com.es +34 91 458 58 67


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