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Repliegue del movimiento LGTBI en los años 90

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Bibliografía

Bibliografía

Sistematización de la experiencia y reflexiones para compartir

una sujeta trascendente que elige libremente performar los roles tradicionales porque así le provoca” (2017: 71-72). Los avances organizativos de las disidencias sexuales en la década de los 80 fueron logros de suma trascendencia, más aún al ser el Perú un país de fuerte tradición católica y con una cultura hegemónica sumamente conservadora.

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REPLIEGUE DEL MOVIMIENTO LESBOFEMINISTA EN LOS AÑOS 90

Pero, cuando Alberto Fujimori asume la Presidencia, las condiciones políticas, económicas y culturales empeoraron ostensiblemente para las poblaciones diversas y, en 1991, las fundadoras del GALF decidieron salir del país y desactivar su agrupación. Las lesbianas cercanas al GALF que se quedaron en el país, encontraron que el único espacio institucional donde podrían seguir activando era el MHOL (Rodríguez, 2017)5 .

Durante la década de los 90, las lesbianas en el MHOL, se concentraron en dar apoyo a las lesbianas que estaban sufriendo presiones por su «salida del clóset» y, siguiendo la tradición del GALF, organizaron talleres vivenciales, de autoconciencia, para abordar el miedo y la angustia que genera aceptar y revelar una identidad disidente. También se dedicaron a dar apoyo emocional y asesoramiento a gais y transfemeninas afectades por el VIH-SIDA.

Pese a ello, la relación entre gais y lesbianas no fue fluida. Entre otras cosas, porque en el MHOL se habría reproducido la división genérica del trabajo: algo así como “ustedes las lesbianas (mujeres) se encargan de la limpieza y el cuidado del local, nosotros (hombres) de la administración” (Cuba y Villegas, 2018). Con la llegada de apoyos financieros, –provenientes de fondos internacionales, destinados a prevenir el VIH-SIDA, que fueron dirigidos específicamente a la sección “gai” del MHOL–, la situación se agrabó, agudizándose las tensiones ya existentes al interior.

Una tercera veta del movimiento de las diversidades sexuales, tan importante como las lesbianas y los gais, está constituida por las y les transexuales. Villegas y Cuba (2018) dan cuenta así de su proceso organizativo inicial, en las décadas de los 80 y 90:

5 Un dato importante: en 1986 una de las integrantes del GALF, Rebeca Revilla, se había incorporado al Movimiento Homosexual de Lima (MHOL), llegando a ser la primera directora lesbiana de esa ONG. Este hecho generó tensiones en el GALF, que siguió siendo un grupo autónomo, diferenciado de los gais, e integrante activo del movimiento feminista. Pero cuando el GALF cerró sus actividades, a inicios de los 90, el MHOL quedó como el único espacio institucional donde se podían reunir las lesbianas, situación que continuó hasta el 2000.

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