y observa que no solo hay un mundo violento, manipulador, voluble y arbitrario, sino que existen otras maneras de transitar por el periplo vital. Entonces đ?œ‹ reniega del mundo irracional. Se rompe y se reconstruye vĂa la educaciĂłn, aunque eso le cueste un doloroso alejamiento de su familia. Ya tenemos de pi a cero (Ď€ > 0). En otros tĂŠrminos, de nĂşmero irracional a nĂşmero racional (los nĂşmeros de toda la vida 0, 1, 2, 3‌). AhĂ, en esta disyuntiva, sitĂşa Westover Una educaciĂłn. El libro (no es una obra de ficciĂłn, advierte la portada) me ha dejado un sabor agridulce porque la dualidad familia / educaciĂłn que constituye el eje vertebrador no estĂĄ bien equilibrada. La autora escribe mucho sobre su familia. Usa para ello un recurso impresionista, un mariposeo de recuerdos de aquĂ y de allĂĄ que puede resultar inconexo en la lectura a pie de pĂĄgina, pero que se reordena en un panorama contundente y eficaz cuando el lector levanta la vista y echa mano del recuerdo. La historia familiar no sigue una acumulaciĂłn de hechos con orden cronolĂłgico, sino una enumeraciĂłn de acciones que deben encajar como un rompecabezas solicitando para ello la colaboraciĂłn del lector. Por ese lado, perfecto.
punto, Una educaciĂłn falla y la obra, al final, no remonta como se pide a un gran libro. Ofrece Westover un vuelo sin motor que despega, planea un poco, pero no alcanza altura y aterriza como aterriza. No acabo de ver las palabras de la solapa: “Una educaciĂłn es su primer libro, que se ha traducido en veintidĂłs paĂses y ha sido aclamado por los lectores y la crĂticaâ€?. Pero no hay que tirar la toalla con Tara Westover: es una obra primeriza y en ese contexto sĂ consigue un notable alto. SeguirĂŠ atenta a su trayectoria.
En cambio, Tara Westover flojea al construir ante nuestros ojos la otra cara del dilema: la educaciĂłn que da tĂtulo al libro. Esta parte requiere una retrospectiva interna, transmitir la autodestrucciĂłn de la persona que se anula y se rehace vĂa la educaciĂłn para alejarse de un entorno familiar nocivo para ella. Si, en la primera parte, la mirada se fundamenta en lo exterior, la segunda exige un enfoque intimista, filosĂłfico, con uso generoso del monĂłlogo interior. En este 5