Chile 1973 1990

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Chile 1973-1990

La dictadura de Pinochet

Hoppe L贸pez Montecino P茅rez

PEREZ LOPEZ e d i t o r e s



Hoppe L贸pez Montecino P茅rez Chile 1973-1990 La dictadura de Pinochet

Colecci贸n Mal de ojo Serie Cazador de sombras

PEREZ LOPEZ e d i t o r e s



Fotografiar la Memoria

“Lástima no haberte conocido antes sino en un infierno como este” Eugenia Brito

Como en el centro de una pesadilla interminable -de cuarenta añospareciera que el golpe de Estado sigue transcurriendo una y otra vez. Una y otra vez en los múltiples signos que rememoran esos tiempos. Continúa el golpe porque nos legó la infame categoría de detenido-desaparecido para más de mil ciudadanos chilenos que se perdieron en la violencia macabra de esos años. Y esa condición, la de detenido-desaparecido, continuará ocupando centralmente el imaginario nacional. Porque no están ni vivos ni muertos debido a un programa de exterminio estatal que rompió todos los límites de los pactos humanos como es la ceremonia de la despedida de los restos mortales de los habitantes de las distintas comunidades. Cuarenta años después ya entendemos, con una claridad aterradora, la relación entre poder y crimen, entre dinero y crimen, entre Estado y crimen. Cuarenta años de instalación de un lucro sin precedentes, cuya matriz está impresa el año 1973 cuando se puso en marcha un proyecto que ligó (para siempre) el poder económico y el poder militar. Un proyecto que funcionó a la perfección suspendiendo los derechos, impidiendo la circulación por un toque de queda alucinante que declaró en interdicción la noche y los pasos y nos mantuvieron (a millones de personas) en las casas por años de años como si fuéramos niños pequeños porque afuera estaba “el cuco” que nos iba a matar o hacernos desaparecer. Hoy, cuarenta años después vemos un enjambre de lobistas, un tremendo conflicto de intereses entre las altas autoridades que le dan luz verde a sus patrones o socios deambulando como locos y, a la velocidad del rayo, desde la empresa privada hasta las labores del Estado. Se entiende bien en cuánto los parlamentarios sirven descaradamente a los empresarios. Se comprende que una parte de ellos no son en rigor parlamentarios sino que guardianes de los intereses de sus patrones. Vemos sueldos de hambre, salud insalubre, multiplicación de guettos en las ciudades, pensiones indescriptibles. Observamos a una iglesia distinta, conservadora que tambalea y reprime el cuerpo de las mujeres y vemos también cómo curas homosexuales y curas pedófilos miran hacia el cielo y condenan la misma homosexualidad que frecuentan o se dicen protectores de la infancia que profanan. Se erige el mall (el sentido de la palabra españolizada es interesante) como reparación para un universo hostil. La compra en el interior de estas esculturas del lucro contemporáneo están allí para demostrarnos que la única democracia posible, esa en la que todos somos iguales es cuando se acude al


mall. Somos iguales en los momentos específicos en que se compra a un crédito usurero que tenemos que celebrar y que agradecer porque, de esa un crédito usurero que tenemos que celebrar y que agradecer porque, de esa manera, se participa en el presente y simultáneamente se olvida que el presente es antidemocrático, excluyente y opresor. La larga dominación militar nos legó la supremacía masculina que mantiene una desigualdad salarial que no cesa entre hombres y mujeres porque a igual trabajo, las mujeres valemos menos. Somos más baratas precisamente porque tenemos un valor inferior en el mercado de producción de bienes y sólo valemos igual como compradoras a crédito. Pero no hay que olvidar la matriz que posibilita cada una de las irregularidades del presente. El 11 de septiembre de 1973 se bombardeó La Moneda (nombre elocuente para ser bombardeado) porque ese era el tema, restablecer la concentración de “La Moneda” y detener la emancipación popular. Hoy, editorial Lom, se propuso lanzar un libro-documento para incrementar la memoria de los cuarenta años del golpe de Estado. De manera exacta, mediante un recurso indesmentible, un conjunto de fotografías rememoran los tiempos más duros de estos cuarenta años comprendidos entre 19731990. Observar las imágenes capturadas por nuestros fotógrafos emblemáticos, Hoppe, López, Montecino, Pérez nos conduce por un viaje sensible que activa la memoria y da una luz de alerta en torno a la necesidad de intensificar la democracia que hasta ahora no se ha consolidado por la persistencia de la Constitución pinochetista. Cada foto es extremadamente compleja porque porta una serie de significaciones históricas amplias que nunca podrán ser contenidas. Pero ese es el mérito de este libro: proponer una serie apretada de imágenes que recorren los años más infames de la historia de Chile del siglo XX y que por el trabajo (peligroso) realizado por los cuatro fotógrafos demuestra que los ciudadanos pusieron el cuerpo ya para morir o para resistir. Son esos rostros “anónimos”, a los que se les privó de identidad y de épica, los que ahora reaparecen para protagonizar la historia de la fotografía chilena de esos años. Los miles de prisioneros en Estadio Nacional (a los que el deporte chileno no les ha concedido todavía un homenaje) ocupan las graderías o vemos presos tirados en el suelo o se percibe el destino final de unas vidas plasmados en los ataúdes hacinados sobre un autómovil. O más adelante, las inapreciables imágenes de la resistencia multitudinaria en las poblaciones más vulnerables del país que formularon el primer final rotundo para la dictadura mediante las protestas ciudadanas. Y allí está la fotografía que enmarca uno los crímenes estatales y el furor de los pobladores que ya no abandonaron las barricadas a partir de 1983. Es una historia múltiple y a la vez repetida la que recoge este libro. Una historia trágica que es necesario reconocer para no relativizar el relato del maltrato y de los crímenes de lesa humanidad. Aquí están las fotografías que demuestran una y otra vez, sin cesar, que esa escena sucedió y sigue sucediendo en la imagen que se extiende a la mirada. Se trata de un libro necesario que discute la expresión tan conveniente de “mirar hacia adelante”. Porque “ese adelante” está marcado por estas fotografías que van a aparecer cada vez en el presente para alertar sobre los peligros del futuro. Este libro no recoge a las elites sino que se centra en el fin de una revolución democrática -encabezada por el presidente Salvador Allende-


que duró 1000 días y en los tramos de una epopeya de la resistencia. En esas vidas nuestras que transcurrieron en un opaco interior que castigó a millones de personas que fuimos condenadas a la humillación del silencio o bien a distintos grados de castigos físicos hasta llegar a la muerte. Más allá del pesar que provocan las imágenes contenidas en el libro está el reconocimiento a la indispensable existencia de estas fotografías que consiguen hablar con énfasis después de muchos años, porque están en el lugar central de todos los tiempos. Son memoria y son el presente de la memoria y representan un real homenaje a las víctimas y un reconocimiento a la resistencia popular. Han pasado cuarenta años desde que se precipitó la catástrofe y estas fotos fueron, son y serán documentos centrales que valen tanto o más que una cantidad infinita de palabras.

Diamela Eltit


ALEJANDRO HOPPE Escuela Militar, 1983.



MARCELO MONTECINO Ruinas del Palacio de Gobierno, 1973.



MARCELO MONTECINO Santiago, 1973.



MARCELO MONTECINO Afueras de la morgue. Santiago, 1973.



MARCELO MONTECINO Cementerio General de Santiago, 1973.



MARCELO MONTECINO Presos en el Estadio Nacional, 1973.



MARCELO MONTECINO Funeral de Pablo Neruda. Cementerio General de Santiago, 1973.



MARCELO MONTECINO Familiares a la espera de cuerpos en el Instituto MĂŠdico Legal. Santiago, 1973.


MARCELO MONTECINO Guardias del Estadio Nacional. Santiago, 1973.


MARCELO MONTECINO Servicio de Identificaci贸n Nacional. Santiago, 1983.


MARCELO MONTECINO Misa por los Derechos Humanos. Santiago, 1983.


HECTOR LOPEZ Santiago, 1986.



CLAUDIO PEREZ Cementerio General de Santiago, 1991.



MARCELO MONTECINO Escuela Militar. Santiago, 1983.



HECTOR LOPEZ Santiago, 1984.



HECTOR LOPEZ Santiago, 1987.



HECTOR LOPEZ Santiago, 1985.


MARCELO MONTECINO Te Deum. Catedral de Santiago, 1988.


HECTOR LOPEZ Santiago, 1984.


HECTOR LOPEZ Santiago, 1986.


HECTOR LOPEZ Santiago, 1984.



MARCELO MONTECINO Santiago, 1988.



MARCELO MONTECINO Paseo Ahumada. Santiago, 1988.



ALEJANDRO HOPPE Fiscalía militar. Santiago, 1987.



MARCELO MONTECINO Visita del Papa al Parque O’Higgins. Santiago, 1987.


ALEJANDRO HOPPE Plaza de la Constituci贸n. Santiago, 1987.


HECTOR LOPEZ Poblaci贸n La Victoria. Santiago, 1986.



ALEJANDRO HOPPE Poblaci贸n La Victoria. Santiago, 1984.


HECTOR LOPEZ Poblaci贸n La Victoria. Santiago, 1986.


HECTOR LOPEZ Visita del Papa al Parque O’Higgins. Santiago, 1987.



HECTOR LOPEZ Barricadas en poblaci贸n La Victoria. Santiago, 1986.



CLAUDIO PEREZ Santiago, 1986.



ALEJANDRO HOPPE Tribunales de justicia. Santiago, 1988.



CLAUDIO PEREZ Plaza de Armas de Santiago, 1984.



ALEJANDRO HOPPE Funeral de Rodrigo Rojas De Negri. Santiago, 1986.



CLAUDIO PEREZ Detenido durante marcha por el asesinato de los militantes comunistas Nattino, Parada y Guerrero. Santiago, 1986.



ALEJANDRO HOPPE Biblioteca Naciona. Santiago, 1988.



CLAUDIO PEREZ Herido durante el velorio del sacerdote Andr茅 Jarlan asesinado por carabineros. Poblaci贸n La Victoria, 1984.



ALEJANDRO HOPPE Aniversario militar. San Bernardo, 1987.



CLAUDIO PEREZ Paseos Huérfanos y Ahumada, 1986.



ALEJANDRO HOPPE La Ligua, 1987.



HECTOR LOPEZ Pinochetistas. Santiago, 1988



CLAUDIO PEREZ Toma de terrenos. Puente Alto, 1984.



CLAUDIO PEREZ Funeral de ni単a muerta por disparos desde una patrulla militar. Cementerio Metropolitano, 1986.



CLAUDIO PEREZ Entrega del cuerpo del niño -detenido desaparecido y ejecutado en 1973- Carlos Fariña a su familia. Servicio Médico Legal, Santiago, 2000.



CLAUDIO PEREZ Funerales de detenidos desaparecidos ejecutados de Pisagua. Iquique, 1990.



CLAUDIO PEREZ Manifestaci贸n en contra de la liberaci贸n de Pinochet en Londres. Santiago, 1999.



HECTOR LOPEZ Catedral de Santiago, 1983



HECTOR LOPEZ Santiago, 1985



CLAUDIO PEREZ Triunfo del “No”. Plaza de la Constitución, 1988.




Este libro ha sido posible por el trabajo de

Comité Editorial Silvia Aguilera, Mario Garcés, Luis Alberto Mansilla, Tomás Moulian, Naín Nómez, Jorge Guzmán, Julio Pinto, Paulo Slachevsky, Hernán Soto, José Leandro Urbina, Verónica Zondek, Ximena Valdés, Santiago Santa Cruz Edición Javiera Herrera Producción Editorial Guillermo Bustamante Proyectos Ignacio Aguilera Área educación Mauricio Ahumada Diseño y Diagramación Editorial Leonardo Flores, Max Salinas Corrección de Pruebas Raúl Cáceres Comunidad de Lectores Francisco Miranda, Marcelo Reyes Ventas Elba Blamey, Luis Fre, Marcelo Melo, Olga Herrera Bodega Francisco Cerda, Pedro Morales, Carlos Villarroel Librerías Nora Carreño, Ernesto Córdova Comercial Gráfica LOM Juan Aguilera, Danilo Ramírez, Inés Altamirano, Eduardo Yáñez Servicio al Cliente Elizardo Aguilera, José Lizana, Ingrid Rivas Diseño y Diagramación Computacional Nacor Quiñones, Luis Ugalde, Jessica Ibaceta, Gustavo Lazcano Secretaria comercial Elioska Molina Producción Imprenta Carlos Aguilera, Gabriel Muñoz Secretaria Imprenta Jasmín Alfaro Impresión Digital William Tobar Impresión Offset Rodrigo Véliz Encuadernación Ana Escudero, Andrés Rivera, Edith Zapata, Pedro Villagra, Eduardo Tobar Despacho Matías Sepúlveda Mantención Jaime Arel Administración Mirtha Ávila, Alejandra Bustos, Andrea Veas, César Delgado.

L O M

e d i c i o n e s


Chile 1973-1990 La dictadura de Pinochet

Hoppe López Montecino Pérez Septiembre de 2013, se conmemoran 40 años del golpe militar en Chile. Con ese motivo cuatro fotógrafos chilenos que registraron esa época presentan una parte de lo que fue su trabajo fotográfico durante ese tiempo, ellos son: Marcelo Montecino, Alejandro Hoppe, Claudio Pérez y Héctor López. Estos fotógrafos, protagonistas de un tiempo que ensucia la tradición democrática de Chile y que avergüenza los valores universales en derechos de los pueblos y de las personas, se comprometieron con el registro documental y le dieron un sentido plástico y profundo a esa realidad, cada uno desde momentos y miradas distintas. Montecinos, fotografía, sobretodo, los primeros años de la dictadura, luego del asesinato de su hermano; Hoppe construye sus imágenes con un sentido directo y agudo; Pérez y López fundan desde los márgenes una mirada independiente y delineando un particular estilo que en momentos ironiza con los sucesos. Es conocida la participación que la fotografía en Chile tuvo en los 17 años de dictadura y el importante rol que los fotógrafos tuvieron en esos años, la mayoría jóvenes que se aproximaban a esta forma de expresión y que vieron en la fotografía un instrumento de denuncia y compromiso. Sin duda, que hoy se observa casi con un sentido épico, no obstante la obra de estos autores cobra valor con el tiempo en su profundo sentido político y documental, construyendo la historia y la memoria de nuestro país.


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