Colección Chile Pasaporte nº6

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CLAUDIO PÉREZ

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CHILE / NORTE


PEREZ LOPEZ e d i t o r e s


CHILE / NORTE

CLAUDIO Pร REZ

COLECCION PASAPORTE

Nยบ 6_12



MR. NORTH

Cuerpo viejo, de metal, añoso. Cuerpo abandonado en un cuerpo arrugado. Soledad de elefantes que un día, hace ya mucho, pasaron perdidos por estos lugares y cansados, decidieron dormirse en la arena recostados para siempre. Muchas eras, millones de años, épocas que te fueron conformando de Andes altos y cordones montañosos que dan vida a tus valles transversales, hasta llegar al mar salado. Es que tu estructura corpórea ya no tiene flores porque estás muy viejo. Hace ya mucho tiempo se te fueron a la oquedad profunda, las rosas, los tulipanes y hasta la misma zarzamora sureña que habitara tu piel. Esa flora, ahora ricos minerales que navegan tus profundidades como órganos extraíbles, que dan vida a otras vidas, atrajo a la ambición de los poderosos que administran el esfuerzo del trabajo de los que cortan ese cuerpo antiguo con el ñeque del pampino; trasladaron máquinas que socavan tus entrañas, y llamándole “progreso” obtuvieron ganancias grotescas de esas pérgolas subterráneas de flores viejas. Antes de que fueras esta inmensidad, tu cuerpo vetusto fue joven y adolescente desflorado. Unos océanos, al pasar las eras, descendieron hacia el Pacífico. Emergieron sorprendente las andinas montañas que te miran. Más antaño, te encharcaron los hielos que, por causas desconocidas, en un movimiento de prodigiosa envestida milenaria, afloraron valles regocijantes de pastizales: allí te vestiste


florido todos los días de esos tiempos. Tamarugal es el pedazo de tu cuerpo, indicio de esa impronta. Cuerpo añoso, enorme tesitura silenciosa de raíces solidificadas. Viejo colmado de tendones, músculos torrentes de minerales, son tus flujos. Cuando las aguas marinas te bañaron en tiempos de cuya memoria no recuerdo, trashumantes hombres y mujeres tal como nosotros mismos, vivieron y murieron sobre tus anchas espaldas. Bebían de tus aguas, comían de tus frutos. Sobre ti construyeron culturas, imaginaron, diseñaron y luego levantaron poblados. Acordaron sus ritos, las mínimas reglas de convivencia comunitaria, herencia maciza para los pueblos que transcendieron los tiempos pretéritos; pobladores de origen, que dejaron su linaje a la gente que hoy nos miran con signos de silencio nortino, amables y cariñosos. Tal como antes fue, residentes en tus tierras, bajan y suben tu cuerpo longevo, aún en busca de trabajo digno, puntal de su sobrevivencia. Esas gentes dejaron sus huellas las que viajo con ojo atento. En ciertas fechas del calendario, acunas los sones de enloquecedores carnavales; son kunza, diaguitas, aymaras que te oran y ofrecen, para que la vida no acabe. Innumerables marchas sonoras irrumpen antes de “la siesta pagana” pidiéndole a Dios y la Virgen, que no te vistan con anchas carreteras concesionadas, no llenen de asfalto las cenizas desparramadas de los deudos, o sobre tu pecho suban máquinas a diesel, veloces móviles cuadrúpedos modernos, basurero del marketing globalizado.


Pasaron los siglos, otra vez. Llegaron del otro Chile verde, también pobladores altiplánicos de Perú y Bolivia. Algunos otros del oriente, de tan lejos. Todos juntos, se pusieron overol para extraer el caliche y pensaron dignificarse con lo que les era común, más se empobrecieron al otro día, cuando otro se hizo rico. Hablaban en inglés los poderosos y tu lengua se dormía. Como siempre, construyeron sus verdades, gritando. Se levantaron industrias, sucias chimeneas emergieron de tu piso. Sin embargo, ese nuevo Norte, fue formándose con su clase valiente. Los épicos relato de historias amargas, bajaron esperanzados hasta tocar las calles de Iquique. A causa de esas historias, se nuble la tarde, y temprano a la mañana, la camanchaca humedece los huesos escondidos de Pisagua, aguita de todo el año. Pura madera sin bosque, de frutales que no cuelgan, sabores desaparecidos que están ahí. Pleno de leyendas que nos duelen, y nos abrigan, como si fueras la biografía cantada del siglo pasado. Por otro lado, la mirada astuta del que observa (mirando), escucha las ruinas sonoras por donde respiras. El, atiende las marcas de los que osaron permanecer sobre tus montañas opulentas de sol y estrellas. Registra las huellas indelebles que dejan los cementerios, vestigios que brotan de cuando en cuando, pareciendo cactus pobres y sedientos. Son osarios visibles, no están ocultos y clandestinos. Alguna chatarra hija del progreso, representa el paisaje estéril y


mortuorio. Lacerando tu cuerpo con letreros que se levantan ilegibles, líneas férreas que no llegan a una parte, todos fantasmas animosos que acompañan el camino de los hombres solitarios que te obturan y te muestran, como una humanidad cromática, exuberante. Cuerpo de magníficos colores, seguirás hasta el fin de los días, acunando tus dormidos arrugados elefantes.

Leonel Yáñez Uribe periodista


































COLECCION PASAPORTE

Nº 6_12 Las fotografías fueron tomadas en la laguna Miscanti, camino a Putre, San Pedro Estación, Chuquicamata, oficinas salitreras, valle de Copiapó, salar de Atacama, El Salvador, Pampa Unión, camino a Paso Jama, Isluga, Río Grande y Pampa del Tamrugal entre los años 2000 y 2010.


Pasaporte es una colección de libros fotográficos que nos permite conocer el trabajo de fotógrafos y constituir una geografía de los pueblos. Visiones personales que ejercitando el lenguaje visual, nos proponen una mirada y una reflexión sobre el mundo. Esta serie presenta a Chile, país del sur, de personalidad diversa, geografía desbordante y extrema. Una franja de delgadez telúrica y pasional.

Sur austral. Zona de mar rebelde, icebergs, nieves eternas, faros perdidos, vientos insolentes, historias de naves y navegantes.

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