POR LA PUERTA GRANDE
Los aficionados que se dieron cita en la Plaza de Toros de Provincia Juriquilla fueron testigos de la emotiva despedida de los ruedos de Enrique Ponce, uno de los diestros más importantes de finales del siglo XIX e icono del toreo español que ha dejado una huella imborrable en la historia de la tauromaquia
SÁBADO 23
El pasado fin de semana, la Plaza de Toros de Provincia
Juriquilla fue testigo de una velada histórica y cargada de emociones con la despedida del maestro valenciano Enrique Ponce, quien puso fin a su carrera en tierras mexicanas tras casi 35 años de alternativa. En una noche marcada por la irregularidad del encierro de Los Encinos, Ponce logró cortar una oreja y reafirmar su lugar en la memoria de los aficionados queretanos.
EL RECONOCIMIENTO AL MAESTRO
Antes de iniciar el festejo, los empresarios Juan Arturo ‘El Pollito’ Torres Landa y Rafael Herrerías entregaron una placa conmemorativa a Enrique Ponce en honor a su vasta trayectoria y aportaciones a la tauromaquia. Fue un momento emotivo que marcó el inicio
de la noche, con un lleno total en el coso queretano.
EL DESARROLLO DE LA CORRIDA
La jornada comenzó de manera inesperada cuando el toro Sapito, de 515 kilos, salió desbocado de los toriles, chocando contra la salida y cayendo sin vida. Guillermo Hermoso de Mendoza, el primer actuante, lidió en su lugar a Madrileño, un astado con buena embestida al que lució con banderillas, pero falló con el acero y debió recurrir al descabello, llevándose solo palmas del público. Con su segundo toro, Desvelado, el rejoneador volvió a mostrar temple, aunque los fallos con el rejón de muerte impidieron mayores logros. Enrique Ponce inició su turno con Pegaso, de 507 kilos, al que llevó con paciencia y temple por derechazos, aunque la falta de fuerza del astado limitó su faena.
El segundo de su lote, Cubetero, ofreció mejores condiciones y el valenciano desplegó su característico arte con tandas templadas que calaron hondo en la afición. Una estocada defectuosa no fue impedimento para que el juez le otorgara una oreja, la única de su actuación.
El queretano Octavio ‘El Payo’ García tuvo una noche complicada. Aunque sacó destellos de calidad con Coquetón y Güero, su esfuerzo se diluyó debido a las dificultades con la espada, dejando su actuación entre palmas y silencio.
Por su parte, el michoacano Isaac Fonseca fue la revelación de la noche. Su valentía y conexión con el público brillaron con Cunerito, al que lidió de forma impecable y mató de una estocada efectiva, cortando una oreja. Con Bandolero, el último toro de la noche, Fonseca volvió a
demostrar su garra, aunque los fallos con el acero y un susto al ser revolcado evitaron una mayor recompensa.
UN ADIÓS INOLVIDABLE
La despedida de Enrique Ponce en Juriquilla fue un recordatorio de su grandeza en los ruedos y de su vínculo especial con la afición mexicana. Aunque la noche no fue del todo redonda para él, el reconocimiento y el cariño de los presentes sellaron su legado. Con su retiro, el toreo pierde a uno de sus máximos exponentes, pero su huella permanecerá imborrable en la historia de la tauromaquia.
Así, la Plaza de Toros de Provincia Juriquilla se despidió de un maestro, mientras el eco de los olés y las emociones vividas perdurarán en la memoria de quienes asistieron a esta noche para la historia.