MOTIVACION
Junio - Julio 2014
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La confusión entre el rol y la persona jugar un papel, que a crecer como persona. La autoestima y la autoconfianza pueden deteriorarse seriamente cuando de repente alguien ya no puede seguir desempeñando el rol al que estaba apegada y que creía -equivocadamente- que le definía como persona. El slogan anterior de Colombia fue "el riesgo es que te quieras quedar." El actual es "Colombia: Realismo Mágico." Ambos son ciertos. Desde este amigable país, le invito a reflexionar sobre la relevancia de sus múltiples roles como medios de expresión de su más profunda identidad personal. Pero, ¿qué sucede si se confunden los roles y la persona como tal? Cordialmente, "Como jefe es un desastre, pero como ser humano es ejemplar y le estimamos mucho." Es posible escuchar esto en una empresa en la que se comprende la diferencia entre la persona como tal y el rol que desempeña. Confundir ambos factores puede conducir a tensiones, relaciones complicadas y decepciones injustas. ¿Sucede algo así en su organización? Todos desempeñamos diversos papeles en la comunidad: somos padres o madres, profesionales, estudiantes, dirigentes, deportistas, jefes, etc. Por medio de ellos obtenemos satisfacciones y expresamos convicciones; así, el estudiante evidencia creer en la superación personal y el jugador de una selección nacional de fútbol manifiesta el orgullo por su nacionalidad. Las convicciones son nuestra esencia, pues se originan en valores y conceptos profundos sobre la misión, el propósito y el legado que aspiramos dejar en nuestro paso por el mundo. Esas convicciones constituyen la identidad, lo que nos hace únicos y se proyecta por medio de roles o papeles, pero no son lo mismo. Muchos problemas organizacionales y tensiones emocionales se inician cuando las personas no distinguen sus roles de su ser interno. Por ejemplo, alguien que llega al final de su carrera laboral y se retira de sus funciones en una empresa, puede experimentar serios vacíos a partir de ese momento porque, se dedicó más a
No somos los roles que cumplimos. Si un estudiante fracasa en un examen, solo significa que en ese rol, una vez, en una prueba, le fue mal. Pero él o ella siguen siendo personas maravillosas al margen de ese resultado. Simplemente deben entender que "algo salió mal en una pequeña parte del papel desempeñado en la obra." Un actor de cine puede alegrar a millones de personas con una exquisita habilidad para interpretar roles de comediante y, sin embargo, ser una persona triste, atrapada en depresiones. Por eso, no se debe confundir lo que hacemos con lo que somos. Hay personas que son casi "esclavas" de sus roles, dependen de ellos para sentirse "alguien" y temen cambiarlos. Esa dependencia suele ser fuente de sufrimiento íntimo. Si el presidente de un país se aferra al poder y a los placeres que ese rol le otorga, es posible que quiera perpetuarse en esa posición, por encima del valor que agrega a los demás. El apego al rol puede causar estragos en las relaciones y distancia a las personas. Si a usted le dicen "Doctor," "Profesora," "Jefe", comprenda que le están dando más relevancia al rol que desempeña que al "Juan," Adriana," o "Simón" que usted es. Si solo reacciona según las expectativas que se tengan de ese rol, pronto ellos no sabrán quién es usted como persona y, a lo mejor, usted tampoco. Por supuesto, debemos ser exigentes con la calidad de nuestro desempeño de los roles. Pero no al extremo de ser tan obsesivos con ellos, que nos recriminamos por algo insignificante que ocurra al jugarlos, comparado con nuestra esencia como seres humanos. ¿Puede usted responder por separado quién es y qué hace? Si lo logra, sabrá que todavía no es "esclavo" de sus roles.
Ejemplo de una común historia de amor
Por Luis Cartín S.
Con gran satisfacción acepté una propuesta del amigo de toda la vida Gonzalo Hernández, para publicar “algunas notas” en Belén al día, medio escrito que él edita, sobre temas que se salgan de lo común. Me pareció interesante comenzar con algo que experimenté, antes de reunirnos, al recorrer acompañado de mi esposa, los pasillos del centro comercial la Rivera de Belén, donde a diferencia del comportamiento que uno encuentra al practicar este tipo de “ejercicio” físico, las personas que pasaban a nuestro lado nos saludaban con un “Buenos días”, y hasta un… ¿Cómo les va?, sin siquiera conocernos. Esa “educación amistosa”, cortesía entre vecinos, que se practicaba mucho en el pasado, y que comenzaba con buenas intenciones apenas rayaba el Sol, sorprendió a una pareja de turistas estadounidenses hará unos diez años, cuando visitaron el cantón invitados por unos amigos que vivían en San Rafael. Don y Maxine Simpson, de California, al recordar sus numerosos viajes, siempre revivían la visita a Costa Rica y mostraban unos recuerdos típico, que conservaban en casa. Pues bien, esa linda pareja, casados durante 62 años, ejemplo de lo que debe ser la convivencia humana, murieron a pocas horas uno de otro. Sí, un hecho que pudo ser común, pero que conmovió las redes sociales , porque solo unos días antes, una nieta
había señalado como gran muestra de “historia de amor”. Don y Maxine, se conocieron en un boliche, donde gozaban derribando pines, un lugar como el que tenemos en Heredia, cerca de Galerías Real Cariari, y nunca se separaron, criaron a dos hijos, viajaron por el mundo y se convirtieron en ciudadanos modelos y respetados, una historia como muchas, pero que se convirtió en algo extraordinario. Hace solo tres semanas, Don sufrió una fractura de fémur y fue llevado al hospital, donde sus condiciones se deterioraron rápidamente. Los familiares lo llevaron a casa para que estuviera con su querida Maxine, que desde hacía muchos años luchaban contra un cáncer. “Sabía en mi corazón que esto era lo que tenía que suceder, abuela y abuela debían estar juntos e incluso morir juntos”, dijo a la televisión la nieta Sloan. La pareja, igual a cómo hicieron cuando nos visitaron , tomados de la mano, permanecieron sonriendo, recordando el pasado, quizá la “educación amistosa” de los heredianos. Maxine pronto murió y Don lo hizo cuatro horas después…”Simplemente una verdadera historia de amor”, dijo la nieta tras desearles… “Qué les vaya bien, gracias por ser como fueron”. Es posible que en Belén se hayan dado otras historias semejantes, como nos gustaría saber de ellas, gracias.