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FIESTAS DE JUNIO Y CIUDADANÍA
MARCELO BARROS
ESPECIAL PARA EN ROJO
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Enla segunda quincena de junio, en varias regiones de América Latina, ocurren las fiestas típicas de junio. Para las culturas tradicionales, tanto de pueblos indígenas como de las poblaciones rurales, junio representa la época de la cosecha del maíz y del mate. También hay pueblos indígenas para los que estas celebraciones conmemoran el comienzo del Año Nuevo. En los Andes, las comunidades indígenas celebran el Inti-Rami, la fiesta del Rey Sol, incluida en los calendarios oficiales de Bolivia, Perú y Ecuador. En Argentina, Paraguay y en el sur de Brasil, los guaraníes llaman a esta época Ara Pyaú (Tiempo Nuevo). Es el bautizo de la hierba mate, el ka’a nheemongaraí, cuyas proyecciones sobre el Año Nuevo son interpretadas por los xeramoi (chamanes). También se celebra la ceremonia del nombre, en la cual los niños reciben el nombre guaraní dado por el chamán. Debido a las influencias católicas, este ritual se denomina “bautismo guaraní”.
Las danzas más utilizadas en esa época tuvieran sus origenes en las cortes europeas de la época de la colonia. Eran danzas de la nobleza europea que se repetían en nuestros países. La clase pobre se apropió de ellas y las democratizaron. En algunas regiones de Brasil se imitan bodas en las cuales se caricaturizan las figuras del cura y del juez. Así, los pobres que no tienen voz en la sociedad expresan su crítica social y su protesta.
El hecho de tomar a San Juan Bautista y San Pedro como patrones de esas fiestas está vinculado a los tiempos en que todo era religioso. Revela una resistencia cultural y vincula a estos santos con la realidad de los pobres de hoy. El espíritu de estas fiestas pide a las personas y a las comunidades que vayan más allá de la creatividad con la que ensayan danzas y juegos. Urge ensayar una nueva sociedad en la cual todos seamos protagonistas y, así, devolver la dignidad a la Política, vivida al servicio del bien común.
Las fiestas en honor de la naturaleza cobran mayor peso en nuestros días en los cuales se insiste en la importancia de una relación de amor con la tierra y la naturaleza. Las fiestas comunitarias parecen ser signos de que es posible organizar una política participativa directa que no sustituirá, pero será útil en el despliegue de la política oficial. Para los que viven un camino espiritual, religioso o no, se trata de señalar el proyecto de un mundo nuevo posible. A su manera y con su lenguaje lúdico, las Fiestas de Junio traducen una palabra que los Evangelios atribuyen a San Juan Bautista: “Cambiad de vida, porque se acerca el designio divino sobre el mundo” (Mt 3,2).