Periódico Estudiantil NEXOS - Universidad EAFIT - Ideas y cultura
Paúl Rivas, Javier Ortega, Efraín Segarra #NosFaltan3
www.periodiconexos.com ISSN: 2322-74GX, Año 31, Edición 207, 8000 ejemplares, Medellín, Mayo de 2018
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ÍNDICE 04 05 06 07 08 10 12 14 15 16 17 18 19
SPIE: La magia de la ciencia Andrés Carvajal López
El opio del pueblo Álvaro Guerrero Arango El síntoma colombiano Juliana Londoño Noreña
En contravía María Giraldo V. No es ciencia ficción María Antonia Ruíz Espinal
Zaragoza: una fiesta religiosa Paulina Echavarría Guisao
El estudio los defiende por si el boxeo los noquea María Dilia Reyes Las puntadas del perdón Maria Camila Cardona
Tajada Yerly Herrera
MMVII Mariana Hoyos Acosta
Dualidad Daniel Beltrán Castello Para-con-el-pueblo Valeria Echavarría Arroyave
Ilustración: Mariana Yepes @mymarivelous
Escape de Cronos Miguel Ángel Correa
Dirección Catalina Botero Orozco cboter29@eafit.edu.co Gerencia Anderson Amaya Saldarriaga aamayas@eafit.edu.co
Ideas y Cultura Asociación Cultural Periódico Estudiantil NEXOS
Edición Mateo Orrego López morrego7@eafit.edu.co Andrés Carvajal Álvaro Guerrero Juliana Londoño Manuela Gutiérrez Desarrollo Lina M. Raigoza Restrepo humano lraigoz2@eafit.edu.co Camila Méndez Cristina Zapata Laura Cabrera Edición web y Valentina Muriel Tamayo redes sociales vmuriel@eafit.edu.co Agueda E. Villa Alejandro Sierra Carolina Restrepo Daniela Arango Juan Sebastián Ramírez Juanita Gómez
María Antonia Ruíz María Camila Cardona María Giraldo Mariana Hoyos Miguel Ángel Correa Paulina Echavarría Luisa González Luisa Pérez Rolf Camilo Arias Susana Morales
Pedro Juan Vallejo Sara Pérez Teodoro Posada Valeria Echavarría Valeria Querubín Yerly Herrera
Mercadeo Eliana Tabares Sánchez etabares@eafit.edu.co Cristopher Ojeda Juan Camilo Botín Laura Osorio Vásquez Portada Pablo Agudelo pablo0117@gmail.com
Diseño y montaje Pablo Agudelo @pabloagdlo Preprensa e impresión Casa La Patria Agradecimientos Desarrollo Humano Universidad EAFIT
Laura Mejía María Clara Molina Mariana Bedoya Miguel Ángel Correa Nelly Paola Hernández Sebastián Garcés Sofía Pérez
Fundado el 13 de agosto de 1987 por Jorge Restrepo, Jaime Cadavid, Claudia Patricia Mesa y Gustavo Escobar. Personería Jurídica No. 568 de septiembre de 1993 Carrera 49 No. 7sur-50 / Bloque 29 oficina 517 EAFIT nexos@eafit.edu.co / www.periodiconexos.com Teléfono: 261 93 02
Los artículos firmados son responsabilidad de los autores y no representan expresamente el pensamiento editorial del periódico.
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¡No se engañen! Catalina Botero
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cboter29@eafit.edu.co
Miércoles 5 de abril a las 8:30 pm, en absolutamente todas las redes sociales el primer debate presidencial en Antioquia es tendencia a nivel nacional. Y la gente frente a sus pantallas discute y se insulta por defender a los cuatro candidatos presentes: la ironía de participación política que hoy nos respalda y nos hace sentir mejores ciudadanos, pero no, no se engañen. Nuestra participación tiene que ir más allá de un me gusta, un retweet, de la difusión de opiniones e información falsa o de la creación de memes, que han logrado generar un mayor interés en las personas, evidenciando que estas formas en las que actualmente consumimos información ya están siendo mucho más efectivas que las tradicionales, programas radiales como Voz Populi, portales web como Actualidad Panamericana, entre otros, dan cuenta de esto. En Colombia hay cada vez más personas con altos niveles de educación, más politólogos, abogados, economistas, gente con capacidad de analizar la situación del país. No lo podríamos negar de no ser porque todos estos hacen sus detenidos análisis desde las redes sociales, todo el tiempo están mostrando lo que piensan y opinan sobre los diferentes temas que pasan diariamente en el país. Aun así, hay otros que, sin ninguna restricción, publican su opinión, comparten imágenes y lanzan juicios en las redes sociales sin antes haberse informado, leído o por lo menos verificado la información que difunden. Por otro lado, es importante hablar de la situación de las personas con menos recursos económicos que, si bien su voz no es tan escuchada, ellos son quienes viven y conocen a profundidad la mayoría de las problemáticas del país porque las padecen. A diferencia de las personas que pertenecer a estratos superiores que cuentan con la ventaja de analizar la situación desde la comodidad de sus casas, lejos de la realidad, con un libro en la mano o un computador que les permita tener acceso a toda la información que les ayude a hablar de las problemáticas de país.
Respecto a esto, considero que el desinterés de muchos colombianos en cuanto a participación política, se debe a las pocas respuestas y acciones que los políticos generan frente a las diferentes necesidades que hay en el país. Las personas prefieren abandonar las calles, dejar de expresarse masivamente y pasar a una opinión desinformada en redes sociales, allí donde las personas sienten que son más escuchadas y que esa comodidad les permite mostrar sus ideales con un alcance mucho mayor. Es fundamental replantearse la forma en que aportamos información a las redes sociales. Todos tienen acceso a lo que pensamos y publicamos, de forma inconsciente generamos un perfil que habla de nosotros y que nos expone ante el mundo entero. El simple hecho de estar detrás de una pantalla, no nos exime de la responsabilidad de lo que allí decimos, hoy en día las redes sociales se han convertido en la revelación de los idiotas, porque se le da el mismo valor a lo que dice cualquier cuenta no oficial que a la de una oficial. Lo anterior, ha generado un sinnúmero de noticias falsas que, si bien solo logran desinformar, hoy son las que más les interesa a los candidatos. Esas son las noticias que se han encargado de aumentar su popularidad. Ahora la desinformación paga más que salir a las calles a hacer política y a esto es lo que nosotros estamos contribuyendo. Ahora bien, desde los últimos años la política ha tenido que modificar sus estrategias para llegar a la gente de una forma más cercana. Lo que no sabemos es que estas estrategias crean un perfil disfrazado ante la sociedad, donde se vende a los diferentes candidatos como el ideal, como el que no se equivoca, alejándolos de su esencia. Es preocupante porque las calles de nuestro país son las que hay que recorrer, son las que necesitan el cambio y están las personas que necesitan ser escuchadas y que no tienen acceso a una red social. Vamos a suponer por un momento que por ley de ahora en adelante toda la política va a comenzar a manejarse en su totalidad por redes sociales y que los resultados de las votaciones serán por este medio. ¿Será que esto reduciría el porcentaje de abstencionismo? ¿Cuáles serían entonces las estrategias que tendrían que usar los candidatos para desmentir cada una de las noticias falsas que se presentan allí, considerando que estas plataformas son los únicos escenarios que ellos tienen para debatir? ¿La cercanía que las redes sociales generan con los usuarios les permitiría darles más tranquilidad a los colombianos al “conocer más” a los candidatos? ¿Cómo distinguir la imagen real del candidato de la que vende?
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SPIE: la magia de la ciencia En ciertas ocasiones, lo único necesario para aprender es querer dar el primer paso hacia el conocimiento y luego poder compartirlo con alguien más. Precisamente a esto se dedica el grupo SPIE, quien, a base de “trucos de magia”, ha llevado la ciencia a donde más se necesita.
Andrés Carvajal López SPIE es uno de los doce grupos estudiantiles que tiene la Universidad EAFIT, cuyo propósito fundamental se basa en la divulgación sobre diversas ramas de la ciencia. Este hace parte de una sociedad internacional que lleva su mismo nombre (Sociedad de Ingenieros en Instrumentación Fotográfica, por sus siglas en inglés), que fue fundada en el año 1955 en la ciudad de Los Ángeles, California, con la finalidad de especializarse en la aplicación de la instrumentación foto-óptica. Desde el Semillero de Holografía de Eafit, surgió la idea de establecer una comunidad que estuviera dedicada a la divulgación científica dentro del campus hace aproximadamente cinco años. La propuesta fue comunicada a las directivas de la Universidad y poco a poco se fue consolidando el proyecto, hasta que en 2013 el grupo fue fundado bajo la supervisión de Desarrollo Estudiantil. En un principio estuvieron dedicados exclusivamente a la Óptica (estudio del comportamiento de la luz como una onda) y a la Fotónica (estudio de las partículas de luz), pero hoy en día sus actividades no se limitan a estas dos, ya que también se han abierto camino en otros campos de la ciencia.
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EAFIT es una experiencia
acarvajall@eafit.edu.co Este método de enseñanza se basa en la pedagogía demostrativa, la cual pretende ser un apoyo adicional para entender la aplicabilidad de lo que se enseña, y no se estanca en impartir las teorías de forma convencional. Presenciar un experimento y entender lo que sucede es una medida infalible para luchar contra el escepticismo; al igual que brindarle estos conocimientos a los más pequeños es perfecto para hallar nuevos científicos, que nunca se sabe de dónde van a salir. Uno de los mayores obstáculos que ha tenido siempre el grupo ha sido esa creencia popular de que no saber es pecado, y de que quienes no tienen conocimiento deben guardarse sus opiniones o simplemente ignorar el porqué de lo que los rodea. Sin embargo, Santiago sostiene que “donde hay ignorancia, hay también una oportunidad para aprender”, haciendo énfasis en que lo único necesario para ilustrarse es creer en sí mismo y leer un poco, no quedarse de brazos cruzados. Por otra parte, SPIE tiene cuatro comités que se encargan de gestionar y coordinar las actividades que se realizan dentro y fuera de la Universidad; estos son: el comité de publicidad, que se encarga de manejar las redes sociales y de la decoración interior de la oficina; el comité de experimentos, que se encarga de buscar nuevos “trucos de magia”, estudiarlos y explicarlos; gestión humana, el cual vela porque las relaciones entre los miembros del grupo se mantengan estables; y por último el de logística, que tiene la tarea de reservar los salones para las reuniones, de conseguir los materiales, de verificar si los espacios son aptos para hacer las demostraciones y también de adecuarlos.
Santiago García, actual presidente de SPIE, comenta que “el que entra a este grupo es porque le interesa este mundo de la ciencia”, señalando que no solo ingresan estudiantes de Ingeniería Física, lo cual es un mito, sino que las puertas están abiertas para cualquiera que se interese por el conocimiento y por su aplicación en la vida cotidiana. AdeFotografías: Cortesía SPIE más, Santiago afirma que muchas personas piensan que el grupo está dedicado a la investigación, pero esto tampoco es cierto. Adicionalmente, este club planea otras actividades para quienes hacen parte de él, entre las cuales se encuentran En realidad, la labor principal que desempeñan está enfo- las tardes de pizza, donde todos se reúnen para compartir, cada a llevar el conocimiento científico a escuelas y cole- charlar y despejarse de las cargas académicas; las salidas gios en situaciones vulnerables de la ciudad, por medio de al Parque Explora o al Planetario, donde se hace una reexperimentos que se preparan para parecerse a un truco troalimentación y se aprenden nuevos métodos de divulde magia, con la diferencia de que estos “sí tienen una gación; y una excursión anual para ver las estrellas, donde explicación científica”, como dice el presidente del club; los participantes tienen la oportunidad de integrarse más y “hoy por hoy estamos rodeados de miles de cosas, pero no de ver los astros con la ayuda de un telescopio profesional sabemos cómo funcionan o para qué son”. que les suministra el Semillero Quasar. Para llevar a cabo cada presentación, los integrantes se encargan de buscar información, hacerle ciertas modificaciones para el público al que va dirigida y adecuar el espacio en que se llevarán a cabo. Asimismo, organizan tareas para reforzar los conocimientos, como, por ejemplo, hacer que los niños fabriquen artefactos científicos sencillos en forma de manualidades, y así complementar lo que aprendieron.
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En SPIE tienen una premisa fundamental y es que “el conocimiento es algo demasiado hermoso, por lo que todos deberíamos tenerlo y buscarlo en cada momento”, como resalta su presidente. Pero no cabe duda de que lo más importante que tiene esta comunidad es el afecto fraternal que cada miembro brinda a sus demás compañeros, propiciando un ambiente de aprendizaje continuo y de amor por la ciencia.
El 25, 26 y 27 de abril la Universidad abrirá las puertas a estudiantes de décimo y once para que, entre las 8:00 a.m. y las 3:00 p.m., conozcan la oferta de pregrados de la institución, además del espíritu y sentido de pertenencia eafitense. Paralelamente, podrán visitar los espacios deportivos, además de los diferentes espacios para las actividades académicas como laboratorios.
La Editorial EAFIT estará presente en la FILBO
En homenaje al nadaísmo, la Universidad presentará dos nuevas publicaciones durante la Feria Internacional del Libro de Bogotá, que se realizará entre el 17 de abril y el 2 de mayo. La editorial participará de dicho evento con más de 70 novedades publicadas en el 2017 y en lo corrido del 2018.
Primer Foro sobre universidades verdes
Este evento se llevará a cabo el próximo 17 y 18 de abril en el Auditorio Fundadores de la Universidad, y tendrá como finalidad la creación de soluciones desde la academia en pro del medio ambiente. El encuentro contará con invitados especiales del MIT, de la Universidad de los Andes y de Stanford.
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El opio del pueblo El primer paso para superar una adicción es reconocerla. La siguiente columna de opinión le dará unos tips para que bajo ninguna circunstancia usted pueda dejar el vicio, y además pueda desmitificar las teorías conspirativas que los resentidos y marginados le han atribuido al fútbol.
Álvaro Arturo Guerrero Arango
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aguerr14@eafit.edu.co
Quedan escasos días para que comience el mundial de fútbol, y por más lejos que estemos de Rusia y por más que nos divida el debate electoral que tiene lugar en estos días, el ambiente futbolero predomina en todos los lugares comunes de nuestra sociedad colombiana. Apenas comienza mayo y ya más de uno comprometió la prima para llenar el álbum, instalar el DirecTV, o inscribirse en la polla que ya tiene armada todo jefe que se respete. Por este tiempo, el hincha futbolero no solo mantiene debates con sus colegas mientras juegan a ser directores técnicos y expertos en la materia, también tiene que estar en una discusión constante con más de un crítico y vehemente opositor de todo aquello que mueva fibras y despierte emoción en las personas, mejor dicho, con los amargados. El amargado futbolero es fácil de identificar, su gesto de mala cara es casi inmutable, en su época escolar se oponía a las clases de Educación Física y era el encargado de cuidar las pertenencias de sus compañeros. Las pocas veces que pateó un balón, lo hizo para anotar un gol en propia puerta y nunca aprendió que a cabecear con la frente y no con la coronilla, los ojos cerrados, y la boca abierta. El control de su televisor nunca ha marcado los números de los canales deportivos, tiene identificada la hora en la que comienza la sección en el noticiero para quitarlo y solo volver cuando comiencen las “noticias” de farándula que, seguramente le interesan más. Mientras tanto, en el periódico tiene un interés particular por las notas sobre los salarios de esos analfabetas a los que les pagan por chutar una pelota. El amargado, además se la pasa pregonando la superioridad intelectual que cree tener y en épocas pre mundiales saca a relucir sus más profundos pensamientos. Al parecer, la reflexión filosófica más profunda del amargado futbolero es la pregunta por el sentido que tienen 22 peludos corriendo detrás de un balón. Habrá que mostrarle un video de Zidane para que se cuestione su definición de peludo y correr. Una de sus frustraciones más grandes es que un jugador medianamente talentoso, bebedor, mujeriego y que a duras penas se sabe firmar, cobre en un mes, lo que él cobraría en años. También está profundamente convencido de que el cubrimiento mediático de un partido de fútbol no es más que una cortina de humo que oculta los verdaderos problemas de la sociedad. Su teoría sobre la riqueza y prosperidad de las naciones es que un país está condenado al fracaso cuando el fútbol es el top of heart de sus habitantes (¡que alguien les cuente que Alemania es el vigente campeón del mundo!), sin embargo, aunque vive resignado a convivir con ellos, se siente orgulloso de no pertenecer a esa plaga maluca y adicta al opio del pueblo, el júlbol. Para evitar dar respuestas de futbolista o reina (que vienen siendo la misma cosa) a la hora de una confrontación y poder dejar a su contendor más bien peinado que al Chómpiras, acá van unos tips de ayuda para el gremio al que pertenezco, de rodillones que hacemos cada vez más rentable el negocio de alquiler de canchas sintéticas, a quienes le gritamos al televisor y puteamos al árbitro por más que esté cumpliendo su tarea de forma impecable. Usted podría comenzar contando que, mientras en el siglo XX Estados Unidos vengaba sus guerras y a sus militares muertos en combate, enviando bombas atómicas que destruían ciudades enteras, Argentina vengaba a los suyos en un campo de batalla de 100 x 70 metros. Si su contendor profesa alguna religión, quedará con la boca abierta cuando usted le cuente la leyenda de cómo Dios se manifestó primero en la mano y después en el pie izquierdo de Maradona, para que los gauchos vencieran 2-1 a Inglaterra en el mundial de México 86 y la deuda de los más de 600 militares argentinos muertos en las Malvinas, quedara saldada. Recuérdele también que; al principio de los noventa, en la época más oscura de la historia Colombiana, cuando entre el ELN, las FARC, las AUC, los Carteles de Cali y Medellín se repartían los muertos, las bombas y las masacres. El país entero eyaculó (lágrimas de júbilo, obviamente) mientras veía cómo entre tres negros de apellido Asprilla, Rincón, y Valencia
Ilustración: David Flórez simernio@gmail.com de más o menos 1,80, se culiaban a Goycochea, Ruggeri, Simeone y Batistuta en el Monumental de Buenos Aires. Sea enfático en que más le vale hacer fuerza para que a la Selección Colombia le vaya bien. No vaya a ser que nos eliminen rápido, y ahora sí con una razón que valga la pena, la gente salga a votar verraca. En este punto de la conversación, su interlocutor ya debe tener la vena brotada y seguramente recurrirá al primer mandamiento de todo amargado futbolero: “el fútbol es como el pan y circo”. Por supuesto, el amargado tiene toda una teoría conspirativa sobre como los gobiernos utilizan el fútbol para mantener a su pueblo tranquilo y dominado. Cuéntele entonces que en 2013, Egipto pudo liberarse de la dictadura de Mubarak que duró tres décadas. También que solo ha participado en dos mundiales, en 1934 y en 1990, y que en el 2018 irá a Rusia gracias que su jugador estrella, Mohamed Salah, metió el penalti al minuto 90 del último partido de la eliminatoria africana, para que su selección le ganara 2-1 al Congo y pudieran ir en junio a tomarse la foto en la Plaza Roja. Dígale que hace un mes hubo elecciones presidenciales en Egipto, que reeligieron con el 92% al hombre que lideró el golpe de Estado hace 5 años. Que el otro candidato solo obtuvo el 3% de los votos y que el 5% restante, que equivale aproximadamente a dos millones de personas, fueron nulos. Y que no vaya a creer el amargado que los egipcios se pusieron a pintarle bigoticos y cachos a los candidatos y por eso les anularon el voto. No. Más de un millón de personas del pueblo que fue capaz de condenar a su dictador a cadena perpetua, puso en el tarjetón el nombre de su nuevo héroe. Mohamed Salah. Finalmente gracias a usted, el mundial tendrá un nuevo espectador que va a estar a la expectativa de la venganza de una guerra, de una culiada, o de conocer al futuro presidente. Ahora sí, despídase con lo que debió comenzar. Reconozca que el fútbol es opio y que usted es un adicto, que de juego no tiene nada, que los once peludos son sus únicos héroes y villanos, que usted el domingo no cambia de canal, y que no le gusta hablar de nada más. Pero sobre todas las cosas confiésele que no tiene la más remota intención de rehabilitarse. Sí, soy un adicto y déjenme así.
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EL SÍNTOMA
COLOMBIANO Juliana Londoño Noreña
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Juliana.londono9@gmail.com
¿Electrocutarías a un extraño si Hitler te lo pidiera? Ahora mismo cada uno debe estar pensando “esto no es Alemania, eso fue hace mucho, yo soy una buena persona”. Sin embargo, la caída de Colombia en el índice mundial de corrupción y sus grandes escándalos sugieren que no estamos tan alejados de tal perversión.
Nos gusta pensar que la línea entre el mal y el bien está definida y que nosotros hacemos parte de los héroes de la historia. Hobbes decía “el hombre es un lobo para el hombre” mientras que Rousseau por otro lado pensaba “el hombre es bueno por naturaleza y es la sociedad la que lo corrompe.” En un punto medio se ubica Saramago expresando que “el ser humano no es ni malo ni bueno. Son las circunstancias”. Entonces, ¿por qué los buenos se vuelven malos? Para estudiar la pregunta inicial del texto, Stanley Milgram, psicólogo de Yale, diseñó un experimento en el que puso a 1000 personas en una situación análoga para ver qué harían. Ocultó las verdaderas intenciones del estudio diciendo que su objetivo era estudiar la memoria, para el cual necesitaría que una persona de su equipo tomara el papel de aprendiz y otra del común el de profesor. A la primera la ataban a una silla que proporcionaba descargas eléctricas falsas y a la segunda, quien desconocía que las descargas eran ficticias, la ubicaban en otra habitación. Allí la autoridad del laboratorio, un investigador en bata blanca, le ordenaba que su trabajo era darle material de aprendizaje al educando para que lo memorizara, si este lo hacía bien debía darle un premio, de lo contrario, debía castigarlo hundiendo el botón de descarga de choque. Estas electrocuciones empezaban con 15 voltios y subían hasta un máximo de 450 voltios mortales. Un grupo de psiquiatras predijo que solo una persona, la sádica, llegaría hasta aquel nivel letal. Para la sorpresa de todos más de 600 personas llegaron a aplicar el máximo de 450 voltios, aunque el aprendiz gritara en el transcurso del experimento. En otra versión del estudio, donde los profesores podían ver a otra persona de su mismo cargo llegar a 450 voltios primero que ellos, subió el número de personas “sádicas” de 600 a 900. Así Milgram probó cómo las personas buenas pueden volverse malvadas al obedecer ciegamente a la autoridad, apagando su moralidad cuando la responsabilidad reposa en otro que les afirma estar en lo correcto. De igual manera probó cómo la maldad tiene que ver con un ejercicio del poder que se acrecienta con el fenómeno grupal. Entonces, ¿estaría diciendo que Rudolf Höss, comandante de Auschwitz y director de millones de exterminios, fue un inconsciente que no sabía lo que hacía y solo seguía órdenes respaldado por un grupo? Ese no es el punto final, Phillip Zimbardo, escritor del libro “El efecto Lucifer” tiene algo que añadirle a las eventualidades ya descritas. La transformación hacia la maldad se explica por una dinámica de factores: la personalidad del individuo, las circunstancias y el sistema político y cultural que las sostienen. De esta manera el sistema crea las situaciones que corrompen a los individuos. Es decir, la reactividad emocional de Höss, su orfandad, su experiencia en la guerra mundial y en prisión, más la educación nazi hipernacionalista que recibió, fueron los factores que le otorgaron su fama. De esta manera un granjero alemán que alguna vez quiso ser sacerdote, se convirtió en uno de los asesinos más grandes de la historia. He aquí los fundamentos del síntoma colombiano, personalidades y circunstancias perversas mantenidas por un sistema perverso. Si fueran solo las circunstancias, por ejemplo de necesidad, Samuel Moreno y su carrusel no
habrían tenido ni la más mínima disculpa para causar el daño que hicieron. Estamos ante una perversión cultural de mentirosos calificados, una sed de poder insaciable, normas sociales corrompibles que se acompañan de una alta desinformación con complicidad y silencio. Pero más allá, estamos ante la presencia de seres llenos de odio, donde no hay cabida para la compasión ya sepultada por la envidia. Lo más preocupante no es eso, sino la adecuación de los ciudadanos, en vez de actuar para cambiar al ambiente, hemos transformado nuestro ser para adaptarnos a él, las altas dosis de mal en el país ya no alarman, se normalizado. Normal que en Colombia el máximo dirigente que lucha contra la corrupción fuera capturado por corrupto. Normal que un presidente robe unas elecciones y ejerza su mandato. Normal que una EPS se embolsille 400 mil millones de pesos de la salud de los ciudadanos, ah sí y que se gaste un pedazo en viajecitos. Normal que una comisionista financiera deje a más de 1000 familias afectadas. Unos dirán, “al menos nos queda el fútbol” y tendré que corregirlos, porque normal también es que los más grandes dirigentes del deporte colombiano estén envueltos en los escándalos de la FIFA. Y para rematar, más común aún es la cultura del chisme, se sabe de todo pero no se confirma nada, por eso también es normal que la mayoría de estos casos sigan abiertos por más de 10 años a falta de “pruebas”. La corrupción es evidente en toda la cadena, ninguno actuó aislado, no son solo son unas cuantas personas desviadas o en una maquinaria inconsciente de un seguimiento a la autoridad, es una condición social a resolver. Si lo que consideramos importante nos impulsa a tomar decisiones, entonces ¿qué es lo que valora un colombiano? Ahí está la clave, los valores están pervertidos, se encuentra más valor en jugársela a la justicia que en ejercerla. Zimbardo propone el heroísmo como antídoto a la maldad, promoviendo la imaginación heroica en la educación. El error está en que la mayoría percibe a los héroes como la excepción y los niños los ven como seres con poderes sobrenaturales. En el experimento de Milgram cuando los profesores veían a otros rebelarse al estudio (ser héroes) antes que ellos, más de 900 personas también lo hacían. Es posible enseñar que los valientes pueden hacer parte del día a día. Desanima que el heroísmo se observe inalcanzable en una nación donde los pacifistas son asesinados, donde es fácil lavarse las manos saliendo impune y donde el valor de los actos está permeado de resultados monetarios e individualistas. Cada uno anda con su “que se jodan” y no nos damos cuenta de que cuando se joden unos, nos jodemos todos. Ahora que vienen las elecciones nos llenamos de esperanza con deseos de que el elegido tenga una personalidad tan fuerte que pueda sobreponerse al sistema y abstenerse de electrocutar a Colombia aunque otros se lo pidan. Parece difícil creer que esto ocurra al recordar que Lucifer fue primero ángel y que al frente del país hay otro Santo que le sucedió algo parecido. A pesar de eso no perdemos la fe, así como existieron Pastrana y Samper, también lo hicieron los Lleras.
2018 EN CONTRAVÍA
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María Giraldo V
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mgiral95@eafit.edu.co
“Me enorgullece saber que con esta foto generaré mucha controversia. Muchos van a decir que qué horror, que cómo va a montar eso...¡Qué pena de cuerpo! Sin curvas, con estrías, muchos gordos…todo lo contrario a la perfección. A mí me encanta”. Este es el pie de foto de unas de las fotos de Sofía Jaramillo Sterling, la creadora del proyecto En Contravía. Tiene 19 años, ama la música, la publicidad y al DIM, y sueña con ayudar a cientos de personas a través de la iniciativa que ha creado en su canal de YouTube y en sus redes sociales. *** En Diciembre de 2017 hice un viaje a República Dominicana con mi familia. En ese ambiente de playa, mar y vestido de baño, algo en mí cambió. Fue como un click que volteó la forma en la que yo veía muchas cosas. Yo era de las que se sentía súper incómoda al ponerse un vestido de baño, tomarse fotos, etcétera, pero estando allá empecé a observar la diversidad de cuerpos que había en la playa, en mi familia, que todo el mundo era demasiado distinto. Me conecté conmigo misma y me di cuenta que le estaba gastando mucho tiempo y energía a los comentarios que podrían hacer, al qué dirán, pues eran cosas que afectaban mi bienestar y mi autoestima. Me empecé a sentir bien conmigo y dejé de lado esos miedos e inseguridades. Tomé la decisión de que tenía que hacer algo para ayudarme, no solo a mí sino a los demás, pero ahí no tenía la idea concreta todavía. Cuando llegué del viaje seguía con todas las ganas de montar el proyecto, y ahí fue que nació En Contravía, pues mi ma-má me sugirió ese nombre y me encantó. Va con todo lo que yo quiero transmitir por-que es como ir en contra de un montón de opiniones, estereotipos y estándares de belleza, especialmente en Medellín, donde está muy marcado que las viejas lindas son las que son flaquitas, nalgonas, con la cintura pequeña, etc. Yo por ejemplo soy mitad paisa y mitad caleña, y cuando tú vas a Cali ves que las mujeres son más caderonas y eso allá es bonito, mientras que acá tenemos endiosado solo un tipo de belleza. El proceso para montar el proyecto fue básicamente decidir qué era lo que quería transmitir, de qué temas quería hablar y meterme en el cuento de YouTube, porque me parece una plataforma muy utilizada por jóvenes y adolescentes, que es uno de los grupos a los que más me interesa llegar porque están en una de las épocas en la que uno más comentarios recibe, que mas bullying le hacen, que más inseguro es.
porque en todas las redes es normal que haya críticas, chismes, y disgustos, pero creo que poco a poco lo he ido aprendiendo a manejar y son muchos mas los comentarios buenos que los malos. Decidí hablar de la imagen corporal, el autoestima, el bienestar, el bullying y ese tipo de cosas porque es un tema del que casi nadie habla, y si lo hacen es muy por encima, como “yo soy feliz” y ya. No hablan del proceso que pasaron para llegar a tener ese nivel de confianza, seguridad y amor propio, entonces quise enfocarme en eso. Igualmente, he tratado de adaptar los formatos típicos de los youtubers a mi tema, por ejemplo cosas como “10 cosas que no sabías sobre mí” y otro tipo de retos. El mensaje que quiero transmitir es que no es para nada imposible salir de los malos momentos. No diría que yo fui una víctima de bullying o que sufrí mucho en mi adolescencia, pero pasé por algunas situaciones en las que me hacían comentarios muy malucos, o me sentía discriminada, y me di cuenta que mucha gente cree que ese tipo de cosas no pasan, que solo pasa en las películas y que en la vida real nadie es tan “hijue&%&$” para hacerte o decirte ciertas cosas muy hirientes. Lo que quiero es transmitir que eso tan fuerte sí pasa, que uno sí recibe muchos maltratos, pero que así a ti te pase eso, tienes que “aprovecharlo” para sacar lo mejor de ti y salir adelante, volverte más fuerte y confiado. La gente se queda muy impresionada cuando uno cuenta ciertas historias porque nunca pensarían que eso pueda ocurrir. Por ejemplo, en uno de mis videos cuento la historia de cuando estaba en una fiesta familiar y de amigos, y una de las personas que había allá, a quien yo ya conocía pero no teníamos ningún tipo de relación de confianza, me cogió la cara y me dijo: “Sofía, yo le voy a decir algo y que le quede muy claro. A los gorditos solo los quiere la mamá”. O sea… ¿qué dijo?
Básicamente, En Contravía nació entonces para compartir historias y reflexiones a través de Instagram y Youtube, para crear una comunidad que sea consciente de la necesidad de ser mejores personas, de ponerse en los zapatos del otro, de tener confianza en sí mismo y de ayudar a los demás.
Uno tiene muy claro el peso en el que está, sí está en sobrepeso, o si tiene el cuerpo que quiere… uno está muy consciente de eso y no hay que decirlo, no hay que recor-darlo. Sí, yo sé que estoy en un sobrepeso yo sé que debo recurrir a unos métodos como comer saludable y hacer ejercicio, pero ¿cómo así que no me van a querer por eso?
Apenas está empezando a consolidarse y todavía falta, pero me pone feliz la acogida que ha tenido hasta ahora. Por ejemplo, me escriben diciéndome que les gusta mucho la idea, que les ha servido de apoyo, que les gusta el contenido. Desconocidos me han contado algunas historias muy tesas y me parece increíble que tengan esa confianza de abrirse conmigo sin conocerme, lo cual es muy chévere de las redes sociales. Me he encontrado gente en la calle que me dice que les gusta lo que estoy haciendo, que soy “increíble”, que voy a cambiar el mundo... También recibo algunos comentarios constructivos en cuanto al tema de los videos y eso, y obviamente también unos negativos. Esos siempre llegarán
Yo por más que quiera nunca voy a ser la más delgada, y entendí que era algo que yo debía aceptar y comprender en vez de torturarme y compararme con otras personas. Las dietas y los ejercicios que yo hago son más que todo por salud, porque obviamente no puede descuidarse, además de que tengo varias enfermedades hereditarias que son malucas, pero yo la verdad me siento muy bien con mi cuerpo y eso es lo que quiero reflejar a través de este proyecto, mi seguridad y mi amor propio que se han ido construyendo con los golpes. Yo no me veo ni me siento como una víctima de este tipo de situaciones pero sí he tenido que aprender de estas cosas para lograr tener el carácter que tengo hoy en día.
Fotografía: Cortesía Sofía Jaramillo Algo sobre lo que he reflexionado mucho desde mi experiencia y mi punto de vista, es que las mujeres jóvenes le dan mucha importancia al tema de la imagen, especialmente en ciudades como Medellín, porque están una época en la que hay que socializar mucho, entonces quieren encajar, tener cambios físicos y personales para entrar a ciertos grupos sociales o pertenecer a algunos lados, entonces buscan parecerse a ese ideal para llegar a eso. Creo que hay mucho miedo a sentirse rechazado o ignorado. Las personas necesitan que los reconozcan y a veces, si les dicen que no valen la pena o no son suficientes, se dejan derrumbar. Yo creo que hay que aprender a dejar eso de lado y empezar también a usar las experiencias malucas para aprender por ti mismo y enseñarle a los demás, no dejando pisotear ni destruir sino aprendiendo a manejarlo e ignorarlo. Esto fortalece el espíritu y el autoestima. Yo hasta ahora he enfocado el contenido desde mi experiencia, no he recibido ayuda de profesionales en estos temas aunque varias personas que estudian carreras afines, como Psicología o Nutrición, se han ofrecido a ayudarme con los temas y eso me ha parecido muy chévere. Sí he leído libros y textos sobre estos temas para tener una mejor idea de lo que quiero hablar, pero hasta ahora el fin no es tanto el de dar información formal sobre este tema sino hacer reflexiones y crear consciencia. Me gustaría ser vista como una persona que ha ayudado a una ciudad, a una comunidad, que ha ayudado a otros a crecer y que también es una persona que ha crecido y ha cambiado cosas de su personalidad para mejorar, pues tampoco soy perfecta. Dejar de criticar, de decir cosas sin saber, de correr chismes sin saber de dónde nacen, son cambios que he hecho en mi vida, porque obviamente no tiene sentido tener este canal pero hablar mal de otros, inventar chismes, insultar, burlarme, etc. Quisiera llegar muy lejos con este proyecto porque siento que vale la pena, que es algo que la sociedad necesita escuchar. Así mucha gente no esté de acuerdo, me gustaría que por lo menos les quede una enseñanza o algo para que tengan conciencia sobre el trato que le dan a los demás. Yo creo que este tipo de cosas ayudan a cambiar el mundo. Quiero ser una mejor persona y que todo esto me haya ayudado a mi también.
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N o e s ci e nci a
f icción
Es un viaje de la mano de Carolina Daza, una artista local, a través de cuatro estaciones y varios personajes: seis artistas, cuatro escenas y un evento de arte contemporáneo en Medellín para reflexionar sobre las conexiones entre el pasado, el presente y el futuro. En cada parada se explora el arte del siglo XXI, al ritmo de los avances tecnológicos, la biología y la interacción virtual. María Antonia Ruiz Espinal
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Mruize s1@ e a f it. e d u. c o
Primera escena
Cuarta escena
Cuatro símbolos y un mundo
París - Fundación Cartier - Julio 2 de 2016
Venecia – Palazzo Fortuny – Septiembre 3 de 2017
Los animales se tomaron París: una manada de lobos de Ontario comparte escenario con una bandada de pájaros intercontinentales que convergen en el delta del río Yukón. Un grupo de monos de la República centroafricana atraviesa el Atlántico para reunirse con un conjunto de ballenas en el mar de Hawái. De Canadá al Pacífico, todos van a París. Es una tarde de verano, pero el sol ha desaparecido. El mundo y sus animales confluyen en una caja negra en medio de un edificio en la capital francesa. Es el arca de Noé del siglo XXI, pero no se acerca el gran diluvio. Tampoco es el fin del mundo.
En la región de San Marcos, en Italia, hay un palacio gótico muy veneciano. El último piso parece el primero, pues está tan cerca de la tierra como la tierra misma. Allí, el mundo es un sedimento que gira en torno al origen: al pantano, la arcilla, la ciénaga, el desierto. Ese mundo es, también, un centro donde las manos son moldes y los cuatro elementos varían: el aire es música, el fuego es tacto, el agua es memoria y la tierra es masa. Abstracto. Terrenal, pero no mundano.
La primera parada del viaje es en una obra de Bernie Krause, un artista, músico y bioacústico norteamericano que ha estado grabando paisajes sonoros del mundo natural desde 1968. Estos sonidos, tan diversos como los ecosistemas y especies que representan, fueron transformados en videoarte por el colectivo de Artistas Visuales Unidos de Londres. Este trabajo conjunto dio lugar a The great animal orchestra, la instalación que tuvo lugar en la Fundaciòn Cartier en París el año pasado.
Segunda escena Copenhague – Museo Louisiana Noviembre 21 de 2014 Islandia ya no queda en Islandia. Su superficie ya no mide 103.000 km2. Tampoco es una isla, el mar se le acerca, pero no alcanza a rodearla. Se ha trasladado al sureste, tan lejos como la distancia que separa Múnich de Madrid, a una sala blanca encajada entre un bosque otoñal y un acantilado terrible. Islandia ya no es Islandia, pero sus toneladas de piedra volcánica y sus ríos glaciales no han desaparecido. No hay fronteras, la percepción ha perdido sus límites. Tercera escena París – La Gaîté Lyrique – Octubre 9 de 2013 ¿Qué nos hace felices? Aquí, la gran pregunta sí tiene respuesta, pero para encontrarla hay que pedalear una bicicleta, escribir en un muro, sonreírle a una escultura, mover las manos ante una pantalla y sacar un dulce de un cilindro. Sí, es raro. Y siempre depende de la participación de la gente: toda acción tiene una reacción, decía Newton. Por esto, después de sacar un papel de un dispensador, el visitante tiene una misión en el camino de la búsqueda de la felicidad. El mundo es sensorial e intelectual. Hay que sentir y pensar.
*** No son escenas de una película de ciencia ficción. Tampoco son fragmentos de ninguna distopía. Son cuatro instalaciones de arte contemporáneo, interactivas, en distintos lugares de Europa. Pero todas tienen algo en común: requieren de la participación del visitante, quien más que ver, debe explorar la muestra e interactuar con los elementos. El visitante deja de ser espectador y se convierte en parte de la instalación. El museo deja de ser museo: es un laboratorio. Tampoco hay guías ni descripciones en las paredes. No hay tiempo ni fronteras ni indicaciones. Es un museo, pero se parece más a caminar por la senda de un páramo o a la orilla del mar, en medio de la selva amazónica o bajo el sol de la sabana africana. No hay cuadros de Rembrandt ni esculturas egipcias, tampoco vitrinas protectoras: además de la reflexión a la que invita cualquier espacio museográfico, aquí hay acción. Es el arte del siglo XXI. Y no hay que ser ingeniero de sistemas. Estas galerías interactivas solo son una extensión del museo que todos llevamos hoy en el bolsillo. Se nutre de los lenguajes electrónicos, de la estética computacional y la inteligencia artificial. Y ese diálogo entre lo técnico, lo estético y lo narrativo conecta con todos los públicos, amplía las posiblidades de lo real y potencia la imaginación.
“Los visitantes que entrábamos al lugar —un espacio oscuro y a prueba del ruido exterior—, nos acostábamos en el piso y veíamos en las pantallas, que hacían de paredes, una serie de gráficas tridimensionales que variaban de forma y color de acuerdo con la especie o el ecosistema que representaban”, cuenta Carolina Daza, artista plástica de la Universidad de París y magíster en Artes de la Universidad de Nueva York. Riverbed fue la segunda instalación que visitó Daza en Europa, creada por el artista danés Olafur Eliasson, reconocido por sus instalaciones disruptivas que alteran las salas de exposición a través de elementos como la luz, el agua y la temperatura. La exposición consistía en trasladar una parte de Islandia hacia el sureste, a 1947 kilómetros, para instalarla en el Museo Louisiana, en Humlebaek, una ciudad costera ubicada treinta minutos al norte de Copenhague, en Dinamarca. “Con varias toneladas de piedra volcánica y pequeños riachuelos, Eliasson logró desdibujar las fronteras entre el mundo natural y el artificial para reproducir la naturaleza a escala real, pero bajo techo y entre cuatro paredes”, cuenta Daza. La tercera parada fue en The Happy Show, una instalación del artista austriaco Stefan Sagmeister. Su objetivo: buscar la felicidad e incluir a los visitantes en esa exploración. Así, cada participante tenía una misión por cumplir en medio de un universo gráfico, digital e interactivo y, a través de diferen-
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Fotografías: María Antonia Ruiz tes acciones sensoriales basadas en experiencias personales, el artista impulsaba a los visitantes a descubrir qué tan felices eran. La cuarta fue una mezcla de dos elementos que representaban el pasado y el futuro: diferentes tipos de arcilla y un paisaje sonoro que emanaba de las paredes del recinto. “Se llamaba Archive of Mind, de la artista coreana Kimsooja. El objetivo era que los visitantes moldeáramos bolas de arcilla de diferentes tamaños y colores. De pronto, la experiencia se convirtió en un viaje entre una técnica contemporánea —el videoarte— y una técnica tradicional —moldear arcilla con las manos—, para devolver a los visitantes al origen y revivir la conexión con la tierra”. Black box: la casa del videoarte El arte contemporáneo no solo se exhibe en museos. Ha salido del marco y hoy camina de la mano de las vanguardias digitales. Conceptos como el white cube —un espacio expositivo vacío y blanco—, el gray box —un lugar donde se exponen danzas y happenings— y el black box sacan el arte de la galería para instalarlo, de forma efímera, en lugares de paso donde concurren diferentes públicos. “El black box es un espacio expositivo oscuro que se utiliza en el arte contemporáneo para instalar videoarte y proyecciones digitales”, explica Carolina Daza, quien es también la directora artística y fundadora de SENSE, un espacio pop up de co-creación temporal que aparece y desaparece solo dos veces al año y en diferentes puntos de la ciudad para reflexionar, crear, debatir y aprender sobre un tema de interés común abordado desde varias disciplinas. En mayo, la realidad virtual se tomará Medellín Del 3 al 30 de mayo, SENSE VI – BIOTOPÍA, un evento de arte contemporáneo, incluirá a Medellín en estas exposiciones de arte de vanguardia del siglo XXI. Como en las instalaciones mencionadas, aquí se explorarán las relaciones entre la naturaleza y la inteligencia artificial, la realidad virtual, los sistemas bio-inspirados y el arte interactivo con base en el presente y el futuro posible.
La artista y gestora cultural explica que esas exposiciones fueron la base de inspiración para esta nueva versión del evento, además de Artificial Nature, el proyecto de investigación cumbre de los artistas Haru Ji y Graham Wakefield. “En esta versión de SENSE nos inspiramos en su obra porque queremos explorar todos los futuros posibles, tanto utópicos como distópicos, de la evolución humana y de nuestros ecosistemas.” Además, como si el tiempo diera vueltas, esta versión es también una efeméride para conmemorar el trabajo de Leonardo Da Vinci: un personaje multidisciplinario que hizo aportes revolucionarios en campos como la anatomía, el arte, la arquitectura, la biología y la ciencia. Explica Lucrecia Piedrahita, arquitecta y curadora de la exposición, que los grandes museos, centros de tecnología y ciencia del mundo celebran este año los 500 años de la muerte de Leonardo Da Vinci. Y Medellín, con las universidades y los centros de investigación y cultura, se une a este festejo para recordar cómo el pasado, el presente y el futuro parecen estar ligados. La vida artificial se inspira en el mundo natural Diez años, nueve países, treinta y cinco exhibiciones y más de diez festivales, conferencias, premios y museos internacionales han reconocido a los autores de Artificial Nature, dedicados a crear mundos artificiales con algoritmos biogenerativos, es decir, a través de un software inspirado en el comportamiento de la naturaleza.
convertirse en participantes para modificar el sistema a medida que interactúan. El píxel es el nuevo pincel y la pantalla el nuevo lienzo De acuerdo con las anteriores versiones de SENSE, un grupo de talleristas desarrollará propuestas creativas inspiradas en la biotopía y en la obra de Ji y Wakefield. Las propuestas incluirán sesiones de yoga, cursos de cocina, happenings, conversatorios, exposiciones y cursos de escritura, que se trabajarán en talleres durante todo el mes y para todos los públicos. Las ideas no les llegaron del cielo. Y tiene sentido: en la naturaleza están las mejores metáforas. Es la mayor fuente de inspiración para buscar soluciones a los problemas humanos. Así, se explorarán mundos artificiales que imitan procesos y estructuras biológicas a partir de la observación de la naturaleza, que evoluciona, se adapta, se autorrepara y genera nuevos conocimientos con base en saberes previos. “Actualmente, en el valle de Aburrá, vivimos una realidad inminente de degradación ecológica. En este contexto, SENSE VI BIOTOPÍA va a abrir una puerta para reflexionar sobre cómo será nuestro futuro, en convivencia con esa naturaleza que estamos dañando, y sobre qué significaría no poder habitar el valle si seguimos con estas tendencias actuales”, explica Carlos Cadena-Gaitán, cofundador de SENSE.
Desde el 2008, la investigación ha generado trece instalaciones que han sido exhibidas en importantes museos internacionales como el ZKM de Alemania, La Gaité Lyrique de París, el CAFA de Beijing y el City Hall de Seúl.
Es así como el arte acerca el público a sus raíces y le permite valorar la singularidad y diversidad de las formas vivas. El hecho de sumergirse en ese contexto y sentir el entorno desde una nueva perspectiva ayudará a eliminar las fronteras del cuerpo, generará una sensación íntima de unidad con el mundo natural y aumentará la empatía con todo lo vivo y la conciencia de sus interrelaciones.
Estos mundos artificiales son ecosistemas inmersivos con un alto nivel sensorial: más que ver la obra, se está dentro de ella. Y como en Riverbed o The Happy Show, los visitantes deben abandonar su papel de espectadores y
Pues el mundo no es una máquina, es un tejido de relaciones: un sistema. De ahí el valor de los ecosistemas inmersivos y las instalaciones artísticas: su capacidad para recordarnos el lugar que ocupamos en el mundo y hacernos parte de esa red de conexiones.
SENSE VI se instalará en la Sede Central de Mattelsa, en el barrio Perpetuo Socorro, cerca de la estación Exposiciones del Metro de Medellín. Durante todo el mes de mayo puede visitar la exposición de Da Vinci y participar de las charlas libres. Para conocer en detalle la programación o inscribirse en los talleres puede ingresar a www.humanese.co/sensevi o escribir al correo correohumanese@gmail.com
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ZARAGOZA: una fiesta religiosa
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Redacción Nexos En Semana Santa las calles de la ciudad de Zaragoza se inundan de gente, son 7 días durante los cuales, más de 16.000 cofrades salen a festejar en las 48 procesiones que están programadas a lo largo de la semana. Todas estas celebraciones religiosas son coordinadas por las 25 cofradías oficiales de Zaragoza, de las cuales, hay algunas que tienen más de 70 años de historia, como la Cofradía de Nuestra Señora de la Piedad y del Santo Sepulcro que, siendo la primera de ellas, fue fundada en 1937.
Lo más llamativo de las procesiones es quizás el sonido de los casi cuatro mil tambores y bombos que acompañan los cantos religiosos; la vestimenta de los hombres, mujeres y niños que llenan las calles con sus túnicas y capuchas de diferentes colores y toda la ornamentación de las gigantescas figuras que se alzan en hombros y que desfilan por toda la ciudad. En Zaragoza la Semana Santa es, además de un tiempo de reflexión, una verdadera fiesta religiosa en la que absolutamente todos los ciudadanos recuerdan, con la fe aún viva, la vida de Jesús.
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Fotografías: Paulina Echavarría Guisao
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paulina.eggg@gmail.com
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EL ESTUDIO LOS DEFIENDE POR SI EL
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LOS NOQUEA
El Coliseo Carlos Mauro Hoyos es el escenario donde se preparan más de 20 jóvenes que sueñan con sobresalir en el deporte. Los de la Categoría Juvenil hacen sparring por su sueño de 9 a 11 de la mañana y los de la Mayor, de 4 a 6 de la tarde. Entre el sudor, las necesidades y responsabilidades académicas, una generación de deportistas busca suerte a punta de golpes. María Dilia Re y e s Torre s
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mdre y e s0310@ g ma il. c o m mis compañeros, al entrenador que me enseñó todo lo que sé y la más desagradable fue cuando participé en unos juegos departamentales”, afirma el joven de 15 años que vive en Medellín hace un mes y es oriundo de Caucasia. “Esa vez perdí, estaba tímido... No solté casi mano”, continúa.
Aquí, como en la vida, hay tiempo para todo
Fotografías: María Dilia Reyes La Liga Antioqueña de Boxeo cuenta con nueve clubes afiliados y exigen que les den un espacio en el Estadio Atanasio Girardot porque las condiciones del Coliseo Carlos Mauro Hoyos no son las apropiadas para el deporte. Foto María Dilia Reyes T. “¡Dejen el miedo, dejen el miedo!”, les grita Beibis Mendoza a dos de los muchachos que entrenan en el Coliseo Carlos Mauro Hoyos, junto a la Pista de Supercross BMX Mariana Pajón, muy cerca del Aeropuerto Olaya Herrera de Medellín. “¡Ataca y defiende, ataca y defiende!”, le dice ofuscado en especial a uno. Acatando la orden, ellos se dan puños y gritan, respiran muy aceleradamente, pero siguen con miedo y se golpean con sutileza. El entrenador mantiene su cara de decepción y rabia. Arrieta se mueve lento mientras Percy le zampa puños y hace bien los ganchos. Entretanto, los otros siete jóvenes practican y miran, algunos por el rabito del ojo, cómo el entrenador les exige a sus compañeros. —Percy, ¿qué le pasa a Arrieta?... habla, mijo, habla... —le replica a Arrieta, quien está en el ring con su oponente Percy, de 16 años, desalentado con las manos sobre las rodillas. —Percy, ¿qué dice Arrieta?, no le entiendo nada... Percy, pero mijo, habla... ¿Qué dice Arrieta? —pregunta el entrenador desde abajo intentando resolver la situación y poco demuestra estar preocupado. —Que está asfixiado —responde Percy, quien viste una camiseta blanca encajada y una pantalone-
ta verde. Mira a su amigo. —Baje, baje... Arrieta obedece y, agarrándose de las cuerdas del ring, camina por las escaleras cuesta abajo. Beibis, un moreno barrigón, bajito y calvo, se le acerca y entre ambos empiezan a hacer ejercicios para respirar, levantan los brazos e inhalan y exhalan. Se recupera luego de haber repetido más de cinco veces la rutina, los tres se sonríen y le da unas vueltas al Coliseo. Son las 5:17 de la tarde y el entrenador manda al resto de muchachos –ocho– a dar golpes a los sacos de box. Arrieta, quien se llama Adalberto y entrena con Beibis desde principios de marzo de 2017, sigue dando vueltas, lo hace lento y respira profundo cuando hace pausas; tal vez piensa en lo que luego expresó: “Si Dios quiere que yo sea boxeador lo voy a hacer y si no, no”. Él ya ha practicado otros deportes –fútbol, entre ellos–, pero manifiesta que nada ha sido como el boxeo porque no les “veía la gracia” y en el que entrena de lunes a sábado de dos a cuatro de la tarde se siente “inspirado”. “Mi experiencia más bonita practicando boxeo ha sido conocer a
“En los que yo más creo es en Percy, en Arrieta y un poquito en Pérez”, expresa Beibis Mendoza –el entrenador– sobre el grupo de la tarde, conformado por muchachos entre 14 y 17 años. Son alrededor de nueve, pero Mendoza considera que no en todos ve interés. “Ellos solo tienen que pagar $64 mil pesos, que es la inscripción, del resto nada. Son indisciplinados”, opina. —Abra la mano, abra la mano — le dice a uno de los muchachos, al más acuerpado, un moreno alto y casi sin cabello, mientras le enrolla una venda amarilla de más de un metro de largo en la mano izquierda. La cara de Beibis es de rabia, frunce el ceño y empuña las manos mientras mira a los muchachos colocarse las vendas, otros ni tienen. Él no sabe los nombres de todos, así que cuando les va a llamar la atención pregunta antes por sus apellidos. —Aquí como en la vida, hay tiempo para todo —le dice el entrenador a los pelaos— Esto tienen que hacerlo en sus casas, sean disciplinados. De inmediato suena el pito y grita como desde sus entrañas: Tiempo. En el coliseo Carlos Mauro Hoyos, en las horas de la tarde solo practican estos muchachos y unas niñas, patinaje artístico. Solo se escuchan los gritos y sollozos de los muchachos y de los entrenadores, y perdida entre ellos una niña dice: “No puedo”. Los muchachos de Beibis saben que tienen prohibido usar esa expresión. No son más de las cinco de la tarde y en el piso caen las gotas de sudor de los adolescentes. 40 minutos de entrenamiento se evidencian por los parches
enormes de sudor en las pantalonetas y franelillas. —Trabaje Arrieta, trabaje, mijo... ¡Papi, usted está dormido! —Arrieta lo mira de reojo. —¿Usted cuánto está pesando? —68, desde la última vez que me pesé —responde el caucasiano. El sonido de los resortes que sostienen el ring es ensordecedor producto de los brincos permanentes de los muchachos. Péndulo, así se llama ese movimiento. “Es la técnica para distribuir el peso en ambas piernas”, explica Beibis. Suena el pito y el grito: tiempo. No entran casi rayos de luz al coliseo. Todos lanzan puños, jabs y rectos, lo hacen con mucha fuerza y sin temor alguno. En el aire huele a dolor, parecen haber 18 personas, pues los nueve adolescentes golpean a sus oponentes invisibles. Son las 5:29 p.m. y Beibis les dice que paren el ejercicio con los sacos y mira con desencanto a quienes golpean al objeto de caucho y se echan para atrás. —Vamos pa’ afuera a trabajar trotando lento y cuando pite ustedes van rápido —grita el entrenador. Por fin los muchachos, que lucen muy agotados, salen de la jaula y del espacio que no es muy amplio, que huele a humedad y da la sensación de desorden. El sol se está escondiendo, entran unas niñas acompañadas de sus madres y pasan la jungla para llegar a su paraíso, el lugar opuesto al ring, que es más pulcro y estético. La pista de patinaje tiene bancas de color amarillo con líneas verdes y mallas decentes. De izquierda a derecha los jóvenes corren sin compás. Cualquier brisa parece un suspiro de ellos, que nacen de sus adentros, pero más fuertes son los gritos de Beibis cuando son interrumpidos por el ruido de los aviones que despegan del aeropuerto Olaya Herrera. Después de más de nueve pitadas, de nueve cambios de velocidades, Beibis se despide de ellos, mira al cielo y se va. Ellos quedan recogiendo sus pertenecías y conversando.
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LA PRÓXIMA SELECCIÓN PROFESIONAL DE BOXEO DE ANTIOQUIA
el ambiente en mi familia cambió”, recuerda Crismatt, un joven alto, blanco y sonriente, como si tuviera tatuado ese gesto todo el tiempo. —¿Qué es lo más difícil de ser entrenador de boxeo? —le preguntan a Beibis. —Que a uno le toca ser padre, amigo, psicólogo —responde con seguridad y con una sonrisa en el rostro mirando a sus muchachos, quienes están sudados haciendo sparring. “Mira a esas pela’as: son unas verracas, siempre les tenemos respeto. Los hombres saben que tienen que bajarle a la potencia con ellas, pero ellas lanzan golpes como niños”, agrega.
La categoría mayor de la Liga de Boxeo de Antioquia durante unos días suspendió sus entrenamientos por la alerta ambiental que hubo en Medellín en marzo. Foto María Dilia Reyes T. “Yo no me quiero ganar la vida con el boxeo”, afirma Cristian Hincapié, quien hace parte de la Selección Antioquia y practica el deporte hace seis años. “Por eso me preparo para ser biólogo. Es que como es un deporte de choque puede generar enfermedades cerebrales como párkinson, alzhéimer y derrame cerebral… Yo no quiero terminar así”. Hincapié es alto, de tez trigueña y sus brazos son grandes. De su rostro resaltan su nariz y sus gafas negras.
día él vestía una pantaloneta amarilla marcada con su apellido.
Sus compañeros se sorprenden mientras él pronuncia estas palabras, pero, ante eso, él solo sonríe y se muestra amable entre los otros ‘macancanes’ que lo miran. Él, a sus 22 años, manifiesta que el boxeo cambió su vida y que fue la salida que lo ayudó a sobrellevar la adolescencia. Antes del boxeo Hincapié se sentía muy solo y practicando este deporte distraía su mente y no le daba tiempo para deprimirse.
En el cuarto round Mendoza levantó sus brazos celebrando su victoria, dejando ver sus axilas peludas, unos hombres lo alzaron y le llevaron una bandera de Colombia. Álvarez en ese momento lo miraba con rabia, y Beibis lloraba abrazando a sus colegas y dedicándole esa gloria a su madre. “Yo soy guerrero, yo pa’ eso estoy trabajando, pa’ entrenarme pa’l que sea”, respondió Mendoza al traductor cuando le preguntó sobre una posible revancha por los golpes bajos que le dio Rosendo.
A las nueve de la mañana inicia el entrenamiento de los muchachos, hay algunas mujeres en el círculo de más de diez hombres y hacen todo lo que Beibis indica. El día es muy caluroso y a eso de las 9:30, luego del calentamiento, empieza el sparring, que es entrenar para preparar combate. Cristian, quien también pelea con su miopía, cursa octavo semestre de Biología en la Universidad CES y sueña con participar en los Juegos Olímpicos de Tokio. Su reto es llegar a la Selección Colombia de Boxeo de Mayores, pues ha logrado ser campeón departamental en dos ocasiones. Beibis es más exigente con estos jóvenes, que hacen parte de la Liga de Boxeo de Antioquia Mayor y las indicaciones sobre cómo realizar los ejercicios son menos específicas. Hace mayor énfasis en el péndulo, movimiento con el cual él se preparaba antes de cada pelea; de hecho, en su competición con Rosendo Álvarez en marzo de 2000, con esos saltos para repartir su peso “minimosca”, sudó mucho antes de subir al cuadrilátero. Ese
En el primer round de esa pelea de hace 17 años, debilitó a su oponente con dos rectos en la cara y este le respondió con un golpe cerca del pene. Después de más de 20 minutos de pelea, esta se tornó tensa o buena para los aficionados. El réferi, como se le llama al árbitro en boxeo, intervino y los separó cuando se entrelazaban cual abrazos de serpiente.
Este es uno de los tantos motivos por los cuales sus aprendices lo escuchan y hacen lo que él les dice, pues Beibis fue 5 veces campeón nacional, 12 veces departamental, obtuvo el sexto lugar en los Juegos Olímpicos de Atlanta en 1996, fue Campeón Mundial de boxeo en la categoría mini mosca, y es el mentor de Yuberjén Martínez, quien obtuvo plata en los Juegos Olímpicos de Río 2016. Son como las 10:30 de la mañana y en el Carlos Mauro huele a aserrín podrido, hiede a sudor concentrado y en medio del sol sabatino Jacobo Crismatt, quien ha obtenido plata y bronce en Juegos Departamentales, se recuesta en unas llantas que forman una pila y cuenta sobre cómo hace para dividir el tiempo. Él es estudiante de Comunicación Social de la UPB. “El boxeo me cambió completamente, yo era muy rebelde… Toparme con el boxeo fue amor a primera vista. Yo fumaba cigarrillo, mi estado físico era horrible, con el boxeo me alejé de malas amistades,
Cristian Bautista entrena con Beibis hace seis años y estudia en la Escuela Nacional de Deporte. “El boxeo ayuda a ponerse metas a uno
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mismo. Es un deporte que exige física como mentalmente”. El joven de 26 años, de estatura media, de brazos soplados y tatuados, comenta, además, que “el deporte te mentaliza, que el fin de semana no vas a rumbear sino a descansar”. En esto coincide su compañero Daniel Vega, de 22 años, quien practica desde hace 6 y estudia Ingeniería Mecatrónica en el ITM y, a pesar de que cree que “el deporte es solo un hobby” afirma que irá con el boxeo hasta donde lo lleve. “Me enamoré del boxeo porque es diferente. Implica valentía: no es fácil subirse a que a uno le den golpes”. Vega es el más blanco y delgado de todos y a pesar de que su acento no es tan marcado, sus compañeros lo apodan ‘El Rolo’, pues es de Bogotá.
EL MURAL DEL PASADO Y DEL FUTURO DEL BOXEO ANTIOQUEÑO
Este mural lo realizó Beibis Mendoza con una de los jóvenes que entrena boxeo. El objetivo fue que le sirviera de motivación para quienes practican en ese lugar. Foto: María Dilia Reyes T. Muhammad Alí, Pambelé, Rocky Marciano, Joe Frazier, son algunos modelos de los muchachos que entrenan boxeo en el Coliseo Carlos Mauro Hoyos. Tanto que hay un gran mural con fotos de campeones mundiales y de otros que han obtenido reconocimientos en el deporte. Está en la pared paralela a la entrada. “A mí nadie me viene a decir que el boxeo es un deporte violento, es de combate, que es otra cosa”, dice Mendoza de pie mientras mira las fotos, algunas dañadas y otras un poco amarillentas. “Es más, tú los puedes ver peleando en el ring, dándose duro, pero se bajan y son los mejores amigos”. Son pocas las fotos que lucen recientes; incluso, por las goteras que hay en el techo del lugar, cuando llueve se mojan y su tinta marca un camino, como si alguien se hubiese recostado a llorar ahí. Por esos agujeros en el techo, también, Mendoza pide que los trasladen a la Unidad Deportiva Atanasio Girardot. “Son figuras que a uno lo inspiran. Uno trata de copiar lo bueno y ponerle su propio toque”, comenta Cristian Hincapié señalando las fotos de diferentes boxeadores antioqueños. Entre ellos Elvis Álvarez, quien en 1989 en Tokio venció y le dio a su departamento el primer reconocimiento en boxeo. Álvarez pocas veces cayó en el cuadrilátero, pero lo hizo definitivamente cuando un oponente más fuerte lo encaró en 1995: recibió 12 disparos en
una esquina del barrio Belencito, al centro occidente de Medellín. Tres años después, en 1998, Rubén Darío Palacios, quien nació en La Sierra, un barrio pobre de Medellín, fue campeón Pluma OMB. Él le dio la última victoria en el siglo XX a su departamento. En ese mismo año, cuatro colombianos fueron campeones en diferentes categorías del boxeo, casi todos costeños. Poco después Palacio fue diagnosticado con VIH y murió en la capital antioqueña en 2003. El siglo XXI inició para Antioquia con éxitos en el boxeo, pues en 2000 Newton Villarreal y Beibis Mendoza cargaron el cinturón de campeón en categorías Welter Júnior OIB y Minimosca AMB, respectivamente. Desde entonces han sido muchos los antioqueños que han sobresalido en el boxeo. Céiber Ávila, Yuberjén Martínez y Jorge Luis Vivas, los dos últimos de Urabá, estuvieron clasificados en los Juegos Olímpicos de Río 2016. Beibis, aún de pie ante el mural, en medio del calor del mediodía, mira su foto: aparece un joven de cuerpo tallado y esbelto, mirada confiada y puños en alto, dispuesto a defenderse de cualquier golpe que le mandara la vida. Suspira al contemplarse y dice: “Y mira yo como estoy ahora, con esta barriga...”. No todos los golpes se pueden esquivar. Así es la vida.
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Las puntadas del perdón María Camila Cardona
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“Mijitas, vayan empacando que ya se acabó la clase”, dice María Ortiz mientras les ayuda a recoger los materiales a sus alumnas del taller de costura de su fundación. Recibía a todos con una sonrisa tranquila y amigable, como si nunca hubiera sufrido los horrores del conflicto armado colombiano. Para ella, el dolor de la guerra se ha transformado y le ha servido para ayudar a los otros como le ayudaron a ella cuando lo necesitó. Llama a su hija Lina “mijita”, como llama a todo el mundo, con acento paisa y voz serena. Quería un vaso con agua a la mano para empezar a relatar aquello que le cambiaría la vida. Dice que aún se le seca la garganta cuando habla de lo que pasó. Oriunda de Ituango, Antioquia, Doña María de 58 años proviene de una familia campesina, siendo la mayor de once hijos. Le gusta mucho el campo y los animales, amaba su “finquita” como ella la llama, localizada en el pueblo de San Francisco, Antioquia donde viviría posteriormente con su papá y su hermano Luis Arfulfo Ortíz, a quien desaparecerían luego. “Teníamos muchos animales, teníamos muchas gallinas y manteníamos cultivando la tierrita. Manteníamos frutas y verduras. Mi hermano era feliz cosechando y nosotros también”. Allí donde todo cambia Luis Arnulfo Ortiz tenía 33 años cuando paramilitares del grupo Autodefensas Campesinas del Magdalena Medio fueron por él a Río Claro, donde ya llevaba un año viviendo y trabajando como mayordomo en una finca. Estaba muy contento y ya se había establecido en su casa, cuenta su hermana. El 8 de diciembre de 1998, a eso de las 2 de la tarde, Doña María recibió la llamada de un vecino de su hermano en el pueblo. “ ‘Doña María, es mejor que se venga para acá. Se llevaron a su hermano el lunes’ me dijo él. Yo corrí a Río Claro con una amiga a preguntar por él. Es muy difícil que a uno le digan algo sabiendo que allá estaba esa gente amenazando.” Caminó por Puerto Triunfo y Doradal, preguntando y buscándolo desesperadamente. Sentía que su hermano aun seguía con vida. Se habían llevado a su hermano del estadero del pueblo, dos días antes a las 10 de la mañana. “Lo que más duro me da es que nunca supimos nada y 20 años después todavía cargamos con ese peso que no se nos quita. Todavía lo veo cuando me voy a dormir” dice mientras se le quebranta la voz. Sus ojos están rojos mientras recuerda y cae una lágrima debajo de sus lentes, que limpia rápidamente. 20 años de la desaparición de Luis Arnulfo y sus hermanos aún no le han contado a su mamá. María dice que nunca fue y aún sigue sin ser capaz de darle semejante noticia. Se “hace la boba” como ella dice o simplemente le voltea la cabeza, “no falta sino que se me muera mi viejita del dolor”. Responde a los interrogantes de su mamá con un “ya volverá”, con el fin de mantenerle la esperanza que ella misma ya perdió por completo.
Ilustración: Susana Morales A los seis meses recibió otro golpe: ya cuando Doña María vivía en el miedo con sus dos hijos pequeños, la guerrilla se había tomado el pueblo de San Francisco. Destruyeron el 30 por ciento del pueblo y otro 25 quedó averiada. Sin embargo, esto no le impidió seguir viajando a Río Claro para seguir con la búsqueda de su hermano, incluso después de seis meses de su desaparición. Ella nunca imaginó que después de estar 15 días por fuera de su pueblo buscando a su hermano, iba a llegar a su finca a encontrar comida hecha, platos sucios, camuflados encima de la cama con botas pantaneras. Se habían tomado su casa. “Yo sabía que tenía que coger a mis dos hijos e irme de allá, sin mirar atrás ni coger nada de esa casa”. Intentó refugiarse en el pueblo, solitario y desolado por el desplazamiento casi total de su población, mientras decidía qué hacer. Durante su relato, mueve la pierna de manera ansiosa y se agarra las manos, como si aquel terror de hace 20 años despertara con tan sólo mencionarlo. “El miedo es indescriptible, sobretodo por mis hijos”. Decidió venir a Medellín, sin tierra ni casa, de la que había sido desplazada junto con el sueño de encontrar a su hermano. Después de la tormenta Doña María vino a Medellín con sus dos hijos cogidos de la mano, con la ilusión de volver a empezar y con el recuerdo vivo de su hermano que ya empezó a dar por muerto. A pesar de cam-
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susanamorales111@gmail.com biar de ciudad, el miedo seguía latente en ella y con él, llegó la tristeza absoluta en la que se sumió por un año, cuando despertarse y levantarse de la cama le dolía física y emocionalmente. Encontró ayuda temporal en su familia que vivía aquí. Con ellos, consiguió una casa para arrendar cuartos y así darle sostenimiento y educación a sus hijos. Doña María sentía que debía hacer algo por ella y para los demás. Consiguió el apoyo de una fundación para estudiar Arte y Oficio: aprender a coser y a manejar la máquina, conocer de telas y confecciones, que luego se convertirían en su pasión para trabajar durante 17 años. Actualmente, Doña María y su hija Lina tienen una fundación llamada Volando Juntos, cuyo propósito es apoyar a personas en situación de vulnerabilidad: sea económica, social o familiar. Trabaja actualmente con 65 personas a las cuales les brinda espacios de socialización y esparcimiento, a través de talleres de costura, belleza y de familia. Ver el infierno de frente, a sus seres queridos y por ende sus sueños desaparecer en la tempestad de la guerra. Sentir esos dolores del alma que punzan en el cuerpo. Saber que perdonó y que su sonrisa lo demuestra, porque sabe que ni el odio ni el mal le devolverán a su hermano ni reparará el daño ocasionado. Porque Doña María sabe que su pasado le ayudará a transformar su presente, que es capaz de pasar por lo inimaginable y perdonar lo imperdonable.
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T A J A D A Pe dro Juan Valle jo
No me gustan las gallinas porque me arrecuerdan a mi hermanita. Corren por todas partes y hacen pua-puac-pua-puac y me dan miedo. Miedo como la primera vez que llegué a esta casa y vi a los empiyamados. Una enfermera me trajo en un bus grandote y estaba haciendo mucho sol, pero cuando vi a los empiyamados me dio frío y empecé a temblar. Yo creo que es por el color azul oscuro de las piyamas. De ese color se pone el cielo antes de nochecer y mi mamá dice que antes de nochecer las almas del purgatorio salen a flotar al Cauca. He visto algunas: flotan hinchadas como llantas y tienen un montón de gallinazos encima que las picotean como si fueran de maíz. Seguro cuando mi mamá se muera va a flotar en el Cauca o de pronto se va derecho al infierno, como yo. Pero la verdad desde que estoy en esta casa no volví a ver a ni a mi mamá ni el Cauca. Casi que solo veo empiyamados y gallinas. Y a mí no me gustan las gallinas. Cuando estoy en el corral de la casa y está lloviendo, el agua las moja y empiezan a oler maluco, como a orines; y me da rabia porque me arrecuerdan más a mi hermanita que amanecía orinada y llorando. Entonces las persigo por la manga y los empiyamados me miran y escriben cosas en unas tablas. Y cuando cojo alguna, hace pua-puac-pua-puac y aletea y nada más. Pero si le cojo una pata y se la parto, hace más que pua-puac-pua-puac: pone los ojos grandes como el Cerro Tusa y hace PUAAAAAAAC. Todo mundo oye y llegan los empiyamados para amarrarme y no me gusta. Pero me gusta que oigan. No me gusta mojarme. Por eso trato de mantenerme adentro de la casa. No es mi casa, pero me gustan las ventanas verdes que tiene porque me gustan los aguacates. Aunque lo malo es que huele a gallina. No huele siempre, pero cuando el olor es muy fuerte yo me tengo que ir para el Hueco. Allá me encierro y veo a Confite haciéndome ñau, a Galleta ladrando, al río Cauca con garzas y a mi hermanita. Y me río y soy feliz. Pero los empiyamados siempre me ven con esos ojos que pusieron en las paredes y van a sacarme de ahí para darme pastillas. Yo los veo venir desde las tres rayas de luz que tiene la puerta del Hueco y con las pastillas quedo más pasmado que una vaca y sueño con gallinazos. Puros gallinazos saltando encima mío y picotiándome como si fuera de maíz. Mi hermanita está al lado y me llama con la mano, pero yo estoy tirado en el piso como un
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Ilustración: Salomé Acevedo salome.estr@gmail.com bulto de papas y no puedo moverme. Entonces me despierto sudando y con ganas de llorar y voy a comer. Me siento y como y hablo. No con todos: solo con Edison, con Yesid y con Yimmy, que son los únicos que no me dicen Tajada. Pero si el olor a gallina se me vuelve a meter por la nariz, otra vez veo a mi hermanita estirándome la mano y a los gallinazos cerquita. Entonces me toca rasgar los gatos negros que hay pegados en las paredes porque empiezan a mirarme como si supieran algo. Mi mamá dice que los gatos guardan los secretos del diablo. Y si saben los del diablo, más fácil saben los míos. Yo creo que los empiyamados también saben mis secretos porque siempre me persiguen. Más si está lloviendo. Cuando llueve, el olor a gallina es más fuerte y a mí no me gustan las gallinas. Todos empiezan a oler: Edison, Yesid, Yimmy, los empiyamados, la casa. Es ahí cuando me toca arrancarme el pelo con las manos porque veo a mi hermanita tirada en un matorral y a mi papá encima de ella con los pantalones baja-
dos y el machete en el suelo. Las gallinas están cerquita y no hacen nada más que pua-puac-pua-puac muy pasito. También veo mi casa con las luces prendidas y el humo del sancocho que mi mamá está revolviendo. Y cuando yo la miro, ella parece un fantasma detrás del humo y no ve a mi hermanita estirándome la mano ni oye el pua-puac-pua-puac de las gallinas. Entonces me acerco al matorral sin hacer ruido y veo a mi hermanita con la boca tapada y oigo la lluvia mojando los helechos y cayéndome en la frente. Y aunque yo quiero que las gallinas hagan pua-puac-pua-puac más duro para que mi mamá oiga, parece que ella solo quiere oír la lluvia. Por eso salgo corriendo y me tiro encima de mi papá y oigo un sonido de machete como cortando una papa. Y mientras Confite nos mira desde la rama de un árbol y hace ñau, mi hermanita grita como las almas del purgatorio porque ve a mi papá tirado boca abajo con el machete en la cabeza y a las gallinas que meten las patas en un charco rojo y hacen pua-puac-pua-puac.
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M M V I I Yerly Herrera
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¿Te acordás, mujer-atrapa-sueños, que a los ocho años prometí que nunca te olvidaría? Que todas las tardes sin vos eran un funeral sin dolientes y que cada repicar parecía una esperanza Fotografía: Yerly Herrera | yherrer@eafit.edu.co
Que la canción que solíamos gritar ya pasó de moda pero que aún existe el mazapán que comprábamos en la escuela Que en lugar de flores lo que hay es tierra infértil y que sólo la nostalgia ha sabido seducirme ¿Te acordás? que nuestra mayor disputa era escribir un poema yo, para el sauce llorón blanco vos, para el sauce llorón rosa Que el propósito más grande era mantener la belleza en la sonrisa pero a los diez entendimos que lo bello también muere Todavía hoy puedo decir que la de la rima eras vos yo sigo siendo verso inconcluso y por eso
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Estamos acostumbrados a escuchar cifras poco alentadoras sobre las brechas sociales que hay en el país, pero pocas veces sabemos qué hay detrás de ellas. Para este texto me reuní con Ximena y Ainara, dos niñas que viven en mundos completamente distintos. Ellas me contaron cómo viven y me ayudaron a entender la realidad de muchos niños en Colombia. |
Mhoy osa3@ e af it. e d u. c o
La imagen que se refleja en un espejo, a veces, parece muy lejana. Frente a él hay una niña con ojos cafés, pelo castaño, piel tersa y clara y una risita que muestra unos dientes todavía por acomodar. Aunque el reflejo a simple vista se parece, hay algo que no encaja, que no convence. Tal vez la que está al otro lado no es ella, sino otra pequeña que, en un mundo paralelo, también se contempla ante el cristal ¿Qué tan distintas serán sus realidades? Frente al espejo está Ximena, una niña campesina de nueve años. Vive en el municipio de La Unión, Antioquia con su papá, su mamá y sus dos hermanos menores Jonathan y Matías. “Cuando mis papás se levantan temprano a ordeñar las vacas, yo me quedo cuidando a los niños. Y menos mal se organizan rápido porque nunca me hacen caso”, afirma con resignación. Le gusta jugar con el balón, estar con su marrana Chicalinda y escuchar reggaetón cristiano, para perrear como Dios manda. “Ximena, ¿me muestras en dónde está Chicalinda?”, le pido, “ah, venga y le muestro los marranos”, dice mientras se para del asiento y me lleva a la parte trasera de la casa, donde hay dos corrales que dividen los cerdos pequeños y los que ya están listos para vender. Los fines de semana le gusta ir al pueblo por un helado de chocolate, y su comida favorita son las lentejas; “¿Con qué te gustan?”, pregunto, “ah, pues con carne”, responde como si fuera obvio. La imagen reflejada, aunque se asemeja, no es la de ella. Pertenece a Ainara, una niña citadina de siete años. Vive en Envigado, Antioquia con sus papás y su hermano Tiago, de cuatro años. “Me la llevo muy bien con él, a veces es un poco grosero, pero lo aguanto”. A ella le gusta el pop francés, bailar flamenco y comer pasta a la carbonara. Hace tres años, a sus papás les hablaron tan bien de Medellín que decidieron mudarse. Sus otros parientes viven en España y Francia, y los visitan cada año. “Mi abuelo vive frente al mar y siempre que vamos me encanta meterme”. Los días de descanso va a la piscina y juega con su muñeca de trapo Natally, a la que trata como si estuviera viva. “¿Qué le gusta jugar a Natally?”, le pregunto, “a ella le gustan las Barbies y cuando estamos en el colegio las dos jugamos con mis amigas a la familia, casi siempre soy la hermana mayor, pero cuando las otras me dejan, soy la bebé”. A pesar de que cada una vive en realidades completamente distintas, hay algo que tienen en común. Ninguna hizo parte de la tasa de deserción escolar en Colombia, que en el 2017 fue del 37%, una cifra que cada año aumenta. Ambas van al colegio, se levantan temprano y
Ilustración: Laura Mejía Posada cuidan a sus hermanos en el camino. A Ainara la recoge el transporte que la lleva a un colegio privado donde la mayoría de las clases son en francés y tiene grados hasta once. Ella, como muchos otros niños de ciudad, hará parte de los 86 de cada 100 que terminan el bachillerato. Ximena, por el contrario, todas las mañanas camina hasta la institución primaria veinte minutos por una vía destapada. Los sábados también tiene que ir, porque a principio de este año un niño quemó gran parte de las instalaciones y no pudieron ir a clase por un tiempo. “Mi colegio es muy lindo, tiene muchos salones, algunos ya casi los terminan de reconstruir, solo les falta el techo y las ventanas”. A los 59 estudiantes les dan desayuno y almuerzo a cambio de cuatro mil pesos que pagan los papás todos los lunes. “Hubo un tiempo en el que el alcalde se estaba robando la comida, la mandaban y nadie iba a recogerla, entonces nos tocaba llevar de la casa”, afirma. Si Ximena quiere estudiar bachillerato va a tener que ir a una escuela que queda mucho más lejos. “Menos mal el papá tiene moto y la va a poder llevar”, dice su mamá. Menos mal, porque muchos otros niños campesinos no tienen esa oportunidad y terminan siendo uno de cada cinco niños que solo hacen primaria. Las dos sueñan en grande. Ainara quiere tener una pizzería, ser veterinaria y viajar por todo el mundo. “Me encanta pasear y lo hago desde
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lmejiaposada@gmail.com que era pequeña. Conozco España, Francia y Colombia. Cuando era chiquita conocí la nieve, pero como no me acuerdo, mi papá me prometió que algún día me va a llevar a esquiar”, se sonroja mientras cuenta su sueño más anhelado. Ximena, por otra parte, no se muestra muy interesada en ir a la universidad, le parece que queda muy lejos y es feliz en el campo. En el 2016, solo el 1% de las matrículas de educación superior provenían del campo, tal vez porque los niños no tuvieron la oportunidad de ir o simplemente porque no les interesaba. Ximena quiere ser futbolista del Atlético Nacional y conocer el mar. “¿A dónde quieres viajar?, le pregunto, “ah, yo no sé, por allá lejos de Colombia, a donde van ellos a jugar”, responde. El objeto que las refleja, más que un espejo, es una barrera que las separa, una radiografía social que muestra la brecha educativa del país. Seguramente si se rompiera, no traería siete años de desgracia, sino muchos de justicia. Actualmente, el Gobierno Nacional tiene planes de invertir 21 mil millones de pesos en becas que beneficiarán a dos mil jóvenes nacidos en zonas rurales, con el fin de que cuando terminen de estudiar, vuelvan al campo a aplicar lo aprendido. El conocimiento abre el mundo y lo ideal sería que, si un niño se queda en el campo o vuelve a él, es porque quiere, no porque no conoce o no puede hacer otra cosa. Pero, como diría Galeano, para eso sirve la utopía, para seguir caminando.
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5:53 a.m. Catatumbo, Norte de Santander Ese día la montaña tenía un color claro, la luz le caía impetuosa, el aire soplaba frío y resaltaba lo verde, se lograba vislumbrar a lo lejos muchas vacas, gallinas, cultivos de maíz, de hortalizas y por supuesto, de coca. También, un par de cruces blancas, grandes y degastadas, sin saber cuántos cuerpos habrían metros bajo ellas. La región era rica en agua, en minerales, en fauna; una región rica pero de gente bien pobre. Allí se encontraban las querencias de Don Eusebio: la tierrita, los animales, el terruño, su tradición y su amor por coger mangos en el árbol a la izquierda de la casa. A él no le gustaban esos cuentos de la guerra, prefería sembrar. Le decían que se fuese a la ciudad pero irse por allá sería inútil, un despropósito, para él representaba la expresión máxima del éxodo rural que atraviesa la mayoría del campesinado en Colombia. ¨ A mí la ciudad no me gusta, no puedo ver a mis gallinas, ni me huele a campo. Allá sería infeliz, ¡el que es del campo es del campo!¨. Eso le decía Don Eusebio a cada insinuación de partida que le lanzaba Leidy, su esposa; de esas que aun siendo ciertas se constituyen en estocadas que apenas alcanzan a tocarte pero te hieren pues son rápidas, precisas y certeras. Aunque los tiempos eran tranquilos y la tierra suave y agradecida daba sus frutos, desde el pueblo llegaban día a día rumores de presencia paramilitar en la zona ¨¡Vuelve la guerra! ¨decían por ahí. Sin darle mayor importancia pero con dudas en la cabeza, cada día Don Eusebio enterraba sus semillas en la tierra antes de las 6 a.m., a su vez, resonaba la voz de Leidy que como un profeta anunciaba la tragedia con firmeza. Desde que ella oyó esos rumores temía por sus hijos, por sobrevivir y claro, por Eusebio. Pero que él no quería, no quería y no quería irse. Ya había sido desplazado más de seis veces. Conocía el monte, sabía de páramos, de selvas, de entramados; el irse de una zona a otra siempre representaba el peligro de convertirse objetivo militar porque se decía que todo el que llegara nuevo a la región era auxiliador de la guerrilla o tenía nexos con las AUC. Si no los expulsaban los guerrilleros, los paras o cuanto grupo de ´autodefensa´ que había por ahí; eran los rezagos de la guerra misma lo que los obligaban a irse. 10:13 a.m. Como todos los días, Leidy, se iba a la plaza a intercambiar lo que cultivaban por otros alimentos. Oyó de Doña Rosa que la prima de un hermano que tenía una cuñada le contó que en la vereda desaparecieron a los muchachos de José y aparecieron otros dos muertos. No habían pasado ni dos días desde las otras muertes, cuando ya aparecían algunos camuflados con dos botas izquierdas o dejados a mitad de la calle. ¨Qué bueno que no están ellos acá¨. Pensó en sus hijos y en cómo
Ilustración: Valentina Toro valentina.tg.29@gmail.com explicarles que a la próxima que bajaran al pueblo en bus debían irse bien escondidos en la parte trasera para que no los agarraran. Decirles que era normal que los paras con ayuda del ejército sacaran a algunas personas y les dispararan. Toda una hazaña para hablar de la guerra y seguir con vida. 12: 30 p.m. Leidy llegó a medio día a la finca, sabía que su esposo debía estar raspando la coca con más ímpetu que el resto de los días porque a la semana debían pagar unas deudas. Puso a pitar el almuerzo, no encontraba a su esposo. ´Seguro está en el palo de mango´, pensó ella. Y no era de mentirse, Eusebio se comía alrededor de cinco mangos al día. Se sentaba bajo él, se quitaba las botas y empezaba a comerlos. En esos raticos no pensaba en trabajar, no rezaba para que el cultivo de coca germinara rápido porque desde que se levantaba sabía que debía darle de comer a la familia pues ya ni la papa pegaba. Pero cómo no preocuparse si para alcanzar el salario mínimo debía reunir 260 kg. Eso ni por menos tiempo que pasara debajo del árbol, lo iba a lograr. 12: 54 p.m. A la sombra del palo de mango estaba la silueta de Don Eusebio. La tarde estaba calentando y relucía el color rojo en el pasto. Lo habían crucificado, estaba muerto pero no sepultado. Le arrancaron el corazón. Su esposa salió corriendo hacia él, se tiró, lo besó, lo abrazó, sentía la sangre desde el hueco que habían dejado. Leidy sólo pensó en taparlo con una sábana; no tenía fuerza para descolgarlo del árbol ni quería que sus hijos vieran al papá en esas, mucho menos para que dejaran de coger mangos en un futuro y por pura casualidad lloraran o les supieran amargos.
xxx En la vereda corrió rápido el chisme y así, a lo largo y ancho del territorio. Todos especulaban el porqué. Por ahí decían ´que nos les quiso hacer un favor´. Las historias iban de aquí para allá pero es que Eusebio no fue el único: que a Ubertina la habían matado en una balacera y Aniceto, su esposo, la tuvo que llevar de una orilla a otra rogando con un trapo blanco para poder llevar el cadáver hasta sus hijos, por allá en Napipí. En Nariño un grupo de paras habían desmembrado y sacado los intestinos de indígenas y campesinos para ponerlos en manos de los familiares. En Santander habían descuartizado a Alirio porque tenía el mismo apodo de un jefe guerrillero que buscaban, a la mamá le llegó una carta diciendo ´nos equivocamos, doña. Disculpe´. En el Salado les cortaban la cabeza y jugaban futbol mientras de fondo sonaba un vallenato. En Punta del Este le habían sacado los ojos a varios pelaos. En Bolívar y el Catatumbo la modalidad que imperaba era a lo ´Jesucristo´ y esa daba más pánico que cualquier otra. Tras la muerte de Eusebio, Leidy volvió a su quehacer diario, ponía a calentar el chocolate, escurría la ropa que había dejado remojada del día anterior y prendía la radio (ahora sí que le subía al volumen, para disipar la ausencia, para que la casa y ella no se sintieran tan solas) Era el presidente hablando: ¨ Este Gobierno ha tenido toda la firmeza contra el crimen y toda la generosidad frente a la desmovilización. La Seguridad Democrática ha protegido de manera directa y eficaz a los ciudadanos, sin olvidar los estímulos al campo que tan exitosos han sido¨ -Basado en hechos reales-
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RESEÑA
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Esca pe de Cronos Migue l Ánge l Corre a
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Lead: “El periodista ante todo es una persona ansiosa de saber, alguien sumamente intrigado por el ser humano, lleno de memorias, un ser profundamente emocional y un ignorante permanente”. Carlos Mario Correa Soto en otras universidades; además trabajó trece años como corresponsal del periódico El Espectador en la época más convulsa de la violencia en Medellín. Cada vez que me siento con el profe siempre tiene algo que decir. Aquel día charlamos como buenos amigos: yo, el que escucha, y él, el que ya ha escuchado mucho. Ciertamente Carlos Mario me ha enseñado todo lo que sé sobre periodismo en esas largas conversaciones, pero hay un superpoder que él tiene, y me lo reveló aquella tarde: Carlos Mario Correa es capaz de detener el tiempo. Aquel día nada fue como antes. Siempre había entrado a la oficina del profe Carlos Mario para pedirle asesoría con mis reportajes. Sin embargo, entré solo para hablar de su último libro; lo vi pegado como siempre a sus lecturas, rodeado por una abrumante cantidad de libros colocados a presión sobre la estantería. Me saludó tan amable como siempre y me atendió en un escritorio donde apenas tenía espacio para atenderme.
Me contó la historia del titán Cronos. En la mitología griega personificaba el tiempo… aquello que lo devora todo. La crónica periodística tomó este acertado y titánico nombre porque es capaz de manejar el tiempo de las historias a su antojo. Ante todo, la crónica es tiempo contenido en un papel, es el esfuerzo inhumano por escapar de Saturno en su insaciable hambre por quitarnos la eternidad.
No pude evitar sacudir al profe con preguntas sobre el periodismo, hacía poco había publicado su nuevo trabajo y su reputación lo precede: desde hace catorce años es maestro en el pregrado de Comunicación Social de EAFIT e igualmente lo ha sido
Después de un rato, agarró un libro de la estantería y me lo regaló, Narradores del caos, precisamente el libro que hacía poco había publicado. Me llamó la atención que pusiera en su título la palabra caos. ¿A qué se refería?
- El caos está lleno de relatos. Del desorden surgen grandes historias Esa es la clave para detener todo instante. Ser un espectador minucioso de todo lo que nos rodea; encontrar esa quietud en medio de todas las cosas en confusión y anarquía. El profe me confesó que ha luchado las más intensas batallas contra el tiempo y la mejor forma de apaciguar lo inevitable fue para él, la crónica. “Tengo ese pálpito del cronista de encontrar revelaciones, características, desentrañando enigmas. Vivo mi vida crónicamente, espectador de todo lo que sucede a mi alrededor. Un esfuerzo permanente por recuperar el tiempo pasado” Justo después de que dijera eso citó al gran periodista colombiano Luis Tejada: “el mejor cronista es aquel que es capaz de poner la mayor cantidad de eternidad posible en cada minuto que pasa”. Así ha vivido siempre, sus trabajos persiguen insaciablemente descifrar la crónica periodística. El libro que me entregó. Era el tercero de su trilogía sobre el periodismo narrativo. El primero fue La crónica reina sin corona, el segundo, Aprendiz de cronista y por último Narradores del caos. Narradores del caos se centra en la crónica latinoamericana, llena de temáticas
propias de esta zona del planeta, llena de dificultades y de historias escondidas Con la crónica latinoamericana, el lector se da cuenta que el mundo es mucho más grande de lo que cree y sobre todas las cosas se da cuenta que el mundo está loco. Los grandes cronistas coinciden en que las grandes historias muchas veces están donde menos se las espera, hasta en la oficina abarrotada de libros de un profesor. Los relatos están allá afuera esperando la mirada de aquel periodista con el poder de detener el tiempo o al menos alargarlo lo máximo posible. Aquel día nada fue como los antes. Pensé que durante nuestra conversación habían pasado horas, sin embargo, solo pasaron unos pocos minutos.