Edición 226 Periódico Estudiantil Nexos

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PROFETAS EN TIERRA AJENA / MIGRACIÓN INVISIBLE / EN EL MUNDO DE UNA MAID / COSTURAS AL CUELLO / CONTRA LA DEMOCRACIA / EL FENÓMENO DE LUNA GIL / ALMA FORESTAL / CÁ-LLA-TE TEJIDA / EL CLEPTÓMANO / LA VISITA / COMO EL AMOR Y LA MÚSICA / OCIOPATÍA / ENTRE PLATILLOS, CONGAS Y VIENTOS / EL ÚLTIMO POLVO ANTES DE LA MUERTE / PICHÓN DE DIABLO / CARTA AL TRABAJADOR / EN POCAS PALABRAS

ISSN: 2322-74GX - Año 34 - Edición 226 - 4000 ejemplares - Medellín, Noviembre 2021-www.eafit.edu.co/nexos


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Asociación Cultural Periódico Estudiantil Nexos NOVIEMBRE 2021

ÍNDICE

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Migración Invisible Juliana Heredia Barbosa

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El fenómeno de Luna Gil Simón Monsalve Orozco

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La visita Matilda Lara Viana

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El último polvo antes de la muerte Verónica Hoyos Giraldo

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En el mundo de una maid Nicole Rubinstein Ángel

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Alma Forestal Esteban Mejía Serrano

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Como el amor y la música Lucy Ortega Palacio

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Pichón de Diablo Eliana Tabares Sánchez

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Costuras al Cuello Mariana Arango Trujillo

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CÁ-LLA-TE Alexandra Castrillón Gómez

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Ociopatía Juan Daniel Arias Mejía

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Carta al trabajador Alejandro Jiménez Salazar

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Contra la Democracia Susana Blake

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El Cleptómano Juan J. Mesa

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Entre platillos, congas y vientos Nicolás Calle Henao

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En Pocas Palabras Varios autores

Conectando ideas Presidenta: Sara Gálvez Mejía sgalvezm@eafit.edu.co

Editora: Silvia Natalia Rojas Castro snrojasc@eafit.edu.co

Director de Desarrollo Humano: Andrés Osorio Zápata aosorioz@eafit.edu.co

Directora de Mercadeo Digital Laura Osorio Vásquez losoriov1@eafit.edu.co

Director de Relaciones Públicas Pablo Sierra Saldarriaga psierras@eafit.edu.co

Vicepresidente Financiero: Sebastián Arango Lazcano sarangol@eafit.edu.co

Equipo editorial Andrés Vélez David Ochoa Eliana Tabares Juan J. Mesa María Fernanda González Mariana Arango Matilda Lara Nicole Rubinstein Salomé Arango

Equipo de Desarrollo Humano Ana María Cardona Miguel Gómez Andrea Herrera Susana Mojica Diego Arcila Valentina Jaramillo Lucy Ortega Valentina Velásquez Manuela Vahos Sofia Osuna Manuela Solera Manuel Bedoya María Alejandra Amaya Marialejandra Domínguez Mariana Uribe

Equipo Mercadeo Digital Alejandra Cardona Manuel Gutiérrez Andrea Betancur Manuela Buriticá Estefanía Roncancio María Isabel Muñoz Gabriela Pupo Narly Álvarez Gina Criollo Roberto Saldarriaga Jimena Delgado Verónica Hoyos Isabella Franco Luiza Camargo Isaac Plaza Elisa García Mariana Arango Lorena Castaño

Equipo de Relaciones Públicas Alejandra Agudelo Tomás Quintero Valentina Motoa Edier Múnera Isabella Rodríguez Elisa Villegas Luis Fernando Isaac Plaza Rodríguez Juan Londoño Juana Hernández Mariana Posada Nicolas Calle Laura Arango Manuela Diez Susana Mojica

Portada Ilustración de Katerine Cobos Saa im.katharsis94@gmail.com @katharsis_94

Susana Blake Susana Estrada Juliana Heredia David Santiago Esteban Mejía Yonatan Gómez Simón Monsalve

Diseño y montaje Pablo Agudelo @pabloagart Preprensa e impresión Casa La Patria

Fundado el 13 de agosto de 1987 por Jorge Restrepo, Jaime Cadavid, Claudia Patricia Mesa y Gustavo Escobar. Carrera 49 No. 7sur-50 / Bloque 29 oficina 517 EAFIT edicionnexos@gmail.com / Teléfono: 261 93 02 (574) 2619500 extensión 9302

Los artículos firmados son responsabilidad de los autores y no representan expresamente el pensamiento editorial del periódico. Este periódico se imprime en papel Earth Pack, el cual es fabricado a través de fibras naturales de caña de azúcar, no tiene componentes químicos que afecten el medio ambiente.


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PROFETAS EN TIERRA AJENA Sara Gálvez Mejía

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sgalvezm@eafit.edu.co

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@saragalvez03

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ra julio, 2019. El pueblo puertorriqueño protestaba frente al Capitolio de San Juan. Sus gritos clamaban la renuncia de Ricardo Roselló, gobernador de Puerto Rico, por el arresto de varios de sus funcionarios por corrupción y la filtración de una conversación burlándose de la población LGTBI y de las víctimas del huracán María que había devastado La Isla en el 2017. La multitudinaria protesta fue encabezada por Bad Bunny, cuyo nombre real es Benito Antonio Martínez Ocasio, René Pérez Joglar, conocido como Residente, Ricky Martin y Benicio del Toro. Cuatro de los artistas más destacados, famosos y populares de La Isla del Encanto se unieron: activaron sus enormes plataformas para convocar a los boricuas, a través de sus redes sociales, y atiborrar las calles exigiendo la salida de Roselló. Tras varias jornadas de protestas, y en medio de una auténtica crisis política, los manifestantes lograron que el Gobernador dimitiera el 25 de julio de 2019. Así, en noviembre del mismo año, el estallido social ocurrió en Colombia con el Paro Nacional del 21N, causado por las inconformidades del pueblo colombiano con las políticas del gobierno de Iván Duque y el rechazo hacia los crecientes asesinatos de líderes sociales. Sin embargo, el apoyo que recibieron los manifestantes en Colombia de parte de sus artistas más famosos distó mucho del caso de Puerto Rico. Personalidades como J Balvin y Maluma, quienes meses atrás habían manifestado su apoyo y fuerza hacia lo ocurrido en la isla caribeña, brillaron por su ausencia cuando la protesta social sacudió a su país. Desde entonces, en Colombia se ha avivado un debate en torno a la responsabilidad que tienen los cantantes, actores y actrices, influenciadores, modelos, comediantes y deportistas de tener conciencia sobre los problemas, inconformidades y no hacerse los sordos ante los clamores del pueblo. Por un lado, hay quienes sostienen que estas personalidades mediáticas deben aprovechar la atención que logran captar y visibilizar los problemas sociales que padece su pueblo pues sus plataformas son útiles para lograr un cambio, como en el caso de Puerto Rico. Por otra parte, otros defienden que estos famosos son ciudadanos privados que aportan al entretenimiento y la industria artística, pero no son funcionarios públicos electos por voto popular, por lo que no tienen ningún deber o responsabilidad con la situación política de sus países. Cualquiera que sea la posición que se defienda, lo cierto es que el papel que

Ilustración: Carlos David Giraldo | tuvieron las celebridades boricuas fue determinante en la continuidad de la presión ciudadana que se ejerció durante doce días y que finalmente resultó en la salida del poder del gobernador de la isla. Aunque los contextos son distintos, en Colombia no sucedió lo mismo y al cabo de unos días el movimiento fue perdiendo fuerza y se terminó disipando. Entonces ¿son los famosos un combustible para impulsar el movimiento social? El 2021 agitó nuevamente esta pregunta con la crisis que vivió el país en abril y en los meses subsiguientes. La protesta alcanzó su punto más álgido y con ello la brutalidad de la fuerza pública, la violación a los derechos humanos de los manifestantes se presentaban a diario a la par que crecía la tensión entre el pueblo y el gobierno. El respaldo de figuras públicas internacionales no se hizo esperar, pues Kim Kardashian, Justin Bieber, Alejandro Sanz y otros publicaron mensajes en respaldo del pueblo colombiano y en denuncia de los atropellos que este vivía a manos de la policía. Sin embargo, las estrellas más importantes de Colombia guardaron silencio, solo se pronunciaron cuando los colombianos empezaron a reclamárselo. Estos famosos caen en una contradicción: salen a los escenarios internacionales a sacar pecho por ser

colombianos, afirman que están allí para su país y que se enorgullecen de representarlo, que son del pueblo y, en algunos casos, dicen que vienen de abajo y han vencido la pobreza y la falta de oportunidades para estar donde están. Si esto es cierto, entonces ¿por qué no alzar su voz y replicar en sus plataformas masivas en pro de la lucha por unas mejores condiciones de vida? Pareciera que solo pregonan de su identidad latina y colombiana cuando pueden monetizarla. Es cierto que no son todas las figuras públicas colombianas las que han caído en la indiferencia y hay quienes han permanecido sensibles al sufrimiento de los ciudadanos. Deja mucho que desear que aquellos con la mayor visibilidad y proyección internacional permanezcan en silencio ante las atrocidades y actos de violencia y corrupción que sacuden al país. Pareciera que no han entendido el poder que tienen y la influencia que pueden ejercer en las miles de personas que constantemente tienen los ojos volcados hacia ellos. Así, se ha vuelto común escuchar que en Colombia le exigimos más a un cantante, actor o influencer que a nuestros dirigentes políticos. Esto no es cierto, más bien es una confusión: de las figuras públicas y famosos no se espera que solucionen los proble-

@giraldocdavid

mas de un país, que creen políticas sociales, que piensen en formas de crear mejores condiciones de vida. Está claro que este no es su trabajo, esto le corresponde al Estado en cabeza de los funcionarios dispuestos para ello. Lo que se espera es que una persona con la capacidad de llegarle a tanta gente, no se quede callada ante los atropellos y abusos, que denuncie las injusticias y que comprenda que puede llegar a ser un recurso muy valioso para lograr transformaciones sociales y legitimar las protestas ciudadanas. Si una persona que afirma que su fama y reconocimiento es gracias a la gente, es apenas entendible que su público le pida apoyo en los momentos cruciales. Si el artista no está preparado para comprometerse con el debate político, tampoco debe usar al pueblo y al país como una estrategia para conseguir más reproducciones, vender más entradas a conciertos y promocionar la nueva película. Es preferible dejar de ser el niño de Medellín a dar dos o tres opiniones vacías y carentes de contundencia, solo porque así lo reclaman los seguidores en las redes sociales.


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Migración Invisible Juliana Heredia Barbosa | jherediab@eafit.edu.co |

@juliheredia8

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ecoclí es un lugar de paso para miles de inmigrantes que llegan a diario en búsqueda de una mejor calidad de vida, sin embargo, esta travesía es invisible para muchos.

mayoría por migrantes y uno que otro pueblerino disfrutando del mar. Todo era como un respiro en medio del caos. Lo más probable es que todos los extranjeros allí presentes estuviesen esperando tener luz verde para continuar con su travesía por Centroamérica hacia Estados Unidos. La meta de todos es la búsqueda de una mejor calidad de vida.

Las carpas en la mitad del parque, sobre la arena, a la intemperie y bajo el sol fue lo primero que vi al llegar a Necoclí. Esos son los hogares de paso de miles de inmigrantes que entran todos los días al Urabá antioqueño. –Ver a los niños chiquitos me rompe el corazón. La vez pasada que vine… menos mal no tenía tanta plata porque si no la regalo toda. A cada niño que veía, le daba plata. No, no, esto es muy triste–, comentaba con pesar don Darío mientras manejaba. Los demás pasajeros simplemente veíamos con asombro el panorama.

Un grupo de jóvenes jugaba un partido de fútbol en una cancha improvisada con un balón viejo y gastado. Gritaban, corrían de aquí a allá y yo los esquivaba para que no terminar con un balonazo en la cara. Al mismo tiempo, niños y niñas construían castillos de arena o se enterraban en la misma. Quizá no eran conscientes de la situación migratoria en la que estaban, pero para ellos ese era un domingo para disfrutar de las cálidas olas del mar y jugar en la arena con los niños locales.

El calor era intenso. Los rayos del sol caían en los cambuches y yo podía imaginar el fogaje que se debía sentir allí dentro; ni siquiera la sombra de los árboles parecía funcionar para mitigar el brillo del sol. En las calles del pueblo se escuchaban mezclas de creole, francés, inglés e intentos de español. Los puestos de la Cruz Roja con implementos de higiene y comida adornaban la zona, eran un oasis en medio de las carpas. Cinco minutos después, en la playa El Turista, las carpas se repiten, pero para un uso totalmente diferente. No eran hogares de paso, sino pequeños refugios del sol utilizados para dejar las pertenencias mientras se disfrutaba del mar o se tomaba un cóctel. Alcancé a ver cometas en el cielo, carreras de motos de agua y los infaltables gusanitos que tiran a las personas al agua después de un paseo por el mar. Es como si lo que había visto minutos atrás fuera un invento de mi imaginación. Claramente no lo era.

Necoclí es un paso obligatorio para todos los que viajan desde Sudamérica, que es el lugar de partida de varios, hacia Norteamérica. Al estar en la frontera con Panamá, este municipio es un punto de tránsito para miles de personas originarias de Haití, Venezuela, Cuba e incluso de algunos países africanos.

Ilustración: Jesús Enrique Hernández |

Sin embargo, algo llamó mi atención: varias de las personas que estaban tomando el sol y nadando en el mar, tampoco eran colombianos. Utilizaban su español atropellado para comunicarse con los lugareños y hablaban otros idiomas entre ellos. Quizá no era tan extraño, de todas maneras, Necoclí es un sitio que vive del turismo. Pero la disparidad era muy grande. Mientras unos esperaban en las carpas la autorización para cruzar a Panamá, otros disfrutaban del buffet y la barra libre en los mejores hoteles.

ahorros. Llegaban con los pocos dólares que les quedaban para costear el transporte y buscar hospedaje, por eso me encontré con carteles que anunciaban que “no hay habitaciones disponibles” en las entradas de hoteles del pueblo. Incluso los hostales de mala muerte estaban repletos y con las camas ocupadas. Como se dice por ahí, “el vivo vive del bobo” y lastimosamente ese dicho se aplica mucho en Colombia. A los inmigrantes hasta se les triplican las tarifas de hoteles y del transporte en bote. No es raro que paquetes “turísticos” para hacer el recorrido desde Ipiales para pasar la frontera con Panamá tengan costos que llegan a los 300 dólares americanos. Es cruzar el golfo de Acandí para llegar al vecino país o pasar por la temible selva del Darién, enfrentándose a los llamados coyotes y a los peligros inminentes de la naturaleza, para llegar a Panamá a como dé lugar.

Muchos de los extranjeros salían de sus países probablemente con sus

Ningún migrante que llega a aquel pueblo planea quedarse, sin embargo, a la

@sincresus gran mayoría le toca esperar varios días en el pueblo para poder seguir con su viaje. Son miles de personas las que llegan al municipio a diario y pocas las que Panamá recibe. –Me siento una turista extranjera, esto no parece Colombia, – dijo una de mis acompañantes. A todos nos impresionó la cantidad de extranjeros que vimos cuando caminábamos por las calles del pueblo. Era como si estuviéramos en un país diferente. Unos nos miraban como si no perteneciéramos allí, como si fuéramos extranjeros en nuestro propio territorio. Al llegar a la Playa del Pescador me encontré con un panorama interesante. Esta playa no es tan turística como la otra y está organizada con unas pocas chozas frente al mar, por lo que muchos simplemente optan por dejar sus pertenencias en sillas rimax o en la arena. Tenía más basura y escombros traídos por la marea, debido al río Atrato. También era un espacio ocupado en su

Se me vienen a la mente las entrevistas que escuché en la radio días atrás con el alcalde Jorge Augusto Tobón Castro. Una vez más se quejaba de la crisis migratoria que se vivía en su pueblo y del abandono del gobierno, abandono que pude notar durante mi visita al lugar. A pesar de que hay una cantidad descomunal de migrantes, hay unos que desisten del viaje y deciden regresar a países como Chile o Brasil; se embarcan en buses que los llevan al terminal de transportes del Norte de Medellín para ir a Cali y continuar el recorrido. –Ellos llegan siempre a ciertas horas por la noche o tipo cinco de la mañana. Ya últimamente no están llegando tantos–, me dijo la mujer que me vendió una botella de agua. Todos los días reciben inmigrantes, pero cada vez son menos buses los que llegan y a todos los despachan a sus destinos. La crisis es latente y tal vez somos ciegos a ella porque para ellos Colombia es un simple país de tránsito. Nadie se queda, llegan y se van para continuar con su travesía.


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En el mundo

de una maid Nicole Rubinstein Ángel

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nrubinstea@eafit.edu.co |

@nicole_rubinstein

–¡Okaerinasaimase, Goshujinsama, Ojosama, bienvenidos!

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os voces melodiosas hablando al unísono nos dijeron eso cuando terminamos de bajar las escaleras de Haiku Maid Café. Más tarde, las dueñas de aquellas voces, Lala y Yoko, me explicarían que esa frase significa ‘bienvenidos amo y ama’ en japonés. En ese momento, mis amigos y yo nos paralizamos, sin saber cómo reaccionar; ante nosotros estaban dos niñas que llevaban puestas unas orejas de gato y un uniforme de empleada doméstica, haciendo una venia en una demostración de respeto y llamándonos sus ‘amos’ en japonés. Así, en ese salón subterráneo de luces neón y dibujos anime, comenzó mi primera experiencia en un maid café.

y nos metemos en el papel. Las niñas que llegan a buscar trabajo aquí piensan que es como un cuento de hadas o estar en un anime, pero es más complicado de lo que parece. Hay que tener buena actitud y saber cómo tratar a los clientes, no es solo hablar japonés y actuar tierno.

Para alguien que no sea japonés, la idea de un maid café puede parecer algo bizarra y ajena. Sin embargo, los cafés temáticos son muy populares en Japón, y estos en particular son de los más famosos. Los maid cafés aparecieron por primera vez en los años 2000 en Akihabara, distrito de Tokio que es mundialmente conocido por ser el lugar que más frecuentan los otakus o amantes del anime y el manga. Eventualmente, este fenómeno llegó a Medellín en 2014 con la apertura de Haiku Maid Café y hasta la fecha es el único lugar de su estilo en la ciudad.

–¿Ustedes escogen sus nombres?

En esencia, la idea de estos lugares es ir a comer y ser atendido y tratado como realeza por un elenco de meseras que se visten y actúan exactamente como lo haría un personaje de anime. Su misma existencia resulta bastante problemática: la posición en la que ponen a sus meseras puede dar lugar a situaciones de acoso sexual y cosificación de la mujer. Debo admitir que se sintió un poco raro que nos trataran de ‘amos’, como si las maids fuesen menos que nosotros y debieran atendernos desde la sumisión. Me comencé a preguntar si las maids de Haiku habían pasado por alguna situación incómoda en su trabajo. Se veían tan alegres atendiendo a los clientes, siempre sonriendo y soltando frases en japonés cada cierto tiempo. Aunque en

–Soy la más nueva en el café. Supe de Haiku por una publicidad y desde que me contrataron me encanta trabajar aquí –intervino Lala –. No solo estoy rodeada de todo lo que más me gusta, sino que puedo disfrazarme y pasarla bien con las otras maids, porque todas somos muy amigas. Cada una tiene una personalidad diferente y un nombre único.

–Cuando llegamos aquí nos sugieren un nombre o lo escogemos nosotras. Yo por ejemplo escogí llamarme Lala porque así se llama la protagonista de To Love Ru. –¿Y hasta ahora les ha ido bien en Haiku? ¿Nada de experiencias negativas?

Ilustración: Daniela Ospina |

@la.mosaica

el momento solo estaban Lala y Yoko, sabía que el equipo de meseras de Haiku es más grande. Por Instagram me enteré de que cada una de las maids tiene su propia cuenta asociada al café. Revisando los comentarios en las fotos noté que la mayoría provenían de hombres y casi todos repetían palabras como “bella” y “hermosa”. Puede que Haiku tenga una buena selección de comida en su menú, pero los clientes van al café a ver a las maids. Una cosa es comentar repetidamente en las publicaciones, otra muy diferente es interactuar con ellas en la vida real. ¿Realmente es tan bueno ser maid? Les pregunté a Lala y a Yoko. Sus vestidos blancos con delantal negro me recordaron mucho al que usaba Misaki en Kaichou wa Maid-sama!, un anime que coincidencialmente toma lu-

gar en un maid café. Las orejas de gato que llevaban puestas tenían moños con cascabeles, un detalle muy fiel al amor que tienen los japoneses por los gatos. Una vez se desocuparon, me sonrieron y me preguntaron si podían ayudarme. Al agradecerles por el servicio, Lala soltó una risita y se tapó la boca con ambas manos. El gesto me pareció caricaturesco, muy similar a la ficción. Me di cuenta de que ella y Yoko de verdad parecían personajes animados, desde su aspecto hasta su comportamiento. ¿Sería todo intencional, una especie de actuación para hacer de la experiencia más creíble? ¿En qué consiste ser una maid, exactamente? –Somos meseras comunes y corrientes –explicó Yoko – hacemos todo lo que haría una mesera normal, pero la diferencia es que nos disfrazamos así

Las maids solo sonrieron como lo habían hecho durante toda nuestra estadía, evadiendo mi pregunta. –Cuando se llena el café es un poco agotador, pero aún así nos gusta mucho –dijo Yoko – A través de Haiku hemos conocido a muchas personas que aman el anime como nosotras. Consideré lo que me dijo Yoko sobre cómo ser maid está lejos de ser el anime en el que todo otaku sueña estar. Sin embargo, ella y Lala se quedan en Haiku por vocación propia a pesar de cualquier situación incómoda que les pueda pasar, aunque no hablen de eso en voz alta. Nuevamente, recuerdo a Misaki de Kaichou wa maid-sama! y cómo su historia como maid termina en una relación amorosa con uno de sus clientes. El hecho de ser maid continúa siendo romantizado por la comunidad otaku. No es difícil pensar que el mundo es perfecto para una persona que se gana la vida usando trajes lindos y actuando tierno.


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Costuras

al Cuello Mariana Arango Trujillo | marangot1@eafit.edu.co |

@mariangot_

“Los hombres, sus derechos y nada más; las mujeres, sus derechos y nada menos” – Susan B. Anthony.

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unca olvidaré el día en el que mis hilos se estiraron de nuevo y se desempolvaron luego de dormir por veinte años. Mi dueña se veía diferente: el cabello azabache más largo, sus caderas más anchas y su busto crecido. “¿Cómo voy a entrar ahí?”, recuerdo haber pensado. Ella me tomó, me tiró al piso, me pisoteó, lloró, se secó con mi retaguardia y luego hizo crujir mis costuras para acomodar su volumen dentro de mí. “Madre, ya no me queda”, gimió. Su madre, de las pocas personas que conoce su nombre y la puede nombrar, le respondió que no había dinero para uno nuevo, porque el precio se había triplicado en el mercado con la llegada de los que yo llamo Despojadores. Ellos arribaron con sonidos estridentes que retumbaban en todas las puertas y ventanas de Kabul. “¡Están disparando! ¡Abajo!”, gritó Adeeba, mi dueña. Luego de ese día, y como en los viejos tiempos, nos volvimos una. Su piel era mi velo y sus ojos mi rejilla. No había cosa que ella hiciera sin que yo la acompañara, aunque yo la notaba ausente, herida. Lloraba en silencio sin poder acercar sus manos a sus ojos por mi culpa. Por más que yo intentara secarle las lágrimas o abrazarla de verdad, me era imposible; al fin y al cabo, soy solo metros de tela. Mi primer uso fue ser una coraza ante la arena del desierto, pero, con el tiempo, me he convertido en una cárcel: árida y reseca. Cuánto me dolía ver que Adeeba, mi mejor amiga, me odiaba, me arrugaba en las noches y me arrojaba en un rincón. Me dispuse a comprender su odio prestando atención a los detalles. Noté que eliminó sus perfiles en redes, y que arrojó contra la ventana un cuaderno que en la pasta decía: “Química molecular 2021-2”. Encendió su computador y redactó un correo con el asunto: “Deserción del pregrado de Química farmacéutica”. Percibí su dolor con cada tecla hasta que envió lejos su sueño. Un día estábamos caminando, junto con su padre, con la mirada baja y sin hacer estruendo. Se nos acer-

Ilustración: Maria Alejandra Pérez | có una amiga de la infancia, con su hermano, pero no la reconocí, ni se veía. Cruzaron oraciones fugaces sobre la aparición de los Despojadores y la forma en la que tenían que vestir las mujeres. El hermano dijo: “Es que las mejores mujeres son las que no se ven ni se escuchan porque el sol ni la luna las han visto”. A Adee no le gustó: sentí que empuñó mis extremos con fuerza. Cuando llegamos a casa, mi mejor amiga navegó en internet y leyó en voz alta: “29 prohibiciones más hacia las afganas”. A grandes rasgos, y según lo que pude procesar, Adeeba tenía prohibido trabajar, estudiar, maquillarse, salir de casa sin su mahram (hombre con el que comparte sangre), hablar o dar la mano con alguien que no sea su mahram, usar tacones, asistir a baños públicos, reunirse en festividades, mon-

tar en bicicleta, entre muchas otras negativas. Inclusive comprendí por qué miraba tanto mi doblez remachado del final: si se veían sus tobillos podía ser azotada en público. El único momento del día en el que mi Adee sonreía era cuando estaba lejos de mí. No la culpo, pues mientras yo intentaba ganarme su confianza, ella perdía sus derechos. Fue en ese momento en el que pude interiorizar su odio, porque usarme era sinónimo de prohibición. La noticia de internet también decía que la intención de los Despojadores de ocultar a las mujeres de la sociedad tenía el fin de crear ambientes castos y seguros para enseñarles a ser dignas y sacrosantas. Pero la despojaron de su estudio, de su felicidad, de sus sueños. Eso no es una vida digna. Además, resulta contradictorio que, en lengua pastún, “ta-

@perekcupcake

libán” signifique “estudiantes” y que ella no pueda terminar su universidad o que en el Corán nunca se explique o se ahonde en la obligación de portarme, sino que sean interpretaciones. Ah, hasta me tiemblan las ideas. Siento la incomodidad de Adeeba debajo de mi velo. No sé cuánto peso, pero si hasta yo me canso de sostenerme, no me quiero ni imaginar qué sentirá su precioso cuerpo. Cada noche la veía más pálida; marchita. No soy un khimar, capa que cubre pelo, cuello y hombros; ni un hijab, velo cuadrado que cubre la cabeza y el cuello; ni mucho menos un shayla, velo que se enrosca en el cuello. Soy un burka: cubro extremidades, ojos y, al parecer, el corazón. Mi preciada Adeeba, cual finito oasis, se desvanece a medida que aumenta el desierto de mis costuras.


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CONTRA LA DE MO C R AC I A Susana Blake

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Ilustración: Fabián Arley Acero @fabian_aceroart

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Susanablake2810@gmail.com

na de las disputas en la política de hoy en día busca asignar un significado –el que sea– al lugar polisémico (por vacío) que ocupa el concepto de democracia. Algunos dicen que es lo mismo que la libertad, o que es lo único que nos permite tenerla; ¿de qué libertad hablan? Ese lugar también les conviene dejarlo indeterminado. Otros dicen que en ella todos somos iguales y, lejos de preguntarse por el valor de verdad de tal afirmación, la toman como si se tratara de algo loable.

cia. Lo hacen quienes no tienen reparo alguno sobre la cuestión de quién –y cómo– gobierna; quienes no tienen mucho que decir cuando se discute lo malo y lo bueno –casi todos–.

En cualquier caso, nadie muy inteligente ha defendido nunca la democra-

Así que cuando seamos mal gobernados, cuando sus leyes nos alejen de la

¿Cuál es la probabilidad de que, en democracia, llegue a gobernar un buen hombre o una buena mujer? No nos preguntemos siquiera por grandes caracteres, grandes gobernantes: el principio de la democracia es que cualquiera puede llegar a gobernar: cualquiera a decidir y a legislar. Defender tal régimen nos ha traído hasta la desgraciada imagen que hoy plaga los cuerpos legislativos y el poder ejecutivo de todos los países que, sin saber lo que reclaman o lo que les convendría reclamar, gritan por “la libertad” o “la igualdad”.

idea del bien, de la justicia y la belleza, será torpe acusarlos de faltas que no han cometido. Gobiernan como lo hacen porque la constitución de este cuerpo político admite que ejerzan el poder hombres y mujeres sin ideas del bien. No hacen falta ejemplares. Es con sabia practicidad que se suele señalar que mientras más metan la mano, peor saldrá la cosa. La política, excepción a tantas cosas, no lo es esta vez. Una buena democracia requiere de una serie de condiciones que también muy improbablemente llegan a coincidir en la realidad. ¿Acaso todos pueden elegir? Es claro que a todos les compete, pero no todos conocen lo que es bueno para cada uno y para la totalidad. ¿Debe tomar parte en la decisión quien no sabe nada de lo que conviene hacer?

El fenómeno de Luna Gil Simón Monsalve Orozco

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smonsalveo@eafit.edu.co

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@simon.monsalveo

¿Desconocer el impacto cultural de Luna Gil? Eso sí jamás.

L

una Isabel Gil es una mujer trans de Medellín que se ha popularizado en los últimos años en las plataformas de TikTok e Instagram. Allí comparte habitualmente sus videos bailando, reaccionando, rumbeando o simplemente hablando paja. Al verla, muchos sentimos grima, incomodidad o nos reímos por lo absurdo de sus afirmaciones; sin embargo, seríamos necios al no reconocer su eco mediático. En Luna Gil convergen elementos que constituyen actos de rebeldía frente a una sociedad que permite e institucionaliza la violencia contra las personas trans y las trabajadoras sexuales. El primer elemento corresponde a su esencia; ella, como mujer trans, es la antítesis de la tradición colombiana alrededor del género y contradice una visión orientada exclusivamente a reafirmar todo aquello que se dice propio del sexo con el que se nace. En ese sentido, convertirse en un ícono reconocido a nivel nacional visibiliza a una población que ha sido marginada sistemáticamente en el país. Ahora, ¿es Luna Gil el mejor referente de las personas trans? Quizá no, pero es el más escandaloso: ello hace

que se vuelva atractiva para el mercado, el cual se lucra especialmente del morbo por lo absurdo, lo extravagante y lo incómodo. Tal como pasó con la Veneno —prostituta y actriz trans— en España durante los noventa, no tener pudor con la sexualidad y expresarla públicamente de manera cómica —sea o no esa la intención— atrae a un público que busca sorprenderse con lo sexualmente escandaloso como si estuviera presenciando una exposición en un museo o visitando a un animal exótico en un zoológico. Es por tal motivo que, a mi forma de ver, ella actúa como un chivo expiatorio al acostumbrar al ojo público a una figura trans que genera incomodidad. En consecuencia, la sociedad se vuelve más sensible y menos violenta con muchas otras personas que —aún siendo trans, homosexuales o no binarios— son menos divergentes de los cánones estéticos predeterminados. Lo anterior puede generar un problema: muchas personas que no han vivido en contextos sexualmente diversos, o no han sido tan expuestos a referentes culturales queer, pop o contraculturales pueden asociar, errónea y falazmente, la experiencia de todas las personas trans con Luna

Gil, su estilo de vida y oficio. En ese mismo sentido, afianza estereotipos que pueden llegar a ser dañinos a largo plazo: la asociación de la feminidad con el tamaño de los pechos y la hipersexualización como vehículo para la reafirmación de la identidad sexual o de género. A pesar de ello, su presencia cultural trae consigo consecuencias útiles, como la caracterización que muchos hacen de ella. Las frases y ademanes que la popularizaron se han incorporado íntegramente en las interacciones cotidianas de muchos de nosotros, al punto que nos permite afianzar un discurso identitario alrededor de ellas. De una forma u otra, escuchar un “eso sí jamás”, “mentiris” y demás, significa haber encontrado un espacio seguro para mostrar una conducta menos heteronormada. Los videos de Luna Gil, junto con otros varios memes, se han convertido en un dialecto urbano de quienes conviven constantemente con la cultura queer mainstream. Con todo y lo anterior, me pregunto cómo abordar a Luna Gil. Debemos ser cuidadosos con la incorporación de su discurso, en integridad, ya que este es clasista y problemático; no

Ilustración: Sofía Betancur Silva @soda.re obstante, es claro que tampoco podemos pretender exigirle corrección política y una opinión coherente con respecto a eventos de importancia política como el Paro Nacional. Así, su existencia como actor político debería limitarse a poner en el foco público conversaciones incómodas para una cultura machista y homófoba como la nuestra, a la vez que ayuda a generar más apoyo a las causas que se han visto en la necesidad de incorporarla como estandarte de su lucha, pues hay pocos referentes conocidos popularmente.


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ALMA FORESTAL Esteban Mejía Serrano | emejias@eafit.edu.co |

@estebanms94

Mientras vivimos, morimos poco

Vuelve a crecer el primer árbol. Los animales vuelven para apropiarse de los nichos, y la vida prospera como si allí hubiese existido siempre. Como si allí quisiera quedarse para siempre.

a poco. Pasa el tiempo, quedan menos días, hay más canas y menos castaños. Más arrugas y menos juventud. Ciclos que van, ciclos que vienen, mientras el bosque arde y vuelve a nacer, o por lo menos intenta permanecer.

La fauna vuelve, el bosque

Follaje acumulado, rezagos de

resurge, su vida crece sin control. El río fluye, los árboles florecen. El bosque se convierte en una mejor versión de sí mismo, perfecto en su imperfección. Los desastres llegan, las especies invasoras llegan, el ecosistema puede desequilibrarse una y otra vez.

lo que se mantuvo. Vestigios de lo que alguna vez fue, de lo que pudo llegar a ser. Bosque talado, bosque olvidado. Aquel que sintió, pero que ya no quiere sentir. Aquel que nació, que no sabe si quiere volver a nacer. No sabe si ya terminó de vivir, para poder terminar de morir ¿Morir después de vivir o morir poco a poco al vivir?

Pero el bosque

no muere nunca, se mantiene vivo incluso en lo que no se ve. En aquellos elementos que no volverán, en aquellas hojas y árboles que no crecerán. Semillas que luchan por la oportunidad de nacer, en medio del material podrido que las hace padecer.

La vida es alucinante, pero

está plagada de crisis. Cuando llega la crisis, como incendio, buscamos apagarla de inmediato. La extinguimos, sin habernos dado la posibilidad de incendiar un poco el alma. Sin darnos cuenta que hay material seco y caduco: podredumbre que debe arder.

La calma vuelve, vuelve el amor,

Suelo seco, troncos que no

alcanzan a incendiarse, se quedan ahí, ahogando al bosque, esperando la próxima oportunidad para avivarlo, pero con llamaradas mucho más trágicas. Al apagar el incendio del alma, sentimos que estamos liberando el bosque, cuando sólo estamos ahogándolo: más materia muerta y volátil para que el próximo incendio sea mucho más severo.

Cuando las llamas inesperadas

llegan ¿se deberían apagar? llegan incendios, llegan tormentas, llegan sequías. La vida pasa, el bosque sufre, el bosque lucha. Quedan cenizas, troncos muertos, raíces heridas. Pero siempre quedan

Ilustración: David Tobón Muñoz | aquellos rezagos que sobreviven al desastre, que se aferran a la vida.

¿Cómo renace el bosque sin

haberse incendiado primero? ¿cómo renace el bosque sin que lo hayan talado primero? ¿qué perdura tras una vida de incendios y hectáreas taladas del corazón? ¿qué permanece tras una vida de intentos inútiles por preferir la razón, tras una vida intentando que el bosque dejara de quemarse sin razón?

@davidettot

L a adversidad ataca al bosque,

pero él se vuelve más fuerte. Hay cosas que deben evaporarse con el humo de las llamas y fragmentarse con el crujir de la madera. Entendiendo, incluso, que a veces se tala lo que no se quiere talar, pero que después crece una vida nueva y ¿por qué no? aún más bella.

Del último ápice de esperanza,

vuelve a crecer la primera planta.

vuelve lo próspero. El tiempo pasa, sin que al bosque le guste que pase. Quiere la inmediatez, pero sólo lo bueno de ella. Quiere congelar el tiempo que pasa, que lo bueno se quede para siempre. Que se queden la fauna y la frondosidad, para no tener que volver a sufrir en la oscuridad.

Por más que el bosque haya sufrido, por más que el bosque esté viejo y arrugado, el bosque muere, pero puede permanecer. En cada criatura que lo habitó, en cada árbol que en su entorno creció. Crisis que llegó, crisis que se fue. El bosque muere, pero puede permanecer.


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CÁ-LLA-TE Alexandra Castrillón Gómez

| acastrillon@gmail.com |

@acastrillon

E

scucho el reloj en la pared marcando los segundos. Sí, es un reloj digital pero puedo escucharlo. Las vibraciones de su sistema electrónico. Los cambios en los leds para dar la hora. Camino despacio hacia la habitación. El cuerpo yace completamente quieto. Veo la cama y me parece más pequeña de lo que pensé. La sábana cae sobre su piel, que ya no necesita cobijo, formando ondulaciones que me hacen pensar en las dunas de un desierto. Una esquina de la tela se arrastra sobre el piso y me debato entre levantarla o no hacerlo. Igual ya está manchada por la sangre. Un poco de polvo no hará la diferencia. Apago la luz de la mesa de noche. Es una lámpara sencilla, con una bombilla corriente, pero parece que fuera la creadora de todo el espacio. La enciendo: cama, sábana, sangre, muerta. La apago: nada. La enciendo: cama, sábana, sangre, muerta, mesa de noche, libro, gafas. La apago: nada. Podría quedarme en este juego hasta el amanecer, pero estoy cansado, ya quiero dormirme. Podría dormir al lado de la muerta. Imaginar que respira, que de su cuerpo sale algo de calor. Soñar, tal vez, que me habla, que me acaricia, que me besa, que lame mi sexo erecto, que la toco y es tibia, que está húmeda, que la penetro y que ambos disfrutamos. Estoy muy cansado. Regreso a la cocina y dejo el vaso de vodka ya vacío como uno más de todos los trastes sucios del lavaplatos. Hay un trapo sucio que ha sido lavado y manchado miles de veces. La estufa parece del siglo pasado. Veo un trozo de pan en una canasta y puedo percibirlo duro y rancio. Decido acostarme en el sofá.

corté la garganta, sentí la sangre saliendo a pulsos, mientras que ella intentaba decir algo, ahogándose, agarrándome cada vez con menos fuerza, gritando. Hasta que ya no pudo hacerlo más. Escucho el reloj en la pared marcando los segundos. Y ahora, mientras intento dormir, la escucho a ella, que vuelve a empezar a gritar.

El Cleptómano Juan J. Mesa grafiasdeunsofiante.com

Ilustración: Lina Gómez Usuga |

Apago la luz de la cocina y todo desaparece. Como hace un rato desaparecieron la lámpara, las gafas, el libro, la mesa de noche, la muerta, la sangre, la sábana y la cama. Ojalá pudiera apagar así mi cerebro. Sacarme todos estos sonidos, olores, sabores, sensaciones, recuerdos, pensamientos y gritos. Los gritos. Los gritos de ella pude apagarlos. Pensé que sería más difícil. La desperté en medio de la noche. Le pedí que se callara. «¿Qué dices?, ¡si no he hablado!» me respondió a los gritos. Volvió a dormir. Volvió a gritar.

@linagomezu

«¡Cállate!, no puedo dormir». Tres veces de lo mismo y a la cuarta ya no la desperté. Caminé a la cocina. Abrí el cajón. Revisé todas las opciones. La escuché gritar, desde la habitación, a oscuras, acostada, en la cama, cubierta por la sábana, con la mesa de noche en la que había un libro, unas gafas y una lámpara. Tomé un cuchillo, imaginé cómo se sentiría cortarle la lengua, las cuerdas vocales, la garganta, los pulmones, todo eso que necesita un cuerpo para gritar. Caminé despacio, sabiendo dónde estaba cada cosa en el espacio, midiendo mi respiración, mis propios gritos. Le puse el cuchillo en el cuello, sentí su respiración húmeda, le

Era un cleptómano de dulce habladuría robaba por el goce de estética emoción. Guapo y fascinador -de vanas fechoríasjamás supo el severo juicio por ladrón Lo sorprendí una noche en una fiesta noble hurtando caprichoso besos de cristal Qué hay en tu esencia rara y tu mirada ambigua que te cuelas en sus sábanas para dejarlas suspirar Era un cleptómano de dulce habladuría y sin embargo pudo robarte el corazón Hoy le hago mi camarada -para cosas secretascosas que solo saben mujeres y poetas


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LA VISITA

Matilda Lara Viana | malarav@eafit.edu.co |

@matildaconaaaaa

Ilustración: Daniela Hernández |

@danielailustra

CO M O E L A M O R Y L A M Ú S I C A Lucy Ortega Palacio

| lvortegap@eafit.edu.co |

A

quella noche en Manrique, extrañándote, viví una experiencia que cambió, tal vez para siempre, lo que la música significa para mí.

sentí la presencia de tu ausencia. Resonaron los primeros acordes de la guitarra, a los que sin prisa se unieron el resto de los instrumentos. La voz del diestro llenó el lugar. Jamás había escuchado algo parecido, era una melancolía emocional hecha canción. La música la sentía revolucionaria, como aquellos besos de contrabando tuyos; eso es lo que me maravilla del amor y de la música, todo lo que provocan, todo lo que arde.

Mientras caminaba por Manrique buscando el lugar desconocido al que nuestra pelirroja favorita me llevaba, pensaba en ti, en cómo este plan me recordaba tu presencia. Íbamos de camino a un toque, y te confieso, estos planes me resultan inquietantes, como espectador de una realidad a la que no pertenece. Mientras subíamos en el bus, por calles cada vez más empinadas, venían a mi mente las películas que hemos visto sobre el rock y el punk en Medellín; pensaba en Rodrigo D no futuro, en Apocalipsur, y en cómo Medellín no era tan diferente a como lo veía en las pantallas. Alrededor la ficción se convertía en mi realidad y me dejé sumergir en ella. Al bajar del bus caminamos por calles envolventes y mi miedo radicaba en prejuicios de la zona que, por lo que estaba viviendo, eran calles llenas de vida, donde las normas de tránsito ya no importan, pues pasar las calles se convirtió de un momento a otro en un deporte extremo. –¡Llegamos! El lugar era una casa escondida, por fuera no tenía nada que me permitiera predecir todo lo que estaba por pasar. Al entrar, un escenario oscuro se apoderó de mi vista, tocaba una banda Kit de supervivencia, eran algo así como la pandilla de Scooby Doo alternativa. El olor a marihuana y pola estaba impregnado en el aire, acá entre nos, combinaba a la perfección con el rostro de las personas, todas ellas con vestimentas que me resultaban curiosas:

@lucyortega16

Canción tras canción, El Diestro fue dibujando la imagen lejana de aquella chica de Laureles que rompió su corazón, te confieso, agradezco que lo haya hecho, si algo bueno dejó fueron esas canciones.

Ilustración: Laura Calle Puerta |

@lacallep

mallas, peinados estrambóticos, tinturas llamativas y mucho color negro. Mientras observaba pasaba por mi mente cuánto te gustaría ese lugar, tenía esa vibras extrañas que encuentras fascinantes. Estaba absorta en mi mente cuando un silencio se escuchó, La Parrokia se preparaba. Desde lejos podía notar que era la banda más esperada. Nuestra pelirroja nos ubicó en el lugar perfecto para poder verlos, mientras el diestro (vocalista de la banda) preparaba el piano, todos se apelmazaban para verlo. La verdad no entendía por qué tanto alboroto, incluso tuve el impulso de voltearme a preguntarte qué pasaba, de nuevo

Llegó el éxtasis, el pogo. Sabes bien que esas cosas me asustan, me cuesta entender el porqué disfrutan agarrarse a patadas con la música. Sin embargo, esta vez fue distinto, era una fiesta de cuerpos sin sentidos igual de trabados y rotos, gozando la música de manera diferente, casi violenta, dejando la rabia fluir con la melodía, permitiéndose la no cordura, aprovechándose de aquel escenario en el que no existían más prejuicios que los propios. Esa ciudad que me mostraste, que me enseñaste a amar, es la misma de las películas que tanto nos gustan; el rock y el punk siguen siendo su corazón y su sangre, están en los mismos lugares de siempre, sonando de fondo, escondidos, esperando que nadie los vea y así ser libres. Esa noche no llegué a casa completa, un pedazo de mí te lo llevaste, y el otro lo perdí recordando las tardes febriles de algún abril. Nota del autor: leer escuchando Algún abril- La Parrockia.


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OCIOPATÍA Juan Daniel Arias Mejía | jdariasm@eafit.edu.co | Miembro del Grupo literario Letras de la Universidad Eafit

N

o sé qué es el tiempo libre. No entiendo el concepto. Sí sé qué es el tiempo de ocio, pero eso es diferente. El ocio es una obligación. Trabajo todo el día en la oficina y espero llegar a mi casa para descansar. No es una opción que decido tomar; tengo que hacerlo. ¿Y cómo descanso? Siempre es distinto. Ayer, por ejemplo, leí un libro. 485 páginas, todas de una sentada. No soy una persona que se quede tranquila dejando incompletos los proyectos que inicia.

meses. Estaba muy contento viendo que cumplían sus metas, que estaban avanzando, aunque sabía que se iban a alejar y que yo estaba estancado. A él le regalé un libro con fotos de los edificios más bellos del continente comentadas por arquitectos reconocidos; a ella uno de paisajes colombianos, para que no los olvidara. La casa de María era como un palacio en la zona rural de Envigado, no muy lejos del Alto de Las Palmas. Cuando amanecía, salíamos a caminar por los pinares y por los bosques nativos; en la tarde nadábamos en las quebradas o bajábamos a la ciudad; por la noche escuchábamos música a todo volumen y tomábamos vino. Sabía desde un principio que debía disfrutarlo, que esos momentos de felicidad se acabarían pronto. No había ocio, sino lo que creo que es la libertad. Las monedas que coleccionaba y que tenía guardadas no se me pasaron por la mente.

También era mi deber dormir bien para ir hoy a trabajar, es cierto, y no lo hice, ¿pero acaso el tiempo de ocio no es tan importante como la jornada laboral? No se debe sacrificar una cosa por la otra. No comprendo cómo hace la gente para relajarse con sus hobbies. Una vez empiezo a hacer algo por diversión, se convierte en un deber. Comienzo y ya estoy desesperado por terminar. He pensado en dejarlo todo tirado: no hacer nada por el resto de mi vida; nada en absoluto; morirme de sed o de hambre sobre una cama orinada después de tres días estando quieto. Lo curioso es que cuando tomo esa decisión inicio un nuevo proyecto o adquiero una nueva responsabilidad casi sin darme cuenta, en piloto automático. Parece que nunca llegará el día en que me libere de todas las cargas y pueda abandonar la vida tranquilamente. A veces lo que hago es jugar videojuegos. Hoy me está cogiendo la noche. Tengo que terminar de escribir esto tan rápido como sea posible para sentarme a jugar. Ayer me dieron ganas de escribir, pero también caí en cuenta de que hay un personaje de un juego que nunca he usado. Es estresante que se junten las dos cosas. No sé cómo organizar mi horario para cumplir con ambos deberes. Todo el día he estado pensando en las estrategias que usaré con ese personaje y en lo que contaré en estas páginas. Tengo que aprovechar para dejar esto listo, porque cuando empiece a jugar no tendré tiempo para dedicar mi ocio a otras actividades. Hace como diez días mis colegas me invitaron a una fiesta. Iban a celebrar un cumpleaños, pero yo no podía ir. Tenía que dibujar algo. Esa noche hice un mapa de Colombia en el que indicaba la densidad poblacional de cada municipio por medio de círculos de diferentes tamaños. Ahora está guardado en mi computador junto a otros mapas

Ilustración: Manuela Buriticá |

Luisa me ha invitado a salir más de una vez, pero yo ya decidí que es mejor quedarme en mi casa. No es que no me atraiga la idea de estar con ella, pero no creo que podamos congeniar. Si nos quedamos solos, le pareceré aburrido. Mi mente estará en otro lado y ella acabará queriendo irse. Se entretendría más con Juan, que también baila y seguramente no tiene nada que hacer cuando llega a su hogar por la noche. No vivimos al mismo ritmo.

La reunión, que ojalá hubiera sido eterna, duró nueve días y nueve noches, que terminaron en Navidad. Al mismo tiempo que nosotros nos despedíamos, los europeos y los norteamericanos, ignorando el desface del calendario, celebraban el día más corto y oscuro del año, así como uno de los más fríos. Pregunté por qué lo hacían y María me contestó que los paganos festejaban el nacimiento del sol, que crecería hasta llevar la primavera y el verano, y que para los cristianos era el Mesías. Yo pienso que no tiene mucho sentido festejar el nacimiento del sol en un país tropical, pero ahí estábamos, conmemorando ciclos que para nosotros no existían, sabiendo que, si el sol se ocultaba, no sería más brillante mañana que ayer. Aquí todos los días son iguales.

Sin embargo, sé que es posible vivir de otra manera. Una vez me sentí libre. Fue en un diciembre, cuando mi amigo David se graduó de arquitectura. Yo había terminado mi carrera de finanzas un año antes y conseguí mi primer empleo en la empresa donde trabajo ahora. En esa época estaba coleccionando monedas de diferentes países.

Volví a mi casa. Desde la primera noche supe que valdría más que la vida se acabara en ese momento en lugar de extenderla inútilmente. No he visto a mis amigos desde entonces. Me preparé para regresar a mi trabajo al día siguiente, en una oficina y una casa que serían iluminadas por los mismos astros todo el año.

David hizo una reunión en la casa de María, una amiga que teníamos en común, para celebrar. A él lo había contratado una empresa bogotana y se iba a mudar en enero; ella iba a hacer un intercambio académico en Italia para estudiar ingeniería forestal; yo me quedaba en Medellín, trabajando en la misma oficina desde hacía doce

El veintiséis de diciembre volví a mi casa con la intención de dedicarme a mi objeto de ocio. No sé qué sucedió, pero mis monedas extranjeras se habían esfumado. No tuve motivación para buscar más; hasta ahí llegó ese pasatiempo. A veces extraño mi colección, pero no importa. He encontrado otras maneras de mantenerme ocupado.

@manuburitica

y planos que he hecho. He diseñado más de una casa, colegios y hasta un centro comercial que ahora están en esa carpeta. No sé de arquitectura. Seguramente los planos no servirían para nada si alguien quisiera llevar a cabo mis ideas, pero aun así los hago. Alguna vez sí acepté ir a un bar con unos compañeros del trabajo que tenían mi edad, creyendo que eso podría contar como tiempo libre. Me sentí como si no estuviera ahí. La gente bailaba, bebía y fumaba. Yo tomé cerveza y bailé con Luisa Barrera, que se sienta detrás de mí en la oficina, pero estuve junto a la mesa la mayor parte del tiempo, sin hacer nada. Ella bailó con otras personas después de mí y se emborrachó tanto que se la tuvieron que llevar cargada en un taxi. Juan Padilla, un practicante, se quedó conversando conmigo hasta que empezó a usar cocaína. Después de eso no lo volví a ver, pero supe que inició una pelea con un desconocido. No veía la hora de volver a mi casa. Ese día tenía planeado hacer un rediseño de las calles del barrio en el que vivo, en la zona suroccidental de Medellín, pese a que no sé de urbanismo. Quería terminarlo para el día siguiente, pero extendí mi fecha límite para ir al bar. Pienso que fue un error, aunque mis compañeros opinaron que había sido una gran no-

che. No fui capaz de concentrarme en el trabajo hasta que me puse al día con mis obligaciones de ocio.


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ENTRE PLATILLOS, CONGAS Y VIENTOS Nicolás Calle Henao

E

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ncalleh@eafit.edu.co |

@ncalleh

ntre platillos, congas e instrumentos de viento, la Orquesta Sinfónica de la Universidad EAFIT acompañó el lanzamiento de la edición número 225 del Periódico Nexos. A partir de este evento, quisimos saber más de la escena musical en Colombia. Para este propósito, entrevistamos a la Maestra Cecilia Espinoza, quien junto a Hilda María Olaya, coordinadora de la orquesta sinfónica de la Universidad, se ha encargado de dirigir todos los eventos y la agenda cultural de la Orquesta desde hace más de 20 años.

y la serenata para cuerdas de Tchaikovsky; también se presentó allí la solista Blanca Uribe. La maestra asegura que fue un concierto memorable, un hito en el panorama cultural de la ciudad: disruptivo para su época, logró sentar las bases de una agenda cultural más autónoma y determinada.

La preocupación por una formación musical más seria en las escuelas de la ciudad es una constante:

Tristemente, solo existen seis orquestas profesionales en Colombia: dos en Bogotá, dos en Medellín, una en Cali y una en Caldas. Es decir, una orquesta por cada seis departamentos.

Para entender todo el panorama cultural, vale la pena hacer un auténtico viaje en el tiempo. Tenemos, entonces, que remontarnos a la creación misma del Departamento de Música de la Universidad. En el año 1997, Hilda María contactó al entonces rector Juan Felipe Gaviria para llevar a cabo la propuesta de abrir una escuela de música en la institución.

–Es un punto negativo que, considerando la población que tenemos, solo haya seis orquestas profesionales, al contrario, debería haber dieciséis, veinte o veinticinco. Cada capital debería tener su propia orquesta –observó Cecilia–.

A pesar de lo desalentador del panorama, la cultura ha tomado relevancia en Medellín en los últimos años. Los eventos que articulan actores del sector cultural, como la Fiesta del Libro, son imprescindibles para dinamizar el medio artístico en la ciudad. Es indudable que aún se requiere mucho trabajo, pero vamos por un buen camino.

–Él pensó que estábamos medio locas –aseguró Cecilia– porque meter una Escuela de Música en una institución que se asemejaba más a un instituto de tecnologías era impensable. Sin embargo, apoyó la idea y en el año 1998 nació el Departamento de Música. Los años pasaron y con el crecimiento del Departamento pensamos, ¿qué vamos a hacer con los egresados? ¿Dónde van a ir a trabajar? Así, una vez más, se acercaron al rector y le propusieron crear una orquesta profesional en EAFIT que fuera una alternativa para el desarrollo profesional de los egresados del pregrado de música. En febrero del 2000 fue el concierto inaugural de la Orquesta, en el cual se interpretaron obras de Andrés Posada

Así, la situación genera una carencia de oportunidades para los músicos profesionales que se forman en grandes escuelas, y a la hora de volver y ejercer no encuentran cómo emplearse. Esta crisis de empleabilidad hace que la opción de estudiar música no sea contemplada por gente con mucho talento por las escasas expectativas laborales y el poco apoyo que brindan los gobiernos locales y el nacional.

–Aún ante una agenda cultural robusta, es difícil que la gente participe si no hay una adecuada formación desde sus más tempranos años.

Para poder seguir abriendo caminos para una participación más activa de la ciudadanía en la cultura, sostiene la maestra que la clave es no desistir y seguir abriendo espacios, cursos y conciertos cada vez más grandes y que lleguen a públicos más jóvenes.

–Siempre hay un motivo para celebrar, siempre hay una efeméride, siempre hay un cumpleaños, siempre hay un compositor que destacar, siempre se está produciendo nueva música –recordó la maestra–. La agenda musical de la sinfónica es un constante no parar y los meses venideros están llenos de eventos que en su mayoría son abiertos para el público universitario y la ciudad. Para nosotros lo que sigue es crecer y posibilitar las alianzas para poder tocar mucha más música. También nos dice que la programación de los próximos tres meses está copada con conciertos, tanto de música de salón, como con muestras musicales al aire libre. El 8 de octubre, por ejemplo, fue el concierto de Teresita Gómez en la Universidad de Medellín; el 14 de ese mismo mes, un concierto con el director invitado Jeremy Winston; y como estos, muchos otros. –Lo que queda es una invitación a seguir la programación cultural de la Universidad y de la ciudad.

–La cultura, en todos los momentos críticos de la historia, ha jugado un papel decisivo para ayudar a la humanidad a salir adelante –dijo Cecilia–. Por tanto, la Orquesta de la Universidad, y en general todo el aparato cultural de la ciudad, debe cumplir con ese rol de ayudar a soportar la crisis y ser un elemento que no solamente agrade y distraiga a la gente, sino algo que alimente el espíritu, el alma, tomando las palabras con las que nos exhorta Cecilia.

Imágenes: Cortesía Orquesta Sinfónica de la Universidad EAFIT


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El último polvo

antes de la muerte Verónica Hoyos Giraldo | vhoyosg1@eafit.edu.co |

@verohog

Y así es mi destino:

ted también la he visto por aquí, yo soy muy observadora, –dice mientras señala el moretón en mi cara–. Su marido no es muy cariñoso con usted, ¿cierto?

Dormir a su lado es peor que una tortura. Por fortuna también le gusta dormir de espaldas. Como de costumbre, hoy le rezo a Dios para que no se voltee y me toque. No soporto tenerlo encima de mí mientras intento no llorar para no molestarlo.

Permanezco inmóvil, sorprendida. Ella no se impresiona, me empaca dos polvos compactos en una bolsa negra.

–Sos una malagradecida–, me dice cuando una lágrima brota de mis ojos–, muchas quisieran tener la vida que yo te doy.

–El que tiene tapa azul es para usted, el rojo es para su esposo, le va a poner una pizca en cada comida que le haga, no va a dejar rastro alguno y le aseguro que no vivirá más de un mes.

Yo no.

Le agradezco y una ventisca caliente invade mi cuerpo, mi vientre específicamente. Esa mezcla de miedo y emoción es lo único que voy a sentir, pero no tengo nada que perder.

El primer golpe fue sencillo: se arrepintió, lloró, me dijo que no se repetiría y al día siguiente me regaló una margarita. La próxima vez dos flores, luego tres… si hubiera seguido con esa lógica me habría ahogado y estaría muerta en su perfume, pero no tuve tanta suerte.

Esa noche lo esperé e hicimos el amor como si fuera la última vez. Ojalá sea así, la idea de saber que lo perdería para siempre me excitaba. Nos acostamos, como de costumbre, dándonos la espalda, y por primera vez en veinte años dormí bien.

Al principio traté de cansarlo para que me abandonara: me dejé de arreglar y no ordené la casa… ilusa, me llevé la mayor paliza de mi vida. Esa misma noche, inmóvil en la cocina, deseé con todas mis fuerzas morir y renacer en el cuerpo de un hombre para tener voz en mi matrimonio, poder pedir el divorcio.

¿Y si alguien se daba cuenta? No importa. Ya van quince días y hoy se tuvo que quedar en casa, sentía un malestar extraño. Me quedé cuidando a mi querido esposo, pendiente a lo que necesitara, dándole sopas con una pizca de polvo para que se sintiera mejor.

–Sos vieja, sucia, desarreglada y te merecés estar así. Mañana volvé a dejar la casa así y no la voy ni a dejar morir, la voy a dejar peor que hoy pero bien vivita, porque ya sos mía y lo va a ser para siempre. Movete, la espero en la cama. Intenté conseguir el divorcio, pero los elegantes hombres de traje se rieron en mi cara, incluso mientras me alejaba se escuchaban sus burlas. –Esa igualada, disque divorciarse ella del marido. –Debería estar agradecida de que alguien la mantenga, está como medio gordita. Esa deja al marido y se queda en la calle y nadie la voltea a mirar. Esa noche cerré mis ojos después de rezar e intenté quedarme dormida, pues debía levantarme temprano para atender a mi querido marido. 5:00 am. Me bajo silenciosamente de la cama, se ve tan bien ahí tendido, quieto, casi que muerto. La almohada desocupada me ruega que la coja y lo ahogue, pero por mucho que lo quiera ver muerto, no vale la pena el lío. Me dirijo al baño para tapar mis moretones, peinarme, ponerme un poco de maquillaje en la cara y vestirme. Voy a la cocina y preparo su desayuno favorito. –Buenos días, hermosa–, me dice mientras sus brazos agarran mi cintu-

Y luego peor.

Ilustración: Jonathan Carvajal Riaza |

@jonathancriaza

–No te preocupes, mi amor, vas a dejar de sentirte así en poco tiempo, ¡tienes fiebre! te voy a traer un vaso con agua, tú descansa– le dije, y eso hizo, descansó. En su palidez y desaliento, la dulce muerte lo besó.

ra. Tengo escalofríos. Me da un suave beso en la mejilla y se va a la mesa. Tuve suerte. Lo escucho quejarse de sus compañeros mientras comemos. Sale rápido de casa y me dice que no lo espere despierta, que hoy va a salir con sus amigos. Sería un alivio, pero cuando toma le dan ganas de hacer el amor. Sonrío levemente y lo despido.

prar polvo compacto, pues al lado de su stand hay una anciana que los fabrica. Pido uno que se asemeje a mi palidez y que cubra bien. Mis ojos recorren todo el lugar.

Debo salir a hacer compras, la rutina es lo único que me mantiene viva. Me visto, me retoco y me doy cuenta de que se me acabó el polvo compacto, debo comprar. Eso significa que la veré: una sensual mujer que trabaja en la plaza. Tiene el cabello castaño, piel morena y labios gruesos. No sé su nombre y sé que no debo fijarme en ella, es un delito, no solo es una mujer, está casada, pero juro que en nuestro intercambio de miradas hay algo, y que ella también lo siente.

–Suertuda–, digo sin pensar.

Un cáncer no detectado, –dijo un doctor cercano– por eso murió repentinamente. Una lágrima cae de mi rostro. Gran hipocresía. Anhelé este día, el negro es mi color. Vuelvo sola a casa, paso por la tienda para agradecer a la vendedora de polvos. La anciana no está, su caseta está cerrada.

Su reacción no fue de extrañarse a mi comentario, yo me sonrojo del miedo.

–¡Vea a esa perra!, –grita alguien detrás de mí.

–No se preocupe, yo lo asesiné–, dice en voz baja. Me quedo muda.

“Señora de Gutiérrez”, dice mi lápida. Ni mi nombre aparece en ella. Morí por matar a mi esposo, pero no me malinterpreten, no morí por los polvos que ponía en su comida. Esa tarde en la plaza me apedrearon por inútil, por no haber atendido a mi marido en su momento de enfermedad.

Mientras lleno la cesta de frutas la busco con la mirada, pero no está. Me acerco a su caseta con la esperanza de verla y con la excusa de com-

–No está–, dice una anciana mientras busca en la estantería–. Su marido murió, lo está enterrando hoy.

–Ya vuelvo, tengo lo que necesita en la parte de atrás– dice al atravesar dos cortinas rojas que supongo dan paso a su bodega. Sigo congelada, ¿por qué me confiesa a mí que asesinó a alguien? Ella vuelve e interrumpe mi quietud. –Vea, yo no lo maté directamente, pero sí le dije cómo hacerlo. A us-

–¡Era tu única misión! ¡Inservible! ¡Una mujer que no cuida a su hombre es mejor muerta! Y así fue mi destino.


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PICHÓN DE DIABLO Eliana Tabares Sánchez Río Muerto, Los Ejércitos, El Ruido de las Cosas al Caer y La Siempreviva son retratos comunes y habituales de la historia colombiana. Pero Pichón de Diablo, la última obra de David Eufrasio Guzmán, es un retrato anómalo: escapa del sonado relato de los desaparecidos y la decadencia hacia la locura de los combatientes; tampoco se estanca en medio de los enfrentamientos entre ejército y subversivos, o los daños que las balas dejan a su paso y el dolor incesante de los pueblos olvidados. La otra realidad de Pichón de Diablo es aquella que acongoja a muchos profesionales, y que a tantos otros ha llevado a la demencia o incluso al suicidio: pagar el crédito que hizo posible la realización de sus estudios.

| etabares@eafit.edu.co

La novela de David Eufrasio Guzmán, publicada este año por la Editorial EAFIT, es la historia de un joven —que podría ser cualquiera de nosotros— obligado a someterse al clientelismo y el tráfico de influencias para obtener un empleo para nada deseado con tal de pagar una deuda que no solo lo atormentaba a él sino también a sus codeudores. A pesar de su repulsión por el gobierno y su deseo de dedicarse a la actuación, el joven no tiene otra opción que continuar con el legado de su familia en la política. Como novato que peca por ingenuo, rápidamente sus ganas de hacer las cosas diferentes fueron asesinadas por sus colegas sometidos a ese sistema hediondo.

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@elianatabares

Mauro, el personaje principal del relato y quien dice repudiar la corrupción, cree tener todo bajo control: planea que una vez finalizado el pago de su deuda renunciará al indeseado cargo para perseguir el sueño de ser actor, pero sus ambiciones se ven consumidas por un ambiente laboral que cambia cada cuatro años con las elecciones y la sensación de un amor que lo abandona y lo lleva a sumergirse de lleno en el alcohol y las drogas; se convierte en el empleado que detestaba y se prometió no ser: uno displicente, que se roba las horas laborales para irse a beber con empleados de otras dependencias. La corrupción se apoderó de él en todos los ámbitos de su vida. En términos amorosos la situación no era muy diferente: se

robaba el tiempo de video llamada con su novia para sumergirse en los cuerpos de Juliana, Fernanda, Catalina, o quien estuviera de turno en su recorrido de la oficina a la casa, un recorrido que, sin importar la hora, hacía borracho. Su autor es un periodista y escritor paisa, editor y reportero de Agencia Pinocho (el diario de lo que no es noticia), miembro del comité editorial de Universo Centro, en donde ha publicado algunas de sus crónicas y cuentos. En esta entrega, Guzmán hace una narración metafórica y retórica con la cual muchos de sus lectores se pueden sentir identificados, pero que, a diferencia del protagonista, toman las riendas de su vida para no obtener un desenlace trágico.

Carta al trabajador Alejandro Jiménez Salazar | ajimen34@eafit.edu.co @des_astrum_ De: Edificio de Ciencias Para: El Trabajador Al operario que, en su habilidosa destreza con la grúa, la retroexcavadora, el buldócer y el vibrocompactador, montaba y moldeaba mis cimientos, removiendo las tierras y colocando las pilas. Agradezco que me edificaras: tu dedicación, tu fuerza productiva y cada momento que pasamos juntos. Recuerdo tus manos esparciendo el cemento sobre los ladrillos que ahora embellecen mi fachada. ¿Cómo no recordar al conductor, aquel que de polo a polo recorría la ciudad en la volqueta, llevando y trayendo materiales para hacer mi cuerpo? Lo extraño tanto como al ruidoso taladro, y casi tanto como al martillo. Las varillas de hierro que en principio tanto me pesaban, ahora cobran sentido, pues han reforzado el concreto de mis vigas, paredes y pisos; te agradezco por ellas, me han hecho más resistente. Aunque aún me falte unas cuantas capas de pintura, algunas lámparas por instalar, varias redes de acueducto y determinados acabados para

relucir los laboratorios y tecnologías que albergaré, siento gran emoción de erigirme como un nuevo centro de Ciencias, uno de los más grandes y de mayor calidad del país. Con gran expectativa pienso, día y noche, en los estudiantes que recorrerán por mis pasillos: todos alegres en el saber y el conocimiento. Aunque me cueste aceptarlo, a veces siento algo de miedo de que miles de jóvenes me vean desde lo lejos o separados por una reja o muro; desde afuera ¿Qué sería del conocimiento creado en mi interior sin justicia? ¿qué valor tendría? Si es para unos pocos ¡no lo quiero! No tendría sentido. Me despido de ti con incertidumbre, pero con algo de optimismo, porque si guardo algo de esperanza, esta será, sin duda alguna, que tus hijos pisen mis aulas y laboratorios, y expresen con orgullo que sus padres, madres y abuelos, fueron los constructores del lugar donde ahora estudian. Medellín, Septiembre de 2019

Imágen: @des_astrum_


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Asociación Cultural Periódico Estudiantil Nexos NOVIEMBRE 2021

Lanzamiento

¿Qué es el arte?

Ajena

Juan J. Mesa grafiasdeunsofiante.com

Pablo Sierra @pablosierra00

María Camila Gómez @camigomez2699

Sonreía al acercarse a un transeúnte. Su paso era firme y diestro y comenzaba saludando. Vestía una camisa blanca que contrastaba con los lunares de sus brazos. Era intrépida y posaba a la vanguardia de todos nosotros: lo que tres hacíamos ella redoblaba. Y acaso si paró ante la lluvia fue por no estropear la tinta, porque sus ojos llenos habrían seguido trazando la ruta: al lector inadvertido, al profesor amado. Su vaivén entre los árboles -yo que un tinto sostenía- me ilusionaba a no haber escrito, y que entonces ella me mirara/con un periódico entre manos.

El arte no se come, pero alimenta Es esa cosa con la que no se puede comprar nada pero que todos vivimos de ella El arte es esa dispensadora de mundo Es el espejo que nunca muestra lo mismo El arte es eso que seguimos viendo cuando cerramos los ojos

Los lunares de Venus Matilda A. Lara @matildaconaaaaa

tierra, extendiendo sus pétalos para que el mundo admire lo hermosas que son. Se elevan hasta el cielo con orgullo, incluso con el temor de que alguien las pueda pisar o cortar: después de todo, hay peligro en florecer en un mundo donde la belleza no dura. Pero las flores también saben que si sus pétalos caen nada les impide que les crezcan unos nuevos. No es coincidencia que florecer y renacer suenen igual.

Pero asfixian La otra yo que me habita.

Sus alaridos insultos Quiere la enemistad

El no quiere verme Yo me desnudo Irreverente Ante mi propio reflejo.

sos que recibió la madre durante el embarazo. Hace tres lunas nació una pequeña con un trazo de estrellas desde los hoyuelos de Venus hasta la comisura de los labios.

Mírame bien Memorízame Soy esta y no otra La dueña de la masa Portadora de tu alma

cen sabiendo que morirán. Son muy to en que brotan triunfantes de la

Que abrazan

De lo sublime.

Aunque no lo creas, las flores naconscientes de ello desde el momen-

De las masas de carne

Yo escucho atenta

los lunares son cicatrices de los be-

Nicole Rubinstein @nicole_rubistein

Casi siempre presa

El espejo habla

Mi pueblo tiene la creencia de que

Renacer

A veces dueña

Quieras o no

Canto de desamparo Salomé Arango @salomearango_b Susurran los árboles cantos de desaparecidos. Allí yacen, en sus tierras y en sus ríos. No hay camino ni sombra que los guíe, a los hombres adoloridos, a encontrar los cuerpos perdidos. De sus almas nacen las flores, que pintan de hermosos colores un país derrotado por dolores.

Estaremos juntas Siempre.

Que nos bendiga La eternidad Y este cuerpo No cárcel ni suplicio Si no hogar y compañía Albergue con ternura La infinidad De tu ser.



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